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''La belleza ante mis ojos''

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Narradora Pov

Más historias; más aprendizajes. Pero no se podía concentrar. Las palabras de la Sra. Holbrook aun rondaban por su mente, y eso no era algo normal para ella. Nunca antes le había sucedido algo parecido; nunca antes algo se repetía tanto en su cabeza. Sin embargo, no era el momento para pensar en eso.

Akko se encontraba leyendo uno de sus libros en voz alta para que la guardiana la escuchara. Ella sentía su presencia y por esta vez... la guardiana no estaba tocando su instrumento de cuerda: la castaña supo identificarlo por la melodía que creaba y oía. Aún le sorprendía un poco que, la guardiana le permitiera escucharla. La castaña lo tomaba como un avance.

En ciertas ocasiones se imaginaba los años que había permanecido sola en ese lugar, aunque era probable que no le molestara en absoluto: por lo que tenía entendido había otras criaturas que vivían en el Bosque y, posiblemente eran su compañía.

—¿Qué opinas del amor? —preguntó Akko de repente al acabar un párrafo de su libro que trataba sobre ese tema en específico. Asimismo, deseaba acabar con el tormento en su cabeza que no le había dejado en paz.

Se había rehusado a tocar ese tema, pero ya no podía controlarlo más. Necesitaba aclarar sus dudas.

La guardiana por su parte abrió sus parpados observando a la niña que esperaba una respuesta. Diana suspiró y volvió a cerrar sus ojos. Su cuerpo estaba recostado en una firme roca cerca de un lago cristalino donde había peces de múltiples colores que eran alimentados por las semillas que tiraba con ayuda de una de sus cuatro colas.

"¿Qué opinas tú sobre el amor?", había escrito para que la humana lo leyera.

Akko no pudo evitar emocionarse. Cada vez que la guardiana le dirigía la palabra sus emociones reaccionaban positivamente: de recordar que un ser que había vivido muchos años y era la protectora del Bosque que muchos habían dejado de creer, le estaba hablando. ¡Era algo único!

—Bueno... he recibido muchas opiniones de mi padre y mis amigos. Ellos dicen...

"¿Qué opinas tú sobre el amor?", volvió a repetir por escrito Diana, interrumpiendo lo que diría la castaña.

Akko entró en consciencia de la respuesta que le gustaría escuchar. Una opinión de ella misma y no de los demás.

—No he sentido un sentimiento romántico —declaró—, pero muchas personas dicen que es hermoso. En mi opinión... siento que puede ser un buen sentimiento si se lleva correctamente entre las dos personas. —Instintivamente, Akko guio una de sus manos a su pecho—. Tal vez parezca absurdo, pero... es importante enamorarse, aunque se sienta obligado. Eso es lo que he visto.

"¿Y cómo te sientes al respecto?"

Akko se sorprendió, no esperando otra respuesta como pregunta; sin embargo esa pregunta fue lo que la impactó un poco.

"¿Crees que deba ser algo importante?", dijo Diana. "Amar a otra persona está sobrevalorado en su mundo."

Akko frunció el ceño no comprendiendo a que se refería con: "sobrevalorado".

"Los humanos están acostumbrados a dejarse guiar por sus emociones. Los que los conlleva a querer a otra persona sobre a sí mismos". Diana se puso de pies y optó por desaparecer su actual forma, para después caminar hacia la pared que protegía el Bosque. "Sientes que es obligatorio, pero para mí es común ver a humanos enamorarse de otros. Es parte de su naturaleza", explicó para después tomar asiento en el césped estando a una distancia poco lejos del muro, pero frente a la castaña.

—Si las personas se enamoran, entonces... ¿Pueden enamorarse de alguien igual a ellos? Quiero decir... —Akko se ruborizó—. Del mismo sexo —acotó avergonzada.

"Si así lo desean", respondió con un poco de interés. El tema que estaba tocando la humana la había intrigado sutilmente, sin embargo, aun se encontraba desinteresada en saber más del mundo humano que dañó el suyo.

Por otra parte, Akko pareció procesar sus palabras encontrándole sentido, pero... pensaba también en las consecuencias.

—¿Aunque los demás te insulten? —le consultó sintiéndose un poco dudosa.

"Sus controversias no son de mi incumbencia", dijo.

Akko arrugó el puente de su nariz.

—¿Por qué las personas se molestarían tanto por ver a otra ser amada por alguien del mismo sexo? —se preguntó a sí misma.

Diana no respondió, porque sabía que era una pregunta retórica. En cambio, la observó con más detenimiento. Sus expresiones cambiaban dependiendo de lo que pensaba, y la guardiana quería... saber exactamente qué cosas se cruzaban por su cabeza, e incluso deseaba conocer las verdaderas intenciones que tenía en cada una de sus visitas.

Akko le había respondido lo último, pero aun así no le creía. Diana desconfiaba totalmente de los humanos, y la niña no iba a hacer una excepción. Sin embargo ella debía cumplir con la orden. La orden que le fue encomendada por el Árbol; no obstante iba a tomarse su tiempo, y esperaba no tardar demasiado.

Le sería fácil leer sus pensamientos, sentir sus deseos y propósitos si su magia pudiera salir fuera del muro, pero no le era posible. Su magia estaba sellada por ese mundo, sin embargo, en los otros podía utilizarla sin problemas.

Los humanos de su universo habían hecho que sus días de vida fueran contados. Y la guardiana sabía que estaba muriendo junto con el Bosque.

—Guau... —soltó Akko en un suspiró, contemplando... la belleza de la mujer frente a ella.

Los parpados de Diana se encontraban cerrados, su cabeza estaba agachada y sus manos descansaban en su regazo. Una vista demasiada deslumbrante para la chica de ojos rubíes que respiraba con lentitud. Tenía tiempo que no le había visto y verla nuevamente había sido como... un golpe bastante profundo e impactante.

La guardiana estaba consciente de que su presencia estaba siendo vista. Eso no le molestaba, simplemente lo hizo con un propósito poco común.

Lentamente sus parpados se abrieron y su cabeza ascendió. Sus ojos azules se posaron en los rojos escarlatas que no habían dejado de mirarla. Akko pensaba... que era el ser más hermoso que había visto en su vida.

—A veces los humanos se enamoran inconscientemente. Los sentimientos en su caso, no es algo que se pueda controlar —dijo con simpleza, provocando sin consentimiento que el corazón de la castaña latiera con rapidez.

Akko se había sonrojado al escucharla y verla diciendo esas palabras. Era algo nuevo y eso le fascinaba. Le fascinaba tanto que no sabía que responderle. Sus nervios habían aumentado y sus dedos jugaron con las hojas de su libro.

—¿Qué... qué te pareció la historia? —le preguntó con una sonrisa tímida en sus labios.

—Corriente —contestó—. Las historias humanas no llevan a ningún lugar. Su imaginación a veces es limitada por emociones comunes que les instruyen desde que tienen conocimiento. Eso va dependiendo de qué familia pertenezca cada uno.

«¿Emociones? ¿Familia?». Eso... tenía un poco de sentido para ella.

—¿Y qué conocimiento tienes?

—Más de lo que puedas imaginar.

Akko rio ligeramente.

—Imagino que tu magia es igual.

Diana asintió. No por nada era considerada el "Dios" de los multiversos. Sin embargo... su magia estaba limitado en ciertas cosas. Además, no podía hacer tanto porque el Árbol... estaba falleciendo con lentitud llevándosela consigo.

—Debe ser increíble... —susurró audiblemente, para después curvar sus labios en una sonrisa—. Vivir en un mundo donde todo puede ser posible.

La Guardiana no respondió y su figura fue desapareciendo. Akko no dijo nada y simplemente se sintió... bien. La guardiana había dejado que la viera por esos cortos minutos y sentía que era suficiente.

—¿Es cierto que hay hadas, duendes, bestias enormes?

Diana no le contestó. «Espera un momento...», pensó Akko.

—Hey... antes de que te vayas, quiero hacerte una pregunta más que creo que puedes responder. —Akko cerró su libro—. ¿Por qué no me has preguntado si no le he contado a alguien más sobre... esto?

—Los humanos no pueden cruzar la barrera que protege el Bosque.

—Supongo que eres la única que puede decidir quién entra y quien sale.

«Sí», se contestó, pero no le respondió una vez más. Akko se colocó de pies y sacudió sus rodillas. Diana hizo lo mismo y se dio media vuelta dispuesta a volver a sus asuntos. Mientras más se alejaba Akko sentía menos su presencia.

—Gracias, por dejarme verte —dijo, antes de que desapareciera por completo.

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«¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!», exclamaba en su mente a la vez que daba pequeños saltos de felicidad. «¡La he visto! ¡Me ha dejado verla!». Y no sólo eso, había tenido una charla "común" con ella. No dejó que sus nervios no le permitieran hablar y siguió la conversación hasta que se fuera.

Además, «¡Rayos! ¡Es hermosa!», su apariencia... no la recordaba, pero ahora estaba en su cabeza nuevamente. Ella había visto un ángel; ella había hablado cara a cara con un ángel.

—¿Y a ti que mosca te pico? —le preguntó alguien que se encontraba cerca de su posición. La castaña no la había notado, hasta que habló.

—¡Sucy! —gritó rodeándola con sus brazos.

Sucy arrugó el ceño, disgustada.

—Suéltame saco de pulgas.

—¡También me da gusto verte!

Akko se separó cuando percibió a su amigo Andrew dirigirse a su dirección. Y sin dudar se lanzó a sus brazos recibiéndolo con un abrazo también. Andrew no se sorprendió y lo aceptó gustosamente.

—Pareces muy feliz —comentó el joven tomando distancia entre los dos—. ¿Algo nuevo pasó?

—¡No tienes idea! —dijo Akko—. ¡Es... asombroso! ¡Oh, Frank también estas aquí! —exclamó al verlo.

—Buenas tardes, Akko. Desapareciste todo el día.

—Como hace siempre —agregó Sucy, para después darse la vuelta cargando una canasta de ropa—. Adiós.

—Adiós —despidió Andrew con una sonrisa tranquila.

—Ten cuidado —dijo Frank.

—Y bien... ¿Qué ha pasado? —preguntó el castaño.

Akko lo miró, no entendiendo su pregunta. Y Frank lo notó.

—¿Quién es la causa de su felicidad, Atsuko Kagari?

—Ah... Bueno... —Akko rio con timidez—. ¡Es tarde, me tengo que ir! —dijo con rapidez pasando a lado de los dos chicos.

Éstos se miraron entre sí, confundido por la actitud de su amiga. Pero no le dieron mucha importancia.

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—Buenas noches, Akko —saludó el señor al verla ingresar a la casa.

—¡Buenas noches, papá! ¡Adiós, papá!

Akko subió con rapidez los escalones, dejando a un confundido señor en la planta baja que le tiraba leña al fuego. La castaña entró con prisa a su habitación y cerró la puerta para que nadie entrara inoportunamente. Y, seguidamente despojó un cuaderno que se encontraba escondido dentro del relleno de su colchón.

Abrió el cuaderno y empezó a apuntar lo que había visto y hecho el día de hoy. Una ocurrencia y conversación fluida después de tanto... tiempo.

"La Guardiana me habló y me dejo verla. Sus ojos... Su mirada... Es sumamente hermosa. Lo único que creo que no ha cambiado es su vestimenta. Parece que siempre lleva la misma, pero le queda perfecto. Se ve como un ángel. No, ¡Es un ángel! Aunque los ángeles no tienen magia y solamente "te protegen", pero sé a qué me refiero", escribió. "Hablamos de un tema que me interesaba saber hace una semana luego de que la Sra. Holbrook me contara la historia donde dos mujeres tenían un amorío en secreto.

Honestamente no me pareció algo... malo. Y mis dudas no fueron aclaradas luego de tener varias opiniones de personas que considero importantes para mí. Sin embargo, la guardiana le importaba más mi propia opinión que el de demás. Y gracias a eso, he llegado a una conclusión."

«El amor es amor», pensó. "El amor... es amor. Las personas no pueden controlar sus sentimientos, o eso es lo sé, pero pienso que debería haber algunas que ignoran esas emociones de felicidad e inseguridad para no llegar a sentirlos. No obstante, son conclusiones que saco por mi cuenta, pero me gusta pensar... que amar a otra persona no tiene nada de malo. Eso sin importar que sea del mismo sexo", colocó un punto y luego continuo.

"Ahora hablemos más de la guardiana. Es hermosa. Muy hermosa. ¿Eso ya lo he dicho? ¿no? Me pregunto cómo alguien tan... majestuoso puede existir. No estoy diciendo que me molesta, o siento algo de envidia. Al contrario, me sorprende que haya un ser tan resplandeciente con maravillas rodeándolas."

"El Bosque es real. La guardiana es real. La magia es real. Puedo imaginar que la Guardiana hace un buen trabajo cuidado del Bosque, y poco a poco voy entendiendo más su punto de vista acerca de los humanos. Ella parece seguir molesta con lo sucedido, pero... ¿El Bosque está bien? ¿no? No creo que hayan daños después de ese. Su magia debió haber reparado el error de esos estúpidos humanos que no debieron ir más allá de lo permitido."

"Ella... es un ser poderoso. Puedo sentirla, pero no puedo sentir su magia. A veces me pregunto... ¿Por qué puedo sentirla? ¿Por qué siento un cosquilleo en mi corazón? Es extraño en cierta parte, pero... me gusta sentir su presencia. Siento que es algo... mío. Es algo que solamente puedo sentir yo. Es como mi... hallazgo. Me gusta lo que encontré, pero no quiero compartirlo. No aún. Las personas no me creerán y la guardiana no se mostrará ante ellos, de eso estoy segura. Necesito... más tiempo para convencerla."

"Y, por último, sus ojos... Hablemos de sus hermosos ojos azules que parecen que pueden ver... dentro de ti. ¡Es increíble! ¡La sensación que me entregó cuando me miraron fue...! ¡No sé cómo describirlo! ¡Creo que estaba hipnotizada por su belleza y por cómo me miraban! ¡El Bosque es increíble! ¡La guardiana es increíble! ¡Me siento ansiosa de verla y hablar con ella, otra vez!"

Akko suspiró, cerró su cuaderno y lo aprisionó contra su pecho. Su corazón palpitaba de emoción y una sonrisa adornaba su bello rostro.

—¡Akko, a cenar!

—¡Voy! —respondió bajando de su pequeña nube, para luego esconder el cuaderno antes de bajar.

Sabía que esa noche... dormiría feliz.

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Fin del Cap. 14 (La belleza ante mis ojos)

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