«CUERDAS DE GUITARRA...»
Cuerdas de guitarra bajo la luna.
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24 de diciembre, Seoul.
—¿Podrías recordarme qué hago aquí?
JungKook se lamió los labios y movió sobre sus pies, apretando su emplatado de cortesía en la mano izquierda.
El veinticuatro de diciembre finalmente había tocado las puertas de Corea del Sur, con sus villancicos, colores y reuniones. Después de esa noche de palabras, sonrisas y tragos con Park JiMin, apenas unos días atrás, JungKook se había encontrado a sí mismo recibiendo y por tanto, enviando mensajes al azabache. Un intercambio continuo a cualquier hora, que aunque JungKook no quisiera admitirlo, le alegraba un poco más el día.
JiMin era una bola de energía luminosa y JungKook se sintió un poco malvado al pensar en cancelar la cena en contadas ocasiones. Fueron tres largos días en los que su mente no paró de formular excusas lo suficiente creíbles para no asistir a la cena, no porque no quisiera, más bien tenía un poco de miedo. Tanto por la forma en que él y JiMin se habían conocido, como la confirmada presencia de los amigos del chico.
JungKook apretó los labios, respiró hondo y alzó la mirada a NamJoon. El rubio estaba al lado opuesto de su dulce casero, esperando lentamente su respuesta, con una calma que rivalizaba con la nieve ligera y fría que caía sobre la ciudad. NamJoon llevaba pantalones de vestir, botas de diseñador y camisa de botones, con un largo y oscuro abrigo que rivalizaba con su altura.
—Vas a entrar conmigo ahí —dijo. NamJoon frunció el ceño.
—¿Por qué lo haría?
—¿Porque eres mi amigo? —La mueca en los labios de Kim le dejó en claro que este no se estaba tragando el cuento. Con la nariz roja se acercó al rubio y lo apretó en un medio abrazo que unió sus costados—. La misión de tu vida es evitarme los momentos incómodos. Ha llegado tu momento de brillar. Disfrútalo.
—Te odio tanto —masculló rodando los ojos. JungKook sonrió a sabiendas de que había ganado y que la molestia del hombre era terriblemente mal fingida—. De todas formas, ¿cómo terminaste asistiendo a la fiesta de navidad del ex-amante de patitas frías?
Fue el turno de JungKook para fruncir el ceño.
—¿Patitas frías? ¿Es enserio, Kim? —La diversión bailaba en lo profundo de su garganta. NamJoon infló el pecho y cuadró los hombros como un pavo real muy orgulloso.
—Lo sé, soy brillante. No tienes que felicitarme por tan majestuoso apodo.
—Eres increíble —Jeon rio, negando con una sonrisa. Encogiéndose de hombros, dejó ir un suspiro—. No estoy seguro de esto.
—Perfecto, vámonos.
—Espera.
NamJoon se detuvo con una mueca en los labios, el cuello de la botella de vino apretada en los dedos y la mirada en JungKook. El castaño miraba la pequeña casa de fachada blanca y techos altos, con un cuidado y pequeño jardín de paso adoquinado. Era bonito y hogareño, con todas esas luces navideñas.
—Me invitó personalmente —dijo JungKook de la nada, casi con un toque melancólico—. Parece un buen chico. No puedo cancelar.
NamJoon miró a JungKook con una mueca, suspiró y rodó los ojos. Kim recorrió todo el camino a la entrada y llenando su pecho de aire comenzó su actuación de la noche.
—¡Señor Park, por favor abra la puerta! —JungKook abrió los ojos y miró a todos lados lleno de sorpresa, una que se convirtió en una acalorada vergüenza al ver a su amigo aporreando la puerta como un gamberro cobrando deudas— ¡Señor Park, puede que mi amigo sea medio tonto, pero no pago en los mejores salones de Seul para que el frío arruine mi hermoso rostro!
El cerrojo sonó y un joven de cabello oscuro y ojos avellana con las cejas alzadas y una sonrisa en los labios abrió la puerta.
—Hola —saludó JiMin, recostado en la puerta con los brazos cruzados y la diversión bailando en sus bonitos ojos.
NamJoon lo miró de arriba hacia abajo, aclarando su garganta. El suéter se pegaba a su esbelta figura y los pantalones definían perfectamente el trabajo de la danza durante años.
—Kim NamJoon —saludó, JiMin tomó la mano extendida. NamJoon lo jaló más cerca y guiñó un ojo—. Inteligente, atractivo y soltero. Abierto a miles de posibilidades, precioso.
JiMin rio totalmente divertido, retirando su mano e indicándole al señor sonrisa que entrara.
—Claro que sí. Pase, señor "Posibilidades".
Las mejillas de Kim se colorearon al no obtener la reacción esperada ante su suculenta actitud. Sin embargo, hizo caso y corrió a refugiarse en el calor de la vivienda como si su vida dependiera de ello. Por otro lado, JungKook observó en silencio desde la entrada, caminando lentamente una vez Kim desapareció a través de la puerta.
—Pero mira nada más, si es el partidazo —JungKook sintió el rostro caliente ante el apodo. Con las manos en su espalda baja y la mirada llena de vergüenza llegó hasta la puerta—. Debe gustarte mucho el frío. Pensé que se congelarían ahí fuera.
—Nos viste —JungKook vió la mirada de JiMin arder en brillo y diversión.
—Sí.
Jeon gimió de angustia.
—Tierra trágame.
JiMin mordió una sonrisa y echó un brazo sobre los hombros, intentándolo a entrar.
—Quizás otro día —susurró, desviando la mirada hacia abajo—. ¿Qué tienes ahí?
—Oh, nada especial. No quería venir con las manos vacías y como es navidad. Es algo sencillo, quizás debí traer algo más, yo... —JungKook quiso golpearse ante su carretilla de palabras. Respiró hondo y calmó—. Es hotteok*.
—Gracias —susurró JiMin. JungKook asintió, su rostro estaba tan caliente que parecía una fogata—. Vamos. Tienes que conocer al resto.
JungKook miró alrededor con orbes brillantes y curiosos. Nada más entrar, había toda una hermosa decoración temática en cada rincón de la casa. No era muy grande pero sí perfectamente distribuída, con una sala y cocina estilo abierto, y una puerta de cristal que daba a lo que parecía ser el patio trasero. Desviando la mirada hacia JiMin, descubrió que el hombre vestía un suéter rojo brillante tejido con bordados de arbolitos blancos.
—Eso es un montón de rojo.
—Oh, vamos —mordió JiMin rodando los ojos—. Es navidad, nunca hay suficiente rojo.
JungKook negó divertido. JiMin era tan refulgente y cálido como el sol. El toque del brazo de Park sobre sus hombros no era pesado, más bien bienvenido y cálido, lleno de tanta dulzura como su sonrisa. JiMin se apartó, no sin antes alejar su brazo y tomarlo de la mano. JungKook se encontró frente a un pequeño grupo de hombres.
—Bienvenido, partidazo —susurró en su oído, erizando la piel de JungKook sin siquiera saberlo. JiMin sonrió y miró al grupo—. Chicos, este es Jeon JungKook y el chico "Posibilidades" de allá, se llama Kim NamJoon —señaló a un Kim muy bien acoplado ya con una copa de vino en la mano—. Ambos nos acompañarán estas navidades.
Un hombre alto, de hombros anchos y cabello tinturado de un suave rosa se acercó. Su piel era pálida, con una sonrisa en el rostro.
—Hola, JungKook —extendió una mano—. Soy Kim SeokJin, debo decir que es todo un placer. Eres exactamente como JiMin te describió.
JungKook dejó ir una risilla nerviosa.
—¿Debería preocuparme? —preguntó a Kim, quien rio lleno de maldad.
—¿Tú qué crees? —dijo y JiMin no dudó en tomar a SeokJin de la mano, llevándolo lejos de JungKook en cuestión de segundos. Jeon los siguió con la vista, un poco divertido al respecto mientras JiMin le reclamaba algo a su amigo.
—Kim TaeHyung —Una sonrisa cuadrada se adueñó de su visión. JungKook correspondió la mano extendida. TaeHyung señaló más allá.— Mi primo Jung Hoseok y su novio Min YoonGi —le dió un guiño—. Puedes decirme Tae.
—Hobi —dijo el chico presentado como Jung HoSeok, contrario a su primo que llevaba un pelo verdoso, Hobi lo tenía de un furioso naranja—. Mi madre es la única que me dice HoSeok.
A su lado, un hombre pálido como la nieve y un profundo cabello oscuro miró a JungKook con cara seria.
—YoonGi.
Hobi rio.
—No le prestes demasiada atención a su cara de "odio la vida". No durmió bien anoche y estamos levantados desde temprano —dijo Hobi a modo de excusa, golpeando el pecho de YoonGi, quien gruñó como un hombre enojado—. ¿Qué?
JungKook no pudo evitar ser parte de la complicidad y el cariño que irradiaban la pareja que a simple vista parecían felices. Pese a la expresión huraña del Yoongi, sus ojos derrochaban calidez al mirar a HoSeok. JungKook cree qué alguna vez lució justo así, tan enamorado. ¿HaHyun lo miró así alguna vez? Sí, si lo hizo. No todo fue malo, en lo profundo de su memoria existían buenos recuerdos. Pero él no podía aferrarse a ello. No con tal desenlace.
—Oye.
JiMin regresó a su lado y JungKook no perdió de vista las miradas de SeokJin hacia ambos. Jeon suspiró y se acercó al azabache. El ambiente animado y la presencia del pelinegro lo devolvieron a la realidad. A la verdad de su vida, a las risas de un grupito que apenas conocía y la sonrisa de un chico que conoció en el peor momento y de alguna forma, lo hacía un poco más feliz.
—Gracias —susurró con total sinceridad.
JiMin sonrió y brindó un guiño.
—Es todo un placer.
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—Te lo juro. La primera vez que vi a JiMin parecía un vikingo —chilló HoSeok con una expresión miedosa y exagerada.— Tenía la cara roja y respiraba tan fuerte que podías oírlo al otro lado del edificio —se recostó en la silla repentinamente cansado—. Quedé muy sorprendido.
—Ese imbécil se lo buscó —gruñó JiMin desde su lugar a un lado de JungKook, tirando la servilleta sobre la mesa con una mueca en los labios—. Eran mis mochis.
JungKook no pudo aguantar la risa que escapó desde lo profundo de su garganta.
—¿Iniciaste una pelea por unos mochis?
JiMin lo miró totalmente ofendido.
—Era la secundaria —se encogió de hombros, tomando un trago de vino—. Ahí es luchar o morir.
—No puedo creerlo —resopló JungKook.
—Yo que tú me cuidaba —evidenció TaeHyung comiendo un poco bulgogi*. JiMin susurró algo con labios estirados hacia su amigo.
La cena no podía calificarse más allá de exquisita. La mesa había estado repleta de platillos con diferentes sabores y texturas. Un delicioso bulgogi* perfectamente marinado y cocinado. Al igual que el manduguk* y el doenjang Jjigae*. JungKook había disfrutado especialmente la simpleza y mezcla de sabores del japchae* y la frescura del tradicional sikhye*
—¿Se conocen hace mucho? —preguntó NamJoon.
—Nosotros hemos sido amigos desde pequeños —respondió SeokJin señalando a Jimin, quien bebía un poco de soju*—. Nuestras familias siempre han sido muy unidas.
—Igual que nosotros —agregó Jeon moviendo la cabeza hacia NamJoon. Kim asintió alzando una copa como si de algún miembro de la realeza se tratará, haciendo reír a todos en la mesa. JungKook alzó la mirada a los demás—. ¿Y ustedes?
—Conocí a JiMin por Jin —respondió TaeHyung—. Después invité a Hobi al grupo, que además resultó compartir clases con JiMin en la secundaria —continuó algo divertido—. También terminaron en la misma universidad.
—Cierto, cierto —apoyó Hobi rebotando en su asiento, desviando la mirada a YoonGi—. Nosotros somos novios hace... ¿Tres años?
—Tres años y cinco meses. ¿Por qué siempre te olvidas de los meses? —gruñó YoonGi como si la molestia se apoderara de su cuerpo. HoSeok rodó los ojos y besó los cachetes. JungKook escondió una mueca divertida detrás de su vaso al ver cómo YoonGi se derretía sin remedio—. Como sea. También voy a la universidad SeJong*. Terminamos todos juntos de alguna forma. Corre mientras puedas.
—Yo te veo muy cómodo donde estás, Yogi —masculló JiMin con una mueca amenazante. YoonGi desvió la mirada como si con él no fuera—. No le hagas caso.
JungKook asintió, tan extrañamente bien con todo. Ni siquiera se acordaba porqué no quería asistir en primer lugar.
—¿Te tocó cocinar este año?
—¿Se nota? —preguntó SeokJin de vuelta a YoonGi. El hombre de hombros anchos miró descaradamente al anfitrión—. JiMin-ah me ayudó un poco.
—¿Enserio? —cuestionó YoonGi. SeokJin amplió su sonrisa.
—Necesitaba calmar los nervios.
JiMin respiró demasiado fuerte desde su asiento.
—Eres horrible.
SeokJin no se amedrentó ni un poco, lanzando par de besos a un enojado JiMin.
—Entoces, ¿eres el único que trabaja? —preguntó NamJoon hacia SeokJin. Él hombre asintió.
—Soy el mayor. Estos polluelos aún están buscando su lugar en el mundo —suspiró dramáticamente—. Alguien tiene que ser el adulto responsable aquí.
—¿Y qué haces?
SeokJin enmarcó su rostro con ambas manos y miró a NamJoon con una expresión orgullosa.
—Soy modelo ¿No se nota?
Kim se quedó tieso, pestañeando como si su cerebro hubiera dejado de funcionar por un par de segundos. NamJoon se encontró teniendo serios problemas para tragar el trago de alcohol.
—Creo que ustedes se llevarán de maravilla —celebró JungKook divertido.
—Uff ¿Qué haremos después? —todos miraron hacia TaeHyung, quien parecía tener problemas para sentarse después de devorar todo a su paso.
—¿Deberíamos tocar un poco?
—¡Oh sí! —aplaudió el chico de cabello verdoso a la idea de JiMin— ¡JiMin, saca la guitarra! Suga va tocar.
—Yo no...
—Shu —interrumpió HoSeok con un dedo sobre los labios de YoonGi.— Tú tocas la guitarra, ¿ok? —YoonGi asintió lentamente.— ¡Perfecto¡ ¡Vamos, vamos! —depositó un beso en los labios de su chico—. Quita esa cara. Te amo.
JungKook no se perdió la sonrisa que tiró de los labios de YoonGi.
—Yo también te amo.
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Después de la cena y las múltiples felicitaciones a SeokJin por su increíble cocina y a JungKook por el delicioso postre de panqueques rellenos, mudaron el campamento al patio trasero de la casa. Colocaron sillas, sacaron frazadas y prendieron una fogata. JiMin sacó dos guitarras, tomando una para sí mismo y otra para YoonGi. Ambos tocaron acordes que acompañaron las hermosas –y no tan dulces–voces del septeto. De los cuales más de uno estaba más que achispado. Las risas no faltaron y JungKook se encontró participando en bromas y gritos de júbilos. Esperaba que no les llamaran la policía.
Él se sentía pleno y feliz.
—JiMin-ah —susurró TaeHyung desde su silla, envuelto en mantas y con un poco de soju en su vasito—. ¿Me cantas mi canción? La que me gusta mucho.
JiMin sonrió, entendiendo de inmediato. JungKook esperó pacientemente, sorprendido al ver que la canción que TaeHyung había solicitado, ni siquiera era en coreano. La canción era suave, entonada angelical y majestuosamente en la voz del azabache. JungKook no entendía nada, pero su corazón parecía hacerlo. Los ojos de JiMin parecían dulcemente tristes en comparación a su sonrisa y actitud.
— Y ahora resulta amor, que para ti solo atardecía. La luna de tu noche, no era yo quien la tenía —cantó JiMin, acompañado de un toque percusionista de YoonGi y Hoseok—. ¿Y ahora qué hago con tanta luz? No me acostumbro a ser de sol, recuperándome de tu traición.
—No me acostumbro a ser de sol —entonó TaeHyung desde su lugar. Seguido por el coro envalentonado.
—Recuperándome de tu traición.
JungKook apretó los labios, repentinamente sobrepasado. El poder de la música entrando en su cuerpo. Esa capacidad de traspasar fronteras e idiomas. Llegando a lo profundo del alma. JiMin tarareó un poco más y NamJoon sacó a bailar a un descornado Jin, pegados y estrepitosos.
Con la magia de las cuerdas de una guitarra, bajo la luna y con la nieve sobre sus cabezas. Para JungKook fue la mejor navidad en mucho tiempo, con la mirada en JiMin y correspondida atención, ambos sonrieron en mutuo entendimiento. Recordarían esa noche por mucho tiempo.
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Hotteok: Panqueques rellenos de azúcar, canela y nueces. Perfectos para el frío invernal.
Bulgogi: Platillo de carde de ternera cortada en tiras y marinada con salsa de soja, azúcar y ajo. Esta se hornea o se sazona en un saltar y se sirve acompañado de arroz y verduras.
Manduguk: Sopa hecha con caldo de carne de res y dumplings (especie de ravioles) de carne de res, vegetales, tofu y en algunas ocasiones se le agregan tiras de alga.
Japache: Fideos de batata con verduras, carne y una salsa ligeramente dulce.
Sikhye: Bebida de arroz fermentado, refrescante y ligera, ideal después de una comida copiosa.
Soju: Bebida alcohólica tradicional coreana que suele ser parte de las fiestas navideñas.
SeJong University: Universidad localizada a 20 minutos de Itaewon. Tiene un programa de baile y canto de excelencia.
📌Sí gustas oír de la canciones que han ido apareciendo. Hice una lista en Spotify en mi perfil (Edhen Blaque) con el nombre de "Bolero Sangriento (KM)" donde puedes escucharlas.
Gracias por leer. ¿Qué te parece la historia hasta ahora?
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