𝘦𝘯𝘥
“Es lo mismo que con el piano; pasaran cosas buenas si estamos juntos Shinji-kun”
“Sí... Vamos, Kaworu-kun”
—Si usamos las lanzas junto con la Unidad 13, incluso podemos reparar el mundo.
Shinji se había mantenido en silencio, oyendo la propuesta del albino. Atónito de sus palabras.
Parecía una locura... Pero era posible.
Nagisa creía que, si ambos seguían el plan, podrían decidir por su cuenta y restaurar todo a como antes era. No compensaría todo lo que el castaño había causado, pero si le daría una nueva oportunidad a la gente. Quería creer que era posible hacer algo así.
No podía decir hasta qué punto se sentía seguro sí mismo de que sería capaz de lograrlo, su baja autoestima empezaba a bombardearlo de que posiblemente arruinaría todo como de costumbre; pero el más alto seguía trasmitiéndole la misma seguridad que siempre.
La situación en la que se encontraba no dejaba de serle terriblemente confusa y un maldito dolor de cabeza. Pero esta posibilidad era mucho mejor que no hacer absolutamente nada como planeaba al inicio.
Y sumado a todo esto... Nagisa le había quitado la gargantilla. Le quitó esa aterradora cosa que podría volarle la cabeza en cualquier momento.
Y no suficiente con eso... Se la había puesto él mismo.
¿Cómo no confiaría en él a este punto? ¿Cuando estaba poniendo su vida en riesgo por él? No negaría que le preocupaba, pero también lo dejaba tranquilo de su propia seguridad.
El albino siempre lo hacía sentir seguro de una forma u otra.
—Eso creo—murmuró a modo de respuesta finalmente, decidiendo creer en sus palabras. Logró dejar entrever una leve sonrisa hacia el más alto—... Estoy seguro de que puedes hacerlo.
—Podemos hacerlo—corrigió Nagisa.
Aquella aclaración se sintió reconfortante para el castaño.
—El EVA Unidad 13 usa un sistema de entrada doble, juntos nos convertiremos en la esperanza de Lilin—siguió explicando el mayor, sin despegar sus cálidos ojos escarlata de los ajenos—. Lo que necesitas en este momento es esperanza, así como expiación y compostura.
Shinji bajó un poco la mirada. Lo sorprendía lo mucho que Kaworu lograba leerlo y comprender cómo se sentía en casi cada momento. No llevaban mucho de conocerse, pero este le prestaba más atención a sus pequeños detalles que cualquier otra persona que haya conocido.
Era una sensación agradable, pero totalmente ajena al castaño.
—Eres impresionante—dijo casi sin pensarlo—... Siempre sabes cómo me siento.
—Es porque siempre estoy pensando en ti.
No sabría que fue lo que le impactó más de aquella respuesta; si su significado en sí o la naturalidad con la que lo soltó.
Le fue imposible no sonreír.
—Gracias Nagisa-kun—fue lo único que logró expresar, sintiendo sus mejillas enrojecer levemente ante las agradables emociones que el albino le provocaba.
—Dime Kaworu—se apresuró en responder, con su usual calidez.
—Bueno... Entonces puedes decirme Shinji—no supo porqué le causó tanta vergüenza decir eso, más allá de las formalidades. El otro chico se limitó a sonreírle, tan radiante como siempre.
Tras eso se formó un silencio entre ambos. Pero no fue incómodo en lo absoluto, como si no necesitaran palabras para comunicarse entre ellos y decirse que todo estaría perfectamente bien.
No sabía si eso sería usual en Kaworu (ya que nunca lo vio interactuando con nadie más), pero al menos en su caso nadie le generaba el mismo tipo de paz y tranquilidad. Y no solo debido a su falta de afecto, sino porque no veía normal que alguien se comportara como el mayor hacía, que diera tanto por alguien más.
Era algo que lo confundía sin importar cuánto lo pensara.
—¿Está todo bien?—oyó a Nagisa, mirándolo con la misma expresión de siempre.
—S-Sí. Es solo...
Pensó en despejar esas vueltas que solía darse en su cabeza. Pero a este punto confiaba lo suficiente en el albino para tratar de decírselo.
—Es solo que... No entiendo porqué eres tan bueno conmigo—admitió con cierto nerviosismo, esperando que no malinterpretara sus palabras—. No sé si solo lo haces porque tendremos que pilotear juntos o si hay otro motivo, pero no lo entiendo. Siento que—se detuvo a sí mismo por un instante, pero terminó por concluirlo—... Siento que no lo merezco.
Una parte de su cabeza le dijo rápidamente que hubiese sido mejor no mencionar nada; de seguro debe haber sonado como una tontería y que estaba saboreándose solo como suele hacer. Debería aprender a quedarse callado.
Pero para su sorpresa, el accionar del mayor fue tomarlo de la mano de imprevisto. Antes de que el más bajo dijera o hiciera algo al respecto, Nagisa llevó la palma ajena hasta su propio pecho. Shinji se sintió aún más tonto al sonrojarse por sentir los latidos de su corazón.
—¿K-Kaworu-kun?
—¿Recuerdas lo que te dije hace un tiempo? ¿Sobre cómo los humanos deben lidiar con la soledad?—Shinji asintió, aún mantenía eso en su mente; le sería imposible olvidar esas impactantes palabras. Notó como Nagisa dejaba salir una pequeña sonrisa— Las heridas en el alma humana son de naturaleza eterna, y al sentir dolor creen que la vida no es más que eso.
Ikari no podía quitarle ni un instante de atención cuando hablaba de esa forma, era en cierto modo hipnótico cuando parecía filosofar sobre la vida, los sentimientos o cualquier cosa que le surgiera.
El más alto se detuvo por unos momentos, su mirada hacia el otro chico se volvió incluso más dulce.
—Sus almas son frágiles como el cristal... En especial la tuya.
—¿La mía?—aquello lo dejó extrañado.
—Sí, tu alma es digna de amor.
No lograba comprender del todo a lo que se refería.
Pero aún así, se sentía como...
—¿Amor?
Nagisa ensanchó un poco su delicada sonrisa.
—Quiero decir que te amo.
Como si ya hubiese vivido algo como eso.
Shinji no sabría explicar lo que sentía en ese instante. Predominaba la confusión, pero también una calidez desparramándose en todo su pecho, junto a un cosquilleo en su estómago. Y a la vez, se le unió una rotunda presión en su corazón.
Era la primera vez que alguien le decía algo como eso. La primera vez que alguien le decía que lo amaba.
Pero Kaworu venía demostrándolo desde siempre. Desde el primer día cuando tocaron el piano juntos, el más alto se esmeró en cuidarlo y quererlo. Y siempre sin pedirle nada a cambio; ni siquiera ahora parecía esperar una respuesta de su parte, como tampoco lo hizo aquella noche en la que se besaron. Solo le había dado un amor sin un ápice de egoísmo.
Pero, incluso siendo la primera vez que recibía algo así, regresó aquel déjà vu. Esa sensación que le insistía en que ya había vivido esto, por muy extraño que pareciera.
El castaño no pudo hacer más que quedarse mudo, sin soltar palabra alguna, limitándose a observar al chico frente a él. Ni siquiera se trataba del usual nerviosismo que solía causarle, ni tampoco de vergüenza por el afecto que le daba, era totalmente diferente.
Sentía que quería decirle de todo, pero al mismo tiempo no hallaba palabras.
Debido al extenso silencio, el albino amagó a ponerse de pie y volver a hablar, sin dejar ir su calma expresión. Pero algo en el interior de Shinji lo obligó a tomarlo de la mano rápidamente para detenerlo.
—Y-Yo...
Su voz salió sola, haciendo que por primera vez Kaworu lo mirara desconcertado, como si no esperara en lo absoluto esa reacción de su parte.
Y a decir verdad, Shinji tampoco lo hacía.
No sabía qué debería hacer, ni tampoco que quería decirle. Apenas podía poner en sincronía sus propios pensamientos. Pero había algo que tenía claro...
Que una parte en lo profundo de sí mismo sentía que era ahora o nunca.
—Yo también te amo.
Aquello salió con mucha más facilidad de la que creyó. Presentía que tartamudearía cien veces por cada letra de la oración, pero pudo decirlo sin más. Ni tampoco se sintió ansioso o asustado al respecto; más bien era como haberse quitado un peso de encima. Como si hubiese cargado con eso por un muy largo tiempo y al fin pudiera expresarlo.
Y ahora, con los roles totalmente invertidos, fue turno de Nagisa de verse sorprendido de sus palabras. Siempre parecía calmado y tener el control de todo, pero esta vez era como si aquella declaración por parte de Shinji se saliera de sus planes o expectativas. Incluso el más bajo juraría que sintió su mano temblando por unos instante.
Pero no tardó en que volviera a sonreírle con suavidad, aunque de una forma incluso más radiante que la usual.
No dijo nada, su siguiente acción no fue más que subir su mano libre, la que no era sostenida por el otro, y sujetarlo con dulzura de la mejilla. Sin dejar de verlo a los ojos, cosa que bastó para sonrojar al castaño, quien hacía un gigantesco esfuerzo en no bajar la mirada.
Pero para su alivio pudo cerrarlos al notar al albino acercándose a su rostro, al igual que en esa noche junto al piano. Y no tardó en volver a experimentar la calidez de sus delgados labios sobre los propios.
A diferencia de la vez anterior, no tomó tan desprevenido al menor, pudo hallarse más relajado y con menos nervios. Pero le trasmitió exactamente la misma paz y alegría. Volvió a tratarse de un beso leve e inocente, apenas un roce de labios; y con el mismo estallido de emociones.
El castaño se aferró con más fuerza de la mano del mayor, entrelazando sus dedos entre sí. Mientras que Nagisa seguía acariciando su mejilla sin despegarse de él. Todo en aquel momento no fue más que la calma que Shinji siempre había anhelado, aquel cariño que siempre deseó recibir simplemente por ser él mismo y no por algo que tuviera que hacer para ser reconocido.
Por un segundo, hubiese admitido que quizás se sentía feliz por una vez en su vida.
Nuevamente fue Kaworu quien cortó el beso luego de quien sabe cuanto tiempo en el que ambos se perdieron en los labios del otro. Cuando el más bajo abrió los ojos, no pudo contenerse de bajar la mirada; la vergüenza lo golpeó repentinamente. Pero no se arrepentía de nada.
La palma del albino seguía sobre su cara, empujándola con delicadeza para hacerlo verlo.
—Shinji-kun...
La suave voz de Nagisa fue una caricia para sus oídos, por muy baja y casi inaudible que hubiese sonado. Calmando todo nerviosismo o ansiedad que amagara a volver a su cuerpo.
Había algo que entendía. Todo estaría bien si estaban juntos.
—¿Sí?
«No es tu culpa»
Al resonar esa frase en su cabeza, Shinji finalmente despertó. Sus mejillas se hallaban húmedas y sus ojos ardían de lo hinchados que estaban.
Estuvo confundido por unos segundos, sin entender nada, hasta que todos los recuerdos conectaron para orientarlo sobre la situación en la que se encontraba.
Ahora estaba en la Villa 3, Asuka lo había llevado hasta ahí básicamente a arrastras luego de que lo encontrara en el entry plug. Se había reencontrado con Touji, Kensuke, la delegada... Todos estaban vivos y a salvo.
Pero el plan falló, no pudo usar el EVA para reparar todo. Y casi terminó por causar el Cuarto Impacto.
Y Kaworu...
«Lo siento. Ésta no es la felicidad que deseaste»
Él había muerto.
El interior de su pecho se comprimió con brusquedad cuando cruzó por su mente la imagen de aquella gargantilla explotando en el cuello del chico. Como todo se había llenado de sangre. Sintió náuseas y no tuvo idea de cómo hizo para contenerlas.
Era su culpa. Todo era su culpa.
Como siempre.
No solo había arruinado todo otra vez, sino que también había llevado a la muerte a la persona que amaba.
Y aún así...
«Solo necesitas encontrar la paz y un lugar para ti»
Kaworu trató de tranquilizarlo hasta el último segundo, con esas extrañas palabras que nunca comprendió y que solo lo dejaban más confundido. No lo culpó ni le reprochó nada, fue gentil con él a pesar de que había estado a punto de destruir todo una vez más.
Pero ya no importaba. Nada importaba si lo perdió a él.
Si perdió a la única persona que alguna vez lo quiso genuinamente, era lo mismo que haber perdido su propio mundo.
Sus pesados pensamientos acerca de morir no habían parado de regresar desde entonces, no tenía fuerzas para comer ni hacer absolutamente nada más que acostarse a llorar hasta caer dormido. Y ahora no tenía a nadie que viniera a abrazarlo y curar sus heridas.
Otra vez estaba solo.
«Los lazos que nos unen te guiarán»
Más lágrimas se deslizaron por sus mejillas, cubriendo los rastros de las que debió haber dejado caer mientras dormía. Se abrazó a sí mismo en busca de confort, pero todo se sentía vacío y frío. Lo único que tenía ahora eran sus recuerdos a su lado, con los que no paraba de soñar. Y lo único que deseaba era no volver a despertar la próxima vez que lo hiciera.
Solo quería regresar a su lado, dónde todo estaba bien. Dónde podía estar a salvo y ser amado.
Pero ya no quedaba nada. No volvería a oír su voz, ni a sentir su calidez, ni a tocar el piano juntos, ni a sentir que sus labios solucionaban todos sus problemas.
Lo había perdido y nunca lo volvería a ver.
Su pecho volvió a pesar, y más lágrimas corriendo.
«No me mires así. Nos volveremos a ver, Shinji-kun»
—Te extraño—susurró para sí mismo, antes de volver a sumirse en el llanto.
Y tras un año, al fin concluí este fic; ya era hora. Se alargó más de lo que pretendía, pero estoy conforme con el resultado. La verdad lo inicié nomás porque me había visto Evangelion y necesitaba sacar algo de Shinji y Kaworu porque son mi pareja favorita, y esta pequeña idea surgió básicamente sola mientras reveía la 3.33
Irónicamente saqué una historia trágica de mi comfort ship, pero espero que el próximo fic que planeo no desencadene en otro drama(? (╥﹏╥)
Antes de terminar, momento spam (?): en Febrero completé mi cosplay de Kaworu (top 10 momentos más felices de mi vida ah), si alguien le interesa pueden darme un manito pasándose por mi ig (@escatonn) a verlo. Recién publicaré algunas fotos la semana que viene, pero ya tengo una destacada mostrando cuando hice a mano el choker y estilicé la peluca (≧▽≦)
En fin, muchísimas gracias por leer a todos los que llegaron hasta acá. Nos vemos luego en otra historia ♡
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