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☪ 15 ☪

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''Charla de padre e hija''

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Narradora Pov

—¡He vuelto! —dijo el señor esperando ser recibido por su hija de cabello castaño, pero al no escuchar ninguna respuesta, suspiró.

«¿A dónde se habrá metido esta vez?». Supuestamente, habían quedado que hoy tendrían una conversación importante.

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—¡La comida! Personas tienen ganadería y venden la carne en el mercado.

«Antes las personas cazaban sus alimentos y ahora los venden, que ironía», pensó Diana.

—Las personas son buenas en el pueblo. Algunas tienen una manera de pensar diferente, pero no he visto a ninguna hacer algún mal.

—Que no lo veas no significa que no existan —le aclaró Diana.

Akko puso los ojos en blanco y suspiró.

—Lo sé, lo sé, pero, ¿Cómo uno puede saber si es malo o no?

—Con la magia es sencillo, para ustedes es más complicado si carecen de inteligencia.

—Entonces... ¿Cómo no pudiste identificar cuando sucedido... eso? —preguntó refiriéndose al error del humano.

—La confianza trae consecuencias —contestó con simpleza.

«Y por eso dejaste de confiar en los humanos. Traicionaron tu confianza», se respondió Akko. Ella, se encontraba apuntando las contestaciones de la guardiana. En la noche anterior había hecho una serie de preguntas y estaba feliz de que, la guardiana, las respondiera, aunque con algunas no lo había hecho y era entendible, pero valió la pena intentarlo.

Ahora con dieciséis años, estaba en camino a lo que se le llamaba: "pubertad". Ella no había empezado a sentir nada por nadie. Sus sentimientos parecían encontrarse dormidos, o tal vez encerrados, pero... lo que no sabía era que latían sutilmente por la persona que tenía en frente; que, sin embargo, no podía ver.

Se había acostumbrado a que la guardiana no se presentara físicamente. Lo hacía algunas veces y con eso era suficiente, aunque no se conformaba del todo.

—¿Cómo era tu madre? —le preguntó Diana, sorprendiendo a la menor.

—¿Mi madre?

«¿Por qué ella tiene interés en saber de mi madre?», se preguntó realmente extrañada.

—Bueno... —siguió, no teniendo conocimiento de una buena respuesta—. No lo sé, mis hermanas pueden contestarte esa pregunta. Cuando nací, ella murió.

—Tu padre está con vida, ¿Qué te ha contado sobre ella?

«¿Cómo sabía...?» Bueno... era obvio. Su padre seguía con vida y él le contaba ciertas cosas acerca de ella.

—No hablamos mucho de mi madre, pero... ha dicho que era... hermosa. Una mujer encantadora, amable y energética. Mi padre dijo que había sido afortunado de tenerla.

«Lo era», pensó Diana, al conocer la historia detrás de cómo había nacido la... esperanza. Lo que era llamado por el Árbol: el fruto de la salvación.

—Los humanos son la destrucción de su propio mundo —habló, volviendo al tema anterior—. Pueden crear y hacer nuevas cosas que consideraran como avances, sin embargo, poco a poco acabaran con lo iniciado. La naturaleza debe perdurar al menos en un lado para la nueva generación que espero sean más inteligentes. Los actuales humanos aún no están listos para conocer la belleza de este Bosque. Los humanos desean poder, y al tenerlo... no sabrán como manejarlo, por eso son imprudentes y débiles.

—Sé que no eres humana —declaró Akko—, es obvio que no —dijo con cierta gracia, para después mirar el cuaderno en sus manos—. ¿Cómo naciste? ¿Cómo surgió el Bosque? ¿Y por qué decidiste abrir sus puertas la primera vez?

La guardiana permaneció en silencio, recordando... la razón de su decisión.

—Hace muchos años atrás...

Akko se emocionó, por fin la guardiana le contaría la historia que tanto había estado esperando. Sin embargo...

—¡Akko!

«¡Maldición!». Las palabras de Diana fueron interrumpidas por el grito del progenitor de la niña. La guardiana se colocó de pies y lentamente empezó a abandonar el lugar.

—¡Espera! —dijo Akko levantándose con rapidez del suelo. Su mano tocó la pared y Diana detuvo sus pasos—. Quiero conocerlo —declaró con seguridad mirando fijamente el punto... donde sentía que la guardiana estaba.

—Veremos cuanto duras con ese deseo.

«El corazón humano... es débil».

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—No puedes desaparecer tan temprano —regañó Johan entrenando a la casa después de que su hija ingresara.

Akko exhaló con frustración y se arrojó en el mueble más cercano.

—Estaba en algo importante —dijo a la defensiva.

El señor suspiró.

—Lo siento, pero sabes que tienes una responsabilidad que cumplir.

—¿Y dónde están mis hermanas? ¿Ellas no te ayudarían el día de hoy? Pensé que tenía el día libre —dijo mirando como su padre tomaba asiento en el sillón frente a ella.

—De eso te quería hablar. Y no, no tenías el día libre. Habíamos quedado en la noche anterior que tendríamos una charla después del desayuno.

«Rayos». Lo había olvidado.

—Amanda ya no vivirá con nosotros.

«¿Qué?»

—¿Qué quieres decir? —Akko sabía exactamente lo que quería decir, pero... ¿Por qué tan de pronto? Necesitaba una explicación, aunque debía admitir que le aliviaba un poco en cierta parte, al imaginar que ya no escucharía los insultos de su hermana mayor.

Johan suspiró una vez más.

—¿Conoces al chico...? El chico con el que está.

Akko asintió.

—Bueno... el padre de ese chico y yo... llegamos a un acuerdo y... le compramos una casa no tan lejos de nuestra ubicación.

«Eso quiere decir...»

—¿Mandaste a Amanda a vivir con él? —le preguntó sintiéndose... confusa y un poco disgustada.

Johan suspiró otra vez y despojó el sombrero que cargaba en su cabeza.

—Sé que puede sonar...

—Mal —le interrumpió—. Ella no quería eso.

—Lo sé, lo sé. Pero no podía permitir... que haga lo que quiera. ¿Me entiendes? Akko esta vida... es complicada. Las mujeres y los hombres... deben encontrar un propósito para continuar. Y el amor... es lo que nos da esos motivos. Nosotros sentimos y damos lo que nuestro corazón nos incita.

—¿Estás suponiendo que se enamorará de él?

—No ahora. Quizás después.

—¿Y qué pasa si él la maltrata?

Johan rio.

—En este pueblo ningún hombre lastima a una mujer, pero para que te sientas más... segura de que nada le sucederá, entonces déjame decirte que conozco al chico y es... bastante tímido, pero muy amable. Sin embargo, si eso llega a cambiar algún día y yo sigo con vida, entonces... digamos que yo mismo lo pondré en su lugar.

Akko se quiso reír, pero no lo hizo.

—Respecto a Lotte... parece haberle interesado uno de tus amigos.

«¿Qué? Eso no es posible». Y si lo fuera, ella se hubiera dado por enterado antes.

—No bromees —dijo.

—Es verdad. Bueno, quiero creer que sea así. El de cabello rubio.

—¿Frank?

—¿Así se llama? El niño no parece malo.

—No lo es, pero dudo que él se fije en alguien como Lotte, sin ofender.

Su padre rio.

—Aunque no lo creas tu hermana tiene un lado amable.

Akko esta vez se rio, pero con sarcasmo.

—Si es así, nunca lo he visto.

—Lo sé, pero mira el lado positivo, tu hermana está interesada en alguien, eso es un avance. Tal vez su corazón y sus pensamientos puedan cambiar un poco con respecto... a ese tema.

«El tema de mi madre», recordó.

—¿Y qué hay de ti?

—¿Qué hay de mí? —reiteró incrédula—. No estoy interesada en alguien... aún, padre.

—Estás madurando y eso me sorprende. Antes no creía que tuvieras la valentía de contestarme de esa manera y, posiblemente me hubieras mentido diciéndome que tal vez... tenías a alguien. Además, que dijiste la palabra "padre" al final y no "papá". Me sorprendes cada día —declaró con una sonrisa.

—¿Por qué es importante tener a alguien? Quiero decir, hacen que se sienta... obligado y... difícil. Y no debería ser de esa manera.

—El amor simplemente ocurre y se encuentra por todos lados. Nunca es tarde para encontrarlo. Y las personas de la edad de Amanda, son las que más empiezan a sentir.

—Amanda sólo piensa en jugar. Tal vez su amor son los juegos.

Su padre volvió a reír.

—Eso no es amor —aseguró.

—No. Es una acción que ama porque le entrega placer —explicó ella.

"Sientes que es obligatorio, pero para mí es común ver a humanos enamorarse de otros. Es parte de su naturaleza". Akko recordó aquellas palabras y ahora les agarraba más sentido, pero... sí era algo de la naturaleza humana... eso significaba que la guardiana... «¿No puede amar?». Eso en cierta parte... la hacía sentir sola.

—¿Qué quieres decir?

—Que las personas no obligatoriamente tienen que enamorarse de otras para ser felices. Algunas personas encuentran la felicidad en... cosas.

Johan se echó para atrás y analizó sus palabras.

—¿Crees que exista una persona que no pueda amar? —le preguntó Johan a su hija.

—Creo que... hay algunas que no... desean ser... amadas... —respondió sintiéndose... extrañamente vacía.

«¿Por qué me siento de esta manera?». Claramente cuando contestó la pregunta de su padre su mente estaba pensando en... la guardiana, pero, ¿Por qué?

—¿Y tienes idea de que pasan con ellas?

—¿Son como mi tía Bertha? —dijo confundida, pero no por esa pregunta. Estaba confundida por ese sentimiento indescriptible que apareció en su pecho.

—Tu tía Bertha amó con todo su corazón, y luego perdió... al que consideraba el amor de su vida. Sin embargo, antes de que esa persona se despidiera de la vida, le enseñó a tu tía Bertha como valerse por sí misma. Esto puede sonar egoísta, pero el señor no quería que nadie más tuviera a su linda esposa. —Johan se rio, recordando como el hombre de su hermana le había dicho aquellas palabras—. Él dijo: "Mi esposa es muy valiosa e importante. Ella no puede estar con cualquiera y mientras siga respirando le enseñaré a cómo hacer... oro." Tu tía Bertha es una gran mujer, de eso no cabe duda.

—¿Pero? —le incitó arqueando una ceja.

—Pero... es mejor para las mujeres atender a sus hijos mientras los hombres se encargan del trabajo duro. Es su responsabilidad —aclaró.

—¿Estás diciendo que las mujeres nacimos para conceder hijos? —dijo disgustada.

—Las mujeres tienen un sistema reproductor diferente, como ya sabrás. Puedo apostar que los libros que lees no son solamente de historias de fantasías. Estás aprendiendo. Muchas cosas a mi parecer. Y me es más fácil hablar contigo de estos temas gracias a eso. Y no, Akko, no estoy diciendo que las mujeres nacieron con ese único motivo. Tu tía Bertha es una clara demostración de eso.

—¿Entonces?

—Las personas deben cruzar por dificultades si desean saber cómo funciona correctamente la vida. Los obstáculos nos enseñan, y cuando no logres pasar uno y rindes, entonces digamos que serás una de esas personas que no soportaran el peso de la vida.

«No entiendo». Akko no estaba entendiendo. Primero su padre le hablaba acerca del romance imprevisto que al parecer tenía su hermana con su amigo Frank que, por cierto, su amigo era un año menor que ella, y luego... estaban conversando de que eran o no capaces las mujeres. Sin embargo... si él pensaba de esa manera entonces, ¿Por qué había enviado a su hermana Amanda a vivir con un hombre que no quería? «¡No tiene sentido!».

—Amanda...

—Tu hermana —le interrumpió—, debe aprender por las malas, Akko. Tuve una conversación con tu tía Bertha con respecto a eso y, ya que, estábamos hablando de ella vendrá la semana que viene —avisó—. Hay personas que son demasiadas tercas como para comprender el verdadero funcionamiento de la vida. Si tu hermana hubiera querido irse con Bertha lo viera aceptado sin dudar, pero no lo hizo. Entonces...

—Ese es tu plan... —susurró, empezando a comprender. Su padre sonrió.

—Ella debe aprender. Y si eso no es lo que, realmente, desea...

—Regresará.

—Es correcto. Las personas que son capaces de tomar decisiones rápidas, son las que más seguras llegan a hacer. Y eso es importante. Le estoy dando a Amanda... una probadita de la vida, aunque no lo parezca.

"En la vida, la única persona que importa eres tú. Los humanos están destinados a morir tarde o temprano; nadie de esa raza vive para siempre. Es mejor aprovechar el tiempo."

—El tiempo... —murmuró para sí misma, pero su padre alcanzó a oírla.

"Hace muchos años atrás..." «Eso es...» "Veremos cuanto duras con ese deseo." La guardiana la había puesto en prueba. La estaba probando. Lo que significaba... «¡Sí!». Estaba empezando a tomarla en cuenta. «¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!». "Lo único que tienes que hacer... es creer. Cree en la magia."

—¿Akko, estás bien? —le preguntó su padre al verla... conteniendo una gran sonrisa—. ¿Me vas a decir en qué piensas?

—¡Lo siento, no puedo! —dijo poniéndose de pies de un salto—. Te prometo que es algo... ¡Increíble! —exclamó para luego abrazarlo de repente—. Te quiero, papá. ¡Adiós!

Y nuevamente... había desaparecido de su vista. Johan suspiró y después se rio, recordando de donde había sacado esa energía y misterio que emanaba.

«Sea lo que sea que estés planeando. Espero tengas cuidado», pensó el señor antes de ponerse de pies y seguir con sus deberes.

«Ten cuidado... Akko».

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Fin del Cap. 15 (Charla de padre e hija)

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