Capítulo 27
Llevaba a mi hermana inconscientemente...con el paso del tiempo olvidé lo dañino que podía llegar a ser este lugar.
Obviamente eso no ocurría de la misma manera en el principio...por algo cuando papá y mamá preguntaban acerca de ir a jugar al bosque yo no quería. Seguro algo en mí seguía recordando bien en el interior acerca del gran daño que este bosque puede causar, y no lo niego, creo que estoy comenzando a sentirlo de nuevo.
No estoy muerta, el bosque no logró su objetivo, y ahora eso es lo que busca conseguir. No me dejará tranquila hasta cerciorarse de haber acabado con su amenaza...y me temo que eso termina de una sola manera: mi muerte.
...
Mañana es el juicio. Mi mente y cuerpo ya se han dado por resignados y en ellos sólo cunde incertidumbre de lo que ocurrirá cuando yo ya no esté aquí. Acerca de quién protegerá a quienes más quiero de estos lugares tan inhóspitos manchados de sangre de cientos de inocentes engañados por las frías garras de un bosque purulento. Mientras pienso en esto observo por sobre la baranda de madera de la terraza que da hacia el camino de tierra que se adentra entre los inmensos árboles allá hacia un kilometro y medio de la vivienda.
El vapor del café de amaretto sale del recipiente de cerámica nublando mi vista cuando escucho la voz de mamá detrás de mi. Toma asiento en la silla de mimbre de enfrente.
- Queda un día.
Entendió de inmediato a qué me refería. Los últimos días había estado más distraída de lo normal, sé que esto le afecta demasiado.
- No debes preocuparte por mi. Estaré bien- haciendo a un lado el tazón lila para apretar entre mis manos las de mamá y ver sus ojos compasivos. Odiaba verla sufrir.- Lo unico que me interesa son ustedes y es por eso que hay algo que debes saber.
Lo había pensado mucho, y era momento de que mamá supiera la verdad del mal que todo este tiempo ha convivido con nosotros. Ellos necesitaban estar preparados y armados ante cualquier cosa que viniera. La expresión de ella cambió a desconcertada.
- Este lugar no es lo que creemos, este bosque es...- En eso la puerta sonó estruendosamente. Definitavemente quien venía lo hacía con un proposito bien definido, o quizá con mucha prisa.
Observando la puerta ambas asustadas por el repentino golpe me levanté de la silla artesanal seguida de mi madre para abrir la puerta y encontrarme con uno de los policías que se había quedado de guardia la noche anterior. Lucía agitado, intentando recobrar el aliento que seguramente había perdido mientras corría en el camino hasta aquí.
- Señorita Carrasco - hace una pausa y se afirma en el marco de la vieja puerta dejando caer todo el peso de su cuerpo en ella y toma un gran sorbo de aire -. Es.. es.. la señora O"Connell. Ella... ha vuelto. El sheriff no tarda en llegar. El oficial la mantiene amenazada con un arma, pero ella exige verla. Está con el niño, no lo dejará ir a menos que usted hable con ella. El oficial espera que usted se dirija a ella bajo nuestro resguardo distrayéndola mientras llega el resto de las patrullas.
Volteé a ver a mamá con los ojos más que abiertos. Mi cuerpo se comenzaba a congelar como si el frio se produjera en el núcleo que es el corazón y las arterias las encargadas de distribuir esta nueva sangre espesa y congelada a cada tejido y célula viviente en él.
Mamá me miró suplicante.
- No lo hagas hija, por favor.
Con los ya empapados en lágrimas y la voz apenas naciente dije: <<Todo estará bien>>. Y a pesar de que mi voz no hubiese sido emitida ni en su quinta parte ella me comprendió y con ojos sollozantes sólo asintió ahondada en dolor.
En eso Marie bajó las escalas apresurada gritando.
- ¡Carolina está afuera, tiene al niño!
Sus ojos se encontraron con nosotros y allí entendió que quizá este sería uno de los momentos decisivos en lo que depararía el futuro. Para nadie ya era un misterio que la señora O"Connell había sido afectada por una terrible depresión tras la muerte de su hija, a lo cual posteriormente se sumó el extraño e incógnito homicidio a su marido. Había sido causa de investigaciones desde el día en que secuestró a aquel pequeño desde las locaciones de su mismo hogar... y pues, desde allí en más para todos el apellido O"Connell se volvió algo indebido de pronunciar ya que significaría así como le llamaban algún pueblerinos <<llamar al mal augurio>>. Luego del descubrimiento de las horribles condiciones en las que había estado viviendo Carolina, la enorme mansión en la que algún día fueron celebradas millonarias fiestas entre empresarios y uno que otro político, hoy yacía clausurada y como principal recinto de estudio debido a las raras y extrañas marcas que la mujer dejó pasmadas en las paredes, incisivo, premolares y molares encontrados, sangre, estiércol y especie de maleficios caseros efectuados por la misma; no hizo más que poner en sobre angustia a los habitantes del pueblo. No era extraño que ahora mi madre y mi prima me miraran así de confundidas y aterradas. Pero es lo que debía hacer. Debo hacer lo que sea por salvar a ese niño.
Seguí al hombre de tes blanca y cabellos dorados hacia el exterior. Y allí hacia al oeste pude ver al otro policía apuntando hacia enfrente de sí. Siguiendo la dirección de donde apuntaba, entre los arbustos y oscuridad que brindaban los imponentes pinos pude observarla. Con sus harapos manchados de tierra, barro y lo que parecía ser carbón, sosteniendo al pequeño niño sollozante entre sus brazos malarañados y enflaquecidos. Sólo pude dirigirme a observar sus ojos y darme cuenta que en ellos ya no quedaba nada de humanidad. Ni pizca si quiera de la preocupación que algún dia sintió por un ser indefenso como lo fue su hija el día en que la llevó a la consulta. Su mirada oscurecida y absorta en mí la hacía ignorar todo lo demás que había en estos momentos a su alrededor.
Me hubiera tumbado en el suelo en ese momento de no ser que sabía que debía de permanecer en pie por el niño allí presente. Pero herida y destrozada de darme cuenta de la extrema crueldad que puede llegar a causar este lugar dañando a quien se cruce en su camino sin importar qué. Pensaba en esto cuando de pronto y con la cabeza gacha pude distinguir que los labios del joven uniformado se estaba dirigiendo a mi, pero no le oía. Sólo asentí con las mejillas entumecidas mientras él con su palma me guíaba a seguir caminando para acercarnos hacia dónde yacía armado su compañero. Entre ecos oía sus instrucciones mientras el otro no parecía estar dispuesto a bajar su 9mm.
- Sólo háblele. No está dispuesta a soltar al niño si no lo hace.
Yo permanecía quieta, sin poder decir ni hacer acción alguna, como si el mundo se hubiese volcado en cámara lenta.
- ¿ME ESCUCHA?- grita el joven delgado rojo de la conmoción.
- Si, si.
Y allí fue cuando comencé con paso lento a avanzar unos metros más allá de donde había permanecido hace unos instantes mientras el policía armado cubría mis espaldas. Mi respiración se aceleraba un poco más con cada paso que daba entre el seco césped que daba hacia él área menos visitada del bosque. A la cual sólo los cazadores ciertas veces solían ceder acceder ante la escasez de venado.
Ya cuando pensé que sería una distancia prudente me detuve intimidada por la mirada de la siniestra mujer descalza. Allí fue cuando los policías me hicieron gestos con la cabeza señalandome que estaba bien aquella distancia y que no fuera a acercarme más.
Volteé para intentar hablarle a Carolina. Tragué con fuerza el nudo formado en mi garganta, pero no fue suficiente. Mis piernas comenzaban a flaquear y tiritar. Allí fue cuando intenté decir lo primero que se me ocurrió a la cabeza seguido de un gallito y voz más que temblorosa.
-Aquí estoy. Debes soltar a ese niño, esto será entre tu y yo Carolina.
Pero ella permaneció inmóvil. Dudé si es que realmente me escuchó puesto que igual ciertos metros nos separaban, pero lo hizo, ya que finalmente contestó.
-¿Qué se siente perder a quienes quieres Alicia? ¿Qué se siente no poder hacer nada por intentar salvar a quienes próximo morirán?
No estaba preparada para sus acusaciones e interrogantes. Quería destruirme y sabía que en estos momentos me encontraba más que endeble emocionalmente, intentaría aprovecharse de eso para acercarse a mi y obtenerme. ¿Cree que no me di cuenta que el bosque la tomó para hacerme sufrir? Que no sé que este niño es una excusa y presión que me ha relegado el bosque para ceder y entregarme a él para así pueda vencer a su mayor amenaza: "la única capaz de saber el cómo vencerlo". Pero no me daré por vencida tan fácil... no lo haré.
- ¡Deja al niño en paz Carolina, el no tiene nada que ver en esto. Y lo sabes!
No tardó en responder.
- Eres ingenua si crees que lo dejaré ir. Es el único modo a que cedas a hablar conmigo querida.
La ira me empezaba a invadir.
- ¿Cómo es que no te das cuenta de lo que te ha hecho este bosque? ¡Mató a tu hija y ahora lo está haciendo contigo!, ¿¡QUÉ NO LO VES?!
Y pareció que justo en ese momento le di en el clavo, porque pareció recordar algo que había estado guardado tan en el fondo de su ser que apenas sabía si existía o no.
- ¿Mi... hija?
<<¿Qué demonios?>>
Confundida agregué.
- Ava. ¿Crees que le hubiese gustado ver su madre así? Ella quiere verte feliz Carolina. Estoy segura que eso esperaría.
Y en eso pareció flaquear... su rostro se ablandó y por un segundo creí soltaría al niño mientras ella desconcertada desviaba la mirada perdida en sus pensamientos como intentando encontrar la respuesta a algo. Rápidamente miré hacia atrás y uno de los uniformados comenzó a escabullirse rápidamente por el entorno de donde nos encontrábamos con objetivo llegar al niño. La señora O"Connell susurró algo apenas audible.
- Mi hija...
Y allí comprendí: el bosque si quiera le permitió quedarse con el recuerdo del ser al que más amó en esta vida. Se lo arrebató con tal violencia como lo hizo con la vida que ella poseía antes de esto. En eso volvió a tomar al niño entre sus brazos presionandolo del cuello mientras el intentaba luchar contra su agarre.
Asustada miré a los carabineros mientras el que se escabullía se escondía para no ser descubierto e intentar el modo de llegar a la fugitiva por detrás y sorprenderla arrebatándole al niño, y el otro se volvía a apoderar y aferrar al gatillo de su arma fuera cual fuera el movimiento de la mujer.
- ¡MENTIRAS! ¡No tengo ninguna hija, sólo quieres confundirme y quedarte con este niño...¿no es así?!
Tomó burdamente el cuello del niño entendiéndolo en longitud para dejar toda su extensión a la disponibilidad de ella. Agitada y sin saber qué más hacer e ignorando si podríamos esperar más por la llegada de las patrullas miré apesurada al oficial negando con la cabeza a lo cual luego de eso todo se volvió borroso. En donde cada minuto se volvió una eternidad. Cada segundo un milenio más. No estaría dispuesta a que lo de Ava volviera a ocurrir, esta vez yo haría algo para impedirlo. Con todas mis fuerzas me puse a correr mientras de pronto los ojos de Carolina se tornaron negros por completo. No sólo su iris, sino que también la esclerótica de el. En eso ella dio una tosca inhalación extendiendo sus fosas nasales a más no poder, desfigurando su rostro a uno que jamás se esperaría ver en ningún humano, al que el cual descendió se estrelló en el cuello del pequeño joven aún luchando ente sus brazos del que tomó de sus despeinados cabellos abriendo su boca en el descenso en medidas desbordantes e indispensadas, sando una mordida a su cuello y arrancando de él un gran trozo de carne que dejó al descubierto ambas venas yugulares cortadas por el acto y un gran chorro de sangre saliendo de estas ensuciando el resto de los harapos de la mujer.
La alarma de las patrullas sonaron mientras yo me dejaba caer al suelo estirando mis brazos a modo de recibir al niño que aún intentaba decir algo con labios tiritantes, pero sus últimos espasmos lo detuvieron, y el brillo en sus ojos fue lo último que pude ver. Observé hacia arriba no pudiendo creer la maldad existente en este planeta, no pudiendo aceptar tal acto de inhumanidad observado hoy y en el cual yo estoy inmersa... Del cual yo fui causa.
Miré negando con la cabeza y orbes llenos de lágrimas a la mujer parada delante mío, quien con su antebrazo limpió su mentón de la sangre derramada mientras yo sostenía al pequeño abrazado entre mis brazos. Segundos después ella sonrió y ya dispuesta a seguir con su labor, enviada por las oscuridades y perversidad misma del bosque de acabar con mi vida, me entregué. Hice a un lado al recién fallecido dejando un beso en su frente y pidiéndole perdón, a lo cual tras mío escuché unas puertas cerrarse. Pero ya nada importaba, terminemos con esto ya si eso significa paz. Si con eso no seguirá muriendo más gente por mi culpa.
Allí estaba yo rendida ante sus pies, arrodillada. Ella sonrió mostrando los pocos y amarillos dientes que le quedaban para tomar de mi cabello entre su mano y fuertemente agarrarlo con tal de ponerme en pie. Yo misma le di visibilidad para mi cuello.
A la lejanía escuché mi nombre.
-¡ALICIA!- era Ángel.
- Siempre te amé- susurré.
El ser sin alma delante mío inhaló y ya cuando creí era mujer muerta, un estruendo me despertó de mi ensoñación. Miré enfrente mío y allí pude ver su rostro, antes de desplomarse en el frio suelo de tierra. El agujero hecho en mitad de su frente que atravesaba ambos lados del cráneo. Y allí supe que todo había terminado... al menos con ella.
Se desplomó dejando caer su cuerpo en peso muerto con mirada inerte. Miré hacia atrás y quien había dado el tiro fue el oficial. Mis ojos se nublaron intentando mantener el llanto mientras mamá y Ángel corrían a abrazarme.
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