Liesel miró a Killianey Granger, estaba paralizado. ¿Qué se supone que debía hacer? Sabía de qué estaba hablando Lourdes, no era tan estúpida como para no entender, solo que aun así se negaba a aceptarlo, él no sería capaz de traicionarlas, no podía.

── ¿En serio creías que no iba a darme cuenta, Killianey Jane? Espera, ese es nombre de mujer ── Lourdes se distrajo, pero la Ravenclaw seguía alerta, había comprendido el mensaje a la primera, sabía de qué marca hablaban. Ahora todo cuadraba ──. ¿En qué me había quedado? ¡Oh, sí! No sé si estar decepcionada o molesta, confiamos en ti.

── No, no lo puedo creer. Éramos como los amigos del padre de Lou, no creí que tú serías Peter ── murmuró lo último mirando a los ojos a su amigo, si es que aún lo era ──. Se suponía que esperaríamos una traición de Draco y Kellin, no de ti, nunca lo esperamos de ti.

El castaño solo podía caminar en círculos desesperado, la sala de los menesteres ya no era un lugar tan lindo teniendo un panorama como ese. Los colores de las banderas se iban destiñendo poco a poco y el único que parecía intacto era el de Hufflepuff.
Aquella sala siempre demostraba un poco las emociones de quienes estaban dentro, o eso creía Liesel.

── Esto siempre fue como los merodeadores y Colagusano, debieron de notarlo, las señales estaban allí ── declaró Killian con la voz más apagada que antes ──. Tuve mis razones, ustedes también hubiesen hecho lo mismo y no intentes buscar una solución en tus estúpidas páginas, Lean. Y lo sé, ¿qué hace una sangre sucia en las filas de Voldemort? Un espía muy confiable, mi vida y la de mi hermana por la de él.

── ¿Y qué hay de nosotros? ¡Kellin también debería saber esto! Herms y los otros ── chilló Liesel.

── Nosotras no nos uniríamos a él ni por salvar mi vida porque no somos de mente débil como tú ¿No puedes superar un maldito rechazo, no es así? Por eso lo hiciste, no solo es por salvar tu misera vida, ¿no es así? ── Killianey no la miró ──. Ja, claro. Te prometió tu vida y el amor de alguien que no te ama a cambio de traicionarnos.

Quizás Liesel estaba haciendo lo que Killianey le había dicho que no hiciera, pero es que en sus libros no había respuesta para eso, porque sus libros no habían pasado por ninguna traición de tal magnitud. Tal vez los libros no siempre eran la respuesta para los problemas y eso era lo que la pequeña Liesel Weasley aún no comprendía.

No podía buscar una solución verbal a un problema que va más allá de las letras.