01.nacimos para defender
i. chapter one, born to defend
written by eunice !
El tráfico de la ciudad de México siempre fue como una función de circo para Camille, a menudo pasaba algo, no importaba el día u hora, había una función que presenciar. Pero siempre lo peculiar ocurrían los días lunes, después de un merecido fin de semana, ese en donde ves a las familias responsables yendo desde temprano a dejar a sus hijos a la escuela para evitar contratiempos, a las madres solteras que batallan con atender y llevar a sus hijos, y un sinfín de tipo de padres que lograba visualizar, daba gracias que la suya no se tomaba la molestia de irla a dejar, pues no quería presenciar su versión, aunque en sus probables opciones sería la mujer que siempre tocaría el claxon en cada semáforo.
Como cada mañana salía de su casa para esperar a que Francisco, pasara con ella junto con su hija Marisol. Nuevamente estaba iniciando el año, pero diferente porque ya estaba en el último año de preparatoria.
A pesar de no admitirlo, a Camille le molestaba oír a menudo que muchos le dijeran que aprovechara el ultimo año de preparatoria, debido a que, siempre este es el mejor y el cual te arrepentirás de no disfrutar, a ella no le entusiasmaba mucho, pues no quería dejar la preparatoria, ahora que se sentía conforme, en el último año, logro formar una amistad con Marifer, la chica que sentía que le caía mal todo el mundo, y quizás no se equivocó, pero con Cami, no era el caso.
—Camille, buenos días. —saludo la pareja de su madre una vez llegó.
Ella respondió el saludó pasando sus dedos por debajo de la manija para abrir y entrar a la parte trasera del auto.
Francisco miro por el retrovisor para asegurarse que la joven ya hubiera cerrado la puerta y arrancar.
Camille tomo su mochila dejándola sobre sus piernas mientras miraba por la ventana y veía el reflejo del espejo en el cual, su próxima hermanastra, se estaba retocando el delineador y el bilé. El transcurso no fue nada de lo común que siempre pasaba, solo que esta vez, Marisol no se quejó por el tráfico o el que por culpa de un tope se haya delineado chueco, y eso era raro, y preocupante
Llegaron a la escuela después de casi media hora de estar atascados, Marisol no estaba de humor, eso se le veía pues ni siquiera se despidió de su padre ni le pidió dinero.
—Princesa, espera...—llamó Francisco, pero era inútil, la única respuesta que tuvo fue el azotón de puerta.
El mayor suspiro mientras se rascaba la barba y veía que Camille tomaba sus cosas para salir, antes de que se fuera se animó para alentarla y hablar con ella después de lo que pasó la noche anterior.
—Sé que es difícil para ti, aceptar esto... Pero gracias por comprender... —dijo, al no escuchar respuesta optó por terminar la conversación. — Eh, que tengas un buen día.
Camille sonrío levemente, apreciaba esos gestos que tenía con ella, y siendo sincera, el tipo le daba igual.
—Gracias, pero a veces lo único que deseo es terminar la preparatoria e irme lejos a estudiar la universidad. —admitió. — Además, nada emocionante pasa en este último año, el tiempo se pasa volando. — dijo por último.
Francisco una vez más le alentó y asintió dejando que ella se fuera, Camille tomo su mochila y corrió hacia la entrada pues ya había perdido mas de cinco minutos en esa charla motivacional.
Al llegar pudo presenciar a un Tenoch y Alex desesperados.
—¿Qué paso? El jet lag te sigue haciendo efecto. —rechistó con sarcasmo Tenoch.
Cami rodó los ojos sacando los folders para dárselos a Alex.
—Solo son seis tareas, exagerado. Como si a esos pendejos le importara si llegan temprano o no.
—Si, pero esos pendejos tienen dinero, recuerda, al cliente lo que mande. —expresó con obviedad.
Ella no contestó, odiaba la idea de volver a discutir tan temprano, Alex solo frunció los labios con incomodidad para entrar seguido de Tenoch y Camille. Él se encargaba de cobrar y dar las tareas, nadie en el grupo contaba con la valentía y seriedad para ponerse al tú con tú con los demás.
Tenoch se adelanta al salón, pues no quería liderar con el pesado de Jero, ya que decidieron no hacerles la tarea debido a los pagos retrasados, a pesar de eso Camille esperó a Alex como siempre, debido a que una vez dio cambió de más y se armó un relajo. Al terminar su ardua labor de cobrar, ambos se dirigieron al salón a zancadas para poder llegar después de escuchar el timbre
—¡Hey, chavo!
El eco de la voz mezclada con los ruidos de sus compañeros corriendo se repetía una y otra vez, Camille quien caminaba a adelante volteó al escuchar que la voz era cada vez más cerca.
Al mismo tiempo, Alex se volteó y ambos miraron a un joven pálido que se paró justo enfrente de ellos.
—Se te cayó esto allá abajo. —estiró la mano dándole el sobre echo con una hoja de libreta hacia Alex.
Alex al darse cuenta tomo su mochila para asegurarse si era su sobre echo con hoja de libreta.
—No manches —exclamó— Me salvaste, gracias. —agradeció y el joven negó.
—No pasa nada, no te preocupes. —pronunció con timidez bajando la mirada.
—No, sí. El noventa por ciento de la escuela se lo hubiera quedado
—No te pases, Alex, si no son los diez pesos de más, se te cae todo —reclamó Camila.
—Tranquila, el dinero está aquí, gracias de nuevo —agradeció una vez más mientras guardaba de nuevo el dinero.
—Eres nuevo, ¿no? —preguntó Camille y el asintió con la cabeza.
—¿Saben en donde esta quinto b? —preguntó
Ambos señalaron a sus espaldas el salón, en el cuál estaban a las afueras los que sería sus compañeros, algunas fumando, otros haciendo luchitas, y otro andando en la luna.
—Ah, ¿es aquí? —ellos asintieron.
Quizás eso asusto al desconocido porque se quedó un poco callado al notar los demás.
—No te preocupes, lo único que tienes que hacer es, no llamar mucho la atención ¿entendido? —aconsejó Alex y el extraño asintió— ¿cómo te llamas?
—Memo —contestó.
—Mucho gusto memo, yo soy Alex —tomó su mano para estrecharla. — Te debo una.
Se dio la media vuelta para continuar y Camille imitó su acción.
—Camille, nos vemos —dijo con una notable sonrisa.
El chico asintió quedándose estático por un momento fuera viendo a la chica entrar a él salón, él dudoso si entrar ahora o después, pero finalmente lo hizo.
Camille tomó asiento enfrente de Paulina y detrás de Tenoch, era raro que ya no se sentara en la esquina, cuando llevaba dos años haciéndolo, pero debía de estar cerca de ellos.
Memo al entrar tomó asiento en la butaca vacía que estaba al lado de Daniela, ganándose una mala mirada de la rizada.
—Está ocupado.
Memo se levantó con pena diciendo una disculpa mientras buscaba a los alrededores un lugar vacío, pero no tuvo tiempo pues el profesor Salatiel llegó, y no se veía con humor, aunque a veces estaba de malas, ese día se veía un poco más amigable.
—Sentados dije. —la vista del profesor enfoco en Memo quien aún seguía de pie.
A el chico no le quedo de otra que sentarse de nuevo en el lugar, nuevamente ganándose una mirada de desaprobación por parte de Daniela.
Y para la mala suerte del chico, la dueña del pupitre apareció en la puerta con los segundos contados para poder alcanzar la primera clase.
—Ay, García. Apenas es inicio de semana y ya empezamos con retardos. —dijo con ironía viendo a la chica que tenía gacha la mirada y solo se disculpó. — Pásele, de volada.
Marifer asintió llegando hacia su pupitre extrañada lanzando una mala mirada al polizón.
—Eh, Marifer. Ocupa mi lugar. —declaró Alex parándose para irse y sentar a lado de Diego, no por gusto, sino por necesidad.
Marifer no rechistó más pues se sentía en la cuerda floja, después de haber llegado tarde.
El profesor comenzó a pasar lista después de poner dos ecuaciones y pedirle a Jero que pasara a resolverlas. Sin embargo, algo no estaba bien y Daniela lo presentía. Con dificultad le estiró a Memo un papelito, sin que el profesor se diera cuenta.
Camille miraba la escena extrañada y algo nerviosa viendo que Memo no era nada discreto. Y quizás ese pensamiento hizo que le echara la sal, pues Salatiel se dio cuenta.
—Palacios. —llamó.
—Se saltó, profe. —dijo Tenoch alzando la mano con duda.
—A ver, no me salté nada, estoy hablando con su compañero. Guillermo Palacios ¿no? —pregunto mientras se levantaba de su escritorio. — Acaba de llegar ya se le pegaron las malas mañas. ¿Qué tiene en las manos?
Dani le miró asustada mientras negaba, pidiendo que se compadeciera y no dijera nada.
—Pase al frente y léanos lo que dice ese papelito.
Camille se dio una palmada en el rostro al ver que fue tan obediente para pasar al frente.
—¿Y bien? —el profesor insistió mirando el chico.
Memo miró el papel y se sorprendió al ver lo que decía y negó, no se sentía en la posición de soltar algo íntimo.
—No, no puedo. —negó mirando al profesor.
—¿No sabe leer, acaso? ¿O prefiere que venga el director a leerlo por usted?
Memo negó y se ganó de nuevo la mirada insistente del profesor. Él suspiro y leyó:
"¿Estás bien? ¿Qué paso con Alex? Alex no se quiso acostar conmigo, no le digas a nadie"
Las burlas no tardaron en escucharse, Marifer y Alex se encogieron en su pupitre con la vergüenza hasta la coronilla.
Salatiel se dio cuenta de lo que decía e hizo que Memo se fuer a sentar, pasando él también un momento de incomodidad.
Camille rodó los ojos, lo que tenia de bigotes de morsa, lo tenía de metiche.
—Ya, ya. Silencio. Saquen una hoja de su libreta. —indicó tomando el libro de cálculo. — Examen sorpresa.
Los abucheos como ola en el estadio azteca y acompañados de bolitas de papel, estresó más al profesor.
—No me agradezcan a mí. —dijo molesto mirándolos. — Agradezcan a su compañero nuevo.
Ahora los abucheos y bolitas de papel iban para Memo.
( . . . )
Camille de su mochila sacó la caja de macarrones que su abuela le había traído de Francia para que conviviera con sus compañeros. Al momento de salir miró a Memo estar en las escaleras comiendo un sándwich, hizo una mueca al ver tan solo, sentía una cierta necesidad de hablarle, se dirigió hacia él con motivo de sentarse a su lado.
—Provechó. —dijo haciendo que Memo se sobresaltara y ella soltara una pequeña risa. — Lo siento, no quería asustarte.
—No, no te preocupes. —titubeó.
—Mi abuela nos visitó apenas y trajo esto, ¿gustas? —mencionó ofreciéndolo macarrones. — Son de Francia, no pienses que es de una panadería con ratas, mi abuela procura pastelerías con higiene. —recalcó al notar la duda de su compañero al tomarle una.
Memo tomó una mientras le daba una mordida y asentía al sentir un delicioso sabor. No era que fuera un mamón o payaso por dudar del postre, solo que sentía pena de tomarle algo a una desconocida.
—Si estás así por lo de la mañana, equis. Fue culpa de Salatiel y sus ganas de chisme —suspira y con este comentario hizo a Memo sonreír. — Solo que, para mejor aclaración, puedes ir con Marifer y pedirle una disculpa —sugirió y le volvió a ofrecer el dulce, él acepto uno más, dejando cuatro restantes.
Camille suspiro al ver que el chico era de pocas palabras, así que se levantó para ir dónde sus amigos.
Se despidió de él y comenzó a caminar hacia el punto de reunión, el cual era un árbol con una barda de promedio y una rama que servía de recargadera.
Llegó al mismo tiempo que Marifer y Dani llegaban con el almuerzo.
—¿De qué hablaban? —cuestionó mientras le daba el paquete de macarrones a Dani para que se lo fueran pasando después de repartir las tortas y jugos.
La mirada incomoda de Marifer y Alex los delató, Camille dedujo el motivo.
—Bueno, esto es un negocio ¿No? Y como buen negocio, no mezclamos, el sexo con las tareas. —dijo sin tanto rodeo antes que Tenoch declara algo en contra.
—Bueno, técnicamente sabemos lo que paso, o bueno... lo que no pasó —contestó incomodo ante la respuesta de Camille.
Ella suspiro tomando el paquete vacío dejándolo en el bote de basura.
Eso era algo de lo que agradecían de Cami, que cada que su abuela la visitaba les convidaba de los dulces que la mayor le traía de su país natal.
El silencio se apoderó de ambos, hasta que las bullas de un túmulo de gente los hizo captar la atención hacia el lado contrario donde el bully de Diego, junto a sus lamebotas cargaban a Memo y se dirigían hacía el temido poste, una de las técnicas más dolorosas para un chico en la preparatoria.
—Pobre, no duró ni un descanso. —dijo Tenoch con una notable lástima.
Como dos resortes, Alex y Camille saltaron de la barda, el grupo los miró asustados.
—Alex, no. —su novia interfirió, pero él no escuchó.
—Camila, que haces, —la voz temblorosa de Tenoch llamó a su amiga, pero tampoco escuchó. — ¡No intervengan en el sistema!
Alex llegó antes que ellos parándose enfrente del poste impidiendo así que llegaran, cosa que a Diego no le hizo gracia.
—¿Qué hacen?
Camille miró a el grupito con cierta burla, imitando la acción de su amigo, recargándose de lado del poste.
—Llégale, Alex. El pedo no es contigo.
—Mira. Ya lo asustaste, déjalo ir. —sugirió, pero para los demás eso no era una opción.
—Antes no decías lo mismo. —contestó Diego con un tono retador.
—Antes era un pendejo.
—¿Me estás diciendo pendejo? —cuestionó con indignación.
—Al menos eso si lo entendiste a la primera. —afirmó Camille con sarcasmo.
El grupito que cargaba a Memo solo se dedicó a reír ante el comentario de la castaña.
—Bueno dime, ¿Cuánto necesitas para seguir jugando fut?
—¿Me estás amenazando, cabrón?
—No, claro que no. Solo digo que, chance y ya no te podamos ayudar.
—Ni, ni siquiera son tan buenos. —Erick interfirió en un intento de defender a su amigo. — Saque siete en el examen de química.
—No mames, ¿y que esperabas? En el cacahuate que tienes por cerebro no se le retiene nada. —respondió Camille.
—Un diez. ¿mínimo no? —verbalizó mirando hacia los demás y ellos asintieron.
—El chiste es que los maestros crean que tu hiciste el trabajo. —replicó de alguna manera lo que amiga dijo.
—Ah... —contestó con cierta pena.
—Pero, ¿lo soltamos o qué? Es que pesa —se quejó Benny, el otro amigo de Diego.
Alex le miro de nuevo a Diego, el aún con mirada de pocos amigos asintió.
—Ya suéltenlo.
Como un costal de maíz, ante la orden del chico, dejaron caer a memo haciendo que su delgado cuerpo azotara con el piso, los demás se alejaron y Camille se acercó para ayudarle a levantar.
—Pero tengan cuidado, alguien puede cacharlos. —amenazó por última vez el ex mejor amigo de Alex.
—No les conviene.
—Solo digo que deben de tener cuidado. —advirtió por último para marcharse.
Camille rodó los ojos al oírlo y suspiro mientras sacudía la chamarra de mezclilla del chico quitando las pequeñas basuras que tenía.
—Memo, te dije bajo perfil. —enunció de manera divertida viéndolo si no le había pasado algo grave.
El grupito de dealers de tareas se acercó una vez los brabucones se fueron.
—No deberíamos pelearnos con él. —sugirió Daniela con cierta incomodidad.
—Daniela tiene razón, es de nuestros clientes más importantes.
—Es un pendejo. —contestó Axel restándole importancia.
—Un pendejo, con dinero y amigos. —contraatacó Tenoch.
Memo quien ante todo el relajo solo guardaba silencio y gozaba de la protección de Camille se disculpó.
—Perdón, no quería ocasionarles problemas.
—Problemas es lo que siempre tenemos. —asintieron ante el comentario de su compañera.
Suspiro profundamente al verlo, era como un cachorro en esta jungla de orangutanes y leones.
—Ven, te daré un bolillo para el susto —dijo palmando su hombro suavemente para dirigirse hacia la biblioteca seguido por sus amigos.
Maldito Diego orangután.
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