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☪ 48 ☪

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"Nuestra felicidad"

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Narradora Pov

La noticia, llegó más pronto de lo que esperaba. Una de las nuevas jóvenes del pueblo que ingresaba a la biblioteca frecuentemente, encontró a la dueña sin vida sentada en un sofá.

Akko podía jurar que antes de retirarse la señora respiraba. Ella la había visto respirar y descansar plácidamente.

Una tarde hablando con tranquilidad con su padre, su amiga Constanze fue apresuradamente a avisarle. Por supuesto, la castaña no perdió el tiempo y dejó todo lo que estaba haciendo para comprobar si lo dicho, era verdad.

Al asegurarlo, sus ojos se humedecieron mientras veía el cuerpo de la señora descansar sin agarrar un segundo de aire. Estaba totalmente pálida y quieta; no movía ningún musculo.

Akko se arrodilló ante su cuerpo y tomó su mano con delicadeza. Estaba fría. Tembló y mordió su labio inferior en un intento de aguantar las lágrimas.

Las personas que se hallaban en el lugar la miraban con lastima y otras estaba entristecida por lo sucedido.

Para su sorpresa, la hijastra de la dueña no se había presentado y se encontraba consciente de que sabía también lo ocurrido.

Sin embargo, lo que desconocía era que la mujer adulta yacía en su habitación de inventos con sus brazos a cada costado encima de una mesa de manera, dejando salir con el ceño fruncido las lágrimas que creaba su cuerpo en sus ojos.

Ella no lo sabía. Después de que su padre, verdadera madre y hermanas fallecieron en un ataque hace muchos años atrás. Solamente quedaron ellas dos.

Holbrooke no dudó en acogerla y darle la vida que pensaba que se merecía, no obstante, Croix no era para nada amigable con ella; sin embargo, la señora siempre la mantenía presente y ponía su total atención en ella.

Croix no quería ser dueña de una biblioteca que no recaudaba absolutamente casi nada de fondos. Aún le sorprendía que tuviera para comer todos los días, aunque era probable que no consumiera mucho. Vivir con lo mínimo para siempre no le gustaba para nada.

«Esa puede ser una de las causas», se dijo tratando de encontrarle razón a su inesperada ida. «No seas tonta», se regañó cerrando con fuerza sus parpados. Ahora estaba completamente sola. «Era cuestión de tiempo».

Su mandíbula se cerró con fuerza y más lágrimas chocaron contra un objeto de metal colocado en la fría mesa donde se apoyaba.

«No te preocupes». Lentamente tomó la pieza con su mano derecha. «Haré justicia... Haré que los malos tipos paguen por quitarte tu felicidad». Tragó pesado. «Nuestra felicidad». Aunque su padre y madre no estuvieran juntos, Croix había aceptado a Holbrooke desde muy temprana edad como su madrastra.

Sin embargo, eso no significaba que le gustara del todo.

La señora tuvo su despedida. Y la mayoría de las personas asistieron, en especial la castaña que vestía un hermoso vestido largo con encajes en la punta y cuello abierto de color negro. Éste, estaba hecho por las manos de Angelica.

A ella le encantaba hacerle diferentes prendas que fueran de su gusto y Akko lo agradecía.

Para nuevamente sorpresa de la castaña, la hijastra de la señora no se encontraba en ese día. No conocía su estado y su amiga Constanze tampoco, puesto que, la señora de cabello morados le había dicho a través de una correspondencia corta que, se tomara unos cinco días libres.

Constanze le avisó que era probable que, cuando volviera, probarían los inventos en un lugar bastante lejos y deshabitado. Akko le respondió que tuviera mucho cuidado y ella sonrió despreocupándola.

«Nosotras las protegeremos», fue lo que dijo causándole a la castaña una leve sonrisa de agradecimiento y cariño. «Confío en ti», le respondió, para después tomar su mano.

«Ya no tengo más historias que contarte», recordó a la vez que observaba como el cajón elaborado de madera y clavos, que tenía su cuerpo, era bajado con lentitud, para después lanzar un poco de hojas secas y paja.

La llama era grande. «Es momento de que tú empieces a crear una». Akko suspiró mientras observaba el fuego. «Crear una...» Su corazón dolía.

—Lo siento —dijo una voz conocida detrás de su espalda.

Akko no lo miró, no teniendo ganas de recibir una de sus enojadas miradas.

—Sólo vine a decir eso —concluyó y se retiró.

Sus ojos se humedecieron y cerraron soltando pocas lágrimas. El joven se fue sin más; sin darle un abrazo que era lo que más necesitaba de él. Andrew en verdad parecía no tener intenciones de saber más de ella.

Le dolía. Le lastimaba el hecho de saber que lo había perdido.

Su mano apretó ligeramente la de Constanze. La de baja estatura no tardó en notarlo y abrazó su brazo con intenciones de darle ánimos.

Mary observó lo ocurrido; contempló como las palabras de Andrew la habían lastimado y no dudó en acercarse.

—Ven acá —le dijo y la atrajo con cuidado hacia su cuerpo junto con Constanze.

Excluyendo a Frank, las demás igualmente se aproximaron y unieron al abrazo. Akko lloró y trató aun así de contenerlo. Su padre, Angelica, Finnelan y Chariot, se colocaron detrás de ellas y colocaron sus manos en el hombro de cada una entregando su apoyo.

De pronto pequeñas gotas de lluvia empezaron a caer apagando ligeramente la llama ardiente.

***

—¿Estás segura de que estás bien? ¿Necesitas algo más?

Akko movió su cabeza en negación.

—Lamento haber venido en este estado. Sé que no es el momento, pero quería hablar contigo.

—Por supuesto. No importa lo que haya pasado, siempre estaré para ti.

La castaña levantó suavemente una ceja.

—No estuviste ayer.

—O-oh. B-bueno. —Rascó ligeramente y nerviosamente su mejilla con su dedo índice—. E-estaba... en otro lugar.

La curiosidad de Akko apareció.

—Eso podría ser un buen tema de conversación para despejar un poco el ambiente triste —dijo con una sutil sonrisa.

—Tienes razón. Aunque igualmente pensaba contártelo, pero no ahora. Aún no está del todo asegurado.

—¿Qué cosa?

Chariot la miró con ciertas dudas y nervios. Su labio inferior fue tomado por sus dientes frontales. Tardó unos segundos antes de soltarlo.

—¡Tendré a una niña! —exclamó emocionada.

«¿Qué?» El ceño de la castaña se frunció en confusión.

—¿Cómo...?

—Bueno, es algo que estaba planeado hace unos años atrás y por fin mi esposa y yo hemos dado el paso.

—Lo siento. Vuelvo a preguntar: ¿Cómo?

«Son dos mujeres», se recordó. Chariot se rio y tomó asiento en la silla de madera frente a ella. En la mesa de vidrio había dos tasas de chocolates y unos dulces en unos platos de vidrio.

Afuera el clima estaba horrible y Akko esperaría a que escapara un poco para ir a su hogar.

—La adoptaremos.

Los labios de Akko formaron una pequeña "o" ante lo escuchado. «Ahora tiene sentido».

—¿Deseabas tener una hija?

—Sí. Me gusta imaginar pasar esa vida de mamá. Ya sabes.

—¿Qué pasará si las descubren?

—No sucederá. No dejaré que eso suceda —dijo con seguridad arrugando ligeramente su ceño.

«Es riesgoso», pensó mirándola con preocupación. «Si descubren que la niña está siendo cuidada por dos mujeres, se la quitarán». Y estaba en lo correcto, sin embargo, la castaña entró en cuenta de la situación.

«Si ellas están al tanto de las consecuencias...» Entonces no tenía que decirlas, no obstante, deseaba que no sucediera ese desastre.

—¿Y cómo vas con tu chica misteriosa?

«Oh...» Su cabeza estaba tan ocupada en lo sucedido en ese día, que no había pensado en la guardiana. Y eso que cargaba consigo el collar que le regaló.

—Bien... —contestó dudosa acariciándolo inconscientemente.

Chariot lo notó.

—¿Segura?

—Sí... creo. No he ido a... verla. He estado... Ya sabes, aquí.

—¿Qué crees que te diga ella en esta situación?

Akko se rio por un momento.

—Que los humanos tenemos nuestra vida limitada.

—¿Humanos? —repitió divertida—. ¿Y ella que es?

—Una hermosa mujer —contestó y acarició ahora la taza de chocolate con sus pulgares.

—Te gusta en serio.

—Sí... Puedo decir ahora con seguridad que... la amo. La amo mucho —soltó suavemente y confiadamente. Al percatarse de sus palabras sus mejillas se sonrojaron, mas sin embargo, su reacción fue sutil.

—¿Algún día la conoceré?

Akko la observó sonriéndole con leve esfuerzo.

—No lo sé.

***

—He regresado.

—Bienvenida a casa —le contestó Johan acercándose con un trapo seco—. Ten —le ofreció.

—Gracias.

Empezó a secarse primero su largo cabello castaño y observó como servía la cena.

—No llegué tarde.

—Llegaste justo a tiempo —dijo colocando los platos humeantes en la mesa—. Es una lástima que tu hermana no esté.

—Sí... —Aunque honestamente a Akko no le hacía tanta falta.

—¡Cof! ¡Cof! —tosió inesperadamente con fuerza moviendo su cabeza a un lado.

—¿Estás bien?

—Sí. Es sólo picazón. Nada de qué preocuparse.

—¿Estás seguro?

—Sí. Me siento bien.

Akko asintió. Johan no se veía en mal estado y era posible que la lluvia le hubiera afectado un poco.

—Cierto, tengo dos cartas. Son de tus hermanas.

—¿Lotte ha escrito una carta? Eso debió costarle.

—Al menos está haciendo el intento. Trabajar con tu tía Bertha no es algo sencillo. El trabajo de ella es complicado y me alegra que Lotte haya tomado la iniciativa.

—Tal vez quería alejarse de nosotros.

—Puede ser verdad, pero un poco de aire no le hará daño. Haré un festín para celebrar el nacimiento del hijo de Amanda.

—¿Estás contento?

—Bueno, tomando en cuenta el comportamiento pasado de mis dos primeras hijas, esperaba que mi primer nieto viniera de ti.

Akko se sobresaltó y lo miró con sorpresa.

—¿D-disculpa?

—Oh, vamos. ¿No has pensado en tener una familia?

—N-no... No creo que... —«Alice». Aquel nombre apareció repentinamente entre sus pensamientos. «Alice...», repitió recordándose de la mujer de cabello rubio y ojos rubíes. Una sonrisa tenue se dibujó en sus labios—. Sería lindo, pero... no me siento lista como para pensar en eso por ahora.

Y era cierto, Akko no pensaba en nada más que en las cosas mágicas que había visto y descubierto. Ella aún no quería llegar a ese punto de deseo. Tenía cosas más importantes en las cuales pensar y poner de su tiempo.

—Eres conservadora. Lo aprecio, aunque tengo que admitir que no me gusta el chico que te gusta, Akko. —La castaña levantó una ceja mirándolo con extrañez—. No me malentiendas. Posiblemente sea un buen hombre, pero nunca lo he visto y parece que no tienes intenciones de presentármelo pronto.

—Entonces... ¿La relación con Amanda ya no te desagrada? —preguntó.

—Por supuesto que lo hace —declaró con calma—. Tengo el presentimiento de que algo sucede dentro de esa relación. Y lo peor es que fui yo quien lo aprobó.

Johan suspiró y acarició su rostro con una de sus manos que viajó hasta su cuello. Se sentía estresado e impotente.

—¿Crees que Amanda lo ame?

—Lo dudo mucho —contestó sin verlo.

—¿Quieres que eche un vistazo? —dijo refiriéndose a las cartas.

Él asintió y se las entregó.

—Léelas en voz altas, por favor.

Akko suspiró y abrió la primera que venía de su hermana Lotte.

—Hola, papá. Esta es la primera vez que escribo algo para ti y es difícil para mí. Es sólo para decirte que... todo está bien. La tía me ha enseñado un par de cosas y estoy aprendiendo a socializar un poco. —Hizo una pequeña pausa—. Me he enterado de la desaparición de Atsuko. Espero que la encuentren rápido o la tía irá a darte un golpe por descuidado. Si ya la encontraron, avísale antes de que se vuelta loca. Espero estés bien, adiós.

«Vaya, ni se preocupó por mí», pensó desconcertada. Era la primera vez que leía algo decente proviniendo de su hermana la rebelde. Esperaba un poco de brusquedad y algo cortante, pero para empezar estaba bien.

Dejó la hoja y el sobre a un lado, y abrió la otra.

—Querido padre. —«Suena como si estuviera escribiendo en un diario»—. Me alegra saber que estás entusiasmado y feliz por el nacimiento de mi hijo. Nacerá dentro de dos semanas contando desde el momento en el que la carta llegue a tus manos sin retraso. Una semana después cuando me recupere estaré visitándolos. Ten unas buenas tardes, mañanas o noches.

—No me dijo si estaba bien —murmuró para sí mismo, pero Akko logró escucharlo.

—Por cómo ha escrito esta carta, parece estar bien.

—Sé que igualmente sospechas de ese compromiso. ¿Alguna idea que desees aportar?

—Esperemos a que llegue y hablaré a solas con ella. Te contaré lo que pueda descubrir.

Johan la miró con agradecimiento y se preparó para degustar de lo preparado.

—¿Le contarás lo ocurrido con la Sra. Holbrooke? —consultó con algo de tristeza recordando que la mujer ya no se encontraba con ellos. Nuevamente tenía ganas de desahogarse.

—Sí. Es probable que la noticia llegue antes, pero esperemos puedan enterarse por mi cuenta.

Unos toques en la puerta captaron la atención de los dos. Akko se ofreció a atender y Johan la esperó para empezar a comer juntos.

Cuando llegó, abrió con dudas preguntándose quien estaría a esas horas de las noches visitando su hogar bajo una fuerte lluvia. Al hacer contacto visual con la persona, se sorprendió y confundió.

—Hola... castaña.

—¿Croix...? —susurró.

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Fin del Cap. 48 (Nuestra felicidad)

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