Incómodo, esa era la palabra perfecta para describirlo en ese momento. Eran las 6 pm y debido a que su auto estaba en el taller tuvo que volver hoy en el tren, le tocó ir parado porque todos los asientos ya estaban ocupados, y se aferraba al caño cromado como si su vida dependiera de ello. A su izquierda estaba un tipo gótico con cara de rata que le miraba a cada rato sin disimulo, a su derecha un hombre de no más de cincuenta años con sobrepeso y sudor excesivo, llevaba puesto un pantalón deportivo y una musculosa de apariencia poca higiénica, se sostenía de las manoplas de seguridad y su velluda axila quedaba justo cerca de la cara de Minho, quien intentaba en vano alejarse mientras hacía gestos de arcadas. Y es que ganas no le faltaban para vomitar.

Por décima vez en la tarde sacó su celular para fijarse la hora; 06:05.Bufó con fastidio, pues el tiempo parecía no estar de su lado. Miró a su alrededor para matar el tiempo, al frente, sentado cómodamente, había un niño de regordetas mejillas, éste lo miró burlón y le sacó la lengua.

— ¡Felix, no seas grosero! —le reprendió un rubio a su lado. El niño asintió, y cuando el que suponía era su padre miró hacia otro lado volvió a sacarle la lengua, para luego seguir degustando su paleta.

—Maldito mocoso... —maldijo Minho por lo bajo.

Tanteó su bolso hasta encontrar una cajita de jugo e intentó tomar el contenido, pero el tren se detuvo abruptamente, provocando que mojase su traje nuevo, y se hubiese caído de trasero, de no ser porque unas manos fuertes le sostuvieron por la cintura. Giró a mirar al dueño de éstas, encontrándose con la seria mirada del chico gótico, quien luego lo soltó al ver cómo Minho lo miraba medio cohibido.

—G-gracias...eh...

—Changbin —completó el pelinegro.

—Claro, gracias Changbin —dijo Minho. Luego hizo un par de reverencias y de inmediato arrugó la cara al darse cuenta de lo mojado que estaba.

—Creo que debería secarse, pescará un resfrío —volvió a hablar el más bajo.

La cara de Minho se enrojeció por la vergüenza.

De repente, la voz del operador dio aviso a la llegada de la próxima estación, y justo antes de que Minho saliera por la puerta un abrigo de cuero cubrió sus hombros y espalda.

—Hasta luego, hyung —susurró quién supuso se trataba del chico gótico, muy cerca de su oreja.

El pelinegro pasó a su lado y siguió su camino, ahora sin la chaqueta de cuero que llevaba puesta.

"¡Al fin!", gritó internamente al llegar al hotel. Las piernas dolían de tanto caminar, pues la estación de trenes no estaba muy cerca del hotel.

Tentado con la idea de dormir sobre su cómoda cama, Minho se dirigió hasta la entrada y saludó al botones como de costumbre.

—Buenos días señor.

—Buenos días Seun- —justo antes de entrar al establecimiento, Minho detuvo su andar, tras darse cuenta de que la familiar voz del trabajador no era esa que acostumbraba escuchar —... Tú no eres Seungmin —dijo confundido, mirando al hombre. Y éste, sin levantar la mirada aún, contestó la pregunta interna del castaño.

—Seungmin ha sido ascendido, yo ocuparé su lugar a partir de ahora —dijo el hombre, y tras levantar la mirada, dejó mostrar una sonrisa amable.

Minho tal vez sea un exigente en cuanto a los gustos, pero cuando vio la cara del botones no pudo evitar pensar que era demasiado atractivo, pues por más extraño que sonara, se veía exactamente como el hombre perfecto con el que había soñado; pelo rubio, barba corta y castaña, piel levemente tostada, voz grave, y como extra unos ojos cafés que a simple vista se veían cautivadores y profundos. Sí, ese botones ya tenía el completo interés de Lee Minho.

—Me llamo Christopher Bang—se presentó el hombre, y tras culminar su presentación hizo una reverencia y dejó entrever una media sonrisa al notar la intensa mirada del castaño.

—Lee Minho...—contestó aun en trance al ver su sonrisa.

Por más que las ganas de ir a descansar a su departamento le dominaran, Minho no quería dejar de ver a ese hombre, era como si sus ojos se negasen a querer mirar otra cosa que no fuera él.

—Un placer, señor Lee —dijo el rubio. Sus manos enguantadas tomaron con cuidado las de Minho, para luego depositar un casto beso sobre el dorso de estas.

Minho se sonrojó al instante y se alejó suavemente del hombre, evitando su mirada.

—El placer es mío —contestó Minho, evidentemente avergonzado.

Tal vez esa frase no había sido dicha con doble sentido, pero Christopher no pudo evitar pensar que pronto le daría un significado más complejo y excitante.

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Sé que no son horas de publicar una nueva historia, pero era ahora o nunca je. Esta es una mini historia que publiqué por ahí en el 2017 cuando era army, but cuando me salí del fandom privaticé casi todas las historias de bts, y años después me decidí por adaptarla porque la verdad sí me gustaba esta. Espero que les guste, voy a estar publicando el siguiente capítulo a mediados de la próxima semana.

Y como siempre digo; si les va gustando voten y comenten.

Nos vemos en una próxima actualización, bye bye 💫💞.