Botado XVII
Botado
—¿¡Cómo quieres que mantenga la calma, maldita estúpida!? ¡Se está muriendo! ¡Oh por Dios!
Franco escuchó los alaridos de María antes de que pudiera despertar por completo. Aún le costaba respirar un poco, pero parecía que se habían dado cuenta que tenían que ponerle la inyección.
—Dame eso, María.
—María, creo que está respirando mejor...
—Atri ego.
—¿Qué mierda? Andrew¿Qué le hiciste?
—Hola, si señorita. Se le inyectó una autoinyector de epinefrina en el muslo y parece estar recuperando los signos vitales normales.
Franco gimió con el fuerte dolor de cabeza, ¿tal vez se había golpeado? No lo recordaba.
—Franco, Franco ¿Me oyes?— gimoteo María cerca de él. Sintió su aliento golpeando en su mejilla.
— María aléjate, comiste chocolate y puede ser alérgico. ¿No te dijo nada?
—No, no lo hizo—, ella sorbeó por la nariz, Franco dejó de sentir su presencia cerca.
—Creo que está perdiendo el color azul...
—¿Alguien me puede explicar que pasó?—Franco reconoció la voz de Patrick mientras movía lentamente la cabeza a un lado.
—Arece era aérico.
Franco escuchó un poco de silencio, Andrew habló después. Parecía estar hablando por teléfono tal vez con la ambulancia o algo así.
—Si, señorita sé estas cosas. No sabemos cuáles eran sus alergias, pero él tenía un autoinyector de epinefrina. Cuando lo encontramos en la cocina había intentando agarrarlo y se desmayó a los segundos—. Hubo otro silencio que sólo se escuchaba el sollozó de María—. Si, él parece estar respirando mejor y su ritmo cardíaco está subiendo.
Franco sintió unos dedos en la yugular y gimió por el dolor en la garganta. El silencio volvió a propagarse, tanto que Franco escuchó los pasos pesados llegar.
—¿Tengo que buscar la pala ancha?
—Shh, Wally. No es gracioso—, susurró María y sorbeó por la nariz al final.
—Estan normales—, habló Andrew de nuevo y Franco sintió que le sacaban los dedos de la garganta—. 60 por minuto y subiendo.
Franco se esforzó en abrir los ojos y se asustó un poco cuando no pudo. Una mano mojada se cerró en la suya y él escuchó a María mientras la voz de Andrew se alejaba.
— Tranquilo Franco. Te llevaremos al hospital una vez que Andrew diga que es seguro trasladarte.
"Mierda" pensó que de seguro se había hinchado. Jamás le había agarrado tan fuerte y supo que esa galleta tenía chocolate y algo más, pero él no se había hecho el análisis de las alergias aunque su madre se lo había pedido mil veces. Franco abrió la boca, intentando hablar y se frustró cuando no pudo decir nada.
—Creo que quiere decir algo...
—¿De verdad Robin?— preguntó Patrick.
—No peleen por favor—, pidió María su voz algo elevada—. ¿Quieres decir algo nene? Aprieta mí mano una vez si es Si y dos si es No—. Franco apretó una vez—. ¡Oh! ¡Si! Quiere decirme algo. ¿Qué es?— le preguntó.
Él podría haber reído si la situación no fuera tan estresante.
—María, no puede hablar—, dijo Robín.
—Ay, es verdad. ¿Es sobre tu alergia?— Franco apretó una vez—. ¿Qué? Mmm ¿Eres alérgico al chocolate?— Otra vez—. ¿Por qué no me lo dijiste? Te habría sacado las galletas.
—¿Le diste de mis galletas?— preguntó Wally con voz incrédula.
—No seas llorón bebis.
—¡Pero! ¡Son mis galletas!— gritó enojado.
— Wal casi se muere por un mordisco, no creo que se acerque más a tus galletas—, dijo Robín riendo.
—Eso le pasa por comer mis galletas—, se jacto el otro.
—¿No tienes algo que hacer Wally?— preguntó Patrick.
—Si. Voy a guardar mis galletas.
Franco escuchó los pasos pasar por cerca de él.
—¡Ey! ¡Esos son mis chocolates!— gritó María soltando su mano.
—¡Le diste mis galletas! ¡Comparte!— gritó a su vez Wally.
—Oh, hay chocolates.
—¡Robín no!— gritó María—. ¡David dame eso!— Franco escuchó pasos apresurados y forcejeó—. ¡Son míos!
—¡Aleja eso de aquí!— gritó Patrick—. Se le caerá encima a tu Botado y lo mataran.
—¡Wally! Dame—, gruñó María.
Las risas se escucharon en toda la habitación, pero Franco supo que María no estaba entre ellas. De repente las risas se cortaron.
— Sólo son chocolates Mari...
—¡Son míos! ¡Míos!— Franco apretó las manos cuando escuchó la voz quebrada de María.
—Dale eso Wally o te romperé los dedos—, dijo en voz baja y amenazante Patrick.
—Lo siento, peque. No comí ninguno—, juro Wally.
Hubo otro silencio mientras María hacia ruidos con la nariz de nuevo.
—¡Lo iento!— gritó David.
— Perdón Nana—, dijo Robín segundos después.
Franco sintió que la delgada y mojada mano de María apretaba su mano de nuevo.
—Me lo regalo Franco— dijo en voz baja ella.
El silencio se propagó de nuevo. A Franco le habría gustado ver qué estaba pasando. Apretó la mano de María de forma larga y constante para que supiera que él también sentía toda la maldita situación. Si él hubiera dicho de su alergia cuando le ofreció un chocolate, no habría terminado siendo todo una locura. María acarició su mano con lentitud y él se relajó, sintiendo que el aire entraba mucho mejor.
Unos minutos después Andrew volvió a entrar a la cocina.
—Ya llegó la ambulancia ¿Sabes si tiene un Carnet de obra social o algo así?
—¿Lo tienes nene?— preguntó María y él apretó su mano una vez—. Dijo que si ¿Está en tu mochila?— él volvió a apretar—. Busca ahí— pidió María.
Franco escuchó a los enfermeros entrar y pedir que despejaron la habitación. María se quedó hasta último momento.
— Señorita, por favor necesitamos revisarlo.
María apretó su mano.
—Lo siento tanto, nene.
Franco también apretó la suya.
Continuará...
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