• 006
El esperado día había llegado y no podía evitar sentirme nervioso ante la situación. Iba a decirle de una vez todo lo que sentía a Sooyun y, dado a la gran amistad que ambos teníamos, me preocupaba el hecho de que todo se rompiera si ella no me correspondía. Aunque, no pensaba ocultarlo más en mi interior o explotaría. La quería demasiado.
No podía evitar juguetear con mis manos mientras la esperaba por fuera de la librería atacado de los nervios. No era la primera vez que me declaraba a alguien pero, el cosquilleo en mi interior me decía que ella era especial. Pasó un tiempo hasta que Sooyun llegó apareciendo en mi campo visual y no dudé en sonreír. Estaba guapísima, incluso más guapa de lo que solía ir, cosa que aumentó mis nervios y aceleró mi corazón. ¿Acaso me había leído la mente y sabía que esta era una ocasión especial? Caminó hasta mí respondiendo a mi sonrisa mientras me saludaba tímidamente con la mano.
—Vaya, estás muy guapa —la halagué una vez llegó a mi lado. Sus mejillas se tornaron aquel color rosa que tanto me gustaba.
—Gracias —murmuró apenas y no dudé en sonreír cuando hicimos contacto visual. No me gustaba hacer que se pusiera nerviosa aunque se viera adorable de esa manera.
Entramos en aquel edificio amado para ambos mientras hablábamos de nuestras lecturas de la semana anterior las cuales habían sido la mar de emocionantes. No dejaba de fascinarme la manera en la que ella expresaba sus gustos, esa tierna manera que tenía de emocionarse era algo que nunca dejaría de gustarme. Llegamos hasta las estanterías y, por una vez en la vida, realicé mi compra lo suficientemente rápido como para estar listo en menos de quince minutos. Estaba ansioso por salir de allí de una vez, cosa que sorprendió a la pequeña Sooyun ya que yo era ese tipo de persona que si podía, se quedaba allí para toda la vida.
—¡Me llevaré este! —Exclamó con seguridad después de estar por un rato pensando mientras mi paciencia se acababa.
Para mi suerte, no había ningún tipo de cola por lo que pagamos y nos pusimos en camino a la cafetería. Aunque ella hablaba sobre temas triviales y cosas que le habían sucedido durante la semana, no podía concentrarme en nada más que el nerviosismo de mi cuerpo ante la situación que nos encontrábamos y la cercanía de ese ansiado momento. Me sudaban las manos y me faltaba la respiración a cada momento que íbamos avanzando.
Tenía la necesidad de decirle de una vez todo lo que sentía o moriría al instante de los nervios. Quería decirle lo mucho que la amaba; lo mucho que amaba su torpeza que la hacía verse adorable y tierna, su inocencia ante muchas cosas por su notable timidez, lo mucho que amaba su manera de emocionarse ante las cosas que le gustaban y lo bonitas que eran sus explicaciones sobre ellas, quería decirle lo mucho que amaba las tardes junto a ella, las bromas que hacíamos y todas las historias que me contaba sobre su día a día, lo muy bien que me sentía junto a ella pero, sobretodo, quería decirle que la amaba, que la quería a mi lado y que nunca la dejaría sola.
Llegamos a la cafetería en cuestión de minutos colocándolos en nuestra mesa de siempre y el camarero nos trajo nuestro pedido como todas las semanas sin ni siquiera preguntar por él. Le sonreí educadamente y este se fue dedicándonos una pequeña sonrisa de lado. Los ojos de Sooyun brillaban a causa de aquella tarta de chocolate y no dudé en soltar una risita por lo adorable que se veía de esa manera. Ella ni se inmutó y, no dudó ni un segundo en comenzar a degustar su prohibido manjar.
—Mmm —dijo saboreando la tarta—, ¡esto es tan increíble! —Exclamó emocionada. Casi podía ver como unos corazones enamorados salían por sus grandes ojos castaños.
—Te encanta eso, ¿eh?
—El chocolate es mi droga, quiero vivir en un mundo de chocolate —sonreí ante el énfasis que le había dado a la situación abriendo sus brazos sin importar llevarse algunas miradas por esa acción. El chocolate sería su comida favorita, si pudiera considerarse comida.
—¿Amas más el chocolate o los libros? —Dejó de masticar. Miró hacia un lado pensativa, seguramente era una dura pregunta para ella.
—Me has puesto en un compromiso —admitió y reímos juntos. Cualquiera diría que comiendo esa tarta no era nada femenina pero a mi me resultaba muy tierna, de verdad, puede que tuviera una obsesión con que Sooyun era adorable pero, es que era así.
—Tienes la boca manchada de chocolate —le informé y soltó la cuchara en el plato para buscar la mancha en su boca. Le tendí una servilleta colocándola en el lugar exacto de la mancha y la limpié con cuidado, ella me miró avergonzada.
—Gracias —me dijo con las mejillas teñidas de rosa y dejé la servilleta en la mesa—. Qué vergüenza... —admitió por lo bajini para que no la escuchara.
—Tengo una sorpresa para ti —dije cambiando de tema y ella me miró confusa—. Tienes que acabar rápido para verla —le informé y sonrió tímidamente.
—No tenías por qué hacerlo...
—Yo hago lo que quiera, tú acéptalo —la interrumpí. Puso los ojos en blanco y sonreí ante ese acto.
Terminó un poco después dando por zanjada nuestra pequeña merienda más rápido de lo habitual. La obligué a ponerse la chaqueta para que no cogiera un resfriado, no hacía mucho frío pero era primavera aún y no quería que ella enfermara por una pequeña brisa fría. Ella se puso la chaqueta y un pequeño pañuelo en el cuello ante mi llamada de atención para que seguramente me callara y no la volviera loca. Sí, en muchas ocasiones parecía que estaba tratándola como si fuera Jiwoo.
Salimos de la cafetería y la guié por la calle para ir caminando a mi casa la cual quedaba a unas pequeñas calles. Podía notar en el ambiente que ambos estábamos nerviosos, ninguno hablaba y nos movíamos de una manera hiperactiva mientras caminábamos. No estaba seguro de que a Sooyun pudiera gustarle de una manera sentimental. Llevaba hablando toda la semana con mi hermana buscando algo que le gustara, cosa que me había costado porque, no quería quedar como un tío ñoño, además, si me rechazaba, tampoco quería que fuera algo muy romántico que no pudiera guardar.
—Sooyun —la llamé decidido y paré en seco haciendo que ella también lo hiciera. No podía esperar mucho más a decirle todo lo que sentía.
—¿Pasa algo, Hoseok? —Pregunté y sentí que mi corazón latía rápidamente dentro de mi pecho. Me daría un infarto, estaba seguro de ello.
—¿Te ha gustado el libro? —Le pregunté y ella me miró un poco confusa, apenas podía verla porque no había mucha luz en la calle ya que había oscurecido hace unos minutos, pero tenía en mi memoria grabado todas y cada una de sus facciones.
—Me ha gustado, es increíble —susurró pensativa. Me acerqué a ella un poco más y agaché un poco la cabeza.
—¿Crees que te lo recomendé por algo en especial? —Pregunté curioso y ella negó con la cabeza. Jugueteaba con sus manos nerviosa.
—Pero igual creo que fue muy bonito.
—Sooyun —volví a pronunciar su nombre interrumpiendo sus palabras.
—¿Qué? —Preguntó riendo ya que no dejaba de llamarla. Posé una de mis manos en su mejilla con cuidado ya que sentía que aquello que estaba haciendo era prohibido.
—¿Me harías el honor de hacer que nuestra historia sea como esa? —Le pregunté consiguiendo el premio al hombre más cursi del año en el acto. Sooyun abrió los ojos como platos, aquella pregunta le había tomado realmente por sorpresa.
—Tú eres la única persona que puede hacerlo, oppa.
Sonreí. ¡No me podía creer que realmente estuviera pasando! ¿Realmente Sooyun estaba aceptando estar conmigo? Acaricié su delicada mejilla provocando que cerrara los ojos por el tacto. No me podía creer que ahora la tenía para mí, la tenía como algo más que una amiga. Sin pensarlo, agaché un poco mi cabeza consiguiendo por fin rozar sus pequeños y deseosos labios. Eran como besar una nube de azúcar, totalmente dulces y suaves, tanto como ella era. Sooyun pasó sus brazos por mi cuello juntando más nuestros cuerpos, rodeé su cintura con mis brazos acariciando su espalda con cariño. Parecía un maldito sueño, uno del que jamás me gustaría despertarme.
—Te quiero, Hoseok —admitió Sooyun después de separar nuestros labios. Me miraba con sus grandes ojos castaños y brillantes—. Estaba esperando eso —me dijo mientras bajaba sus manos a mis mejillas buscando acariciarlas. Esbozaba una gran sonrisa. Sooyun se puso de puntillas y me dio un pequeño beso en la mejilla.
—¿Quieres ver entonces lo que tengo?
Juntó nuestros labios como para responder a mi pregunta, haciendo que mi corazón volviera a latir con la misma rapidez que antes.
No estaba seguro de si nos habíamos conocido lo suficiente. No estaba seguro de que fuéramos a poder llevar nuestra relación bien. No estaba seguro de que nos diera el dinero para gastarlo en libros o de que nuestros libros se llevaran bien juntos pero, había algo de lo que estaba totalmente seguro.
No había nada más que amara en el mundo que a los libros pero, desde que apareciste tu Sooyun, me di cuenta, de que en este mundo existen personas para hacerte ver que las historias en la vida realmente existen y no sólo se refugian en las páginas de un libro.
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