☪ 36 ☪
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"Donde todo comenzó"
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Narradora Pov
Otra orden del Árbol. Diana se encontraba sentada en la misma roca donde normalmente tocaba su instrumento de cuerda, sin embargo, no estaba tocando y sólo la sostenía mientras analizaba las palabras que le había sido trasmitidas hace tan sólo unos minutos.
Su mirada se hallaba perdida, pero sus pensamientos se encontraban trabajando en varias opciones diferentes. Ella sabía correctamente lo que tenía que hacer, y cómo debía hacerlo, no obstante había algo que aún le disgustaba, e impedía que llevara con éxito aquella nueva orden.
Lo conseguiría. Estaba segura que lo haría. Lo que en realidad estaba haciendo en ese momento era borrar cualquiera pisca de disgusto y enfocarse en su propósito. Ella era la guardiana del bosque. Y en la historia que había leído cuando tenía cincuenta años, aunque aún le parecía imposible que estuviera sucediendo, las cosas cuadraban a la perfección.
Sin embargo, Diana debía conocer primero donde empezó; pero para eso necesitaba antes la confirmación de la castaña. El hechizo que se llevaría a cabo podría afectarla emocionalmente y no tenía intenciones de ir en contra de la nueva orden.
Escuchó unas pisadas acercándose, no sorprendiéndose de sentir la presencia de la humana nuevamente en el bosque. No obstante, había algo mal. Ella la miró e hizo desaparecer su instrumento. Akko poseía una expresión tranquila, pero cuando se acercó para comprobar su duda, la castaña le quitó la mirada.
—Has tardado.
Habían pasado dos largos meses. Diana estaba empezando a preocuparse un poco.
—Necesitaba pensar —le respondió sin verla todavía—. Dijiste que me mostrarías...
—No olvido mis palabras —le aclaró—. ¿Estás preparada para lo que verás?
—¿Desde cuándo te preocupa? —dijo haciendo contacto visual enseguida. Su expresión había pasado a hacer a uno de molestia—. Es lo que has querido. Mostrarme que más hay de malo en mi mundo. —Akko pasó a su costado—. Terminemos rápido. ¿A dónde hay que ir?
Diana la miraba con neutralidad y juntó sus manos detrás de su espalda, para después empezar a caminar con tranquilidad hacia una zona que estaba llena de recuerdos.
En el trascurso, Akko, no dijo ninguna palabra y contempló el nuevo sitio que la rodeaba. Al llegar abrió sus parpados con impresión observando diferentes plantas, de un tamaño mediano, sembradas en filas. Levantó confundida una ceja no comprendiendo la función de éstas, sin embargo, hizo memoria atrás recordando las palabras de la guardiana.
«Las plantas...» Cada planta poseía una fruta; y cada fruta en una planta era de un color diferente. El lugar donde estaba era poco oscuro; la luz que entraba por algunos sitios era de una tonalidad morada con blanco. A sus costados se hallaban arboles de gran magnitud con una hierba alta cubriendo sus troncos. Éstos también poseían lianas y frutos amarillentos.
—En este lugar crecen los recuerdos recolectados del mundo humano. Existen otros idénticos, pero de diferentes mundos.
—¿Diferentes mundos?
Diana volteó a verla.
—Sí.
—No entiendo...
—Lo único que debes entender, es que hay recuerdos de sucesos pasados que te ayudarán a comprender mejor mis palabras.
—¿Y qué tengo que hacer?
—Te entregaré un fruto. Puedes comerla, o puedes aplastarla en tu mano.
—¿Qué sucedería si hago lo primero?
—Aquel recuerdo escogido se presentará en tu mente. Estarás inconsciente por unos minutos.
Akko hizo una mueca.
—¿No hay otra manera de ver los recuerdos?
—Si aplastas el fruto, una neblina aparecerá y el recuerdo se presentará ante tus ojos.
—Quería decir... otra manera.
—¿Qué te crea desconfianza?
—No lo sé. Sólo... no quiero tocar, ni comer nada mágico.
—Anteriormente te provoqué una herida y...
—Lo sé —le interrumpió—. Sólo... no me siento con ánimos de... tocar o comer. ¿Me entiendes?
La mirada de Diana permaneció en ella unos pocos segundos, hasta que, la desvió y empezó a caminar.
—Sígueme.
Saliendo de aquel lugar, la guardiana la guio a otro que no le gustó para nada a la castaña. Subir más de doscientos escalones, la dejó cansada. Demasiada cansada, pero, al llegar a la cima sintió que había valida la pena.
Encima de una torre hecha de piedra, contempló algunos ambientes y criaturas, e incluyendo una pequeña parte de lo que se encontraba más allá de lo que conocía. Le pareció interesante, emocionante e increíble, sin embargo, esas emociones desaparecieron repentinamente provocando que, Diana, la mirara y sintiera leve extrañes que no demostró en su expresión.
—¿Por qué me has traído aquí?
—Hablemos, Atsuko Kagari. Quieres respuestas. Te daré algunas —dijo posicionándose a su lado—. Como sabrás mi magia está limitada fuera de la barrera que protege el bosque, no obstante, hay cosas pequeñas que puedo realizar.
—¿Qué puedes hacer?
Diana observó el paisaje que tenía ante sus ojos y se quedó en silencio unos pocos segundos, no teniendo intenciones de contestar esa pregunta.
—El error de los humanos, causó que algunos lugares empezarán a fallecer. Muchas criaturas mágicas lo hicieron y algunas cosas se han perdido para siempre.
—¿Por qué no has podido remediarlo? Tu magia es... poderosa, ¿no?
La guardiana la miró de reojo.
—Es correcto, pero debes entender que también mi magia tiene un límite.
—¿Qué quieres decir? —volvió a preguntar sacando a la vez una botella de agua. La subida realmente la había cansado.
—Este bosque... es el más poderoso que existe entre varios mundos. Sin embargo, hay uno más que remplazaría este si llegase a ocurrir lo que se tiene predicho.
Akko estaba confundida.
—No comprendo... ¿De qué otros mundos hablas?
—Universos diferentes. Donde existen otra persona con tu misma apariencia viviendo una vida distinta.
La castaña ahora se encontraba impresionada.
—¿Qué? —soltó—. Eso es imposible.
—Lo parece, pero no lo es. Hay muchas cosas que desconoces, Atsuko. Y hay muchas otras cosas que debes aprender también.
—¿Del bosque?
—De la vida —corrigió—. Eres joven. Apenas tienes veintidós años.
—¿Y... cuánto tienes tú? —consultó nerviosa.
—Más de cuatrocientos.
La botella fue apretada con fuerza ante esa respuesta. La impresión que le causó había sido demasiada. «¡¡¡¿Más de cuatrocientos años?!!!». Su corazón se había disparado, latiendo con prisa. Akko intentó decir alguna palabra, pero nada salió de su boca.
—Existió una guardiana antes de mí hace mucho tiempo. Y no era la única que habitaba en el bosque.
«Otra guardiana...»
—¿Cu-cual e-era su nombre?
—Los humanos que antes entraron al bosque, gozaron de las maravillas que posee —dijo evitando otra vez contestar—. La causa de muerte debido a enfermedades fue disminuida, e igualmente la hambruna. Niños de la edad que antes tenías, disfrutaron abiertamente y sonrieron con alegría. El Árbol se encontraba complacido del resultado que se estaba obteniendo, pero...
—Luego pasó —dijo y miró a las criaturas voladoras pasar arriba de su cabeza—. Por una acción de tres humanos, pagaron todos. ¿Por qué me cuentas esa historia otra vez? —le preguntó confusa mirándola.
—Los humanos sólo piensan en ellos mismos. Desean poder; desean ser los primeros en cada actividad o circunstancia de la vida. Los humanos son codiciosos por naturaleza. Y hacen lo que sea para estar bien, sin importarle los demás. ¿Ahora entiendes? No supieron apreciar la ayuda que se le fue otorgada. —Ella hizo una ligera pausa—. Pueden que no todos sean como los describo, sin embargo... las personas cambian y se olvidan de sus principales valores. En tu mundo deben valerse por sí mismos. Es la única manera de sobrevivir —concluyó.
Akko pensó en sus palabras antes de contestar.
—Te equivocas. Las personas cambian, pero algunos lo hacen para bien. Hay gente verdaderamente amable y lo han sido así... toda su vida. Puede que cometamos errores por... impulsos estúpidos o emociones sentimentales, pero algunas personas... intentan hacer lo correcto. Luchan y siguen. Tal vez no todas seamos iguales, pero yo trato de salvar a todos por igual.
—¿Por qué?
—La pregunta aquí es, ¿Por qué me dejaste entrar conociendo mis motivos? ¿Acaso tengo una oportunidad de hacerte cambiar de opinión?
—El bosque no puede abrir sus puertas otra vez.
—¡¿Entonces por qué me dejaste entrar?! ¡¿Por qué no desapareciste otra vez cuando me dijiste que no volviera?! ¡Pudiste irte y dejarme con mis ilusiones! ¡Pudiste no haber conversado conmigo y crearme expectativas! ¡Pudiste arruinar mis sueños y deseos!
Los ojos de Akko se cristalizaron y Diana simplemente la observó con atención.
—¿Qué tiene que ver todo esto? Algunos lugares del bosque están falleciendo. Eso lo sé. Los humanos cometieron un error intentando robar algo preciado. Eso también lo sé. Desconozco muchas cosas de la magia, y de esos... universos de los que hablas. ¡Eso igualmente lo sé! Soy una humana y me lo has recalcado muchas veces. Me has dicho que soy débil cuando intento ser fuerte. ¿Sabes cuanto duelen tus palabras? —dijo dejando que sus lágrimas descendieran por sus mejillas.
Akko inhaló y exhaló.
—Mis hermanas me odian. Mi tía intenta que las cosas estén normales en mi hogar. Mi padre trata de resolver los problemas recientes que tenemos. Un hombre murió también. Murió solo y lento por una enfermedad. ¡Y una mujer...! Fue violada ante mis ojos. ¡No pude...! Hacer nada. Hablas de como uno debe cuidarse a sí mismos, pero algunos... necesitan ayuda. Las personas necesitan ayuda.
Nuevas lagrimas salieron de sus ojos rubíes.
—Quiero ayudarlos. Quiero apoyarlos. Y no me importa si son buenos o malos. Siguen siendo personas con corazón y sentimientos. Llámame egoísta, o lo que sea. Pero sé que mis intenciones son buenas. No haría daño a nadie, aunque me enoje y me llene de furia. Mis emociones y mis acciones me hacen lo que soy.
Akko frunció su ceño.
—Las palabras lastiman. Ya debes saberlo. Siendo así... por favor, dime... ¿Por qué me dejaste entrar?
La guardiana permaneció en silencio unos minutos mirando sus ojos directamente.
—Continúa creyendo en la magia, y obtendrás esa respuesta.
—¿Por qué no puedes decirla? ¿Después de todos estos años aún no confías en mí?
—¿Tú confías en mi persona?
—¡Por supuesto! —soltó sintiéndose indignada. Retrocedió dos pasos y apretó sus puños con fuerza. La conversación no estaba llegando a ninguna parte. Ella debía decirlo o no dejaría de sentirse de esa manera—. ¡Yo...! —De nuevo las palabras se quedaron atascadas en su garganta, y un nudo empezó a formarse—. Yo... —susurró con su voz comenzando a quebrarse. «Te amo...»
No podía decirlo. No tenía la valentía para hacerlo. Diana la estaba mirando esperando que continuara. Akko bajó su cabeza en señal de que no diría nada. «Soy una inútil», se dijo causando que más de sus lágrimas se derramaran.
—Lo siento... No quería gritarte. Yo... Lo siento.
Su pecho dolía demasiado. Ella había explotado; su cuerpo no soportó más. Había pasado noches llorando en intentos de rechazar el sentimiento que yacía en su corazón; el sentimiento que, seguramente, no era correspondido. Akko se percató que, mientras más tiempo pasaba con la guardiana, menos oportunidades tenía.
Nada había cambiado. «Tal vez en verdad soy débil», pensó, y comenzó a limpiar sus lágrimas con ayuda de sus manos.
—Olvida lo que dije. No importa.
Silencio.
—Eres el ser mágico. Tienes muchos años y tu conocimiento es mejor que el mío —soltó riéndose dolorosamente—. Yo... Yo debería volver —dijo ajustando su maleta.
Antes que se diera un paso, Diana, la detuvo extendiéndole un collar con el dije de un zorro blanco. Akko se sorprendió ligeramente y lo miró con curiosidad. Ella no entendía lo que estaba sucediendo, o lo que intentaba decirle.
—¿Qué es...?
—Llévalo contigo.
Diana tomó su mano y lo dejó con delicadeza en su palma. Akko se había sobresaltado y congelado. Su tacto era frio, pero suave a la vez; demasiado suave. Su corazón había empezado a latir con prisa y sus mejillas no tardaron en ruborizarse sutilmente.
De manera lenta, levantó la cabeza mirándola con confusión. Diana hizo que las nuevas y pequeñas lágrimas que salían de sus ojos flotaran sin que lo notara. Las yemas de sus dedos se movieron con sutileza arriba de sus manos provocando que, también con el contacto visual, las mejillas de Akko se tornaran más de color carmesí.
Diana ladeó su cabeza hacia un lado examinándola, para después alejar sus manos con lentitud. Seguidamente, retomó su postura y suspiró con suavidad. Akko se había quedado conmovida e inmóvil, pero luego que saliera de su trance y recordara el tacto de la guardiana. La mencionada habló.
—Tengo algo más que decirte antes que te retires.
Akko la escuchó con atención.
—¿Estás dispuesta a conocer a tu madre?
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Fin del Cap. 36 (Donde todo comenzó)
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