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Botado I


Aclaración:  Sexo explícito, lenguaje soez.

Botado

Franco apretó más duro los dientes cuando el bronceado chico salió de atrás de su futura ex y paso el brazo por sus hombros y la pegó a su costado. La sonrisa del imbécil lo único que le provocó era querer romperle todos los dientes de un sólo puñetazo.

—Y-yo... F-Franco...

—¡Ah! ¿Éste es el cornudo?

Franco se lanzó, su puño impactando contra la mandíbula del hombre que había estado al lado de su ex.

—¡No!¡Franco!— gritó ella agarrando su brazo cuando el otro cayó al suelo y el se irguió a los pies de él—. No lo lastimes—, casi lloró.

Franco miró con indiferencia los hermosos ojos que él había creído que eran preciosos. Sacó su brazo de su agarre con un movimiento brusco y se separó un paso de ella.

—¿De verdad con esto me engañas?— preguntó Franco mirando al hombre que se pasaba la mano por el labio roto, pero no sé había levantado aún.

— Debe ser por tu pequeña polla— gruñó el otro mientras intentaba levantarse.

Franco espero a que estuviera en sus dos pies, para mandarlo al suelo de nuevo con otro puñetazo. Su ex se puso frente a él, abriendo los brazos, los ojos desbordante de lágrimas.

—Por favor, F-Franco. Escúchame..

Franco hizo una mueca y se alejó, sin dejar que sus sucias manos pudieran tocarlo.

—No lo estoy golpeando porque estaba toqueteándote—, casi gruñó—. Lo hago porque me está insultando.

Su hermoso rostro estaba más pálido que de costumbre y ella se tambaleó hacía atrás con la voz llena de asco de Franco. Franco se acercó para susurrarle:

— No quisiste follar conmigo, pero dejas que esté imbécil te toque mucho más que yo. Eres una histérica mimada. ¿Te divertste? Seguro te reías con las estúpidas de tus amigas mientras les contabas que me dejabas con la polla dura y las bolas azules, mientras tú te follabas a ese bastardo.

—¡No! Yo...

Franco se alejó, sin ganas de seguí escuchándola. Se giró sobre sus talones y comenzó a caminar a la casa, apenas fue consciente de la muchedumbre que se había juntado para ver el espectáculo. Una mano lo detuvo y él miró a su ex con hastío.

— Franco yo no lo folle. Yo no lo hice.

Él frunció el ceño y alejó su brazo de ella, pero cerró sus dedos en el delgado brazo de ella.

—¿Crees que esto es porque te lo estabas follando o no? ¡Me importa una mierda Pamela! Eras mí novia, maldita sea—, no pudo evitar agitarla un poco, pero la soltó porque él jamás había sido violento con una mujer—. Mí novia no se tiene que estar toqueteando con otro porque yo no lo hago. Siempre te esperé—, le susurró—. Creí que no estabas lista, pero obviamente era una mierda. Que buena actriz resultase, pero no me parece extraño. ¿Acaso no estás estudiando teatro? — Pamela hizo una mueca—. Mira que resultase ser una perra.

Ella se asombró con sus palabras duras, pero Franco no se arrepentía de decírselas en la cara. Aprovechó su distracción y se movió a la puerta de la cocina de la casa para salir de esa condenada fiesta. Se abrió paso a base de empujones mientras escuchaba risas a su alrededor.

—¡Franco! ¡Franco!— gritó Pamela a su espalda, pero él ya no tenía nada más que decirle.

Sintió sus orejas calientes mientras seguía caminando por la casa. Vió a Nair con una chica castaña y le hizo un movimiento de cabeza cuando él hizo uno con su botella. Siguió su camino hasta salir de la casa, llena de olor a alcohol y cigarrillos de tabaco y marihuana. Su hombro chocó contra alguien, pero no supo quién era, no se molestó en pedir disculpas. Sacó las llaves del bolsillo de su vaquero y casi corrió a su moto cuando escuchó que Pamela venía tras él.

Mientras se estaba poniendo el casco, ya estaba pasando la pierna sobre el lomo de la moto.

—¡Franco espera!— gritó la rubia mientras corría a él.

Franco puso la llave para desbloquear el volante e hizo rugir el motor con vida justo cuando Pamela llegaba a él, ahogando las palabras. Él salió de allí como alma que le persigue el diablo. Por un momento pensó en ir a un bar, a emborrachar su sentimiento de enojo y pérdida de tiempo. Pero lo descartó, él era mucho mejor que la perra que había sido su ex y no pensaba cambiar sus planes por una niña mimada que se había divertido jugando con él.

Decidió que se centraría en su carrera de abogado y dejaría de pensar tontas cosas románticas. Después de todo no era la primera vez que le engañaban y ya estaba cansado de ser botado. Por lo menos, no tendría que verla de nuevo, sonrió mientras esquivaba un auto y bajaba un poco la peligrosa velocidad que estaba tomando.

Poco a poco la neblina roja de enojo que lo había rodeado había empezado a disipar, pero jamás llegó el dolor que pensó que tendría que sentir por el engaño de su ex.

Franco era un chico inteligente, más práctico que sentimental, así que entendió que no estaba verdaderamente enamorado de Pamela. Estaba encandilado tal vez, por un momento había pensado que era perfecta para él. Ella había sido sumisa, inteligente y divertida algunas veces. Pero, cuando Franco llegó a su casa que era compartida con Tobías y Marco, se dijo que hace un tiempo ya no sentía mucho por Ino.

Puede que sonará feo, pero él ya se estaba aburriendo de su jueguito de chica tímida. Después de todo tenía 21, era un maldito hombre con un aperitivo sexual normal y quería follar. Él, como un imbécil, se había matado a pajas para respetarla. Mientras entraba a la casa y se sacaba la chaqueta y la dejaba colgada, le pasó la idea de ir a buscar una chica para follar y sacarse toda tensión sexual que estaba llevando. Pero volvió a descartarlo cuando vió todo los libros en la mesa. Tenía una trabajo que debía entregar el lunes a primera hora y su nota dependía de ella casi en un 40 por ciento.

Franco agarró el libro que había tirado en su enojo sobre el suelo, se sentó en la silla frente a la laptop.

Suspiró una vez más antes de sacarse a su ex de la cabeza y concentrarse en los libros.

Continuará...

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