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Capítulo 29

Corrían niños por la habitación, uno de aproximadamente cinco y el otro de tres. Era una parejita. Lucían contentos irradiando su felicidad mientras Ángel llegaba para abrazarme y luego dedicarnos a observar lo que habíamos formado.

Desperté y tallé mis ojos no pudiendo dejar de cuestionarme qué significaba aquel sueño, sólo sonreí. Entré a la ducha y ya terminado todo lo planeado para esta mañana me dispuse a conducir por los caminos frondosos y extasiados de polvo que conducían desde mi hogar a la de Ángel. No quedaba ubicada muy lejos, por lo que no tardé en llegar.

-Hola, ¿qué haces aquí?- su rostro no lucía nada como esperaba que lo hiciera. Parecía más bien que le molestaba mi prescencia en el lugar.

Tregué saliva, <<¿qué le ocurre?>>.

-¿Tienes tiempo para salir?- dije haciendo a un lado mis pensamientos mientras el intentaba cerrar la puerta manteniendo una vista restringida a lo que sólo se limitaba su persona. Luego entendí por qué.

- MIERDA, LLEGO A ESTA CASA Y NADIE HA HECHO UN MÍNIMO ESFUERZO POR MANTENERME EN CONDICIONES DIGNAS.

Era su padre, otra vez estaba borracho.

Ángel hizo una mueca y pronto comprendí que no era un buen momento para ser molestado. Había tenido que lidiar él y su madre con los maltratos de ese abusivo y nadie en el pueblo era capaz de hacer algo. Hasta ahora, porque sin duda hay que ponerle un alto. En ello pensaba retirarme para llamar al sherif cuando sucedió lo inesperado.

‐ ¡ÁNGEL!, ¿DÓNDE ESTÁS? MOCOSO MALCRIADO- y luego una pausa- Oh.. tu noviecita te vino a buscar, ¿eh?...-El hombre corpulento y de barriga bastante más prominente que como solía recordarla, ahora yacía con manchas rojizas en su piel, especialmente en la zona circundante a la nariz, rosácea.

<<La cara de degenerado a este viejo no se la quita nadie>>, pensé. Ángel sólo permanecía con la vista baja, más de una vez me había comentado lo hastiado que estaba de las vergüenzas que les hacía pasar su padre. En ello y yo no apartando la vista con mirada fulminante al ser despreciable delante mío, Ángel habló:

-¡Basta de estupideces papá!. Esta es la última advertencia, espero a la vuelta no encontrarte aquí porque te prometo que yo mismo seré quien traiga a la policía a arrestarte. - Tomó su chaqueta mientras comenzaba a notar cómo su voz empezaba a quebrarse, era claro que la ira lo consumía.

El viejo decrépito sólo lo miró con desprecio volviendo a tomar una bocanada de vino barato, dejando ver cómo una de las gotas caía chorreante por su barbilla.

-¡Arruinaste nuestras vidas, espero estés feliz!, más te vale te hayas ido, no permitiré vuelvas a hablarle mal a mi madre, ¿me oíste?. ¡ALÉJATE Y NO VUELVAS!. No te necesitamos.

Y con ello tomó de mi brazo para dirigirme con él hacia el auto. Se puso su capucha y allí adentro permanecimos en silencio observando la que se supone, y, eso esperábamos, sería la última vez vería al que alguna vez llamó "su padre". Sólo allí en el silencio, sin saber qué hacer, e insegura pude notar que su labio estaba sangrando, mientras claramente se veía mucho más hinchado de lo normal.

- Demonios Ángel, ¿estás bien?

Salté desde mi asiento pero él sólo tomó de mi mano sutilmente mientras con ojos aun enojados dijo:

-Tranquila, estoy bien.

Entendí que sólo quería salir de allí, así que sólo arranqué deambulando por las calles hasta detenernos en una calle y estacionarnos. Bajé del auto y del botiquín saqué gasas y suero para limpiar la herida, él sólo me miraba con desconfianza. Me limité a entenderlo, si no quería hablar no lo presionaría.

Con las manos en el volante pero muda y aún en el estacionada viendo a algunos pueblerinos pasear, él rompió el hielo.

- Era hora de que se marchara. Si no será una buena influencia para mi madre y para mi... mejor es perderlo de vista.

Desvió su mirada hacia la calle, por lo que por un momento creí lo hacía para evitar viera sus lágrimas derramar, pero extrañamente no fue así. Ángel tomó fuerzas de no sé dónde y no flaqueó en éste: uno de los momentos más dolorosos de su vida.

- Nunca tocó a mamá...y, ¡Santo Cielo!. Lo hubiera hecho y te prometo que jamás se le habría vuelto a dar otra oportunidad. Pero no fue una la que se le dio, fueron muchas y todas las desperdició.

Volteó a mi y me observó con ojos oscurecidos e impenetrables, tanto que incluso yo, quien lo conocía desde hace años, llegué por un momento a desconocerlo. Pero me sentí aliviada, y no puedo negarlo. Por fin ellos se salvarían del gran peso que significaba ese hombre, así que sólo lo abracé, lo hice fuerte y lo sostuve en mis brazos pensando sólo en una cosa:

<<Eres fuerte mi amor>>

Luego de ello había olvidado el propósito al que había venido, pero el cuestionó.

- Pioja, ¿a qué fuiste a mi hogar?

Y claramente recordé, pero no era el momento de hacerlo.

- Necesitaba hacer unas cuantas averiguaciones. ¿Pero qué más da?, no son importantes.- Sonreí acariciando su mejilla para luego distraerme con el llanto de una bebé que pasó por el costado del automovil.

- Tengo tiempo, mamá está con tia Clotilde. Fue a almorzar allá.

Quedé atónita.

- ¿No sabe nada de lo que ocurrió?

El me miró dolido y negó.

- Es lo mejor Ángel, no era bueno ni para ella ni para ti.

Lo apoyé, y estaba segura que de ahí en más lo haría siempre para él. Porque él lo hizo siempre conmigo, y eso, es impagable.

- Pues bien, vamos pioja. Necesito distraerme.

- No Ángel, podemos hacer cualquier otro panorama pero no lo que tenía pensado.

Y con ello su vista cambió. Comprendí que entendió más menos cuáles eran mis intenciones de entretención aquella tarde: el bosque.

-¡Oh claro mi vida, no hay mayor manera de eliminar la rabia que con ello!- y así fue que con una increíble e inexplicable expresión de satisfacción que emergió en su rostro supe que hablaba enserio.

-No, no te llevaré luego de lo sucedido.  Estás...-

No terminé, pero el supo a lo que me refería.

-¿Lastimado?

-No quise decir eso. Dolido, acabas de pasar por un momento fuerte Ángel, vamos veamos y pasemos una tarde juntos. Veamos películas comiendo películas, ¿qué tal bañarnos en el lago?, por favor.

Pero no fue suficiente.

-Alicia, te amo- se acomodó en el asiento sacandose incluso el conturón de seguridad, para tomar mis manos- Pero hoy me he vuelto a sentir más vivo que nunca y eso me ha hecho pensar en lo mucho que te amo y quiero, en los que ya no están y quisiera que estuvieran conmigo. Quiero vivir y pasar el resto de mi vida contigo, construur nuestra casa y tener muchos hijos...¿te los imaginas?, imáginalos corriendo por nuestro hogar. Pero deseo que sea en un pueblo seguro, en uno donde no vivamos atemorizados ni inseguros porque algo malo les vaya a suceder. Deseo destruir ese bosque porque se llevó lo más preciado que tenía, ¿me entiendes?

Mirando sus ojos y la manera en la que se expresaba lo vi. Pude sentir su sinceridad y pasión al decir cada una de esas palabras, por lo que comprendí. Al fin y al cabo, si muero será dando la vida y luchando por algo bueno. Al menos lo habré intentado.

Inhalé profundo y solté:

-Lo haremos juntos.

Lo próximo fue el gran grito jubiloso que soltó al aire para luego llenar de pequeños besos mi rostro.

- Te amo, te amo, te amo. Eres mi reina.

Sólo sonreí. Estaba decidida a acabar con ese bosque, pero me preocupaba el hecho del cómo hacerlo. Es decir, si nadie pudo en cientos de años... ¿acaso yo sí?

Rápidamente encendí el motor y volvimos a mi rumbo incial.

-¿Cuál es el destino?

Y antes de arrojarlo como el más mínimo susurro perceptible al oído humano suspiré.

- Señora Collins.

Así fue como pasados unos diez minutos aparcamos a una cuadra de la vieja casa de madera podrida de Pines Street. Los matorrales y maleza no habían sido cortados hace tiempo, y del jardín emanaba un hedor a fecas de gato horrible. Sólo podía rescatar la ubicación de la vivienta, ubicada en una de las primeras villas construídas en Yellowknife, sus calles aún no eran de asfalto, sino más bien de piedras. Algo simplemente encantador.

Toqué la puerta para en un principio dudar si había gente al interior de la casa. Las tres primeras veces nadie contestó, la cuarta fue la vencida, ya que vimos a una vieja anciana de cabello plateado alborotado y arrugas en el rostro asomarse por entre las desgastadas y pálidas cortinas a traves de la ventana frontal. Abrió ma puerta haciendola rechinar. Un escalofrió recorrió mi espalda viniendo a mi mente el recuerdo de una de las escenas de pelicula de terror que una vez vi con tia Helena, de esas que tanto le gustaban y yo detestaba.

-¿Qué hacen aquí? ¡No doy caridad!- apenas veíamos sus ojos tras lo leve que abrió la puerta humedecida por la lluvia de la noche anterior. Y ya iba a cerrar cuando lo evité poniendo mi pie entre el marco de la puerta y ésta. Su mirada fue fulminante, pero no me limité y proseguí.

- Lamento molestarla señora Collins, soy Alicia Carrasco, él es Ángel, mi novio, y hemos venido a conversar por un tema muy breve con usted. Es de suma importancia.

Ella nos impeccionó con la mirada.

- Tiene que ver con el bosque maldito de Yellowknife- agregó apresuradamente antes que la anciana de más menos ochenta años tomara una decisión apresurada y poco conveniente para nosotros.

Parecieron flaquear sus penetrantes y desconfiados ojos.

-¿Por qué debería yo, la vieja desquiciada y loca del pueblo, hablar con unos adolescentes en busca de una historia para conseguir dinero?

Con Ángel nos observamos y sin dudarlo de inmediato intentamos enmendar el mal entendido.

-No, no intentamos recibir dinero señora. Perdón si ha interpretado eso. Le explico, perdí a un familiar por culpa de ese bosque, sé que usted no miente. Conozco la manera de actuar de ese maldito lugar y... - en ese momento Ángel, que estaba tras mio a mi costado, me dio su mano en signo de darme fuerzas para decir lo siguiente- acabar con él.

Lo que vino a continuación no nos lo esperábamos. ¡La señora se puso a reir! Sinceramente en esos momentos me preguntaba qué era lo chistoso después de todo lo que habíamos estado pasando.

-Pasen, ¡y no toquen nada!- mientras aun reía y se alejaba por un vestíbulo que creí conduciría a la cocina.

Entramos cerrando la puerta tras nosotros.

-¿De verdad pensabas que te dejaría sola venir hasta esta casa?- Ángel susurró a mi oído. No pude evitar soltar una risita, tras lo cual le pegué de manera juguetona en el abdomen.

Ers cierto. La casa era pequeña y supongo que durante su tiempo de esplendor tuvo que haber sido hermosa y acojedora, pero claramente ello había caducado. En la esquina una estufa hecha en base a lata bastante anticuada a mi parecer, ropa tendida en rejillas a su costado. Cuadros dispuestos en encimeras en blanco y negro de diferentes personas en ropas antiguas, de aquellas que había visto ocupaban mi visabuela y abuela en los albumes de fotografías de mis padres. Una mesa de centro y unos sillones a simple vista duros, mqnchados y arañados por garras de felinos. Y, ¿para qué hablar de ellos?. Apenas entramos de inmediato algunos empezaron a chillar mientras otros se acercaban para acariciar nuestras piernas.

Me detuve al frente de una de las fotos, esa me llamó la atención. Se trataba de unos mineros, siendo la menor una hermosa niña de vestido y cachitos en su pelo, al parecer negro.

-Sientese- la orden me hizo dar un brinco. La señora había regresado y estaba sentada en uno de los sillones. Ángel y yo obedecimos.

Hubo un sepulcral silencio antes de que ella dijera algo.

- Son ingenuos si creen que algo o alguien puede destruir ese bosque.

Y no podía negar que en el fondo tenía razón. Sólo me permití seguir escuchando.

-¿Creen que ustedes, simples humanos lo harán?

Se levantó del sofá en frente de nosotros para tomar uno de sus gatos que estaba chillando, y temblorosa caminar hacia donde anteriormente había tomado asiento. Lo acariciaba mientras él nos miraba con desconfianza. Intenté hacer caso omiso a ello.

-Hace mucho tiempo, mi abuelo. Roger Collins con un grupo de expedición fue delegado para encontrar el modo de exterminar la maldad que por años se ha llevado vidas inocentes. La gente del pueblo estaba asustada por las extrañas y repentinas muertes masivas de niños que comenzaron a suceder, por lo que al azar el alcalde de la época eligió a hombres de familia para hacer el trabajo pesado y "sucio" del que ni ellos mismos se atrevieron a realizar. Y, -soltó una carcajada irónica- pues claro. Sabían que lidiaban con algo mucho más grande de lo que ellos eran capaces de manejar. Así fue como en mil novecientos cincuenta y tres en agosto de ese año y tras una serie de investigaciones quisieron quemar las areas del bosque. Una por una hasta que la maldad se fuera esfumada. Y así lo hicieron, hasta que un día uno de los hombres enfermó. Su nombre era Edward Dempsey. Murió de neumonía. Días siguientes, los trabajadores comenzaron con el trabajo de las otras seis areas restantes, ya cinco habían sido quemadas y dejaban un par de días para que el humo se fuera por completo. Las zonas eran en las cuales solían morir niños ya que fueron las que primero se consideraron por decirlo de algun modo, malditas y de mal agurio. Así fue como para no exponer a riesgos a los aldeanos avanzaron de a poco, pero de manera impredescible las cosas siguieron empeorando. Los obreros comenzaron a morir, uno tras otro por diferentes causas, hasta sólo quedar cinco. Ya no habúa duda alguna de que el bosque había traido las represalias para con aquellos que habían intentado destruirlo. Así fue como mi abuelo, uno de los sobrevivientes decidió dejar un libro escrito con todos los relatos de la fecha, temía le ocurriera lo mismo.

A medida que trascendía la historia mi cuerpo se fue vilviendo considerablemente más pesado. Definitivamente tendríamos que pensar en un plan maestro si es que queríamos hacer algo.

- Las personas se alarmaron. Ya nada era como antes. Mi abuelo falleció el diecisiete de noviembre de aquel año, un paro cardiorespiratorio. Yo tenía tan sólo dos años de edad. Quedó sólo un hombre vivo, el fue el último, quien vio morir al primer niño en los adentros del bosque en una de las áreas ya qurmadas. Allí supimos qur nada de lo que se hizo bastó. Éste lugar estuvo jugando con nosotros todo el tiempo. Finalmente falleció a los tres días, las familias quedaron devastadas.

Había comenzado a temblar, siquiera había notado el momento en el que sucedió. Los hechos fueron macabros.

Lentamente dejó al felino en el piso, para que este acariciera sus piernas blancas y un tanto hinchadas y luego marcharse. Me armé de valor y hablé.

- Lamento mucho su historia señora Collins, pero diganos por favor. ¿Sabe de algo que pueda dsr indicios de cuál pueda ser el punto débil del bosque? Debe tener uno, todo lo tiene. ¿No es así?

Ella bajó la vista.

-Hay relatos, cientos de ellos. Intentos de hombres y mujeres frustradas buscando venganza por la muerte de sus esposos e hijos, pero todo ello les llevó a la muerte por siquiera intentar enfrentarse al mal.

No necesité pensarlo y añadí.

-No le temo al mal. El bien siempre gana sin importar. Hay algo que no se ha encontrado dentro de la información... un punto que no estamos viendo.

Ella de súbito se levantó del asiento. Lucía enojada, su entonación me lo decía.

-¡¿No has entendido el punto de esto!?. Morirán si lo intentan.

Ángel me observó y dije.

-Preferimos hacerlo antes que quedarnos de brazos cruzados sabiendo la verdad y ver cómo almas inocentes siguen cayendo. No será en vano.

Ella sólo agachó la mirada para luego retirarse de la habitación, creímos no volvería e incluso nosotros ya estávamos dispuestos a irnos cuando apareció con un libro entre sus manos. Más bien una especie de diario de vida muy antiguo.

-Mi abuelo. No lo conocí, pero aquí están todas sus anotaciones. No sé si el día de mañana me arrepienta por haberlos insitados a enfrentar la muerte, pero tienen razon. No tuve el coraje para enfrentar aquello que se llevó a mi hijo hace unos años, por favor les pido tengan cuidado.

La señora en frente mio tomó de mi mano y la apretó, hincada al lado de ella me hizo entrega del diario personal de su abuelo escrito dias previos a su desceso. Después de años de ver cómo era arizca con la gente al fin pude ver en sus ojos un atisbo de bondad y amor. Sin duda alguna la pérdida de su hijo la llevó a esto, lo cual al siquiera pensarlo no pude evitar mis ojos se entumecieran. La señora nos guió a la puerta y allí nos despedimos agradeciendo, sabiendo que, este era el principio del fin.

...

-Muy bien, si recopilamos todo lo que nos dijo. Los recortes de los diarios de la época y testimonios, pues...- dije sentada de piernas cruzadas al frente del lago en feente de casa.

-Todo comienza en la decada del treintaicinco cuando Mark Adams, el empresario llega a Yellowknife como uno de los fundadores. La primera muerte: su hija en la misma mina que él administraba.

-Muy bien, en los recortes sale... espera. Una vez mencionaste que ella había realizado unos dibujos. ¿Los tienes a mano?

-Claro, tengo los archivos compresos en mi celular.- En cosa de segundos pudimos tener acceso a ellos.- Aquí los tienen, nunca supe a qué se referían.

Cuando Ángel me dio paso a la imágen codificada mi mundo se paralizó. Me helé por completo.

-¿Qué ocurre? ¿Habías visto esto antes?

Negué tenuemente con la cabeza. Y la respuesta a ello era.

-Sí, en la casa O"Connell.

La sangre empezaba a drenarse de mi rostro y cada vez sentía mis extremidades más frías.

-Eran las figuras que Carolina plasmó en sus paredes con sangre de vacuno. Los policias e investigadores creían quizá era un culto satánico o algo, pero no lp creo así.

Ángel frunció el ceño intentando ver a qué de qué podría tratarse el símbolo...quizá darle un significado.

La tarde transcurrió y nos dedicamos a ver distintos archivos y a investigar sobre la historia de Yellowknife. Y sólo puedo decir:

<<¡Vaya pueblo!>>

Mientras otros se caracterizan por las riquezas de sus tierras y bellaza de paisajes nosotros lo hacemos por las muertes. ¡Qué ironía!

Eran alrededor de las seis y media de la tarde cuando uno de los párrafos que me encontraba leyendo  entre unos de los libros de historia del pueblo de mi padre llamó  mi atención:

"El Acta de Fundación del pueblo de Yellowknife se rige por los estamentos dados por los fundadores, quienes por sus principios y creencias propicieron el lema atribuyente a GRACIAS A ELLOS SURGIMOS"

Detuve mi lectura instantaneamente y llamé la taención de Ángel a mi costado.

-Ángel, ¿y si esto es mas que un lema?

Me observó extrañado por lo que expliqué.

- ¿Qué pasa si es literal?

Tomó el libro y procesó. Y ...¡rayos! Si ni siquiera yo tenía muy en claro de lo que estaba hablando. En eso pensaba cuando de pronto vino a mi mente la imágen de uno de mis sueños, específicamente el de los rituales en frente de esa gran roca esculpida. Y en ese momento supe que si algo me había enseñado la experiencia este último tiwmpo, es que los sueños no son simple vanalidades, sino que pistas que se me han enviado. Debe haber algo en ello que rescatar.

-Hace no mucho tuve un sueño.

Me observó extrañado.

-No de los normales, quiero decir. He tenido varios. Pero en este se me mostraba una especie de ritual. Yo era testigo y...era macabro. Tres niños eran torturados hasta ser asesinados ante otras personas. -El rostro de Ángel pasó a uno de confusion a uno de total concentracion- No correspondía a este tiempo, eran, mas bien, especie de aborigenes, como si de una ofrenda se tratase en frente de una roca esculpida.

Me detuve y quedamos en silencio. Comenzaba a preguntarme si realmente había oído algo de lo que dije cuando habló.

- Alicia, ¿alguna vez oíste hablar de las leyendas que solían contar nuestros abuelos sobre nuestros antepasados?- al notar mi falta de conocimiento continuó-. Trataba de sacrificios y ofrendas a modo de obtener cosechas y prosperidad con un dios, -carraspeó e hizo una mueca de desagrado, se había atorado con su propia saliva-, lo siento. No recuerdo su nombre. Pero, a cambio debían de otorgarles lo más preciado que tenían, y ello eran sus propios hijos.

Si lo que nos había contado la señora Collins me había dejado helada, esto, me petrificó.

-¿Estás diciendo que la leyenda puede ser cierta?

Él afirmó.

Esto es una locura. Es decir, ¡cientos de muertes, desencadenadas por siembra y prosperidad! Pero, y dentro del torbellino que comenzaban a asfixiar mi pensamiento, me detuve. Había algo que no calzaba.

- Ángel, estuvimos leyendo. Hay algo mal. Está bien, estos hombres alababan a lo que ellos decían "deidad", que mira nada de ello tiene... es un simple ser del mal.- Tomé mi cabello en una coleta y proseguí- hubo un gran lapso de tiempo no se reportaron casos de muertes. Es decir, antes de la llegada de Mark Adams y su colaborador ya habían habitantes en la zona. Es cosa de ver los registros. No gran cantidad, pero sí unas cuantas familias. ¿Por qué con ellas no se registró muerte alguna?

Su expresión de duda fue exagerada.

-Tienes razón, sin mencionar que una de ellas era la familia Collins. Demonios, si que llevan tiempo aquí- agregó.

Sólo sonreí, pero no era momento de risas, había que encontrar la verdad.

-Debe haber algo que gatillara de nuevo las muertes. Es lógico, por un tiempo no vivieron familias en estas zonas, ocurrió la época de descenso de temperaturas, se consideraba una zona inhabitable. Luego volvieron a asentarse.

Y ahí Ángel lanzó un grito que casi me ensordece, realmente me sorprende la tranquilidad de los alrededores de mi casa.

-¡LA FRASE!

<<¿Qué frase? Oh, el lema>>

Y en ello pongo dedicación a la lectura en voz alta del lema:

-Gracias a ellos surgimos.

Ángel me observó y pudo asegurarles que jamás en la vida sentí tal escalofrío recorrer mi columna vertebral.

-Eso sólo significa una cosa- dijo levantando la mirada del libro de editorial local en nuestras manos.

Temía siquiera pensar en decirlo.

-Alguien volvió a realizar la ofrenda.

Tras un silencio continué las conclusiones que había efectuado el castaño.

-Sólo pudo hacer eso una persona, el primer afectado: el señor Adams. Claro que no sabía que perdería a su hija, debió pensar sería cualquier otro niño.

En ese momento y casi sin aire en nuestros pulmones suelto:

-La fundación de Yellowknife se basa en una ofrenda.

Era demasiado por hoy. Agradecía que por fin los dolores de cabeza habían desaparecido, eso era demasiado bueno. Sólo quedaba saber cómo derrotarlo, cuál era su verdadera debilidad, cuándo encontrarlo desprovisto.

Dejamos a un lado los libros para recostarme en el hombro del chico de ojos azules y ser rodeada por uno de sus brazos. Yacíamos sentados observando el atardecer. Si que habíamos pasado por mucho juntos.

-¿Sabemos al menos dónde atacar?

Y creía no tener la respuesta, pero al cabo de unos segundos la conseguí. Me separé sólo unos centímetros de él y afirmandome en la madera del muelle.

-La roca. Ese es el corazón. Debemos acabar esa cosa para al fin librar estos parajes de la maldición ancestral.- Y al cabo de unos segundos y tras mirar al Sol esconderse tras el azul agua del lago, agrego- Sé dónde encontrarla.

Y recordé el lugar del que me salvó Angela: los interiores recónditos del bosque a los cuales si entras, jamás podrás volver con vida, esto es, el circulo. La planicie en cuyo interior yace la roca de los sacrificios.

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