𝗻𝗲𝘂𝗳. 𝗹𝗲𝘀 𝗰𝗼𝘂𝘀𝗶𝗻𝘀
capítulo nueve:
los primos
Por primera vez en tres años, Capella salió del Expreso de Hogwarts sin los habituales nervios que sentía por ver a su padre habiendo desobedecido sus órdenes. Se sentía tan extraño que se preocupó por haberse olvidado de algún detalle que pudiera indicar que había hecho algo malo. No se había enterado de sus quedadas con Andromeda, o le habría mandado una carta amenazante.
Se relajó casi por completo cuando, al llegar a su casa, su padre no le agarró del brazo y tiró de ella hasta llevarla a una habitación para torturarla. Él solo la ignoró, como si no existiera apenas, y se marchó escaleras arriba.
Aunque ella estaba aliviada por el hecho de pasar unas Navidades tranquila, su calma se interrumpió al ver a Sirius. Como era costumbre, la familia Black se reunía en una de las casas para celebrar el 25 de diciembre, y aquel año debían asistir a la cena en casa de Cetus, y Gaia Black. Cetus era el hermano de Orion, el padre de Sirius.
Cetus y Gaia tenían un solo hijo, Cetus Black II, quien estaba cursando su último año de la escuela. Los tres eran personas horribles, por lo que Capella había podido comprobar. Cetus padre era despiadado y manipulador. Pocas ocasiones habrían sido en las que alguien hubiera conseguido engañarlo.
Por su parte, Gaia irradiaba locura. Miraba a los demás con sus aterradores ojos negros con tanta intensidad como si pudiera leerte la mente. A Capella le asustaba porque daba la sensación de que su mirada te seguía por todas partes.
Estaba claro que Cetus hijo no iba a salir muy bien con la educación que ambos le dieron. Era un muchacho alto, con los ojos de su madre y el rostro surcado de pecas; algo curioso, puesto que ninguno de sus padres las tenía.
Mientras cenaban, lo único que se escuchaba eran las continuas quejas sobre los muggles que los mayores soltaban, los cotilleos de los nuevos matrimonios entre sangres pura y las noticias de las más recientes acciones del Señor Tenebroso. De lo último solían hablar cuando los más pequeños se marchaban, pero desde ese año se cortaban menos a la hora de debatir los ideales que sus seguidores admiraban. Capella sabía que en su familia había varios mortífagos, aunque eso sí lo mantenían en relativo secreto frente a los niños, para que no se fueran de la lengua. Aun así, tenía sospechas respaldadas de que su propio padre lo era, y era claro que Bellatrix también. No dudaba que muchos de sus primos y hermanos se sumaran próximamente a la lista.
Sin embargo, lo que más preocupaba a Capella en aquella cena no era otra cosa que Sirius. Estaba muy callado y serio, y no le hablaba entre cuchicheos como solían hacer cuando los adultos apartaban la mirada. Se dedicaba a mirar su plato y darle vueltas a la comida, sin apenas probar bocado.
Al final de la cena, cuando solían echar a los menores de diecisiete de la mesa, Cetus padre pidió silencio, ya que aparentemente tenían grandes noticias que contar.
—He de dar una gran noticia para nuestra familia, una de las más importantes familias sangre pura de Gran Bretaña. Es por esto, que ha sido un desafío encontrar la candidata ideal para que contraiga matrimonio con mi hijo Cetus. Sin embargo, me complace anunciar que la hemos encontrado.
Durante unos segundos, el silencio inundó la sala, no pudo escucharse ni el vuelo de una mosca. Todos observaban, expectantes, a que prosiguiera con su discurso y delatar a quién sería la futura esposa de su hijo.
Sin embargo, él no continuó hablando, tan solo se quedó mirando a Nashira, como si esperase que ella dijera algo. Y así fue, la chica también se puso en pie.
—Padre, tío Cetus, primo Cetus y yo hemos hablado y hemos llegado a la conclusión de que lo mejor será que ambos nos casemos para mantener el nombre de la familia.
Las reacciones de todos fueron muy variadas, empezando por el espanto en la cara de Agatha. Intentó ocultarlo lo mejor posible, pero se veía como si alguien acabase de apuñalarle por la espalda. Gaia parecía feliz, o al menos eso pensaba Capella, porque sonreía sin contemplaciones.
Ella, sin embargo, no supo qué cara debió de poner, lo único en lo que podía concentrarse era en que su hermana iba a casarse con su primo. Nashira mantenía serio su rostro, observando con cautela a ambos Cetus, y Capella buscó cualquier rastro de arrepentimiento en su expresión.
Walburga se levantó de su asiento con la sonrisa más grande que había visto en ella en toda su vida, y le dio un largo abrazo a Nashira. Sus sobrinos estaban siguiendo sus pasos, y se sentía halagada por ello.
—Estoy muy orgullosa de los dos, habéis tomado la decisión más acertada —aseguró, mirando alternativamente a sus dos sobrinos.
La celebración se prolongó una hora, pasada la cual sí pudieron marcharse los más pequeños. Solo que, en aquella ocasión, Nashira permaneció en la mesa. Todavía no había cumplido los dieciséis, le faltaba menos de un mes, pero consideraron que, por aquel día, podía quedarse con ellos.
En aquella casa no podían ir a las habitaciones, pero sí que había un salón donde Perseus y Regulus se quedaron, y otra sala de estar más pequeña donde fueron Sirius, Capella y Deneb. Ahora, además de decaído, Sirius parecía confundido. Aunque lo más probable era que fuera por el futuro matrimonio entre ambos primos, que le recordaba al de sus propios padres. Ambos, Cetus y Nashira, eran primos hermanos de Sirius, y se sentía extraño.
—¿De verdad Nashira se va a... a casar con el primo Cetus? —preguntó Deneb, rompiendo el silencio de la sala.
—Sí, Den. Bonitas tradiciones de la familia Black —respondió Capella en un tono irónico.
—Eso es raro.
—Los padres de Sirius también son primos.
Deneb hizo una mueca, ya lo sabía, pero no dejaba de ser asqueroso para ella.
—No quiero hablar de mis padres —gruñó Sirius, siendo eso lo primero que salía de su boca en toda la noche—. Los odio a los dos.
Sus dos primas se quedaron observándolo con expresión interrogativa. A Capella no le sorprendía que odiase a sus padres, pero quería saber por qué, en específico, los aborrecía esta vez.
—¿Qué ha pasado, Sirius?
—¿Qué va a pasar? —respondió él con sarcasmo—. Lo mismo de siempre, pero cada año es peor.
Capella le miró con ojos preocupados, mientras que Deneb no llegaba a entender del todo de qué hablaban. Ella todavía no iba a Hogwarts. Ella todavía no era una decepción. ¿Llegaría a serlo algún día? Capella no tenía claro si prefería que su hermana fuera una traidora y sufriese las consecuencias, o que permaneciera a las órdenes de su familia hasta que fuera lo suficientemente mayor. Lo único que sabía era que, pasara lo que pasara, la protegería de la locura Black, no importaba el precio. Deneb era la persona más importante que Capella tenía.
—¿Esta vez por qué? —preguntó Capella con la voz algo débil.
Sirius resopló.
—Colgué unos posters en la pared y Walburga los vio y se enfadó. Mucho.
—¿De qué eran para que se pusiera así? —preguntó ella, entre preocupada y curiosa.
—Eran posters de chicas muggles en bikini —dijo con un asomo de sonrisa.
—¿Tienes posters de chicas en bikini en tu habitación? ¿En serio?
—Tenía —corrigió él—. Walburga los ha quemado todos, y a este paso lo próximo que quemará será mi nombre del árbol genealógico del tapiz. Pero me da igual, ojalá lo haga pronto. De todas formas, este curso aprenderé a hacer un hechizo para fijar los posters en la pared. Tendré que pedirle a Peter que me consiga más.
Capella no dejó de preguntarle durante toda la noche por qué quería tener el cuarto lleno de fotografías de chicas semidesnudas, y Sirius le daba vagas respuestas. Solo lo había hecho para cabrear a su madre, no esperaba que fuera a enfurecerla tanto, pero no se arrepentía de nada.
Sirius llevaba mucho tiempo dándole vueltas a algo en su cabeza. Pensó que, tal vez si decoraba su habitación de esa forma, podría olvidarse del tema. Pero no fue así, porque seguía y seguía y no se quitaba esos pensamientos de la mente. No lo había hablado con nadie, y por el momento pensaba dejarlo así. No quería que nadie pensara que era un bicho raro, y conociendo a su familia seguro que no le deparaba nada bueno.
No creía que hubiera nada malo en él, pero ¿qué pensarían los demás? ¿Le darían de lado sus amigos, también? Tal vez le comprendieran. Puede que, incluso, uno de ellos lo entendiera mejor que ninguno. Sirius no podría ocultarlo durante mucho tiempo, pero lo haría todo lo que pudiera.
que conste que yo no apruebo el incesto pero los Black sí vale? es mirar el árbol genealógico y ver rayas cruzándose por todas partes
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro