𝘪𝘯
"Pareces deprimido. ¿Pasó algo?"
"Estoy preocupado por mis amigos."
"¿Tus amigos?"
"Sí. Había una ciudad sobre el Cuartel de NERV. Todos vivíamos allí. Touji, Kensuke, la delegada de la clase, y todos nuestros compañeros. Al parecer, dormí en la Unidad 01 durante catorce años. Todo ha cambiado mucho desde entonces."
"Estás sufriendo porque no puedes soportar estos cambios."
"Tengo miedo. No sé... qué pasó con la ciudad en dónde todos vivían. Nada tiene sentido, y me asusta. ¡Así es! ¡Tengo miedo!"
"¿Quieres saber?"
Todo se había vuelto una pesadilla.
Las palabras del albino se repetían una y otra vez en su cabeza. Junto a la imágen del mundo destruido.
«El resultado del Tercer Impacto, el cual ocurrió mientras estabas dentro de la Unidad 01»
Ahora lo sabía.
Porqué todos lo odiaban y juzgaban desde que despertó. Porqué insistían en que no debía volver a pilotear un EVA. Y el motivo de que le pusieran ese collar.
«El EVA Unidad 01 despertó y abrió las Puertas de Guf, actuando como detonante del Tercer Impacto»
Solo había querido salvar a Ayanami, era todo lo que quiso hacer. Nunca planeó que esto pasara.
Pero solo logró destruirlo todo.
«Tú eres el causante de esto»
Era su culpa.
Él lo había provocado.
Y luego de eso solo se quedó dormido por 14 años, dejando a todos los que le importaban a la deriva. Los abandonó.
¡Se odiaba tanto!
Desde que Nagisa le hizo ver lo que sucedió, Shinji se sentía totalmente perdido. Daba igual que el albino le haya dicho que no debía culparse, no podía evitar hacerlo. No podía ignorar el hecho de que él era quien lo había causado y que ahora ya no podía cambiarlo.
Y luego...
Ni siquiera había logrado salvar a Ayanami en realidad, quiso creer que habiéndola rescatado sería suficiente... Pero ella seguía atrapada dentro del EVA 01, o quizás simplemente estaba muerta, no estaba seguro.
Y la que se encontraba aquí no era más que una copia, una imitación vacía, carente de cualquier cosa que no fuera acatar ordenes. Por eso siempre se comportó tan distante con él, solo era un clon.
Un clon de su propia madre.
La simple idea le daba nauseas.
No podía lograr asimilar nada de todo lo que ahora sabía.
Los siguientes días no hizo más que encerrarse en su habitación, sin pensar en salir ni un momento. Ya ni siquiera iba a tocar el piano, no tenía ánimos en lo absoluto para nada. Apenas estaba comiendo, lo evitaba totalmente y la simple idea de ingerir algo lo hacía querer vomitar. No se atrevía a más que hacerse bolita sobre la cama, con pesados recuerdos en bucle dentro de su cabeza, y llorar hasta quedarse dormido, donde sus infernales pensamientos pasaban a volverse pesadillas.
Eso era otro problema; a pesar de todo, tampoco podía dormir bien por verse rodeado de toda esa ansiedad cada vez que cerraba los ojos.
Estaba demasiado fatigado y su cabeza no paraba de dar vueltas, sus párpados ardían y se hallaban hinchados por toda la situación. La presión en su pecho era peor que sus primeros días tras despertar, o incluso peor que cualquier momento traumático en su vida. Todo había terminado por derrumbarse hasta el último escombro.
Realmente quería morir, se odiaba más que nunca.
Se vio sobresaltado al oír un suave golpeteo contra la puerta de su habitación. No amagó a moverse, pero aún así ésta se abrió desde el otro lado. No necesitaba voltear la mirada para saber de quien se trataba.
—¿Ikari-kun?—abrió lentamente los ojos hacia Nagisa, quien lo miraba con serenidad pero a la vez una fuerte preocupación; no sabría explicar porqué su mirada aumentó el pesar en su interior— ¿Estás bien?
Shinji se levantó de su posición inicial hasta quedar sentado sobre la cama con sus piernas colgado del borde de ésta, agradeciendo que los rastros de lágrimas en sus mejillas ya estuvieran secos; aunque no podría decir lo mismos de sus enrojecidos ojos que probablemente ya lo habían delatado.
—¿Qué sucede?—murmuró, ignorando su pregunta. Se obligó a sí mismo a bajar la mirada; de alguna forma le avergonzaba que el otro chico lo viera así.
—Llevas días sin venir a tocar el piano, me preocupó que te sucediera algo—el albino ya se hallaba frente a él, arrodillándose para estar más cerca de su rostro. Podía notar que lo observaba fijamente, como analizando su expresión—. No te ves bien, ¿Cómo te encuentras?
El más bajo siguió mirando el suelo, evitándolo. No se veían desde cuando Nagisa le contó la verdad, no tuvo el coraje de buscarlo luego de tal revelación; sumado a que la vez anterior a eso fue la noche en que se besaron, ni siquiera pudo hablar con él sobre eso gracias a todo lo que pasó.
Por más que el albino siempre lo apoyara, le era imposible no sentirse solo. Incluso con él mirándolo de esa manera y sujetando su mano con firmeza.
—No—finalmente habló tras un extenso silencio—, no estoy bien.
Con solo admitir eso, notó que las lágrimas amenazaban con regresar. Parecía que era lo único que sabía hacer al respecto.
—No soporto lo que hice—su voz se quebró al instante—, todo el daño que les causé a todos.
El agarre de Kaworu sobre su mano se intensificó.
—No te castigues por eso—dijo el más alto, tratando de calmarlo—. No existe pecado imperdonable, nunca es tarde para enmendarlo. Hallaremos la forma de-
—¡No es así!—Shinji se oyó a sí mismo casi gritando, la impotencia lo asfixiaba— ¡Ya es tarde, no puedo hacer nada! Todos sufrieron estos 14 años por mi culpa mientras yo no hice nada en lo absoluto, los abandoné. Quise creer que hacía lo correcto al tratar de salvar a Ayanami, pero eso terminó por hacerme destruir todo y ni siquiera la salvé.
Sentía su garganta arder, y sus mejillas ya tenían varios trazos húmedos. Sus manos temblaban entre las ajenas, y algunos mechones de su oscuro cabello se pegaban en su frente debido al sudor. Los nervios y el dolor en su pecho comenzaban a hacerle difícil el respirar correctamente, sin mencionar que su cuerpo entero se tensionaba.
—¡Me siento tan inútil, arruino todo lo que hago! Yo no... ¡No merezco absolutamente nada bueno en mi vida por todo el daño que le causé a quienes me importaban! Me—sus gritos iban ahogándose tras cada palabra, las cuales le costaba seguir pronunciando. Las palpitaciones de su corazón estaban fuera de control, como nunca antes—... Me siento tan solo...
Su cabeza comenzaba a dar vueltas nuevamente, dolía mucho. Lo invadían temblores y sensaciones de nauseas, todo de la mano con un terrible pavor. La presión en su pecho se intensificaba cada vez más, como si le comprimiera los pulmones, impidiéndole respirar en lo absoluto. Era como si se estuviera asfixiando.
Sus respiraciones perdían el ritmo, aceleradas y aún así sin dejar ingresar oxígeno. Por más que lo intentara, no podía hacerlo.
Sentía que iba a morir ahí mismo. Y contradictoriamente eso lo aterró aún más.
Nagisa se percató con rapidez de que estaba sufriendo un ataque de pánico. No tardó más en tomar el rostro del más bajo y hacerlo levantarlo para quedar frente al propio.
—Mírame, intenta respirar conmigo—soltó, manteniendo el aire para luego dejarlo salir a modo de ejemplo, buscando que el chico lo imitara—. Respira profundo y déjalo salir, lento—a pesar del miedo y la desesperación, Shinji trató de hacerlo, sin poder contener los sonidos de sollozos que expulsaba con cada intento—. Todo está bien, estás a salvo conmigo.
Tras unas cuantas bocadas, todas acompañadas por la ayuda del albino, su respiración pareció empezar a estabilizarse, aunque el dolor en su interior no lo abandonaba ni un segundo. La ansiedad aún cosquilleaba por toda su piel y las lágrimas no dejaban de brotar.
—Recuerda lo que dije, siempre habrá esperanza para la redención—continuó Kaworu, sin dejar de sostener los costados de su cara mientras el castaño seguía en su esfuerzo por respirar profundo—. Vamos a poder reparar todo, yo te acompañaré. No te dejaré solo.
Sin decir más, aunque no podría decirse si lo hizo por Shinji o por sí mismo, tomó al chico más bajo entre sus brazos y lo estrechó en un abrazo, presionándolo contra su pecho. El castaño se encontraba tenso y tembloroso en un inicio, sin saber cómo reaccionar, preso del pánico. Pero lentamente sintió sus extremidades ablandarse, impulsadas por sí solas a aferrar sus brazos con fuerza alrededor del torso ajeno.
Seguía asustado a pesar de que se hubiera calmado un poquito, con su llanto incluso más desencadenado que antes; de seguro ya había humedecido la camisa del albino con todas sus lágrimas. El interior de su pecho seguía siendo martillado por su acelerado pulso, inundado de dolor. Su cuerpo pasó de estar tensado a simplemente aflojarse y dejarse colgar, siendo sus manos aferradas al chico y el abrazo de éste lo único que lo sostenían.
Pero de alguna forma Nagisa lograba que se sintiera a salvo, incluso en un momento como este. Aunque todo pareciera desmoronarse a su alrededor, sentía que estaría bien si el chico lo sostenía de esta manera; como si fuese la única persona que estaría a su lado a pesar de todo. Como si en sus brazos hallara el cuidado que siempre anheló.
Con todo lo que había hecho, Kaworu aún seguía con él, protegiéndolo cuando más lo necesitaba y diciéndole que no estaba solo. Incluso cuando todo el mundo parecía estar en su contra, él estaba ahí para calmarlo del pánico.
No entendía porqué era así. Pero quería creer en su palabra, que de verdad no lo dejaría solo.
—¿N-Nagisa-kun?—apenas pudo murmurar, su voz aún se ahogaba en los múltiples sollozos ruidosos. Notó al mayor soltar un sonido de duda— ¿P-Puedes... Puedes quedarte conmigo esta noche? No q-quiero seguir sintiéndome solo.
No quería verse vulnerable, no más de lo que ya lo había hecho; lo avergonzaba tener que pedir algo así. Pero ahora lo único en lo que podía pensar era que no sobreviviría si el mayor lo soltaba siquiera un segundo.
Kaworu le sonrió con una mezcla de ternura y pesar, aunque Shinji no pudo verlo debido a que aún escondía su rostro contra el torso ajeno.
—Por supuesto, Ikari-kun.
Con sumo cuidado, y sin cortar el abrazo, el albino lo ayudó a quedar acostado por encima de las sábanas. Una vez acomodados, el castaño se aferró con más fuerza del cuerpo ajeno, enterrándose contra su pecho, sintiendo su calidez incluso a través de la camisa. El más alto movió una mano para poder acariciarle el cabello y la espalda, tratando de relajarlo.
Su llanto seguía, pero era menos ruidoso. Su respiración era agitada, pero se acercaba a normalizarse. El miedo era cada vez menor, como si fuera absorbido por la sensación que el de cabello blanco irradiaba.
En medio de eso, Shinji pudo oír como Nagisa empezaba a tararear algo. En un inicio, no le dio mucha atención sobre qué era, pero tras escucharla un poco más se percató de que se trataba de la novena sinfonía de Beethoven. Ya la había oído algunas veces en el pasado, pero ahora era como si ese sonido, proviniendo de él, fuera todo lo que necesitaba para calmarse.
El dolor se disipaba con cada nota tarareada, centrando toda su atención en la suave melodía y lo bien que lo hacía sentir. Pero también le daba incluso más ganas de llorar, algo en eso ardía en su pecho de una manera muy diferente.
Otra vez ese sentimiento de déjà vu que solo él sabía generarle.
Sus párpados estaban cada vez más pesados, y todo su cuerpo estaba exhausto de tantas emociones y estrés acumulado. Solo quería dejarse caer por unos minutos sin que todo ese sufrimiento lo persiguiera; que Kaworu lo protegiera, como lo había hecho con todos sus pesares.
Antes de quedarse dormido, pensó en cuánto desearía congelar este momento, con todo su ser relajado y el albino acariciándolo con dulzura. Lo que más anhelaba ahora era quedarse así para siempre, en los brazos de Nagisa y con el ambiente invadido por su voz tranquilizadora.
Regresé con más Kawoshin, depresión y un capítulo extra.
Dije que solo quedaban dos capítulos para terminar la historia, pero este se me ocurrió de repente y acomodé todo para poder incluirlo. Fue medio corto en comparación, pero sentía que la trama quedaría algo cortada si ya pasaba directamente a los últimos.
Y mil disculpas por tardarme en actualizar, se me complicó mucho por varios motivos.
En fin, ojalá les gustara el capítulo. Nos vemos pronto.
¡Muchas gracias por leer! ♡
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