Capítulo 2
La noche anterior conversamos hasta tarde, extrañaba eso. Reírnos y contar historias familiares de los viejos tiempos. A la mañana siguiente pude observar con mayor claridad y detención mi habitación. Sigue tal cual la recordaba, claro que mamá ha dejado un par de obsequios por allí dando un toque de renovación. Uno de ellos es un nuevo cobertor de plumas, el cual agradezco demasiado porque realmente estaba acostumbrada a otro estilo de clima. En el esquinero allá a la derecha lucen hermosos y frescos liliums que siempre solían recordarme que a pesar que la primavera es una estación que podemos vivir tan sólo una vez al año, las flores características de ella nos recuerdan la perseverancia y la importancia de la belleza en la vida que perdura sin importar la época del año en la cual nos encontremos. Observo la hora en mi celular y veo que desperté doce minutos antes de lo habitual, imagino que debe ser el cambio a todo aquello que debo retomar. Viendo los retratos y fotografías llego a la de mi licenciatura. No sé si sea bueno dejar todos estos recuerdos aquí... tal vez sea hora de deshacerse de algunos de ellos. Me siento en la cama y al costado mio se encuentra un pequeño marco con dos chicas abrazándose y sonriendo. Una mayor que otra sosteniendo a la menor. Miro discretamente sin poder disimular los hermosos recuerdos que me traía consigo aquel retrato.
En la cocina mamá ya está en pie y Pablo juega con sus juguetes en la alfombra del comedor. Los saludo.
-Buenos días hija, ¿cómo has amanecido?
-Bien madre, descansé lo necesario. ¿Papá dónde está, se ha ido a trabajar?
-Así es preciosa. Desayunó y tuvo que marcharse.- Sonríe compasivamente tomando con un mantel la paila con huevos que estaba preparando hace unos segundos y sirviéndola en la mesa.- Hija, deseo hablar contigo de un tema muy importante.
<<Se a dónde se dirige esto, por favor no toquemos aquel tema>>
- Todo este tiempo ha sido muy duro, y no imagino cuánto lo ha sido para ti. Daría lo que fuera porque te quedaras con nosotros, pero si aún no estás lista no te presionaré por más dolor que me cause. Eres mi hija y no dejaré que nada malo te ocurra. No lo permitiré. -Sus ojos comenzaron a llenarse de pronto con lágrimas y en cuanto sucede desvía su mirada de la mía para limpiarlos, luego toma fuertemente de mis manos.- Puedo llevar a Pablo conmigo, no será inconveniente para cuidar a tu tío. - Mamá sonríe- De hecho creo que incluso llenará de alegría esa casa y no debes preocuparte por tu padre y por mi. Estamos bien y lo seguiremos estando. Sólo quiero que vuelvas, pero no por presión.- Mamá hace una pausa y muerde su labio mirando hacia el cielo. Veo su labio tiritar y suelta en llanto.
No puedo aguantar verla así.
-Madre, no digas eso.- Intento sonreír para tranquilizarla, a pesar que se me hace imposible no nublar mis pensamientos de recuerdos del pasado e incertidumbre.- Verás que estaremos bien, y como tú dices, en poco tío Alfredo se pondrá bien y además... no creerás que pasaría mi vida entera sin volver a casa, ¿no?. ¿Qué haría sin ustedes?- Digo levantándome de la mesa para ir a abrazarla fuertemente y acariciarle su rostro para secar las tibias lágrimas que caían por sus mejillas. Ella da un largo suspiro mirando hacia el exterior a través de la ventana con aire de decepción, tras lo cual dice.
-¿Qué te dijeron hija?, ¿quién ha sido?.
No sé si deba decirlo, no quiero preocuparle. Pero qué más da. Son parientes lejanos y no lo han hecho con mala intención. De seguro se les ha escapado y mamá sólo no quería preocuparme.
-Tío Bernardo. No te preocupes mamá, a todas las familias les ocurre en algún momento que se encuentran estrechos económicamente. Podremos salir adelante y yo los quiero ayudar.
Mamá suspiró profundamente y mantuvo el silencio, luego asintió con la cabeza y tragó como si tuviera un nudo en la garganta como intentando tragar la tristeza. Luego volteó y sonrió para abrazarme y darme un afectuoso beso en la frente.
Más tarde me dirigí camino al consultorio para presentarme y dejar listo los papeles para mi contrato. Resulta que seré la primera psicóloga en la historia de Yellownife. Curioso, ya que bastantes personas se han suicidado en este lugar. A medida que recorro los pasillos del pequeño establecimiento y luego camino por las angostas calles del pueblo comienzo a ver cada vez más caras conocidas y suelen preguntarme sobre qué estoy haciendo aquí a lo cual contesto que volví para reivindicarme. Muchos se alegran, pero no puedo decir eso de todos. No dejo de notar que en la mayoría de la cara de ellos hay una expresión de asombro, intriga o incluso duda. Algunos fruncen el ceño a pesar de que me conocen desde hace años ... de ellos la mayoría desde que nací. Luego de que los saludo con una sonrisa o muevo la mano con la misma intención, al alejarme cuchichean como si se tratase de algún oscuro secreto. Eso me hace sentir incómoda, pero no debo dejar que ello vaya a influir en mi presente. Al fin y al cabo no se puede esperar menos en una localidad donde todos se conocen y los rumores van a la par del día.
Tomo mi bolso con más fuerza y me enfoco en caminar por la avenida principal, decido no mirar hacia el alrededor. Voy a paso rápido, lo bueno de Yellowknife es que no es mucha la distancia que debes recorrer para llegar a tu destino, y menos las tarifas que debes pagar por subirte a un medio de transporte. De hecho sólo se habla de los autos que cada quien tiene en su hogar. El único medio de transporte público son las micros y buses que aproximan a lugares urbanos o que derivan a zonas próximas al pueblo. Como es el caso de mi hogar. Llego a dónde me dirigía al final de la Avenida Norte. Compro una botella de agua al señor que se encontraba afuera con un pequeño puesto lleno de confites y al lado de él, una hermosa rosa blanca a la señora de vestido celeste cielo. Sólo había un par de personas transitando dentro. Los arboles no traen consigo hojas, ya las botaron todas. Sus ramas se extienden hacia el cielo gris apuntando en diferentes direcciones. Me pregunto cuántos años llevarán allí plantados. Camino por el sendero principal y luego tomo un pasaje a la izquierda, luego otro a la derecha y luego uno más pequeño y angosto en la misma dirección. He llegado. En mi cabeza me hablo a mi misma y digo: <<Dejaste pasar mucho tiempo, ella te habría reprochado>>.
-Estoy segura que lo habrías hecho.-Afirmo en voz alta y sonrío dulcemente.
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