PAVEL

Mientras terminaba de vestirme hice una mueca adolorido, sentía un pinchazo en la zona baja de mi espalda y literalmente mi interior ardía como el diablo.

-¿Estás bien?- Pooh me inspeccionó al terminar de abrochar sus pantalones- ¿Quieres ir a la farmacia por una pastilla para el dolor?

-Lárgate- Le ordené sin mirarlo.

Pooh hundió su entrecejo confundido y me colmó la paciencia.

¡¿Qué no oíste, idiota?! -Lo empujé con mi mano- ¡Te he dicho que te largues!

Pooh al reconocer la seriedad de mis gritos, acató mi mandato. Cerré la puerta con llave y mediante una caminata dolorosa, logré encerrarme en el baño.

Posicioné mis palmas en el lavado y tomé una profunda respiración en un intento por evadir los sentimientos nada agradables que me invadían.

Había tenido sexo con un chico.

¿Por qué hice eso?

¿¡Por qué mierda había hecho algo como eso?

Jamás me había sentido así, ni siquiera los chicos me parecían tan atractivos hasta que llegó el maldito Pooh y cambió mi vida.

Pero esto no le saldría barato, no, no.

Mis hombros subían y bajaban debido a la respiración agitada que no llenaba correctamente mis pulmones y el nudo en
mi garganta que me apretaba de tal forma que lágrimas se acumulaban en mis ojos.

Miré mi reflejo en el espejo y el desastre que me encontré fue suficiente para que dos gruesas lágrimas rodaran por mis mejillas.

Tenía marcas de besos y de las manos de Pooh en mi piel. Me sentía usado, asqueado, como una verdadera escoria.

Golpeé el espejo con fuerza y los pequeños vidrios lastimaron mis nudillos, pero no importaba.

Me lo merecía.

Al salir, me topé con Sailub conversando muy pegado a Pon mientras este le sonreía. Ni siquiera me importó lo que sea que estaba sucediendo entre ellos y robé a mi amigo de los brazos del chico.

-¿Podemos irnos? -Le supliqué y tomé a Sailub del brazo con más fuerza.

Pon me dió una mirada extrañada, no obstante, me importaba muy poco lo que pensara de mí. Como Sailub me conocía a la perfección supo leer el desespero en mi voz y abandonó a Pon para venir conmigo.

-¿Qué sucedió? -Preguntó asustado- Ví a Pooh salir hace un rato del mismo cuarto que tú y luces lastimado. No me digas que ese idiota te hizo algo porque juro que lo mataré.

La furia de Sailub encendió su rostro, pero logré calmarlo acariciando sus brazos.

-No pasó nada.

-¿En serio?

-En serio.

-Pavel, te llevaré en mi moto, pero promete que luego me dirás que sucedió realmente- Me advirtió.

Asentí ya que sólo deseaba irme de ese lugar lleno de ruido e ignoré el hecho de que Pooh se acercó a Pon con el fin de preguntarle dónde me encontraba.

Cuando percibí la preocupación en su voz, algo me revolvió el estómago y causo que náuseas se asomaran en mi garganta.

Y en ese momento fui consciente de que odiaba a Pooh como jamás había odiado a nadie.