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Era la fiesta de cumpleaños número ocho de Beomgyu.

Todos los niños correteaban por todos lados, riendo y embarrándose entre ellos con el pastel. Beomgyu veía a su pequeño hermanito de seis años sentado junto a su madre, tranquilo y comiendo una paleta de cereza, solo observando a los amigos de su hermano mayor juguetear con él.

Pero Beomgyu en cambio no les hacía caso, solo podía mirar a su madre la cual acariciaba el cabello de Soobin mientras llamaba por teléfono una y otra vez a su padre, quien estaba desaparecido.

A pesar de que Beomgyu tenía ocho años, él se daba cuenta de que su padre no había llegado a dormir en varias noches. Su madre había dicho que él estaba en un viaje de trabajo pero el hombre nunca le dijo aquello, al contrario solo le había dicho que regresaría un poco tarde del trabajo y era todo.

—Es el jodido cumpleaños de tu hijo, Hyun ¿Dónde estás? —entonces colgó y maldijo en voz baja, murmurando algo en el oído de su hijo y saliendo de allí hacia el interior de la casa.

Beomgyu se levantó e ignorando a sus amigos, y se sentó al lado de Soobin, quien le sonrió y lo abrazó con cariño.

—¿Qué te dijo mamá? —le preguntó curioso, pero Soobin se encogió de hombros y sus nervios salieron a flote cuando los amigos de su hermano mayor lo llamaron—. Está bien, puedes ir con ellos a jugar. Iré a casa con mamá.

Soobin siguió comiendo su paleta y Beomgyu corrió en silencio hacia el interior de la casa, con intención de saber en dónde se encontraba su padre o por qué mamá estaba tan enojada cuando se suponía que estaba en un viaje de trabajo y ella lo sabía.

—Cree que soy tonta pero en realidad no lo soy, ni un poco —le dijo enojada a una de sus amigas la cual negaba no muy convencida—. Es un imbécil si piensa que mientras él está acostándose con mil y un mujeres yo estaré aquí encerrada con los niños viendo por su felicidad. Él también es su padre y tiene que hacerse cargo.

Beomgyu se sentó detrás del sofá de la sala y miró de reojo al par de mujeres las cuales se sirvieron alcohol y tomaron un sorbo.

—Te lo seguiré diciendo, él seguro está muy ocupado en el trabajo o tiene una sorpresa para Beommie, no creo que te engañe, mírate, eres hermosa y joven, sería un completo tonto.

Su mamá asintió y rodó los ojos.

No era la primera vez que escuchaba a su madre decir aquellas cosas, su padre ¿engañándola? Beomgyu no terminaba de comprender a qué se refería, solo era un niño de ocho años el cual solo se dedicaba a cuidar y amar a su hermanito y a sacar buenas notas en el colegio, no tenía idea de porqué su papá engañaría a su mama, o por qué la hacía enojar tanto y la hacía llorar por las noches cuando no regresaba del trabajo.

Habían puntos en que le preguntaba a su madre por qué lloraba y ella solo le decía que no era nada, que se había golpeado o lastimado, cuando realmente no tenía daño alguno, solo decía excusa tras excusa.

Beomgyu era un niño inteligente, pero no lo suficiente para entender el verdadero significado de engaño o amante. Pero como era de esperarse, en algún momento lo tuvo que entender, y ese momento fue una semana después de su cumpleaños, cuando había regresado con su madre y Soobin de la escuela y notaron que la puerta estaba abierta y habían unos zapatos masculinos en la entrada al lado de un par de impecables tacones color rojo.

Beomgyu había entendido lo que era un amante cuando junto a su madre, había visto a su papá besando a otra mujer, tocándola y diciéndole cuanto la amaba.

Amaba a otra mujer que no era su madre.

Beomgyu odió a su padre en ese momento, había despreciado a aquel hombre y había apoyado a su madre cuando ella lo corrió de casa y se habían divorciado, haciendo que su padre no tuviera ni siquiera los fines de semana a su par de hermosos hijos pequeños.

Beomgyu entendió que los amantes eran los antagonistas de las historias, que ellos eran malos, despiadados y no tenían corazón. ¿Cómo podían meterse en la feliz vida de una familia? ¿Cómo podían destruirla con una gran sonrisa dibujada en sus rostros?

¿Acaso no sentían culpa?

Había visto a su madre llorar por semanas, meses, verla deprimida le había hecho comprender que a veces las personas eran malas, que eran egoístas y no pensaban en los demás, a veces solo pensaban en su propia felicidad y no miraban atrás, a los que dejaban con el corazón destrozado, hasta el punto de que Beomgyu supo que era el fin de su familia feliz cuando su madre ya no colocaba cuatro platos sobre la mesa y apartaba la cabeza de la mesa para su padre, el hombre de la casa, sino que eran tres platos, y la cabeza sola, siempre limpia y sin ocupante.

Y entonces años después, Beomgyu estaba llorando desesperadamente, tocando la puerta de su casa, pidiendo a su madre que lo perdonara, que tenía razón y era un egoísta, que había dañado a una familia tal y como la amante de su padre lo había hecho con la suya. Pero si Beomgyu algo tenía en claro, era que él no era el malo de la historia, él no era el despiadado antagonista como se lo habían pintado de pequeño.

Beomgyu solo era una víctima del amor, una la cual había caído rendido a los pies de la persona equivocada, pero no se arrepentía, no cuando sabía que tenía a alguien que lo iba a amar y respetar siempre y cuando estuviera a su lado.

Beomgyu por primera vez sintió como si pudiera ver su propia historia por la otra cara de la moneda.

De parte de su padre y su amante.

Se habían enamorado y no habían podido alejarse, no cuando estaban tan felices juntos, viviendo una historia de amor la cual era incorrecta, pero real. Beomgyu no iba a negar que tal como Taehyun y su padre habían hecho un mal al no hablar con la verdad desde un principio y admitir que no amaban más a sus esposas, pero también sabía que él había hecho un mal aún peor al no alejarse de aquella relación.

Beomgyu mordió su labio mientras su celular timbraba y avisaba que la llamada con Taehyun estaba siendo procesada.

—Beomgyu, ¿Pasa algo? —le dijo Taehyun a través de la línea telefónica.

—¿Dónde estás? ¿Estás libre? —dijo con su voz quebrada, mirando la puerta blanca delante suyo.

—Iba a verme con mi abogado pero Yuna canceló, por la situación de ayer, seguramente no quiere verme luego de lo que pasó. ¿Estas bien? ¿Cómo te fue con Soobin?

—Taehyun, podrías venir por mí, estoy afuera de mi casa —pidió levantándose y limpiando sus lágrimas con su mano libre—. No hagas preguntas, solo ven ¿Sí?

—Está bien, estaré allí lo más rápido posible —y fue lo último que dijo antes de colgar y tomar las llaves de su auto.

Empezó a llover con fuerza, las gotas caían sobre su ropa y su celular el cual a pesar de ocultarlo en su bolsillo, era mojado por la gran cantidad de gotas cayendo alrededor.

Beomgyu no se inmutó por ello, no le importó, solo quería que Taehyun llegara y le rescatara de ese inmenso dolor que sentía en su pecho.

El frío de la lluvia no era suficiente para sacarlo de la realidad a la cual estaba metido en su cabeza, sintiendo el odio de todas las personas que le llegaron a querer y llegaron a creer en él.

—Mierda, Beomgyu vas a enfermarte —gruñó Taehyun quitando su saco café y colocándolo en la cabeza de Beomgyu, abrazándolo y encaminándolo hacia el auto. Beomgyu cayó en cuenta que Taehyun ya estaba allí, viendo cómo abrió la puerta trasera y lo sentaba en el asiento mientras él por igual entraba, cerrando la puerta detrás de ellos y quedando juntos en los asientos traseros.

—Beomgyu, estás empapado —murmuró Taehyun desabrochando los pantalones del menor y quitando su camisa, para apartarlas y abrigarlo con el gran saco café que usaba. Se agachó y quitó los zapatos de Beomgyu sin apartar su mirada del rostro de su menor, el cual lucía triste, con sus ojos vacíos y perdido en sus pensamientos.

—Oye, cariño —Beomgyu regresó a la realidad cuando Taehyun tomó sus mejillas y las acarició— ¿Qué pasó? ¿Por qué no te refugiaste en tu casa? La lluvia está muy fuerte, llevabas minutos allí mojándote, parece que te acabas de bañar.

Beomgyu se acomodó y se recostó en busca del calor de Taehyun. Apoyó su cabeza en las piernas del mayor y cerró sus ojos cuando Taehyun empezó  acariciar su rostro.

—Me corrieron de la casa, mamá me odia y Soobin también lo hace. Soy un desastre, soy como mi padre, soy despreciable, egoísta y-

Taehyun no lo dejó terminar porque se inclinó para besarlo apenas empezó a escuchar cómo se insultaba así mismo. Respiró sobre su mejilla y besó sus mejillas donde sus lágrimas de nuevo empezaban a deslizarse.

—No digas todas esas cosas Beomgyu. Eres increíble, eres hermoso, un chico maravilloso y con un gran corazón. Tú entraste al burdel para ganar mucho dinero y así poder mantener a tu familia, a Soobin y pagarle todo sus tratamientos médicos. ¡Eres un jodido ángel! Y si ellos no te valoran entonces yo lo haré.

—Debí alejarme de ti si sabía que eras casado.

—No, yo fui el que debió ser sincero con Yuna y debí decirle que no la amaba y me estaba enamorando de alguien más, pero no lo fui, ninguno de los dos. Pero tú no arruinaste ninguna familia ¿Entendiste? Yuna y yo nunca tuvimos química, ni siquiera cuando apenas nos volvimos novios.

—Eso no quita el hecho de que debí ser maduro y tomar la decisión correcta, fui egoísta.

Taehyun apartó el flequillo de Beomgyu.

—A veces tenemos que ser egoístas, Beomgyu. No podemos vivir toda nuestra vida tratando de complacer a los demás, nuestra propia felicidad va antes que la de los demás.

Beomgyu tomó el brazo de Taehyun y lo abrazó, acurrucándose a su lado. El mayor sonrió y acarició su cabello con su mano libre.

—Hagamos esto, tengo una cita para ver mi nuevo departamento antes de firmar, ¿por qué no vamos a verlo y luego vamos a comprar muebles para él? No tengo buen gusto, y creo que te gustaría ayudarme en ello.

Beomgyu sonrió y asintió con una sonrisa apenas sintió el beso de Taehyun sobre su nariz.

Se separaron y Taehyun se sentó en el asiento del piloto.

—Pero antes vayamos al hotel a que te pongas algo mío, luego iremos, no pienso sacarte así, no pueden verte así, solo yo puedo verte —Beomgyu rió y talló sus ojos.

—Tonto —se acercó y besó la mejilla de Taehyun—. Te amo.

Taehyun asintió y se tomó su tiempo para observar bien el hermoso rostro de su joven pareja.

—También te amo Beomgyu, y no sabes cuánto.

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