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Capítulo 28: Ouji

Si me has escrito un mensaje, un comentario, me has taggeado en algun lado, y no te he contestado, lo siento. Intentare ponerme al corriente pero sepan que siempre aprecio los comentarios y que cada uno de ellos es genial y me alegran el corazón.

Felicidades a Monica Navarrete AngryBoyfriends por su cumpleaños #26 que viene siendo el 22 de Enero. Monica espero que te la pases muy bien y que comas pastel (si te gusta) y si no que hagas algo que te guste mucho. Y que sepas que SAGA1408 te aprecia muchisimo.

Bienvenidos a todos los lectores nuevos y muchos abrazos para quienes ya andaban por aquí. Besos


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Sinopsis: Hijo de Reyes, Heredero de un Imperio, tu sangre es roja igual que la nuestra. Y ni siquiera tú puedes huir de la traición.

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Corre

La voz lo persigue en sueños, insistente, aterrada, llena de una convicción ciega. Es lo único que recuerda de esa noche. Nada más. Una orden, una voz, una simple palabra.

Al despertar se toma un momento para estudiar el techo de su habitación. Madera oscura, caoba tal vez, con gruesas vigas sosteniendo la estructura completa. Lleva tanto tiempo en cama que ha contado el número de estrías oscuras que atraviesan la madera de lado a lado, y en sus momentos de mayor tedio ha encontrado placer en imaginar rostros familiares en las manchas de las esquinas.

Cuando se aburre del techo gira el rostro a la derecha y de inmediato descubre que los inmensos ventanales están abiertos de par en par, las pesadas cortinas de color ocre están corridas a los costados y se mecen con la bochornosa brisa vespertina. El aire huele a la fragancia de las lilas que crecen en el jardín, eso, junto con la visión del cielo claro, lo hacen darse cuenta de lo cerca que está del exterior. Si tan solo no estuvieran en el segundo piso y pudiera levantarse, podría atravesar la ventana y marcharse.

Cuando se aburre del fragmento de cielo azul que se ve desde su posición, gira el rostro a la izquierda donde la puerta de la habitación se mantiene cerrada, como siempre. Junto a la cama está su compañero y guardia que lee en silencio el libro que tiene en el regazo.

Kouji Koda es fornido, tiene una piel rosada de apariencia dura con una cabeza en forma de flecha, pero su aspecto es diametralmente opuesto a su carácter: Tímido, mudo y con una tristeza tan honda que no necesita de lágrimas para expresar su dolor, este ha quedado marcado en su rostro dibujando líneas pesadas en su joven cara.

Cuando Shouto lo mira la culpa se revuelve en su interior y su impotencia se sacude.

"La aldea de Cementoss fue destruida"

Cada vez que se acuerda de la cara de Kamui cuando le contó la verdad le dan ganas de levantarse, gritar, moverse, pero en su estado es imposible ir a ninguna parte.

Aún sigo vivo.

Durante la larga travesía hasta la villa del Coronel, Shouto viajó en un estado febril envuelto en una estática blanca, sin sueños o pesadillas. En palabras de Kamui estuvo al borde la muerte, herido e inconsciente, presa del incienso que casi lo mata. Fue toda una sorpresa enterarse que habían pasado semanas desde aquella noche fatídica, la cual es una memoria negra en su mente.

Kamui insiste en que despertó varias veces durante el traslado hasta la villa, pero Shouto no lo recuerda. Solo recuerda la voz y la orden corre, no está seguro de que sea la voz de Izuku la que reverbera en sus recuerdos, pero fue al último que vio antes de que su mente se quedara en blanco.

Cierra los ojos y fuerza a su mente a volver a ese momento, lo ha hecho antes y el resultado siempre es el mismo. Negrura y vacío.

Corre

Lo último que recuerda es que ambos cruzaron el bosque rumbo a la costa, nada más. No recuerda si acamparon esa noche o si fueron emboscados durante el día; no sabe qué sucedió con Izuku.

¿Escapó?

Shouto espera que sí.

La rutina en la villa del Coronel es monótona y predecible. Esos primeros días todo es una sucesión de imágenes llenas de dolor y estática, su vida se reduce a un ciclo elemental: Dormir, despertar, comer, y repetir. Conforme va recuperando fuerzas y sus heridas dejan de ser incapacitantes, Shouto comienza a experimentar el fastidio de tener que quedarse en cama sin más compañía que los dos guardias que custodian la puerta, la doncella que lo ayuda a comer y bañarse, y el acompañante en turno que se sienta en una esquina del cuarto a vigilarlo.

Lo peor -más que la apremiante comezón que siente en la parte baja de su pierna o el dolor lacerante que se clava en su costado cuando intenta incorporarse- es que nadie se toma la molestia de contestar sus preguntas. Las visitas de Kamui son esporádicas y cortas, no hay tiempo para que Shouto sepa qué está sucediendo afuera, no sabe si la armada de su padre sigue luchando o si se han replegado, no sabe si Eijirou y el resto escaparon.

Cada día Shouto pone a prueba su cuerpo, pendiente del dolor y las molestias que lentamente comienzan a remitir. El primero en sanar es su brazo, y una vez que está libre del cabestrillo Shouto lo estira hacia los lados y hace flexiones en la cama usando libros, pese a las advertencias del médico. Su espalda y costado son los siguientes, ahora puede sentarse sin ayuda, aunque si se mueve muy rápido nota un tirón en la cicatriz de su torso.

Una vez que consigue levantarse se afana en abandonar la cama. No puede ir demasiado lejos con su pierna, pero eso no le impide cojear alrededor del cuarto sin ayuda. Cuando se desploma junto a la pared su acompañante en turno lo lleva hasta su cama y una vez que el dolor de la pierna vuelve a calmarse Shouto lo intenta una vez más. Está decidido a convertir el dolor en un zumbido molesto pero tolerable.

Las varillas que mantienen su pierna rígida le provocan una comezón insoportable, y hay días en los que Shouto solo quiere arrancarse las vendas para rascarse, pero el médico insiste en mantener los vendajes más tiempo.

Ese día, después de que el médico se marcha, Shouto vuelve a ver a Kamui después de días de no saber de él.

—Al fin.

En lugar de darle una réplica sarcástica, o de sentarse junto a su cama para justificarse, Kamui le hace una seña para que se calle y después intercambia una serie de gestos con Kouji. El muchacho asiente, se levanta y marcha hacia la puerta donde se queda a vigilar.

—¿Qué-?,—pregunta Shouto, pero Kamui alza la mano y presiona los dedos contra su boca.

—Escucha—murmura Kamui inclinándose hacia la cama—la situación es más delicada de lo que pensamos.

—¿Qué sucede?, ¿han logrado ponerse en contacto con mi padre?

—El Coronel se rehúsa a intervenir.

—¿Qué significa eso?

—Significa que no tomará partido.

—Pero-

—Lo sé. Tenemos que forzar su decisión, y no podemos hacerlo desde aquí.

—¿Nos dejará ir?

—No vamos a pedirle permiso.

Shouto asiente ante la implicación y se endereza.

—Pensaba que tal vez lo mejor sería dejarte aquí—dice Kamui y Shouto lo ve mirar su pierna con intención.

—¿Cómo garantía?

—Como precaución. El viaje será largo y pesado, en tu estado... tal vez debas esperar aquí mientras voy a buscar a tu gente.

—Puedo caminar.

—¿Y correr?

—Si es necesario, sí.

Procura sonar convincente, pero lo cierto es que la pierna le duele horrores después de pasar mucho tiempo de pie y aún no consigue caminar más de media hora al mismo ritmo. Sin embargo, no se imagina quedándose ahí entre almohadones de color naranja sin saber qué ha pasado con sus amigos y familia.

—¿Estás seguro?

—No voy a quedarme aquí.

Es obvio que Kamui duda, así que Shouto insiste.

—¿Cuál es el plan?

En voz baja y sin hacer pausa, Kamui se lo explica.

[...]

En los tres días que siguen a la visita de Kamui, Shouto se empeña en mejorar su condición; no se atreve a quitarse las varillas por temor a que el médico sospeche así que cojea por su habitación durante todo el día en un intento por soportar la tirantez en su pierna. Al cuarto día, y una vez que la doncella se retira con la bandeja de su cena vacía, Shouto aparta las mantas y se alista.

El plan de Kamui es bastante simple y lo único que él tiene que hacer es ingeniárselas para salir por la ventana hacia el jardín y reunirse con ellos en la pared Este que separa la casa del resto de la villa.

"Si logras bajar vendrás con nosotros" dijo Kamui "Si no, tal vez lo mejor sea que te quedes aquí. El Coronel cuidará de ti"

Pero Shouto no tiene intenciones de quedarse, así que le pide a Kouji que cuide la puerta mientras él usa las sábanas como una soga que deja colgar por el borde de la ventana.

Cuando se asoma y ve el suelo lo asalta una repentina sensación de vértigo; antes habría saltado de esa ventana sin miedo, pero ahora...

Lo peor que te puede pasar es que te rompas la otra pierna.

Toma aire, mira por última vez la habitación en la que paso una eternidad confinado a una cama, deshace los vendajes de su pierna y cruza ambas extremidades sobre el bordillo hasta quedar sentado mirando hacia afuera. Se despide de Kouji con un breve gesto y comienza con el descenso.

Ni siquiera ha llegado a la mitad cuando es plenamente consciente de que se ha pasado semanas en una cama y que forzar a su cuerpo a descender por una pared vertical es lo más estúpido que se le ha podido ocurrir.

Volver no es una opción, y no porque no quiere hacerlo, sino porque no tiene la fuerza para impulsarse hacia arriba y escalar. Bajar tampoco parece posible a juzgar por la tirantez que siente en la pierna, en los brazos y en su costado.

Suéltate.

Pero es más fácil pensarlo que hacerlo.

Cuenta hasta tres y suéltate.

Intenta recordar si hay arbustos que puedan amortiguar su caída, pero si es honesto no se fijó demasiado en los detalles.

Uno. Dos...

—Suéltate.

Obedece y tarda una milésima de segundo en comprender que la orden no proviene de su cabeza, sino de la persona que ha evitado que se estrellase contra el suelo.

Shouto parpadea, desde su nueva posición puede ver el cielo de un azul oscurísimo iluminado por la tenue luz que proviene de la ventana abierta en el segundo piso. Cuando desliza los ojos por su campo visual encuentra a su salvador. Ojos de un castaño oscuro, pelo rubio ceniza y una expresión risueña. Shouto lo reconoce aunque solo se han visto una vez: Hawks, la mano derecha del Coronel, quien sonríe mientras lo deposita lentamente en el suelo. Tras él sus alas de color rojizo se sacuden como entes con vida propia.

—¡Ah!,—dice Hawks con una voz cristalina—justo empezaba a pensar que tal vez había sobreestimado a mi amigo Nishiya.

—¿Quién?

—Oh, se me olvida que ustedes usan nombres clave. Me refería a Kamui.

—Kamui no...

—Por favor, joven señor, evitemos las conversaciones en círculos. Kamui planea abandonar la hospitalidad del Coronel y supongo que tenía la intención de llevarte con él, ¿no es así?... tomaré tu silencio como una afirmación—suspira—ahora ven conmigo.

—¿A dónde?

—A ver a Kamui, por supuesto, estoy seguro de que mis hombres lo traerán en cualquier momento... mmm, ¿necesitas ayuda?, lo pregunto porque tu escape por la ventana no ha sido muy exitoso-

—Puedo caminar.

Se adelanta con paso inestable intentando no forzar su pierna y mientras tanto no deja de barajear excusas que puedan servirle para la situación en la que se encuentra. Antes de que pueda pensar en una explicación apropiada, los hombres de Hawks aparecen escoltando a tres personas. Uno de ellos es Kamui, los otros son una muchacha de piel rosada y un joven rubio con una cola fornida que se balancea a su espalda; a ellos Shouto no los conoce.

—Hawks—saluda Kamui rígidamente

—Buenas noches, Kamui, casi me había convencido de que acatarías las órdenes del Coronel cuando finalmente recibo la noticia de que te has puesto en marcha.

—¿Me vigilabas?

—Es mi trabajo. Después de la conversación que tuviste con el Coronel supuse que era cuestión de tiempo antes de que decidieras marcharte. Pensé que dejarías a tu amigo aquí dada la condición en la que está, pero me mantuve al pendiente..., si no fuera por mí nuestro joven señor estaría ahora mismo entre los arbustos, probablemente con la cabeza rota.

—Hey

—Lamento si la verdad hiere su orgullo, joven señor, pero su escape ha sido extremadamente patético.

—¿Ahora qué, Hawks?, ¿nos arrestarás?

—No puedes negar que tus acciones lo ameritan. Has arriesgado la posición del Coronel trayendo al príncipe salvaje a nuestra casa, eres también un espía enemigo, alguien a quien el General ha señalado como persona no grata. Y como si eso no fuera poco, insultas la hospitalidad del Coronel escabulléndote en la noche como un vulgar ladrón, llevándote no solo a su invitado-

—Prisionero—interviene Shouto.

—Invitado, sino también coaccionando a estos dos jóvenes para que te sigan.

—Kamui no nos obliga a nada—responde la muchacha de piel rosada.

—Basta de sermones, Hawks, acabemos con esto, hablare con el Coronel y le explicaré...

—No hay nada que explicar, Kamui.

Hawks sonríe sacudiendo su brazo en alto, sus hombres responden depositando cuatro bolsas de viaje a los pies de su comandante. Otra seña y todos los guardias desaparecen, quedando solamente un puñado de ellos en la retaguardia.

—¿Qué-?

—Tienen provisiones y agua para una semana. Mis hombres los escoltaran por el camino más rápido, cruzaran el territorio del Coronel y llegaran a su destino sin problemas. En honor al joven señor, les proporcionaré monturas que faciliten su travesía.

El silencio se impone y cuatro pares de ojos centran su atención en Hawks que mantiene su postura relajada y su sonrisa sarcástica.

—¿Vas a dejarnos ir?

—Eso parece.

—¿Por qué?,—esta vez la pregunta proviene de Shouto, que lo mira con el entrecejo fruncido.

—Una pregunta extraña, ¿no lo crees? Nunca pensé que alguien me preguntara por qué los ayudo.

—¿Qué planeas Hawks?, ¿es una trampa?

—¿Y crees que te lo diría si fuera el caso?, no, no es una trampa.

Cuando el silencio se prolonga, Hawks suspira y por primera vez pierde su aire risueño. Su gesto serio lo hace ver mayor de lo que en realidad es.

—Hay algo que debes entender, Kamui. Nezu no aprueba lo que hace el General, pero no va a rebelarse sin una garantía. Tú luchas arriesgando tu vida, solo la tuya, quienes te siguen lo hacen porque confían en ti, porque están dispuestos a correr el mismo riesgo, pero el Coronel no puede darse ese lujo. Hay mujeres, niños, ancianos que dependen de él, que viven bajo su protección, por ellos el Coronel nunca intentará alzarse en armas. Cuando trajiste al joven señor pusiste en peligro no solo la vida del Coronel, sino también la de todas las personas que viven aquí. Dejarte marchar es lo más sensato que podemos hacer.

—El Coronel insinuó que entregarían al príncipe como prisionero.

—Lo dijo, sí, creo que lo hizo para que decidieras moverte. Quién sabe. En todo caso si lo hubiera hecho habría sido como último recurso. No lo juzgues por eso.

—Tu señor—interviene Shouto—¿sabe de esto?

—Sería demasiado presuntuoso de mi parte sugerir que sé todo lo que el Coronel conoce, pero puedo decirte que no lo sabrá por mí. Tal vez... tal vez él también quiera luchar, tal vez esté esperando el momento adecuado. Tal vez quiera asegurarse de que existe una victoria y no solo un sueño efímero.

—Lucharemos—dice Shouto con firmeza—venceremos. Sería más fácil si pudiéramos contar con su ayuda.

—Ah, joven señor, esas son las palabras de un idealista, especialmente si provienen de alguien que no está enterado de lo que sucede con su gente. Me arriesgo a suponer que sé más de tu propio ejército que tú.

—¿De qué hablas?

Hawks intercambia una mirada con Kamui, que sacude la cabeza brevemente.

—Vaya, parece que Kamui se ha guardado información importante para sí.

—No era el momento—responde Kamui

—¿Qué pasa?,—insiste Shouto

—Mi joven señor, me temo que tengo malas noticias. Tu ejército ha caído bajo la trampa del General; enfrentados a la droga que utilizan para controlar a los tuyos, los resultados no han sido favorables para tu bando. Sus bajas han sido graves, aunque no devastadoras, lo más importante son los rumores sobre la muerte del rey.

—Mientes.

—Tal vez, quien sabe, solo el General puede saberlo con certeza. Puedo decirte que la flota de Yuuei sigue luchando, pero tiene sus horas contadas. O se retiran pronto o el General lanzará otro ataque y esta vez no habrá escapatoria, ahora entenderás por qué el Coronel Nezu no tiene prisa por establecer contacto con un ejército que ha perdido a su líder y que está a un paso del exterminio.

—No puede ser.

—Lamento ser el portador de malas noticias, joven señor. Si aún quedan comandantes en tu ejército tendrán la prudencia de retirarse mientras puedan, de lo contrario-

Se encoge de hombros y Shouto tiene que tomar aire para no lanzarse en un interrogatorio sin pausa.

¿Mi padre está muerto?

La idea resulta demasiado bizarra para ser procesada en ese momento, Shouto se obliga a concentrarse en la discusión que se desarrolla frente a él.

—¿...ahora?

—Se ha convertido en prioridad.

—¿Por qué?

—Porque estos fugitivos ya no son presas que huyen. Su fuga se ha convertido en un tema de conversación inevitable.

—Espera, espera, ¿fuga?,—interviene Shouto—¿Qué fuga?

—Noticias viejas, joven señor.

—No lo serían si tu jefe no me hubiera puesto en una habitación incomunicado, ¿qué fuga?

—Planeaba contártelo una vez que estuviéramos en marcha—dice Kamui—Hubo una fuga de prisioneros casi al mismo tiempo que ustedes fueron atacados.

—¿La prisión dónde estaba Eijirou?, ¿logro escapar?, ¿los frascos funcionaron?

—Imposible saberlo.

—Joven señor, ¿son tus conocidos los líderes de este grupo de fugitivos?

—Tal vez, ¿por qué?

—Quiero saber más sobre el líder que los dirige.

—¿Es importante?

—Oh, joven señor, más importante de lo que puedes imaginarte. La persona que está gobernando a este grupo de jóvenes famélicos y desesperados, es un hombre del que hay que cuidarse. Es probable que encabezara la revuelta que acabo con toda la guarnición militar de la prisión, tuvo el sentido común para emprender un viaje a la frontera por los caminos menos transitados, fue una suerte que nosotros supiéramos de ellos; más una coincidencia que nada.

"Incluso para el General mismo han pasado desapercibidos, estoy seguro de que ni siquiera se ha dado cuenta de la situación que tiene entre manos. Los rumores sobre este salvaje han comenzado a correr, los sobrevivientes de la Batalla del Río murmuran. Lo llaman la Bestia con Ojos de Fuego. Por lo que sabemos su grupo es inmune al incienso, eso o han encontrado una forma de contrarrestarlo."

"Ha mostrado el sentido común para no seguir en su trayecto hacia la costa, podría ser que también se dio cuenta de la precaria posición en la que se encuentra la armada de Yuuei, y en lugar de arriesgarse a seguir se atrincheró en otra de las prisiones abandonadas. La ha fortificado, ha llenado sus despensas, y en un movimiento temerario atacó una de las torres de provisiones que se encuentra cerca. Mató a todos los guardias y dejo sus cuerpos apilados en el interior."

"De ahí se llevo comida, material, armas y más... también liberó a los prisioneros que ayudaban en los campos. Está reuniendo un ejército, y eso no es todo, ha comenzado a asaltar a los viajeros que se acercan, hasta el punto en que los aldeanos empiezan a evitar la zona. Puedo marcarte en un mapa el territorio que está reclamando. El Coronel Nezu rehusó una petición del General ordenando una investigación sobre este asunto, pero otros han contestado."

"No le han dado prioridad y mientras tanto esta Bestia no para. Sigue acumulando suministros, y es cuestión de tiempo hasta que decida atacar otra torre de vigilancia al sur de aquí. Una donde hay más prisioneros, más hombres que se unan a su grupo. Así que como verás, joven señor, mientras el General juega con el ejercito de Yuuei, otra Bestia ha comenzado a crecer en nuestro patio. Quiero saber si tu conocido podría ser este líder, de ser así necesito saber si tengo que preocuparme por él."

—¿Preocuparte?

—Por supuesto, joven señor, la mayoría de las aldeas que rodean la zona no cuentan con soldados que las protejan, todos ellos han sido llamados a las filas del General, todos están en los puertos, luchando contra el ejército de Yuuei. Si esta Bestia decide atacar, tenemos que estar listos para enviar una ofensiva contra ellos.

—Eijirou nunca haría algo así, no sin una provocación. Pertenece a mi guardia y es un hombre leal y sensato, seguramente está ganando tiempo, esperando los refuerzos.

—¿Qué refuerzos, joven señor? Tu ejercito flota en el mar, sin líder e indefenso ante el incienso. No hay nadie que venga a socorrerlos.

Los barbaros de las montañas o los guerreros del sur, pero Shouto no pronuncia sus esperanzas en voz alta, no sabe si los mensajeros que envió su maestro tuvieron éxito o no.

—Así que te pregunto de nuevo, joven señor, ¿crees que este Eijirou es el líder de ese grupo?

Shouto duda, la imagen que tiene de Eijirou no combina con la de este líder feroz y temerario, no puede imaginárselo como La Bestia.

—No lo sé, sigo sin ver por qué eso haría una diferencia.

—Si el líder forma parte de tu guardia, como has dicho, si es uno de los espías que Kamui ayudo a infiltrarse, entonces su mayor preocupación será marcharse de aquí; pero si el líder es un esclavo tendré que preparar a mis hombres para luchar.

—¿Por qué?, no puedes tomar esa decisión sin conocerlo.

—No necesito conocerlo, puedo garantizarte que ha vivido bajo tierra, tal vez durante años, ¿crees que la ira que hay en él le permite diferenciar entre soldados entrenados y civiles?, ¿crees que su odio no arrasará con todo lo que este a su paso?

—Puedo prometerte que Eijirou nunca alzaría la mano contra una aldea indefensa, su objetivo siempre ha sido liberar a nuestra gente y detener los secuestros. Si no es el líder, estoy seguro de que la persona que lo sea se atendrá a razones.

—El miedo no se atiene a razones.

—¿Por eso me dejas ir?, ¿para confirmar que este grupo no sea una amenaza para ustedes?

—Sirves mejor lejos de aquí, en un lugar donde tu presencia no ponga en riesgo la vida del Coronel. Convenientemente puedes ayudar como emisario.

—Bien, me aseguraré de que el grupo no sea un riesgo para ustedes y a cambio, ¿convencerás al Coronel de que se una a nuestra causa?

—El Coronel aceptará parlamentar contigo cuando demuestres que eres un hombre más sensato de lo que fue tu padre. Unifica a tu ejército, evita que el General destruya tu hogar, e impide que la Bestia se salga de control, entonces el Coronel decidirá extenderte su ayuda.

—El General también es su enemigo, ha destruido vidas, aldeas; es el momento para derrocarlo.

—Oh, joven señor, hay horrores en este mundo que se avergonzarían ante lo que el General hace con sus enemigos, se ha erigido como Dios absoluto de esta tierra. Nosotros lucharemos cuando la victoria sea posible, no arriesgaremos a nuestros hombres sin razón.

Shouto asiente y Hawks se gira hacia los jóvenes que acompañan a Kamui y la sonrisa que les dirige está cargada de melancolía.

—Me alegra verlos aquí. Lamento mucho lo que sucedió con su aldea, pero rendirse no es la respuesta.

—Es fácil decirlo—interviene Kamui con amargura.

—También estuve ahí, Kamui. Yo también lo perdí todo, de mi gente soy el único que queda. El General expulso a mi pueblo de las montañas, quería construir su Ciudadela y los míos no teníamos intenciones de movernos. Así que hizo lo que siempre ha hecho. Nos destruyó, por el bien del resto.

—No sabía...

—Hay muchos secretos que no sabes del General, los asesinatos y el genocidio fueron moneda corriente cuando unifico Hosu. La aldea de tu amigo Ishiyama es otro ejemplo de cómo trabaja, pero a diferencia de ti yo no le di la espalda a los míos, ni me alié con los salvajes. El Coronel Nezu me acogió, a cambio le soy leal, he construido redes de información, tengo amigos en el interior de la Ciudadela, espías si quieres llamarlos. A diferencia de ti, que depositas toda tu confianza en los salvajes, yo he intentado buscar la fuerza entre los nuestros. No te rindas—vuelve a dirigirse a la muchacha que lo mira con expresión desdichada—a diferencia de mí, no estás sola. No permitas que el General venza sobre ti.

—Quiero que se muera.

—Y morirá, pero antes asegurémonos de no morir con él.

—Kouji...

—Cuidaré de él mientras ustedes no están, ahora vayan. Están perdiendo el tiempo.

[...]

Conforme los días se alargan el calor se torna insoportable. Denki no recuerda que el clima fuera tan bochornoso, pero es probable que fuera porque solían vivir bajo tierra donde es más fresco y solo pasaban unas cuantas horas al sol cada semana.

Ahora, todos corren a refugiarse bajo toldos improvisados abanicándose con las manos mientras hacen fila para recibir su ración diaria. La mayoría ha optado por desprenderse de la parte superior del uniforme, dejando hombros y torsos al descubierto, ahora hacia donde mire Denki encuentra incontables pétalos de colores varios, desde las amapolas hasta los lirios, desde el blanco hasta el rojo. Cada una de esas flores se exhibe con orgullo y esperanza, sus portadores intercambian risas y empujones amistosos. En ocasiones atisba un sarashi blanco perteneciente a las mujeres omega que ayudan a distribuir la comida entre el resto, ellas ya no exhiben sus flores, han vuelto a portar las vendas que hace años les arrebataran.

Denki camina por la zona en busca de una mata de pelo rubio, procura no mirar fijamente a nadie ya que los jóvenes alfa tienen la terrible manía de malinterpretar la situación y no quiere perder la hora de su comida ahuyentando a jóvenes excesivamente amistosos.

Encuentra a su objetivo en la parte más alejada de la zona destinada al comedor improvisado, cerca puede ver a un pequeño grupo omega murmurando en voz baja con expresiones risueñas mientras se turnan para mirar al alfa que come solo.

Una de las muchachas se arma de valor, se levanta, se arregla el pelo y avanza hacia el alfa. Tiene una figura delgada con caderas redondas y una espalda recta, al verla moverse Denki sonríe, no le pasa desapercibido el sutil cambio en el aroma que alcanza a distinguir conforme se acerca y junto con la delicada postura de la muchacha no hay duda de cuál es su intención.

Ver que el grupo omega ha comenzado a recuperar su naturaleza juguetona pone a Denki de buen humor, le da esperanza de que tal vez algún día pueda aspirar a recuperar lo que sea que haya perdido.

Conforme se acerca distingue dos cosas. La primera es la delicada sonrisa de la chica intentando entablar conversación, la segunda es la cara impasible del alfa que se limita a comer sin prestar atención.

Cuando Denki está a tres brazos de distancia la muchacha lo mira y su cara se transforma de una mueca juguetona en una expresión reservada y llena de vergüenza. Se limita a sacudir la cabeza en un breve saludo para dar marcha atrás de vuelta con sus compañeras.

Denki saluda desde lejos y el grupo omega le devuelve el gesto con diferentes grados de entusiasmo. Ha necesitado de Ochako para entender por qué a veces recibe miradas llenas de vergüenza y arrepentimiento.

"¿Por qué me miran así?"

"Porque coquetean con tu alfa"

"Yo no tengo alfa"

"Lo tienes, pero no el que ellas creen."

"Creo que estamos hablando de otra persona"

"No tengo tiempo que perder, Denki, tengo que terminar de preparar esto, por favor no finjas"

"No estoy haciendo nada, no entiendo-"

"Agh, a ver, te lo explico una sola vez y me dejas terminar. Haciendo caso omiso del alfa que te sigue a todos lados..."

"¿Quién?"

"...ellas creen que el líder es tu alfa, pero como no hay vínculos de ningún tipo algunos intentan entrometerse. Las he visto tratar de charlar con él, pero el tipo es un limón agrio y solo habla en gruñidos así que los esfuerzos son en vano, eso no evita que sigan intentando; por otro lado los alfa encuentran sumamente interesante al único omega que tiene la atención del líder y con el único que habla."

"Waaa-, qué"

"¿Ves ahora por qué te dije que tuvieras cuidado cuando andas solo? Bien, ahora vete, tengo que terminar"

En opinión de Denki la conversación fue absurda, pero al menos eso explica porque de la nada se encuentra con amigables alfa que desean conversar con él, sino fuera porque Kirishima suele aparecerse en los momentos más apropiados, Denki perdería mediodía intentando librarse de los admiradores.

¿Qué?

—Buenos días a ti también—responde Denki con entusiasmo sentándose en la mesa y colocando su plato enfrente—Hace un día maravilloso.

—No empieces, he tenido que soportar la misma charla estúpida.

—No las culpes, tienen una fijación por las caras atractivas independientemente de si combinan con el carácter.

—No conseguirás lo que quieres ofendiéndome.

—Ni siquiera sabes lo que quiero.

—Probablemente más comida, tiempo libre, o alguna otra cosa para tu grupo, siempre pides algo así.

—Somos trabajadores diligentes, necesitamos diversiones.

—Un grupo omega ruidoso, es lo que son.

Denki le saca la lengua; su atención se ve atraída por el grupo omega que observa el intercambio de lejos, es imposible que los escuchen, pero sin duda están imaginándose escenarios, y con toda probabilidad ninguno real.

Mi alfa, sí, claro, yo no escogería un alfa malhumorado y sin sentido del humor. El mío me haría reír y me consentiría. Me consentiría muchísimo.

—Buenos días, Denki.

Cuando se gira se topa con una sonrisa deslumbrante y un gesto de abierta amabilidad. Kirishima es de los que se ha quitado la parte superior del uniforme así que la flor de lis de su pecho destella en tonalidades escarlata.

Denki no culpa al clima del repentino bochorno que le sube a la cara al ver los hombros labrados, la tez bronceada, las clavículas que sobresalen de la piel sedosa. En cuestión de segundos bebe la imagen de los brazos musculosos y sus muñecas regias, el recuerdo de sus manos en su cuerpo (y dentro de él) es algo que nunca podrá olvidar.

Aparta los ojos y se mueve a un lado.

—Buenos días, Kiri—aunque sigue sin atreverse a llamarlo por su nombre, eso no parece importar porque al oír el saludo el aroma a azafrán se espesa provocando que el bochorno que Denki siente se acentúe.

"Los alfa encuentran sumamente interesante al único omega que tiene la atención del líder"

¿También él?

La pregunta sacude la amargura en su interior y al mismo tiempo la ira, porque esa voz pertenece a su miedo y la detesta. Kirishima ha sido amable con él desde el principio, siempre atento y respetuoso, siempre a dos pasos de distancia; como ahora. Cuando se sienta lo hace de tal forma que sus codos no se estorban mientras comen.

—Toma.

Denki parpadea ante la bolsita de tela que Kirishima desliza sobre la mesa hacia él, al abrirla encuentra un puñado de zarzamoras frescas.

—Las encontré durante mi patrulla de esta mañana. Dijiste que querías hacer pan de moras, no encontré, pero seguiré buscando.

No es la primera vez que le trae algo, cuando sale se las arregla para volver con alguna flor, con fruta o cosas que encuentra por ahí; a veces le cuenta de los campos que hay afuera o de los árboles altísimos que cubren el valle. Siempre es amable y nunca hace preguntas innecesarias..., siempre le cuenta historias que lo hacen reír.

—Gracias.

Coloca la bolsita junto a su plato procurando no aplastar su contenido, el bochorno en su interior crece, se extiende por su espalda y cuello y el calor provoca que su sonrisa se suavice, no se apaga solo se convierte en un gesto lleno de ternura y algo que podría ser felicidad. No se atreve a levantar los ojos de su plato por temor a dejarse en evidencia, pero no puede evitar que el aroma a naranja se sacuda cubriendo la zona con una tenue fragancia cítrica que se mantiene en los límites de la mesa.

Su respuesta provoca que la sonrisa de Kirishima crezca -no la ve pero la siente como siente los rayos del sol en su piel cuando se le ocurre entrenar bajo el sol, una sensación abrasiva que calienta su cuerpo-. Es encantador y adorable y provoca que su estómago empiece a girar en círculos sin detenerse.

Denki se concentra en su plato y de lejos oye la conversación de sus acompañantes.

—¿Cómo va el entrenamiento?,—pregunta Bakugou

—Sin problemas. Hemos encontrado la proporción alfa/omega ideal en los grupos para mantener el incienso a raya, pero no es infalible.

—¿Tiene límite de tiempo?

—Algo así..., los omega presentan una reacción adversa. Si se someten al incienso durante largo tiempo el aroma les provoca náuseas y rompe su concentración. Si eso pasa el incienso no tarda en tomar el control.

—¿Nauseas?

—Y en algunos casos llanto.

—¿Tienen miedo de enfrentarse al incienso?

—No, un puñado de ellos entra en una especie de llanto histérico sin razón. Ellos mismos no pueden explicarlo, tampoco pueden evitarlo.

—Hay algo en él—interviene Denki de improviso, aparta la vista de su plato y encuentra dos pares de ojos mirándolo. Intenta explicarse—Es muy dulce. Al principio no lo notas, pasa desapercibido, solo se acumula en tu garganta y se desliza por tu estómago hasta provocarte asco.

—Sigue sin tener sentido—dice Bakugou con el entrecejo fruncido—es el aroma de un omega encinta, no debería afectarlos a ustedes.

—No lo hace—responde Denki—no como a ustedes... cuando lo hueles durante mucho tiempo empiezas a tener está sensación de que algo está mal. Es una sensación aberrante. Es como si al estar en contacto mucho tiempo con él te dieras cuenta de que en realidad no es dulce, sino que está podrido... de que no es bueno. No puedo explicarme.

—Probablemente sea por culpa de la forma como está hecho—dice Kirishima—afecta al grupo alfa, ustedes deberían ser inmunes, pero pueden reconocer que no es natural.

Denki se encoge de hombros, incapaz de ofrecer una respuesta.

—En ese caso habrá que considerar los tiempos que los omega pueden soportarlo antes de que tengan que ser reemplazados—aparta su plato y se levanta—Bien, si es todo, me voy.

—¿Vas a salir esta noche?,—pregunta Kirishima

—No volveré a discutir este asunto.

Los ojos de Denki se alzan para mirar a Bakugou cuya expresión destila desprecio.

Desde Momo hasta Yosetsu, todos han sugerido que las salidas de Bakugou deberían omitirse. Es demasiado arriesgado, dicen, podrían atacarnos en cualquier momento. Lo mejor es que te quedes aquí. Incluso el mismo Aizawa ha sugerido suspender todo tipo de patrullaje, especialmente ahora que la armada de Yuuei se ha retirado.

—Es peligroso—dice Kirishima

—¿Me lo dices tú?, ¿qué paso con el tipo que buscaba a su príncipe hasta por debajo de las piedras?

—Hemos buscado durante semanas, sin rastro. Aizawa sensei cree...

—Me importa una mierda lo que tu maestro opine, no voy a quedarme aquí a esperar el regreso de los bárbaros.

—Cuando ellos lleguen podremos organizar una búsqueda concienzuda. Es probable que el príncipe esté oculto...

—Lo encontraré, así tengamos que extender nuestro control de extremo a extremo, lo encontraré.

Lo, piensa Denki con pena porque sabe que no habla del heredero de Yuuei. La ausencia del príncipe ha mellado la confianza de Aizawa, el mismo Kirishima se ha visto abrumado por las implicaciones. Tenya, el beta que también pertenece a la guardia del príncipe, ha canalizado toda su ansiedad en los cultivos y las provisiones. Denki ha tenido que pelearse con él en más de una ocasión por culpa de su inflexible carácter.

El mayor temor de todos es que el príncipe haya sido capturado y en voz baja han comenzado a barajear opciones en caso de que así sea. Bakugou es el único que sigue convencido de que el grupo del príncipe está afuera y conforme los días pasan su convicción lo ha llevado a salir de noche casi diariamente, siempre alejándose más de lo recomendable.

—Tal vez debamos-

Pero la sugerencia de Kirishima cae en oídos sordos porque Bakugou se da la vuelta y se marcha sin mirar atrás. Kirishima titubea, mira a Denki y a Bakugou como si no supiera qué hacer, pero Denki le sonríe y le hace una seña de despedida.

Mantiene la sonrisa mientras lo ve alejarse y cuando se ha ido Denki recoge los cuencos de madera apilándolos uno tras otro, de pronto gruñe.

Maldición, olvide avisarle a Bakugou que mi ciclo se aproxima.

Su ciclo... los suyos planean bajar al primer piso de las celdas y separarse cada uno por primera vez en años. Está vez podrá tener mantas para él solo, privacidad. Y si fuera lo suficientemente valiente se conseguiría un compañero.

Extraña el contacto, la calidez de otro cuerpo contra el suyo.

No compliques las cosas, Denki, no ahora.

Suspira y se limpia el sudor de la frente, sobre su cabeza el sol es una mancha amarilla que golpea con una fuerza demoledora.

[...]

El mar y la sangre.

Toga aspira con deleite, no se entretiene con el aroma a jacintos ni con el perfume de las lilas que florecen en las montañas. Su nariz no busca las fragancias herbales que habitan en el bosque, la suya se esmera por seguir cualquier rastro de sangre.

Encaramada en el árbol más alto de la zona, Toga se balancea con las piernas alrededor de la copa, el trasero sobre la rama más alta y la mano derecha sujetándose de la corteza. Después de un momento vuelve a tomar el trozo de tela que lleva guardado en su morral y lo huele, para el resto el aroma sería polvo y tierra, pero Toga distingue los intrincados patrones de la sangre que han quedado adheridos a él.

Guarda su tesoro, cierra los ojos y aspira. Ha repetido la misma escena una y otra vez, desde que Shigaraki los abandonara para volver con el General y Dabi accediera a dejarla buscar a su presa.

Por fin Toga puede terminar lo que empezó.

Lleva días buscando, pero no importa, no tiene prisa. La caza siempre ha sido su parte favorita del viaje. Cazar, deslizarse en las sombras mientras observa, correr tras su presa hasta dejarla cansada, hasta que el miedo inunde su cuerpo y lo haga cometer errores.

Y aunque parece que el día resultara igual de inútil que los anteriores, de pronto una brisa que sopla del interior hace sonar una alarma en su interior.

La presa.

No está segura de la dirección, no sabe si se acerca o se aleja, pero después de casi meses de silencio ominoso el saber que por fin ha encontrado el rastro que tanto ha buscado la llena de un profundo éxtasis.

Envuelta en la sensación de triunfo, Toga se desliza con presteza por el árbol y una vez en el suelo corre hacia el campamento.

—¡Lo tengo!,—grita triunfal derrapando por el pasto pisoteado mientras sus compañeros alzan los ojos para mirarla.

—¿El espía?,—pregunta Dabi

—El espía—confirma ella

Dabi asiente y Toga sonríe. De acuerdo con el mensaje de Kurogiri, el General cree que el espía y el príncipe son la misma persona, Toga arde en deseos de encontrarlo y arrancarle sus deditos reales.

Seguirá vivo, pero ya veremos si camina cuando termine con él.

—Tienes una habilidad asombrosa, señorita.

Toga sonríe encantada, palmea con entusiasmo y va a sentarse junto a su admirador que se entretiene afilando sus espadas. Pese a ser un salvaje, Toga lo encuentra encantador, más aún porque el hombre posee los mismos ojos de asesino que ella.

—Ahora que tenemos su rastro es cuestión de tiempo antes de dar con ellos—dice Dabi

—¿El plan sigue siendo el mismo?,—pregunta el salvaje sin dejar de sonreír

—Por el momento, una vez que localicemos al espía haremos los ajustes necesarios, ¿tus hombres están listos?

—No te preocupes por mis hombres—responde el salvaje—cumpliremos con nuestra parte del trato.

[...]

Aún con las monturas el viaje resulta extenuante. Las bestias se deslizan con rapidez por los caminos montañosos, ascienden de prisa eludiendo las pendientes resbalosas y una vez que alcanzan los senderos despejados emprenden cabalgatas sin pausa.

La espalda de Shouto es la que más resiente el traqueteo del viaje, y tras unos días de cabalgata dura en terreno rocoso su costado emite una sensación de calambre intermitente. Durante los descansos procura masajear la zona, pero lo que realmente quiere es un baño caliente con hierbas medicinales.

El descenso por las colinas es más lento ya que no hay caminos definidos en la zona, pero avanzan a ritmo constante y cada día el terreno que los separa de su destino se acorta. Por suerte su grupo tiene el tamaño perfecto para ahuyentar a las bestias salvajes y facilitar los turnos de vigilancia nocturnos.

Cada noche Shouto se revuelve en su manta incapaz de dormir por culpa de la rigidez en su espalda, así que permanece despierto largo rato mirando el cielo tachonado de estrellas y durante el día cabecea mientras su montura cabalga.

En un día particularmente bochornoso Shouto lucha contra el sopor mientras el sudor le cubre toda la columna y su cuello es una zona pegajosa y húmeda. Cuando intenta beber de su odre lo encuentra vacío así que espolea a su montura hasta que alcanza a Kamui.

—¿Tienes agua?,—le pregunta y solo entonces se da cuenta de que Kamui parece enfrascado en una discusión con uno de los soldados de Hawks.

Cuando Kamui se gira y le extiende su propio odre, Shouto pregunta:

—¿Qué pasa?

Tras un breve momento de duda, Kamui responde.

—Nos siguen.

—¿Qué?

—Actúa natural. Bebe, anda—mientras Shouto obedece, Kamui susurra—desde hace un par de días algunos de los soldados han comenzado a sentir que nos siguen. No están seguros, no han encontrado rastros, pero la sensación no se desvanece.

—¿Quiénes podrían ser?

—La respuesta más lógica serían cazadores, hay muchos por esta zona pese a que el General ha prohibido la caza para todos aquellos que no sean sus soldados.

—¿Y si no son ellos?

—Soldados del General.

—Por tu expresión supongo que ambas opciones te resultan imposibles.

—Si fueran cazadores, ¿por qué seguirnos? Si son soldados, ¿por qué no acercarse para identificarse?

Shouto no tiene respuesta, devuelve el odre a Kamui y se pasa el resto del día escudriñando los alrededores. Esa noche la vigilancia se duplica y Shouto aprovecha que no puede dormir para vigilar el bosque.

Sentado junto al fuego, masajeando su pierna, Shouto experimenta un súbito sobresalto cuando llega hasta él el tenue aroma de manzanas cocidas. La sorpresa se debe a que el aroma posee los intrincados contrastes de alguien que está intentando llamar la atención.

Es como si estuviera gritando hola en una frecuencia que solo ellos pueden discernir.

El aroma a manzanas se espesa y se extiende a su alrededor pero nadie más que él puede detectarlo. De inmediato Shouto responde y el aroma a pino se expande por el claro con la clara seña que indica sin peligro.

—Hay alguien—murmura Shouto levantándose, el gesto atrae la atención del resto que de inmediato asume posición defensiva. Shouto sonríe—Son de los míos.

Cojea hacia donde el aroma a manzanas adquiere más fuerza, pero Kamui se interpone en su camino y exclama en voz alta.

—¡¿Quién anda?!

Tras un momento de vacilación tres sombras se materializan entre los arbustos oscuros y conforme se acercan la luz de la fogata ilumina sus rostros. De inmediato, Shouto los reconoce y ellos a él.

—Ouji—exclama el primero arrodillándose de inmediato a tres pasos de distancia.

Sus acompañantes lo imitan y junto a él, Kamui inquiere en voz baja.

—¿Quiénes son?

—Uno de ellos pertenece a la guardia de mi padre. Su nombre es Jin, los otros dos son sus hombres.

Kamui asiente aunque no se aparta.

—¿Cómo han llegado hasta aquí?

—Aizawa nos ha enviado para escoltar a Todoroki-ouji a un lugar seguro. Hemos recorrido la zona durante semanas, temíamos lo peor, Ouji.

Shouto asiente, está a punto de preguntar por su maestro cuando Kamui habla.

—¿Aizawa los envía?

—Así es, él ha tenido que quedarse al mando de la Flota Real.

Shouto abre la boca pero Kamui vuelve a interrumpirlo.

—Bien, sabrás que las flores de Lunaria no crecen en esta región.

Shouto mira a Kamui de reojo, es un momento. Un latido. Cuando devuelve su atención hacia Jin se percata de la sonrisa y lo entiende. Lo entiende mientras Jin da un salto al frente y hunde su cuchillo en el abdomen de Kamui, al mismo tiempo se oye tras de ellos el grito de advertencia de uno los guardias.

—¡Emboscada!

Continuara

.

n/a

Cometí el error de leer una novela china titulada Scum Villain's Self-Salving System. Está en ingles y en español (ésta última en WP), hasta el momento lleva 51 capítulos y es hilarante, conmovedora y asombrosa. Digo que fue un error porque no escribí nada hasta que no la termine. Navleu, que fue quien me recomendó las tres novelas de la autora me dice que las otras dos son aun más excepcionales, pero creo que no las leere por ahora si eso implica retrasar mis actualizaciones XD. 

Pero bueno. Por fin tenemos al príncipe que se ha pasado capítulos desaparecido, pero ahora que vuelve lo primero que hace es meterse en problemas.

PD. La frase sobre las flores de lunaria apareció en el capítulo 8 de Kamui y se supone que es el santo y seña que Kamui y Aizawa comparte. Es decir que si Aizawa te envía forzosamente tienes que sabertela. 

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