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''Nuevos lugares''
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Narradora Pov
Una castaña de seis años se adentró sigilosamente a su hogar, aprovechando que nadie se encontraba. A pasos rápidos, pero cuidadosos, subió los escalones e ingresó a la habitación. Seguidamente, tomó un bolso que había visto el día anterior debajo de la cama de la rubia y empezó a, de manera apresurada, meter todos los libros que pidió "prestado" a la única biblioteca del pueblo.
Al acabar lo cargó en su hombro y salió con prisa de la casa. Nunca se imaginó que pesara tanto hacer una devolución de ese tipo. Sin duda, tendría problemas al volver a casa, pero por lo menos antes de llevarse sin permiso lo que adoraba su hermana. Le dejó encima de su cama el último libro que estaba leyendo.
—¿Quieres ayuda? —pregunto una voz masculina a su costado, tomándola por sorpresa.
Akko se detuvo y volteó a ver al chico. Una sonrisa ligera se dibujó en sus labios al reconocerlo.
—Serías de mucha ayuda.
El niño castaño le sonrió y tomó unos cuantos libros.
—Es impresionante verte fuera de tu hogar —dijo Akko con leve sorpresa.
—Mi papá ha insistido demasiado a que salga a... explorar —soltó lo último sintiéndose un poco inseguro.
—Es bueno que te animaras. No hay muchas cosas que ver, pero créeme que es mejor que estar encerrado.
—Me gusta estar encerrado —murmuró—. Y me gusta más que... me visites.
Akko le sonrió con ternura.
—Gracias por ayudarme.
Andrew asintió. Y juntos, empezaron a caminar rumbo a la biblioteca.
—¿Has leído todos estos libros?
—No. Mi hermana si lo hizo.
El castaño hizo una ligera mueca de disgusto.
—Son muchos.
—Lo sé, pero cada uno es... un mundo diferente con una encantadora historia. Claro, no todos se trata de finalices felices. Uno que otros vienen con finales que no esperas. Todos estos. —Levantó un poco la pila de libros que llevaba consigo—. Son los favoritos de ella.
—¿Y cuál es tu favorito?
—"Mas allá de tus fantasías". Lo pido de vez en cuando prestado a la Sra. de la biblioteca. No me canso de leerlo.
—¿De qué se trata? —Pregunto curioso.
—La protagonista tiene muchas aventuras. En una de esas, se encuentra a una especie que estaba supuestamente extinta. Y unidos, empiezan una nueva aventura que los lleva a diferentes lugares. Pero, el propósito principal de la protagonista, es hallar lo que es simplemente tratado como una leyenda. Y cuando lo hace... —Exhaló suavemente sintiendo su corazón palpitar con emoción—. No quiero darte algún adelanto si piensas leerlo.
—Lo haré cuando no desees hacerlo tu primero.
Akko rio y lo empujo ligeramente, ocasionando que él también riera. Al llegar a la biblioteca luego de unos minutos más. La Sra. Holbrook la recibió con una pacifica sonrisa. Y los libros fueron colocados en una mesa cercana.
—Muchas gracias, Akko. Lamento haberte pedido algo tan... indecente.
—No se preocupe Sra. Holbrook.
—¡Oh! —exclamó sorprendida, notando al acompañante escondido detrás de la castaña—. ¿Y quién es este apuesto chico? No lo había visto antes por estos lugares.
—Soy... soy Andrew. Hijo de Garrett.
—¿Garrett? ¿El sastre Garrett Hanbridge? —dijo con un poco de asombro, a la vez que se acomodó sus lentes.
—Sí... señora —le aseguró con un poco de timidez.
—¡Vaya! —gritó nuevamente sorprendida—. Escuché hace siete años sobre un hijo de Garrett, pero nunca lo había visto en persona. Es un placer conocerte al fin, lindo chico.
—Igual... Igualmente.
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El cielo últimamente había estado despejado. Las nubes desaparecieron hace dos semanas y el calor a veces se volvía insoportable, pero lo positivo era que, en las noches podías apreciar las estrellas. Previamente, su padre había sacado y puesto una manta grande en el pequeño jardín de su casa para contemplar la hermosa vista en familia. Sin embargo, sus dos primeras hijas no asistieron cuando dio él el aviso.
Lotte, había estado más respondona que de costumbre por su decisión "tomada" y por sus palabras acerca de la vida que la esperaba por delante. Amanda, no había hecho más que refunfuñar al verlo e ignorar su presencia. A la hora de cenar, el señor, evitaba contestar las preguntas de la rubia acerca de esa "unión". Y, Amanda, no hacía más que arrugar su nariz, desviar la mirada y masticar de la mala gana.
En cambio, Akko, se alimentaba con tranquilidad mientras sus pies debajo de la mesa se balancean ligeramente. Su padre al verla, no podía evitar que una sonrisa se dibujara en sus labios. Sin duda, su última hija había estado teniendo un comportamiento mucho mejor que sus dos hermanas.
Pero, ¿Qué hacía cuando desaparecía luego de ayudarlo? Siempre le decía que buscaba un nuevo lugar para leer, o que visitaba a la nueva amiga que había hecho. Sin embargo, una vez fue personalmente al hogar de esa chica y preguntar por su hija que se había tardado en regresar.
Akko, no estaba en esa casa. Y después de unos minutos apareció en su hogar esperando su llegada. El señor la miro con extrañez al verla tranquilamente sentada en el sofá frente a la chimenea con un libro en sus manos. Suspiró levemente de alivio y no preguntó a donde había estado luego de que, le dedicara una sonrisa al percatarse de su presencia.
«Con que este bien, es más que suficiente».
—¿Qué te parece? —Le preguntó la castaña al chico de ojos verdes.
—Es hermoso —respondió admirando el paisaje—. ¿Aquí es donde vienes a leer?
Akko negó con la cabeza.
—Aquí no hay nada más que flores amarillas y naranjas.
—¿A qué te refieres con nada más?
—No lo entenderías —dijo levantando sus dos hombros con una ligera sonrisa.
Sus palabras eran ciertas. El campo de flores donde habitaba anteriormente aquel muro transparente, no era más que sólo eso. La pared que la había hecho sentir la presencia de alguien más y escuchar los susurros de una voz no muy... linda, desapareció. Y, hasta el momento, no había encontrado su nuevo paradero; su búsqueda no se detendría hasta encontrarlo nuevamente.
Por las noches, antes de dormir, observaba el techo de su habitación recordando esos hermosos y... cautivadores ojos azules que la miraban aquella vez. Su piel se erizaba cada vez que se cruzaba por su mente. Y estaba segura que, todo lo vivido en ese año no había sido un sueño. En sus manos sintió más de una vez el muro y su intuición la ayudó a sentir a esa especie o persona.
No fue un sueño, pero...
"No regreses."
Esas palabras... sonaron más como una advertencia que como un pedido. En su mente tenía en cuenta que debía obedecerle, sin embargo, ¿Quién se rehusaría a dejar ir un encuentro de esa manera? ¡Tocó una pared transparente y habló con alguien! Bueno, no había ocurrido una conversación directa, pero escuchó claramente esos susurros.
Sin duda, ese descubrimiento no lo dejaría pasar con simpleza. Ella estaba dispuesta a volver a hallarlo.
—¡Vamos! —exclamo Akko agarrando a Andrew por la muñeca. Lo llevó con prisa fuera de ese lugar para guiarlo a otro que encontró en su búsqueda del muro.
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En su hombro derecho cargaba aun el bolso con un libro que le recomendó la Sra. Holbrook antes de abandonar su biblioteca. Andrew, llevaba consigo uno que leería después cuando llegara a su hogar, o... quizás cuando su amiga decidiera un lugar donde leer, aunque la entendía. Era su primera vez fuera de su hogar y todos los sitios que le había mostrado eran... hermosos.
En uno de esos unos caballos preciosos se alimentaban con tranquilidad. Y, en otro, era más un campo de trigo siendo cosechado por un señor de aproximadamente treinta años. Sin embargo, este hombre no iba del todo solo. Su acompañante, no era ni más ni menos que una bella mujer de cabellos negros y piel blanca. La sonrisa de esas dos parejas contagió a los dos niños que se encontraban observándolos desde una pequeña montaña.
Luego, cuando iban caminando vieron a un grupo de personas trabajando en un nuevo molino. La mujer que los guiaba, se veía de veintiún años y tenía una melena de color lila.
Y, por último, Akko, lo llevó a un pequeño lago donde permanecía una hermosa garza bebiendo de él. Andrew lo contempló maravillado apuntando al animal con su dedo índice.
Akko rio antes de hablarle.
—Es una garza. No hay muchas por aquí. Si quieres ver más, tienes que seguir ese rio cuesta abajo.
—Sé que es una garza, pero nunca había visto uno... en mi vida.
La niña lo miro y le sonrió. El chico le devolvió la sonrisa y siguió contemplando el animal. Pasaron unos minutos y Andrew notó como el día empezaba a oscurecer.
—Es tarde.
Akko miró el cielo.
—Que rápido pasa el tiempo —susurró.
—Volvamos —propuso el joven. Sin embargo, Akko, no se movió cuando él se dio la vuelta dispuesto a volver por donde había venido—. ¿No vienes? —le preguntó extrañado.
—Ve primero —le dijo sin despegar su mirada del cielo.
Andrew asintió y se despidió. Akko por su parte esperó con su bolso en hombro que los pasos del chico desaparecieran de su entorno auditivo. Cuando eso sucedió, miró hacia atrás para asegurarse de que no se encontrara.
Sonrió al no verlo y despojó de su bolsillo un papel doblado con un pequeño mapa de su pueblo.
En algunas partes, se encontraba una cruz negra que daba a entender los sitios que había visitado y no había encontrado la pared invisible. Los examinó unos minutos y comparó el dibujo del lago para asegurarse que se encontraba en ese mismo lugar. Luego, contempló lo que había más allá.
El lago poseía a los costados arboles de gran magnitud y piedras resbaladizas. En el fondo del rio podía apreciarse la arena y unos cuantos peces que eran el alimento de la garza. Las hojas de los árboles eran naturalmente verdes, y algunas se deslizaban y descansaban sobre el lago.
Observó con duda ese nuevo punto que tenía un buen aspecto, pero no tan confiable. El ambiente podía sentirse relajante, sin embargo, ella no se fiaría en entrar por sólo eso. Previamente visitó un lugar parecido y acabó con lodo y hojas en su cabeza. Tuvo suerte de que su padre no preguntara por su mal aspecto, pero no le gustó para nada ese sitio. Internamente agradeció de que no estuviera allí lo que buscaba.
En otro de esos lugares se creó algunos rasguños con ramas. Y sin querer, despertó a un animal que se encontraba pacíficamente durmiendo, pero para su poca suerte, era simplemente una oveja apartada de su rebaño que no le importó su presencia, y que rápidamente recuperó el sueño.
Después de tanto tiempo, todavía le molestaba el hecho de que se desvaneciera de esa manera. Ella no era mala, ¿o sí? Simplemente deseaba tener una buena conversación con la protectora del lugar y... quien sabía si llegara también a convencerla de abrir sus puertas otra vez. Aunque eso, estaba consciente de que sería muy difícil.
No la conocía. Y las pocas cosas que hablaban los libros de ella, no decía nada relevante que le diera un conocimiento mejor de su personalidad o manera de actuar. A pesar de tenía un conocimiento previo de una, que era alejar a las personas. Y lo entendía. En gran parte lo hacía.
Sin embargo, ¿En verdad era ella? ¿O era un simplemente animal mágico que estornudó tan fuerte que la tiró hacia atrás? Era ridículo imaginar eso, pero todo podía ser posible. En un mundo donde los sueños se volvían realidad, todo era posible.
Suspiró pesadamente. Y se cansó, de estar luchando con su consciencia acerca de, sí ir a explorar o marcharse a su hogar y llegar unos minutos antes de la cena.
Al final, decidió por ir.
—Aquí vamos... —susurró guardando su mapa.
Nada perdía en seguir intentando, ¿verdad?
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Fin del Cap. 5 (Nuevos lugares)
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