22 | dances and hints
Draco nunca creyó que podría sentirse tan cómodo leyendo con otra persona que no fuese Liesel, estaba disfrutando verdaderamente el tiempo junto a Astoria, no se sentía como un pasatiempo aburrido. Eran niños aún y él se había sentido como un completo idiota al creer que a su edad la palabra amor siquiera tenía algún significado realmente importante, porque los niños no comprendían el trasfondo de aquellas letras así que se cuestionó ¿en verdad llegó a sentir algo por Liesel o solo era otro infernal engaño de su corazón?
── ¡Hola Draco! ── saludó Astoria, era una chica hermosa sin duda, pero no tenía esa magia ni la chispa que vio en Lissy, Astoria poseía algo más y es que él no sabía que tenía una enfermedad a la sangre por lo que ella vivía casi al máximo, se saltaba las reglas y parecía ser una chica bastante prolija, no como su hermana mayor; Daphne quien era una cosa totalmente distinta a ella ──. Oí que Ginny Weasley organizará una pequeña fiesta y me preguntaba si te gustaría ir conmigo.
¿Era en serio? Primero una loca que leía libros todo el tiempo sin siquiera preocuparse en que la guerra estaba a la vuelta de la esquina, luego a una desquiciada que se hacía garabatos en los brazos y que solía hacerle daño con su veneno y ahora una fresita quería que fuese a una estúpida fiesta ¡Por Merlín! Una guerra se aproximaba y ellas sólo pensaban en ridiculeces ¿Cómo lo hacían los hombres de antaño con la peste negra y las mujeres con sus absurdas ideas? Aunque claro, en ese entonces estaba prohibido que las chicas leyeran como Liesel o que se comportasen con rebeldía como Lourdes. ¿El resto? Eran como Astoria, con sus cursilerías. Aunque bueno, estaba siendo un machista de mierda pensando en eso y si Lourdes poseyera legeremancia por nacimiento y por accidente se metiera en su cabeza, sería hombre muerto.
── No tienes que decir que sí, no me importa si no quieres. Creo que puedo ir con Zabini o Nott.
Pero, ¿cómo diantres todos lo preferían a él? ── Sí, sí quiero ir contigo ── mintió, aunque no quisiera hacerlo, pero no había de otra. Era eso o ser solo una simple opción y Draco Malfoy no sería el segundo plato de nadie, no de nuevo ──. ¿A qué hora has dicho?
── Luego del toque de queda, Ginny ha pedido permiso a McGonagall y a Filch, está todo cubierto ── sonrió.
Creo que te he fallado Lissy, porque le mentí y mentir ya es dañar.
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Liesel y Lourdes eran las únicas que estaban en aquella fiesta sin acompañante y sin algún vestido o algo elegante para lucir. A la Ravenclaw no le importaba mucho, estaba feliz de ver a su hermana con Harry y a su hermano con Lavender.
── ¡Liesel! ¿Quieres bailar? ── propuso Theo ──. No tuve la oportunidad de invitarte, en serio lo siento.
── Descuida, claro que quiero bailar, no sé hacerlo, pero se intenta ── respondió ella con una sonrisa.
Por su parte, Lourdes miraba todo con nostalgia, recordó el baile de Navidad y cómo Kellin la sacó a bailar sin saber que ella ni moverse sabía, pero lo intentaron a pesar de que fue en contra de su voluntad.
── ¿Tú también recuerdas ese baile? Fue el mejor que tuve y el primero ── murmuró Kellin Malfoy. Ni siquiera reparó en su presencia ──. Me sorprende que Slughorn no nos haya invitado a la fiesta del mes pasado, por lo menos Ginny hizo esta.
── ¿Por qué me estás hablando? Creí que me odiabas, siempre arruino las cosas, al igual que tu hermano y tú. Pero por supuesto, yo lo arruino aún más.
── Odiar no es bueno, ni siquiera para los de tu casa Lourdes. Soy un fiel creyente de que el odio siempre esconde algo más, ya sea envidia o amor mal disfrazado ── vaya, él podía delatarse sin que la chica Potter lo notase.
Ella lo observó con confusión y sin querer, se quedó mirando sus facciones. Era lindo, su cabello estaba más cuidado que el de su padre y el de su hermano y claro, su sonrisa era hermosa.
Pero salió de su ensimismamiento.
── No creo que me tengas envidia, tú eres casi la perfección en persona.
── Gracias, no sabía que supieras decir algo más que un insulto hacia mi persona, pero ¿quién dijo que lo que escondía era envidia? ── murmuró mirándola a los ojos.
Y si Liesel hubiese estado allí, habría captado la indirecta que Lourdes no.
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