Capítulo 20
Petrificada ante lo que mis ojos estaban viendo sólo pude quedarme allí, inmóvil e indefensa en medio de las penumbras que había deparado para mí esta noche. La siniestra mujer en frente mio parecía un ser ajeno al que algún día fue. Lentamente y con paso suscitado fue avanzando, mientras por inersia yo intentaba retroceder aún atrapada por su penetrante mirada.
- ¿Qué quieres de mi?- con voz débil.
Y en ese instante detuvo el paso. Me observó con aquellas orbes oscuras como la noche que cubría como un gran manto el cielo hace un rato estrellado, y levantando su brazo señaló hacia su costado izquierdo. Allí el mundo se detuvo.
Con un vestido azul mal arañado y su rostro sucio con polvo estaba ella.
- Angela.
Asombrada y con los ojos humedecidos corrí hacia ella. Pero ella lucía triste. Parecía mantener su mirada pérdida en algún punto remoto, como si ignorase mi presencia aquí. Tomé de sus brazos y seguían sintiéndose tal como los recordaba. Pero estaban fríos, helados como un los inmensos kilómetros de hielo que suelen desprenderse de los inmensos glaciares.
"Oh bebé, estoy aquí. Todo estará bien."
Y en un vano intento por abrigarla de pronto la mujer a unos metros detrás de mí habló.
- No puedes protegerla. No de mi. No del bosque.
Y era cierto. Desbordé de ira sintiendo el corazón partirse en dos, el bosque se la había llevado. Acariciaba su piel. Sólo necesitaba volverla a tener cerca mío. Sentir que nada de esto había sucedido: que ella no hubiese fallecido. Su piel lucía blanca como un papel y sus labios azules como el mismo mar. En mi mente sólo cabía una pregunta: "¿Cómo permití que esto llegase a pasar? Estarías viva si hubiese llegado a tiempo".
Llorando el ser inhumano detrás mío señaló.
- Esto es sólo tu culpa Alicia. ¿Quieres que las cosas sean diferentes?
Con mejillas humedecidas intentaba hacer caso omiso a sus palabras, pero era imposible. Quería y necesitaba a mi hermana de vuelta y ahora que la tenía quería estar con ella sola.
- ¡DÉJAME! DÉJAME CON ELLA SOLA.
En ese instante su expresión cambió. Y su rostro se transformó. La sonrisa sádica volvió y para cuando volteé a ver a Angela esta me miraba ahora fijamente a los ojos.
- ¿Hermana? -dije con un hilo de voz.
Ahora sus oscuras y no verdes orbes se centraban en mi. <<¿Qué ocurre? No, por favor. Ésta no eres tú.>>
- El bosque te desea Alicia. Morirás, al igual que yo. Todos morirán. Todos morirán.
Y con sus pequeñas manos se abalanzó contra mí.
- ¡Ahhhhhhhhhhh!
Di un grito estremecedor para cubrirme los ojos y volverme un capullo. Lloraba desconsolada cuando una mano de pronto tocó mi hombro y grité asustada.
- ¡LÁRGATE MALDITA, DÉJAME EN PAZ!
Y mi alma desvaneció en tranquilidad al saber que se trataba de Marie.
...
-Toma este jarro con té caliente de manzanilla. Te hará bien.
Me brindó un infusión que había preparado.
- No hay indicios de que nadie estuviera aquí. -Señaló Gab .
Subí mi mirada y con ira fulminante dije.
- No estoy mintiendo. La vi.
Marie me mantenía abrazada para recuperar el calor corporal que habíamos perdido en el frio de la madrugada. Miré a Ángel y lucía preocupado. Sé que quiere señalar algo. Está enojado, lo sé.
- Dilo. -Lo incité.
Estaba cansada de esto. De las muertes, del maldito bosque y la gente que vive en este pueblo y sus prejuicios injustificados. <<¡Dilo, qué esperas!>>.
- ¿Por qué no...¿Por qué no nos dijeron lo que pasó?- hizo una pausa. - Es peligroso. Pudo haberlas venido a buscar.
Marie agachó la vista.
- Creí que necesitaba despejarme. Los problemas... esto que ha estado pasando. Ángel.. ¡odio esto!. Ya no lo quiero.
Comencé a llorar nuevamente sin poder evitarlo. Él se acercó y sentó al lado mío para abrazarme fuertemente y besarme en la frente.
- Lo sé. Estoy contigo en esto. No sé qué haría si esa mujer te hubiese lastimado.
Aquella mañana retornamos a nuestros hogares. Pero al llegar a mi hogar, nos encontramos con patrullas esperándonos.
- Oh no...
Mil ideas pasaron por mi cabeza. Pensé que esa loca desquiciada incluso había decidido luego de nuestro encuentro venir a visitar a mi familia. Gracias a Dios no fue así.
Bajé corriendo del automovil seguida de los chicos. El oficial se acercó a mi con su tradicional café en la mano.
-¡Oficial! ¿Qué sucedió?- con el corazón en la garganta.
- Alicia Olivera, necesito venga conmigo.
En el camino mi temor había desaparecido. El sheriff comentó que mis padres y hermano se encontraban fuera de peligro al interior de la casa. Pero que desgraciadamente había sucedido algo horrendo en la madrugada del día de hoy.
- ¿Por qué abandonó su domicilio?. Le advertí del riesgo que corría al salir de su hogar.
Pues... no sabía si contarle realmente lo de anoche.
- ¿Sabe usted que la señora O"Connel ha raptado a Alan Collins, hijo del doctor Edward?
Dios mío. Esto no es posible.
- Sucedió a las 5.15 am. La familia estaba durmiendo cuando de pronto escucharon un estruendoso ruido proveniente de la habitación del menor. Ella se lo llevó sin más por la puerta principal. Nadie se explica con la rapidez que actuó.
Debo contarle.
- La señora O"Connell merodeó por los bosques anoche sheriff. Lo sé, porque yo la vi.
Luego de explicarle todo él dijo.
- ¿Cómo sabía ella que usted se encontraba allí?
Me detuve a pensar.
- No lo sé. No hay modo. Sólo me encontró.
Había dudado en contarle acerca de la aparición de mi hermana en todo lo que había acontecido en nuestra acampada, por lo que decidí omitirlo: no sabía cómo lo tomaría el oficial.
- Pues las sospechas apuntan a que ella andaba merodeando desde ayer en la mañana en los alrededores del pueblo. Cuando usted me realizó la llamada el Cabo ll González no siguió mis ordenes y olvidó enviar la patrulla a verificar si todo se encontraba en correcto estado en la residencia de los O"Connell, por lo que las enviamos ayer en la mañana. La casa estaba vacía. Se encontraron cosas realmente espeluznantes en aquella casa.
<<Se refiere a las extrañas figuras en la pared. Pregúntale sobre ello, necesitas saber más>>.
- ¿Cómo "espeluznante"?
El hizo una pausa y encendió su cigarrillo dando una gran bocanada de humo.
- Extrañas figuras trazadas en paredes. Yo no se de rituales ni sectas...pero esto parece algo de esa índole. No puedo revelarle más. Sólo decirle que se cuide. El hijo de la señora O"Connell viene viajando desde Inglaterra. Pensamos que ella podría tener problemas mentales. Por favor, quédese en casa si no quiere tener problemas con nosotros.
No puedo creer todo esto.
Corrí hacia el interior de mi casa. Los policías se encontraban en nuestra residencia para merodear el bosque en búsqueda del niño extraviado. Adentro me encontré con los chicos, mamá y papá. Ellos me abrazaron como si no me hubiesen visto... hace siglos. Mamá lloraba desconsolada.
- Creímos que les había haber pasado algo.
Abracé a mamá y les conté la verdad de aquello que habíamos visto en casa de la madre de Ava hace apenas unos días con Marie por andar husmeando. De todos modos el oficial ya había destapado la olla.
Subí a mi habitación a abrigarme mientras abajo todos preparaban el almuerzo. Allí fue cuando al ir a cerrar la ventana que da al balcón escuché la conversación que dos policías mantenían respecto a la investigación del niño desaparecido.
- ... la casa era un desastre. El primer y segundo piso en igual estado. Fecas por doquier, orina e insectos. Era asqueroso. Muchos de nosotros no aguantamos el olor y debíamos salir. Algunos vomitaron.
- No te creo. La gran familia millonaria del norte de Canadá unos locos maniáticos.
Se escuchó silencio.
- Pues bueno. No puede ir lejos. Esa maldita no lleva consigo ni un billete ni sus pasaportes. No podrá salir de aquí. Ese niño debe volver con su familia.
- Así será.
Dijo el otro, y para cuando yo aún yacía acostada en el piso del balcón intentando disimular mi presencia ante los policías oí la voz de Ángel tras mío.
- ¿Alicia?
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