Termina un noviazgo
Carmelita esta de pie junto a su ventana. Un árbol de nueces se estira hasta alcanzar con sus ramas a la muchacha, su habitación. Un chico a trepado el árbol, aplastando una que otra hoja con el lodo de sus zapatos. Conversan. Ella habla primero:
-No te comprendía antes. - dice en voz queda. Con su batita de dormir resbalando por sus hombros- Yo sabía que amantes iban y buscaban. Pero no sabía porque, ni que buscaban. Creía que era magia.
-Lo es.
-No cariño, yo conozco la magia mejor que tú. Estos barrotes en las ventanas. Esos libros mugrientos y polvosos que condenan mi compañía. Enloquecer es mágico. Fantástico, tan fantástico como la muerte. Y tan solitario como ella.
-Y tu dices que el amor no lo es?
-No, no lo es Francisco. Es estar distraído, divertido a veces. Furioso en ocasiones. Pero el amor no esta loco, ni tú por mí.
-Pero querida, cuando estoy lejos de ti. No sabes...enloquezco.
-No digas eso, que dejare de quererte.
- Si te quiero es problema mío ¿crees que te necesito para amarte?
- Deberías, somos dos ¿sabes? Lo que no soporto de ti es que eres muy niño. No puedo discutir contigo. Me siento como si fuera tu madre. No puedo decirte que no.
- Deseaba que me amaras, me amaste y termino.
-No sé. Me pregunto ¿Qué pasaría si te ruego que te quedes? Me pregunto hasta cuando seguiré pretendiendo saber. Hasta cuando caeré rendida a suplicarte
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