Stay with me
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Los últimos rayos de sol se disolvieron entre las lejanas montañas de la ciudad, dejando el
camino libre para la fresca noche azul de primavera. Era jueves por la noche y como todos
los jueves, era noche de música en vivo; así que el pequeño escenario en aquella cafetería
estaba más que listo para una noche bohemia a la mexicana. En esta semana los
compañeros de Miguel, junto con Cass, habían votado para que el latino cantara esa noche,
tanto Kubo como Wirt ya le habían escuchado y les encantaba la explosión de sensaciones
que su voz causaba; una noche movida no le vendría mal a los comensales.
Mientras los empleados acomodaban todo para el pequeño evento, Miguel atendía las
mesas y buscaba en su celular que canciones tocaría; había que admitir que si sentía
nervios, a pesar del tiempo, aún seguía sintiendo ese tumulto de sentimientos como cuando
se presentó por primera vez en aquella plaza para cantar "poco loco".
La gente llegaba al local preguntando por el evento, tal parecía que habían anunciado en
internet que el cantaría, si bien no era toda una estrella en México, había gente que le
reconocía por las canciones de su tatarabuelo. Los clientes se acomodaban en las mesas al
rededor del pequeño escenario, charlaban entre ellos, disfrutaban de los postres de tía Cass;
no cabía duda que en las noches temáticas era cuando más se llenaba la cafetería.
Al tener demasiado clientes, Hiro también estaba abusando con los pedidos, portaba un
delantal naranja con unas orejas de gato sobre el mismo a manera de adorno; odiaba ese
delantal, pero era parte del uniforme, así que no tenía otra opción; aparte que su tía
disfrutaba mucho verlo con él.
Hiro se mantuvo un tanto distante de Kubo y Miguel; sentía un poco de molestia al verlos
tan amigables juntos, bromeando y lanzando uno que otro chiste; Kubo le agradaba, pero
haberlo visto entrar con Miguel a la cafetería, y además lanzarle esas miradas extrañas y
"coquetas" le hacían desear su pacto de no lastimar a nadie y pedirle a Baymax que lo
golpeara, sí que sentía celos.
—Mike, ve preparando todo, ya casi te toca cantar—. Kubo comentó entusiasmado
mientras tomaba el lugar de Miguel de tomar las órdenes de los clientes.
—ah! Es cierto, voy por algo, no tardo—. Se retiró el delantal y corrió hacia la parte trasera
del lugar, subió por las escaleras para llegar al segundo piso de la casa. Corrió hacia su
habitación, estaba más que emocionado y quería impresionar a su público, enserio deseaba
hacer que la gente pasara un buen rato. Así que se le había ocurrido un plan, aunque había
prometido no hacerlo, un pequeño rato no lastimaría a nadie; Kubo le había dado ánimos
con su charla, así que en ese momento se sentía inspirado de utilizar todas su habilidades,
sin miedo.
Entró a su habitación, cerró la puerta con llave, para evitar que curiosos entraran sin
permiso; se quedó de pie en medio de la habitación; cerró los ojos un momento, de la
emoción no podía dejar de sonreír.
—Marco, despierta... vamos a lucirnos esta noche—.
Pétalos dorados surgieron de su cuerpo así como una luz naranja y amarilla le rodeaba;
frente a él se materializó Marco, ese muchacho de similar apariencia y de ojos dorados.
— ¿Y eso que quieras usar nuestros poderes?... creí que me odiabas—.
Entre un bostezo Marco exclamó con cierta molestia.
—Lo siento, solo que he pensado que sería bueno intentar cooperar, ya sabes, hacer cosas
juntos y que nos gusten—.
—Estará medio canijo que eso pase—.
— ¡Ay, Vamos! Hoy es la noche bohemia, te gusta cantar, vamos a presentarnos—.
—ajá... ¿con qué guitarra?—. Marco se sentó sobre la cama mientras se cruzaba de brazos.
—Con la de papá Héctor—. Miguel le esbozó una sonrisa traviesa y retadora.
—La pediremos prestada por esta noche—.
—Nah, no te creo... te culeas bien fácil—.
—esta vez no.... que... ¿tienes miedo?... ¡culo si no!—.
—si te rajas admites que eres puto—.
— ¡órale pues!—. Miguel extendió su mano hacia Marco para así ambos cerrar su pacto.
Al instante Marco desapareció dejando un haz de luz.
De nueva cuenta, el latino cerró los ojos para así tener una mejor concentración, tenía en su
mente la imagen de lo que deseaba, un traje elegante y la tan querida guitarra de su
tatarabuelo; solo era cuestión de que chasqueara sus dedos para así materializarlos, sentía
esa emoción que solía experimentar en sus primeros momentos en su adolescencia. Abrió
sus ojos, esbozó una amplia sonrisa, la emoción no la podía contener, la guitarra estaba de nuevo en sus manos, y no solo eso, se acercó al espejo de su habitación para corroborar su
atuendo, en definitiva, había logrado cambiarse de ropa; si bien no traía el traje tan elegante
del charro negro, si portaba con una camisa roja de vestir, corbata negra y pantalón negro,
así como unos elegantes zapatos negros, su cabello estaba sutilmente arreglado hacia atrás.
Los colores oscuros de su ropa ayudaban a que el blanco titanio de la guitarra resaltara
mucho.
Esbozó una amplia sonrisa mientras posaba frente al espejo.
— ¿Estás listo para hacerlos bailar?—.
— ¡A darle que es mole de olla!—. La voz de Marco resonó en su mente, si bien no podía
mostrarse ante todos por seguridad, el ayudaría a amenizar el ambiente en la cafetería.
Así pues, salieron corriendo de su habitación, está era su noche, solo de ellos, nada podría
detenerlos...
Salvo que al estar tan emocionado no prestó la atención necesaria y terminó por casi
atropellar a Hiro, quien caminaba hacia su dirección. Ambos jóvenes quedaron en una
situación algo incomoda, los rostros de ambos estaban tan cerca, los ojos de Hiro se
abrieron como platos, no era para menos; Miguel lucía muy apuesto, el asiático comenzó a
sentir el latido de su corazón acelerarse por la tan incómoda cercanía. Mientras que Miguel
estaba experimentando una especie de bloqueo mental, esos ojos almendrados mirarle,
como le hizo delirar... pero debía volver a la realidad, el silencio entre ellos se estaba
volviendo caótico y ¿en qué rayos estaba pensando?, a él no le agradaba. Ambos pudieron
sentir una extraña conexión, ¿podría provenir del daruma al estar tan cerca?, jamás lo
sabremos.
El primero en separarse y aclarar su garganta mientras que se escondía entre los mechones
de su cabello fue Hiro; sí que debía disimular esas mejillas ruborizadas.
—M-Miguel... ¿a dónde vas?—. Vaya pedazo de idiota.
—aaah... ¿pues a cantar?... es la noche bohemia en el café...—. Sí que era bueno para
esconder el nerviosismo. Desvió su mirada y continuó caminando; pero una mano le
detuvo.
—Espera... quiero decirte algo—. Hiro estaba juntando fuerzas milagrosas de donde sea,
estaba a punto de hacer algo que no solía gustarle.
—Hiro, si es por lo que pasó en el cuartel de que me desmayé... te juro que no recuerdo
nada—. Miguel estaba anticipando los tan irritantes regaños del asiático.
—No es eso, tus result.... Yo...—. Tanto le costaba, admitir culpa, aceptar a alguien,
demostrar sentimientos; era tan difícil. Tragó saliva y soltó a Miguel.
—Yo quiero decirte que... que espero me perdones...—. Bajó la mirada mientras fruncía el
ceño.
Esas palabras tomaron de sorpresa a Miguel, — ¿enserio se disculpa conmigo?— pensó aún
con la incertidumbre, pero decidió no hablar.
—Me comporté horrible contigo y no estuvo bien... no espero que quieras ser mi amigo,
pero si quiero que sepas que yo estuve mal, tenía miedo y no supe cómo reaccionar.... aun
así no justifica mi comportamiento, pero enserio me agradas... y eres bien amigo .... Ah... y
también eres libre de volver a tu departamento... no tienes que vivir aquí si no quieres—.
Viniendo de Hiro, esas palabras valían diamantes.
Miguel se acercó a Hiro para abrazarlo con algo de fuerza, si sentía algo de coraje por su
comportamiento, pero verle así tan vulnerable le causaba algo de ternura, así que no podía
evitar abrazarle con tanto cariño.
—Hasta que te das cuenta... genio—.
—Miguel... esto es muy pronto para abrazos...—. Hiro no sabía cómo reaccionar ante el
cariño de Miguel.
—Un abrazo entre hombres no hace daño... amigo—.
Marco solo maldecía y le describía las diferentes maneras en que mataría a Miguel por
aquel abrazo.
El latino se separó de Hiro, le dedicó una sonrisa amplia, sentía un peso menos en sus
hombros, sí que ser tratado como villano afecta puede llegar a hacer daño.
—Entonceeees... ¿estamos bien?—. A pesar del abrazo que había recibido, aún sentía
miedo de que Miguel le rechazara.
—Claro que estamos bien, no soy rencoroso—.
—Bueno... eso es un alivio...—. Hiro estaba por irse hacia su habitación cuando la voz de
Miguel le detiene.
—Ven, es noche bohemia... y aún tienes que trabajar jajaja—. El latino avanzó escaleras
abajo; ese día sí que parecía un milagro, se sentía aún más inspirado.
Hiro sintió algo de vergüenza, el momento era Perfecto y había metido la pata yendo hacia
su habitación cuando aún había una larga lista de comensales que atender. Pero no
pronunció palabra alguna, siguió a Miguel hacia el café y se quedó tras el mostrador
mientras observaba cómo todos prestaban atención al latino, algunas mujeres incluso
comenzaron a comentar entre ellas fascinadas por la elegancia y porte de Miguel;
obviamente Hiro sentía algo de molestia, pero ¿quién era el como para sentir celos? Ellos
eran simples amigos.
Kubo se acercó a Miguel para ayudarle con el micrófono y demás aspectos técnicos de
audio. Estaba que no podía con su alma, hasta a Kubo le cautivó lo guapo que Miguel lucía;
lo siento "Héroe", te han reemplazado.
—Suerte—. Fue lo primero que Kubo pudo pronunciar antes de dejar el escenario.
—Gracias... ¿oye, no quieres que le dedique una a Wirt?, digo, pa que tu novio te perdone
por lo que dijiste en la tarde—. Comentó mientras afinaba un poco su guitarra.
—él no es mi novio, baboso—. Ese comentario sí que le molestó un poco, sólo un poquito.
Miguel comenzó a interpretar melodías populares de su país natal, todas databan de la
hermosa época dorada de México; comenzó con "Sabor a mi" y el ambiente se tornó alegre,
tenía la total atención del público, quienes habían ido en parejas se abrazaban o se
dedicaban miradas románticas, las chicas miraban a Miguel con esos ojos de borrego a
medio morir, lanzaban suspiros y uno que otro guiño de ojo.
Hiro y Wirt tomaban los pedidos y los entregaban, mientras que tía Cass, trabajaba en la
cocina, no había un buen equilibro laboral, pero los cinco lograban hacer milagros. Wirt no
dejaba de observar las acciones de Kubo, tenía un extraño presentimiento, desde que
Miguel y Kubo habían llegado, Kubo mantenía un comportamiento especial hacia Miguel,
bromeaban más ellos juntos, se intercambiaban algunas miradas; parecían estar en sintonía,
a tal grado que a Wirt lo excluían, no a propósito, pero lo hacían. No solo eso era lo raro del
momento, si no que Hiro observaba con algo de desprecio a Kubo cada que se le acercaba a
Miguel; a simple vista no era obvio (Hiro sabía ocultarlo), pero si le prestaba la atención
adecuada podía notar cómo Hiro se quería comer vivo a Kubo, solo cuando le veía tan
cómodo en compañía de Miguel.
Algo caótico estaba cocinándose por aquí y Wirt quería divertirse un poco, podía ser muy
serio, pero de vez en cuando se permitía bromear o actuar como un humano "normal".
—Hey Hiro... ¿ya viste a Kubo?, pareciera que se quiere comer a besos a Miguel—. Volteó
a ver a Hiro quien se encontraba distraído tomando las órdenes de una mesa.
—Por si no lo notaste, aquí todos se quieren hasta acostar con el—. La voz cortante y fría
de Hiro causó una sonrisa malvada en Wirt. Hiro se retiró hacia la cocina para ayudar a su
tía, no quería seguir viendo el evento.
—Creo que mi tía necesita ayuda—.
— ¿No vas a ver a Miguel cantar?—.
—Nop, lo escucho todas las noches... no necesito escucharlo ahorita—. En realidad estaba
pasando por un horrible momento, su corazón estaba latiendo tan rápido como podía, sus
piernas temblaban con cada palabra que Miguel entonaba; estaba pasando por una extraña e
incomprensible ola de sentimientos que no le quedó de otra que maldecir al Daruma por haberlos unido.
—Tía, ¿necesitas ayuda?—. Suplicaba que le pidiera hacer cualquier cosa para poder
concentrarse en algo y no pensar en Miguel.
—No Hiro, por ahora todo está en orden, ¿por qué no vas a disfrutar del evento, Miguel
canta hermoso?—. Le sonrió de forma amplia.
Mala suerte Hiro, tú destino es sufrir los efectos de Miguel y sus encantos. No le quedó
opción más que sentarse detrás del mostrador, ahí, oculto de todos podía mínimo disfrutar;
al prestar atención a la canción sintió una especie de dejavú, esa canción le parecía
conocida, lo cual era extraño, de cultura mexicana no conocía nada, mucho menos de
música. Sin embargo, se sabía la letra y no pudo evitar cantarla tan bajo como un susurro.
Hiro estaba disfrutando de la canción, era tranquila y agradable; curiosamente le otorgaba
una gran tranquilidad aquella canción, primera vez que disfrutaba por completo de la voz
de Miguel, quizás le gustaría escucharlo más seguido.
Al terminar la melodía, la gente aplaudió animada, las chicas le dedicaban uno que otro
comentario al latino, y eufóricos, pedían otra maravillosa interpretación, el evento parecía
ser un éxito.
Miguel esbozó una amplia sonrisa, se sentía tan a gusto en el evento, esos eran los
momentos por los cuales él amaba cantar. Recordó su primera interpretación, ese momento
tan importante para el por haber cantado con su tatarabuelo frente a un escenario; así que
tomó una decisión, era momento de un pequeño homenaje a Héctor. Se puso de pie y dio
unos pasos al frente.
—Está canción es muy importante para mí, la primera vez que la interpreté fue
acompañado de un familiar a quien le tengo mucho cariño, es muy alegre... y si ustedes
tienen ganas de bailar, pues este es el momento—. Acomodó su guitarra, llenó de aire sus
pulmones y comenzó a tocar.
Su requinteo era perfecto, armonioso y totalmente limpio, su corazón vibraba de la
emoción, y no era para menos, amaba tocar Poco loco. En esta ocasión decidió no gritar,
era un espacio reducido y temía asustarlos.
Comenzó a cantar mientras que poco a poco bailaba sobre el escenario. Su voz era
claramente más grave que cuando la cantó la primera vez, por lo que se escuchaba un poco
más coqueta la letra.
[Que el cielo no es azul
Hay mi amor, hay mi amor]
Bajó del escenario para caminar entre las mesas mientras cantaba, así podría animarlos a
bailar.
Hiro sintió un escalofrío recorrer su cuerpo como pequeños choques eléctricos, esa canción
tan animada los causaba y le incitaba a bailar, lo cual le ponía nervioso, él no bailaba, ni
siquiera sabía cómo hacerlo. Se puso de pie, aún detrás del mostrador mirando sorprendido
a Miguel como bailaba y caminaba entre las mesas.
[Que es rojo dices tú
Hay mi amor, hay mi amor]
La gente se comenzó a levantar de sus asientos, algunos con sus parejas se ponían a bailar
al ritmo de la canción, algo increíble de ver, puesto que eran dos culturas totalmente
diferentes, sí que la magia de Miguel hacía maravillas.
[Ves todo al revés
Hay mi amor, hay mi amor
¡Creo que piensas con los pies!
Hay mi amor, hay mi amor]
Miguel se acercó a unas muchachas que le sonreían con pena en el rostro, pero al latino
poco le importó así que comenzó a coquetearles, lanzándoles miradas y sonrisas pícaras,
acciones tan clásicas para los latinos.
[Tú me traes un poco loco
Un poquititito loco]
Hiro se sintió rabiar, era inaceptable ver a Miguel coqueteando. Inconscientemente miraba
a Miguel con enojo, no estaba del todo seguro de sus acciones, pese a que podría ser el
resultado de la canción.
Esto Miguel lo notó, así que elevó su mirada para encontrarse con el rostro de Hiro entre la
multitud, le pareció divertida la actitud de su amigo, así que decidió molestarlo un poco
más, a esto en México le decimos "ser un poco mulas".
[Estoy adivinando que quieres y pa' cuando
Y así estoy celebrando
Que me eh vuelto un poco locooo]
Avanzó entre la gente que bailaba feliz, entre ellos se encontraba tía Cass bailando con un
comensal. Se acercó al mostrador donde Hiro se encontraba con una sutil crisis de pánico al
ver que el latino le cantaba muy cerca. Miguel le guiñó el ojo y comenzó a dedicarle la
canción, él también se encontraba sumergido en el trance de la alegría que emanaba la canción, así que tampoco se sentía muy seguro de su acción, pero no le importaba, se sentía
tan bien.
—Chinito, ¿por qué no vienes a bailar conmigo? Te vez tan triste ahí solito—. Comentó
entre el pequeño sólo de guitarra que tenía antes de la segunda parte de la canción.
—Calla Miguel, tengo que trabajar—. Hiro estaba rojo como un tomate.
—Ay vamos, ¿qué?... ¿te da miedo? Si solo vamos a bailar pegaditos—.
—No empieces—. Sentía que el lugar se había puesto un poco caliente, Miguel le ponía
muy nervioso.
—Conste que eras mi primera opción, luego no te enojes si bailo de cachete con una
chinita, que aquí hay unas muy bonitas—. Miguel se alejó del mostrador para continuar con
la canción, subió al escenario y volteó a ver a Kubo quien bailaba desde donde tenían el
equipo de audio.
[Chiflado tú me vuelves
Y eso está un poco loco
Tu mente que despega]
Miguel invitó a bailar a Kubo con él.
[Tu siempre con ideas]
Kubo intentaba bailar igual que Miguel, pero le resultaba un poco difícil.
[Con mi cabeza juegas
Todo es un poco locooo]
Miguel comenzó a ayudarle a bailar al ritmo de la canción, Kubo se sentía muy
emocionado, comenzaba a gustarle su amigo y eso podía notarlo Wirt y Hiro.
[Chiflado tú me vuelves,
Con mi cabeza juegas...]
Esto a Hiro no le gustó para nada, no tenía derecho de reclamar nada, solo eran amigos,
pero de una forma extraña le molestaba. Pero no había nada por hacer, la pena de que le
vieran bailar era mucha, así que... ni modo bebé, ese era el momento oportuno y lo dejaste
ir.
[Chiflado tú me vuelves,
Con mi cabeza juegas...]
Wirt era el único que no estaba bailando, así que caminó hacia donde Hiro.
—Jamás había visto a Kubo bailar de esa forma, mucho menos que le coqueteé tanto a un
hombre—.
—Que me importa... que se casen si quieren—.
[Un poquitititi titi tititito loco]
La canción terminó con gran ánimo, la hermosa voz de Miguel hacía eco en el local, la
gente reía e intentaba cantar; el español si era un idioma complicado, pero con canciones
así, como no dan ganas de cantarlas.
—No lo puedo creer... ¿acaso al frío de Hiro le están dando celos?—. Wirt fingió sorpresa.
—No... Como me podría gustar ese vago... le coquetea a todos por igual—. Soltó un
suspiro algo pesado.
Miguel hizo una reverencia tomado de la mano con Kubo, quien luego le soltó para
aplaudirle como el resto del público. Wirt volteó al escenario con una sutil sonrisa mientras
que también aplaudía. El latino volteó a ver a Hiro para luego dedicarle otra reverencia, sin
dejar de mostrar esa sonrisa pícara.
La noche se pasó rápido, entre canción tras canción, la gente bailaba y disfrutaba del
evento; Cass abrazaba a cada uno de sus empleados, la noche había sido todo un éxito, y no
era para menos. Miguel disfrutaba como nunca antes, se sentía como un pez en el agua; le
llenaba de orgullo ver que la gente de otro país disfrutaba de las canciones más importantes
de su amado país. Kubo bailaba al ritmo de cada canción y de momentos se acercaba a
Miguel. Wirt estaba tan entretenido viendo a sus amigos actuando tan extraño, el día de
mañana los molestaría sin piedad. Hiro, por su parte, no podía dejar de observar a Miguel;
había algo en el que le atraía tanto, no solo era su voz, ni su rostro, quizás también era la
forma en cómo bailaba, su mente divagaba tanto, los pensamientos impuros se apoderaban
de su mente; la situación se complicaba cuando el latino se acercaba a las damas y de
momento volteaba a verle como si estuviera haciéndolo solo para enojarlo. Si le enojaba,
pero más le incitaba a pensar tan más cosas... en definitiva, no tenía control de su mente. La
mirada de Miguel se volvía un tanto siniestra, sus ojos dorados como la miel mantenían
observando a Hiro con algo de malicia, su sonría había desaparecido por unos segundos;
tiempo suficiente para que Hiro pudiera notarlo y sentir un terrible miedo, sabía
perfectamente que esos ojos, ese gesto tan ruso, le pertenecían a Marco; ¿sería probable que
se diera cuenta de lo ambos estaban haciendo, no de forma intencional?, pues claro que se
daba cuenta, son la misma persona; si ya se había disculpado, ¿entonces por qué Marco le
miraba con tanto odio?. Sin percatarse volvía a ser el mismo, tan jovial y bailarín.
El ambiente se volvió ligeramente más melancólico, las luces bajaron su intensidad para
que el local se cubriera de una atmósfera azulada con tintes violetas. Era hora de cerrar el
evento y obviamente el latino tenía intención de concluir de una forma significativa, no encontró mejor canción que "el triste" para interpretar, sin duda alguna haría delirar a más de uno. Le pidió a Kubo que reprodujera la pista que guardaba en su celular, dejó a un lado su guitarra para luego acercarse al micrófono.
Marco no estaba del todo tranquilo con la elección de Miguel, si con "Tu falta de querer" la gente estaba que se cortaba las venas, quizás esta causaría algo peor.
—mmm Miguel... ¿estás seguro?, es "el triste" mejor escoge otra —. Marco nunca era la voz de la razón y cuando surgía el momento, había que hacerle caso.
—Todo va a salir bien, es un clásico... confía en mi—. La seguridad con la que le respondía causaba más la preocupación de Marco.
(La canción la pueden escuchar desde aquí)
[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]
La música comenzó a reproducirse, la gente volvió a dirigir su atención en Miguel, todo el ambiente era excepcionalmente exacto; las parejas se abrazaban cariñosas esperando a que la voz del latino armonizara el lugar. Comenzó a cantar con su voz grabe y lenta, casi como un susurro, causando el escalofrío de todos los presentes, entre ellos Hiro sintió su corazón latir y su respiración acelerarse un poco, sentimiento que reconocía bien de la vez que le escuchó en su salón de clases.
Wirt se acercó a Kubo quien no le quitaba la mirada a Miguel, sí que el asiático tenía un serio problema.
—Ah estado genial la noche, ¿no crees?, yo creo que Miguel se ligará a alguna de las chicas —. Wirt parecía disfrutar el momento.
—Siiii.... ¿eh?... Yo no creo que Miguel lo haga, ellas son muy escuálidas, no son su tipo, él me lo dijo—. Kubo se cruzó de brazos frunciendo ligeramente el ceño.
— ¿Entonces su tipo es más como Hiro?... digo, porque tú tienes la misma complexión de ellas—.
—Eres tan cruel, si fue por lo que te dije de los hombres, lo siento—.
—Uy, vas a tener que hacer más que solo disculparte—.
—jajajaja ya vete de aquí—.
—Por cierto... ¿de dónde sacó la guitarra?... creí que no tenía una—.
—Quizás se la prestaron, ahora largo... que me arruinas la buena vista—.
Esa buena vista se trataba de la espalda de Miguel, sí que tenía primera fila para contemplar un buen atributo.
—Me das asco... Nomás te digo que tengas cuidado, porque puede que te estés comiendo el mandado de alguien más—. Wirt volteó a ver a Hiro que aún estaba observando a Miguel desde la caja registradora, sí que se le veía algo molesto. Kubo estaba en otro mundo como para poder notarlo o si quiera haber escuchado a Wirt; quien también se escuchaba un tanto celoso.
Todo en esa última interpretación era perfecto, los espectadores disfrutaban de la canción, se les veía más cariñosos con sus parejas, algunos bailando, otros pocos que si reconocían la canción intentaban cantarla. Incluso Wirt danzaba de forma sutil al ritmo de la canción, sin duda había logrado controlar que reacciones debían tener las personas que lo escuchasen, un satisfactorio logro, un experimento con buenas expectativas. A pesar de ser triste la letra, su intención era que los comensales sintieran lo mucho que el disfrutaba cantar.
El final fue tan épico como la original interpretación de José José, impecable, llena de sentimiento; la gente no pudo evitar ponerse de pie y aplaudir de la misma emoción que Miguel les causaba, las jóvenes le gritaban como si de un idol se tratara clamando que se acercara. Había finalizado la canción y con esto el evento de jueves de bohemia en el Lucky Cat; aunque la gente pedía más, el restaurante ya debía cerrar sus puertas.
(aquí termina la canción)
Miguel volteó a su alrededor para buscar a Hiro, no le veía entre la multitud y eso le ponía nervioso, temía que esa última canción no le hubiera gustado. La gente se le acercó al latino para tomarse fotos con él y conversar acerca de las canciones y lo exitosa que fue la noche. Kubo y Wirt se dedicaban a limpiar las mesas mientras poco a poco los comensales se retiraban. Miguel seguía buscando a Hiro, hasta que logró identificar el cabello negro y despeinado de él, junto con su tía, quien se veía un tanto preocupada; alcanzó a ver qué Hiro se subía por las escaleras un tanto rápido. Por lo que dejó ahí a mitad de conversación al grupo de chicas que le pedían su número.
Caminó entre elogios y comentarios alargadores de los clientes que aún se encontraban ahí, la intriga y preocupación comenzó a invadirlo, sentía una extraña tristeza que no le pertenecía; en ese momento se sintió pequeño e impotente; la habitación le pareció inmensa. ¿Qué era ese sentimiento? No era propio y Marco se sentía bien, entonces ¿que podría ser?
Para su suerte Wirt notó la preocupación en su rostro así que decidió acercarse y ayudarle.
—Miguel, ¿está todo bien?—. Preguntó por lo bajo.
—S-si... solo que me debo ir un momento a tomar aire—. Le dedicó una sutil sonrisa.
—Ve, yo los distraigo para que ya no te detengan más—. Respondió con una sonrisa.
— ¡Señoras y señores!, si me prestan un poco de atención, me gustaría dar un anuncio; esta semana estaremos vendiendo los boletos para la semana cultural de la universidad, para los interesados favor de acercarse conmigo, la señorita Cass o Kubo—. Sí que Wirt sabía cómo distraer a la gente.
Mientras que su amigo daba los anuncios para la venta de boletos y el evento del jueves de la siguiente semana, Miguel pudo caminar sin problema hacia Cass quien también prestaba su completa atención a los anuncios del joven.
—Señorita, ¿Hiro se encuentra bien?—. Tenía un presentimiento pero no quería llegar a ninguna conclusión.
—Si cielo, me dijo que tenía tarea por hacer—.
Vaya que su tía podía ser algo despistada, Hiro ya no hacía tarea, él era el maestro. No quiso preocupar a la mujer así decidió seguir con la conversación como si no hubiera nada extraño.
—Ya veo, bueno iré a subir mi guitarra que si no se la regreso a su dueño sana y salva me mata—. Esa parte era más que verdad, de pasar la guitarra mucho tiempo en otro sitio podría causar un gran problema.
—Sí, cariño... voy a ver porque Wirt me agregó entre la gente que va a vender los boletos—. Dejó salir una sutil risa nerviosa y avanzó hacia donde Wirt.
Miguel subió por la escalera hasta llegar a la parte que ya correspondía a la casa de los Hamada; dio un recorrido con la vista a la sala y la cocina si encontrar rastro alguno del asiático. Era más que probable que Hiro se encontrara en su habitación, así que antes de ir a verle, Miguel fue a dejar la guitarra en su habitación, sea lo que sea que fuera a pasar no quería que su amada guitarra saliera unida, PRIORIDADES.
Una vez asegurada su guitarra caminó hacia las escaleras que daban a la habitación de Hiro, se quedó quieto unos segundos al pie de las mismas, jamás había subido por su cuenta y debido al carácter del asiático, no le quedaban ganas de acercarse mucho; pero esta vez sentía que debía ir. Así que agarrando el valor de donde su santo se lo permitiera, subió las escaleras. Fueron los segundos más largos, peor que una película de Kubrick.
—Hiro, ¿estás bien?—. Preguntó desde la entrada de su habitación, sí que era sorprendente el desastre que el asiático tenía ahí, en el escritorio herramientas de todo tipo y varios objetos desconocidos para Miguel, ropa por el suelo, su cama desordenada; en fin, todo un cochinero, algo increíble para un muchacho que expresa orden al diario.
—Lárgate...—.
Escuchó una voz quebradiza pero no podía verlo, había una especie de puerta corrediza en la mitad de la habitación que se encontraba cerrada. El corazón de Miguel se aceleró con cada paso que daba hacia aquella puerta.
—Te vi algo triste, ¿estás bien?—.
—Déjame en paz, tú y tus estúpidas canciones—.
—Hiro... no fue mi intención...—. Miguel posó su mano sobre la puerta, mientras más se acercaba su empatía le permitía experimentar los sentimientos de Hiro.
—Miguel... ya vámonos... este pendejo solo va a seguir llorando... no tiene caso—. Marco se escuchaba realmente molesto.
—Espérate... lo quiero ayudar—.
Miguel comenzó a abrir la puerta corrediza. Al abrir por completo la puerta se encontró con una imagen que le rompió el corazón.
Hiro se encontraba sentado sobre una cama sosteniendo una gorra siendo abrazado por Baymax, el robot le daba sutiles palmadas en la cabeza a modo de consuelo. Miguel no pudo evitar esbozar una sonrisa sutil; quería tomar una fotografía de ese momento, era tan adorable.
— ¡Dije que te largarás... no te quiero ver!—. Tomó una almohada que estuviera a su alcance.
—Crees que todo lo puedes resolver con tus estúpidas canciones, pero no es así... ¡hay gente que se siente sola y que no le ayudan las jodidas canciones!... perder a quienes amas duele...—.
— ¡¿De qué chingados hablas?! Eres al único en este mundo que solo lo hacen llorar mis canciones—.
—Las agresiones pueden causar graves heridas, sugiero que tomen medidas más pacíficas para resolver cualquier conflicto—. Las sabias palabras de Baymax llegaron para intentar calmar la cólera del asiático.
Hiro no respondió nada más, se levantó de la cama y caminó hacia su escritorio, se sentía triste y molesto, esa canción le había dejado un horrible sabor amargo, sin contar el hecho que haber visto a las mujeres y Kubo tan cerca de él, le causaba tanta rabia sin sentido. Se sentó en su asiento, encendió la computadora.
—Hiro, prometiste ser mi amigo, no me trates así, mejor ayúdame a ayudarte...—. Sentía el horrible impulso de abrazarlo con fuerza, estaba tan cerca, sus manos se acercaban a la espalda del asiático; pero las retiró de inmediato.
—Deberías irte, aún tienen que limpiar la cafetería...—.
—Sí pero escúchame Hiro...—.
—Ya, largo... Baymax, ayuda a tía Cass a limpiar—.
— ¿Limpiar con la tía Cass ayudaría a que tu ánimo mejore?—. La tan dulce voz de Baymax rompía con ese incómodo ambiente.
—Si Baymax, si ayudas a tía Cass me sentiré mejor—. Por suerte el sarcasmo no lo entendía el robot, pero el latino aún estaba ahí y podía sentir cada emoción de Hiro.
—Como quieras... si no das tu brazo a torcer entonces resígnate a morir por el puto Daruma—. Molesto bajó el asiático por las escaleras mientras que Baymax le seguía a paso lento.
—Ya valimos verga... ay que irle diciendo a papá Héctor que nos haga cancho en su casa—.
—Pa que te acercas a ese pendejo—. Marco salió de su cuerpo en forma de un cuervo negro, estaba algo harto de mantenerse tan oculto, aun así no dejaría que lo vieran.
—Cállate, él es tan idiota como tú —. Solo Miguel podía ver a Marco. Volteó a ver a Baymax para esbozarle una sutil sonrisa, caminaron por la cocina.
—Entonces tú eres Baymax, dime, que más puedes hacer aparte de patear traseros—.
—Soy un asistente médico personal, no tengo permitido dañar personas—. Baymax inclinó ligeramente su cabeza.
—wow... no eres un robot para lugares hostiles... ten, llévate esto bombonsote—.
Miguel caminó hacia las mesas para tomar los platos y vasos, luego entregárselos a Baymax para que se los llevara a Cass que se encontraba en la cocina.
Se acercó a Kubo y Wirt, quienes se encontraban barriendo y recogiendo el equipo de audio.
—Sí que te luciste hoy Miguel—. Wirt le dedicó una sonrisa sutil mientras que enrollaba los cables del micrófono.
— ¡Sí!, me hubiera encantado que el evento dudara más—. Más que barrer, Kubo parecía que bailaba con la escoba.
— ¿tú me vas a pagar el tiempo extra?, porque yo no trabajo gratis—.
—Te pagaría lo que sea Miguel—. Kubo susurró con algo de pena sin percatarse que Wirt si le había escuchado.
—Y dime, ¿alguna chica del público te llamó la atención?—. Wirt se acercó a Kubo para abrazarle por el cuello.
—No digas que no, había varias mujeres y uno que otro hombre comiéndote con la mirada—.
Disimuladamente volteó a ver a Kubo quien al entender la indirecta se tapó el rostro.
—Nah, nunca he sentido algo por alguna persona del público—. Tomó otra escoba para ayudar a Kubo a barrer.
— ¿Nadie en absoluto? Vamos Miguel, varias personas me pidieron tu número, alguien debería llamar tu atención—.
—Ya déjalo en paz Wirt, si dijo que no es no—. Kubo se soltó del abrazo de Wirt, sentía que las bromas de su amigo se estaban tornando crueles.
—Calmados morros jajaja, que así se rompen relaciones bonitas, mejor dense un abrazo y un beso—. No podían competir contra Miguel, él era experto para las burlas y comentarios sarcásticos.
Wirt estuvo a punto de contestarle cuando fue interrumpido por una llamada desde su celular, vio el número de la llamada y al contestar se retiró un poco para poder hablar, se le veía emocionado, con una amplia sonrisa y su voz era un poco más animada, sea quien sea en esa llamada, él se sentía feliz.
—pos ora... ¿qué le picó a este?—. Miguel se quedó con las ganas de seguir molestando a su amigo.
Volteó a ver a Kubo y pudo notar una reacción extraña en él; mantenía una sonrisa sutil pero incómoda, no se le veía muy feliz.
—Es probable que sea Sara, suele llamarle a esta hora—. Kubo desvió su mirada para continuar barriendo.
— ¿Sara?... ¿Quién es Sara?—.
—Su novia—. Kubo elevó su mirada a Miguel para dedicarle una media sonrisa mientras que se encogía de hombros.
En ese momento Miguel tuvo una gran revelación, ver a Wirt tan feliz y luego Kubo con ese semblante de tristeza le ayudó a unir cabos sueltos entre esos dos muchachos. Una situación sin duda difícil, esto podía pintar para un buen drama coreano, sí que se haría famoso con la historia; bueno, en un universo donde el fuera escritor.
Sentía un poco de pena por Kubo, quizás su situación no era muy agradable, debía ayudarlo de alguna manera.
—Oye, te quería preguntar si te gustaría quedarte a dormir conmigo, podemos estudiar y sirve que me ayudas con mi pronunciación del japonés para mi presentación—. Sí que se sentía todo un héroe.
— ¿enserio?—. La mirada de Kubo se iluminó por completo, una sonrisa amplia se dibujó en su rostro.
—me encantaría ayudarte—.
Pasados un par de minutos, Wirt regresó con sus amigos, de nuevo tenía esa mirada clásica de tranquilidad con una ligera sonrisa. Continuó su trabajo de guardar el equipo de audio.
—Hey Kubo, dice Sara que te manda saludos, te extraña—.
—Me la hubieras pasado, quería pedirle que me enviara más de ese té delicioso que trajo la última vez que vino—. Kubo infló sutilmente sus mejillas.
—Tienes su número, háblale tú—. Tomó varias cajas del equipo y las llevó para el pequeño almacén que tenían detrás de la cocina.
—Sí, pero es más divertido cuando la molesto así—.
El sonido de una mano tocar sutil el vidrio de la puerta del restaurante llamó la atención de los jóvenes. Miguel se acercó para poder dar el aviso de que el lugar ya había cerrado, pero Kubo le interceptó para abrirle la puerta a un muchacho de cabello castaño, alto y ligeramente parecido a Wirt, las pocas diferencias era la nariz, la tan carismática mirada que poseía y su estilo de prendas más contemporáneas y de colores secos. De unos 15 años, él tenía ese porte de madures y confianza.
—Greg, que sorpresa verte por aquí—. Kubo abrazó con fuerza al joven muchacho.
—Vine por mi hermano, a veces como que se le va la onda y termina faltando a la cena familiar, bueno solo va a cenar conmigo, me prometió que haríamos puré de papa —. El joven Greg sí que era enérgico y alegre, cada comentario que daba carecía de malicia y abundaba en verdad.
—Ay Wort, nunca cambia, hace rato llamó Sara, no me dejó hablar con ella jajaja—.
Miguel se estaba sintiendo extrañamente invisible solo escuchando la conversación de ambos.
—No te preocupes, a mí nunca me deja hablar con ella, y eso que a Sara siempre le han gustado mis canciones—.
—Lo siento Mike jajaja Greg, te presento a Miguel Rivera, el amigo del que te había hablado—.
Greg esbozó una amplia sonrisa para luego extender su diestra a Miguel en señal de saludo.
—Así que tú eres el famoso Miguel, ¡mucho gusto! Yo soy Greg hermano menor de Wirt—.
—Hola Greg, si te soy sincero... no sabía que Wirt tenía hermano... no te ofendas, pensaba que era uno de esos trolls que viven debajo de los puentes—. Correspondió al saludo con mucho gusto.
Greg dejó salir una carcajada ante aquel comentario.
—Creo que ni yo creería que él tiene hermano—.
—O una novia—. Kubo rió de igual manera, sí que ambos estaban acostumbrados a bromear y hablar de Wirt.
—Ya los escuché a ambos, dejen de hablar de mi o las cortaré las lenguas—.
—Nadie habla de ti—. Kubo y Miguel esbozaron una amplia e incómoda sonrisa.
—No Wort, solo hablábamos de deportes... ya sabes, un gato viejo otro gato viejo y así —.
—Ajá... cuantas veces debo decirte que gatos viejos no es un juego, anda vámonos—.
—Claro que lo es... ¡Nos vemos chicos!, ¡Miguel, fue un placer conocerte!—.
Ambos jóvenes salieron del local y así terminaron por cerrar la cafetería, acomodar las mesas y apagar las luces dando fin así a un gran día laboral.
———•—•———
Miguel y Kubo subieron por las escaleras hasta el segundo piso donde se encontraba Hiro preparándose uno de sus bocadillos favoritos, sándwich de mermelada con chocolate. La reacción de Hiro hacia Kubo fue un tanto hostil, caminó frente a ambos con el plato en la mano, miraba a ambos con el ceño fruncido. Kubo sintió la mirada pesada de Hiro, sentía miedo, nervios; pero no sabía que estaba haciendo mal, solo estaría con su amigo (crush) para hacer tarea. Miguel igual sintió la presión territorial de Hiro, tenía miedo de que el Daruma se activara y que terminara por desenmascarar a Hiro, la situación ya estaba lo suficientemente extraña así que alguien debía romper con ese frío e incómodo momento sin justificación.
—Hey Hiro, ya te sientes mejor.... Kubo se quedará para ayudarme con mi parte de la semana cultural—. La voz de Miguel sonaba con fingida despreocupación.
— ¿Mi tía sabe?—. La frialdad con la que Hiro se dirigía rompía el corazón de Miguel.
—Obvio, no voy a invitar gente sin decirle, ella es la dueña de la casa—.
—Yo también lo soy...—.
—H-Hiro... si te molesta puedo retirarme, lamento mucho ser tan imprudente—. Kubo le dedicó una reverencia a modo de disculpa, si bien, la cultura japonesa estaba muy arraigada a ese pequeño asiático.
—Kubo, no hagas eso jajaja no has hecho nada malo—. Miguel sentía que aquel gesto había sido demasiado para la situación, ahora sí que estaba molesto por ver cómo Hiro volvía a ser tan horrible con él.
—Hiro solo está bromeando, ¿Cierto?—. Le miraba con el ceño fruncido, sus ojos se tornaron de un color dorado brillante, con la mirada intentó dejarle en claro que no debía meterse con sus amigos.
Hiro entendió la indirecta hacia él, mantuvo su postura corporal y su mirada pesada y penetrante hacia el latino; sentía unas enormes ganas de tomarle del brazo y llevárselo lejos de Kubo o de golpearlo. Suspiró con pesadez, se dio la media vuelta y caminó hacia las escaleras que daban a su habitación.
—No hagan mucho ruido que necesito trabajar—.
Miguel intentaba comprender el porqué del comportamiento de Hiro, quizás debía hablar con él, pero en otro momento.
—Vamos Kubo, debemos practicar para el evento—.
—Miguel, yo creo que sería mejor irme... no quiero causarte problemas—.
—Pero no causas ningún problema—.
—Miguel, está bien... es mejor respetar el espacio—.
—Déjame acompañarte a tu casa, mínimo no te haré regresar solito—. A Miguel no le parecía el hecho de que Kubo se retirara solo por la reacción de Hiro; pero él que iba a saber sobre su cultura. Tomó su suéter y bajó por las escaleras de mala gana. Kubo siguió a Miguel hacia la salida de la casa.
———•—•———
Hiro escuchó la conversación de ambos jóvenes, escondido tras la pared de su habitación, sentía coraje; coraje de ver cómo Kubo podía tenerlo siempre tan cerca y el no, coraje su inseguridad, coraje de no entender ni siquiera lo que él siente y que la simple presencia del latino le causaba comportamientos aleatorios. En su computadora tenía encendido el reproductor de música con canciones de estilo indie alternativo, género que hacía poco le había agarrado el gusto.
[ Pueden escuchar Frankie Cosmos - Fool]
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Se le había espantado el hambre, aquel sándwich se veía poco apetitoso, así que lo dejó de mala gana sobre el escritorio y se dirigió a su cama para dejarse caer sobre ella; llevó su antebrazo a su rostro para tapar sus ojos, estaba abrumado, sentía una tremenda vergüenza por su comportamiento, le agradaba Kubo, pero el simple hecho de verles juntos le hervía la sangre; debía disculparse... no, su orgullo era más importante, aun así no podía evitar sentirse como un completo tonto por Miguel.
— ¿Qué es lo que me pasa?—. Lanzó aquella pregunta retórica al aire sin espera de respuesta.
—Gozas de una excelente salud, aunque es momento de bajar la cantidad de azúcar que consumes—. La voz de Baymax rompió con el silencio en la habitación.
—Gracias Baymax, pero no me refiero a eso...—.
— ¿Es con relación al joven Miguel?.... ¿Tiene síntomas inusuales?—.
—No Baymax, no es con relación a Miguel—.
—Si tiene sentimientos encontrados hacia una persona, ya sea del sexo contrario o del mismo, es probable que estés pasando por lo que ustedes llaman enamoramiento, sugiero que abras un diálogo amistoso con Miguel para....—.
—Yo no he dicho que me gusta—. Su rostro se volvió completamente rojo. Se levantó de golpe para cubrir el rostro del robot.
— ¿Hiro, deseas que contacte a Miguel para poder organizarles un convivio en algún lugar agradable?—.
— ¡NO!, deja el tema en paz, no me gus...—.
—Contactando a Miguel Rivera—.
— ¡Increíble!—. Hiro se dejó caer la cama, tomó su almohada y se cubrió el rostro. Maldijo mil veces al excelente trabajo de su hermano con el sistema operativo de Baymax.
—Lo lamento Hiro, no pude completar la llamada, tal parece que el celular no está a su disposición, ¿quieres que vuelva a intentar?, ¿le dejo un mensaje?—.
La mirada de Hiro se nubló, solo pudo imaginar una perfecta noche romántica entre Kubo y Miguel, caminando bajo la luna y riendo de los chistes del latino. Retiró la almohada de su rostro para dejarla a un lado, suspiró de forma pesada.
—No Baymax... déjalo así... mejor llama a Honey y Gogo, diles que me llamen por video llamada en la computadora—.
—Eh mandado el mensaje... Hiro, ¿estás satisfecho con mi cuidado?—.
—Si Baymax... estoy satisfecho con tu cuidado, gracias—.
Así el esponjoso robot se dirigió a su lugar de recarga para compactarse dentro del mismo, en espera de que sus habilidades sean requeridas.
De mala gana Hiro se levantó de su cama y se dirigió a su escritorio, intentó probar su bocadillo ya frío, pero no le parecía apetitoso así que devuelta lo dejó a un lado. Encendió la pantalla de su computadora, tenía en su pantalla de inicio un sin fin de documentos y programas, solo él sabía dónde tenía todo. Continuó con toda la información del prototipo de un nuevo proyecto, toda la investigación de la naturalidad de Miguel le había ayudado a poder extender sus horizontes en armamento y robótica. Al abrir los documentos correspondientes a Miguel, se topó con las fotografías del mismo; se quedó estático al ver los hermosos ojos castaños del latino, esa sonrisa sincera siendo adornada por un coqueto lunar sobre su labio; vaya que estaba actuando como un completo tonto.
El sonido de la video llamada de sus amigas le sacó del trance tan rápido que dio un ligero salto sobre su silla; volteó a todos lados de manera estúpida y en espera que no haber activado a Baymax; al voltear de nuevo a su escritorio grande fue su sorpresa cuando vio al Daruma sobre su escritorio, observándole con su único ojo pintado.
(aquí termina la canción)
—Estúpida cosa.... deja de ir y venir—. Lanzó la estatua sobre su cama, poco le importó que se tratara de una reliquia, mucho menos que le perteneciera a Kubo (que de pensarlo mejor era probable que le prendiera fuego).
Aceptó la video llamado de Honey y Gogo, ambas pantallas se abrieron mostrando el rostro de las dos mujeres. Honey se encontraba en su hogar y llevaba en brazos a un bebé. Mientras que Gogo se encontraba en su oficina.
— ¿Qué pasó Hiro?—. Gogo llevaba unos lentes de ornamenta redonda y plateada.
—Recibimos el mensaje de Baymax, ¿todo está bien?—. Su tono de voz sonaba un tanto preocupada mientras que mecía al pequeño en brazos.
—Oh, sí estaban ocupadas me hubieran mandado un mensaje, sorry—. Hiro esbozó una sutil sonrisa. — Sí, todo está bien... solo que... ¿puedo seguir tratando a Miguel como delincuente?... sería más fácil para mí—.
—괜찮아 Hiro, estaba revisando unos papeles antes de irme a casa—. La asiática arqueó una ceja al escuchar el último comentario de Hiro. — ¿Para?—.
—Hay Hiro, sabes que siempre tenemos tiempo para ti—. Su sonrisa amplia siempre tranquilizaba a Hiro, Honey era como su hermana mayor.
— ¡No te atrevas Hiro, no te ha hecho nada ese adorable chico!..—. Los regaños terminaron por alterar a su bebé, quien comenzó a moverse incómodo en sus brazos.
—Oh... esperen, llevaré a Hikari con sus papá—. Se retiró de la vista de la cámara.
—En lo que regresa Honey... entonces Hiro, si vas a ir mañana con Wasabi o le digo a Fred que vaya, ya que tú pareces sentimentalmente inestable—.
—No estoy sentimentalmente inestable, esas son puras patrañas... y claro que iré, necesito ver por mí mismo esas anomalías....espero que pueda responder al menos una de mis dudas, todo ha estado tan extráñame tranquilo —.
—Todo esto me da un muy mal presentimiento—.
—Listo chicos, ¿de que hablábamos?—. Honey acomodó sus lentes.
—De que a Hiro le gusta Miguel y es muy terco para admitirlo—.
— ¡Cállate Gogo, no me gusta!—.
—Ay claro que si Hiro, a todos nos consta—.
—Gogo tiene razón Hiro, siempre actúas extraño con la gente que te agrada—.
—Honey, ¿te acuerdas cuando nos presentaste a tu novio y Hiro no quiso ni decirle "Hola"?—.
—Es cierto—. Al recordar aquel momento, Honey no pudo resistir reír. —Y después no dejaban de platicar sobre videojuegos—.
—No es mi problema que tu esposo sea un nerd como mi hermano... hasta se parecen—.
—Eso no es cierto, tu hermano era como Baymax, el esposo de Honey es más como.... Marco—.
—A lo que vamos con esto es que te des una oportunidad Hiro, no pierdes nada con intentar—. Al escuchar que hablaban de Tadashi, Honey intentó cambiar un poco la conversación, hablar de él solía entristecerla.
—Claro que pierdo algo con intentar, la dignidad—.
—El digno Hiro Hamada, deja de fingir, te va a doler cuando veas que él se fue con alguien más —. Las palabras sabias de Gogo dieron justo en el blanco.
—Alguien más ya está más cerca de él, no tiene caso acercarme si se ven bien... aparte... me da vergüenza demostrar lo que sea que sienta por el... si yo no le agrado, solo me trata bien por ustedes....—. Hiro bajó la mirada mientras encorvaba un poco su cuerpo.
— ¿Alguien se te adelantó?... ¿Quién?—. La voz de Honey sonaba preocupada.
—Kubo, ellos andan juntos siempre y hoy en el evento de la cafetería ellos bailaron todo el evento.... y todo porque yo le dije que no...—.
Tanto Gogo como Honey hicieron una expresión de preocupación dejando salir un suspiro ligero.
—Está bien... ellos son más compatibles que Miguel y yo... es mejor que olvide esta estupidez del amor y concentrarme en lo que en verdad importa, recuperar las reliquias... —.
—Pero Hiro... ¿no crees que las cosas cambien si tú le demuestras que te agrada mucho?—. Honey no iba a permitir que su querido amigo se cerrara en esa burbuja.
—No—.
—Piénsalo mejor, ¿es lo que deseas a largo plazo?—.
La puerta de la entrada de su casa se abrió, Hiro escuchó el recibido de la misma por lo que intuyó que se trataba de Miguel. Se sintió nervioso y sus amigas pudieron notar su cambio repentino de ánimo.
—Hiro, ¿Estás bien?—.
— ¡S-Si!... debo colgar, ¡Adiós!—.
Sin esperar respuesta de sus amigas se desconectó de la video llamada y tomó cualquier objeto que estuviera cerca de él intentando hacer como si estuviera armando algo.
Su nerviosismo acrecentó cuando escuchó que los pasos de Miguel se dirigían hacia su habitación, su escritorio era todo un lío y por primera vez en su vida sintió vergüenza de eso.
Cuando vio que Miguel se asomaba por la entrada de su habitación, sintió que sus manos le temblaron y el desarmador terminó por caerle en la entrepierna, de inmediato cubrió su boca para evitar gritar y que Baymax se activara, tomó una bocanada de aire y se acomodó sobre su escritorio.
Todo aquello pasó en cuestión de segundos mientras Miguel le miraba extrañado y claramente preocupado por el golpe en su entrepierna.
—Bato... ¿quieres que te traiga hielo?—. Hasta Miguel pudo sentir aquel golpe.
—E-Estoy bien... HAHAHA... no dolió—. Una pequeña lágrima se escapó por el rabillo del ojo de Hiro.
— ¡Vaya! No tardaste nada en ir y venir—.
—Emmm... pues de regreso solo salté por los techos de los edificios—. Miguel aún se sentía un tanto molesto por el comportamiento de Hiro, su voz era seria y solo una muy sutil sonrisa se mostraba en su rostro. —...oye... quería habl...—.
— ¡Oye!... quería...—. Las palabras de ambos se mezclaron.
—Perón... ¿que ibas a decir?—.
Miguel suspiró de forma pesada, caminó hacia la cama de Hiro para sentarse.
—Hiro... ¿Soy molesto para ti?—.
Esa pregunta se sintió tan fría y directa que le causó un escalofrío.
—No... No eres molesto—.
—Soy extranjero y es probable que muchas de sus costumbres no las entienda... y si te causa a ti molestia que yo invite a amigos a estudiar, lo mejor sería irme a mi departamento, para ya no causarte molestas... porque no me agradó que fueras tan grosero con Kubo, pero luego de hablarlo él y yo, entendí que tú estás en todo tu derecho de negarte—.
Miguel mantenía su mirada fija en Hiro, Marco celebraba el hecho que al fin se irían de ahí.
—Tampoco quiero que surja un problema con Kubo y contigo, el me agrada mucho y sé que ustedes se llevaban bien... solo ahora no entiendo porque—.
"El me agrada mucho" terminó por romper el corazón de Hiro, todo esto era una experiencia nueva y su forma de reaccionar era impredecible; temía explotar del enojo, así que por primera vez en su vida se quedó callado y solo escuchó.
—Él sabe de Marco, pero no puede ver la identidad real del Héroe, por su condición... y el me ayudará a poder separarnos del daruma, así no tendrás más problemas conmigo... es por eso que he venido a hablar seriamente contigo, debido a nuestra charla, me dijo que debía tener una relación tranquila con quien esté atado, y debido a las situaciones, lo mejor sería que me alejara un poco de ti para que puedas respirar tranquilo...—.
Vaya que sus amigas tenían razón, dolía demasiado ver como esa persona miraba hacia otro lado con otra persona, dejándole a él con todo el revuelo de sentimientos. No era lo que su corazón quería, no quería estar lejos de él, no quería esto para su futuro, le gustaba verle cada mañana y cada noche, bromear en el café y verle cantar... cantar, ¡cantar!... Esa puede ser lo que necesitaba para demostrarle sin verse desesperado.
—Yo.... lo siento... no puedo detener tus decisiones, eres libre de hacer lo que quieras... pero... I just want to stay with me...—. Eso último lo dijo solo para el mismo.
Miguel no le escuchó bien por lo que ladeó un poco la cabeza, exclamando su tan característico "¿eh?".
—Hay una canción que mi papá le cantaba a mi mamá, yo no lo recuerdo... pero Tadashi me la cantaba cuando ellos se fueron... no me gusta bailar... pero si me gusta cantar... mientras nadie me vea...—.
El ceño de Miguel se frunció ligeramente, no entendía porque la conversación había dado un giro completo.
— ¿Qué tiene que ver?—.
—Soy muy orgulloso... no es como decirte las cosas... solo déjame intentarlo a tu modo—. Se levantó de golpe de su asiento, caminó hacia la parte de la habitación que pertenecía a su hermano, buscó debajo de su cama hasta que encontró una vieja guitarra que pertenecía a Tadashi. Regresó con Miguel y se sentó de nuevo en su silla.
Miguel estaba algo sorprendido y un poquito molesto, de haber sabido que Hiro tenía una guitarra en la casa hubiera sido más fácil que traer con magia la guitarra de su tatarabuelo.
— ¿sabes tocar guitarra?, impresionante—.
—Solo un poco, Tadashi me enseñaba canciones viejas para evitar que me fuera a pelear con robots, creo que pretendía seguir la filosofía de "un músico no tocará nunca un arma" o algo así—.
—Esa es una mentira ¿sabes?—.
—Sip, pero ni hermano tenía fe en eso... y en mi...—. Sintió unas terribles ganas de llorar, pero debía contenerse.
—Bueno... aquí voy—. El primer rasgueo sonó totalmente horrible y desafinado, causando las miradas de desagrado de ambos.
— ¿Sabes afinarla?—.
—No...—.
—Presta para acá jajaja—. Tomó la guitarra de Hiro para así comenzar a afinar una a una las cuerdas del instrumento. Con su voz media la nota correcta en la que debían estar y las comparaba con las mismas notas hasta conseguir el tono correcto. Mientras tanto Hiro se sentía completamente fascinado.
—Listo, ahora si puedes tocar—. Miguel le entregó la guitarra con una sutil sonrisa.
Con nervios, Hiro tomó la guitarra, se acomodó en su silla y comenzó a tocar, era la única canción que se sabía a la perfección, ya que era la única manera en que se sentía cerca de sus padres y hermano.
[Reproducir desde el segundo 46 ]
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La voz de Hiro era armoniosa, grave y muy agradable al oído, algo que a Miguel le dejó perplejo, nunca se había imaginado que el gritón de Hiro pudiera cantar bien.
[私は私 貴方は貴方と 昨夜言ってた そんな気もするわ]. -"I am only me. You are only you." I feel the same way as I did last night.-
Hiro se sentía muy nervioso, tenía la presión de que alguien que sabía le escuchara y le juzgara por su interpretación.
[グレイのジャケットに 見覚えがある コーヒーのしみ]. - You in your gray jacket, With that oh-so-familiar coffee stain...-.
Miguel cerró los ojos y esbozó una amplia sonrisa, era toda una experiencia única escucharle cantar. Nunca había escuchado la canción antes, sin embargo la letra le parecía conocida, a pesar de estar en japonés, le entendía.
[相変らずなのね ショーウィンドウに 二人映れば]. - Just as you always are. The two of us reflect in the window display...-.
El coro fue el pináculo del momento, todo lo que quería decir Hiro estaba oculto en la letra de esa canción.
[stay with me...
真夜中のドアをたたき帰らないでと泣いたあの季節が 今 目の前stay with me...口ぐせを言いながら二人の瞬間を抱いてまだ忘れず 大事にしていた].
-stay with me... Knocking on midnight's door. I beg you not to go home tonight. The season's right in front of our eyes. stay with me... Uttering our favorite words. Holding on to our little moment. I'll never forget it as long as I live.-.
Miguel sintió un escalofrío escalar desde sus pies y por su espina dorsal, de inmediato abrió los ojos para toparse con el rostro rojo y avergonzado de Hiro.
[恋と愛とは 違うものだよと 昨夜言われた そんな気もするわ]. -"There is more than just one kind of love." I feel the same way as you did last night.-
No pudo evitar cantar con él, haciendo una segunda voz más baja para poder seguir escuchando la hermosa voz de Hiro.
[二度目の冬が来て 離れていった貴方の心]. - A second winter has arrived. Your heart felt so very far away.-
Ninguno de ellos se dio cuenta que el Daruma se había aparecido en el escritorio del asiático, no importaba; eran como dos imanes que sentían la atracción del otro sin reproche.
[ふり返ればいつも そこに 貴方を感じていたの]. - I'm always thinking about it. About how I could feel you so long ago.-
Miguel tomó la silla donde Hiro estaba sentado y la atrajo a él, no había momento para pensar, solo deseaba una cosa.
[stay with me...
真夜中のドアをたたき
心に穴があいた
あの季節が 今 目の前...]. - stay with me... Knocking on midnight's door. A hole's opened up in my heart. The season's right in front of our eyes...-.
Lentamente ambos rostros se acercaron, sentían el aliento cálido de ambos sobre sus labios; la iluminación tan sutil y romántica era perfecta para el momento. Miguel tenía muy en claro lo que Hiro quería decirle, y sentía una felicidad única, estaba más que claro que le gustaba. Se detuvo la música, Hiro cerró los ojos y tieso por el nervio, solo esperó a que Miguel le besara. Lo cual no tomó ni diez segundos; Miguel tomó el rostro de Hiro y lentamente acarició los labios del asiático con los propios. Ambos corazones latían al mil por segundo, la explosión de sentimientos en ambos era tanta que las palabras faltarían para describirlo. El contacto íntimo en ese beso se sentía tan familiar y reconfortante, ninguno deseaba separarse; no tenían tiempo de pensar y aquel beso se volvía más pasional y deseoso de más por contacto.
La mano de Marco terminó por separarlos de ese beso, jaló a Miguel lejos de Hiro y se lo llevó arrastrando escaleras abajo. Marco se veía furioso, al grado que no le importó si Cass le veía rondar la casa.
Tomó a Miguel por el cuello y lo aventó contra la pared.
—bájale de huevos Miguel... ¿a qué chingados estás jugando?—.
—M-Marco... yo solo estaba haciendo las paces con Hiro...—.
— ¡Y casi te lo coges!—.
— ¿Qué tiene de malo?... el me gusta—.
Marco bajó a Miguel, se separó un poco de él, pateó la pared del coraje, la situación había terminado por activar la cólera de Marco.
—Se supone que no te debe gustar el... ese pendejo solo nos traerá problemas... chingado Miguel... me puse de tu lado para así poder salir de esta pendejada y así es como lo solucionas... ¿qué mierda te pasa por la cabeza?.... está mucho mejor Kubo... al menos él sabe cómo curarte o ¿ya se te olvidó que vas a morir?—.
— ¿Desde cuándo te importa tanto quien me gusta?... Solo viniste a mi vida a hacerla miserable, si me muero bien, al menos te irás conmigo a la tumba, capaz y te lleva el diablo—.
—Bien... muérete entonces, no me hables si no es necesario—. La mirada de Marco más que de coraje fue de tristeza; algo tenía en contra de Hiro que le alteraba tanto.
Miguel suspiró profundo, se sentía muy abrumado por todo el día tan lleno de sentimientos, se levantó del suelo y caminó hacia su cuarto, ahora solo necesitaba descansar; mañana vería a Hiro para ir al cuartel, una sonrisa amplia de dibujó en su rostro, aún no eran nada más que amigos, pero ese beso lo recordaría por siempre. Se entregó a los brazos de Morfeo para dar paso a un nuevo y misterioso día.
[Fin del capítulo].
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Hola Hola!
Soy Yongelli13 o solo Elli.
Éste capítulo es algo largo porque no quería separar las escenas ya que todas estan ligadas ;; por eso terminó por estar más largo que lo normal hahah
Espero les guste~
La verdad ya me estaba muriendo de la emoción por escribir esto, cambié muchas escenas porque deseaba que fuera perfecto c: ahora podré dormir tranquila, bueno no hahah sigue el capítulo 15 ;o; prepárense chicos hahha
La traducción de la canción de Stay with me la dejé en inglés porque me gustó mucho lo que decía así tal cual, no quise intentar traducirle y arruinar el significado ;u;
Eso es todo por el momento, nos leemos luego
Bye Bye!!
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