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Capítulo 27: Susurros en la Noche

¡¡Hola!! ¿Listos para otra actualización? Pues vamos.

Antes. Unos personajes que aparecen en el capítulo, planeo añadir las fotos en los capítulos anteriores pero será después. 


Sinopsis: El día tiene ojos. La noche tiene oídos. Los secretos que se cuentan en la oscuridad se quedan ahí, atrapados entre los muros que no revelan nada. 

[...]


—Te he traído de comer, Mina.

El bulto en la cama no se mueve ni responde. Tras un momento de vacilación, Mashirao se aproxima con cautela hasta que está a tres pasos de distancia, una vez ahí deja la bandeja de comida junto a la mesita y murmura:

—Tienes que comer, Mina.

Pero eso tampoco le consigue una respuesta.

Mashirao suspira, camina hacia la ventana y recorre las cortinas pesadas hechas de una tela suave y oscura; a fuera brilla el sol y la vista exhibe un jardín inmenso, lleno de árboles frutales, arbustos verdes y montañas de fondo.

El mundo es verde, precioso y brillante, pero dentro de él solo hay una pena tan grande que no importa lo hermoso que sea la visión, no puede dejar de ver cuerpos negros apilados como basura. No deja de recordar su hogar hecho trizas, envuelto en el hollín de las hogueras.

Sus recuerdos lo absorben de tal manera que no escucha lo que Mina susurra a sus espaldas, tiene que darse la vuelta volver sobre sus pasos y acercarse a la cama. Los hinchados ojos de su amiga lo miran sobre el borde de la manta. Su piel, de un intenso color rosado, luce deslucida y enferma.

—Perdóname, Mina, no te escuche, ¿qué has dicho?

—Lo siento.

—No, Mina, no... hemos hablado de esto. No fue tu culpa. No fue culpa de Kamui. No fue culpa de Ishiyama. El único culpable son los hombres del General; ellos tienen la culpa.

—Pero si yo no...

—Si hubieras sido la causante de todo te habrían arrestado de inmediato, pero no fue así. Su intención era mantenerlos lejos, enviarnos a luchar sin decirnos la verdad. Iban a mentirnos, iban a usarnos para su guerra. Lo que pasó no fue tu culpa.

Mina llora, como lleva haciéndolo cada noche desde que Mashirao tuviera que arrastrarla lejos de las ruinas negras que fueran su hogar.

—No puedes dejar que te venzan—dice Mashirao—No dejes que te destruyan.

Ella asiente sin fuerza, cuando las lágrimas se calman se endereza con cuidado y acepta el tazón de sopa que le dan. Come despacito, sorbiendo sin energía y dando pequeñas mordidas al pan y a la carne. Es el ritual que han mantenido desde que llegaran ahí, comidas que se alargan y silencios que pesan demasiado.

Cuando la comida en la bandeja se termina, Mashirao comienza a recoger los platos.

—¿Quieres dar una vuelta?

La respuesta es la misma que Mina le ha dado desde el primer día.

—Tal vez más tarde.

Pero él sabe que no lo hará, que se dormirá y se quedará ahí hasta que la noche llegue. Entonces llegarán las pesadillas y él volverá para hacerle compañía.

—Muy bien, vendré más tarde con la cena.

Mina se da la vuelta, es un capullo de mantas encogido contra la pared del cuarto. No queda a la vista ni su pelo ni sus cuernos, es como si toda ella hubiese desaparecido junto con su aldea.

Mashirao se marcha con la bandeja vacía, su cola cuelga tras él sin el usual vigor que la caracteriza.

Devuelve la bandeja a la cocina y cuando sale experimenta nuevamente la misma impotencia y frustración de siempre. Desde que están ahí tiene mucho tiempo libre, ya no tienen que preocuparse por huir, por alimentarse, por avanzar, y de cierta forma lo extraña porque al menos así conseguía tener su mente ocupada.

Ahora no puede dejar de pensar en las ruinas negras y el aroma a pelo quemado.

—¿Cómo está la joven Ashido?

Se gira al oír la voz y al reconocer a su interlocutor se inclina en un gesto de absoluto respeto. Pese a que la persona que tiene frente a él es una criatura diminuta que tiene aspecto de roedor -hocico largo, orejas puntiagudas y pelaje blanco- Mashirao le rinde una devoción inquebrantable.

—Está mejorando, señor.

—¿De verdad?

Mashirao se endereza con lentitud mientras su expresión vacila.

—Al menos ahora habla y come sola.

—Es un avance, ¿crees que está lista para salir a los jardines?

—Aún no, pero tal vez pronto.

—Espero que así sea, ¿cómo estás tú?, ¿te adaptas bien?

—Eso creo... pero me gustaría ayudar de alguna forma.

—¿Quieres una distracción? Bien, hablare con mis oficiales y veremos qué hacer.

—Se lo agradezco mucho, Coronel.

—No hay nada que agradecer, joven Ojiro. Ishiyama era mi amigo, y siempre lamentare no haberlo convencido de mudarse a esta región. Cualquier cosa que pueda hacer por los habitantes de su villa es para mí un placer.

—Nunca podré expresarle mi agradecimiento. No teníamos a donde ir, no después de haber huido de nuestra tropa. Nuestra aldea había desaparecido, nuestro hogar ya no existe... saber que este era el único lugar que nos recibiría nos mantuvo de pie.

—Todos los niños de Ishiyama son bien recibidos aquí. Me estoy asegurando de que mis hombres contacten a todos los reclutas que provienen de tu aldea para informarles de la situación y ofrecerles nuestro apoyo. Para mí es más que suficiente verlos seguir adelante y luchar. No podemos dejar que esta injusticia permanezca sin castigo. Tenemos que asegurarnos que no vuelva a repetirse.

—Gracias, señor.

—Bien, ahora vamos, si tu ofrecimiento de ayuda sigue en pie, puedes acompañarme a la reunión que tendré.

Mashirao obedece. Los pasillos de la residencia del Coronel son amplios, luminosos y con grandes ventanales tras los cuales se exhibe el paisaje verde y absoluto de la zona montañosa. Desde ahí no puede verse el mar, solo picos que se alzan hacia el cielo ocultando la villa del resto del mundo. En las paredes se exhiben cuadros llenos de paisajes y personajes que no conoce, todo ahí es nuevo, elegante y bello.

Es un contraste muy marcado si lo compara con los restos de su aldea quemada y sus últimas semanas como fugitivo del ejército.

Hay dos soldados custodiando una entrada, los cuales se inclinan respetuosamente ante la llegada del Coronel, uno de ellos abre la puerta y la cierra cuando ambos la cruzan. Dentro de la sala rectangular hay un escritorio cerca del ventanal y una mesa circular en medio de la habitación.

Las personas sentadas ahí se levantan cuando el Coronel entra y esperan hasta verlo tomar asiento antes de imitarlo.

Mashirao sabe que en las aldeas de las montañas es común que las personas muestren características especiales más pronunciadas y no solo detalles pequeños como los cuernos de Mina o su propia cola, sabe que hay aldeas enteras de personas que exhiben características notoriamente animales, reptiles e insectiles. La villa del Coronel Nezu está llena de personajes llamativos.

A la derecha de Nezu se encuentra Moashi Juzo, su consejero más leal, un hombre altísimo cuyo torso superior se asemeja más al de un ciempiés que al de un ser humano. Tras él está el joven Togaru Tamakiri que exhibe dos cuchillas a la altura de la boca como las de una mantis. Al otro lado de la mesa se encuentra el capitán de la guardia, un hombre joven, de constitución atlética con el pelo de un color rubio claro y una expresión aburrida. Lo más llamativo de él son sus alas inmensas de un color rojo que mantiene apretadas contra su espalda. Junto a él, de pie como una estatua inmóvil, esta Kaoruko Awata, una mujer de piel azul clara y unos ojos de color amarillo vibrante.

—Buenos días

—Buenos días, Coronel—responden las cuatro voces al unísono.

—Muy bien, Moashi, ¿tenemos noticias del General?

—Hemos recibido un cuervo de Kurogiri. Nos ha concedido una audiencia.

—Me parece perfecto, quiero que dejes en claro que no pagaremos impuestos, ni enviaremos más provisiones, soldados o armas, hasta que el culpable de esa pira no enfrente un juicio por asesinato y traición.

—Si se demuestra que Ishiyama había cometido traición...

—Primero tendrán que demostrarlo, y dudo que puedan hacerlo. En el remoto caso de eso sea cierto, tendrán que demostrar que toda la aldea sabía de la situación. Lo cual es imposible. No, queremos justicia para el asesinato de Ishiyama y de toda la gente que murió sin razón. Quiero que dejes eso en claro.

—Como ordene señor.

—Bien, Hawks, ¿qué noticias me tienes?

—Hemos cerrados las fronteras—responde el hombre rubio sacudiendo sus alas—mantenemos vigilancia continua en los caminos y las montañas. Por las noticias que he conseguido reunir, el ejército de Yuuei sigue resistiendo, dudo que sus provisiones duren más tiempo así que es cuestión de días antes de que se vean obligados a marcharse. El General ha movilizado a todo su ejército para proteger los puertos y la ciudadela, no nos molestarán.

—Ellos no, pero qué hay de la tropa enemiga que se ha instalado en la prisión.

—Gracias a la advertencia oportuna de Togaru hemos seguido su pista desde el principio. Se enfrentaron al ejército de Shuichi Iguchi con éxito, sabemos que Iguchi fue el ejecutor en el asesinato de la aldea Ishiyama, pero sin él no podemos saber quién dio la orden. En cuanto a los fugitivos, comenzaron a recolectar alimentos y ganado, están dando mantenimiento a la prisión, plantando campos, talando árboles. En resumen, se están instalando. La mayor parte del ejercito del General se encuentra al otro lado de Hosu así que por el momento han tenido vía libre para fortificar el lugar.

—Ya veremos cómo se desarrolla eso. También quiero saber cuántos de los chicos de Ishiyama han recibido mi mensaje, y a cuántos de ellos esperamos recuperar si el General no entrega al asesino. Kaoruko, ¿cómo está nuestro invitado?

—Fortaleciéndose, la fractura en la pierna está sanado sin problemas, no estoy segura de si quedará una cojera o no, tendremos que esperar hasta que este listo para levantarse. Y de las heridas en su torso, la más delicada es la que estaba cerca de su abdomen, que fue donde uno de los postes de madera lo atravesó, pero no ha mostrado señales de infección o complicaciones. Lleva varios días despierto, lúcido y es capaz de retener información.

—¿Nishiya está con él?

—El joven Kouji está asignado como compañero de planta. Nishiya ha pedido hablar con usted.

Nezu suspira—¿Está aquí?

—Afuera.

—Hazlo entrar.

Mashirao sonríe con tristeza cuando al entrar lo primero que hace Kamui es acercarse a él y palmearle el brazo con afecto, inmediatamente después se da la vuelta y sigue hasta colocarse al otro extremo de la mesa circular.

—Buenos días, Nezu.

—Buenos días, Shinji, ¿de qué querías hablarme?

—Tienes que ponerte en contacto con el ejército de Yuuei e informarles que su príncipe está aquí, vivo.

—Eso sería traición—interrumpe Hawks sonriendo secamente.

—Traición es mantenerlo aquí sin informárselo al General—responde Kamui

—Cuando lo trajiste aquí no teníamos la certeza de que sobreviviría—interviene Nezu—y durante las primeras semanas dio la impresión de que no lo haría. Apenas se está recuperando, creo que lo más sensato es esperar.

—¿Esperar qué?

—Esperar y ver cómo se desenvuelve esta guerra.

—Traje al príncipe de Yuuei aquí porque este es el único lugar dónde podía recuperarse sin correr riesgo. Sin Ishiyama no tenía... pensé que nos ayudarías.

—Lo hice.

—Ayudar no es mantenerlo como prisionero.

—Es nuestro invitado.

—¿Un invitado que entregaras al General si la ocasión se presenta? ¿O un invitado que intercambiarás con Yuuei como prisionero de guerra?

—Lo siento, Shinji, pero este asunto está más allá de ti. Cuando trajiste al príncipe aquí nos arriesgaste a todos. Si el General lo descubre tendrá una excusa para sustituirme como siempre lo ha querido.

—Si mantienes al príncipe como prisionero Yuuei tendrá una excusa para invadir. Habla con el chico, oblígalo a forzar una alianza, con su ayuda podemos enfrentarnos al General.

—Tu intención siempre ha sido destruirlo, te has arriesgado todos estos años para ayudar a Yuuei, pero mi responsabilidad es con los míos. No con ellos. El ejército de Yuuei no tiene oportunidad para vencer. Los informes de Hawks nos dicen que han perdido a gran parte de su fuerza, que se quedan sin provisiones, y que es cuestión de días antes de que tengan que enfrentarse a otra de las invenciones del General. No, el ejército de Yuuei no vencerá. No tiene caso esperar por su ayuda cuando es obvio que no pueden ayudarse a si mismos.

—Si los rumores son ciertos, si el rey está muerto, entonces el príncipe...

—Por lo que ellos saben su príncipe también está muerto, ¿crees que van a creer en mi palabra? Lo siento, Shinji, pero necesito algo más que la palabra de un príncipe roto y un ejercito diezmado para considerar siquiera unirme al enemigo y luchar contra el General. Él tiene un ejército siete veces más grande que el mío, no sacrificare a mi gente en vano. No hare lo mismo que hizo Akaguro.

—¿Qué harás con él, entonces?

—El príncipe se quedará aquí, y tal vez cuando su ejército se vaya lo deje volver a casa. Es mi última palabra. Ahora salgan, mis oficiales y yo tenemos cosas que discutir.

Con excepción de los tres hombres en la mesa todos se encaminan hacia la salida. Mashirao espera hasta que Kamui pasa junto a él para seguirlo, y se mantiene callado hasta que se han alejado del despacho y de los guardias que custodian la entrada.

—¿Ahora qué?

—Si no puedo convencer a Nezu de que se comunique con los hombres de Yuuei, tendré que hacerlo yo.

—¿Cómo?

—Iré a buscarlos.

—Pero el Coronel lo ha prohibido.

—Porque su objetivo más apremiante es conseguir justicia para Cementoss.

—¿No es lo más importante?

—¿De verdad crees que obtendremos justicia del General? Nadie más que el Coronel de la región podría haber ordenado la ejecución de toda tu aldea, pero él no lo hizo. La orden vino de arriba. Si no fue dada por el mismismo General tuvo que darla alguien de su círculo más cercano. Kurogiri o su hijo, ¿crees que el General entregaría a cualquiera de ellos?... No. No habrá justicia para Cementoss si esperamos por el General. Tenemos que buscar justicia por nuestra cuenta.

—Pero el Coronel...

—Nezu está cuidando a su gente, tenemos que forzar su mano, tenemos que convencerlo de que no habrá justicia a menos que la exijamos nosotros. Tenemos que luchar.

Mashirao se acuerda de las ruinas negras y los cuerpos carbonizados.

—Iré contigo.

—No, quédate con Mina, ella te necesita.

—Ella también querrá venir. Querrá vengarse.

[...]

Hay tanto trabajo que cada noche Eijirou se duerme apenas tiene la cabeza en la almohada; no solo consiste en patrullar, es reunir alimento, hacer inventario, fabricar flechas, ampliar los cultivos. Un grupo de su tamaño consigue que el trabajo se realice de manera rápida y eficaz, pero también genera caos.

El nuevo grupo alfa se instala en las barracas que están libres, son tan ruidosos y vivaces que el grupo omega pide permiso para trasladar sus habitaciones de vuelta a los túneles. No regresan a su antiguo dormitorio se instalan en una de las salas amplias que se encuentran en el primer piso bajo tierra y que antes servía como almacén.

Ahora es raro ver al grupo omega a menos que estén entrenando.

Por desgracia Denki tiene prohibido unirse a los entrenamientos de combate así que Eijirou tiene que ingeniárselas para encontrárselo. Era fácil cuando estaba en el hospital, podía pasar a visitarlo durante sus descansos, podía comer con él casi todos los días.

Se había acostumbrado a sentarse junto a su cama a charlar de cualquier tontería, se había acostumbrado a hacerlo reír, pero entonces Bakugou le había ordenado salir con la patrulla de reconocimiento para vigilar la torre de suministros y al volver se había encontrado con que Denki había recibido el alta.

Lo peor no es no verlo, sino encontrarlo acompañado.

Por culpa del cabestrillo Denki no puede ayudar en la cocina, en los cultivos, ni en la limpieza, pero eso no impide que Bakugou lo deje a cargo de la organización y no tarda demasiado en convertirlo en su filtro de quejas y peticiones. Se vuelve común verlos en la misma habitación, siempre haciendo listas de pendientes, siempre charlando.

A Eijirou le sorprende la comodidad que emana de Denki cuando está con Bakugou, la calma y serenidad. Desearía ser él quien las induce.

Por culpa del cabestrillo Denki no puede entrenar, pero eso no impide que lo intente. Siendo que Jirou no lo deja participar en las actividades con el resto, Denki se las ingenia para convencer a Inasa de que le enseñe a manejar un cuchillo. El alfa se esponja ante la petición y no pasa mucho antes de que le esté enseñando a diferenciar cuchillos y a usar uno con el brazo sano. Siempre practican durante la madrugada, cuando el cielo empieza a perder la negrura de la noche, dos siluetas de estaturas distintas que se mueven sobre la muralla exterior.

A Eijirou le intriga la chispa que brilla en los ojos de Denki cuando está con Inasa, es todo risa y encanto. Burbujeante y deliciosa ternura. Desearía poder verla de cerca.

Por culpa del cabestrillo Denki tiene prohibido dormir con el resto de su grupo y Momo le tiene reservada una cama para él en el hospital, pero eso no impide que visite a sus compañeros a diario. El problema es que al volver a veces se encuentra con Yō que termina su turno de vigilancia.

A Eijirou le molesta la postura de alerta que Denki asume cuando está cerca de Shindo. Cuello tenso, mirada fija, mandíbula tensa. Y es que el alfa nunca se cohíbe a la hora de abordarlo.

—Denki, ¿ya cenaste?

En cuanto oye la pregunta la postura de Denki pierde su rigidez, se gira hacia él con una expresión de alegre sorpresa. El gesto hace florecer algo dentro de él, pero Eijirou sabe que solo es agradecimiento por llegar a interrumpir.

—¿Tú no?,—pregunta Denki y Eijirou murmura una excusa mientras sus ojos se fijan en Shindo.

El alfa sonríe y retrocede, Eijirou no le quita los ojos de encima hasta que no lo ve desaparecer.

—¿Vas a comer o no?

Mirar a Denki es como ver al sol. Sus ojos de un dorado brillante son hipnóticos, pero lo mejor es la reacción que despierta dentro de él. Dulce y cálida felicidad que nace en la base de su estomago y se extiende hacia sus extremidades.

Sonríe sin poder evitarlo anhelando despertar en Denki la misma emoción que él siente.

No presiones.

—¿Me acompañas?

—Solo si prometes darme el puré de manzana que te den como postre.

—Tengo algo mejor, puedo convencer a Ochako de que me sirva doble ración. Y las dos son para ti.

Arrancarle una sonrisa a Denki es beber zumo de frutas, es adictivo y dulcísimo. Si pudiera extendería las manos y se comería esa sonrisa a besos.

No presiones.

—¿Qué dices?

—Me conformo con una ración.

En momentos como ese, mientras caminan hacia la zona del comedor, Eijirou se olvida de todas las otras personas que reciben la sonrisa de Denki y se limita a charlar con él, a sonreír, a mirarlo mientras lo oye quejarse de lo harto que esta de su cabestrillo.

A veces no puede evitar pensar en lo que pasará una vez que se vayan a casa. Él volverá al palacio, pero ¿y Denki?

¿Hay alguien esperando por él allá afuera?

No presiones.

Intenta abordar las cosas con calma, intenta darle su espacio. El problema es que el tiempo se acaba.

¡Se van!

El grito resuena desde lo alto de una de las torres, consigue paralizar al campamento durante un momento, después todos se están moviendo. Eijirou corre hacia el muro exterior con Denki detrás, y en algún momento Bakugou se une a ellos. Suben por las escaleras y se detienen a mirar en la dirección que el vigía señala.

—¿Qué significa esto?,—pregunta Denki tras un momento de silencio.

Eijirou no tiene voz para contestarle. Allá, en el mar, las inconfundibles naves de la Flota de Yuuei se alejan de la costa. Se van.

—¿Qué significa?,—repite Denki

—El ejército de Yuuei se retira—responde Bakugou en un tono seco—Significa que no habrá refuerzos. Significa que no habrá más distracciones.

—¿Qué-?

—Los demonios vendrán por nosotros.

[...]

Izuku recuerda que cuando tenía ocho años su madre atendió a un chiquillo voluble, llorón y que no soportaba el olor de las medicinas ni el dolor. Se había roto la clavícula izquierda y se pasó horas llorando hasta que se cansó.

Ahora Izuku desearía volver a ese momento, volver a escuchar los gritos agónicos de un niño que casi se destrozo la garganta mientras pataleaba y manoteaba. Sin duda es muchísimo mejor que tratar con un joven omega ofuscado, imperioso y con una manía por morder.

Tratar a Neito no solo involucra revisar que la herida en su vientre cicatrice adecuadamente, también requiere paciencia y muchísima templanza. Lo que obtiene a cambio son manos rojas de los manotazos que recibe, marcas de mordidas en los brazos cuando no tiene cuidado, y arañazos en cuello, cara y antebrazos. Tratarlo involucra convencerlo, sobornarlo y forzarlo a beberse brebajes que lo ayuden a recuperar peso y a evitar infecciones, a soportar sus quejidos por el sabor, sus lloriqueos por el brusco trato y a ser víctima constante de su lengua viperina y afilada.

Hay muchísima ira en él, mucho dolor y tristeza, pero a diferencia de los omega que se encogen hasta marchitarse, él no deja de morder. Mientras que la unión entre Itsuka y su alfa pareciera ser una relación dónde ambos se apoyan para enfrentar las dificultades, Hitoshi y Neito son el ejemplo claro de que se han unido a la fuerza, y aunque el lazo que los une está ahí también hay un rechazo constante a la vida que comparten.

Izuku los mira interactuar en silencio. El dolor de Neito es tan intenso que cuando Hitoshi se inclina y le ofrece conforte, Neito se aferra a él sin pensarlo dos veces, pero la calma no dura demasiado porque entonces el omega recuerda que esa unión esa una farsa y no tarda en desprenderse liberando comentarios irascibles y violentos.

—¡Lárgate!

—Neito

—¡No!

Lo triste es que solo se tienen el uno al otro. Neito depende enteramente de la comida, el afecto y los pequeños detalles que Hitoshi le ofrece, a cambio Hitoshi no puede hacer oídos sordos al dolor ni a la agonía que su omega siente.

La llegada de Izuku representa no solo una voz que interceda entre ellos, también se convierte en el objeto de ataque favorito de Neito.

—¿Qué tan estúpido tienes que ser para venir aquí por tu propia voluntad?

—Quería ayudar.

—¿Ayudar? ¿A qué? ¿A prolongar nuestra miserable existencia para que el dolor siga?

—Podemos cambiarlo.

—¿Tú y quiénes? No hay nadie que luche aquí. No hay nadie que haga una diferencia.

—Los hay.

—Oh, sí, he oído sobre ellos. Son los que se deshacen de sus hijos. Bien, yo no necesito ayuda con eso. He perdido tres, todo sin ayuda de nadie.

—Lo siento.

—¿Por qué? Mis hijos son lo suficientemente inteligentes para saber que no les conviene nacer en este mundo. Prefieren morir que vivir en esta jaula.

—¿Hace cuánto...?

—¡Cállate!, ¿quién te ha dicho que puedes hacerme preguntas? Solo cierra la boca y desaparece.

Se encuentra en un estado de depresión que lo hace saltar de una emoción a otra sin pausa ni aviso. Puede gritar y maldecir a viva voz durante largo rato hasta que se calla, se gira y llora con los dientes apretados y el cuerpo tenso.

En esa cúpula no existe un escondrijo donde Izuku pueda descansar durante el día, tiene que quedarse en la zona de las jaulas. Si Neito lo permite puede dormir en su celda mientras los alfa se marchan a trabajar, si el omega necesita espacio Izuku suele acomodarse en cualquier otra esquina.

De vez en cuando Izuku se turna con algún omega para bajar a la cocina en su lugar, se viste como uno de ellos y trabaja organizando los suministros, elaborando infusiones, medicinas y ayudando a mejorar la dieta del grupo en general. Es repetir el mismo trabajo que hizo en la cúpula de Itsuka, pero ahora está solo y son pocos los omega que se animan a ayudarlo. La diferencia entre ambas cúpulas es muy grande.

Itsuka es la voz y la guía en su grupo, la que instiga, hace preguntas y se impone. En la cúpula de Neito nadie tiene ese papel, la diferencia no solo se muestra en cómo se comportan al verlo -algunos desconfían, otros son tímidos-, sino en el número de consortes encinta. Hay casi el doble de jóvenes omega embarazados.

Hay uno en particular cuyo alfa ha tomado la decisión de mudarse a otro piso.

—¿Por qué lo hacen?,—le pregunta Izuku a Hitoshi, en uno de los raros días en los que Neito duerme tras una larga lucha por cambiar sus vendas y revisar sus heridas—Se supone que durante los últimos tres meses es cuando el omega empieza a preparar su nido, necesita de su alfa para prepararse para el parto. Me sorprende que no sienta el impulso de querer quedarse junto a él.

—¿No te has dado cuenta?

—¿De qué?

—El aroma.

Izuku parpadea y lo entiende. El omega ha cruzado la barrera de los siete meses, su aroma natural -limón- ha comenzado a desvanecerse para dar paso a los inconfundibles trazos de la miel y la leche. Llegará un momento en que su aroma sea enteramente como leche dulce.

—Espera, ¿me estás diciendo que es algo común?, ¿otros alfa lo han hecho?

—No todos, pero algunos prefieren distanciarse por un tiempo.

—¿Quién cuida de los omega?

—Sus compañeros... a veces los omega sin lengua bajan para echar una mano.

—Pero el aroma a miel empieza a presentarse desde dos o hasta tres meses antes.

—Y aun así verás a un alfa durmiendo cerca de las escaleras o en algún rincón oscuro durante ese tiempo.

—Pero no es como si fuera lo mismo.

Hitoshi bosteza, las ojeras en su cara siempre son profundas y marcadas. Siempre es el último en dormirse y el primero en despertar.

—No es lo mismo—insiste Izuku.

—¿Tú notas la diferencia?

—Bueno, solo he estado frente al incienso una vez, pero tiene unos tonos muy dulces, empalagosos. Supe que no era natural.

—En el fondo todos sabemos que hay una diferencia. No reaccionamos igual, no te deja en blanco, pero cuando lo hueles... siento justos no todos huyen, pero es difícil. Si alguna vez salimos de aquí... aahh, creo que cualquiera que salga de aquí no podrá volver a oler ese aroma sin sentir miedo y repulsión. Es terrible pensar que incluso nos han arrebatado algo tan simple como eso.

—Pero después del parto el omega sigue oliendo a leche, al menos durante un par de semanas más, ¿aún entonces los evitan?

—A veces, cuando el omega recupera su aroma normal el alfa vuelve a su celda. Lo cierto es que muchos agradecen que los cachorros no se queden después del parto.

—¿Es porqué ellos también huelen a leche dulce?

—Más que los padres, sí.

Izuku asiente en silencio y deja que la conversación muera. Esa noche le toca hacer turno en el piso superior y mientras trabaja no deja de pensar en esa conversación.

Los cachorros huelen a leche.

La idea no lo deja en paz, y durante los siguientes días regresa a él una y otra vez, mientras come, mientras atiende a sus pacientes, mientras intenta dormir.

Los cachorros huelen a leche.

El aroma a limón desaparece completamente y es sustituido por el delicado aroma a leche dulce que lentamente se espesa. Izuku hace visitas constantes, sabe que una vez que el aroma alcance su nota más alta será cuestión de días para el parto.

Pero incluso mientras el aroma a leche se espesa, Izuku nota sutiles trazos de miedo en él. Miedo. Tristeza. Dolor. Son tenues, pero están ahí, y resultan inconfundibles cuando se pasa mucho tiempo junto al omega.

Conforme pasan los días Izuku mantiene su atención en su nuevo paciente, intentando recordar el aroma del incienso que los enemigos utilizan. Le resulta imposible de creer que pudieran imitar una nota tan perfecta, incluso potenciarla, siendo que el aroma original tiene que estar forzosamente contaminado con las emociones del omega.

Incluso después del parto, piensa Izuku un día mientras intenta dormir, el aroma a leche solo durara un par de semanas antes de que el omega recupere su aroma natural. ¿En qué momento y cómo lo han copiado? No veo que bajen para tomar su sangre, ni para estudiarlos. Los dejan languidecer en estas celdas sin ayuda. No mueren porque el vínculo les permite soportar el dolor, pero si no fuera ese el caso...

Izuku deja de revolverse entre las mantas y se mira las manos.

El índice de mortandad entre los omegas es alto, pero no tan alto como sería si no tuvieran un compañero. La presencia de su alfa le da seguridad, conforte y apoyo emocional. ¿Por eso los obligan a emparejarse?, ¿para evitar que la mayoría de los omega mueran durante el embarazo?, ¿por qué?

Los cachorros huelen a leche. El pensamiento vuelve a él con fuerza, sabe que es importante, pero su mente se niega a unir extremos.

Lo cachorros huelen a leche, se dice, ellos huelen a miel con leche con una intensidad aún mayor que la de los padres. Espera, retrocedamos un poco. Durante los dos últimos meses del embarazo el aroma del omega empieza a mutar, empieza a adquirir el característico aroma a miel y leche. El aroma que identifica a un omega encinta, el que activa la reacción protectora de su alfa y que genera feromonas para disuadir a cualquier atacante. Ese aroma crece hasta alcanzar su punto máximo entonces llega el momento del parto. Después de algunas semanas el omega recuperara su aroma natural y son los cachorros los que huelen a miel dulce, pero no para siempre. Los cachorros dejan de oler a miel cuando adquieren su propio aroma, lo cual sucede casi siempre al año de haber nacidos.

Izuku se echa a temblar.

—Al año—murmura en voz baja mientras se acuerda de lo que Itsuka le dijo.

"Ninguno de nuestros hijos vive más allá de un año"

Se endereza entre las mantas con los ojos fijos en algo que no está ahí.

Están usando a los cachorros para crear el incienso y cuando dejan de ser útiles se deshacen de ellos. Para asegurarse de un flujo estable de bebés usan los emparejamientos. No importa los fracasos que tengan, ¿cuánto incienso puede proporcionarles un bebé que vive y respira durante un año entero? Un cachorro que no siente miedo, alguien cuyo aroma no está contaminado con el estrés y la muerte.

Se aparta de su nicho y se levanta, pero no hay nadie con él. El grupo alfa está trabajando y el grupo omega están en sus labores diarias. Con él solo está Neito encogido en su esquina.

Respira

Se obliga a sentarse de nuevo.

Todos creen que el aroma pertenece a un omega encinta, pero no es así... es el aroma de sus hijos... pero si es así entonces mi teoría es cierta. El incienso no funciona si hay un omega presente... ¿será suficiente? ¿solo estar ahí?, ¿o necesita algo más?

Las preguntas no lo dejan en paz, no consigue dormir mientras desecha teorías y propone hipótesis. Esa noche cuando Hitoshi vuelve de trabajar Izuku lo aborda apenas cruza la puerta de la celda.

—Necesito tu ayuda.

—¿Para qué?

—Necesito que hagas un mapa con todos los túneles que conoces. Necesito que me enseñes dónde están las cúpulas de las nuevas parejas, el túnel que lleva hasta el embarcadero, y la salida que me prometiste.

—Neito aún...

—Seguiré aquí hasta que este fuera de peligro, pero no puedo perder más tiempo.

—¿Por qué quieres ir al embarcadero? La vigilancia allá es imposible de burlar.

—Conozco alguien que trabaja en la prisión que está cerca de la entrada, tengo que verlo, tengo que hablar con él y convencerlo de que envíe una carta.

—¿A quién vas a escribirle?

—A Kamui, con suerte él podrá comunicarse con Aizawa...

—¿Aizawa? ¿Shota Aizawa?

—¿Lo conoces?

—¿Quién eres?, ¿por qué estás aquí?

—Es una larga historia.

—Pues quiero oírla.

—¿Qué? No, no tengo tiempo. Tienes qué...

Hitoshi lo aferra del brazo antes de que pueda decir nada más.

—Shota Aizawa es hermano de mi madre, es mi tío, ¿cómo lo conoces?, ¿él sabe que estás aquí? ¿cómo puede ser posible que él te haya mandado aquí?

—Eh, suelta, no, él no me mando, ¡suéltame!

Se frota el brazo y mira a Hitoshi que le devuelve una expresión llena de ansiedad.

—Te contaré la verdad si prometes darme los mapas y ayudarme a enviar el mensaje.

—Si de verdad conoces a Aizawa, te ayudaré en lo que sea.

—¿De verdad?

—Sí.

—Bien, quiero que te quedes aquí mañana.

—¿Qué? No, castigarán a Neito si falto al trabajo.

—No vas a faltar, necesito que me dejes ocupar tu lugar.

[...]


n/a

Buena Noticia: Sabemos dónde anda el príncipe
Mala Noticia: No lo dejan marchar

Buena Noticia: Tenemos Kirikami
Mala Noticia: Denki tiene admiradores hasta por debajo de las piedras y Eijirou no sabe qué hacer.

Buenas Noticias: Izuku es un chico inteligente que tiene la oportunidad de reunir información y sacar conclusiones a la velocidad de la luz.
Mala Noticia: Ahora ha decidido jugar a ser Sherlock Holmes, ¿qué puede salir mal?


Bien, para quien no sigue mi blog. Hice un mapa de Hosu por si alguien quiere darse una idea de la distancia que separa a nuestros protagonistas. Está en la sección de material extra.

Ahora, tenía intenciones de publicar dos capítulos este mes, pero no creo que se pueda porque tengo otros pendientes que intentare terminar (cuentos navideños bhna), así que creo que este será el último capítulo del año. Regresaremos en Enero con el desenlace a la incursión de Izuku y por fin el encuentro con el príncipe.

¡Felices Fiestas! ¡Feliz año nuevo!

Mil gracias por leer, por comentar. Todos y cada uno de ustedes son geniales y cada sonrisa, lagrima y grito empujan está historia un poquito más. 

Gracias por acompañarme en este año, gracias por leer. Ha sido maravilloso conocerlos e interactuar con ustedes. Sin duda me han alegrado los días y escribir se vuelve un poco más fácil (no mucho porque no son milagrosos pero algo es algo) XD

Que pasen buenas fiestas, que pasen una excelente navidad. Sueñen grande y coman rico y disfruten de su tiempo con la familia. Y si no les gusta su familia, disfruten leyendo buenas historias, comiendo y consintiendose con algo delicioso. 

Estas fechas no siempre son alegres, pero siempre hay historias maravillosas que nos hacen sonreír y personajes a los que queremos ver dandose achuchones. Así que animo.

Muchos saludos y los mejores deseos.

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