O2
Que hermoso es levantarse y saber que hoy no hay que ir a trabajar. Amo los fines de semana.
Me levanté más tarde que de costumbre, fui hasta la cocina en nada más que bóxer, me preparé un cereal con yogurt y me senté en el sofá a comerlo mientras miraba la tele. Mientras veía una propaganda de comida rápida caí en cuenta de que me había quedado sin nada para preparar el almuerzo, así que con mucha flojera me fui a vestir, salí de mi departamento y bajé las escaleras pensando en la fuerza que requeriría subirlas nuevamente, pues para mi desgracia el ascensor estaba en reparación. Ya en el recibidor recordé al guapo botones y me aseguré de que estuviera presentable.
―Buenos días señor Lee ―saludó el guapo rubio ni bien me vio. Se acercó y como hizo ayer, depositó un beso sobre el dorso de mi diestra ―. Hoy ve más deslumbrante que ayer ―halagó cortésmente.
Sin poder evitarlo me sonrojé al instante y reí de forma nerviosa, pero encantado con su elogio. Estaba más que claro que ya había caído bajo mis encantos.
―Gracias Christopher. Debo admitir que ese traje te sienta muy bien ― dije mientras me dirigía hacia la entrada del edificio. Giré mi cabeza un poco para dedicarle una sonrisa traviesa. ―Resalta tu cuerpo ―lo vi reír y guiñarme un ojo antes de que ya saliera por la puerta.
Caminé satisfecho y orgulloso de mis habilidades para ligar.
Unas cuatro cuadras después llegué al supermercado, agarré un carrito y entré. Cargué un poco de todo, dejando para lo último la sección de vinos. Mientras recorría aquella sesión, mi mente se debatía para decidir si llevaría vino tinto o blanco, y fue en medio de mi lucha mental que una voz ronca me interrumpió. Sorprendido, di un brinco y giré a mirar de inmediato a quien me había hablado, y para mi sorpresa era el chico gótico del tren.
―Tú...Changbum, me asustaste ―dije aún sorprendido, mientras rogaba para no haberme equivocado en su nombre.
―Es Changbin ―corrigió él, risueño ―. Lo siento por asustarlo, no era mi intención ―se disculpó respetuosamente, más la pequeña sonrisa en su rostro demostraba lo contrario.
Su afilada mirada se dirigió hacia mis manos, las cuales sostenían un par de botellas de vino.
―¿Necesita ayuda para decidirse? ―preguntó con curiosidad, y yo asentí ―. Le recomiendo este vino ―agarró una marca que había al lado y me lo dio ―. Es realmente bueno para tomar en la noche después de un día tranquilo.
―Oh gracias, confiaré en tus gustos entonces ―le agradecí viendo la botella ―. Espera. ¿Qué edad tienes?, no pareces legal ―pregunté cauteloso, tras analizar la cara de bebé que tenía.
―Que mi cara no lo engañe. Tengo 22 ―contestó con seguridad, sorprendiéndome una vez más.
Lo escanee con la mirada, notando unas piernas musculosas, una pequeña cintura y hombros anchos. No estaba para nada para ser sinceros.
―Oye, ahora que lo recuerdo, me diste tu chaqueta de cuero ayer, al salir del tren ―recordé de repente ―. Gracias por prestármela, si quieres, esta noche ve a mi departamento, queda cerca de acá. Como agradecimiento podríamos tomar el vino juntos, y de paso te devuelvo la chaqueta ―propuse sin pensarlo mucho. No perdía nada con intentarlo, era un buen juego y podía notar interés en su mirada.
―Me parece bien ―aceptó él, dejando ver una linda sonrisa de dientes blancos.
Me quedé por unos segundos mirando su adorable sonrisa, la cual se me hacía demasiado perfecta y encantadora.
―Entonces, esta noche a las 9 te espero, esta es mi dirección ―en un pedazo del papel donde había anotado las compras escribí la dirección del hotel y el número de la habitación, se lo di y me despedí son una sonrisa triunfante antes de marcharme hacia la caja.
Al salir del súper iba pensando en qué debía preparar para comer, pues hoy iba a tener un invitado especial, así que debía cocinar algo ligero y rápido ,no quería demorar mucho.
Al llegar al departamento me dispuse a ordenar y limpiar, ya era todo un chiquero. Una hora y media después de una exhaustiva limpieza ya había terminado todo, mi departamento había recupera su vitalidad. Me recosté sobre el sofá de la sala, exhausto pero satisfecho, miré el reloj y rápidamente me dirigí a la cocina, me preparé ramen instantáneo y al terminar de comer corrí a bañarme. Había calculado mal el tiempo, y entre las distracciones habituales, terminé por perderme en el celular en medio de la limpieza.
«40 minutos», me repetí en la cabeza. Faltaba poco para la hora acordada.
Me tomé mi tiempo para ducharme en tanto les daba un recital gratuito a los productos de higiene, y una vez culminada mi tarea me dirigí nuevamente hasta mi habitación, despidiéndome de mis siempre fieles fans; el shampoo Dove, su pareja el acondicionador, y sus amigos esponja y jabón.
Quedaban unos 20 minutos más antes de la llegada de mi esperado invitado, así que sin perder más tiempo elegí mi outfit sensual y aesthetic para la ocasión; un jean negro y ceñido, y una camisa de mangas cortas del mismo color. Como toque final peiné mi cabello con un poco de gel para darle forma y me maquillé levemente.
Cuando mi mirada se dirigió nuevamente hacia el reloj, el sonido del timbre se hizo escuchar.
—Buenas noches, hyung —me saludó ni bien abrí la puerta —. No pensé que pudiera verse más guapo, pero veo que me equivoqué —halagó mientras sus ojos me recorrían de pies a cabeza.
—Tú también te ves guapo, Changbin —contesté tras observarlo más detenidamente.
Llevaba un jean azul oscuro, una remera de mangas cortas de color negro y unos borcegos negros más brillantes que mi futuro.
―Pasa, siéntete como en casa ―le invité, haciéndome a un lado para dejarle pasar.
Él agradeció tímidamente y procedió a entrar al departamento.
―Toma asiento. Traeré el vino ―dije mientras señalaba el sofá de la sala.
Me dirigí una vez más a la cocina, busqué el vino y un par de finas copas, y con el corazón desembocado por la emoción volví a la sala.
«Tranquilo Minho, ningún león te está persiguiendo», me repetía una y otra vez, en un intento de calmar los nervios. Me sentía como un adolescente en su primera cita.
Al volver con Changbin, me senté con él y llené las copas de inmediato. Necesitaba un poco de alcohol en mi organismo para entrar en modo extrovertido.
Y mientras comenzamos a tomar, empezamos una charla amena y casual para así ir conociéndonos mutuamente, después de todo éramos unos completos desconocidos que se hablaron un par de veces en momentos aleatorios. No obstante, a medida que la charla se iba desarrollando, descubrí que Changbin era más interesante de lo que aparentaba, él hablaba de temas interesantes, y no me costó mucho darme cuenta de lo inteligente que era, aunque no era sorpresa siendo que estaba estudiando para ser un licenciado en matemática. Además, era bastante sexy y me decía justo lo que quería oír.
El tiempo se me hizo más relativo de lo que era, quizás debido al vino, quizás porque Changbin parecía ser alguien de labia fluida. Hablamos de todo, trabajo, estudio, relaciones, hasta que llegamos al tema de las familias; yo le conté que me había mudado desde Gimpo a Seúl para tener un mejor trabajo y ayudar económicamente a mis padres, ya que éramos de bajos recursos. Él por su lado me contó que hacía unas semanas se había mudado con su padre a una casa ubicada a un par de cuadras del hotel, pues sus padres se habían separado hace poco y el hombre consiguió un nuevo trabajo. Tras contarme sobre aquello su semblante pareció cambiar a uno más apagado, lo que me hizo pensar en que habíamos tocado un tema sensible para él.
—Lo siento Changbin, sé que esta situación puede ser algo difícil de sobrellevar —y guiado por un extraño sentimiento de protección, lo abracé suavemente por los hombros, a lo que él correspondió con naturalidad, como si nos conociéramos de toda la vida —. Eres un chico fuerte, sé que podrás salir adelante con tu padre. Se tienen a ustedes, lo importante es que ambos se den aliento y superen esta faceta de su vida —lo tomé por la barbilla y levanté su mirada para que se conectara con la mía.
Era raro para mí, pues nunca fui bueno para consolar a las personas, y realmente odio hacerlo, porque me incomoda mucho este tipo de situación. Pero algo dentro de mí quería que ése chico no estuviera triste, desde que vi hermosa sonrisa no había parado de pensar en lo adorable que era.
—Hyung...—susurró bajando su mirada hacia mis labios —Gracias —musitó.
Y sin más, sus labios chocaron contra los míos en un suave e inocente beso, fue casto y corto, pero las cosquillas que recorrieron mi pecho fueron tan intensas como un huracán. Al separarnos mantuvimos un contacto visual penetrante y tenso, nuestras sienes unidas provocando que ambas respiraciones se entremezclaran inevitablemente.
—Quiero besarte, hyung —dijo con voz ronca.
—Ya lo hiciste, idiota —reí yo, para luego tomar su rostro entre mis manos y volver a besarlo, ahora poniendo ritmo y movimiento a la unión de nuestros labios.
Mientras nuestros labios se fundían en un hambriento intento de llegar más profunda en la boca del otro, yo iba siendo recostado sobre el sofá, dejando a Changbin sobre mí. Sus labios dejaron los míos para ir esparciendo un camino de besos por mi cuello, que luego volvió a subir hasta una de mis orejas, lamiendo de forma obscena ahí, para volver a descender ahora más abajo. Mordía suave y lentamente mis hombros, a la par que se encargaba de desabotonar mi camisa, dejando mi pecho al descubierto, lo admiró por un momento, justo antes de acercarse para chuparlos y jugar con mi pezones, que tan sensibles eran al contacto de su ávida lengua, y cuando se atrevió a dejar una mordida en uno de ellos mi espalda se arqueó levemente; era una sensación tan dolorosa como placentera.
Lo que había comenzado como una plática amena había mutado a una situación apasionada y libidinosa. Y no bastó mucho tiempo para que cada prenda en nuestros cuerpos fueran desparramadas en el piso de la sala, dejándonos tan expuestos como un libro abierto.
Changbin podía ser más joven que yo, un treintañero en medio de su adultez, pero la habilidosas manos que portaba destellaban tal experiencia y emoción, caracterizadas por el entusiasmo típico de un hombre en la flor de su juventud. Cada una de sus caricias tenían un efecto fuerte en mi cuerpo, haciéndome sentir tan deseado y sumiso, tan dispuesto a dejarlo dominarme por completo.
A comparación de su figura tosca y tonificada, Changbin denotaba una sutileza sinigual en la forma en la que me tocaba, y se encargó de estimularme y prepararme cuidadosamente, como si temiera romperme. Cuando el momento tan esperado llegó, su mirada afilada se mantuvo conectada a la mía, a la par que comenzaba a abrirse paso dentro de mí.
—Mhn, no te contengas. Estaré bien —gemí emocionado al sentirlo completamente adentro.
Entonces un vaivén suave pero certero dio comienzo a un frenesí delicioso y emocionante, las estocadas eran lo suficientemente profundas como para encontrar mi próstata casi de inmediato, sus caderas se meneaban de una forma tan sensual y ruda, apuñalando mi interior con una constancia enloquecedora. Mis piernas apoyadas en sus hombros dejaban un buen acceso a su miembro caliente y palpitante, que quemaba mis entrañas como el infierno.
—Hyung, en cuatro —dijo agitado. Su largo y ondulado flequillo se le pegaba en la cara debido a la transpiración, mientras que en la otra división de su cabello era sostenida por su perforada oreja. Dejando una vista realmente sexy y adorable a la vez.
Haciendo caso a su petición, me sostuve sobre mis manos y rodillas a lo largo del sofá. No pasó ni cinco segundos cuando volví a sentirlo introducirse dentro de mí, para retomas las estocadas ahora a un ritmo más rápido y fuerte.
—C-changbin, ya no aguanto, mhn. D-dios—dije con dificultad.
Sentía el característico hormigueo recorrer la zona de mi pelvis, avisando de un próximo orgasmo.
Changbin entonces intensificó aún más las embestidas, provocando que los golpes en mi próstata se fueran haciendo cada vez más profundos y duros, enviándome escalofríos en todo el cuerpo que me hacían sentir en el mismísimo cielo.
Sus manos se guiaron a mi cintura, envolviéndola en un fuerte agarre. Las envestidas para este punto se habían vuelto salvajes, tan fuertes y rápidas que mi cuerpo se sacudía como si de un muñeco de trapo se tratara. Los gemidos de ambos se volvieron gritos de placer, que eran acompañados con el chapoteo de nuestras pieles chocando una y otra vez.
Y tras llegar al tan esperado clímax, pude sentirlo llenándome con su caliente esencia, esparciendo una calidez satisfactoria en mi interior.
Sin soportarlo más, mi cuerpo ya sin fuerzas se desplomó sobre el mueble de cuero sintético, seguido de Changbin a mi lado.
El reloj de pared marcaba las 1 am, no era tan tarde, pero estaba muy cansado, por lo que me levanté a duras penas con la intención de irme a mi cuarto. Y en medio del trayecto giré a mirarlo.
— ¿Vienes?—pregunté al ver su mirada expectante.
—S-sí —respondió levantándose de inmediato.
Su sonrisa adorable amenazaba con darme un diagnóstico de diabetes tipo 2.
Está más que obvio decir que se quedó a dormir, no sin antes tener un segundo round en mi cama. Eran ya las 3 cuando habíamos saciado y cansado nuestros cuerpos, lo último que recuerdo antes de cerrar los ojos era la hermosa y marcada espalda de Changbin, que esa noche pasaría a ser mi almohada favorita.
Abrí los ojos de golpe. Sobresaltado y enojado tantee la mesa de luz a mi lado, agarrando el celular y contestado a la llamada que había arruinado mi plácido sueño.
—Hyung. ¿Vendrás? No me digas que lo olvidaste —preguntó una voz conocida.
—Jisung. ¿De qué mierda hablas?—pregunté a mi amigo. No recordaba haber planeado nada para el día de hoy.
—Lee Minho, te recuerdo que hoy es el cumpleaños del hermoso, sexy y adorable chico que tienes a tu lado desde que naciste.
—....
—Es mi cumpleaños, hyung idiota. A las 3 te quiero en mi casa, si no vienes me enojaré mucho —el tono amenazante en su voz me hizo saber que estaba en problemas, sin embargo, cuando iba a decirle algo colgó, y eso sólo significaba una cosa; estaba ofendido y debía comprarle un buen regalo y actuar extremadamente cariñoso para ser perdonado.
Dejé el celular sobre la mesa y al mirar a mi costado, el que había sido mi invitado la noche anterior ya no estaba. Sin embargo, no me fue difícil encontrar su figura ubicada en el balcón, estaba fumando un cigarrillo mientras miraba la cuidad.
Me acerqué hacia él, haciendo que se sobresaltara un poco cuando rodee su pequeña cintura con mis brazos.
—Pensé que te habías ido —le dije recostando mi cara en su espalda.
Me sentía muy cansado aun, y quería seguir durmiendo, lo cual por obvias razones no podría ser.
—No me iría sin despedirme —contestó con una media sonrisa al girarse, agarrando mis brazos y rodeándose la cintura nuevamente.
—Eres todo un caballero ―dije entre risas.
—Por supuesto, soy un chico de bien ―contestó él, devolviéndome la sonrisa.
Su cara a escasos centímetros de mi cara terminó por bajar hasta mi cuello, causándome escalofríos. Los besos suaves y sensuales tuvieron un rápido efecto en mi cuerpo, efectos que me llevaron a tener sexo mañanero en el balcón. Hacerlo al aire libre no era de mi agrado, no desde que me descubrieron en el patio de mi antigua casa con un amigo de mi papá. No voy a contar con exactitud esa situación, pero fue evidente que el hombre y mi padre no volvieron a hablarse desde entonces, puesto que en aquél tiempo yo era menor de edad; y por supuesto también me castigaron, dándome el sermón más largo de mi vida y dejándome un mes entero sin salir de la casa si no era en compañía de mamá.
—Gracias por la comida, Minho hyung. Pero creo que es hora de irme, papá está preocupado, tengo cuatro llamadas perdidas —dijo Changbin preocupado, luego de terminar el almuerzo.
Pobre chico, yo ya había pasado por lo mismo en mi juventud; mientras más llamadas perdidas más grande será el regaño.
—Está bien, te acompañaré hasta la entrada, yo también debería irme —contesté mientras miraba mi reloj. Faltaba media hora para las tres, y la casa de Jisung no quedaba precisamente cerca.
Bajamos casi corriendo las escaleras, yo apurado por ir a la casa de mi -probablemente enojado- amigo, y él asustado al ver que su padre estaba llamándolo por quinta vez. Al llegar al lobby fui detenido por la espalda de Changbin, quien se había detenido abruptamente. Confundido, me asomé para ver qué sucedió, pero cuando vi hacia donde estaba dirigida su mirada no supe entender por qué estaba tan tenso; para mi sorpresa, el aura de chico malo que me fue presentada cambió drásticamente a una sumisa.
—Te llamé cinco veces y no me atendiste, y para colmo ni siquiera me avisaste que ibas a dormir fuera de casa.
Me mantuve quieto, simplemente observando mientras trataba de entender la situación.
—Lo siento, no me di cuenta que tenía el celular en silencio —fue la excusa del menor, una muy pobre y trillada excusa que por cierto no era verdad.
Imaginen mi cara de sorpresa al ver que el nuevo -y ahora rasurado- botones se abalanzó a abrazar a mi nuevo amante.
—N-no hagas esto en público —se quejó Changbin cuando el rubio comenzó a repartir pequeños besos por toda su cara, sus manos parecían aferrarse con desesperación a la morena cabeza.
—Me preocupaste, maldito mocoso —dijo Christopher tras detener el bombardeo de besos, para luego mirarlo con una expresión seria —. Te dije que me avisaras a dónde sales. Pensé que te había pasado algo.
—Ehem —carraspeé, llamando la atención del par —. Disculpen que interrumpa su encuentro, pero debo saber, ¿son ustedes pareja?—me atreví a preguntar, pues no quería volver a destruir una relación por culpa de mi ignorancia.
—Señor Lee —exclamó Christopher, sorprendido y un poco avergonzado al darse cuenta de mi presencia —. S-siento que tuviera que ver este comportamiento —se disculpó tan rojo como un tomate —. Y con respecto a su pregunta, este pequeño es-
—Es mi papá —lo interrumpió Changbin.
Mis ojos se abrieron como platos. M esperaba de todo menos esa respuesta, pero me sentí bastante aliviado de saberla, aliviado y totalmente sorprendido, pues no me esperaba que el guapo -y aparentemente joven- botones fuera padre. Y a la vez, también me sentí un poco culpable y abochornado, ya que me había llevado a la cama a su pequeño hijo.
Sin embargo y pesar de la inesperada noticia, la verdad es que no me arrepentía de mis acciones, y definitivamente no me arrepentiría de los planes que llevaría a cabo en un no tan lejano futuro.
Ese atractivo padre tenía que visitar mi departamento. Yo también quería decirle papi.
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Buenos días/tardes/noches mi gente linda. Volví después de un siglo sin actualizar, y por desgracia sigo viva jaja. Sé que siempre me demoro en actualizar, pero en serio que la vida no le gusta mi existencia; se me rompió el celular así que tuve que trabajar (explotarme laboralmente a mí misma) como un mes entero para comprar otro, me llenaron de trabajos finales en la uni, me surgió otro trabajo los fines de semana, tuve una serie de ataques de ansiedad debido a todo lo anterior y a traumas del pasado, hasta que al fin se estabilizó mi vida gracias a las vacaciones. Y ahora sí, esta vez voy a poder ponerme las pilas para escribir. Esta semana voy a estar actualizando las otras historias, así que espérenlas.
Gracias por siempre esperar y perdón de nuevo :((.
Y nada, como siempre digo; voten y comenten si les va gustando esta historia.
Nos vemos en la próxima actualización, bye bye 💫💞.
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