Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

☪ 34 ☪

──────✧✦✧──────

"Sentimiento egoísta"

──────✧✦✧──────

Narradora Pov

En un bosque mágico donde tus fantasías y más profundos sueños podían hacerse realidad, habitaba un ser peculiar que destacaba entre muchos que estaban. En ese lugar, vivían criaturas que ninguna persona humana pudiera imaginarse alguna vez; existían plantas, arboles, caminos que no parecían tener un final y luces extrañas que daban una sensación relajante.

Sin embargo, ¿Todo era tan hermoso en el bosque? Los animales que habitaban en algunos sitios a veces se peleaban entre sí por el territorio del otro. Las hadas que convivían en una parte en especifica, igualmente tenían sus diferencias, pero casi muy nulas.

En el bosque habían grandes bestias; pequeños animales; seres considerados extintos por la raza humana que evolucionaron acoplándose a su nuevo ambiente; aguas cristalinas que sanaban cualquiera simple y mortal enfermedad con tal sólo sumergirse por unos pocos minutos. Habían hojas comestibles; hojas que te decían algún secreto; hojas que nacían de los árboles con la habilidad de trasmitir sus pensamientos.

En el lugar más preciado y oculto por el ojo humano, se hallaban maravillas que no muchos tenían la oportunidad ver y apreciar desde aquella vez. La confianza de la guardiana trajo sus consecuencias, y con ello, un castigo severo que le costó una parte de ella. El Gran Árbol la había reprendido del error cometido. El costo fue alto, pero lo hecho, hecho estaba.

Dentro de un hermoso y extraordinario bosque lleno de magia, se encontraba la guardiana luchando contra una bestia fuera de control. El animal anteriormente, estaba combatiendo dentro de él en un intento de no dejarse dominar por lo que había entrado dentro de su cuerpo, sin embargo, no tuvo éxito. Sus ojos amarillos pasaron a hacer de una tonalidad negra y su aspecto cambió bruscamente.

Otro lugar se encontraba desapareciendo. Y una persona entró al bosque en ese mal momento.

—¡Diana! —llamó, al no verla.

La menciona se hallaba a una distancia bastante lejos de su ubicación, pero podía escucharla y verla. Diana se encontraba evacuando a todas las criaturas pequeñas de ese sitio mientras contenía a la enorme bestia. Le estaba constando debido a que estaba en un lugar donde su magia era absorbida.

Frunció el ceño e hizo más presión para mantener la barrera que protegía a los animalitos inocentes. Pequeñas criaturas que tenían forma de armadillos corrían por su vida. Repentinamente una explosión captó la atención de la humana que se hallaba en el bosque. Akko había mirado con sorpresa de donde había provenido, sin embargo, antes de ir por impulso la tierra se movió causando que se cayera de rodillas.

«¿Qué está pasando?», se preguntó alterada. Había transcurrido un año desde que visitó el bosque por primera vez. Ella conocía ciertas cosas gracias a las conversaciones que había tenido con la guardiana del lugar. La información que le proporcionaba no era mucha, pero suficiente por el momento. Poco a poco estaba segura que se ganaría cada vez más la confianza de Diana; no obstante, parecía que ahora le costaba más que antes.

Actualmente tenía acceso al bosque, y las cosas habían cambiado un poco. Akko quería tocarla; deseaba acercarse y abrazarla. Las necesidades de su cuerpo a veces la hacían tartamudear o actuar de manera inconsciente. El sentimiento que poseía en su corazón no le ayudaba de mucho. Su deber era hacer que la guardiana abriera las puertas del bosque nuevamente. Ella no debía perder el rumbo.

La guardiana no había cambiado su actitud, y tampoco se veía alegre de tenerla en su hogar, aunque Akko estaba consciente de que, Diana, no sonreía. La hermosa mujer que habitaba en ese mágico lugar, siempre se mantenía con una expresión neutra.

La castaña se puso de pies y miró hacia arriba cuando escuchó un rugido. Ella observó impresionada a la criatura de color negro, pero se asombró aún más al contemplar a una persona de cabellera rubia tratando de detenerlo. Parecía que le estaba constando, sin embargo, lo que no sabía era que, Diana, comenzaba a recuperar por completo su magia al estar fuera de ese sitio deplorable.

La guardiana lo detuvo en seco, y se mantuvo en el aire observándolo patalear y rugir. Lo inspeccionó unos segundos que parecieron eternos, para luego mirar el lago cristalino más cercano. Sin pensarlo dos veces lo llevó, utilizando su magia, e hizo que su cuerpo se hundiera en las profundidades.

Lo contuvo por varios minutos que a Akko le pareció demasiado. Ella se estaba empezando a preocupar por el animal, sin embargo, una pregunta se cruzó por su cabeza creándole un poco de curiosidad. «¿Puede respirar debajo del agua?». La respuesta era: no. La criatura no poseía tal habilidad y, Diana, estaba consciente de ello.

El agua se movía con agitación. Un furioso animal estaba luchando por agarrar aire. La guardiana lo estaba contemplando desde arriba, pero pocos segundos después empezó a descender y tocar el suelo con sus pies. Lentamente se acercó a donde se encontraba, y con un movimiento simple de mano, al no ver ningún resultado positivo, acabó con su vida y extrajo la esfera de su pecho.

Todo... volvió a estar tranquilo.

Akko se acercó con cautela posicionando a un lado de Diana. Ella no entendía lo que había pasado e intentaba hacerlo. A punto de hacer una pregunta, una esfera de color rojo salió del lago y se situó en la palma derecha de la guardiana.

—Llegas en un inoportuno momento —habló sin necesidad de verla.

—¿Qué era eso? —murmuró apretando la correa de su maleta.

Diana giró a verla con su típica expresión neutra. Akko sabía en ese instante que no respondería la pregunta.

—¿Cómo... estás? ¿No te hizo daño?

Nuevamente, gracias a su silencio y mirada entro en consciencia que tampoco contestaría.

—He traído algunas cosas —dijo, sacando de su maleta un libro—. Este... te ha interesado más que los otros.

Diana hizo un movimiento lento de mano y atrajo el libro hacia ella, sosteniendo aún la esfera. Seguidamente pasó las hojas con rapidez frente a sus ojos y lo devolvió con normalidad.

—Lo has leído antes por mí y he analizado muchas cosas. Debo hacerte saber que la mayoría de lo escrito, no es verdad. La monarquía en tu mundo funciona de distinta manera.

—¿Ya lo leíste? —le consultó impresionada.

—Sí. La historia es un poco abstracta y aburrida. Contiene mucho relleno y cosas que no aportan al desarrollo de su especie. ¿Estás consciente que hay humanos portando coronas que se creen reyes? Personas que se creen importantes —aclaró.

—Los reyes son los que nos protegen de los demás.

Diana elevó una ceja, para después mirar lo que tenía aun levitando en su palma derecha. Suspiró suavemente y se alejó de Akko.

—No tardaré —avisó.

La guardiana se había ido caminando con tranquilidad, y Akko la observó hasta perderla de vista. Su mirada se desvió luego de unos segundos para contemplar otra vez el bosque. No importaba cuantas veces entrara y lo hiciera, siempre le parecía fascinante. La belleza y el ambiente lo eran todo, e incluyendo las criaturas.

Akko despojó su cuaderno de la maleta y empezó a apuntar lo que había visto recientemente. La guardiana estaba combatiendo y había vencido a la bestia con rapidez, sin embargo, le resultaba un poco extraño. Y ahora que lo recordaba y analizaba lo ocurrido, al principio había visto como le había costado, pero después las cosas terminaron con rapidez.

Estaba consciente que era posible que se tratara de un daño del bosque. Además, ella había sentido la sensación en su corazón. Simplemente quería saber qué era el animal y cómo había ocurrido.

Diana no le había platicado mucho del tema, pero se hacía una suposición. El hogar donde vivía la persona que amaba estaba desfalleciendo y ella no podía hacer nada al respecto. Akko se preguntaba qué sucedería si el lugar desapareciera por completo. ¿Qué pasaría con la guardiana luego que ocurriera?

Nuevamente, Diana, no le había dado muchos detalles acerca del daño del bosque. Lo mantenía como un secreto y parecía no poder remediar la acción errónea de aquellos humanos en el pasado. "¿Por qué no lo has arreglado?" "No es sencillo." La contestación que le había entregado hace un tiempo atrás, aún la recordaba.

La guardiana volvió después que terminara de escribir. Akko le sonrió y se acercó con unas preguntas apuntadas. Ella tenía la esperanza de que fueran contestadas; eran preguntas viejas, pero ahora... desde su punto de vista había dado un paso importante que la llenaba un poco de seguridad. No obstante iba a comenzar con una leve.

—¿Por qué te interesó el libro si no te agrada las personas de alto poder?

Nuevamente quedaron en silencio. Y, Akko habló otra vez.

—Olvídalo. —Exhaló suavemente—. ¿Por qué lo llevaste al lago?

—Porque posee lagrimas espirituales que sana lo herido.

«Es ese...» Akko había tenido al frente de sus ojos el lago que tanto deseaba ver desde que lo leyó en el libro que le fue otorgado por la Sra. Holbrook. Los otros que había visto pensaba que eran comunes y corrientes con peces de múltiples colores. A veces se preguntaba si eran comestibles, pero lo dudaba mucho.

Diana observó la curiosidad y leve impresión en el rostro de la humana. Era obvio que ella quería probarlo y comprobar si sus palabras eran ciertas, aunque no había un rastro de inseguridad en su expresión, e igualmente la guardiana iba a conceder el anhelo de su corazón.

Le quitó, con ayuda de su magia, la maleta que colgaba de manera cruzada en su pecho, para después causarle un cortada poco profunda en el brazo derecho.

—¡Auch! —exclamó adolorida situando su mano en esa zona.

Akko le dedicó de inmediato una mirada de confusión. Sin embargo, fue ignorada y, seguidamente, utilizando nuevamente su magia, atrajo un poco del agua cristalina y mojó su brazo. La herida se cerró casi al instante. Y la impresión de Akko no demoró en demostrarse.

—Si intentas tomar un poco y sacarla del bosque, ésta no tendrá el resultado que acabas de contemplar.

Akko parpadeó confusa, observó la sangre en sus dedos, y luego la miró.

—No pensaba en...

—Lo digo como una advertencia, Atsuko Kagari —le interrumpió—. No me decepciones.

«O si no, tendré que cometer una acción de la cual no me arrepentiré».

La humana se sentía un poco indignada. «¿Cómo cree que yo...?», pensaba e intentaba enojarse, pero no podía. Ella comprendía la desconfianza de la guardiana y sabía de dónde provenía. «Estúpidos, humanos». Estaba molesta, sin embargo, no con Diana.

Las personas que antes habían tenido el acceso al bosque, cometieron una acción bastante ridícula a su parecer; no obstante tenía una pregunta con respecto a ese tema que le causaba mucha curiosidad.

—Cuando cerraste el bosque... ¿Qué hiciste con los humanos que lo dañaron?

Diana la miró fijamente, no teniendo intenciones de contestar. Akko lo sabía; sabía que no respondería. Suspiró cansada y agarró la maleta que flotaba a su costado para volver a ponérsela. De repente otra pregunta que había deseado hacer hace mucho tiempo atrás, apareció en sus pensamientos, causando que sus mejillas se ruborizaran. Sin embargo no iba a hacerla. Al contario empezó a hacer otras para calmar su acelerado corazón.

—¿Cómo surgió la magia? ¿Qué clase de magia posees? ¿Alguna vez fuiste una niña? ¿Qué cosas puedes hacer dentro y fuera del muro? ¿Por qué tanto poder debe estar oculto? —Inmediatamente un recuerdo pasó por su cabeza—. Viste la guerra de los humanos. Me gustaría saber acerca de esos acontecimientos. Sé que me has hablado un poco de eso, pero... tengo dudas. Como sabrás hay una persona en mi pueblo que la llaman: "La loca de los inventos". Ella está creando... armas y...

—Los humanos desean poder —le cortó mirando las aves volar en el cielo—. La codicia los impulsa a cometer actos impulsivos. Ellos no se detendrán hasta conseguir lo que anhelan, sin embargo, cuando llegan a su objetivo empiezan a desear cada vez más. —Diana la miró—. El deseo humano es insaciable. La mayoría desean riquezas y otros se mienten diciendo que no la necesitan; se conforman con la poca estabilidad que poseen y viven con dificultades para siempre.

—La moneda de oro...

—Hablaste con tu padre acerca de un tema que te causaba incomodidad y disgusto. Lo aconsejaste con las palabras que escuchaste de mí. —Akko a punto de abrir sus labios, fue interrumpida—. Coloqué la moneda en tu bolsillo.

—¿Por qué?

Diana nuevamente permaneció en silencio. La castaña frunció su ceño.

—¿Puedes contestarme las otras preguntas?

Akko la miró fijamente, y suspiró resignada cuando no la escuchó luego de unos pocos segundos.

—¿Por qué no gobiernas a los humanos si tienes tanto poder?

—No estoy interesada en resolver los problemas de una raza débil.

«Débil...» Otra vez la estaba tomando como un ser inferior.

—No siento que sea débil —soltó molesta.

—Lo eres.

La mandíbula de la castaña se apretó con fuerza.

—Bien. Me iré.

Ella no quería escucharla de nuevo decir ese tipo de palabras. Ajustó su maleta y empezó a caminar hacia el puente. Diana la observó hasta que desapareció de su vista. Pasaron unos minutos y se hallaba del otro lado intentando contener sus murmuraciones de molestia.

No era la primera vez que tenía una conversación de ese tipo con la guardiana, pero se había cansado de escuchar las negativas palabras acerca de su raza. ¿Ella sabía que la estaba ofendiendo? Posiblemente, no obstante, parecía no importarle como se sintiera al respecto. Y, eso, lastimaba sus sentimientos.

Cuando levantó la mirada para observar la pared que dividía el bosque del mundo que pertenecía, no se esperó encontrar a Diana esperándola pacientemente. Ella le estaba dando la espalda y sus manos se mantenían juntas detrás de ésta como de costumbre.

—¿Cómo...? —«Es la guardiana», se contestó con obviedad, e inhaló fuertemente.

—Creí que deseabas saber la verdad, y que amabas la magia que habita únicamente en este bosque.

Akko detuvo sus pasos y mantuvo su mirada en el suelo.

—Conoces mis motivos.

Diana la miró de reojo encima de su hombro y elevó ligeramente una ceja. La humana estaba actuando como había predicho antes de decirle aquellas palabras. «Humanos...», pensó con un poco de disgusto.

—Tienes un motivo muy egoísta. Deseas salvar a las demás personas, pero no a ti misma —soltó y se colocó frente a ella.

«¿Qué?» Akko la miró confundida.

—Deseo también...

—Ellos son tu prioridad —aclaró—. Dime, Atsuko —dijo y levantó levemente su mentón—. ¿Qué decisión tomarías si tu vida corre riesgo? —Akko apretó la correa de su maleta y cambió su expresión a uno de duda—. No olvides lo que una vez dije. En la vida, la única persona que importa eres tú. La próxima vez que visites el bosque, te mostraré el significado de esas palabras.

--------------

Fin del Cap. 34 (Sentimiento egoísta)

.

.

.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro