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Botado IX

Aclaración: Sexo explícito, lenguaje soez.

Botado

Franco miró a ambos pasillos, pero no sabía que dirección había tomado María. Se percató que por dónde él había venido había huellas agua, pero sólo las suyas. Así que pensó que había tomado del otro lado y comenzó a caminar allí, abriéndose su chaqueta de cuero que sentía que le apretaba demasiado.

Cuando dobló en el pasillo, no pudo más que asombrarse que una mano saliera disparada y lo tomara de la chaqueta hacía un lado. Cuando reaccionó estaba dentro de un baño nuevamente.

Franco sonrió cuando bajó la mirada a María.

-¿Tienes algo con los baños?- dijo con diversión.

María sonrió y se alejó un poco, pasándose la mano que lo había agarrado por su pantalón de algodón.

-Si, los baños me prenden-, dijo pero rodo los ojos.

Franco se apoyó en la pared mientras ella iba a tomar una servilleta de papel.

-Estas todo frío y mojado, deberías irte y no andar merodeando la universidad-, le dijo mientras se limpiaba las manos y tiraba el bollo en la basura.

Franco alzó una ceja.

-Eso estaba haciendo.

María rió para apoyarse en el marco de las puertas de los retretes.

-Si, claro. Llendo directamente hacía el lado contrario de la salida-, ella alzó una ceja, la que tenía el arito.

- Podría haberme confundido.

- Podría creerte, si no fuera que sabes muy bien como es la estructura de la universidad.

Franco sonrió. Ella era inteligente.

-Esta bien. Atrapado.

La sonrisa de María se borró y una mirada calculadora se instaló en su expresión. Franco estaba luchando con el comienzo de una erección, las chicas inteligentes siempre le habían parecido de lo más sexy, pero ella tenía un cuerpo muy bonito también. Una suma que lo dejaba babeando.

- Quería hablar contigo.

María hizo una mueca y se separó de dónde estaba apoyada.

-Lo siento, ¿de acuerdo?

Franco alzó las cejas.

-¿Por qué te disculpas?- preguntó confundido.

-¿No vienes porqué le grite a tu novia que follamos?- ella también parecía algo confundida.

Franco se rascó la cabeza, había olvidado completamente eso.

-No sé que tienen con Pamela, pero ella ya no es mí novia desde antes de que estuviéramos. Me da más curiosidad el saber el por qué se lo dijiste, más de lo que crees.

-¿Por qué se lo dije?- murmuró ella descolocada. Franco asintió-. Porque se lo merecía.

Franco espero a que siguiera hablando, pero ella se cruzó los brazos bajo el pecho y él supo que se había cerrado en la conversación. Él mostró una sonrisa de lado y caminó lentamente a ella. María también sonrió.

-¿Por qué se lo merecía?- preguntó con la voz baja y ronca.

María espero a que estuviera cerca de ella y se mordió el labio mientras pasaba sus brazos sobre los hombros de él, poniéndose de puntillas y juntando sus manos en su nuca. Franco bajó la cabeza mientras ella la subía para verse a los ojos.

-Porque es una niña mimada que se cree mejor por ser rica y "pura"-, ella rodó los ojos con la última palabra.

Franco sonrió mientras apoyaba sus manos frías en su cintura desnuda. Sentir su piel caliente y suave fue como un trago de agua fría en un día caluroso. María tembló un poco por el contacto, él no sabía si era por el choque de temperaturas o por su toque. María se pasó la lengua por el labio inferior grueso y él notó un aro allí. Franco frunció el ceño.

-¿Eso es nuevo?- preguntó curioso.

María pareció confundida hasta que Franco sacó su propia lengua. Ella sonrió mientras también la sacaba. Franco ladeó la cabeza mientras veía la esfera plateada en medio de su lengua rosada.

-Si, me lo hice a los pocos días que estuvimos juntos. Lindo ¿no?

Franco sonrió con las ideas sucias que pasaron por su cabeza.

-Sexy-, admitió.

María parpadeó, algo perdida, pero luego sonrió y cuando empezó a empujar con sus manos para que él bajará más, se escucharon ruidos desde la puerta.

-Mierda-, murmuró María y los metió a ambos en un cubículo con rapidez.

Franco se rió entre dientes mientras ella cerraba la tapa del inodoro y se sentaba subiendo las piernas. Ambos estaban apretados y María le hizo una señal apoyando su dedo índice en los labios para que guardará silencio, mientras ponía la traba en la puerta justo cuando un grupo de chicas entraba riendo. Franco se tapó la boca porque estaba muy tentando a reír a carcajadas mientras María le lanzaba una mirada filosa.

Cuando logró calmarse, pudo escuchar la conversación de las otras mujeres.

-... de seguro se la chupó para que le diera más tiempo.

-¡Puajj!- gritaron sus amigas para después reír.

-Oye, no sería malo estar con Manuel, él es sexy-, dijo otra.

-Si, pero si te gusta tu papá-, rió otra.

Franco frunció el ceño y bajo la mirada a María. Ella tenía sus piernas abrazas a su pecho, su barbilla apoyada en las rodillas mientras miraba con ojos vacíos a la puerta cerrada.

-Pero que esperar de la Perra-Acosta. Obviamente que vende su cuerpo si es una hueca.

Franco apretó los dientes cuando reconoció la voz de su ex.

-Ella es inteligente, pero le gusta el sexo. Tal vez es ninfómana.

-No entiendo que le ven a esa gorda-, dijo Pamela-. Siempre está mostrando sus mofletes fofos como si fuera gran cosa.

Las amigas rieron y Franco volvió a ver a María. Ella tenía las manos apretadas en puños pero no había cambiado la posición.

-De todos modos, el fruto no cae muy lejos del árbol ¿no dicen eso?- dijo otra.

-¿Que puedes esperar de la hija de una prostituta? Escuché que su madre trabajaba en la zona roja y obligó a Acosta a qué le diera dinero y el apellido. Para luego se la regalo, porque ni su madre la quería.

- Debe ser un dolor de cabeza para el señor José.

-Si es que no se lo folla también.

Las mujeres se rieron mientras salían del baño y Franco no se había perdido todas las expresiones de María mientras esas tontas hablaban de ella. Cuando habían nombrado a su madre, su mirada se había vuelto furiosa y luego con su padre melancólica.

Se mantuvieron en silencio hasta después de un momento que ellas se fueron y María no lo miró cuando destrabó la puerta y lo obligó a salir primero. Ella se bajó del retrete y caminó a la pileta de baño, abrieron la canilla y limpiando sus manos y murmurando por lo bajó.

Franco se sentía incómodo, quería decir algo pero sabía que María era demasiado orgullosa para aceptar sus palabras. Se acercó a ella por atrás y la observó por el espejo. Ella ni siquiera lo miraba cuando sacó de su bolsillo un cepillo de uñas y comenzó a cepillarse con ahínco. Franco frunció el ceño y se acercó más al ver qué María lo hacía más como si estuviera pérdida y se estaba dañando las cutículas con la violencia de sus movimientos.

Él agarró sus manos y la detuvo.

-Ya están limpias-, le susurró.

María lo miró, primero enojada, y luego parpadeó, como si se hubiera olvidado que él estaba allí. Después bajó los ojos a sus uñas y maldijo.

-Oh carajo-, murmuró para ponerlas bajo el agua.

Franco la soltó y la vió tomar otra toalla de papel y secarse las manos. Después de que lo tiró en la basura ella se volvió a él.

-Fue bueno verte de nuevo-, y lo rodeó con rapidez.

Antes de que pudiera detenerla, ella ya había salido por la puerta.

Continuará...

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