¿Es un nuevo héroe?
Dentro del auto reinaba el silencio y una incomodidad por parte de ambos jóvenes, deseaban conversar y disfrutar de anécdotas como en aquella tarde en el café maid; existía aún esa remota idea de que ambos podrían ser amigos a pesar de las extremas diferencias. Si, estaba claro que mientras uno era un héroe, el otro aún no sabía qué era, podría ser un villano o alguien bueno, pero jamás un héroe; o de eso intentaba convencerse.
Hiro mantenía su mirada fija en el camino, su mirada ya era bastante tranquila, sin embargo, seguía serio; estaba sumido en un océano de pensamientos, intentaba encontrar respuesta al comportamiento del daruma sobre ellos, necesitaba saber porque un objeto así le uniría a alguien como Miguel, aunque muy en su interior había un pequeño Hiro que rebosaba de alegría al tener al latino aún más cerca; pero su pesada personalidad luchaba por matar ese sentimiento.
Miguel por su parte miraba por la ventana de su lado, observaba las luces de la ciudad, todo parecía tranquilo y pacífico. De momentos volteaba a ver a Hiro por el rabillo de su ojo, debía admitir que su perfil asiático era sumamente atractivo, su cabello despeinado y despreocupado, con una pequeña coleta sujetando los mechones de su nuca, el brillo de las luces amarillas de la ciudad se reflejaban en sus ojos marrones, era como un inmenso universo repleto de estrellas encerrados en un par de ojos. Sintió su cara un tanto caliente, sabía que se había sonrojado, sin embargo, no le importó, de todas maneras Hiro jamás le voltearía a ver. Comenzó a cuestionarse del porque fue tan terco de ir con el asiático, al final, Hiro de todas maneras le diría; pero había un pequeño Miguel en su interior que clamaba la compañía del asiático. Le pareció algo agradable, deseaba abrazarse a ese pequeño sentimiento, a pesar de lo horrible que ha sido Hiro con el; quizás era una idea masoquista, quizás se está volviendo loco, pero ese sentimiento no se sentía nuevo, era más bien como un hermoso y doloroso deja vu.
{—Miguel, ten cuidado con dejarte llevar, ese pendejo NOS quiere muertos, no somos más que un experimento, en cuanto obtenga lo que deseaba, me matará y te dejará en un avión con destino a México—.} La voz de Marco hizo eco en su cabeza, sonaba un tanto dramático pero tenía algo de razón, ellos se han vuelto su conejillo de Indias. Miguel soltó un suspiro pesado y continuó mirando el camino.
Al cabo de unos veinte minutos, ambos jóvenes llegaron al edificio de investigaciones de BH6, estaba algo retirado de la ciudad, lo cual era conveniente y seguro para los ciudadanos, y mantendría también la seguridad de los integrantes.
Hiro llevó el auto hacia un estacionamiento subterráneo donde también despegaban los héroes; tenia prohibido introducir un automóvil civil, pero al final a Hiro le importaba poco seguir las reglas o más bien, sus reglas.
Ambos bajaron del auto así como el gran robot que apenas y cabía en el automóvil; intentaba seguir el paso del asiático, nadie tenía el valor de iniciar la conversación, solo se observaban por cuestiones de segundos y de inmediato desviaban la mirada. Hiro se adelantó, aceleró el paso mientras se colocaba la máscara en la parte baja de su rostro, cubriendo así su nariz y boca. Baymax caminaba tambaleándose mientras intentaba correr.
—Hiro, no soy veloz, y creo que hemos dejado atrás a tus amigos—. Baymax miraba hacia atrás intentando no perder de vista a Miguel.
Hiro le ignoró por completo; acomodó su cabello de distinto modo, volvió a hacerse la cola de caballo, en este caso más arriba de su cabeza e intentó acomodar su cabello al lado contrario del que normalmente usaba; cerró su chaqueta de cuero y se colocó unos lentes parecidos a los de su casco; todo con el fin de ocultar su identidad.
El look improvisado de Hiro causó que Miguel sintiera su corazón latir a alta velocidad, ese porte tan oscuro y heroico, su cabello despeinado del frente y sujeto de atrás y la máscara con los lentes cubriéndole el rostro le daba un aire misterioso y atractivo; y esa chaqueta de cuero negro, simplemente podía disfrutar verlo así todo el tiempo.
—Miguel.......... Miguel........ Miguel.... Miguel.............. ¡Miguel Ángel Rivera!—. La voz de Marco retumbó en sus oídos, estaba gritándole mientras se postraba sobre su cabeza.
—¡vergas!.. no me grites pollo feo—.
—Solo te quería decir que se te estaba cayendo la baba, pinche marrano gay—. Marco hablaba de una forma tranquila mientras acomodaba las plumas de sus alas.
—ah perdón, ¿podrías decirlo más fuerte?, ¡Creo que no te escucharon en la casa de mi abuelita!—.
—¡ya! ¡Putamadre no me grites, no estoy sordo!—.
Hiro se acercó a la puerta del edificio, estaba por desactivar el código de seguridad cuando escuchó los gritos de ambos latinos, el eco de la pista retumbaba tan fuerte. El asiático rodó los ojos y continuó con la clave de seguridad.
—¿Quieren callarse los dos?, sus gritos llegan hasta la torre de Tokyo, me tienen harto con sus gritos, parecen niños.. ahora avancen, que no tengo todo el maldito tiempo...—. Las puertas se abrieron y Hiro entró sin decir nada más.
Miguel y Marco quedaron completamente en silencio, se miraron entre ellos un tanto extrañados; Hiro no les seguía la pelea, simplemente les regañó como toda una madre latina. No les quedó otra opción que obedecer en silencio, acelerar el paso y alcanzar a Hiro.
—por favor no se alejen mucho de nosotros—. A estas alturas Baymax parecía más humano que Hiro.
Al entrar ambos latinos quedaron sorprendidos, esa parte del edificio jamás habían ido, era un área diferente de entrenamiento y de almacenamiento de armas.
Hiro volteó a ver a Miguel, quedó unos segundos analizando su look hasta que se dio cuenta de un enorme descuido de su parte. Tomó a Miguel y Marco y corrió a esconderse con ellos en un almacén donde guardaban parte del uniforme del personal, dejando a Baymax fuera para que vigilara la entrada; esto a Miguel le sorprendió en demasía y al mismo tiempo le causó gran nerviosismo al tener tan cerca de él al asiático.
—...H-Hiro... ¿Q-Qué rayos haces?—.
—¡Cállate!... ¿cómo fui tan estúpido?... sientrasasitereconoceraytodoseiraalcañoentoncesnosdescubrirayadiosplanperfecto...—. Hiro hablaba muy rápido mientras intentaba resolver aquel problema, Miguel por su parte no comprendía absolutamente nada de lo que estaba diciendo ya que de momentos el asiático hablaba en japonés e inglés.
—hey... Niño bonito... podrías hablarnos en un idioma más humano, creo que no entendemos idioma de pendejos—. Marco estaba deseando golpear a Hiro, si algo le desesperaba demasiado era que no le explicaran bien de algo.
Hiro quedó callado un par de segundos, volteó a ver a Marco con el ceño fruncido, ese cuervo le desesperaba demasiado.
—Hablo de que tienen que ocultar su identidad, por qué pueden poner en riesgo la seguridad de todos—.
—aaah jajajaja si tú.... y tú nieve de que la quieres o que... wey, esas jaladas de disfrazarse no va con nosotros, ¿no es así Miguel?—.
—mmmm ¿a quien vamos a ver?—.
Miguel se mostraba curioso por saber que persona era tan importante como para que Hiro reaccionara de tal manera.
—si es alguien que solo veremos una vez pues no tiene caso que me oculte... no soy alguien importante de recordar—.
—pues para esta persona si, así que necesito que te tapes la cara—. Hiro volteó a los estantes donde se encontraban los uniformes, tomó uno con colores negros y rosas, era el traje que solía llevar Honey bajo su traje de héroe. Sin pensarlo se lo lanzó a Miguel.
—ponte este, así no sospechará de ti.... creo que te prestaré mi antiguo casco...—.
—No Hiro... No friegues wey... ¡esto es de niña! —. Extendió el traje solo para darse cuenta que era un traje licra de una sola pieza.
—No me voy a poner esto... se me va a ver todo... ¿no puedo ir por el que ustedes me dieron?—. Su rostro estaba completamente rojo de la vergüenza.
Dejó a un lado el traje y retrocedió hacia la puerta, debía unir cuanto antes e ir por su respectivo traje; sin embargo Hiro lo interceptó para colocarse frente a la puerta y así bloquearle el paso.
—No puedo permitir eso, ellos ya están allá platicando con esa persona y te va a ver... ¡ahora ponte ese estupido traje que llegaremos tarde!—.
—¿para que chingados quieres que se lo ponga?, hay muchos uniformes aquí —. Marco bajó del hombro de Miguel para ir a ver el traje, tenía una sonrisa sarcástica y divertida.
—¿no será que alguien quiere cumplir sus deseos perversos de verle todo el paquete a Miguel?—.
—¡CÁLLATE!—.
Tanto Hiro como Miguel respondieron claramente avergonzados, los rostros de ambos era de un tono rojo carmín.
—no lo hago por mi, tu quisiste venir.... y me importa mucho que esa persona no se entere, por mis amigos—. Hiro desvió la mirada y habló un tanto bajo, si bien, su rostro aún seguía rojo, el tono de su voz sonaba algo preocupado.
Miguel sintió su corazón latir rápido, saber que a Hiro le preocupaba el bienestar de quienes apreciaba causó que el enojo del latino hacía el disminuyera. Debía admitir que ese lado de Hiro era el que le había atraído desde la primera vez que hablaron. Miguel soltó un suspiro pesado, volteó a ver a Marco, esbozó una sutil sonrisa.
—lo siento, si fui muy imprudente al venir contigo...—. Su mirada se dirigió hacia Hiro, quien al escuchar la voz tranquila de Miguel mientras se disculpaba levantó su mirada.
—mmmm... no me voy a poner esa cosa, Marco y yo podemos ocultar nuestra identidad... eso no quita el hecho de que aún estoy molesto contigo y tú actitud hacia ti... lo haré por tus amigos—.
—¿qué mierda?... Miguel... yo no pienso cooperar—. Marco miraba molesto a Miguel.
—ya, no hagas berrinche y ayúdame, tú qué eres tan bueno —. Miguel juntó sus manos a modo de súplica, infló sus chachetes de forma sutil a modo de hacer un puchero para molestar a Marco.
—¡Quita esa puta cara!—.
—la quito si aceptas—.
—¡YA!.... está bien... solo deja de hacer eso... afectas mi imagen—.
Hiro notó un ligero sonrojo de vergüenza en el rostro de Marco, lo cual le llevó a pensar en algo acerca de esos dos latinos:
—se ven tan normales... así no parecen peligrosos.. ¿es posible que la oscuridad no sea como todos creemos?... No... debo dejar de influenciarme de estos sentimientos..—.
Estaba observando a ambos pelearse que no notó el momento en que Marco estaba frente a él en su forma humana.
Marco era un poco más atlético que Miguel, poseía unos hombros anchos y un tanto formados, los músculos de sus brazos eran ligeramente más anchos que los de Miguel; su cabello estaba alborotado y corto, su tono de piel era el mismo que el de Miguel, así como el rostro tenía una gran similitud a la del latino; sin embargo, Marco tenía una mirada pesada y penetrante, esos ojos amarillo ámbar se asemejaban a los de una lechuza, irónico, pese a que el siempre se transforma en cuervo; tenía un lunar a un costado y debajo de su boca.
Más que nerviosismo, Hiro sintió un poco de miedo al verle tan imponente y tan cerca, solo atinó a fruncir el ceño, enderezar su postura y sacar el pecho para esperar cualquier golpe. Y sin pensarlo, habló.
—entonces... ¿se van a poner el traje que les di?—.
Eso fue suficiente para quebrar la nula paciencia de Marco.
—estás pero que si bien pendejo si pretendes siquiera pensar en que me voy a poner tu chingadera esa... puede que para ti sea divertido verse como puta en prostibulo pero yo al menos tengo decencia—.
Marco estaba a la defensiva, incluso olvidó porque se había acercado a Hiro en un principio.
Miguel preocupado se acercó ra ambos para intentar separarlos pero en ese momento el era invisible para ambos.
—..¿prosti...?.... ¿que rayos pasa contigo? Ya dije porque tienen que ocultarse—. Hiro no entendía por completo la forma en cómo hablaba Marco y eso le frustraba. Arqueó una ceja sin despegar su mirada del latino.
—¡Hey! No tenemos porque pelear, ya está resuelto—. La forma pacífica para calmarlos de Miguel no estaba teniendo buenos resultados.
—no se, tú dime... tú nos diste ese traje rosa... maldito pervertido—.
—¡es porque ese traje les queda!—.
—¡A TU PUTA MADRE LE QUEDA!—.
Ambos jóvenes estaban a punto de golpearse cuando Miguel los tomó a ambos del brazo para torcerse los y así poder inmovilizarlos.
—¡Bueno ya! Párenle a esto, Hiro, ni de chiste me voy a poner eso, Marco, hazme un favor y cierra el hocico—.
Tanto Hiro como Marco se quejaron del dolor que les causaba tener el brazo torcido hacia la espalda y que sus rostros estuviesen contra la pared.
—okay okay okay... pero ya suéltame, enserio duele—.
La fuerza de Miguel era notoriamente más grande que la de Hiro, tanto que si estaba lastimándole la mano.
—oh... lo siento... no mido mi fuerza—. Miguel los soltó a ambos y retrocedió.
—se lo hubieras roto—.
—cállate Marco o a ti te lo romperé—.
Unos leves golpes en la puerta rompieron con aquella conversación, de inmediato se escuchó la robótica y tranquila voz de Baymax.
—la señorita Honey me acaba de llamar para asegurarse que ya estuviéramos en el edificio—.
—Oh No... Los chicos me van a matar por llegar tarde.... ¡vamos, deben cambiarse o lo que sea pero rápido!—. Hiro comenzó a caminar de un lado a otro entre nervioso, asustado y molesto.
—vaya... el héroe más fuerte e independiente del mundo le teme a sus amigos—. Miguel esbozó una sonrisa pícara mientras se burlaba de Hiro.
—¡yo no les tengo miedo!... es solo que la puntualidad es en todo caso lo más importante... más si eres un héroe, llegar a tiempo es muy crucial entre la vida y la muerte—.
—relájate Hiro, nadie va a morir ahorita—. El latino se aceró a Hiro para proporcionarle unas sutiles palmadas en su espalda.
— a menos que me hagas enojar..—. Marco se cruzó de brazos para mirar a otro lado.
—..bueno ya me cansé de estar aquí, Miguel deja de estar ligando—. Odiaba los espacios reducidos y tener a otras personas a su alrededor le causaba ansiedad.
Miguel rodó los ojos con notoria molestia, se separó de Hiro para quedar frente a Marco, su mirada era firme y seria; estaba preparado para volver a estar unidos en sincronía, aunque debía admitir que el nerviosismo no disminuía. Debía mantener su mente libre de ideas que pudiesen romper con la sincronía, Marco tenía siempre un control impecable para controlar su energía, algo que a Miguel siempre le sorprendía.
Nadie pronunció palabra alguna, el silencio reinó la habitación, ambos latinos quedaron de frente, cerraron sus ojos, liberaron su mente y una luz dorada salió debajo de ellos, una brisa con aroma a flores invadió la habitación, pétalos de cempasúchil brotaron del cuerpo de Marco hasta que éste desapareció por completo, los pétalos volaban en forma de remolino alrededor de Miguel hasta cubrirlo por completo. Hiro quedó congelado, no podía creer lo que sus ojos observaban, les había visto transformarse una vez pero no había sido tan majestuoso como en este momento, su corazón latía en demasía, la escena le llenaba de genuina adrenalina; se sintió preocupado al ver como el cuerpo de Miguel era cubierto completamente por los pétalos, se cuestionó sobre cuáles serían las sensaciones que estarían pasando ellos y sobre qué diferencia habría de esta transformación a la que anteriormente había visto.
Sus análisis científicos se esfumaron al presenciar la majestuosidad de algo desconocido; la luz dorada se volvió intensa hasta hacer que los pétalos también brillasen con la misma intensidad, y sin más ni más, se esparcieron para desaparecer junto con la luz, dejando ver a Miguel con su traje negro con rojo y detalles dorados, su rostro estaba cubierto por la imagen de una calavera, no parecía un simple maquillaje, más bien era como si un holograma de un cráneo se proyectara sobre su rostro, llevaba un sombrero negro. Al abrir sus ojos estos eran de el tono dorado característico de Marco, sin embargo, su mirada no era tan dura, hasta cierto punto se parecía a la de Miguel.
Hiro seguía en ese estado de shock, ni parpadear podía y no quería; le gustaba lo que estaba viendo a pesar que su moral le suplicaba ignorar. Su mente comenzó a funcionar como era debido y tanto ideas como dudas surgieron, deseaba poner aprueba a ese joven, seguir investigando sobre su naturaleza para saber cómo aplicarlo en algún traje suyo o en algún dron; si bien estaba actuando como un completo científico loco, poco le importaba, necesitaba saber más.
—¿Hiro?—. La voz de Miguel se hizo presente, era suave y tranquila, algo que no ayudó nada, Hiro sintió un escalofrío que le sacó de sus pensamientos. —¿que tienes?... de repente te pusiste muy serio—.
Hiro aclaró su garganta y asintió con la cabeza. —s-solo estaba pensando que tu voz te va a delatar—. Cualquier excusa era buena para no revelar sus oscuras ideas.
— pues podemos quedarnos callados.... no espera... Marco se estresa si no habla..—. Mentalmente podía escuchar la voz de Marco y de momentos cualquiera de los dos podía hablar en voz alta; al estar sincronizados, ambos tenían el control de su cuerpo a su merced.
—¿pueden hablar al mismo tiempo?... como dos voces en sincronía—. Hiro llevó su diestra a su barbilla, cualquier idea sin importar cuán loca sería bien recibida.—es lo único que se me ocurre... al menos inténtelo—.
Tanto Marco y Miguel tenían que permitir su total unión para lograr cualquier cosa, Miguel suspiró pesado y Marco negaba repetidas veces; hacer aquello suponía el uso de demasiada energía y aún se catalogaban como inexpertos.
En el momento que Miguel abrió su boca su voz y la de Marco sonaban al mismo tiempo, no era lo más cómodo de hacer, pero funcionaba y la mayoría de sus palabras se entendían.
—bien, entonces manos a la obra—.
Hiro abrió la puerta, salió y esperó a que Miguel pudiera salir. Ambos caminaron por el pasillo teniendo a baymax como guardaespaldas, entraron al elevador y se fueron directo al laboratorio donde todos ya les esperaban.
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Se abrieron las puertas del laboratorio, los jóvenes y el robot entraron a paso acelerado, baymax se acercó a Honey para dedicarle su tan característico saludo. Los demás miembros del grupo portaban sus trajes y sus cascos, justo como le había dicho Hiro a Miguel.
Sentado en una silla se encontraba un joven que portaba una yukata roja muy tradicional, su cabello sujeto por un listón y un parche en su ojo izquierdo. Se trataba de Kubo quien se encontraba con todo el equipo, se le notaba emocionado volteando a ver a todos lados, tal como un fan que va a conocer a sus artistas favoritos. En ese momento Miguel entendió porque Hiro había insistido tanto, Kubo conocía a Hiro ya que trabajaba en el café de su tía y también era amigo de Miguel.
Hiro avanzó de manera tranquila, se detuvo frente a Kubo y le dedicó una sutil reverencia a modo de saludo.
—lamentó haberle pedido que viniera, pero tenemos más dudas que respuestas con respecto al tema de las reliquias y necesitábamos de la orientación de un expertos en esa área—.
Vaya que Hiro podía soñar demasiado profesional y serio cuando la situación lo ameritaba.
Kubo le miraba con una sonrisa amplia, podía notarse la emoción de poder ayudar a los héroes de su ciudad; más no pudo ignorar al joven de traje extraño que se mantenía en una esquina de la habitación mirando hacia cualquier lugar; le había llamado la atención que el líder llegara con el.
Los demás integrantes del grupo le mostraban las imágenes de las reliquias robadas y hacían preguntas acerca del valor económico de cada una, al igual de alguna propiedad especial, leyendas, testimonios; todo lo necesario para poder encontrar la manera de recuperarlos.
Miguel se mantenía de brazos cruzados, en su imaginación la idea de acompañar a Hiro en la investigación le había parecido más emocionante.
—¿les puedo hacer una pregunta?... ¿quien es el?—. Kubo rompió la charla de golpe mientras le apuntaba al latino, estaba curioso por el traje que llevaba, totalmente distinto al de un héroe.
Todos quedaron en silencio y voltearon a ver a Miguel, nadie sabía que responder ante aquello. Salvo unas miradas de repudio hacia Hiro por haber permitido que el estuviese ahí. Hiro solo imaginó el regaño que Honey y Gogo le darían después de la junta.
—¿yo?... a pues yo...—. Miguel sintió unos nervios horribles y Marco solo le suplicaba que no dijera nada y fingiera demencia.
—si, llevas rato ahí de pie, nadie te presentó... ¿eres un nuevo héroe?—. Kubo se puso de pie, caminó hacia Miguel mientras le esbozaba su tan amplia y tranquila sonrisa. Miguel jamás había sentido tantos nervios hacia Kubo. —tú traje es muy raro... no parece de héroe...—.
—n-no... yo solo soy...—. Miguel estaba teniendo un colapso mental no sabía que responder.
—¡s-Si!... el es un héroe—. La voz de Hiro hizo eco en el laboratorio, logrando tener todas las miradas atónitas de sus compañeros y, por ende, la de Miguel. —... e-es un viejo amigo que viene del extranjero.... n-necesitábamos un poco de ayuda extra... así que le pedí que viniera—.
—Hiro.. ¿que se supone que estás haciendo?... ¿y porqué lo trajiste?—. Wasabi, quien era el que se encontraba al lado del asiático fue quien comenzó a lanzar sus dudas a modo de susurro.
—tranquilo, el no va a hacer nada estúpido... aparte el fue quien insistió en venir... regáñalo a el, no a mi—.
—¿enserio? ¡Wow!... ¿y cuál es tu nombre?—. Kubo miraba emocionado a Miguel, le tomó de la mano a modo de saludo.
—yo.... aaaaah—. Aquel momento resultaba bastante extraño, jamás en su vida habría pensado en la posibilidad de ser héroe y ahora la responsabilidad de serlo recaía en el y solo bastaron unas simples palabras para comprometerlo.
—puta madre Miguel, ya nos exhibiste... ¿ahora que nombre le decimos?—. La voz de Marco sonaba molesta.
—el no tiene un nombre aún..—. Hiro se acercó a paso rápido para tomar a Miguel y alejarlo de Kubo. —el prefiere ser un.... como un mercenario... sin nombre—.
—creo que entiendo... aún así tu traje es demasiado genial, pero da un poco miedo, la gente va a creer que eres un villano... como Batman—. Kubo insistía en acercarse a Miguel, le llamaba la atención su vestimenta.
—well.. I'm Batman—. Miguel no pudo resistir bromear, era imposible para el dejar a un lado su espíritu tan carismático.
Kubo río al instante, había una inusual química entre ambos, y no era para menos, la amistad entre Miguel y Kubo era genuina; algo a lo que Hiro no pudo evitar notar, ni sentir esa terrible sensación de enojo hacia Kubo.
—¡Bien!... ya que quedó todo claro, podemos continuar con la junta, aún queda un detalle que aclarar...—. Hiro caminó por el espacio que había entre Miguel y Kubo para cortar con su conversación de golpe.
Ambos jóvenes quedaron sorprendidos ante el comportamiento poco amigable de Hiro.
—estábamos hablando de las propiedades de cada reliquia... pero ¿porque alguien necesitaría de todas?—. Gogo fue la primera en retomar el tema principal de la junta.
—es cierto, nos dijiste que cada una en cada templo se encarga de cumplir la petición de los que se le acercan... como si hicieran milagros, eso para que le serviría a alguien con intenciones oscuras—. Wasabi observaba las imágenes en las pantallas.
—bueno... cada una de ella hace más que lo que la gente piensa... si se le conoce su utilidad original podría causar graves problemas en manos equivocadas... por ejemplo..—. Kubo caminó hacia el centro de la habitación, tomó el shamisen que se encontraba recargado en la mesa. — este instrumento es también una reliquia, a simple vista es solo un instrumento más, si cualquiera lo toca solo tendrán la habilidad de saber tocarlo... jamás desafinar... pero..—. Tomó un par de papeles que se encontraban sobre la mesa, los lanzó al aire y de inmediato comenzó a tocar una melodía tranquila, cada hoja se dobló hasta formar a un pequeño guerrero con armadura de escarabajo quien comenzó a mover su katana al compás del ritmo.
—si se conoce la utilidad original de los objetos se pueden hacer maravillas... hablé con los dueños de los otros templos, ellos le dieron la lista de las utilidades originales de cada reliquia robada... les suplico que guarden suma discreción sobre esta información... ellos no estaban del todo de acuerdo con revelárselas—. El pequeño guerrero de papel se acercó a los demás y de poco en poco se fue desdoblando hasta mostrar la lista.
Un terrible nudo en la garganta se les hizo a los héroes, aquella lista parecía más los ingredientes necesarios para la la destrucción masiva de la humanidad.
Reliquias
1. Karakasa = petrificada, absorbe la oscuridad de alguien que la use para luego usarla en su contra.
2. Katana= arma utilizada por un rey para despojar a todos los demonios al inframundo.
3. Linterna= Alumbra el camino hacia los muertos.
4. Abanico= ahuyenta espectros ocultos en la maleza.
5. Daruma= concede cualquier tipo de deseo posible en el universo.
6. Jarrón bizen= contiene un monje traidor. Tenía el secreto de como traer a los espíritus al mundo de los vivos.
7. Peine= hecho con el hueso de un gashadokuro. Al lanzarlo se invoca al espectro.
—¿concede cualquier tipo de deseo posible... a que se refiere con eso el daruma?—. A Hiro le alteró leer la descripción del Daruma.
—¿deseo?... yo quiero ver—. Miguel se acercó rápidamente, le arrebató la hoja de sus manos y comenzó a leer la lista hasta dar con la del daruma.
—pero no ha cumplido ningún deseo aquí... esa cosa solo da problemas—.
—¿eh?... ¿problemas?... esperen... ¿tienen al daruma?... ¿pudieron rescatarlo?—. La mirada de Kubo más de ilusión fue de sorpresa y miedo. Todo el equipo miró a Kubo y asintieron al unísono de una manera incrédula.
—bueno... más bien Mig.... nuestro amigo lo capturó.... o eso creemos—. Fred sintió la mirada pesada de todos sobre el, estuvo a punto de mandar a la basura el plan de Hiro con respecto a Miguel.
—¿eso creen?... mmm ¿tú lo atrapaste o te lo encontraste?—. Kubo se acercó a Miguel mientras le miraba con el ceño ligeramente fruncido.
—pues la noche de la pelea se escapó y yo... pues quedé inconsciente... mmm cuando desperté lo tenía en la mano—.
Sentía a Kubo demasiado cerca y eso le ponía demasiado nervioso, temía que se fuese a dar cuenta de su verdadera identidad.
—solo que no se donde está ahora... pero... cuando el..—. No sabía cómo llamarle a Hiro así que optó por apuntarle con el dedo. —cuando el y yo discutimos o nos tocamos es cuando vuelve a aparecer—.
—no puede ser... están destinados..—. La voz de Kubo era baja y tambaleante, su ojo rasgado estaba completamente abierto como plato. — ¿ambos lo tocaron al mismo tiempo cuando pelearon con la jorogumo?—.
Hiro y Miguel se miraron dudosos, intentaron recordar aquella noche y todo lo que había sucedido pero en ningún momento vieron al daruma, mucho menos lo tocaron.
—lo siento, pero esa noche no lo hicimos—. Hiro ahora estaba más confundido.
—eso es realmente extraño... ambos deben tocarlo y deben ser compatibles para que el daruma los una—.
—si si.. ¿pero que significa que estemos unidos?—. Miguel estaba notoriamente desesperado.
—el daruma es un objeto sumamente poderoso.... te une a tu destino, junta los engranes para que todo suceda de tal manera que te ayude a lo que sea... pero también es peligroso, no entendemos bien su naturaleza, y creemos que hasta tiene mente propia.... pero si ustedes están juntos es por algo en verdad importante... hasta no saber porque están unidos no podrán librarse de él, si no lo logran... pues... morirán —. La voz de Kubo era preocupada y seria.
Hiro sintió que la sangre se le bajaba a los pies, las manos le temblaban, su situación con Miguel era aún más enredada que antes; si antes no tenían respuestas, ahora se encontraban en un campo totalmente extraño.
—¿o sea que?—. Miguel por su parte aún no comprendía todo lo que había explicado Kubo.
—o sea que tú y yo tendremos que resolver porque nuestros destinos están unidos o nos va a matar—. Hiro volteó a ver con gran desespero a Miguel quien al escucharlo se dejó caer asombrado sobre una silla.
—no.... friegues... ¡WEY!.... ¿me estás diciendo que esa chingadera nos va a tragar el alma?... mierda, lo que me faltaba—. Los ademanes de Miguel eran exagerados y no era para menos.
—¿pero porque tiene que matarnos... eso que tiene que ver?—.
—es porque todos llegamos a este mundo por una razón, y espiritualmente estamos unidos a alguien, el se encarga de ayudar, pero si no se cumple, entonces quiere decir que esas almas solo causarán caos... destruyen el balance del universo—. La filosofía de Kubo no ayudaba en nada a calmar a los dos jóvenes.
—entonces estoy unido a este pinché Chino porque el universo lo dijo—.
—¡Hey!... cuidado con tu vocabulario, a mi tampoco me agrada estar atado a muerte con un estúpido come nopal—.
—t-tranquilos chicos, vamos a solucionar esto juntos—. Honey tomó del hombro a Hiro para evitar que éste se levantara e hiciera alguna locura.
—ella tiene razón, tenemos que calmarnos, respirar y buscar otro ángulo—. Wasabi por su parte le dedicó unas sutiles palmadas en la espalda de Miguel.
—además, ya tenemos la información necesaria para estar atentos a cualquier anomalía—. Gogo continuaba leyendo la lista con las reliquias.
—somos un gran equipo, ¡si hemos podido resolver casos extraños, este también podremos solucionarlo!—. Fred saltaba de emoción con su traje.
Las palabras de Honey, Wasabi, Gogo y Fred ayudaron a tranquilizar a ambos jóvenes, si peleaban en un momento así las cosas no se resolverían. Así que no les convenía molerse a golpes si la vida de ambos peligraba.
—bueno... no se a que le temo... yo no puedo morir—. Miguel intentó presumir de una de sus tan grandes habilidades.
—siento decirle señor Batman, pero el daruma se lleva cualquier alma, sea inmortal o no, aún así peligra—. Kubo esbozó una sonrisa de lado, no en burla, si no que de nerviosismo.
—¿le puedo decir algo?... usted me recuerda mucho a un buen amigo mío, es posible que usted sea el héroe que el me había contado, no puedo esperar a decirle mañana que le he conocido—.
—ah... bueno pues...—. Estaba por volver a entrar en pánico cuando escuchó el comentario de Kubo, su amigo podría reconocerle si seguía actuando como el mismo. Se puso de pie, colocó su mano a la cintura y extendió la otra para estrecharla con Kubo. —¡querido amigo!, todos los latinos somos iguales, y estamos dispuestos a ayudar a la humanidad! JAJAJA—. Aquella actuación le recordó un poco a un personaje rubio de una conocida serie de anime. Cuanta vergüenza sentía en ese momento.
El resto del equipo no le despegaba la mirada, una mirada de pena ajena.
——•—•——
Justo en ese preciso momento, en el castillo del hombre penumbra, la situación era distinta, la habitación principal era un completo desastre; el trono estaba destruído así como la mesa principal, algunos cuadros y ventanas, el aire se filtraba por las paredes causando que el interior se llenara de un aroma horrible de azufre y carne quemada. Una enorme bestia intentaba escapar de Penumbra y Jorogumo, corría lejos de ellos, saltaba, rasgaba las paredes y los trozos de tela que colgaban de las ventanas, pero todo era en vano; tal parecía que estos dos demonios se empeñaban en torturar a la pobre criatura secuestrada.
Jorogumo lanzó su red de telaraña para inmovilizarle, causando que cayera directo al suelo, lo arrastró lentamente por el suelo hasta dejarlo frente a su líder.
—déjalo ahí y sujétalo bien, ya que está cansado podemos intentar nuestra primera prueba—.
Postró su mano sobre la cabeza de Miguelito, quien le miraba con extremo miedo. Llevaba un libro en su otra mano que acercó a el y comenzó a leer. Rayos azules comenzaron a surgir de la mano del líder.
—Oh gran libro de los demonios, aquí tengo frente a mi la ofrenda del portador a quien yo deseo profanar, frente a el se encuentra mi súbdito leal que daría su alma por mi, tómala como un pago justo por esta desdichada alma—.
Las llamas surgieron del cuerpo de la Jorogumo quien lentamente se fue consumiendo entre gritos y súplicas dolorosas. Una vez pagado el precio la pobre bestia comenzó a gritar de dolor, así como Penumbra. El cuerpo de la bestia se desvaneció hasta que Penumbra lo absorbió. Al concluir el líder se retiró la capa que ocultaba su cuerpo, caminó hacia unos fragmentos de espejos que se encontraban al lado de los escombros de su trono, su forma física había cambiado, ahora era la viva imagen de Marco, aquel conjuro causó que en el se asimilara el alma de los propietarios de Miguelito.
Tomó un trozo de espejo, lo acercó a su pecho, la adrenalina corría por sus venas, no podía desaparecer aquella sonrisa llena de malicia y oscuridad. Comenzó con un rasguño sutil sobre su pecho, luego otros más profundos y así fue intensificando el nivel de las apuñaladas; el no sentía dolor alguno, pero sabía que si estaba causando dolor a alguien.
———
De vuelta al cuartel, todos charlaban acerca de los presuntos sospechosos, intentaban armar un plan ficticio para saber cómo podrían utilizar las reliquias, todo avanzaba tranquilo hasta que..
Miguel comenzó a sentir un leve dolor en el pecho, se sentía como suaves punzadas que le incomodaban; quizás era un malestar por estar tanto tiempo unido a Marco, podría ser que su cuerpo aún no se acostumbra. Pero todos aquellos pensamientos desaparecieron al sentir un dolor punzante que se extendía en todo su pecho. Su cuerpo se encorvó de inmediato por el dolor, causando que todos detuvieran su charla para voltear a verle.
—¿te sientes bien?— Hiro fue el primero en preguntar, se acercó rápidamente junto baymax para asistirlo en dado caso que lo necesitara.
—ven siéntate—. Fred le tomó de la espalda para intentar ayudarlo.
Miguel se negó y retrocedió unos pasos.
—n-no.... yo.. t-tengo que salir de aquí..—. Agarrando fuerzas de donde pudo salió del laboratorio a paso acelerado, con sus manos intentaba detener el dolor que se volvía intenso. La oficina de Hiro se encontraba al final del pasillo, era la habitación más cercana y totalmente sola del piso.
—Marco... ¿que está pasando? ¿Que hicimos mal?—.
—Miguel... y-Yo no puedo seguir despierto...—.
Al fin y luego de un camino tortuoso pudieron entrar a la oficina, muy a su pesar, Miguel cerró la puerta con llave, avanzó hacia la cama de la habitación pero un último dolor penetrante en su pecho le hizo caer. Llevó su diestra a su pecho, sentía un líquido cálido resbalar por su mano, sabía lo que era y eso comenzó a asustarle, ¿podría ser éste un efecto del daruma?.
—Marco... ayuda... no quiero morir—.
—no vas a morir Miguel, t-tranquilo... yo lo resuelvo—. La voz de marco, aunque quebrada, era tranquila, el estaba sufriendo directamente las apuñaladas, pero eran tan intensas que Miguel pudo sentirlas en su unión.
—¡Ay! Sandunga,
Sandunga, tu amor yo quiero,
Si no me lo das, sandunga,
Sandunga, de amor me muero....—. Bastó esas palabras para invocar a una hermosa mujer de largo cabello castaño, portaba una tehuana negra con flores doradas, su resplandor blanco brillaba como la luz de la luna. Se hincó frente a los jóvenes, tocó su cabeza de forma maternal.
—Marco, tranquilo... no te asustes, te ayudaré a detener el dolor, pero esto no va a cesar en el futuro; debes ser más fuerte para protegerlos a ambos—.
Era una mujer hermosa, su piel era como la azúcar morena, sus ojos negros como dos aceitunas.
Miguel no pudo resistir más el dolor, quedó inconsciente causando que ambos se separaran, Marco quedó a un lado de él como un pequeño cuervo. Una luz blanca invadió la habitación, aquella dama se desvaneció luego de haber sanado sus heridas; dejando a ambos dormidos en el suelo.
———
Penumbra resplandeció en color blanco, lo cual comenzó a quemarle la piel, era una fuerza increíblemente poderosa que estaba revirtiendo el dolor que había causado. Fue lanzado hacia el otro extremo de la habitación, de inmediato volvió a su forma original, cubriendo así su rostro, y ser forzado a arrastrarse por el suelo para alcanzar su capa. Muy a su pesar se levantó, sacudió sus prendas y tomó de nuevo el libro para continuar leyéndolo.
—el primer experimento ha sido un éxito, pero necesitaré una ofrenda más poderosa... no algo que venga de él... algo que lo obligue a aceptarme.. ya que logré tener parte de su alma en mi, solo necesito cansarlo... y así, ¡todo el mundo será mío!—.
「Fin del capítulo」
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After all this time!!!
Hola!
Yo soy YongElli o solo Elli
Ya se que subo una vez cada mes ;0; pero es un proceso muy lento para mi el preparar cada capítulo, más si estamos por llegar a la mitad.
En fin!
Espero les guste este capítulo y este dibujo! (Qué ya pude hacer un capítulo con dibujo incluido;;)
Es todo por ahora, nos vemos en el siguiente capítulo!!
No olviden votar y compartirles la historia a todos!!!
Bye bye!
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