Capítulo 33: Primer Paso
Como había dicho tenemos actualización doble. El interludio y este capítulo.
Hemos superado los 200K palabras incluyendo los interludios. El cuarto es el último y con él damos inicio al climax de la historia. Además, tengo pensando escribir las historias extra de otros personajes mientras seguimos avanzando.
Me han preguntado si hay mujeres alfa en las prisiones o en la ciudadela ya que nunca las he mencionado. La respuesta es no, no hay, y la razón de ello la averiguaremos después (no en este capítulo me temo).
Por último, creo que por ahí se ha organizado una turba de linchamiento para Jin, me parece excelente solo dejen que termine su papel, aún lo necesito para un par de capítulos.
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Sinopsis: Nunca tengas miedo de soñar y nunca tengas miedo a vivir, abre los ojos y sigue adelante. Paso a paso.
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Apenas desmonta Shouto es recibido por su maestro que del alivio lo abraza con afecto, el peso provoca que su pierna proteste y cuando se queja Aizawa lo suelta con una expresión de angustia.
—¿Estás herido?
—Nada importante, es mi pierna, necesito sentarme.
—Vamos a la enfermería.
Por el camino se les une Tenya que lo saluda con efusividad y comienza a apartar gente mientras se abren paso hasta la zona más alejada de la entrada.
—Esperaremos a Yaoyorozu aquí—dice Aizawa ayudándolo a caminar hasta uno de los camastros en lo que parece ser la enfermería—Mientras tanto dinos qué pasó.
Shouto procede a hacer un recuento breve de su viaje por Hosu, se limita a enumerar hechos y situaciones manteniendo una expresión seca. Intenta mantener la decepción y la vergüenza en un nivel mínimo mientras explica cómo termino en una cama inmóvil e inútil. Sus oyentes lo escuchan en silencio, interrumpiendo de vez en cuando para hacer alguna pregunta.
Cuando Shouto termina no puede evitar emitir un suspiro de cansancio, sus ojos vagan por la habitación. La enfermería está vacía con excepción del pequeño grupo omega que se encuentra al otro lado de la sala practicando con agujas y pellejos de ave. Al verlos no puede evitar pensar en Izuku y el recuerdo lo hace sentir miserable. Casi por reflejo se toca la mejilla que tiene hinchada donde el alfa rubio lo golpeó antes de que Eijirou consiguiera quitárselo de encima.
—¿Ouji?
La voz de Tenya lo devuelve al presente y suspira sin nada más que decir.
—Así que Kamui esta muerto—dice Aizawa con expresión pensativa.
—Cumplió con su palabra hasta el final, sin él no estaría aquí. Le prometí que hablaría con mi padre sobre el ataque a Hosu, pero ahora... ¿cómo fue que murió?
—Uno de los subordinados de Jin lo apuñaló, la hoja estaba envenenada y el incienso dificulto el tratamiento. No había nada que hacer.
—¿Y la Flota?, ¿por qué se marcharon?
—Dejé a Shino, la líder de los Gatos Salvajes, a cargo, le pedí que mantuviera al ejercito del General ocupado mientras tratábamos de encontrarte. Le dije que en cuanto lo hiciéramos enviaríamos un mensaje con más instrucciones... al no recibirlo la decisión quedaba en ella. Es lógico suponer que mantuvieron su posición todo lo que pudieron, pero al final el desgaste de los soldados, las provisiones y los heridos terminarían por obligarla a retirarse. Es probable que tenga intención de volver a casa, reaprovisionarse, y volver para buscarte.
—¿Hay alguna forma de que podamos contactar con ellos?
—Me temo que no, no tenemos aves mensajeras, el único que sabía como enviar un mensaje hasta Yuuei era Kamui, sin él tendremos que esperar hasta que la Flota vuelva o conseguir un barco que haga el viaje hasta allá.
—¿Y cómo está la situación aquí?
—Mejorando. Tenemos almacenada suficiente comida para soportar un asedio largo, Tenya está trabajando en los cultivos para aumentar nuestras provisiones.
—¿De verdad?
—Sí, Ouji, hay un patio interior que conduce a la zona inferior que tiene una muralla que la rodea, ahí hemos colocado tierra para plantar verduras sobre la muralla y pegada a ella. Tenemos una fuente segura de agua gracias a la bomba que la sube desde el subsuelo y no corremos riesgos de que un ataque limite nuestra producción. En las cámaras inferiores estamos tratando de plantar setas y plantas comestibles que sobrevivan bien en la humedad y a baja luz. Y en el último piso hemos ido almacenando carne seca y ahumada, toda la que hemos podido, tratamos de criar animales bajo tierra pero hasta el momento ha sido infructuoso. Nuestra prioridad es mejorar nuestras reservas.
—Pero cómo planean enfrentarse al incienso.
—Hemos descubierto que el incienso es inútil frente a las feromonas omega—responde Aizawa con calma—pero solamente cuando se encuentran en un alto nivel emocional o cuando el alfa es familiar con él.
—¿Cómo lo descubrieron?
—Cuando me encontraron hubo un enfrentamiento con los hombres del General y fue Bakugou quien unió al grupo omega bajo su control, el aroma de estos, enriquecido por la emoción del momento, consiguió crear una barrera protectora para el grupo alfa que luchaba. Desde ese día Bakugou ha organizado a sus hombres en varios escuadrones, cada uno está compuesto de varios alfa y un omega. Entrenan habituándose al aroma del omega con el que luchan y después hacen pruebas con el incienso para aumentar su tolerancia.
—¿Tienen incienso?
—Bakugou robó los suministros de la prisión de la que escaparon y también se apropió de los que había en la torre de vigilancia que atacó cuando estaba ampliando su territorio.
—Pero... ¿obligará a los omega a luchar?
—No es como si tuviéramos opción, sin embargo les dio la opción de elegir, huir y esperar que la Flota los rescatara o quedarse y luchar. Ha sido bastante sensato en no colocarlos en la primera línea de defensa. Cada escuadrón tiene orden de proteger al omega a toda costa, y aquellos omega que no forman parte de ningún escuadrón se ha entrenado como arqueros además del manejo del bastón de combate. Si el grupo alfa cae, el grupo omega tiene ordenes de retirarse y mantener su posición hasta que lleguen los refuerzos.
—¿Qué refuerzos?
—El Jefe Togata, líder de los barbaros, ha accedido a luchar. Hace semanas que partió de vuelta a las montañas, aún estamos esperando que vuelva.
—El viaje es relativamente corto si usan monturas para atravesar el desierto—explica Tenya—es probable que el Jefe Togata divida a su ejercito y envíe a una avanzadilla mientras que el resto de sus hombres viaja a pie. Si así fuera deberíamos esperar que lleguen pronto.
—Entonces el plan tuvo éxito, sensei. Tenya lo consiguió.
El aludido se remueve incómodo.
—En realidad, Ouji, conseguí que el Jefe Togata me acompañara hasta aquí con un grupo pequeño. Quería hablar con usted sobre la apertura de las fronteras y la reanudación del comercio entre ambas naciones, pero al llegar nos topamos con el grupo de Bakugou, después fuimos atacados y el Jefe Togata perdió a su consorte mientras que él terminó muy mal herido. Fue entonces que Bakugou nos trajo hasta aquí y fue entonces que el Jefe Togata prometió traer refuerzos.
—No seas duro contigo, Tenya—dice Aizawa—si no hubieras conseguido traer a los barbaros en primer lugar no habría refuerzos a los cuales esperar.
—¿Y Hizashi?,—pregunta Shouto tras un momento—¿Tenemos noticias de él?
—Debió haber llegado con Mitsuki casi al mismo tiempo que yo llegue a Hosu, en su caso habría tenido no solo que convencer a Mitsuki, también a la matriarca Kayama y al resto del Consejo. Si tuvo éxito se habrán dirigido a Yuuei, mi intención había sido asegurar la seguridad de nuestras fronteras, al menos hasta que la Flota real volviera, pero incluso si deciden poner rumbo hacia aquí el viaje les tomaría semanas, es imposible predecir su llegada. No podemos contar con ellos, pero la organización de Bakugou no esta enfocada en depender de los refuerzos, en términos generales son el último recurso en caso de que todo lo demás falle, la prioridad es aumentar la tolerancia al incienso, mantener un nivel alto de producción de suministros mientras nuestra fuerza ofensiva mejora. Bakugou ha dejado claro que todos deben aprender a defenderse.
Shouto suspira mientras se masajea distraídamente la pierna mala.
—Tiene una visión muy liberal sobre las cosas.
—El muchacho viene de las islas, ahí los alfa suelen perecer en el mar y sus omega asumen roles más activos. Son más prácticos. Y no es una actitud que se vea fuera del sur; el Jefe Togata también se mostró sorprendido al escuchar sus planes.
—Los Barbaros protegen a sus omega con mucha diligencia—explica Tenya—ya que solo nacen pocos en cada generación y no muchos sobreviven. De hecho encuentran sumamente ofensivo que Yuuei permita la existencia de las Casas de Placer Omega y la costumbre del Concubinato.
—Si, bueno, existen muchas diferencias culturales y de opinión entre las tres regiones, y durante años cada una ha crecido de forma independiente. El Ou no sentía simpatía por las Matriarcas y su gobierno liberalista ni por los Barbaros y su excesivo purismo.
—Creo que podemos contar con los dedos de una mano las personas por las que mi padre sentía aprecio y lo irónico de este asunto es que una de esas personas orquestó su muerte.
—Siendo justos ellos tampoco sienten aprecio por Yuuei; sin embargo, en esta situación es importante que dejemos de lado nuestras diferencias y que unamos fuerzas para combatir la amenaza que representa el General.
—En la guerra se hacen excepciones, ¿no fue eso lo que dijiste una vez, sensei?—dice Shouto—La mía fue condenar a un omega a muerte.
La expresión de Aizawa se oscurece.
—Entonces Midoriya...
—Probablemente esté muerto, o tal vez lo hayan capturado, cualquiera que fuera su destino ha sido mi culpa.
Aizawa señala su cara.
—Supongo que se lo has dicho a Bakugou; su reacción no es la que me esperaba.
Shouto procura ahogar su risa amarga.
—No fue benevolentemente conmigo si eso crees, no me destrozó la cara porque Eijirou se interpuso. Se desquito con él. No lo viste porque lo enviaron a cuidar a la prisionera que trajimos, pero puedo decirte que no lo reconocerás.
—Bueno, Eijirou juro defenderte.
—Sí, eso no me hace sentir mejor... me defendió porque había jurado que lo haría, una promesa de hace años que Eijirou ha honrado porque así es él y que ha terminado haciéndolo sentir miserable; ni siquiera ha podido verme a los ojos en el viaje de vuelta. Se siente culpable porque le es leal, porque está dispuesto a morir por él sin necesidad de un juramento. Me deja claro que incluso en cuestiones de liderazgo necesito mejorar.
—Shouto...
—No, no me lo digas, no quiero que intentes hacerme sentir mejor. Soy consciente de mis fallas y mis errores, pero no te preocupes por mí, no voy a hundirme en la miseria y no voy a sentir lástima de mí. No hay tiempo para eso, sin mi padre me corresponde asegurar que existe un futuro para Yuuei, fui criado para gobernar pero lo cierto es que no me he ganado mi lugar, y eso tiene que cambiar. Lo primero que haré es disolver a mi guardia.
—¡Ouji!
—No digas nada, Tenya, Shinsou se fue, otro murió y no tengo idea de quién fue. Eijirou merece ser libre de un juramento que ahora le pesa... cometí un error al enviarlos aquí, lo mejor que puedo hacer es concederles la oportunidad de elegir su camino, ¿no lo crees, sensei?
—Cualquiera puede pronunciar un juramento, pero obtener la lealtad de los hombres es una proeza difícil de conseguir. Si esa es tu tarea ten por seguro que será cien veces más satisfactoria que una ceremonia de sangre.
Shouto asiente y la tensión en sus hombros se aligera, aún tiene un largo camino por delante y no piensa rendirse.
[...]
Denki trabajaba en la despensa cuando uno de sus compañeros llega para avisarle del regreso del grupo de Bakugou. Abandona todo lo que tiene entre manos, corre por los pasillos y las escaleras hasta la superficie. De ahí cruza el patio interior y llega a tiempo para ver a Bakugou lanzar ordenes desde la muralla exterior mientras todos se dispersan para trabajar.
Sube las escaleras saltando los escalones de dos en dos y se congela cuando llega arriba y ve la caravana de soldados que se perfila en el horizonte. Tiene que forzar a sus piernas a moverse hacia donde Bakugou e Inasa charlan; sus ojos barren la muralla recorriendo cada rostro que hace guardia.
—¡Hola, Denki!,—saluda Inasa con esa exuberancia que resulta encantadora—¿vienes para charlar?
—No, acabo de enterarme que... vaya, ¿quién te pego?
El gesto de Bakugou se oscurece—Cállate.
—Me alegra saber que pese a tu cara de remolacha tu boca sigue siendo la misma.
—Si has terminado de hacer el estúpido revisemos la organización de tus arqueros.
Denki se traga su queja, asiente y junto con Inasa dan un recorrido por la muralla haciendo un listado de los puntos débiles, las rotaciones de los guardias y los suministros. Responde las preguntas de Bakugou sin pausa, aunque su interior no deja de sacudirse de impaciencia.
—La luna llena ya viene—dice Bakugou cuando vuelven al punto de inicio—¿tu grupo ha tomado las precauciones necesarias?
—Tenemos suficiente panax y hemos plantado más en una de las zonas del huerto, no hay riesgo de un desabasto. Por si acaso tenemos una lista con el ciclo de cada omega, así decidimos la organización de los arqueros.
—¿Cuánto fue tu último ciclo?
La pregunta hace que Inasa se remueva de incomodidad, pero Denki no le hace caso.
—Hace tres meses, de hecho iba a comentarte que voy a modificar mis turnos con los arqueros, solo por precaución. Dejaré a Ochako como supervisora, ¿encontraste alguna pista de Izuku?
—Tal vez la mujer que trajimos sepa algo.
—¿Vas a interrogarla?
—Cuando esté consciente, antes me gustaría hablar con el alfa que capturamos.
A Denki le toma un momento entender de quién habla y cuando lo hace su humor se oscurece.
—¿Qué?,—pregunta Bakugou cuando nota el cambio
—No me gusta el alfa de las celdas.
—Y no debería, es un traidor.
—No me refiero a eso.
—Entonces qué.
Denki frunce el ceño, se acuerda del aroma a manzanas y la forma como parecía llenar la habitación aun cuando su intensidad era moderada. Era como si estuviera en todas partes, como si fuera... inofensivo.
—¿Y bien?
—Olvídalo.
—Hmm, ¿Aizawa hablo con él?
—Lo hizo, le ordeno a Yō vigilar al grupo y soy yo quien baja a darles su comida.
—¿Tú?, ¿no acabas de decir que no te agrada?
—Precisamente porque no me agrada no quiero que alguien más tenga que lidiar con él, especialmente otro omega. No me gusta la forma como habla, Yō me dice que lo ignore, pero es un tipo odioso.
Bakugou se ríe—¿Quién de los dos?
—El carácter de Yō ha mejorado bastante, ahora procura mantener sus manos quietas.
—¿Te ha molestado?,—pregunta Inasa con dureza
—Está bien—dice Denki sacudiendo su mano para restarle importancia—lo hacía al principio, pero ahora solo es... lo normal—siente que se sonroja y lucha por no retorcerse—Cortejo y esas cosas, nada fuera de lo común.
—Si necesitas...
—Está bien, Inasa, no te lo tomes personal.
Antes de que Inasa pueda insistir, Bakugou interviene—Si no tienes nada más que decir, ve y busca Aizawa, dile que venga y asegúrate que no traiga al príncipe ese, cada vez que lo veo sigo queriendo golpearlo.
—¿Príncipe?, ¿qué príncipe?
—¡Ve!
Denki rueda los ojos y se aleja, no le cuesta mucho encontrar a alguien que sepa hacia dónde se fue Aizawa. En la enfermería escudriña los tres rostros que lo reciben, al único que no conoce es al alfa joven que lo mira con curiosidad, es guapo pese a la horrible cicatriz en el lado izquierdo de su cara, la cual hace resaltar sus inusuales ojos de distinto color.
Supongo que si es un príncipe tiene que ser un Todoroki.
—Bakugou te llama—dice Denki desviando sus ojos hacia Aizawa—Te espera en la muralla.
—De acuerdo, ¿quieres quedarte aquí o quieres que te busquemos una habitación privada, Shouto?
—Aquí estoy bien, solo necesito algo frío para la pierna.
—Yaoyorozu no debe tardar. Tenya, ¿podrías ir buscarla? Volveré tan pronto pueda.
—De acuerdo, sensei.
En silencio, Denki acompaña a Aizawa hasta la muralla y se queda cerca sin dejar de observar los alrededores. Esperando.
—¿Necesitas algo, Denki?
La pregunta proviene de Inasa en el tono amable que parece completamente insólito cuando proviene de alguien que es una torre humana. En días normales Denki encuentra el gesto encantador y suele responder con mucho entusiasmo, pero con la luna llena tan cerca sus niveles hormonales tienden a convertirse en un caos y lo obligan a pensar en cosas que no quiere pensar. Como en otra voz amable que suele hacer la misma pregunta con una sonrisa gentil.
—Uhm, no, estoy bien, solo...—deja que la palabra languidezca en sus labios mientras sus ojos vuelven a barrer la zona.
—Está en las celdas—dice Bakugou de pronto, con el tono violento que acostumbra a usar para todo—cuidando a uno de los prisioneros, ¿algo más?
Denki tiene que hacer un esfuerzo por no sonrojarse, en su lugar aprieta los dientes, sacude la cabeza y se marcha. Cruza el campo de entrenamiento hasta la entrada a las celdas inferiores.
Ya no son celdas, se recrimina Denki, deberíamos llamarlas de otra forma.
Bajo el suelo el aire está fresco y Denki se mueve por los pasillos iluminados con decisión. Sabe que los prisioneros están en el penúltimo nivel, lo más lejos posible de los dormitorios que el grupo omega ha acondicionado en el primer y segundo piso del subsuelo. Ahí se guía por las luces de las antorchas hasta que comienza a oír el suave murmullo de voces. Reconoce la voz de Yaoyorozu y la de Tenya, Denki se asoma y los ve a ellos y a un alfa dentro de una de las celdas, pero ninguno es la persona que espera.
Es la primera vez que Eijirou no lo busca para avisarle que ha vuelto.
Se queda ahí hasta que Yaoyorozu termina con su paciente; ella y Tenya emprenden el camino de vuelta con el alfa tras de ellos. Denki lo intercepta antes de que se marche.
—¿Has visto a Kirishima?
El alfa señala las escaleras.
—No dejo que le curaran las heridas así que se fue al rincón. Tiene ordenes de quedarse hasta que la prisionera despierte.
—Gracias.
Baja por los escalones con cuidado sin mirar a la mujer en la jaula, sus ojos escanean con cuidado cada sombra que las antorchas hacen danzar hasta que finalmente lo huele. Azafrán. Lo extraño es que el aroma, en lugar de ser el golpe de energía y brío al que está acostumbrado, es una corriente apagada y seca.
—¿Kiri?
—¿Denki?, ¿qué haces aquí?, ¿estás bien?, ¿necesitas algo?
Suena preocupado, pero Denki sabe que en una situación normal se habría materializado frente a él y habría hecho esas mismas preguntas sin dejar de mirarlo.
—¿Estás bien, Kiri?
—Sí, claro, tengo que quedarme un rato aquí, hasta que la mujer despierte. Si no te importa te buscaré después.
Denki sigue avanzando, despacito, la sombra que se halla escondida en la última celda de la derecha es demasiado grande para ser un saco vacío. Ahí la luz es muy tenue así que Denki solo consigue apreciar los detalles hasta que los tiene en frente.
Eijirou está sentado en el suelo con las piernas recogidas y la cara enterrada en las rodillas. Denki no está seguro por la escaza luz, pero casi puede jurar que tiene los nudillos heridos.
Con muchísimo cuidado Denki se arrodilla frente a él.
—Ey
Ciertamente no está preparado para cuando Eijirou alza el rostro. Las sombras lo hacen ver más tétrico de lo que es y dificulta determinar la gravedad del mismo, sin embargo Denki toma nota de la hinchazón general y de como uno de sus párpados se ha cerrado por completo.
—Ey
Peor aún que su cara es su actitud abatida, al oírlo Denki experimenta un súbito golpe de ternura; avanza con lentitud hasta casi tocar las rodillas de Eijirou.
—¿Qué pasó?
Algunos podrían llamar sonrisa al gesto que Eijirou hace con la boca, para Denki es una mueca sumamente deprimente.
—Me caí.
Denki extiende la mano y con muchísimo cuidado toca el corte en la ceja derecha, aparta los dedos y los desliza por la ceja izquierda, por la nariz hinchada, por el labio partido, hasta que la mano de Eijirou se cierra sobre su muñeca.
El agarre no es violento, es firme y decidido sin llegar a hacer daño; hay algo sumamente atractivo en la seguridad de su toque, tanto que el estómago de Denki se sacude.
—Se curará—dice Eijirou—no importa.
No sonríe y eso es lo más alarmante de todo.
—¿Te peleaste con Bakugou?
—No exactamente.
—¿Quieres contarme?
Esta vez la respuesta tarda en llegar; Denki se distrae cuando el pulgar de Eijirou comienza a frotar la parte interior de su muñeca creando una sensación agradable. En lugar de retirar su mano Denki la coloca con la palma hacia arriba, el gesto no pasa desapercibido para Eijirou, que titubea.
—Le pregunté a Bakugou y no quiso contestarme, ¿debería insistir?
—No
—Muy bien, entonces cuéntame qué pasó, ¿por qué Bakugou tiene una cara magullada y la tuya está aún peor?
Muy lentamente, sin dejar de acariciar su muñeca, Eijirou le cuenta la historia. Incluye juramentos de sangre, lealtades absolutas, amistades eternas y muchas dudas sobre sí mismo.
—El punto—dice tras una larga pausa—es que le debo muchísimo al Ouji, juré protegerlo, pero... soy leal a Bakugou y sin embargo... desobedecí sus órdenes. No soy... no tengo... les fallé a ambos.
Denki se ablanda, su reacción natural es usar su aroma para ofrecer consuelo. La dulce y cítrica esencia de la naranja los envuelve, la reacción de Eijirou es enderezarse, aspirar con los ojos cerrados y aferrar su muñeca.
—Pero no te has fallado a ti—dice Denki tratando de apartar su atención de la sensación tibia que son los dedos de Eijirou contra su piel.
La respuesta de Eijirou es un resoplido suave, casi incrédulo.
—No seas tan duro contigo—dice Denki apoyando los codos en las rodillas y extendiendo su otra mano hacia el brazo de Eijirou, al final duda y la dobla contra su pecho—Bakugou sabe que puede confiar en ti y dudo que te guarde rencor, de todos modos si tanto te molesta deberías hablar con él; en cuanto a tu príncipe... no lo conozco pero, si lo que has dicho de él es cierto, dudo que te culpe si decides pedirle que te libere de tu juramento, ¿es lo que quieres?
—No lo sé... siempre he sabido como sería mi vida en el palacio, sabía lo que haría y lo que se esperaba de mí, solo había cambios en los pequeños detalles. Estaba seguro de lo que quería, pero las cosas han cambiado.
Lo mira fijamente y Denki experimenta una descarga a lo largo de toda su espina dorsal. En respuesta el aroma a naranja se intensifica y casi puede sentir como el pulso de Eijirou se acelera. El aroma a azafrán vibra a su compás, delicioso y potente, lleno de ricos contrastes que alimentan su hambre.
—Y aún no sé si esos cambios serán a largo plazo.
La electricidad vibra entre ellos en un zumbido lento. Las manos de Eijirou tocan su muñeca con seguridad, sin forzar su camino más allá del espacio en el que Denki se siente cómodo.
—¿Has pensado...—Eijirou titubea, no deja de mirarlo mientras su pulgar traza círculos cortos y lentos sobre su piel—...en qué harás cuando esto termine?, cuando vuelvas a casa... tus padres se alegrarán de verte, tal vez no sean los únicos.
¿Hay alguien más?, es lo que oye Denki.
En ese momento sabe que podría desviar la conversación, justo como lo ha hecho antes, podría cambiar el tema y Eijirou no se lo reprocharía, como no se lo ha reprochado antes; pero también sabe que no le gusta la expresión resignada que ve frente a él.
—¿Denki?
Desde que lo conoce Eijirou siempre ha sido honesto, y en los últimos meses nunca ha ocultado sus intenciones pese a que tampoco las ha pronunciado en voz alta. Se ha limitado a ser cuidadoso, paciente y extremadamente atento, hasta el punto en que Denki se siente mal por no darle algo más que su compañía y conversación.
Lo único que puede darle ahora es la verdad.
—Cuando estábamos en la prisión aprendimos a no pensar en el futuro.
Como no soporta verlo a los ojos fija su atención en el suave movimiento del pulgar de Eijirou contra su muñeca, se concentra en eso y le resulta fácil decir lo que no le ha dicho.
—No tenía sentido mortificarse por lo que sería cuando había suficiente dolor y miseria en el presente para entretenernos, así que aprendimos a no hacer planes. Cada día era concentrarse en sobrevivir a ese día, un día más hasta volver a las celdas oscuras. Cuando salimos la cosa no cambio, estábamos huyendo y no había tiempo para pensar en qué pasaría después.
Toma aire y espera, pero ninguna pregunta viene a interrumpir su pausa. Eijirou siempre ha respetado sus silencios y su distancia.
—Ahora... ahora no... ¿cómo puedo pensar en un futuro cuando no estoy seguro de que sobrevivamos para verlo?
—Sobreviviremos.
—...quiero creer... pero... no es fácil, ¿entiendes? No es simplemente borrar lo que ha pasado, fingir que no me hizo lo que soy, esta ahí y no... ni siquiera sé si llegara el día en que deba pensar en hacer algo más que organizar comida, entrenar y asegurarme de que seguimos vivos... no puedo imaginarme...
No quiere llorar, la última vez que lo hizo Eijirou lo sostuvo y le ofreció consuelo, y Denki se juró que no volvería a sufrir por su vida en la prisión; poco sabía entonces que ese dolor lo llevaría para siempre. Su único consuelo es que no está solo, Ochako y el resto comparten la misma carga.
—Respira, Denki, está bien—dice Eijirou tras una pausa—ahora quiero que pongas tu mente en blanco. Imagina solo por un momento que tienes la opción de hacer lo que quieras, supón que no tienes miedo, que has sobrevivido y tienes la oportunidad de ir a cualquier lado y hacer lo que te plazca... ¿hay algo que te gustaría hacer?
La idea es absurda, aterradora, y al mismo tiempo Denki experimenta un anhelo sin precedentes. Lo sorprendente es que no necesita pensarlo demasiado porque casi de inmediato su mente conjura una idea muy clara; y muy lentamente, casi con miedo, asiente.
—¿La panadería de tus padres?
Denki parpadea, solo lo ha mencionado una vez y le sorprende que Eijirou lo recuerde.
—No tienes que preocuparte por los detalles, no ahora, pero guarda esa imagen en tu corazón y recuérdala cada vez que el futuro te abrume. Podemos esperar para lo demás.
Puedo esperar, no hace falta que lo diga en voz alta, Denki lo oye con claridad. Lo mira y su corazón tiembla ante la expresión esperanzada que recibe, entonces se siente culpable por no darle lo que pide.
Tal vez sea si te hago sentir mejor sea más fácil decirte la verdad.
El aroma a naranja los envuelve, es una delicia cítrica que deja clara su intención conforme crece; la respuesta de Eijirou es echarse para atrás.
—Denki, me gustas—dice sujetando su mano y mirándolo con afecto—y tu aroma me indica que en este preciso momento yo también te gusto, pero también me dice que tu ciclo ya viene y que solo estás tratando de consolarme.
Eijirou vuelve a inclinarse, levanta sus manos entrelazadas y roza con muchísimo cuidado la parte interna de su brazo. Es un beso delicado, como el aleteo de una mariposa, que provoca cosquillas que ascienden por su antebrazo hasta reverberar en su corazón. Cuando alza los ojos para mirarlo, lo hace con una calma que hace grietas en todas las defensas que lo protegen.
—De ti—continúa con su voz de terciopelo y su expresión afectuosa—quiero algo más que solo acompañarte en un ciclo, quiero que cuando decidas estar conmigo lo hagas no por lástima o porque te sientas en deuda, sino porque es lo que realmente quieres. Sé que lo que has vivido te impide creer que alguien pueda quererte honestamente, sé que piensas que no mereces que te quieran, pero mi intención es demostrarte cuán equivocado estás con respecto a eso. Si me escoges serás tú quien marque el ritmo porque mi intención es simplemente hacer que te sientas cómodo y seguro. Quiero que confíes en mí.
El nudo en su garganta es devastador, Denki tiene que hacer esfuerzos para no romper a llorar en ese preciso momento.
—Lo siento—responde cuando consigue hacer que su voz funcione—pero no puede ser.
Espera el silencio, aunque no por eso duele menos.
—¿Por qué no?
—Porque cuando esto acabe tú volverás a Yuuei.
—...puedes venir conmigo.
—¿A la corte?, ¿crees que yo podría ser feliz en la corte?,—cuando Eijirou no dice nada Denki se traga el nudo en su garganta y continúa—no he sido criado para vivir entre la nobleza y aun cuando decidiera ir y consiguiera aprenderme todas las reglas de etiqueta, las formalidades y más, eso no cambiaría quién soy ni mi estancia en la prisión, ¿crees realmente que las personas en la corte me aceptarían sin vergüenza?
—Ellos-
—No lo harían. Lo sé.
—Pero tu familia...
—En mi aldea no queda nadie que espere por mí, mis padres están muertos, ni siquiera sé si mi casa sigue en pie y aun cuando lo estuviera para poder reclamarla me vería obligado a casarme, así lo dictan las leyes en Yuuei.
—¿Y si las cosas cambian?
—Ningún cambio es instantáneo... y aunque lo hiciera si de algo estoy seguro es que no quiero volver a mi aldea, hay demasiados recuerdos ahí. No voy a ir a Yuuei así que no puedo estar contigo.
Trata de recuperar su brazo, sin éxito.
—Espera—dice Eijirou acercándose una vez más hasta que sus rodillas se presionan una contra la otra—quiero entender esto, ¿me rechazas porque no quieres ir a Yuuei?
—Tienes un hogar ahí, tienes familia, tienes un futuro... no puedo...
—No, Denki, no, espera un momento, espera. No decidas por mí, ¿de acuerdo?, olvídate de todo lo que sucede afuera por un momento. No pienses en lo que es o puede ser. Imagina que solo estamos tú y yo, y que podemos hacer lo que queramos, podemos ir a dónde queramos, no hay nadie que nos diga qué hacer ni nadie que nos impida querernos, si todo eso fuera real, ¿me aceptarías?
El corazón de Denki se sacude, crece hasta cubrirlo por completo, hasta llenar sus oídos de un zumbido constante. La idea es aterradora, imposible, absurda, y sin embargo... sin embargo sus dedos aferran la mano de Eijirou sin dudar. Toma aire y cuando lo suelta el sonido es tembloroso y entrecortado. No puede hablar.
—Oh, Denki, ¿no lo ves?, ya es real. Si me aceptas mi hogar estará contigo, iremos a dónde tú quieras, haremos lo que tú quieras, nada de lo que haya sucedido en el pasado importara porque construiremos una vida juntos. Tú y yo. Si estás dispuesto a darme una oportunidad te prometo que haré que valga la pena, no te preguntes si va a funcionar, mejor dime si lo quieres intentar.
Eijirou es un libro abierto, lo mira con una ternura y una calma tan aplastantes que Denki se vuelve consciente de cada trozo suyo que está en contacto con él. No puede evitar recordar todas las veces que se ha sentido feliz solo de platicar con él, de escucharlo reírse. Si pudiera soñar sabe que soñaría con oír esa risa cada día.
¿Puedo soñar?
—Quiero un hogar—confiesa Denki en voz baja como si el hecho de pronunciarlo en voz alta pudiera poner en peligro ese sueño—pero... mereces algo mejor.
La expresión de Eijirou se dulcifica, el aroma de azafrán crece y la riqueza en su tono es intensamente reconfortante. Su sonrisa es un abrazo cálido que lo envuelve de pies a cabeza.
—No puedo imaginar algo mejor que estar contigo.
Y vuelve a inclinarse para depositar otro ligero beso en la parte interna de su muñeca. El bochorno asciende por su garganta hasta posarse en sus mejillas, los dedos de Eijirou envían una ola de cariño a su corazón.
—No voy a presionarte, Denki, nunca tengas miedo de decirme que no, ¿de acuerdo?
—Hm.
—Bien, ahora, ¿sería pedirte demasiado que me dejes abrazarte?
Sacude la cabeza muy lentamente y cuando Eijirou se endereza, Denki se acomoda con cuidado entre sus piernas. Termina envuelto entre sus brazos mientras Eijirou hunde la cara en su pelo. Todo a su alrededor huele a azafrán. Delicioso, dulce y tibio.
—mmm—la voz de Eijirou está llena de satisfacción—¿está bien si nos quedamos un rato así?
—¿No tienes que cuidar a la prisionera?
—Está bien ahí donde está, solo hay que esperar a que despierte.
—Muy bien—el silencio se alarga y Denki lo nota rugir en su interior; pese a la seguridad de Eijirou, él sigue teniendo dudas—¿es suficiente?... quiero decir, esto...
Eijirou se toma un momento como si estuviera considerando la cuestión.
—Bueno, podría pedirte un beso.
Denki se tensa, no puede evitarlo; toma aire y procura aflojar la rigidez en su cuello. Alza la cabeza y se prepara. Eijirou lo mira con una expresión cálida, sus ojos lo estudian con una atención electrizante; y finalmente se inclina y deposita un beso en la punta de su nariz. Es delicado, jovial y lleno de cariño.
—Listo—dice Eijirou con una sonrisa inmensa—Tal vez no lo sepas, Denki, pero soy un hombre paciente, y por tus besos lo seré aún más.
El bochorno en sus mejillas y cuello es intolerable, Denki tiene que taparse la cara con ambas manos mientras la risa de Eijirou estalla llenando la habitación. Su risa es vibrante, energética y maravillosa; sacude su cuerpo llenándolo de calidez y confianza.
Y por primera vez Denki se permite soñar de nuevo.
[...]
Jin sabe que recibirá visitas cuando los cachorros vuelven a encender las antorchas. La idea acaba con el sopor que lo envuelve, se acerca a las rejas y se concentra en espesar su aroma hasta asegurarse que cubre cada rincón de las celdas. Sabe que si mantiene el nivel de feromonas constante los cachorros terminaran familiarizándose con su aroma y será más fácil hacer que confíen en él. Es el mismo proceso que los comandantes utilizan para que sus hombres se acostumbren a seguir sus órdenes.
Sus visitantes llegan poco después. Visitantes, en plural; la comitiva incluye al seco e imperturbable Aizawa, a un puñado de cachorros, incluido el interesante Yō, un alfa inmenso, y cerrando la marcha el jovencísimo alfa líder, con sus ojos de fuego y su ceño fruncido.
El entrenamiento de Jin lo ha preparado para mantener su aroma bajo control, para evitar delatar cualquier estallido de emoción o respuesta que pudiera comprometer su posición. Era una técnica que solo un puñado conseguía controlar y Jin se enorgullecía de pertenecer a ese grupo; había sido gracias a esa habilidad que había podido convertirse en una pieza clave en la caída del Ou, y no planeaba desperdiciarla ahora.
No estaba dispuesto a dejarse vencer por un cachorro que bien podría ser su hijo.
—Por fin—dice Jin al levantarse—creí que Aizawa te prohibía venir a verme en su intento por mantener su mentira.
Lo dice sin titubear, con una convicción ciega y una seguridad férrea. Su aroma se mantiene estable ofreciendo respaldo a su afirmación.
En lugar de contestar el cachorro se queda de pie en medio de la sala y se toma un momento para barrer la zona. Casi de inmediato frunce el ceño y la delicada ambientación que Jin ha tardado en preparar se ve rota cuando la poderosa esencia a madera quemada invade todo el cuarto.
El aroma posee los indiscutibles matices de la vivacidad, la fuerza y la ferocidad de un alfa joven, es poderoso y aplastante, una clara muestra de dominio, una presencia que exige obediencia y sumisión.
La sonrisa de Jin muere con lentitud y sus ojos se oscurecen sin que pueda evitarlo. El aroma hace bombear su sangre, desea rugir y apartarse, su naturaleza le pide desafiar esa presencia, alzarse y combatirla.
Haciendo un esfuerzo titánico, Jin se controla; espesa su aroma como un manto que le garantiza protección contra esa presencia invasora.
Eres un cachorro feroz, ¿eh?, veamos si podemos utilizar eso a nuestro favor.
Guarda silencio y espera; sin embargo, el muchacho no da señales de querer charlar. Se limita a quedarse ahí mirando a cada prisionero con atención, a todos menos a él.
Siente que su ira se sacude, como una bestia que despierta.
—Creo que debes saber la clase de hombre que te acompaña.
Los ojos del cachorro estudian los alrededores hasta que finalmente se posan en él. Tiene los ojos de un color rojo sangre, una expresión desdeñosa que combina con su boca curvada en un gesto de aversión.
—¿No tienes nada que decir?,—dice Jin esbozando una sonrisa—¿te ha prohibido hablar conmigo?
Pon en duda su autoridad.
—¿A qué has venido entonces?, ¿a satisfacer tu ego?
El aroma a madera es aberrante; lo siente adherirse a su piel y lo único que quiere hacer es bañarse. O destrozarlo.
Su ira burbujea, espesa y caliente elevando espirales en su interior.
—Oh, no te tomaba como vanidoso, cachorro, no pensé que fueras tan fácil de leer.
Provócalo.
—Ahora entiendo lo fácil que fue para Aizawa convencerte de sus mentiras.
Humo y madera, una combinación tan asfixiante que le provoca nauseas. Su deseo de sacudirse ese aroma y enfrentarlo crece hasta convertirse en lo único en lo que puede pensar.
Su naturaleza no soporta el aire de alfa joven e impetuoso que osa intentar gobernar. Jin tiene que recurrir a todo su control para no desafiarlo, no tiene sentido cuando él se encuentra dentro de una jaula.
Si no hubiera una reja estaría a punto de rebanarte el cuello, mocoso creído.
Al final el cachorro líder hace una seña con la mano y uno de sus lacayos se acerca con una hoja de papel desdoblada. En ella se muestra una flor roja, un dibujo tan fino y delicado que resulta extraordinario. El color y la forma, los detalles, todo se apila para formar un trabajo exquisito.
Jin ha visto esa imagen antes.
.
—¿Qué tienes ahí, señorita?
Toga se había reído y le había mostrado el dibujo que contemplaba mientras el resto cenaba.
—Una espada de sangre—había dicho ella con una sonrisa carnívora—¿has conocido a alguien con una flor así?
—Si alguien posee una con seguridad estará en las islas del sur, se dice que allá abundan las flores exóticas.
—Lástima, sería el regalo perfecto para Shigaraki, siempre busca flores originales para su colección, ¿sabes cómo se llama?
—No, no suelo memorizar el nombre de las flores.
Toga se había reído de su honestidad.
—Pero bueno, si nunca has visto una y no sabes cómo se llaman, ¿de dónde has sacado ese dibujo?
—¿Ah?... mmm... de los espías. Sí, estaba en una de sus bolsas.
—¿El grupo que viajaba con el príncipe?
—Supongo.
—¿Cuántos eran?
—Dos, capturamos a uno y el otro escapo.
—¿Y no se tomaron la molestia de interrogarlo?, si viajaba con el príncipe es probable que fuera de su guardia, tal vez él pudiera llevarnos hacia su escondite.
Toga había rechinado los dientes.
—Entonces no sabíamos que era el príncipe.
—Bueno y que hicieron con el prisionero.
—Enviarlo a la ciudadela, era uno de esos que ustedes llaman beta y el General requería más.
—¿Beta?, ¿recuerdas qué flor tenía?
—No la vi, sé que estaba en su pierna, estaba envuelta en venas para ocultarla, pero fuera de eso no le presté atención.
.
En su momento Jin había creído que se trataba de Tenya Iida, el único beta en la guardia del ouji, pero había visto a Iida junto a Aizawa así que no podía ser él.
—¿Lo reconoces?
La pregunta arranca a Jin de sus recuerdos, el cachorro líder lo mira con una expresión furibunda, su aroma sigue siendo acre y denso, ocultando cualquier alteración emocional que pueda provenir de él.
Jin se toma un momento para estudiar otra vez la flor y después dirige sus ojos hacia Aizawa.
Si tienen esto es porque se encontraron con Toga, ella no está aquí así que o esta muerta o la han puesto en otra celda. Si llegaron hasta ella entonces deben haberse encontrado con el grupo que transportaba al ouji, ¿y por qué no lo han traído?, habría sido la prueba de mi culpabilidad. A menos que el grupo de Dabi lograra escapar llevándose al prisionero.
—¿Lo reconoces?
—No.
—¿Conoces a alguien que tenga una flor parecida?
—No
—¿Sabes quién lo dibujo?
—¿Por qué debería?, estoy seguro que no estaba entre mis pertenencias ni en la de mis hombres.
¿A qué juegas, cachorro?,
—¿Sabes a dónde envían a los beta?
—Eso deberías preguntárselo a Aizawa, él sabe más que yo de este asunto.
El aroma a madera comienza a darle dolor de cabeza, su irritación crece con cada palabra y le resulta más difícil controlar el tono acerado en sus respuestas.
—¿Por qué no lo interrogas a él?, ¿de verdad crees todo lo que te ha dicho?, ¿de verdad crees que está de tu lado?, ¿piensas que ese hombre te es leal?, vamos, ¡contesta!
La esencia a madera crece hasta convertirse en algo casi tangible, es un aroma denso que se le pega en el paladar y al que inconscientemente Jin responde con el mismo ímpetu.
—¿Contestarte?,—la voz del cachorro se oscurece y la indiferencia de su interrogatorio anterior desaparece dando paso a una ira roja—¿a ti?, ¡¿qué derecho tienes tú a exigirme una respuesta?! Eres tú quien debe responder.
La audacia, el descaro, el tono de absoluto desprecio; Jin oye a sus dientes crujir al contener el gruñido de amenaza que burbujea en su garganta.
Respira, este cachorro necesita algo más que su presencia para vencerte.
Un solo gesto y la sala se vacía, de prisa, sin titubeos, dejando en claro el poder que el cachorro tiene sobre sus hombres. Incluido el mismismo Aizawa. Cuando todos se marchan y los dejan solos, el cachorro gruñe.
—No te confundas, sigues vivo porque Aizawa así lo quiere. Si dependiera de mí te habría cortado la garganta sin dudar, es lo que merece una sabandija traidora.
Se marcha antes de que Jin pueda responderle y con él desparece el intenso aroma a madera. Solo cuando está solo Jin se percata del sudor que cubre su espalda y la tensión en sus hombros. El amargo sabor de la bilis que cubre su boca lo hace enfurecer.
Te haré pagar por esto mocoso arrogante.
[...]
Katsuki se reúne con Aizawa en el patio interior, una vez ahí se permite tomar aire y relajar su postura.
—¿Estás seguro de que no sería mejor interrogarlo a mi manera?
—Jin es un hombre orgulloso—responde Aizawa extendiéndole el papel doblado con la flor roja—Moriría antes que confesar; además lo notaste, ¿no es así?
—Sí, no es fácil determinar cuando miente.
—Si logras alterarlo tal vez nos dé las respuestas que buscamos, por ahora lo mejor es ignorarlo. Eso lo hará enfurecer; lo ideal sería encontrar un guardia de confianza que pueda vigilarlo por nosotros.
—Sería raro cambiar a sus guardias ahora, dejemos las cosas tal como están.
—¿Confías en ellos?
—Más que en tu príncipe—Katsuki suspira—¿de verdad crees que sepa a dónde envían a los beta?
—Tiene que saberlo, fue él quien oculto las desapariciones de los barcos.
—Bien, lo haremos a tu modo, eso hasta que la demonio despierte.
—Por lo que has dicho esa persona tampoco parecía muy dispuesta a cooperar.
—Lo veremos cuando pierda pieza por pieza.
—No te pierdas a ti mismo en la búsqueda de una verdad.
—¿Qué se supone que significa eso?
—Te lo diré de otro modo: Nadie puede permanecer completo cuando se dedica a destrozar a alguien más, no puedes seguir siendo el mismo cuando cruzas la línea que separa la justicia de la crueldad.
—Los demonios no merecen piedad.
—Tal vez no pero... ¿merecen que pierdas lo que eres por ellos?
—...maldita sea, a veces olvido lo desesperante que es discutir contigo.
—Estoy aquí para ayudar—avanzan hacia el patio exterior donde las actividades se mantienen a un ritmo frenético—Debo agradecerte que no enviaras a Shouto a una de las celdas.
—No lo agradezcas todavía, en este momento el ejército de demonios que se acerca tiene toda mi atención.
—En ese caso te sugiero descansar, has vuelto después de un extenuante viaje y necesitas dormir.
—¿Crees que podré dormir?
—Podrás si quieres estar listo para cuando lleguen nuestros enemigos. Ve. Enviaré a Yaoyorozu con medicina para los moretones de tu cara y algo de comer.
Katsuki obedece, el cansancio que pesa sobre él no solo es físico, su ansiedad y anhelo luchan entre sí incapaces de hacer frente al único pensamiento que invade su mente: Izuku.
Lo único que puede hacer es seguir avanzando, un paso tras otro, hasta que pueda encontrarlo.
[...]
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