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Idiot

Odiar a las personas es muy común en mi, odiaba las personas que hablaban con la boca llena de comida, aquellas que cambiaban la versión de los hechos para su conveniencia y aún más odiaba los cabrones que se la daban de interesantes y con una sonrisa... jamás había odiado tanto a un cabron como el que estaba frente a mí.

—Nos volvemos a ver —dijo con aquella sonrisa que me hervía la sangre.

—En lo que a mí concierne tú y yo jamás nos habíamos visto —aclaré —vamos te mostraré y después dejas de joderme.

No tardamos en apartarnos cuando el cabron me pellizco la nalga derecha.

—Vamos porque no mejor repetimos —me dijo con su risita estúpida.

Ni siquiera dudé en girarme para azotar su cabeza contra la pared de cemento, una simple sonrisita burlona me dio.

—Escúchame bien cabron —señale— que cogiéramos ayer fue un evento casual que no volverá a pasar, así que deja tus joterías, este es mi lugar de trabajo y aquí solo hago eso me oíste.

—Ya veo —me miró de arriba abajo— si así lo quieres, ahora sí no me vas a besar como anoche suéltame.

Observe al cabron por un momento para soltarlo.

—Te encargarás del metal —me centré— todo aparato que llegue aquí se separa por materia prima para ser vendido.

—Y cuando podré usar esa —señaló la garra de metal.

Mire al chico de arriba abajo, tenía un semblante despreocupado, sus manos eran lisas, bien cuidadas... no sabía el peso de trabajar, que estuviera aquí era un error.

—Cuando te lo ganes —afirmé— pero no vestido así, te daré tu equipo de trabajo.

Botas de protección, guantes, cascos y un overol beige, parecíamos más cazafantasmas pero la protección era lo más importante, no en vano la mayoría de aquí perdía partes de su cuerpo si no tenían las precauciones correctas.

—¿Cuántos años tienes? —preguntó mientras nos cambiábamos.

—Veintidós —contesté monótono.

—Quien lo diría tenemos la misma edad —sonrió.

—No mentalmente al parecer —murmuré más para mí.

—Venga no seas malo con el nuevo —dijo Lee, el más pequeño de aquí con veinte años— que no te importe, Jay ladra pero no muerde.

—Seguro no muerdo —sonreí azotando mi casillero en los dedos que había metido por error.

—Hijo de...

—Te veo afuera —avise al moreno que solo miraba la escena con una liguera sonrisa

Lo llevé con los demás mientras Yann le explicaba más a detalle los labores que tenía que hacer, en tan solo tres horas descubrí que Oliver... era un dolor de huevos, hablaba demasiado, no sabía trabajar, al parecer los músculos que tenía eran solo de adorno y los chistes que hacía... mierda un niño de cinco años hace mejores chistes.

—¡Quieres cerrar la boca de una puta vez! —le grité exasperado.

—Por supuesto que no —me dijo con una sonrisa, estaba disfrutando verme encabronado.

—Tenle paciencia Jay está aprendiendo—palmeó mi espalda Bobby para calmarme, la única persona que respetaba en este lugar— discúlpalo, está acostumbrado al silencio.

—Claro si en su casa solo viven así —murmuró el cabron de Devon, una lata de metal chocó contra su hocico haciéndolo callar.

Gracias a Dios el almuerzo llegó para desaparecerme comiendo el almuerzo que me había mandado Thomas, el sueño de mi hermano era ser chef por lo que estaba doblando mis horarios para su universidad.

—Puedo sentarme —me encontró el moreno en mi lugar oculto.

—Si entiendes que estoy escondiéndome de ti verdad —señale irritado.

—No soy bueno captando señales —informó sentándose mi lado abriendo su bolsa de plástico para sacar su alimentos.

—Hay algo que si hagas bien —me quejé.

—Mamar vergas —asintió con orgullo— eres de por aquí, voy llegando y necesito buscar un departamento y...

—No haremos esto —advertí levantándome— no soy tu amigo y no me interesa serlo, mucho menos cuidar de ti ya tengo bastante cuidado de mis hermanos, así que arréglatelas solo.

Me fui dejándolo ahí como pendejo para continuar mi trabajo pues tenía que salir temprano hoy, aunque ya no me habló más en todo el día podía ver esa sonrisita cada que me veía, las cinco de la tarde me fui pasando de todo.

Una sesión de hemodiálisis puede durar hasta cuatro horas en el caso de mi hermano tomándolas 2 veces por semana, hoy había llegado a la mitad, ahí estaba mi hermano conectado a la máquina que sacaba su sangre para posteriormente limpiarla y volverla a meter a su cuerpo.

—Que bueno que llegas tengo que irme, me están esperando para el proyecto —me dijo Tomo— regresó en la noche.

—No llegues muy tarde —ordené cambiando lugar con él.

—Si mamá —se despidió para irse.

Owi estaba dormido pero mi presencia lo hizo despertar para mirarme y darme una liguera sonrisa.

<Tengo frío > mencionó.

Saque la cobija de la maleta que preparábamos para las sesiones, con lo necesario para sobrevivir a sus terapias, por un rato nos pusimos a jugar uno pero tuvimos que terminar pues se puso medio violento el niño, aún así no tardó en quedarse dormido, las sesiones lo cansaban mucho.

Después de sus cuatro horas de sesión se quedó un momento en observación pues se mareó, cosa que no debía pasar pero no era para alterarse.

<Cargame > pidió mientras caminábamos a la salida

<No, ya no tienes cinco años ya estás grande para que te esté cargando > me negué.

<Pero mido lo mismo que uno de cinco > insistió <Ademas Tommy siempre me carga>

Mi hermano medía 1.30 así que si básicamente yo medía lo mismo que él a los 5 años, para mi justificación soy una persona alta.

<Si y por eso eres un consentido de lo peor > le recordé.

<Eso no es solo culpa de Tommy > aclaró.

<Ya dije que no> me negué.

El menor se cruzó de brazos para caminar despacio sin mirarme, suspire agotado pues no estaba para berrinches.

<Anda ya enano > gruñí para cargarlo

Me dió una sonrisa victoriosa para encajar su cabeza en mi cuello, ni siquiera habíamos salido del hospital y ya estaba dormido, no mentía al decir que las sesiones lo agotaban.

Saque la cobija de la maleta para cubrirle pues al salir estaba helando, la temporada de frío se avecinaba y las bajas temperaturas podían ser un problema.

—Creo que el destino nos junta en todos lados —dijo esa castrosa voz que llevaba escuchando todo el día.

—Me estás siguiendo —miré a Oliver con un poco de asco.

El moreno negó acercándose un poco, estaba por decirme algo cuando una hermosa rubia salió acercándose a él.

—Hola amor —saludó acercándose para besar sus labios en un beso fugaz.

Aquel odio que sentía por en la mañana solo se reactivó, la rubia se giró para mirarme con una sonrisa, justo tenía que ser la enfermera de mi hermano... y mi ex novia.

—Hola Jay ¿cómo está Owi? —me preguntó mirando a mi hermanito dormido.

—Bien, cansado así que mejor me voy —señale.

Sin dar pauta a que me dijeran algo más me fui, acosté a mi hermano en la parte trasera del coche colocándole el cinturón, me senté para soltar una risa más que genuina.

—Que estúpido soy —negué para mi.

Había sido el cuerno... y por más que quisiera dejar de pensar en eso no podía... simplemente los recuerdos de esa noche volvían a mí con asco.

Al llegar a casa acosté a Owen en su habitación, de dejarlo no se despartía hasta mañana seguramente pero tenia que despertarlo para cenar.

Cocinar no era de mis mejores talentos pero había aprendido lo básico, de todas formas en esta casa la comida casi nunca tenía buen sabor, muchos de los condimentos no los usábamos y la comida tenía que ser apta para mi hermano y éramos tan flojos para cocinar dos comidas por aparte que nos forzábamos a comer así.

Probé el guisado que hice... comestible.

—Como quiero una hamburguesa—suspire.

La puerta de la caravana se abrió, mi hermano entró con la gorra de la sudadera puesta sobre otra gorra, con la mochila al hombro y la mirada baja, no tenía que ser padre para saber que algo me estaba ocultando.

—Ya llegué me voy a bañar y a dormir estoy muerto —intentó escapar el castaño.

—Alto —ordené llegando a él.

—Jason de verdad estoy muerto de cansancio y...

Mi hermano solía hablar más de lo normal cuando intentaba mentir, lo que siempre llevaba a delatarlo, tiré de la capucha para levantar su cara, ahí estaba con el labio roto y un ojo morado.

—De por sí estás feo y dejas que te peguen en la cara —señale sentándolo en la silla del comedor para ir por el botiquín.

—Debiste ver cómo quedó el otro —me dio una sonrisa torpe.

Tome las gasas para limpiar la herida del labio, el silencio combinado con sus quejidos de dolor volvían el ambiente algo tenso.

—No vas a preguntar —dijo cauteloso.

—No necesito saber en qué pendejadas estás metido ahora, no hace falta decirte lo que ya sabes —señale, no era la primera vez.

Club de peleas, si una pendejada que se practicaba en los colegios de por aquí, dinero fácil que en nuestra condición se volvía muy tentador. El castaño sacó el dinero de su mochila para dármelo, cerca de unos trescientos dólares... más de lo que yo ganaba al mes.

—Puedo ganar más si...

—Claro sigue peleando —dije mirando el dinero

—En serio —le brillaron los ojazos que tenía.

Un golpe en la cabeza le metí a ver si así se le activaba el cerebro que tenía de adorno.

—Sigue peleando pendejo, llénate de moretones y heridas hasta que me quiten su custodia, a ver si te va a gustar estar encerrado en un orfanato conmigo en prisión y sin que puedas ver a Owen porque seguramente lo separarán de nosotros —le hice ver— piensa carajo no eres un niño.

Un par de lágrimas llenaron sus ojos, no iba a llorar solo se iba hacer el rudo, suspire para atraerlo a mí en un abrazo y besar su frente.

—Sé que tienes buenas intenciones, pero del dinero me encargo yo que para eso soy el mayor —le recordé.

—Quiero ayudar —insistió.

—Ya me ayudas mucho con Owen —asentí— es donde mas ayuda necesito si.

El ojiverde asintió para limpiarse las lágrimas.

—Además cuida ese riñón que es el que le vas a donar —le saque una sonrisa— y deja de consentirlo tanto, se va a volver un malcriado.

—Ese eres tú no yo —aclaró colocándose el hielo en su mejilla.

Mire el dinero que si nos aliviaría por lo menos este mes, no éramos pobres sin embargo por los problemas de salud de mi hermanito nos veíamos muy ajustados a fin de mes.

—Como conseguiste tanto —cuestione contando los billetes. 

—Nadie apostó por mi solo yo —sonrió dichoso.

Negué para servir la cena, su cara lo decía todo pero en mi defensa el niño era muy juzgon.

—Despierta al enano quieres —ordené.

Después de dos intentos lo sacamos de la cama a rastras, era más importante que cenara por los medicamentos que tomaba si no al rato empezaba con que le dolía el abdomen, al acabar me senté en el sofá mientras dejaba la televisión en cualquier programa, poniéndome hacer cuentas del mes.

Owen llegó con su cobija para acostarse a mi lado y dormir sin más, la calma que tenía al dormir era lo único que me generaba paz por un momento, eran los momentos en los que sentía que lo hacía bien... aunque la mayor parte del tiempo sentía que era una mierda.

Jason quedó 🤡 al ver que el culito que se quedó está con su ex, una ex muy especial que irán conociendo más adelante 😉

Owi es chiquito pero no se confíen de él ✨

En fin nos vemos la siguiente semana 🫶🏻💗

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