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Botado XXVI

Botado

Franco se despertó sobresaltado con ruido de platos rompiéndose. María se sentó a su lado, con el mismo ruido al parecer.

—¿Qué pasa?— murmuró algo dormido.

—Creo que Susy y Tobías están peleando—, susurró María, su rostro lleno de preocupación.

Franco frunció el ceño, pero en ese momento le llegó los gritos de su prima.

—¡Que mierda! ¡Eres un hijo de puta!

Franco se levantó, corriendo las sábanas y se movió a la puerta. María corrió a él y lo detuvo.

—No sé si tendríamos que meternos—, dijo ella.

—Voy a ver qué todo esté bien—, le respondió Franco con una sonrisa tranquilizadora. Él hizo una mueca cuando se escuchó otra cosa romperse—. A este paso me tirarán la casa

María se mordió el labio.

—¡Aléjate dé mí!— gritó su prima y Franco notó como los ojos de María se abrían mucho de repente.

Al final, la que abrió la puerta fue María y se movió más rápido que él. Ella tenía sólo su enorme remera y una tanga, pero se movió como si estuviera vestida para la guerra. Franco corrió tras ella cuando fue a la cocina dónde se estaba produciendo la pelea. Él se detuvo de trás de María.

—¡Dijo que la dejes en paz, Tobías!— gritó María.

Ambos se volvieron hacía ellos con el gritó de ella. Tobías tenía arrinconada a Susy contra el refrigerador, agarrando sus dos manos. Mientras Susy estaba completamente vestida, Tobías tenía sólo un boxer oscuro.

—No es asunto tuyo—, le dijo él con la voz dura y enojado, mientras seguía reteniendo a su novia, aunque ella peleaba por soltarse.

Franco estaba por abrir la boca para decirle que si lo era, pero María habló antes.

—Mas te vale que saques tus manos de ella o te romperé la nariz. Patrick me enseñó a dar un buen puñetazo.¡Te juro Tobías!— gritó dando un paso más—. ¡Te voy a hacer sangrar! ¡Suéltala maldita sea!

Franco se movió para ponerse al lado de María. Susy lo miró con ojos llenos de lágrimas.

— Controla a tu perra, Franco—, gruñó Tobías.

Franco se movió para golpearlo, pero María lo detuvo. Él miró al suelo lleno de vidrios e hizo una mueca.

—Cuida tu boca, Tobías. Suelta a mí prima porque te juro que te partiré la cara yo.

—No es asunto suyo...

— Tobías—, le interrumpió Franco furioso.

Tobías apretó la mandíbula y soltó a Susy lentamente. Ella una vez que tuvo la mano libre hizo que se conectara con fuerza en su mejilla. Susy quiso golpearlo de nuevo, pero Tobías volvió a agarrarla de las muñecas.

—¡Basta maldita sea! ¡No lo hice! ¿Por qué diablos no me crees?— gritó él desesperado.

—¡Sé que lo hiciste!— lloró Susy.

—¿Tienes alguna prueba? Bebé, sólo te quiero a ti. Por favor, no nos hagas esto—, Tobías murmuró las últimas palabras.

—¡Eres un maldito mentiroso!— Susy corrió la cara a un lado.

Franco comenzó a sentirse incómodo. A él no le gustaba estar presenciando peleas de parejas, María a su lado se cruzó de brazos sus ojos afilados sobre la pareja.

— Escucha..

—¡No!

—¿Qué pasa aquí?— preguntó al fin María.

La pareja pareció darse cuenta que ellos seguían allí. Tobías volvió la mirada a Susy y se mojo los labios.

—Te soltaré si prometes no golpearme más y que vas a escucharme.

—No te prometeré nada, maldito perro...

— Susy—, habló María—. Cálmate un poco, sé que pueden hablar sus problemas sin gritarse o golpearse.

—¿Tú que sabes?— gruñó Susy con los llenos de furia—. Tu eres la culpable de todo.

María alzó las cejas, Franco estaba tan sorprendido como ella. Él se adelantó un paso.

—¿Que mierda Susy?— murmuró enojado.

Susy forcejeó y Tobías la soltó rápido pero se puso en una buena distancia para que ella no volviera a golpearlo. De todos modos la chica no hizo ademán de querer golpearlo de nuevo. Ella sacó su celular y le mostró la pantalla a Franco.

—¿Qué me dices de esto?— gritó, sus ojos se llenaron de lágrimas.

Franco esquivó unos vidrios y se acercó para agarrar el celular. Sus ojos se abrieron asombrados y el celular tembló en su mano. Él apretó el aparato cuando su cabeza se llenó de la imagen que aparecía. En ella, María y Tobías estaban muy cerca y por el ángulo de la foto parecía que se estaba besando con ella.

Franco respiró, intentando entender qué estaba pasando. Hacía casi un mes que tenían esa clase de relación exclusiva con María. Las vacaciones estaban a la sólo unos días y ella dormía dos o tres veces en la casa de Franco. Él había aprendido un poco más de ella... Pero María a veces parecía encerrarse en ella misma, había cosas que no le contaba, pero él no podía creer que esa imagen sea verdadera.

—¿Que me dices ahora? ¿Eh? ¿Ella es muy buena gente? ¡Mira los cuernos que te puso!

Franco negó con la cabeza.

—Debe ser un error—, le dijo dejando el celular en la mesada.

—¿Error?— Susy rió—. Oh, puede ser que se confundiera de novio ¿No? Ya que Tobías y tu son dos gotas de agua—, dijo con obvió sarcasmo.

Franco se volteó y miró a María. Ella miraba con ojos entrecerrados a su prima.

—¿Quieres decirme algo?— preguntó intentando saber lo que ella diría. Necesitaba que ella le dijera que no lo había hecho.

María lo miró con los brazos cruzados.

—No lo hice.

Franco respiró profundamente después de ver sus ojos directamente. Él asintió y miró a su prima.

—¿Ves? Ella no lo hizo, debe haber otra explicación.

—¿De verdad vas a creerle?— preguntó incrédula—. Es una perra, Franco. Es una puta que juega con los hombres. Le calienta los hombres comprometidos, que tienen novia. ¿Sabías que el trimestre pasado ella se follo a al novio de Anna?

—Si, me lo folle. Pero él no estaba con Anna —, se defendió María.

—¡Y luego lo hizo cornudo con su mejor amigo Sam!

Franco miró a María porque ella se rió.

— También me lo folle, pero no tenía ninguna relación con Tony—, se volvió a defender—. No es mí culpa que él pensara que si.

Franco se puso en su camino cuando Susy quiso lanzarse contra María.

—Eres una puta barata...

—¡Basta Susy!— él agarró el brazo de su prima y la agitó—. Detente, ella ya dijo que no se beso a Tobías y él dice que no lo hizo. ¿Quién mierda te mando esa foto?

—¡Está en todos lados!— gritó furiosa. Susy se agitó y él la soltó para que no se lastimara—. ¿Sabes qué? Me importa una mierda. Si quieres ser el hazme reír de la maldita universidad por follarte a una perra, no me importa—. Susy miró a Tobías—. Y tú no me hables nunca más.

—¡Susy espera!— gritó esquivando los vidrios y corriendo a ella cuando su novia se movió a la puerta por el otro lado.

Franco suspiró y se pasó la mano por el cabello mirando la puerta de la cocina. Sus ojos se volvieron hacía María y la encontró con la mirada clavada en él.

— Vaya forma de empezar las vacaciones—, dijo irónico, aunque la sonrisa tiró de sus labios. María lo miró seria, sin cambiar su posición o parpadear. Él frunció el ceño—. ¿Que pasa?

—¿De verdad me crees?— preguntó.

Franco apoyó su cadera en la mesada y la miró.

—¿Por qué no habría?— preguntó en cambio.

María suspiró y dejó sus brazos caer a sus costados, señaló a la puerta con la palma.

—Es tu prima. Yo simplemente..—, ella suspiró—, soy tu.. no sé.

Franco se mordió el labio mirando la inseguridad en su rostro. Él movió un dedo diciendo que se acercara.

—Ven aquí—, le dijo apuntando al suelo frente a él.

María se llevó las manos a la cadera y alzó una ceja. Él se rió.

— Bueno, no vengas si no quieres— dijo encogiendo su hombro y apoyando las manos atrás suyo, en la mesada—. Las conozco a ambas, más a prima que a ti. Pero sé que ella es algo dramática y exasperante. Con respecto a ti, jamás me has mentido. ¿Por qué pensaría lo contrario ahora?

María miró a un lado cuando al final se escuchó la puerta de la habitación de Tobías cerrarse. La de la salida nunca se abrió. Ella se mordió el labio y él entendió el por qué.

—Me ofendes un poco—, dijo Franco mirándola de costado, ella lo vió asombrada—. Siempre soy sincero contigo nena, y espero y sé que me das lo mismo. Es algo feo que yo crea ciegamente en ti mientras tu desconfías de mi.

Ella dió un paso hacía él.

—No es eso...

—Pero no me dejas entrar. Siempre estás esperando que te juzgue por cualquier cosa, María.

Ella hizo una mueca y lo miró culpable.

—Te entiendo. No me mal intérpretes—, siguió Franco—. Pero creo que va siendo hora que dejes de compararme con otras personas—. Franco suspiró cuando vió que ella se abraza el torso y sus ojos se llenaban de lágrimas. Pero no sé acercó—. ¿Alguna vez te comparé con Pamela?— María negó con la cabeza—. ¿Alguna vez critiqué tu vida sexual? ¿Tu ropa? ¿Tus amistades?

Él se detuvo cuando ella se largo a llorar y él negó con la cabeza. Suspiró y se cruzó de brazos. Decidido a ser sincero con ella.

—Siento cosas por ti, María—. Ella lo miró con ojos grandes llenos de lágrimas desbordantes—. Pero no puedo ayudarte a sanar si no me dejas. Cuando estés lista para bajar tus defensas conmigo, ahí vamos a poder tener algo más. Porque de verdad, lo quiero. Pero no puedo tener algo serio con alguien que no puede hablar libremente conmigo.

Franco se separó de la mesada y esquivó los vidrios mientras se iba.

—Me voy a dar una ducha. Si quieres piénsalo. Verás que tengo razón.

Franco se fue y entró en el baño a ducharse con lentitud para dejar que ella pensara. Él sintió un dolor en el estómago cuando salió y no encontró a María, ni nada de ella en su habitación.

Continuará...

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