Killianey miró a sus dos amigas, quienes habían sido como dos hermanas más para él, personas en quienes podía confiar ciegamente y aun así las traicionó solo por el bien propio. Y sin previo aviso, sin que ellas pudieran advertirlo, salió de la sala de los menesteres sin siquiera mostrar arrepentimiento. Liesel por su parte observó a Lourdes, estaba mal, se veía inestable, se tronaba los dedos sin pensar en las consecuencias que eso le traería más, hasta que pasó lo que la Ravenclaw más temía, ver a la chica que tenía delante quebrarse.

Lourdes siempre se vio como una persona fuerte, desde sus primeros años en Hogwarts, pero ese día se rompió y sería imposible que alguien la reparase, las personas no son centro de rehabilitación.

── Lou, por favor, tranquilízate ── murmuró intentando hallar palabras reconfortantes, pero ninguna iba a calmarla ──. Sé que esto fue un golpe bajo, pero se veía venir, solo que no vimos las señales y ese fue nuestro error. Si no era uno de los Malfoy, sería el más débil.

── Killianey no era débil, era la persona más valiente que yo he conocido en mi miserable vida, hasta que lo rechazaron. Cayó bajo y ahora nos rompió a las dos ── gimoteó Lou y se tiró al sofá que había en la sala multipropósito ──. Y no, no Kellin, ni Draco, mucho menos Killian era quien debía asumir esto, era yo. La débil de mente siempre he sido yo.

Y puede que tuviese razón, quizás ese era el cliché en la historia, nunca fue Killianey Granger quién debió tener su brazo izquierdo marcado. Así no debía terminar, sin embargo, las historias dan vuelcos inesperados ¿verdad?

── No digas eso Lou, mira ven, leamos un libro, eso siempre ayuda ── la segunda pelirroja rebuscó entre sus libros hasta hallar el que había comenzado a leer hacía unos días y lo comenzó desde el principio ──. "El terror, que no terminaría por otros veintiocho años...".

Pero ni siquiera un libro podía borrar el dolor que estaban sintiendo.

Aun así, mientras tanto, en el libro se tocaban temas que a Lourdes le hubiese gustado que se tocaran en Estudios Muggles pero que lastimosamente no pasaría nunca; por primera vez en diecisiete años, Lourdes Potter se había enamorado de un libro y de un personaje ficticio ── Eddie Kaspbrak ── y eso le resultó extraño, pero para un lector, no lo era y quizás algún día se acostumbraría a ese tipo de cosas.

▬▬▬▬▬▬୧✬୨▬▬▬▬▬▬

── "Al menos, eso es lo que Bill Denbrough piensa a veces, en esas horas tempranas de la mañana, después de soñar, cuando casi recuerda su infancia y a los amigos con quienes compartió. Fin".

── Mierda, el amor de mi vida se murió ── se entristeció y añadió como si nada al cabo de unos segundos ──, esa cosa tiene casi mil páginas, ¿y la terminamos en una tarde? Me impresionas.

── Fueron solo unas cuantas horas. Ya es momento de ir a cenar ── Lourdes alzó la mano ──. ¿Sí?

── ¿Es posible enamorarse de un personaje ficticio?

Liesel soltó una risa, claro que era normal. ¿Qué clase de lector sería uno sin hacerlo? Era casi ineludible, como el mero hecho de buscar sinónimos para sonar más intelectual.

── Es parte de un lector eso, así que sí y vamos ¿Quién no se enamoraría de Eddie Kapsbrak?

── Eh, que yo lo leí primero.

La Ravenclaw sonrió y negó suavemente antes de cerrar el libro y acomodarlo con el resto. Si la guerra mantenía intactos sus libros, el siguiente sería sin duda El pozo de la soledad, regalo de cumpleaños por parte de Lourdes.

Y sí, la guerra si los mantendría intactos, pero no en aquella sala, menos en Hogwarts.