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Capítulo 22

-Tienes razón.

Lo abracé fuertemente. Seguidamente escuchamos un grito proveniente del primer piso. Era mamá.

- ¡Bajen, la comida esta lista!

El joven parado enfrente mío me dedica una sonrisa para luego hacerme cosquillas.

- ¡Basta, basta por favor!- retorciendo mi cuerpo como si de un gusano se tratase.

-Ok...

Lanza una carcajada y levanta sus manos en sos de paz, lo cual ignoro propiciando un fuerte golpe en su hombro izquierdo para posteriormente bajar corriendo las escaleras. Ángel seguía mis pasos y ya una vez abajo nos sentamos para almorzar junto a los demás. No fue difícil incorporarnos a la conversación, hablaban de algunas de las travesuras que Gab había realizado de pequeño .

-No pues, y eso fue el comienzo de todo. Según me han contado mis padres una vez me encontraron con todos los paquetes de fideos y azúcar abiertos en mitad de la cocina- aseguró el castaño de ojos color avellana.

Todos reímos.

- Ángel, tu si que eras malvado de chico.- Interrumpe su relato.- Te  gustaba molestar a mi gato, recuerdo que incluso una vez lo mojaste con la manguera.

- ¡¿Qué?! Es injusto, tenía apenas cuatro años.

Fingía indignación en su tono de hablar. Debía reconocer que me encantaba compartir con mi familia así, mamá y papá en casa. Pablito y mis amigos...¡qué más podía pedir!. Observaba a mi prima y podría asegurar que ahora sus ojos destellan más que ilusión en la forma en que mira a Gab, quizá ahora si habían hablado bien las cosas y son formalmente una pareja. Me alegraría demasiado saber eso. El vibrador de mi celular me hizo salir de mis cavilaciones, por lo que al ver que se trataba del trabajo pedí permiso y me dirigí a la terraza para poder escuchar más claro.

Contesté.

-¿Alicia Carrasco? Hablas con Anastasia, la paramédico del consultorio.

- Hola, me alegra escucharte. ¿Todo bien con los papeles que envié?

-Claro, de maravilla. Te llamo para informarte que mañana ya te han habilitado para trabajar.

<<Oh, esto no me lo esperaba. Pero, ¡qué bien!>>

- ¡Qué bueno!. ¿Ya hay horas agendadas?

- Sí, el señor...espérame un segundo. Revisaré la ficha. - Escuchaba el hojear de algunas páginas al otro lado de la llamada telefónica.- Fisher, Matt Fisher. Es un anciano, vive en  Terry Fox Street, no sé si lo ubicas.

Intentando hacer memoria no logro recordar aquel nombre.

-No... pues mañana lo conoceré. Gracias Anastasia, nos vemos.

-Adiós. Cuídate Alicia.

Colgué para volver a compartir contando anécdotas de nuestra infancia.

...

Para la cena ya nos encontrábamos solos, sin Gab ni Ángel. Debían regresar a sus hogares. Los escoltó la policía, mientras que en nuestro hogar aún permanecían dos patrullas realizando vigilancia. No se tenía novedad alguna de la locación del niño desaparecido, y eso me asustaba. Me atemoriba que tal siniestra presencia se apoderara de un alma inocente...por algo de lo cual él siquiera era culpable.

Nos encontrábamos sentadas en el sofá con Marie mirando Mayor Crimes    observando a mi pequeño hermanito jugar con legos de madera. Comienzo a hablar, pero lo hago despacio evitando que Pablo escuche.

- Ese niño no tiene la culpa de que lo hayan secuestrado. Lo que ella quiere es obtener mi ser. No el de él.

Marie permaneció un minuto en silencio. Por un momento creí que no me había escuchado, pero sí lo hizo. Ella contestó:

-No se te vaya a ocurrir hacer una estupidez- entre dientes y amenazante.

Volteé mi mirada nuevamente hacia la pantalla y respondí serena.

-Nos vio aquel día en su casa, y, pues. Lógicamente me odia por haber "asesinado a su hija".

Voltea su cuerpo y comienza a hablar sin no antes haberse cerciorado que el bebe delante de nosotros aún permanecía inmerso en sus sanos juegos.

- TÚ NO hiciste eso. Y salvaremos a ese niño, pero necesito que prometas que no cometerás alguna estupidez. ¿Ok?

<<Si es mi culpa que el esté secuestrado, no puedo quedarme de brazos cruzados>>.

Al ver que no aceptaba su petición bufa y apaga el televisor. A lo cual a  Pablo ahora esto si le llama la atención, pero Marie está enojada, y no hace caso a ello.

- ¿Me escuchaste? ¡Promételo!

<<¡Maldición!, sólo dile lo que quiere escuchar>>.

-Ya, ¡está bien!

Papá se acercó con un vaso de café y un pan en la mano, traía puesto el pijama y se dirigía a la habitación. Eramos los últimos en acostarnos, les dije a mis papas que yo me encargaría de acostar a mi hermano.
Quedó atónito al vernos gritar. Era raro en nosotras.

-Ok...-tragó el pan remojado en café que tenía en su boca-. ¿Todo bien?

Nosotras nos miramos rápidamente y dijimos al unísono.

-Sí.

Frunce el ceño pero rápidamente desaparece volviendo a su estado de despreocupación. Retoma su rumbo pero recuerda algo, por lo que se devuelve para agregar.

- Ah, Alicia, tu madre se ha puesto un poco melancólica por la charla que hemos tenido con los chicos hoy en la tarde. Se ha puesto ha ver fotografías tuyas y de tus hermanos de pequeños. Quiere que la vayas a ver a la habitación.

Así que eso hice. Acosté a mi hermano mientras Marie iría a ponerse pijama. Allí estaban acostados mamá y papá. Ella tenía los ojos un tanto llorosos, pero asumí que de emoción. Puesto que cuando entré en el cuarto ella estaba sonriendo invitandome a tomar asiento en su lado de la cama. Papá miraba un programa en la televisión, era el programa que desde pequeña me ha gustado observar con él: Civilizaciones, un sólo universo.

Me senté en la posición del indio y comencé a observar las fotos. Sonreí a mamá.

- ¿Recuerdas tu primer día en el jardín?

Y en eso papá se une a la conversación.

- Esa historia yo me la sé.

No pude evitar sonreír y soltar una risa. A papá le encanta relatar esos recuerdos. Posteriormente vimos fotos y más fotos hasta que dimos con una de cuando llegamos a esta casa por primera vez. Mis padres se observaron conmovidos.

-Parece que fue ayer- dice mi padre melancólico.

-Así es.

Mientras ellos observaban la fotografía comencé a incursionar por entre las decenas de fotografías esparcidas encima del suave cobertor de algodón. Habían de toda clase, unas de mis padres recién casados. Otras de ellos jóvenes, ecografías de nosotros en la panza de mamá. Otras mia de pequeña cuando aún vivíamos en México, otras con Ángela, y finalmente otras con Pablito. Realmente esto era emocionante. Se trataba de una linea de vida, pequeños momentos de nuestras vidas plasmadas en un trozo de papel.
Hasta que una de ellas llamó mi atención. Una niña de cabello castaño oscuro con cintas color violeta lucía contenta en medio de grandes arboles en la mitad de la naturaleza. Llevaba botas cafés puestas y un abrigo de invierno color beige.

Absorta en la imagen sin siquiera levantar la mirada cuestioné a mis padres.

-¿Dónde fue esto?

Todo lucía...tan bien. Los rayos del Sol atravesando los grandes páramos. La sonrisa de la pequeña irradiaba confianza y felicidad. Las hojas secas de los arboles adornaban el ambiente tiñendolo de armonía. Era...mágico.

- Oh...esa eres tú. ¿No eras encantadora?

<<¿Qué?, ¿cómo es posible?. Esa no soy yo>>.

- No puede ser. Yo...no...recuerdo.

Mis padres se quedaron mirando momentáneamente para luego hacer a un lado las capturas que tenían en sus manos y fijar sus orbes en mi.

- Pues...- dijo mamá nerviosa.

Ambos parecían incómodos. ¿Qué ocurría? ¿Qué me estaban ocultando?

- Temíamos a que este momento llegara. Pero es hora.

Papá toma la mano de mamá y ambos se dedican una mirada de afirmación.

-El doctor dijo que podían quedar consecuencias luego del accidente, por lo que es totalmente normal si no posees recuerdo alguno de lo ocurrido.

<<¿De qué está hablando?>>

Ahora continúa mama.

- Como dice tu padre, fueron tiempos difíciles para nosotros. No sabes lo duro que fue pensar siquiera que te podíamos perder.

<<¿PERDERME?>>

Inhala profundo y toma mi mano.

-Hija, tuviste un accidente a los diez años. Fue cerca del Lago Grey, siempre te llevábamos a jugar allí. Aquella mañana estabas jugando afuera en el jardín, pero cuando te llamamos a comer no respondiste. No estabas afuera y con tu padre salimos a buscarte. - Ella baja su mirada y aprieta sus labios suprimiendo el dolor.

Papá aprieta su hombro y con mirada compasiva dice.

- Te encontramos en mitad del bosque inconsciente. Suponemos que jugando tropezaste y caíste. Te habías golpeado la cabeza con una roca. Estuviste en coma cinco meses Alicia, los médicos no nos daban diagnósticos esperanzadores. En el mejor de los casos, quedarías con muerte cerebral.

Sentía a mis padres sollozar a lo lejos, pero mi mente aún intentaba canalizar toda aquella información. ¿Realmente todo esto había sucedido?

Mamá inhaló profundo retomando el aliento.

-Pero un día lo hiciste. Despertaste y rompiendo toda clase de esquemas médicos Dios te devolvió a nosotros sana y a salvo. ¡Te teníamos de nuevo en nuestros brazos y no te perderíamos otra vez!

-Era un milagro, nuestro milagro.

Una espesa y cristalina gota húmeda caía por mi rostro, mientras yo, sumergida en un mar de pensamientos, intentaba encontrar alguno de esos acontecimientos en algún rincón de mi subconsciente.

-Entonces...¿borré los recuerdos así sin más?

Me habían dado mil estocadas. No sabía qué pensar.

- A medida que comenzó a avanzar el tiempo nos dimos cuenta de que no mencionabas el incidente. Además parecías haber perdido todo recuerdo asociado al bosque.

Interrumpí el dialogo de mamá.

-...lugar donde se encuentra el Lago Grey.

Asiente con la cabeza.

<<Ahora comenzaba a entender todo>>

Ella prosiguió.

- Consultamos al especialista y nos dijo que habías sufrido pérdida de memoria selectiva. Por eso no recuerdas tus juegos y las caminatas que solíamos dar cuando tu eras pequeña en el bosque.

-Además -papá agrega-, no querías ir. Desarrollaste cierto grado de repulsión al bosque. Te negabas a ir y lo mirabas con desconfianza. - Hace una pausa y sonríe.- Era tierno ver esas facciones en tu pequeño rostro y oírte decir: "Bosque no, papá".  Fruncías el ceño como un adulto.

- No llores cariño. Todo eso quedó atrás. Hemos superado eso y podremos con todo.

Sólo los miré con los ojos entumecidos intentando encontrar palabra alguna para hablar. Sólo quería que ellos estuvieran a salvo.

- Yo...comprendo. Los amo, no sé que haría sin ustedes.

Nos dimos un fuerte abrazo. Y no mentiré, lo necesitaba. Era justo lo que quería: mi familia junta para siempre. Limpié las lágrimas en mis mejillas con la manga de mi sweater bruscamente y me puse en pie mostrándome fuerte.

- ¡Muy bien, es hora de dormir!

Ellos sonrieron, pero parecían no creer del completo que yo me encontraba bien. Rayos, debía ser más convincente. Forcé más mi sonrisa. Los ayudé rápidamente a ordenar y me despedí dándoles las buenas noches.

-¡Los adoro!

-Y nosotros a ti hija.

Cerré la puerta y comencé a caminar por el oscuro pasillo con dirección a mi cuarto. Ahora y tras toda esta nueva información, la pregunta es:

<<¿Fui un intento fallido del bosque en asesinarme?>>



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