Capítulo 10
-Dime Ava, ¿a qué sueño te refieres?.
Sé a qué se refiere, sólo quiero oírlo de su propios labios.
-El sueño que tuviste anoche.
Su voz es dulce. Me pregunto cómo es que una criatura tan pequeña e inocente sepa algo de aquello que extrañamente vivencié estando dormida, por lo que no puedo negar que a pesar de ya conocer la respuesta que me iba a dar aquella niña a modo de confirmación; me siento aún así muy consternada.
Debo consultar.
-¿Quieres decir que sabes que soñé anoche?.
Debo ser cuidadosa, por lo que me acerco minuciosamente pidiendo permiso con la mirada a la madre antes de disminuir la distancia que nos separaba. Me hinco y la miro dulcemente a los ojos a modo de crear confianza.
La madre ahora se encuentra mucho más atenta a mis acciones, quisquillosa ante lo que pueda hacerle a Ava.
Tomo la suave y pequeña mano de la niña entre mis manos y digo.
-Está bien cariño. ¿Querías verme por eso?
Tras unos segundos de silencio se acomoda en el asiento sin soltar a la muñeca vestida de rosa palo de entre sus brazos aún con mi mano sujeta. Y mientras observo eso, no puedo evitar pensar en lo madura e independiente que se ve en su manera de actuar y hablar.
Una vez terminó lo que estaba haciendo me mira y cuestiona.
-Señorita Alicia, conocí a su hermana. Angela era una muy buena amiga.
Wow... estos niños si que saben emocionar a uno a veces.
Sonrío al recordar el tan sólo grato ambiente que de inmediato se formaba al estar con Angela en el hogar.
-¿La extraña?.-Cuestiona.
Guardo silencio mordiendo mi labio inferior, pero luego asiento.
-Mucho. ¿Dónde se conocieron?
-En la escuela. Era muy divertida.-Suelta una carcajada traviesa.
Sonrío al imaginarlas jugando en los recreos.
De pronto su madre interrumpe, esta vez con un ligero tono de disculpas en su voz.
Se dirige a Ava.
-Hija. No debemos de preguntar sobre estas cosas, ¿si?.- Y ahora hacia mí.- Lo lamento mucho.
Oh...para mi no es molestia.
-No se disculpe, no es problema. De verdad. En cierto modo me sirve más que no hablarlo.
La madre interroga a la hija.
-Eva, hija. ¿Por qué deseabas venir?.- Noto que su madre comienza a exasperarse. La preocupación que traía consigo en sus ojos desde el inicio de la sesión, tras la incertidumbre del repentino deseo de su pequeña hija de visitar la consulta; que, hasta cierto punto se acompañó por su notorio desagrado ante mí, parecía tornarse más profunda.
La niña un tanto desconcertada nos mira a ambas.
Pero lo que venía a continuación ninguna de las dos lo esperaba. Y es que nos dejó heladas desde el momento en que brotaron aquellas simples dos palabras desde sus delicados y angelicales labios.
-La matarán. -Su suave voz apenas perceptible.
La señora O'Connell y yo quedamos boquiabiertas.
<<¿Qué acaba de decir?>> Mi subconsciente necesita oírlo nuevamente.
Con el cuerpo paralizado no me atrevo a pronunciar frase alguna. Pero su madre lo hará.
-¿Ava?...¿Qué has dicho?.
Su voz era tenue, a punto de desaparecer de entre sus labios en cuanto se acomodaba en el sofá observando con cierto asombro a su hija y temor. Me atrevería a decir que ella al igual que yo también lo ha oído muy claro.
Los ojos de la pequeña se volvieron más indefensos que nunca. Repentinamente abrazó con fuerza el brazo de su madre comenzando a jugar con el pelo de la muñeca a modo de trenzarlo con sus delgados y pálidos dedos.
-Ava.- Llama la atención a su hija para que responda a la pregunta que con anterioridad había formulado.
Ella esconde el rostro detrás del brazo de su madre, entre el dorso del sofá y éste. Se oye decir.
-Mamá, la señorita Alicia va a morir.
Y ahora si estaba dispuesta a decir que quería salir corriendo de aquella habitación.
Aquel punto que me encontraba mirando fijamente allí hacia la pared desde la primera vez que la chica pronunció esas palabras ahora era abandonado por mis orbes. Comencé a sentirme mareada y cada latir de mi corazón parecía retumbar más fuerte en mi interior.
Me apoyé en el escritorio, estaba segura que me caería de tumbo al piso si es que no me sostenía de algo.
El aire se hacía de pronto escaso en la habitación.
La madre de Ava yacía detrás mío ahora preocupada. No distinguía la expresión en su rostro. Sólo que se dirigía a mi con palabras que no podía descifrar, ya que todo era confuso y sólo escuchaba palabras entrecortadas y como si todo estuviese transcurriendo en cámara lenta.
De pronto comprendí parte de lo que intentaba decirme.
-Señorita, ¿está bien?.- Me tendía su brazo mientras su semblante preocupado no hacía más que aumentar mis ganas de querer arrancar de aquel lugar. Pero me comenzaba a sentir cada vez peor, y eso me lo impedía.
No entendía por qué razón me sentía así. Y lo peor es que cada vez empeoraba más. En donde cada segundo se volvía minutos, y mi cabeza se unía a la hilera de malestares. La sangre bombeaba con fuerza dentro de ella y mi respiración comenzaba a agitarse.
<<¿¡Qué me está produciendo esto?!>>... <<¡ALTO, POR FAVOR, ALTO!>>
Y de ahí en más todo fue borroso.
Sólo sé que la madre de la niña salió de la habitación mientras la pequeña se quedaba seriamente mirándome acompañada de aquella muñeca entre sus brazos. Parecía que el mundo daba vueltas, pero extrañamente la niña parada en frente mio permanecía quieta: perfectamente parada con todo el mundo rodando y palpitando a su alrededor.
Susurros comenzaban a escucharse de pronto suavemente. ¿Qué era? ¿Acaso esta vez se trataba de una canción?
Grite.
-¡Ahhhh!.- No aguanté más.
Intentaba pensar entre todo lo que estaba pasando: ¿Dónde se fue la madre de Ava?, ¿ por qué la niña no me ayudaba?.
Me dejé caer al piso en peso muerto sobre mis rodillas aún intentando con brazos débiles poder sostenerme. El dolor en mis rodillas y tibia no importó. De pronto la ví. Vi a Ava. A su muñeca. Aquella dulce mujercita con botones en sus ojos y boca cocida a mano de lana roja.
Desapareció de pronto de mi campo visual, mientras a duras penas y quejándome intento haciendo muecas destapar mis oídos ahora tapados. Pero cuando retorna, vuelve con...¿qué es eso?. ¿Un corta cartón?.
<<¿Qué?, ¿de dónde sacó eso?>> Y rápidamente y entre mis pensamientos abrumados por el fuerte y tormentoso dolor logro obtener la respuesta. <<Debió ser de el cajón del escritorio>>.
Intento hablar.
-Ava, suelta eso. Es... peligroso.
Solté un quejido. Una fuerte punzada clavaba en mi cerebro.
Tardó en responder.
-Sé que lo es.
Su rostro luce tan diferente a como lo veía hace unos instantes. Ahora, luce...tétrico.
<<¿Por qué no lo suelta?>>, reclamo en mi interior e intento acercarme gateando para lograr quitarlo de sus manos. Trataba de armarme de fuerzas y pararme, pero fracaso y caigo nuevamente.
-Por favor.. mi niña. Suelta eso.
Comenzaba a ver borroso. Mi brazos y piernas ahora tiritaban, estaba perdiendo la fuerza.
La pequeña se detiene a verme, acomoda a su muñeca sobre el sofá y acerca la hoja del corta cartón a tal modo que ésta queda visible y lista para usar. Voltea su cabeza hacia el lado izquierdo. Sus ojos brillan reflejando la luz que atraviesa la ventana del cuarto.
-¿A que sabes que viene después de esto Alicia?
Sus orbes se vuelven oscuras y negras. Profundas e indescifrables.
Acerca la cuchilla lentamente a su cuello.
Intento pararme. Caigo y esta vez me pego en la cabeza.
Acto siguiente su madre llega a la puerta aún abierta y observa a su hija y grita.
- ¡AVA!
Pero ya es tarde.
La niña había atravesado con la filosa hoja su cuello obteniendo como resultado que un gran chorro de sangre salpicara de manera oblicua manchando parte de la pared blanca y escritorio que yacía en la habitación.
Un dolor punzante me hizo recaer, esta vez yacía completamente tirada en medio del frío suelo, sin fuerzas para más.
Justo en frente mío y con los últimos suspiros sólo la pude ver a ella. Su madre abrazándola mientras sollozaba y parecía gritar por ayuda. La sangre obscura saliendo abundante desde su pálido cuello. Su vestido manchado de sangre mientras a un costado de ella permanecía su brazo extendido con la hoja que acababa de cortar su mismísimo cuello hace unos instantes. La alfombra cubriéndose lentamente de aquel liquido rojo brillante y yo, siendo observada por aquellos profundos y negros ojos de ese ser ahora inerte que hace momentos atrás me causaba dulzura.
Parpadeé una vez más y desfallecí.
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