7. THE LIARS
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— Haz estado muy callada. Ambas.— menciona mi padre en el desayuno
Ayer Bella y yo tuvimos una pequeña pelea. Una que terminó con mi gran bocota y los pensamientos impulsivos que siempre me cargo. Aveces no suelo contenerme, y odio que hablen o se expresen por mi. Es cosa mía.
Y aunque amo mucho a mi hermana, lo hace constantemente. Ella y mamá siempre son las que quieren cambiarme, para mejor, eso dicen, pero yo soy diferente. Siempre lo he sido.
— No tengo de que hablar.— refiero a secas levantándome de mi silla
— Becca, tu sueles hablar hasta por los codos. Sobre todo de las reformas machistas o cualquier cosa que hace polémica.— dejo en el plato en el lavaplatos
— Papá, no insistas, ¿quieres? — tocan el timbre — Yo voy.— camino a la puerta y la abro
— Bex.— me saluda Edmond y lo veo sorprendida
— ¿Que haces aquí?— ladea una sonrisa — ¿Y porque me llamas "Bex."? Solo mi familia lo hace.— me cruzo de brazos
— ¿Por qué tengo la sospecha de que ahora no te agrado? — se pone nervioso
— No me agrada la gente que me investiga. Si quieres saber algo, solo pregunta.— expongo
— No hice tal cosa.— bufeo
— No mientas, Edmond.— suspira hondo
— ¿Quieres ir a aquella vieja cafetería que fuimos la otra vez? Yo invito.— noto la ilusión en sus ojos y no hago movimiento — Vamos, Becca, solo escúchame.
— ¿Por qué te importa tanto? — lo veo confundida
— Porque en mucho tiempo no he tenido una amiga. Eres lo más cercano a una relación que tengo, después de mi familia. Edward y yo nos separamos hace tiempo. Me gusta hablar con alguien que entienda mi idioma. Me agradas.— explica y lo veo fijamente
— Becca ¿quien es? El aire frio está entrando en la casa.— habla mi papá y agarro mi abrigo del perchero
— Saldré, te veo en la cena.— me sonríe y paso aquella puerta — Espero que no sea un error. No me gusta equivocarme con las personas.— caminamos al auto
— ¿Crees que soy mala persona? — me abre la puerta
— Ese es el problema, Edmond. No puedo leerte.— sus ojos castaños chocan con los míos — Y es frustrante.— mantenemos el contacto
— Suenas a mi hermano.— bufeo y me subo, cierra;
Me pongo el cinturón y el entra al vehículo, siento un frío encajarse en mis huesos.
— Si fuera como el, lo diría con un tono más dramático.— me burlo y se ríe
— Es tan cierto que no puedo negarlo.— enciende el auto y le muevo a la radio — Hay discos en la guantera.— meneo mi cabeza
— Aprendí de Edward, el tiene música para un funeral. Ya sabes, después de quedarte dormido y estrellarte.— se ríe y me detengo en una estación
— ¿Crees que soy como mi hermano?— hago una mueca y me apoyo en el asiento
— Creo que aún no los conozco lo suficiente para responder eso.— expongo y asiente
— Solo checa los discos.— resoplo y lo hago;
Me quedo estampada al ver el disco, era una de mis bandas favoritas
— The Fray.— expreso entusiasmada y sonríe
— Te escuché repetir "look after You" mil veces.— bajo el disco y volteo a verlo
— ¿Cómo? Nadie conoce mi gusto musical, es algo privado.— lo veo confundida
— Oido vampírico.— alzo mis cejas — Es difícil no escucharlo.— suspiro y lo guardo
— No se si quiero escuchar esa canción en este momento. Es muy especial para mi.— informo y asiente
— Lo entiendo. Hay más canciones, conseguí a la segura, Taylor Swift.— sonrío
El aveces podía ser tan lindo, nada misterioso y alguien a quien quieres cerca. Pero es un vampiro, y siento que el esconde más de lo que demuestra.
Después de unos minutos, llegamos a la cafetería. Ordené lo usual y Edmond lo suyo, en unas horas debía ir a su casa.
— ¿Podemos decir que es nuestra cosa? — sugiere y sonrío bebiendo café
— ¿Nuestra cosa? ¿No crees que es muy formal o algo así? — bajo la taza y relamo sus labios
— Como amigos.— aclara y asiento agarrando una galleta
— Como amigos.— sonríe y le doy un mordisco a la suave galleta
— Hablame de ti, eres muy misteriosa. La última vez solo me dijiste tu signo, color favorito y película.— bajo la comida asintiendo
— ¿Que quieres saber? No soy interesante, soy aburrida.— informo
— Conoces nuestro secreto, pero yo no el tuyo.— arrugo mis cejas — Lo veo a través de esos ojos marrones. Eres más de lo que dices.— inhalo hondo
— Exageras. No tengo una vida secreta. Estaba considerando buscar empleo.— agarro mi taza para evitar
— ¿Qué?
— Ya sabes, el lugar donde se consigue el dinero. Lógico.— me burlo y sonríe
— Cambiaste el tema, inteligente.— suspiro y bebo
— Mira, Edmond, en realidad no se que quieres que te diga. Las cosas se dan durante con la marcha, así vas conociendo gustos, personalidad y carácter. No puedo solo ser un libro abierto para ti.— expongo y me ve fijamente — Tu quieres saber algo más, lo sé.
— ¿Que don tienes? — alzo mis cejas — No pretendas que no sabes de lo que hablo.
— Ni siquiera se si eso sea un don. Yo lo llamo, "visita al psiquiatra."— bebo más café
— ¿Que es? — suspiro sin responder — ¿Edward te habló de Vanya? — frunzo el ceño
— ¿Vanya? No, ¿quien es? — lo veo con interés y el levanta su mano para llamar a la mesera — ¿Que haces? — me ve
— Vas a necesitar café para lo que diré.— lo veo impresionada
Ahora sí que estoy ansiosa por saberlo.
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Narrador omnisciente
— Te dejé instalarte por cortesía, pero necesito saber que rayos haces aquí.— pide Edward mientras la pelirroja desempaca
— ¿No puedo venir a visitarte? Los Cullen también eran como mi familia.— refiere guardando en el closet
— Te conozco, y eres una arpía, manipuladora y lunática...— lo interrumpe
— Y aún así me amaste.— alardea y el va a la puerta
— Estaba ciego.— ella le sonríe — Solo me usaste para hacerte vampiro.— reclama y ella se detiene
— ¿Crees eso? — se le acerca — Ambos decidimos que si queríamos que nuestro amor durara, no podía ser humana.— se ven fijamente
— Y te fuiste una semana después.— trata de tocarlo y el la frena — No juegues conmigo, Louise.— la suelta
— Las cosas no debieron ser así.— la vampiro se aleja — No me fui porque no te amara, si no, porque Aro descubrió que me hice vampiro, me alejó de ti.— el bufea
— No te creo. Eres mentirosa.— refiere cruzándose de brazos — Solo dime que haces aquí.— Louise se sienta
— Vine por ti, Ed. Te extraño.— expresa serena — Cuando Edmond llamó y...
— ¿Edmond te buscó? — ella asiente y su mandíbula se tensa — Lo sabía.— el abre
— El dijo que me necesitabas, ¿es cierto? — Edward se detiene — Una vez me prometiste la eternidad.— se le acerca por la espalda — ¿Era cierto?— pone su pequeña mano en el hombro del vampiro para girarlo — No puedes negar nuestra química, Eddie. Fueron años.— se ven con intensidad — Ni siquiera por esa humana.— le toma las manos de golpe
— Si le pones una mano encima, vas a conocerme realmente.— ella da una sonrisa burlona y se suelta
— ¿Te importa tan rápido.— se suba yendo a su maleta — ¿Que tiene de especial? Sabía que había otra chica, te conozco bien.— saca ropa
— No te incumbe...— la pelirroja se gira con molestia
— Verás, me gusta usar el término, ten a tus amigos cerca y a tus enemigos más cerca. Creo que es verdadera poesía.— alardea — ¿Quien es?
— Ella no es tu enemiga, ni siquiera te conoce.— aclara — Y tú no me importas, Louise. Te quiero fuera esta noche, y no lo repetiré.— camina a la puerta
— Es idéntica a Vanya, supongo a Aro le gustará saberlo.— el vampiro va sobre ella y la azota contra la pared — Te ves ardiente cuando te enojas.— hace presión en su cuello
— Si dices una palabra, te mato, ¿me entendiste? No dudaré ni un segundo.— le sonríe y lo empuja
Edward cae al suelo y Louise usa su don para cegarlo; el vampiro se altera.
— Soy una volturi, Edward. Soy poderosa y fuerte. No puedes contra mi.— la pelirroja se pone de cuclillas frente a él — Rebecca, tú sabes de quien es hija.— le quita su efecto — Y cuando el lo sepa, la buscará. Y la matará.— se ven fijamente
— Es imposible.— Louise ladea una sonrisa y juega con el cabello del vampiro — No puede ser.
— Ella es especial, ¿no? — se levanta — Lo supiste en el segundo que la viste.
— No.— Edward divaga — No.
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Rebecca
— Entonces, ¿ella era la mejor amiga de Edward y la mataron? — lo veo confundida
Edmond me contó una pequeña historia de Vanya, la mujer más importante para Edward, era vampiro y un clan malvado la asesinó. Fue algo reservado con algunos detalles, pero no se que tiene que ver conmigo exactamente.
— Si, y tenía un don muy especial.— bebo más café — Eso te conecta a ella.— frunzo el ceño
— ¿Qué? — dejó la taza — ¿Que tengo que ver con Vanya? — el suspira
— Dime cuál es tu don.— insiste y ruedo los ojos apoyándome en la silla
— Ya te dije que...
— Sólo dímelo, Rebecca.— pide directo y doy un suspiro hondo
— Control mental.— solté — Puedo manipular la mente de los demás si tengo contacto visual, ¿ya? Suena tan ridículo.— me cruzo de brazos y asiente
— Vanya tenía exactamente el mismo don. Si bien recuerdo, se manifestó cuando era humana.— explica y lo veo confundida — Vanya Swan.— me quedo helada — Era la vampiro más poderosa de su época. Era feroz, meticulosa y letal. Nadie se metía con ella, y era la fiel seguidora de Aro.— mi corazón late con fuerza — Podía hacer lo que ella quisiera, que los demás estuvieran bajo su control. Era el verdadero terror.— bajo la mirada
— ¿Por que Edward jamás me lo dijo? — expreso decepcionada — ¿Que más me ocultan? — alzo la mirada y se queda en silencio — ¡Dímelo, Edmond! — golpeo mi palma en la mesa y sus ojos se clavan en los míos
— Ella luce exactamente igual que tú.— mis ojos se abren como platos — ¿Por que dije eso? — baja la mirada aturdido y me quedo en shock
— Esto es...— me levanto — No puedo seguir aquí. No puedo respirar.— siento el nudo en el estómago y agarro mi bolsa
Un espantoso sentimiento se me acumulaba en el pecho provocando que el aire se escape de mis pulmones, aquellas ganas de vomitar y desaparecer eran una puerta muy ancha.
— Becca...— me voy alejando y salgo del establecimiento — Rebecca.— mis ojos de humedecen
— Aléjate de mi.— ordeno señalando y abrazo mi cuerpo al sentir el aire frío pegarme al rostro
— Rebecca, espera.— insiste y lágrimas caen sobre mis mejillas ruborizadas
Iba caminando por el pueblo tratando de procesar lo que me había confesado, lo que me había ocultado desde el momento en que me conoció. Todo era una mentira bien formulada.
No se que pretendían entrando a mi vida, pero me daba miedo y sentía que mi cabeza se fracturaba, me sentía engañada y de alguna forma usada.
— Becca, por favor.— me freno con la mirada quebrada y volteo a verlo — Habla conmigo.— me quedo en silencio viendo sus ojos marrones
— ¿A que están jugando? — alzo la voz — ¿Por que se acercaron a mi? ¿Que quieren? — dejo caer mis brazos con desesperación
— No es eso, solo...— trata de acercarse y por inercia me impulso hacía atrás — ¡Rebecca! — suelto un grito al ser bombardeada por pitidos de auto;
Me cubro los oídos y en un parpadear estaba del otro lado y en el suelo, un aliento frío se escapó de mi boca y ruidosos gritos sonaron por la calle.
Mis ojos se impactan al ver los de Edmond. El estaba sobre mi sólo observando que estuviera consciente. Mi corazón estaba latiendo tan fuerte que sentía que se iba salir de mi pecho.
— ¿Estás demente? — exhalo y Edmond se quita, veo al cielo por unos segundos — Vamos.— el me toma del brazo y me levanta como si fuera una ligera pluma — Casi te mueres.— me llevo las manos a la cabeza — Rebecca.— volteo a verlo
— ¿Qué? — dejo caer las manos y viene sobre mi tomando mi rostro para besarlo
Sus fríos labios se enredaron con los míos disparado un millón de sensaciones no descubiertas. Su tacto sutil pero dominante me mantenían inmóvil.
El tenía el dominio del momento, aquella ferocidad del beso perfecto que acumulaba emociones esperadas, un arranque de lujuria.
Mi cuerpo sólo cedió a él. No lo detuve. Seguí su ritmo y disfruté el momento por unos segundos, sólo dejándome llevar. El roce infernal entre la coherencia y dignidad hacían que fuera prohibido.
El se detuvo despegando sus labios de los míos, con aquella sutileza que me regresó el aliento. El aire frío resecó mis labios y provocó que diera un paso atrás relamiéndolos.
Me quedé procesando por unos segundos lo que había pasado. Sólo estaba en silencio tratando de encontrar algo que decir o actuar. Estaba en shock, no esperaba que el me besara. No después de lo que confesó hace minutos en la cafetería.
— Di algo.— pide y enfoco mi vista en el — Por favor. No se que piensas.— suspiro
— Estás demente.— informo — Tu hermano y tú, están locos.— alzo mis brazos — Y no quiero estar en medio de ambos.— doy la vuelta
— Tú también sentiste algo.— me quedo inmóvil — No me detuviste. Pudiste y no lo hiciste.— inhalo hondo — ¿Por que? — me giro
— No se que sucio jueguen tú y Edward, pero les dejo en claro que no voy a participar.— expongo
— No juego nada.— se defiende y frunzo el ceño
— Vinieron a mi sin decirme que Vanya luce exactamente igual que yo, déjame decirte que es algo importante en una conversación.— le reclamo
— Jamás me acerqué a ti por ella.— me cruzo de brazos — Yo no la conocí, mi hermano y yo nos hemos separado más que un matrimonio fracturado.— suspiro — El tenía una foto de ella y fue cuando lo supe. Fui a ti porque creo que eres hermosa, interesante y con algo que compartir al mundo. Tú eres diferente.— lo veo sorprendida — He estado tanto tiempo en la oscuridad que cuando te conocí, fue como salir a la superficie y poder respirar. No sabes el efecto que tienes en las personas, Becca. Tú eres especial.— mis ojos se cristalizan y me quedo conmovida
Nadie jamás me había dicho algo así en mi vida. Fue la cosa más linda y significativa que nadie me haya dicho antes. Eso llegó justo a mi corazón y removió algo en mi que no creí posible. Pero...
Edward tiene una clase de imán que no puedo ignorar. Es como si cada palabra que dice tuviera el poder de entenderme como nadie antes. Hacerme sentir comprendida y especial. Es como si estuviera expuesta y vulnerable cuando se trata de él.
No es como nadie que haya conocido. Hay algo oscuro, peligroso incluso, en él, pero también hay una luz que me atrae, que me hace querer comprenderlo, querer estar cerca de él.
Pero siento que ahora todo es una mentira que no logro comprender, y quiero hacerlo. Quiero saber porque Edward no me dijo que luzco igual que alguien de su pasado y porque se involucró en mi vida. Así sabré como tronar al rey.
— No se que decir.— solté para romper el silencio incómodo — Me dejaste sin palabras.— se acerca
— Conóceme. Se parte de mi vida y te prometo que no te arrepentirás.— pide sonando sincero — Becca, puedes confiar en mi.— sólo me quedo observándolo
Suena mi celular y bajo la vista para sacarlo de mi bolsillo trasero, era Edward.
— Tu hermano.— suspiro y atiendo — Hola, ¿que sucede?
— Llamaba para disculparme. La cena se canceló, surgieron unos problemas.— veo a Eddie — Para otro día, ¿si? — suspiro
— No hay problema, Edward. Nos vemos en la escuela, supongo.
— Si, nos hablamos. Adiós.— cuelga y relamo mis labios
— ¿Por que presiento que algo oculta? — guardo mi celular — Lo conozco de hace semanas y siento que ya se cuando miente.— sonríe
— Su ex vino de visita.— explica y alzo mis cejas — Es una celopata sin remedio. Fue su amor épico, le rompió el corazón y Ed sufrió mucho y se alejó por un tiempo.— asiento
— Ni los vampiros se salvan de las relaciones trágicas.— me burlo — No dejo de pensar en lo de Vanya. No entiendo como puedo lucir igual que ella, eso es algo súper raro.— me cruzo de brazos
— Doppelgängers. Personas que comparten gran similitud física pero sin lazos sanguíneos. En pocas palabras tus dobles. Algunos dicen que es por un propósito de la naturaleza. Pero esa parte aún no la conozco. No tengo la menor idea, apenas la conocía. Edward es el hombre de las respuestas.— explica e inhala hondo
— Entonces iré a hablar con el.— trato de caminar y me detiene
— ¿Qué? ¿Estas loca? — se muestra alterado
— No, ¿y tú? — entrecierro mis ojos
— Dos cosas. Primero, si Louise te ve, te matará, es territorial. Segunda, Edward no puede saber que te dije eso, yo no iba a decirlo. No se cómo pasó, fue como si yo...— se pausa y alzo mis cejas; ambos nos vemos sorprendidos
— Usé el control mental.— expongo impresionada — Es genial.— lo rodeo y me toma del brazo
— No es genial. No puedes obligar a las personas a hacer cosas que no quieren.— opina y bajo la vista a su mano
— ¿Como tú ahora? — me suelta — Escucha, tengo que enfrentarlo. Contigo o sin ti. Ya me harté de las mentiras. Suficiente hago ocultándoselo a mi hermana y padre. Necesito saber la verdad.— exijo e inhala hondo
— No te haré cambiar de opinión, ¿verdad? — refiere con fastidio y meneo mi cabeza — Bien, entonces te llevo. Siempre me ha gustado ser el último en todo.— sonrío
— Gracias.— asiente — Hablaremos después de ese beso.— suspira
— Cierto.
Vamos al auto y pone en marcha.
El transcurso fue algo silencioso, el tiempo se me pasaba muy lento, como si no quisiera avanzar. Parecía que los Cullen vivían del otro lado del mundo al sentir que jamás llegábamos. Sólo veía pura carretera y mucho bosque. Sólo verde, gris y amarillo. Comenzaba a aburrirme.
Edmond toma un atajo y creo que eso era señal de que llegaríamos a nuestro destino.
Todo el camino pensé en muchas formas de abordar el tema, pero no avancé en ninguna. Fue trágico. Pero al menos me iba a bajar del auto.
Mientras aún íbamos de camino, noto que el bosque es tan denso que casi no puedo ver más allá de unos metros delante de mí, cuando de pronto, por el parabrisas, noto algo que no pertenece del todo al paisaje. Es una casa.
Edmond apagó el auto estacionándose en lo que parece la mansión Cullen. Una belleza a la vista de cualquiera, una casa soñada. Era infinitamente hermosa y me dejó sin palabras.
— Bienvenida.— el se baja y me quedo aún procesando, es que era bellísima
— No puede ser.— al querer bajarme, Edmond llega antes abriéndome la puerta — Qué caballero.— sonríe y pongo un pie afuera
— Causarás una impresión.— salgo y me quedo observando lo que tenia enfrente, escucho el portazo — Esta es mi casa.— doy un suspiro largo
Al principio, lo único que veo son reflejos; parece hecha de puro cristal. A medida que me acerco, los detalles empiezan a aparecer: líneas modernas, paredes de vidrio enormes y una estructura que parece fundirse con el bosque. Es como si alguien hubiera decidido construir un hogar sin interrumpir la naturaleza que lo rodea.
Los ventanales dejan ver un poco del interior y todo parece perfectamente ordenado, casi demasiado perfecto. Todo esto grita gente con dinero, y lo hacen notar. Los vampiros tienen buen estilo.
— Vamos, hay que entrar.— asiento y me da el pase guiándome a la puerta
— Impresionante.— entramos y deslizo la vista por todo lo que parece una mansión — Esto es increíble.— sonrío y el empieza a quitarme el abrigo
La casa tiene una especie de brillo, como si atrapara la luz de una manera diferente, más suave, más... mágica, tal vez.
— Es tan luminoso y abierto, ¿no? — opinó aún estudiándola
Su estilo era muy minimalista. La señora Cullen tiene un gusto elegante y exquisito. Es el tipo de casa que me a mi me encantaría tener. Sería muy feliz con un lugar así de aislado. Lleno de naturaleza y sobre todo, silencio. Uno inmenso.
— ¿Qué esperabas, ataúdes, sótanos y fosas? — ironiza quitándose el abrigo, hago una mueca
— No. Sin fosas.— se ríe y deja la ropa en la silla junto a la puerta
— Sin fosas.— repite burlón y vamos por la casa
Hay una escalera que sube en espiral, muebles modernos y un montón de libros en estanterías que parecen sacadas de una revista de diseño.
— Es el único lugar donde podemos ser nosotros. Así que lo podemos llamar un verdadero hogar.— explica frenando mi camino en las escaleras y me lleva de la mano
Al ir subiendo se escuchan voces, como un canal de cocina tal vez. El olor a comida llenaba toda la casa, era un aroma agradable. Parecía italiana, o su intento.
— Pensé que no me esperaban.— refiero confundida
— Edward no ha dicho nada, supongo.— resoplo y terminamos de subir
Vamos por un espacio amplio y también con demasiado arte. Parecía que tenían un montón de cosas colgando en la pared.
Nos acercamos a lo que parece una cocina, lo único esencialmente normal.
Una mujer pálida se me acerca. Su cabello era de un tono brillante, como castaño pero rayos dorados, se miraba algo mayor. Debía ser la señora Cullen, era muy linda. Percibía algo agradable en ella, me irradiaba eso.
Parece sorprenderle verle con Edmond, y era de esperarse. Se supone que era invitada del otro hermano y se supone que esta cena estaba cancelada, más para decir que Edward mintió.
— Rebecca, estamos haciendo comida italiana para ti.— informa y veo a todos cocinando — Pensé que Edward iba por ti, había salido.— suspiro
Parecían una familia muy unida. Todos ayudaban y era algo lindo. Algo convencional para vampiros. No es algo que esperaba para ser sincera.
— Becca, está es Esme, mi madre, a efectos prácticos.— me la presenta y sonrío cálida
Atrás de ella me saluda Emmett con una sonrisa amplia y un cuchillo. Apenas cruzamos palabras, pero se veía agradable.
— Bongiorno.— saludo con timidez y me sonríe
— Molto bene.— responde y sólo sonrío algo nerviosa
— Gracias a ti, usamos la cocina por primera vez.— añade Carlisle
— Espero tengas hambre.— sugiere Esme y asiento
— Si, por supuesto.
— Ya comió.— asegura Edmond y volteo a verlo, de pronto se escucha algo de vidrio romperse
Cuando giro para ver, noto que Rosalie rompió el tazón de ensalada que llevaba en las manos.
— Perfecto.— se queja y arrugo mis cejas
¿Qué problema tenía? Desde aquí podía notar que no quería mi presencia por aquí.
— Lo siento. Como se que no comen...
— Por supuesto. Eres muy considerada.— apoya Esme y suspiro incómoda
— Ignora a Rosalie. Como yo.— sugiere Edmond y paso saliva tensa
— Sí. Hagamos de cuenta que esto no es peligroso para nosotros. Y que ella no juega con mis hermanos. Se supone que Edward la traía.— expone hostil y alzo mis cejas ofendida
— ¿Disculpa? — refiero con molestia — Yo no juego con nadie. Estábamos tomando un café y el me quiso traer.— defiendo y nos vemos con intensidad — No hago nada malo.
— Cálmate, Rosalie. No sabes lo que dices.— le pide Edmond
— Y tu deja de meterte con lo de Edward. Aunque bueno, no te queda tanto, Becca.— informa Rosalie y arrugo mis cejas — El se fue con Louise. Por eso no está en la casa.— relamo mis labios incómoda — Su ex novia que si es vampiro. Que no nos pone en peligro.
— Rosalie, basta.— le pide Carlisle y esta suelta un suspiro molesto
— Jamás le diría a nadie. No soy esa clase de persona.— aclaro sincera — Edward y yo sólo somos amigos. Es todo.— los veo a todos
— Ella lo sabe.— le dice Carlisle a Rosalie
— El problema es que todo el mundo los vio juntos...— arrugo mis cejas
— Emmett.— lo regaña su madre
— Merece saberlo.— insiste la rubia — Toda la familia quedará implicada si esto termina mal.
Se queda un silencio incómodo y pienso en algo que funcione para romper con esto.
— Mal como en...Si me convierto en la cena.— ironizo y se ríen
Parece que rompí el hielo. Todo estaba tan tenso y extraño que quería salir huyendo o desgreñarme a teñida. Una de dos.
— Hola, Becca.— aparece Alice de la nada
Creo que entró por la ventana. La ventana. Esta chica siempre me pareció rara.
Lo acompañaba su novio, el que parece que siempre sufre. Siempre juntos.
— Soy Alice.— se acerca a darme un abrazo tomándome por sorpresa
— Hola.— saludo a secas y nos separamos
— Hueles muy bien.— opina y arrugo mis cejas
— Alice, ¿que haces...?— se refiere Edmond confundido
— No te preocupes. Becca y yo seremos grandes amigas.— afirma y sonrío cálida
No sabía si era una predicción o sólo era por buena fe. Ya que Edward me dijo que podía ver el futuro, algo que es genial, pero debe ser difícil.
— Apuesto a que si.— añado con simpatía y sonríe
El chico, Jasper, no dejaba de verme. Era muy extraño, yo parecía una clase de ratón de experimento. Todo era muy incómodo.
— Disculpa. Jasper recién se convirtió en vegetariano. No le resulta fácil.— explica Emmett y paso saliva
— Es un placer conocerte.— me saluda sonando muy rígido
— No te preocupes, Jasper. No la lastimarás.— le afirma Alice y arrugo mis cejas
¿Acaso me lo dijo a la cara? Hay cosas que es mejor sólo pensarlas.
— Voy a llevarte a ver el resto de la casa...— su mano fría se envuelve con la mía
Parecía que ya se le hacía costumbre tomar mis manos y algunas atenciones que no le he dado.
— Nos vemos pronto.— añade Alice calidez y sonrío
Amaba su voz. Era tan dulce y tierna. Justo como ella. Me agradaba.
— De acuerdo.— al darnos la vuelta, nos topamos con alguien que me deja sin aliento
— Becca...— soltó con suspenso y sus ojos oscuros se clavaron con los míos — ¿Qué...?
— Edmond hizo el favor de traerla. Pensamos que cuando saliste ibas por ella.— informa su madre y deslizo mi vista a su izquierda
Una pelirroja extremadamente atractiva estaba de su compañía. Estilo elegante, postura formal. No negaba que había algo en ella que no me gustaba, podía sentir que me juzgaba con la mirada.
— Debes ser la humana, Rebecca Swan.— habla con un tono forzado
— Becca.— corrijo y alza sus cejas — Es más corto
Se sentía la tensión entre ambas y ni siquiera sabía porque. No había porque haberla.
— ¿Podemos hablar? — me pide Edward sereno y asiento
— Me agradó conocerlos. Gracias por lo de la comida. Fueron muy amables.— expreso sincera y sonríen
Me voy tras Edward. Sabía que quería decirle algo, pero se me escapó de los labios. Como si no lo recordara. Estaba presente, en la punta de mi lengua, pero ahora no está.
Como si se hubiera esfumado...No entiendo.
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Narrador omnisciente
— ¿Para ustedes también fue incómodo? — pregunta Rosalie y Louise suspira
— Es linda.— finge una sonrisa
— No pretendas que no quieres cortarle el cuello.— se queja Edmond
— Eddie.— lo regaña Esme — Ya fue suficiente.
— A Edward le importa.— afirma Alice — El merece ser feliz. Louise lo sabe.— cruzan miradas
— No es la indicada, Ali.— alardea la pelirroja yendo a la cocina
— Tampoco tú, Louise.— opina Emmett
— No aguantará. La chica es impredecible.— se sirve un vaso con agua
— ¿Como sabes? — cuestiona Esme y Louise se acerca
— No querrá vivir en una mentira. Y el lo sabe, sólo no quiere admitirlo.
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Rebecca
Vamos por el pasillo y me sorprendo al ver unas máscaras extrañas en la pared. Como de alguna cultura. Estaban feas, pero era arte y dicen que eso es algo subjetivo.
— ¿Qué haces aquí? — nos detenemos — Yo...Louise vino. Ella suele hacer caos cuando llega a mi vida y no quería que vieras eso.— bajo la cabeza
— ¿Y porque no sólo decirme la verdad? — cuestiono confundida — ¿Por que siempre ocultas todo? — suspira
— Hay cosas que es mejor no descubrir. Intento protegerte, Becca.— expone y meneo mi cabeza
— ¿Como Vanya? — me ve con sorpresa — Si, Edmond me habló de ella. Dijo que...— me pauso al sentir como si tuviera una laguna
Sentía como si había cosas inconclusas en mi mente. Como si mis recuerdos fueran manipulados. Me esforzaba por entender que pasaba.
— ¿Que pasó? — volteo a verlo aturdida
— No lo se...Yo.— me pauso pensativa y divago bajando mi cabeza
— ¿Estás bien, Becca? — su voz hace eco en mi cabeza — ¿Becca?— rompo mi burbuja
— El mencionó que compartíamos don y que es de mi línea familiar, ¿por que no lo dijiste? — solté y relame sus labios con pesar — Te dije que podía controlar mentes y no lo mencionaste.
— Edmond no es la persona que crees, Becca.— arrugo mis cejas — El no te da algo sin nada a cambio. Desde niños siempre le ha gustado poner a las personas en mi contra. Crear conflictos. Es su llamada de atención.— explica
— ¿Que tiene que ver con lo que dije?
— El trajo a Louise al pueblo para alejarme de ti. A él le gustas, y quiere tenerte como sea.— expone y lo veo sorprendida — Te dijo de lo Vanya porque el sabía que te enojarías conmigo.— bajo la cabeza — Yo no sabía como decirlo. Era mucha información que procesar, he bombardeado tu mente con cosas que no son fácil de digerir.— levanto la cabeza — Sólo quería darte espacio. Iba a decírtelo.— suspiro
— No se que creer. No se a que juegan.— manifiesto y menea su cabeza
— No confíes en Edmond y si quieres tampoco en mi. Pero lo que hizo, es sólo para tenerte. No porque realmente le importa que sepas. El también lo sabe desde hace tiempo, ¿por que no lo dijo dente antes? — alzo mis cejas
Tenía razón.
— Es mejor que me vaya. Ya tuve demasiado de los Cullen por un día.— trato de irme y me detiene
— Ya estás aquí, en primer lugar te quería enseñar mi casa antes de que Louise llegara.— manifiesta y tenemos contacto visual — ¿Me dejas? — suspiro
— Ya estoy aquí, ¿no es así? — sonríe y le sigo el paso
Vamos por un pasillo largo hasta ir a las escaleras, al ir subiendo me percate de un hermoso cuadro pegado justo en el borde. Lleno de gorros de graduación acomodado por colores.
Era algo divertido, pero extraño. Jamás había visto tantos en mi vida.
— ¿Gorros de graduación? — pregunto impresionada y sonríe
— Si. Es una broma familiar.— explica y alzo mis cejas — Nos matriculamos muy seguido.— sonrío burlona
— Que terrible. Yo apenas y quiero ir y ustedes tienen que repetir la secundaria una y otra vez. Odiaría hacerlo.— opino y asiente
— Sólo así podemos permanecer más tiempo en un lugar. Vamos.— me pasa por un lado terminando con el espiral de escaleras
Hasta que por fin se terminan. Pensé que habría más, era como un laberinto.
Su casa literalmente el único color que tenía era blanco y pasillos tan silenciosos y largos. Sentía la vibra pesada, de alguna forma observada.
Edward corta el paso en una habitación en particular, suponía lo que era. Se miraba muy tímido y algo nervioso. Era algo tierno.
— Está es mi habitación.— me informa y mis ojos se clavan en lo que tenía enfrente
Lo primero que noto es que no hay cama. Eso me confundía un poco; ¿como puedes tener una habitación sin algo tan básico como la cama? En lugar de eso, las paredes están llenas de estanterías repletas de CDs y vinilos. Hay cientos, quizá miles, organizados de forma impecable, como si cada disco tuviera su lugar exacto.
Los ventanales son enormes, y dejan entrar la luz suave del bosque. Es raro, porque no hay cortinas, nada que bloquee la vista, como si no tuviera nada que esconder. Desde aquí, se ve el bosque extendiéndose hasta donde alcanza la vista, y por un momento parece que la habitación flota entre los árboles. Este es sitio perfecto donde me gustaría estar. Es mágico.
— Tú habitación es increíble. Podría estar en un lugar así por siempre.— expongo y sonríe
— Podrías.— cruzamos miradas y sonrío
Lo tenía algo desordenado, no se porque o pensaba que el era completamente ordenado. Pero había algo en mi que decía que así lo percibía.
Este lugar era impresionante y un poco intimidante. No sé si debería estar aquí, pero no puedo evitar mirar cada detalle, intentando descifrar quién es realmente.
— No hay cama.— opino rompiendo el silencio y decido entrar
— No, yo no...duermo.— explica y arrugo mis cejas
— ¿Nunca? — lo veo sorprendida
¿Como rayos alguien puede vivir sin dormir? Yo al menos no podría. Es parte de quien soy.
— No, nunca.— re afirma y alzo mis cejas
— Pues que terrible.— recorro el sitio estudiando cada parte de ello
Noto los nombres de compositores que apenas reconozco mezclados con bandas modernas. Es como si aquí vivieran siglos de música. Y eso que su estilo de música hace días casi me arrulla.
— Tienes mucha música. ¿Qué estás escuchando?
Presiono el botón del reproductor y empieza a sonar una música clásica. Claro que si.
— Debussy.— noto que se pone tímido y ambos nos quedamos en silencio escuchando lo que parecía una balada de piano
El es un hombre tan elegante y gritaba personalidad de old money. Había algo en el tan seductor.
— Claro de luna es genial.— añado y sonríe impresionado — Iba a ballet con mi hermana porque mi mamá nos obligaba, al menos a mi. Es la única canción que conozco.— se me acerca e intenta tomar mi mano
Su tacto frío parece congelar todo mi cuerpo. Aquel chico rígido parecía querer de la nada soltarse. Como si yo fuera una clase de calor.
El posa su mano en mi cintura electrizando mi cuerpo, creando sensaciones nuevas. Unas que me dejaban impresionada.
Es como si con el mundo fuera alguien frío, reservado y distante pero conmigo era una persona completamente diferente. Como si fuera hecho sólo para mi. Me gustaba.
— Siempre eres así, ¿misterioso? — nos balanceamos
— ¿Y tu? — hago una mueca — Pareces un libro que no quieres que lean.
— No soy tan misteriosa.— me defiendo y siento que hago el ridículo al solo mover los pies de un lado a otro — Soy reservada, es diferente.
— Eres especial. Como nadie que haya conocido a nadie. Como alguien que quiero descifrar.— confiesa y lo veo sorprendida
No entiendo por qué alguien como él ve algo especial en mí. Yo, que siempre he sido una más entre la multitud, que nunca me he sentido lo suficientemente importante.
— ¿Por que? — se detiene y sus ojos de alguna forma perforan mi alma
— Porque estoy tan acostumbrado a lo ordinario durante siglos y eres la cosa más extraordinaria que me ha hecho sentir finalmente vivo.— soltó sin dudar y me quedé sin aliento
No sabía que decir, fue algo hermoso lo que dijo, me llegó al alma. Me hacía sentir tan confundida, como si me atormentara.
Sentía que el mundo se detiene, y que soy vista, realmente vista, por primera vez en mi vida.
Y aunque todo en mi interior me dice que debería mantenerme lejos, que este magnetismo entre nosotros es tan poderoso que podría destruirnos a ambos, no puedo.
Tuvimos contacto visual por unos segundos. Yo estaba muy tiesa y no sabía que movimientos hacer, casi no me gusta bailar, huyo de ello.
Y más con lo conmocionada que me dejó ante su confesión. No sabía que hacer.
— No tiene que decir nada.— sugiere y exhalo algo tímida
Toma mi diminuta mano y gira mi cuerpo sobre mi propio eje, como si estuviera dentro de una caja musical. Era tierno.
Nota que no le sigo el ritmo y eso lo confunde.
— ¿Qué? — relamo mis labios apenada
— No se bailar. Ya lo dije.— expongo algo avergonzada — No me gusta. No le encuentro lo divertido hacer pasos extraños frente a personas, no le veo la gracia.— sonríe
— Podría obligarte.— impone serio y ladeo una sonrisa coqueta
— También yo.— sonríe — No te tengo miedo. Pero tú a mi si deberías.— suspira y baja su mirada con aquella curveada sonrisa
— No debiste decir eso.— frunzo el ceño y jala mi brazo subiéndome a su espalda
— Edward Anthony Cullen, si se te ocurre sacarme por la ventana, juro que la paga...— sale disparado pegándose en un árbol y ahogo un grito—...ras.
— ¿Decías, Rebecca René Swan? — jadeo con el corazón latiendo a mil
Nunca me voy a acostumbrar a esto. Jamás.
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Narrador omnisciente
— Estoy con ella. Edward parece enamorarse de la humana.— habla Louise al teléfono alejada del clan
— ¿Crees que la haga vampiro?
— Quiere protegerla de mi. Ese hermano tal vez no, pero Edmond parece hacer las jugadas sucias.
— No le pongas una mano encima. Quiero que siga siendo humana.— la vampiro suspira con fastidio
— Es tu hija, haré lo que pidas.
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