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1. Primer Día

Un chico rubio bajaba las escaleras con su típica expresión seria en su rostro. Caminó hacia el gran comedor, sentándose solo al centro de la mesa como siempre solía hacer, hasta que una sombra se acercó a él. Éste, sin mirar a la persona a su lado, le dió una bocada a su croissant para luego responder:

--¿Qué quieres?

--Adrien, ya te dije que no hables con la boca llena.

Rodó los ojos ante las palabras de su padre. Aún le costaba creer cómo al cabo de dos años pudo llegar a odiarlo tanto.

--¿Y?--El chico finalmente se volteó.--¿Eso querías decirme?

--No.--suspiró, controlándose para no gritarle y comenzar otra batalla entre ellos.--Como sabes, hoy es el primer día de clases, y te pido que por favor no lleguen reportes como sucedió el año pasado, que no vuelvas a bajar tus calificaciones y dejes de molestar a tus compañeros. ¿Queda claro?

--No, no me queda claro.--lo miró con una sonrisa maliciosa.--Ya dije que haré lo que se me antoje. No quiero tu control.

--Hijo, no me obligues a castigarte...

--Tú más que nadie sabes que no puedes conmigo.--rió.--Siempre hay una forma de escaparme de los "castigos".

Gabriel nuevamente suspiró. Era cierto, siempre lograba escabullirse. Recordaba cada vez que lo encerró en su cuarto, aún con guardaespaldas y bloqueado de salidas con seguridad máxima, logró escapar. También estaban la vez que lo expulsaron de su antigua escuela por su mal comportamiento, por lo que decidió meterlo en un internado, del que también había sido expulsado, o incluso cuando finalmente se hartó y lo llevo a una escuela militar, y a la noche ya lo había encontrado durmiendo tranquilamente en su cuarto.

--Ni siquiera se cómo lo haces.--susurró, para luego volver a elevar a voz.--Desayuna rápido, se hace tarde.

--¿Sabes qué? Creo que me llevaré mis croissants.

Le dió un largo y rápido sorbo a su jugo y metió su desayuno en una bolsa, la cual ubicó en su bolso rápidamente para ponérselo y salir de la mesa. Gabriel lo siguió hasta la entrada, observando detenidamente la ropa oscura que llevaba su hijo y su despeinado cabello, extrañando las veces en que modeló para él con todo tipo de colores neutros, pero decidió salir de sus pensamientos para vigilar cada movimiento del chico.

--Tu guardaespaldas te espera en el auto.

--Gracias, pero no hace falta.--dijo volteándose el rubio.--Me iré en el auto de Nino. Me vendrá a buscar pronto así que...

Unos ruídos de bocina se escucharon detrás del chico, causando una inmediata sonrisa por su parte. El hombre sólo soltó un último suspiro, con la esperanza de que Nathalie no tenga que ir a la escuela otra vez por las acciones de Adrien.

--Mañana vendrá un amigo mío con su hija a cenar, así que por favor contrólate.

--Sí, sí, lo que sea.

Sin siquiera despedirse, el chico se dió media vuelta para correr hacia el auto blanco de su mejor amigo, quien se corrió hacia el asiento del copiloto para dejarle el del conductor al rubio. Gabriel abrió los ojos como platos al ver lo que pasaba frente suyo.

--¡Adrien Agreste! ¡No puedes conducir!--exclamó furioso.--¡Ni siquiera tienes licencia!

--¡La obtuve en vacaciones a escondidas de tí!--gritó el chico, encendiendo los motores para irse alejando rápidamente.--¡Adios papá!

--Viejo, dudo que te haya escuchado.--respondió Nino mientras sacaba un croissant del bolso de su amigo.

--Meh, no me importa. Y por cierto, me debes un croissant.

El moreno rió ante su respuesta, para luego percatarse de lo rápido que comenzaba a moverse el auto.

--Oye... sólo por casualidad... ¿Viste a Marinette en las vacaciones?

--Pff, no. Ya sabes, se quedó aquí todas las vacaciones con su familia y ni siquiera aceptó mi invitación a pasarla mucho mejor lejos de aquí.

--¡Mírale el lado positivo! ¡La pasamos genial en Miami con las chicas!

--Y vaya que me divertí.--susurró, para luego soltar un profundo suspiro.--En serio extraño descansar en la playa sin hacer nada.

El chico manejaba cada vez más rápido, decidido a llegar lo más pronto posible a la escuela y nuevamente sentir la admiración de todos, y por supuesto, ver a su novia, Marinette.

--Adrien, estás conduciendo demasiado rápido...

--¿Y? Mientras la policía no nos vea, todo bien.

Desvió la mirada para sacar un croissant de su mochila y llevárselo a la boca, mientras la preocupación de Nino sólo aumentaba de tan sólo pensar en que quizás saldrían heridos por chocar a alguien.

--¡Adrien, cuidado!

El chico volvió la vista al frente para percatarse de que a tan sólo unos centímetros había una camioneta púrpura delante de ellos. Tomó el manurio e inmediatamente desvió hacia el lado, sin poder evitar rosar la parte izquierda del otro vehículo, en el que el conductor obviamente manifestó su molestia.

--¡Oye! ¡Ten más cuidado! ¡Tengo a mi hija aquí y no querrás saber lo que te pasará si le haces daño!

El rubio pasó de largo rápidamente, perdiéndose en la vista. La joven a su lado rodó los ojos. No entendía por qué se quejaba ahora si su padre también habia cometido varios errores de tránsito.

--Como sea.

--¡Nada de "como seas", Vanessa! ¡Ese chico y su amigo casi nos matan y seguro arruinaron mi camioneta! Ya tengo suficiente con Perry el Ornitorrinco arruinando mis inadores.--Heinz suspiró para soltar su enfado y cambiar de tema.--Se supone que pasaríamos más tiempo juntos aquí en Paris, pero Charlene no me dijo nada de que tendrías que vivir en tu nueva escuela.

--Ya te expliqué las reglas para los extranjeros, papá. Te podré ver los fines de semana, como ya lo hacíamos en Danville.--suspiró.--A quien no podré ver es a mamá, pero entiendo que deba quedarse allá por su trabajo.

--Sí, bueno. ¡Ah! Casi lo olvido. Mañana iremos a la casa de un amigo y nos invitó a cenar. ¿Genial, no?

--¿Desde cuando tienes amigos en Francia?

--Desde hace tiempo, pero a él lo conocí una vez que fuí con tu madre a Paris. Nos encontramos en el mismo restaurante y comenzamos a tener contacto desde entonces. Verás, todo empezó cuando...

Mientras el hombre hablaba, la castaña observaba por la ventana cada imagen de las calles que se desvanecía rápidamente para dar a otra. No iba a negar lo mucho que le gustaba Francia, sobretodo Paris, que era una muy linda ciudad, pero tener que dejar la suya y abandonar a todos sus amigos, quienes compartían su estilo y la entendían a la perfección, le era bastante difícil, y eso no era todo si recordaba que su madre también estaría lejos.

Le parecía algo injusto este cambio rotundo de escuela, sobretodo porque sería su último año escolar y la pasaría, lo más probable, repleta de desconocidos. La única ventaja que le sacaba era no ver a Jhonny, su ex, por un largo tiempo, e incluso tuvo que bloquearlo de sus redes por lo molesto que eran sus mensajes, diciendo "te extraño" o "iré a Paris algún día sólo para verte" como si continuaran con su noviazgo. A pesar de todo, estaba conciente de que su madre quería que tuviera una muy buena educación, y agradecía por esa parte que la matriculara en la mejor escuela de dicha ciudad.

Su padre viró hacia el estacionamiento de una enorme y nueva edificación. Habían tres edificios distintos, uno de ellos bastante alto y el más ancho a comparación de los demás, los cuales también eran muy anchos. Eso igual contaba para el estacionamiento, el cual era tan enorme que parecía de centro comercial.

--¿Esta se supone que es la escuela?--susuró la chica.

--Sí, demasiado grande para mi gusto.--habló el castaño, oyéndola.--Ni juntando mi edificio y todos mis lugares de vacaciones podría igualar el espacio de ésto, aunque tal vez le agregaría más color.

--Claro.

El científico estacionó al lado de un gran auto rojo con detalles blancos y bajó, para ir hacia la parte trasera del vehículo y bajar las maletas de su hija. Luego, fue hacia el otro lado para abrirle la puerta a la castaña, percatándose del auto blanco que estaba a su otro lado.

--¡No lo puedo creer! ¡Ese es el auto que casi nos choca!

--¿Qué?

La chica salió del auto y cerró la puerta, observándolo con detenimiento. Tal vez al momento del casi choque no lo había visto bien por estar sentada al otro extremo, pero reconocía perfectamente el color y la parte de atrás después de que avanzara. Era igual a como lo recordaba, pero obviamente existían muchos autos iguales.

--¡Si esos chicos van a esta escuela, dudo que sea tan "prestigiosa" como dijo tu madre!

--Papá, tranquilízate.--intentó calmarlo.--No le vimos la patente. No hay pruebas de que sea el mismo auto.

Un chico moreno comenzó a acercarse al nombrado vehículo. Abrió la puerta y recogió su mochila, para luego volver a cerrarla. Inmediatamente, Heinz lo reconoció, y no dudó en llamar su atención.

--¡Oye! ¡Sí, a tí te hablo gorra roja!--gritó, haciendo que el chico se volteara algo asustado.--¡Tú amiguito casi choca mi auto! ¿Que acaso no conocen las reglas de tránsito? Digo, yo también soy malvado... ¡¿Pero qué no ves que tengo una hija?! ¡Y te lo vuelvo a repetir! ¡¿No piensan siquiera en que pudieron haberle hecho daño?! ¡Tengo un inador perfecto para ustedes y no me da miedo usarlo!

Tan pronto como terminó de pronunciar esas palabras, el susto del chico incrementó, logrando que saliera corriendo del lugar. Vanessa palmeó su cara después de ver aquella escena, pues justo eso era lo que menos quería, que su padre la avergonzara hasta espantar a cualquier individuo que se le acercara. Quizás esta vez se trataba de un probable idiota, pero no quería siquiera imaginar lo que sería capaz de hacer si entraba a la escuela con ella.

--Papá...

--¡Así que no vuelvan a estar cerca de mi hija! ¡¿Oíste?!

--¡Basta!--exclamó la castaña.--Creo que ya le dejaste todo demasiado claro.

--¡Vamos, Vanessa! ¿Querías que te hiciera algo más? ¿Qué pasaría si te lleva a un lugar oscuro sin que te des cuenta y...

--¡Su amigo conducía el auto, no él! ¡Tú mismo lo dijiste!--dió un suspiro pesado y volvió a hablar.--Papá, tu sabes que te quiero, pero, ya sabes... no quiero que me avergüences, ni mucho menos ahora en mi primer día en esta escuela.

--¡No te avergonzaba, sólo te defendía!

--Primero, puedo defenderme sóla, y segundo, tal vez casi nos hayan chocado, pero no era necesario mencionarme tantas veces como si fuera una niña. ¿Ves de lo que estoy hablando?

--Yo...--él también suspiró.--Sólo quiero protegerte. Eres mi única hija, y este es un nuevo lugar. ¡No conoces a nadie! ¿Que pasa si todos aquí son como ellos?

--Sé que estás preocupado, pero no me pasará nada. Tengo casi 18 años, puedo cuidarme sóla, en serio. Te lo prometo.

La chica abrazó a su padre, y éste correspondió resignado. Al separarse, lo acompañó a la entrada del auto, y el doctor con una triste sonrisa se despidió.

--Adiós, Vanessa.

--Hasta luego, papá.

Besó su mejilla y caminó hacia sus maletas, para luego avanzar hacia la entrada del dichoso lugar. Sin embargo, se detuvo unos segundos y se dió media vuelta, observando que aún su padre no subía al auto, viéndola con la misma sonrisa y despidiéndose con la mano.

--¡Te quiero mucho, hija! ¡No hables con extraños!

Vanessa rió rodando los ojos ante los gritos del científico y levantó la mano correspondiendo el saludo.

--¡Adios, papá!

Volvió a voltearse y finalmente se adentró al enorme establecimiento. Miró hacia los lados, esperándose encontrar con alguna encargarda que la guíe hasta su habitación, pero sólo percibió unas paredes rojas, tapadas un poco por el escritorio principal y otros muebles, siendo complementado por el liso y limpio piso beige. Repentínamente, una persona chocó contra su espalda, haciendo caer a la castaña. Tocó su cabeza aún sentada en el piso.

--¡Oye! ¿Que te...? ¿Candace?

--¿Vanessa?

Ambas chicas se levantaron para hablar más cómodamente.

--No me imaginé que te encontraría aquí.

--Bueno, mis padres decidieron que pasara mi último año aquí para que estuviera con mis hermanos. Debo admitir que los extraño bastante desde que se fueron a esta escuela.--suspiró.--Al menos los veo en las vacaciones, pero mamá sigue sin lograr ver lo que hacen.

--Sí, también sentía algo vacía tu casa sin ellos, pero lo bueno es que ahora estan aquí todos.

--Todos menos nuestros padres. Aún viven en Danville, y de lo que me han dicho Phineas y Ferb es que jamás tienen tiempo para visitarlos. ¡Y eso es terrible! ¡Mamá nunca vió lo que seguramente construyeron aquí!

--Tranquila, Candace. Sólo disfrutemos este último año escolar de alguna manera. Pasará rápido, créeme.

--Si tú lo dices.--volvió a suspirar.--Aunque si hay una ventaja es que Jeremy estará aquí, y al fin podremos retomar nuestra relación.

--¿Cómo? ¿Retomar...

--Ah, sí, no te conté. Terminamos desde que se mudó a esta escuela por la distancia, así que decidimos quedar como amigos, pero dijo que me esperaría, como yo lo esperé a él.--habló con una embobada sonrisa.

--¡Buen día, señoritas!--saludó una recepcionista acercándose a las chicas--¿Ustedes son Vanessa Doofenshmirtz y Candace Flynn?

--Sí, somos nuevas aquí.--respondió la peliroja.--De hecho estábamos buscando a alguien como usted para que nos ayude con nuestra habitación.

--Será un placer guiarlas hacia su nuevo cuarto. Por aquí, por favor.

Mientras las chicas seguían a la mujer, un grupo de dos ancianos, dos adolescentes y un cerdo acababa de salir de la recepción.

--¡Tarde pero hecho! ¡Ahora sí Mabel está oficialmente matriculada!

--¡Gracias, tío Stan! ¡No sabría qué hacer si estuviera alejada de mi hermano!

La castaña le dió un corto abrazo a su tío abuelo, para despues observar a su hermano con una sonrisa.

--Qué puedo decir. Stanley siempre ha sido un gran estafador.--comentó Ford de brazos cruzados negando con la cabeza.--Dipper también hizo lo suyo al ganarse una beca en la mejor escuela de Paris.

--Gracias, tío Ford, pero dudo que sea la mejor escuela si se puede ir con ropa de civil y no con uniforme.

--¡Vamos, hermanito! ¿En serio querías ir con uniforme a la escuela? ¿A quién le gusta usar uniforme?

--Bueno... pensaba que me vería cool con él.

--Si te refieres a coolmente nerd.--se burló su hermana, a lo que el chico rodó los ojos.--¡Vamos! Mira el lado positivo. ¡Al menos podrás usar esa gorra todo el tiempo que quieras!

La chica le dió golpecitos en la cabeza como señal de referirse a su típica gorra azul y blanca, con un pino en medio como adorno.

--¿Ves? ¡Hazle caso a tu hermana!--señaló el anciano de fez rojo.--Estoy seguro que usarás más esa gorra que yo mi sombrero.

--¡Y lo mejor de todo es que Pato puede estar con nosotros! ¡Sea cual sea mi habitación, lo cuidaré muchísimo!--dijo Mabel levantó al animal, abrazándolo y acariciándolo tiernamente.

--Cambiando de tema, estuve investigando y la educación aquí es excelente.--agregó el otro anciano.--¿Quieres saber cuántos genios salieron de aquí? ¡Tú podrías ser uno de ellos, Dipper!

--¿Lo dices en serio?--preguntó el castaño asombrado.

--¡Oye! ¿Y qué hay de mí, tío Ford?

--Pero claro que no me he olvidado de tí, Mabel.--respondió acariciándole la mejilla.--Estoy seguro que con tu alegría y tu gran corazón iluminarás el ambiente escolar. Seguro harás grandes amigas aquí.

El anciano se acercó hacia ambos chicos, quienes lo abrazaron con una sonrisa. En medio de su segundo verano en Gravity Falls, la noticia contada por sus tíos abuelos les sorprendió, y se trataba nada más y nada menos de que los padres de los gemelos viajarían por trabajo por tiempo indefinido.

Al ser aún menores de edad tenían dos opciones: o se iban a un servicio de menores o se mudaban a Gravity Falls con sus tíos abuelos, y no dudaron en elegir la segunda. Por suerte para ellos los ancianos no tardaron mucho en volver al pueblo después de su gran aventura, y al ser criados unos años por ellos les costaría bastante no verlos en la mayor parte de la semana.

--¡Vamos, hermano! ¡Yo también quiero ser el de las palabras emotivas aquí!--se quejó Stan.

--Esta bién.--rió, secando discrétamente una lágrima.--Haz los honores.

Stan se acercó hacia aquellos gemelos que tanto cariño le habían dado desde niños, y ahora al verlos tan grandes se le hacía un nudo en la garganta. No quería llorar, aún había gente, tal vez gente que llegara a visitar la Casa del Misterio después de dejar a sus hijos al establecimiento, y él debía ser el alfitrión como casi siempre lo fue en la cabaña de su pueblo, cabaña de la que ahora se encargaba Soos, su antiguo trabajador y quien no lo había decepcionado hasta ahora.

Definitivamente había invertido bien en hacer una segundo lugar misterioso, aunque nunca pensó que lo haría precisamente en Francia. Ni siquiera le agradaba mucho hacer su atracción en una ciudad tan "sofisticada" como Paris, e incluso quiso construír su nuevo hogar en un lugar lo más apartado posible de la gran ciudad, pero todo por poder estar cerca de sus nietos, o al menos los fines de semana.

--Niños... ya sé que no son niños, pero sólo quiero decirles que... no acepten drogas, ni mucho menos tengan sexo. S-Sólo tienen... 16 años de edad, casi recién cumplidos.

Stanley no aguantó más su llanto y los abrazó hasta apretarlos lo más posible. Los gemelos correspondieron su abrazo, contagiándose las lágrimas del anciano. Unos segundos después decidieron separarse por falta de tiempo. Ya sólo les quedarían 30 minutos para entrar a clases y aún no sabían cuáles eran sus habitaciones. Nuevamente, miraron a los dos ancianos y sonrieron.

--¡Los extrañaremos!

Ambos hablaron al unisono, para luego volver a rodear con sus brazos a sus tíos abuelos y terminar en un tierno abrazo familiar, abrazo que se vió interrumpido por un extraño ruído de vidrios rotos. Posteriormente, todas las luces y focos colgados del techo que más tarde alumbrarían en la noche caían sin parar. Si bien no eran tan grandes, uno casi le caía a ellos.

Finalmente, un extraño mapache entró por una de las ventanas rotas, le robó la billetera a una secretaria y guiñó el ojo antes de salir por donde llegó. Lo único no extraño fue la entrada de otra familia en el sitio, aunque eran los únicos que no estaban sorprendidos con lo que acababa de pasar.

--Bien, será mejor que nos vayamos, Ford.--habló Stan asustado.--No voy a permitir que un mapache me robe mi dinero.

Los dos ancianos salieron por la entrada, mientras los jóvenes hermanos Pines y Pato seguían mirando sorprendidos su alrededor.

--¿Qué acaba de pasar, Dipper?

--No lo sé, pero debe ser un gran misterio seguro.

Al lado de ellos, un chico moreno y una chica peliroja corrieron hacia dicha familia, con una gran sonrisa en el rostro.

--¡Milo!--abrazó su amigo al castaño, el cual correspondió al instante.--¡Te extrañé mucho!

--¡Hola, Zack! ¡Yo también te extrañé!

La peliroja empujó al moreno, para tomar su turno de abrazar fuertemente al castaño.

--¿Cómo están, chicos?--preguntó Milo con una sonrisa.--¿Y qué hicieron en sus vacaciones?

--¡Estoy excelente!--respondió el otro chico.--Fuí a Nueva York con mi familia, y estuvo bastante cool. Aprecio mucho el esfuerzo que hizo mi familia con sus ahorros, y de no ser por el intercambio a esta escuela no hubiera ido aún. ¿Tú que hiciste, Melissa?

--¿Yo? Pasé mis días en Londres con mis padres. Se quedaron unos días en Paris cuando terminé el año, y luego nos fuímos en el metro directo hacia allá. ¡Deben ir allá alguna vez, chicos! ¡El Big Ben es asombroso! Y la ciudad también es muy linda.

--¡Que asombrosas vacaciones, amigos!--respondió alegre Milo.--Mi familia y yo, después de tener muchos problemas en la carretera y que nuestro vehículo diera muchas vueltas por el cielo, nos quedamos atrapados en un campo. Lo bueno es que un matrimonio de granjeros nos acogió en su casa, y no les importó que la ley de Murphy interrumpiera en su hogar muchas veces. Al final reparamos el auto y logramos volver a casa, pero mejor ni les cuento el trayecto a Paris.

--Luego puedes seguir contándole nuestras aventuras a tus amigos, pero ahora debemos volver a Danville.--habló entristecido su padre.--Espero que tú y Sarah se cuíden. Ten cuidado con la ley de Murphy, o puedes...

--Perder la beca, ya lo sé papá.--sonrió su hijo.--Aunque estoy seguro que ya se acostumbraron con todas las cosas que pasaron los años anteriores. ¡Y mírame! ¡Sigo aquí!

--Es porque la ley de Murphy no puede contra tus buenas calificaciones.--dijo su madre.--Espero que tengan un buen año, hijos

--¡Adiós mamá! ¡Adiós papá!

Ambos hermanos se despidieron al mismo tiempo, abrazando a sus padres. Cuando éstos se fueron, Sarah se acerco a Milo con una sonrisa.

--Iré a mi cuarto. ¡Te vere luego, hermano!

Tan pronto como la rubia se fue, un pelirojo alto y con gafas entró rápidamente a la escuela aprovechando que las puertas se abrieron. Inmediatamente se posó frente al chico y sus amigos.

--¡Alto, Milo!--exclamó con un letrero en su mano, el cual giró al apretar un botón.

--¡Hola, Eliot! ¿Qué tal tus vacaciones?

El pelirojo no respondió, pues prefirió dar un vistazo a todo el lugar, viendo a conserjes barriendo vidrios rotos, una mujer furiosa por el mapache que le robó su billetera y todas las luces y focos en el suelo. Éste inmediatamente frunció el seño y volvió la vista a Milo.

--¡¿Qué hiciste ahora, niño?!

--¡Nada! Sólo entré a la escuela.

--Definitivamente no me arrepiento de haberme mudado a Paris desde que llegaste a este colegio.--se quejó el chico.--¡Tenía que seguirte! ¡Causas más daños que los akumas aquí!

--No respondiste mi pregunta.--respondió inocentemente el castaño.

--Pff, por lo visto no tuvo unas vacaciones muy lindas.--se burló la peliroja.

--¡No pude! ¡Tenía que ayudar a los parisinos cuando habían akumatizados! ¡Chat Noir no apareció en ningún momento!

--Sin ofender, pero dudo que hayas podido ser el nuevo Chat Noir.--lo interrumpió Zack.--En serio, te falta muchísimo.

--¡No te burles, jovencito!--habló Eliot mirando al moreno esta vez.--Yo fuí el que calmó a los ciudadanos en todo momento. ¡Y no fue un trabajo fácil! ¿Quieren intentarlo algún día?

--Nos encantaría seguir escuchándote, pero ahora debemos ir a nuestras habitaciones.--contestó Melissa.

En ese momento, un perro amarilo con detalles cafés entró alegremente por una de las ventanas rotas, encaramándose en el chico de sweater fucsia.

--¡Diogee!--exclamó el castaño.--¿Qué haces aquí? ¡Ve a cas...! Un momento. ¡Esta es tu casa ahora!

Milo abrazó a su mascota, mientras sus amigos sonreían conformes.

--Es una suerte que este año permitieran animales en la escuela.--comento Zack.

--Espero que a Bradley no le moleste que esté ahí.--habló Melissa.

--Pff, dudo que le moleste más que nosotros en su misma habitación.

--Hablando de Bradley, creo que nos tenemos que ir antes de que se nos haga tarde.--dijo Milo tomando su maleta, a lo que sus amigos imitaron su acción.--¡Adios Eliot!

El pelirojo observó cómo los tres adolescentes y el perro se alejaban de él, volviendo a fruncir el seño.

--¡Te estaré vigilando, Milo!

El grupo de chicos, al igual que algunos de los alumnos que entraban a la escuela, se dirigían hacia uno de los edificios de al lado, donde se encontraban las habitaciones excusivas donde los alumnos extranjeros vivían debido a las reglas del lugar, estén o no sus padres en la ciudad. Esto no sucedía con parisinos, pues ellos tenían el derecho de ir y volver a sus casas todos los días como una escuela normal. El señor Damocles, director del establecimiento, ya había recibido varias quejas por parte de alumnos y padres, pero éste se excusaba con que "sería injusto para los demás estudiantes de otros países".

Una morena de cabellera lisa y castaña caminaba con su maleta lentamente hacia su habitación, escuchando el audio de su madre como "despedida".

--Hija, tuve mucho trabajo y por eso no pude dejarte a la escuela. Cuando vengas a la casa el fin de semana intentaré estar allí, pero no te prometo nada. Cuídate, querida.

Lila apagó su teléfono y siguó su camino. Entró a la habitación, percatándose de que Kagami ya estaba adentro. La de ojos rasgados sonrió levemente y se levantó para saludar a su amiga, para luego sentarse juntas en la cama.

--De no ser porque vacacionamos juntas ya te hubiera aplastado al abrazarte.

--Ya lo sé.--rió.--Pero si tú casi ni vacacionaste, Kagami. Pasaste la mayoría del tiempo en la escuela de verano de esgrima.

--Tu sabes las reglas de mi madre. Sólo me dejó ir a Miami con la condición de asistir a esa escuela, y llamaba todos los días para confirmar que no faltara.--suspiró.--Apenas llegué a Paris quiso evaluar mis nuevos movimientos, y por suerte no la he decepcionado.

--Al menos tu madre se preocupa por tí de alguna manera.--se entristeció la castaña.--La mía dijo que tendría que viajar en el verano por trabajo, otra vez, así que me dejó dinero para que viajara a cualquier parte con mis amigos. Hace mucho que no tengo vacaciones en familia.

La italiana estaba cansada de que su madre no le de el cariño y la atención necesaria. Ni siquiera su familia de Italia la llamaba, y cuando intentaba comunicarse con ellos siempre cortaban, razón por la que decidió mentir para ganar la reputación de los demás y ser una de las chicas populares.

En cambio, la japonesa estaba demasiado presionada por su madre, viviendo bajo estrictas reglas que obviamente tenía que cumplir. A diferencia de Adrien, no logró rebelarse, pues a ella le importaba demasiado la opinión de su progenitora. Le dolía que creyera que era una "fracasada" sólo por cometer algún error, por lo que se enfocó en ser la mejor ante ésta y, por supuesto, ante toda la escuela.

La actitud de sus madres las unió a ambas, volviéndose mejores amigas y uniéndose con Nino y Adrien, formando el cuarteto de los más populares del instituto. Sin embargo, terminaron por enamorarse de este último, por lo que evitaban hablar de él entre ellas. Las dos sabían que a la otra le gustaba, pero no permitirían que le quitaran lo suyo.

--¡Lila! ¡No me dí cuenta cuando llegaste!

Una rubia de flequillo se levantaba de su cama mientras quitaba los auriculares de sus oídos. La castaña se acercó para saludar a su compañera de habitación.

--¡Pacífica! ¿Cómo estás? ¿Qué tal tus vacaciones?

--Yo estoy bien, y mis vacaciones estuvieron bastante bien allá en Gravity Falls, aunque a veces extraño la mansión en la que vivía hace años.--suspiró.--Pero en serio, ya he escuchado como a 5 personas preguntar eso. ¡Se está volviendo enfermante!

--Concuerdo con eso.--afirmó Kagami aproximándose a las chicas.--En serio, deberías unírtenos. Serías muy bienvenida entre los más populares.

--Gracias, pero no gracias. Primero, sus amigos son demasiado rebeldes para mi gusto, y aunque Adrien sea muy guapo ya tiene novia.--contestó la rubia, ganando una incómoda mirada por parte de las otras chicas.--Y segundo, no quiero dejar a Guideon, Sabrina y Chloe.

--Agg, Chloe.--se quejó la azabache.

--¡Vamos, Kagami! ¿Por qué te cae tan mal?--preguntó la castaña.

--Lo mismo digo de tí con Marinette. Es agradable.

--Y es la novia de Adrien.--susurró enojada.

Kagami volteó a ver a su amiga al escuchar sus murmullos, sintiéndose apenada al recordarlo, por lo que decidió cambiar de tema rápidamente.

--¿Por qué mejor no vamos a buscar a los chicos? No falta tanto para que empiece la clase.

--Sí, creo que tienes razón.

--Las acompaño, chicas.--se levantó la rubia.--También debo buscar a mi grupo.

--¡Perfecto! ¿Qué estamos esperando?--animó Lila.--¡Vamos!

Las tres chicas salían de su habitación, mientras que un piso más arriba unos hermanos se encontraban en su cuarto con su mascota, la cual acariciaban tiernamente.

--Todavía no puedo creer que al fin podamos tener a Perry aquí.--sonrió el pelirojo.--Cuánto lo extrañé.

--Sí, también yo.--sonrió el peliverde a su lado.

--Oye... ¿Y qué haremos después de clases hoy? Porque estaba pensando en hacer una atracción especial para Candace, y como recién llegó a la escuela sería muy lindo pasar tiempo con ella. Al fin no sólo veremos a nuestra hermana en vacaciones.

Los dos chicos habían llegado hace tres años a la escuela, y si bien nunca tuvieron problemas con sus padres, éstos casi nunca se comunicaban con ellos al estar en el internado por dedicarse demasiado tiempo al trabajo, lo que les daba apenas unos segundos para llamarlos. Sin embargo, sabían que era para que Candace lograra estar aunque sea un año en la escuela, y al no tener la beca completa como ellos decidieron trabajar horas extra para pagar su educación.

En cambio, cuando llegaban los veranos y volvían a Danville, toda su actitud ante ellos era normal, tratándolos como si se hubieran visto todo el año, pero a pesar de todo eso sabían que los querían a ambos, y a pesar de no ser de la misma sangre entre ellos, sabían que Lawrence siempre sería el padre de Phineas y Candace, al igual que Linda con Ferb, y entre ellos siempre habría una asombrosa hermandad.

--Y pensar que hace sólo dos días estábamos con los chicos debajo del arbol.--suspiró triste.--Paris es lindo, y me gusta estar aquí, pero Danville... a veces extraño tanto ese lugar.

Ferb colocó una mano en su hombro sin decir nada, característico de él. Phineas sonrió, para luego sacar un cuaderno y diseñar su próximo invento. Su hermano se ubicó a su lado para ayudarlo, hasta que repentínamente la puerta se abrió, dejando paso a una secretaria junto a un adolescente que parecía de su misma edad.

--Y este será tu cuarto, Dipper. ¿Tienes alguna duda sobre la escuela, o algo?

--No, muchas gracias.

--De acuerdo. Los dejaré para que te presentes con tus nuevos compañeros de habitación.

La mujer se va cerrando la puerta. Phineas y Ferb sonríen al ver al castaño ubicarse con su maleta en la única cama desocupada en el espacio sin mucho estilo del lugar

--¡Genial, Ferb! ¡Al fin compartiremos el cuarto con alguien!

Ambos se acercaron al nuevo, quién al verlos le correspondió la sonrisa amablente.

--Hola, chicos. Así que ustedes serán mis nuevos compañeros. ¿Cierto?

--Sí. Yo soy Phineas y él es mi hermano Ferb, pero no habla mucho.--respondió el pelirrojo, señalándo al más alto.--Creo que escuché que te llamabas Dipper. ¿Cierto?

--Sí, soy Dipper Pines, es un placer conocerlos.

--Igualmente, amigo.

--Linda gorra.--comentó el peliverde.

--¿En serio? Gracias.--sonrió el castaño acomodándosela en su cabeza mientras analizaba a ambos hermanos.--Yo también tengo una hermana, Mabel, que seguro debe estar en su nueva habitación, pero es curioso... ustedes son muy diferentes para parecer hermanos, sin ofender.

--No te preocupes. Lo que pasa es que Ferb es hijo biológico de papá, y yo y nuestra otra hermana, Candace, de nuestra mamá, pero no hay mucho que explicar. ¡Los 5 somos una gran familia!

--¡Asombroso! Pero... ¿Qué sucedió con sus otros padres biológicos? ¿Murieron o algo así?

--En el caso de Ferb... sí. Su madre murió cuando apenas tenía 1 año, y nuestro papá se encargó de él. Y mi padre... pues... se fue después de mi nacimiento, o eso es lo que me dijo mamá hace un tiempo.--suspiró.--Es lo único que recuerda de él, y sea quién sea no se dónde se encontrará ahora.

Phineas siempre sintió ganas de saber algo de su padre biológico, ganas que ocultaba frecuentemente y que por su gran alegría nunca se notaba. Según su madre, ella ni siquiera recordaba el aspecto físico, y ni siquiera su hermana sabía cómo era, lo que le parecía muy extraño, pero decidió creerles de todas maneras. No obstante y a pesar de sus ansias, lo único que quería hacer si algún día lo llegara a conocer sería preguntarle por qué rayos decidió abandonarlos de esa manera.

--Vaya... n-no tenía idea. Lo siento, no debí preguntar eso.--se entristeció.

Al principio el castaño pensó en que sería una pregunta curiosa, y que sería un buen tema para empezar una conversación y al fin hacer amigos de su edad, pues a diferencia de su hermana, él siempre estaba bastante solo si de ambiente escolar se trataba.

--No importa, en serio. Para mí solamente existe un padre, y es el que me ha criado todo este tiempo. En serio, no me molesta que lo sepan.--sonrió el pelirojo.--Bueno, faltan algunos minutos para que empiece la clase, así que... ¿Quieres conocer a nuestros amigos?

--Por supuesto, no hay problema.--habló el chico de gorra levantándose de la cama y ordenando su mochila.--Por cierto, voy en cuarto grado.

--¡Nosotros también! Sería una suerte que nos tocara en el mismo salón. ¿No, Ferb?

El peliverde sonrió levantando el pulgar.

--Vaya suerte.--dijo Dipper.--Espero que la mascota de Mabel no haya molestado a las chicas con las que les tocó en su cuarto.

--¿Mascota? ¿Y qué es?--preguntó entusiasmado Phineas.

--Un cerdo. Apenas se enteró de que podía tenerlo aunque sea en su cuarto, no dudó en traerlo. Su nombre es Pato.

--¡Asombroso! Debemos conocer a Mabel y Pato.--miró el pelirrojo a su hermano.

--Creeme, ella también estará muy feliz por conocerlos.--sonrió el castaño, ilusionándose con que quizás sí haya conseguido amigos de su edad esta vez.

--Nosotros también tenemos una mascota, es un ornitorrin...--Phineas miró hacia todas partes, buscando al animal que ya no estaba en ninguna parte del cuarto. Finalmente, volvió la mirada hacia Ferb.--Oye... ¿Y Perry?

El animal había salido de la habitación sin que se dieran cuenta. Se levantó, se colocó su sombrero y sacó un reloj en la pared, para dar paso a una especie de túnel-tobogán de su tamaño. Rápidamente entró, alcanzando a dejar el reloj en su lugar. El tunel lo condujo en un par de segundos a su guarida, o mejor dicho, a su nueva guarida, la cual era bastante más grande y con más objetos que la que tenía en Danville. Una imagen de un hombre iluminó la pantalla.

--Hola, agente P.--habló el Monograma.--Antes de decirte tu misión, te aclararé algunas cosas. Primero, y como sabes, Doofenshmirtz se mudó a Paris, y aprovechando que tus dueños viven aquí hace bastante, preferimos que te trasladaras a esta ciudad. Así puedes recuperar el tiempo perdido con ellos y a la vez no cambias de enemigo.

Perry asintió, a pesar de que sabía bastante todo eso. Conocía el funcionamiento de la O.S.B.A, y era claro que sobornaron y embaucaron perfectamente a una escuela tan prestigiosa como lo era la que estaban ambos hermanos para permitir que todas las mascotas vivieran allí con sus dueños, y que permanecieran al menos en las habitaciones hasta que ellos salieran de clases, lo que nunca se atreverían a hacer por el alto nivel de dicho establecimiento.

Sin embargo, no importaba lo ilegal que quizás haya resultado el proceso, ya que al fin estaría con Phineas y Ferb después de tanto tiempo que no los veía allá en Danvile, o al menos la gran parte de los años. Además, fue una suerte que su némesis se mudara a Paris finalmente, pues no sería necesario asignarle otro agente como había ocurrido anteriormente con Peter el panda, aunque de todas formas no lo volverían a hacer, pues esa era la otra razón de la que por qué tuvo que quedarse en Danville.

--Segundo... ¿Te gusta tu nueva guarida? Gastamos bastante presupuesto en ella.--continuó el mayor.

Perry miró hacia los lados, rodeando el lugar con los ojos. Le gustó ver que tenía nuevo y más remodelado equipamiento de espía, aunque no podía negar que esa guarida era tan ridículamente grande como para un ornitorrinco, teniendo hasta un baño privado y una mesa de ping-pong.

--Grrr.--respondió el agente como forma de asentir.

--¡Genial! Sabía que había valido la pena.--suspiró aliviado.--Bien, lo tercero es que, ya que estás en Paris, debes saber que nuestra asociación siempre ha estado unida a otra desde hace un tiempo, aunque técnicamente no es una asociación, sinó un equipo de superhéroes. Resulta que en esta ciudad usualmente hay ataques hechos por akumas, que hacen que una persona normal se vuelva villana.--decía mientras aparecían imágenes de lo que se refería.--Y de eso se encargan específicamente estos héroes, principalmente Ladybug y Chat Noir. Estoy seguro que debiste verlo en las noticias alguna vez, pero bueno. Aquí te presentaré al maestro Fu, guardián de las joyas que convierte a estos portadores en héroes.

La pantalla se dividió, y luego la imagen de un anciano fue sumada.

--Buenos días. Tú debes ser el agente P. ¿No es así? Yo soy Wang Fu, y siempre ha sido un gusto poder trabajar con la O.S.B.A. Hawk Moth es el máximo villano aquí, y no debe enterarse que yo soy el guardián, mucho menos que hay una asociación unida a...

--Perdon por interrumpirte, pero... ¿Adolescentes como superhéroes? ¿En serio?

--Tú ocupas animales como agentes, Francis.

--Bueno, sí, pero... al menos a ellos no les afectan las hormonas.

--Espero que puedas mantener mi presencia en secreto.--continuó, ignorando al Monograma.--Los contactaré por medio de Ladybug sólo si hay una gran emergencia en la ciudad, una de mayor nivel y que los héroes no sean suficientes para resolver. Confío en tí, agente P.

El ornitorrinco asintió, para que luego el anciano cortara y la pantalla volviera a mostar sólo al encargado de la O.S.B.A, quién estaba algo pensativo.

--Sigo pensando que debemos cambiar el nombre a la agencia por "Miraculous O.S.B.A". ¿Tú que dices, Carl?

--Supérelo, señor.--se oyó la voz del pelirrojo de fondo.

--Bien.--respondió de mala gana.--Por último, recuerda que los cuarteles de la agencia sigue en Danville, y nosotros también, así que no nos verás a mí y a Carl en persona por un tiempo.

--Señor... ¿Puede decirle la misión rápido? Recuerde que debo ir a la universidad.

--Claro, claro.--Nuevamente, las imágenes comenzaban a proyectarse.--Doofenshmirtz fue visto comprando nuevas piezas metálicas, pero también unas tarjetas de enamorados, lo que es... bastante extraño. Como sea, construyó un edificio igual al que tenía en Danville anteriormente, así que no será difícil encontrarlo. Vé a detenerlo.

El agente hizo una señal militar y tomó su jetpack, para dirigirse hacia el lugar en donde su enemigo estaría, pasando justo por arriba del gran Notre-Dame International Institute.

Instituto en donde habrían muchas sorpresas para cada uno de sus alumnos, y este era sólo el comienzo.

Hola a todos!!!!
Bueno, tenía muchas ganas de iniciar esta historia, y sigo teniendo ganas de escribir cada capítulo, así que les prometo que no la abandonaré como sucedió con Invasores, pues para ésta estoy muy inspirada UwU, así que ya saben, si me demoro lo haré mas o menos el tiempo que lo hacía con "Escapémonos", máximo. (Para los que ya me conocían por ahí xD)

Bueno, como mencioné en la descripción, esta historia es un AU (Universo Alternativo) entre Miraculous, Phineas y Ferb, Gravity Falls y La Ley de Milo Murphy (por lo que supongo que no muchos leerán esto xDxD) les haré unas aclaraciones:

--Phineas, Ferb y sus amigos son sólo dos años menores que Candace, lo mismo entre Milo y Sarah, y también los ex-niños de Gravity Falls con los adolescentes.

--Los adolescentes de Phineas y Ferb, Gravity Falls, Sarah Murphy y los alumnos de Miraculous (con excepción de Luka) tienen la misma edad, entre 17-18 años, mientras sus hermanos y los alumnos restantes tienen entre 15-16 años.

--Cambiaré algunas relaciones amistosas y un poco la personalidad de algunos personajes (como ya lo notaron con Adrien ewe).

--Habrán ships de todo tipo, tanto comunes y no muy comunes, tanto queridos por el fandom como no tan queridos, tanto heteros como homos, e incluso unos muy extraños que quizás no se han imaginado antes xD

--Me disculpo desde ya por no agregar a Star vs las Fuerzas del Mal, pero siendo sincera, no me he visto la serie completa y dudo que me la vea, así que lo siento 🙈.

--También quiero aclararles que este fic será musical en algunos capítulos, así que también me disculpo si las canciones no señon de su gusto ewe.

--Los capítulos serán largos, mínimo 3000 palabras.

Y eso es todo!!! Espero que les haya gustado el capítulo <3 sin nada mas que decir, bye!!! ❤

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