[IN THE FESTIVAL II]
Ahhhh prros ¿Creyeron que desaparecería otro mes sin publicar nada?
¿Pues que creen? Ya llegué xd
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Esto es un extra de lo que sucedió con Mogami y Hibiki después del festival.
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Narra Hibiki.
Si tuviera que describirme en una palabra ahora, escogería: cansado.
Llevaba al superior Mogami, que estaba apoyándose en mi hombro izquierdo por el mareo de beber mucho sake, a las afueras del festival. Por otro lado, cargaba en mi brazo derecho, el conejo que había ganado el samurai para mí.
Me sentía mal por dejar al maestro Gestöber sólo, ya que también había bebido bastante. Pero soy la muerte y, como tal, no puedo salvar a todos.
—Espero que se encuentre bien, maestro Gestöber.– Pensé en voz alta.
—Ugh... ¿Dijiste algo joven Hibiki?– Habló Mogami.
—N-No, lo siento, estaba hablando solo... ¿Quiere descansar un segundo superior Mogami?– Ante la pregunta, él negó con la cabeza.
—Me encuentro bien. Aunque, todo da vueltas.– El samurai hizo el intento de tranquilizar mis preocupaciones, mas solo las aumentó.
—No debieron beber sake, superior Mogami. Ni siquiera tienen 18 aún.– Le regañé un poco molesto.
—¡Pronto los cumpliré!, ¡Falta nada para que lleguemos a la universidad!– Exclamó energético el superior Mogami.
—Si, falta poco...– Hablé con desánimo.
Es un poco doloroso saber que cuando se gradúen mis superiores, volveré a estar solo. Claro, ellos me prometieron que podía visitarlos cuando quisiera en el apartamento que alquilarían, pero seguía siendo bastante triste considerando que son los únicos amigos que he hecho en toda mi estadía en la preparatoria.
¿Porqué debo ser de primer año?
—¿Joven Hibiki?– Mogami se preocupó por mi prolongado silencio.
—Estoy bien. Estoy pensando en tonterías.– Sonreí falsamente para no molestarlo. Obviamente no se lo creyó.
—Te preocupa el futuro ¿No es así?– Preguntó el samurai viéndome fijamente.
Detuvimos nuestros pasos y quedamos en frente del parque. No faltaba mucho para que llegáramos a la casa del superior Mogami. Había una banca cerca de nosotros y fuimos a sentarnos para poder hablar con calma. Suspiré sin saber cómo iniciar y buscando fuerzas en el conejo de peluche.
—Me siento algo frustrado.
Me gustaría que la preparatoria durara más tiempo. Ojalá estuviera en su mismo grado.– Agaché la mirada con tristeza.
—Es una pena, pero así son las cosas. Nosotros no controlamos el tiempo, pero hace que sea más preciso cada día que pasamos juntos. No hemos convivido tanto joven Hibiki, pero eso causa que nuestro tiempo conociéndonos sea más preciado.– Al oír las palabras del superior Mogami, quedé perplejo. Incluso parecía como si la borrachera se le hubiera pasado.
—¿Lo- Lo dice en serio?– Alcé finalmente mi vista hacia sus ojos rosados.
—Dicen que lo mejor dura poco. Eso lo hace especial, joven hibiki.– Tomó mi rostro con su mano derecha y comenzó a acariciarlo cuidadosamente.
—Su-Superior Mogami...– Sentí la belleza de esas palabras y las ganas de llorar.
Tiene razón, no he pasado mucho tiempo con el samurai y aún así siento que mi tiempo conociéndolo es irremplazable. Al igual que el tiempo conociendo al maestro Miguel y los demás.
Después de unos segundos más de tacto entre la mano del superior y mi mejilla, se separó lentamente, la calidez que sentía se iba poco a poco y por inercia tomé su mano.
Perdón, ¿Que hice?
El chico de katana me veía con una clara confusión mientras que en el fondo quería que la tierra me tragara, ¿Porqué arruino todo lo que me da felicidad?
—¡Perdón!, Y-Yo solo... – No tenía ninguna excusa y sentía mi cara arder en vergüenza y miedo.
—No hay problema, está noche es bastante fría ¿No lo crees?– El superior Mogami entrelazó su mano con la mía y me miró como si viera a través de mi alma.
Bueno, digamos que tengo alma.
Cómo no había mucha gente, la mayoría de las personas probablemente sigan en el festival, sólo se escuchaba el sonido de los grillos y el ladrido de uno que otro perro. Las luciérnagas comenzaban a salir de su escondite y podían verse docenas de ellas sin problema alguno, el panorama era tranquilo y la mirada del superior me daba miles de emociones. Seguridad, calma, felicidad, miedo, tristeza, entre otras más.
—Hibiki...– Llamó mi atención el samurai. Comencé a parpadear un par de veces para salir de mi inminente estado de suspensión para volver a la realidad.
—Realmente eres lindo.
¿Escuché bien?
El superior Mogami ¿Me acaba de llamar lindo?
—¡No diga eso tan de re-repente!– De un momento a otro sólo podía escuchar los fuertes latidos de mi corazón al caer en cuenta en la posición que nos encontrábamos.
¡Parecíamos una pareja de enamorados! Cómo la muerte, no puedo permitirme tales sentimientos de alegría. No es nada profesional.
—Estoy diciendo la verdad, ¿Tiene algo de malo eso?– Me tomó de los hombros para que no escapara y comenzó a acercarse lentamente a mis labios.
¿En verdad va a hacerlo? Me estaba asustando ya que no sabía que hacer ¿Le correspondía?, ¿Le doy una patada en la entrepierna y salgo corriendo?, ¿Le dejo hacer lo que quiera?, ¿Que haría el maestro Miguel ahora?
Cómo último intento de acción pongo mis brazos en su pecho tratando de crear algo de distancia entre los dos, no obstante, es inútil.
—Superior Moga...– Como lo supuse, el samurai me besa sin darme oportunidad de protestar.
Abro mis ojos exageradamente y me quedo estático, no queda ni un solo pensamiento lógico que pueda procesar mientras los labios del superior se mueven para que yo haga lo mismo. Sin embargo, es mi primer beso, ¡Apenas se que hacer!
El beso se prolonga unos momentos más y se separa lentamente de mí el superior. Aprovecho para tomar un poco de aire, pero rápidamente vuelve a la acción.
Vuelvo a sentir los labios del chico de katana junto a los míos, no obstante, empieza a lamer un poco la comisura de mi boca para que la abra, por inercia lo hago y el superior introduce suavemente su lengua dandome una corriente eléctrica en mi espina dorsal y corazón. Mientras más saboreo la lengua del samurai; puedo sentir ese pequeño toque de sake de sus labios que me embriaga y marea, es algo dulce y sorpresivamente comienza a gustarme.
Doy un leve gemido ante la acción, y de forma inconsciente, cuelgo mis brazos detrás del cuello del superior Mogami, y maldigo en mi mente que sea más alto que yo.
Por consecuente, el peluche cae de mi regazo y termina en el suelo.
Lo recogeré cuando termine (si es que tiene un final).
Comienzo a sentirme sofocado por la duración del beso y el samurai lo nota, así que decide separar el beso para tomar un respiro. Sin embargo, fue algo brusco y un pequeño hilo de saliva sale de mis labios, algo rojos por la presión.
Inmediatamente utilizo la manga de mi yukata para cubrir mi boca, y rostro, avergonzado.
Veo por unos segundos al superior Mogami y también está recuperando el aire.
Ambos nos quedamos callados y el único ruido perceptible es el de los grillos, por alguna razón, los perros cesaron sus ladridos.
Seguimos en nuestra posición, el samurai sigue tomándome de los hombros y yo sigo teniendo mis brazos alrededor de su cuello.
Se nota la incomodidad entre ambos, pero también las ganas de seguir en esa confortante, y extraña, posición. Siento que en cualquier momento podría desmayarme, pero un ruido ajeno a nuestra pequeña burbuja nos saca del trance a ambos.
—¿Qué fue eso?– Escondo mi cara en el pecho del superior. Habiendo llegado a este punto con él, esto no es nada.
Además, estaba asustando ¿Alguien nos vio?, ¿Es un secuestrador?, ¿Un asesino?, ¿Un pedófilo?
Mogami nota el miedo en mi voz y solo coloca su mano en mi cabeza dándome pequeñas caricias para tranquilizarme.
El samurai observa los alrededores y divisa algo en frente a nosotros. Separa mi cuerpo del suyo y miro que desenfunda su katana en busca de divisar algo en la oscuridad.
—¿Quién anda ahí?– Pregunta con seguridad en su voz y seriedad en su mirada. Ver esa faceta del superior me da bastante miedo.
Todo es mi culpa, fue porque me gustó el beso ¿No?
Debió ser eso, soy la muerte, no puedo permitirme la felicidad sin poner a otros en riesgo o quitándoles la vida.
De seguro es el karma queriendo darme una lección.
Mis ojos comienzan a lagrimear por el miedo de que algo nos suceda y, por el miedo, agarro el peluche que me dió Mogami en busca de sentirme a salvo.
El ruido se vuelve más fuerte y parece acercarse, una sombra viene rápidamente hacía nosotros y Mogami se levanta, listo para defenderse.
—¡Enfrentame si puedes!– Grita el superior poniendo su katana frente a él listo para el primer ataque.
Mas el ataque jamás llegó.
Justo en nuestras narices se acercaba un perro corriendo a gran velocidad y pasando de largo, ignorando nuestra presencia.
El superior y yo no dijimos palabra alguna ante el embarazoso momento. El samurai tose disimuladamente y guarda su katana en su lugar con gracia y calma.
—Vaya, sólo era un perro hurgando en la basura. Creo que es muy tarde, deberíamos seguir nuestro camino.
—Ti-Tienes razón, deberíamos volver.– Voltee a ver en otra dirección, más calmado pero aún así avergonzado por tal escena. Suerte que no hay nadie viéndonos.
—Por cierto, ¿Quisieras quedarte en mi casa? Es lo menos que puedo hacer por tí al haberme acompañado todo el trayecto. Además, me preocupa que te vayas solo.– Preguntó el superior como si nada de lo que pasó entre nosotros hubiera ocurrido.
¿Que debo hacer? Por un lado no quiero ser descortés, pero por otro, no sé cuál sea el siguiente movimiento del superior si me voy con él.
Pensé en rechazar la oferta, pero el ladrido de los perros volvió y me sentí asustado.
—A-Aceptaré con gusto su oferta, superior Mogami.– Abracé su brazo en busca de protección.
Al demonio lo que me pase en la casa del samurai, prefiero eso a ser comido vivo por los perros o que me secuestre algún extraño.
Mi mamá me matará mañana.
El superior me miró sorprendido al ver que me aferraba a su brazo, mas solo se limitó a sonreír y comenzamos de nuevo el trayecto a su hogar.
Al llegar, una gran casa nos esperaba en frente de nosotros, parecía sacada de los tiempos del Japón antigüo.
Eso explica un poco la personalidad tan tradicional del superior Mogami.
—Bienvenido amo Mogami, veo que trae un invitado con usted.– Habló una señora de la tercera edad, en la entrada del hogar, haciendo una reverencia al chico de la katana.
—Buenas noches. En efecto, un amigo pasará la noche aquí, pues ya es muy tarde para que vuelva por su cuenta.– Contestó el samurai de manera formal a la señora. Tiene un aire bastante maduro y genial.
—Comprendo amo. Por cierto, sus padres siguen afuera, notificaron que llegarían hasta tarde.
—Entiendo, gracias por el aviso, puedes retirarte. Vamos, joven Hibiki.– Volteó a mi dirección el superior Mogami mientras la señora daba otra reverencia para luego irse.
—Co-Con permiso.– Me sentía algo nervioso por toda la formalidad y clase que había en la casa del superior, pero ya estoy aquí y no puedo dar marcha atrás.
Después de que ambos nos quitamos nuestros zapatos, nos encaminamos a la habitación del superior. Siendo que es la primera vez que lo visito, me limito a ver los alrededores. Cómo supuse, el lugar es bastante amplio y tardamos, o al menos así lo sentí, en llegar a la dichosa alcoba.
—¿Sucede algo Hibiki?, Estás muy callado.– Preguntó algo preocupado el samurai.
—No-No es nada, sólo me siento muy cansado.– En parte no mentía, después de todo lo que pasó en el festival y el parque me siento agotado.
—Ya veo. Será mejor que descansemos.– El superior entro a la alcoba y lo seguí, al entrar, me acuesto cansado en el futón disponible mientras abrazo con fuerzas el muñeco. —Por cierto, ¿Quieres tomar un baño conmigo antes de dormir?
—Si, porqué no.– Contesto de manera más relajada sintiendo la suavidad del futón.
—Perfecto, sígueme.– Observo como saca de unos cajones un par de prendas y vuelve a abrir la puerta de la alcoba.
Entendiendo la señal, dejo con cuidado al peluche en la alcoba, lo sigo hasta el baño y le agradezco las direcciones. Estaba a punto de cerrar la puerta hasta que, sorpresivamente, él también entra y comienza a quitarse la ropa.
—¿Su-superior Mogami?– Pregunté sintiendo mi cara roja al ver el cuerpo desnudo del samurai.
—¿Qué? Si preguntas, no tengo problema en limpiar tu espalda.– Contesta de manera neutral mientras deja su yukata en algún lado del cuarto.
—No era eso...– Me resigné y di un suspiro harto. Debí prestar más atención a lo que me preguntó.
El superior parecía querer preguntar más, pero decidí tomar la palabra antes.
—So-Solo, ¿Podrías voltear a otro lado mientras me quito la ropa?– Sujeté la yukata con mis manos haciendo puños y viendo al suelo.
—Esta bien, no tardes mucho.–
El superior Mogami miró a otro lado sin rechistar, dejando que me desvistiera con calma.
Finalmente dejé mis prendas a lado de las del samurai y, después de un rato, Mogami me pidió sentarme en un pequeño banco para que pudiera limpiarme la espalda.
Las manos del superior tocando mi espalda eran suaves y tranquilizantes, frotaba mi cuerpo con el jabón de manera delicada y me hacía querer suspirar por lo relajante que se sentía.
—¿Sabes joven Hibiki?, Eres más delgado de lo que pareces.– Tocó parte de mi espalda baja y di un gemido involuntario.
—T-Te agradecería si no tocaras ahí, superior Mogami.– Traté de recuperar la compostura inútilmente.
—¿Te refieres aquí?– Volvió a tocar con su dedo mi espalda baja haciéndome jadear por la sorpresa.
—Po-Por favor, no lo haga.– Me digne finalmente a encararlo aún con mi mejillas rojas y respirando irregularmente.
Mogami me vió unos momentos como si estuviese hipnotizado y luego volvió a su expresión tranquila.
—Perdón, no sabía que eras sensible allí.– Se disculpó buscando la cubeta para enjuagar los restos de jabón en mi cuerpo.
Mientras se retira del baño, comienzo a pensar sobre la actitud del superior que ha tenido hacia mi en los últimos meses que hemos convivido.
En la época de exámenes noté una extraña aura de tensión por parte de casi toda nuestra preparatoria. Aunque era de esperarse, tarde o temprano, debían mostrar sus resultados de tanta preparación académica en el semestre. Para los del último año, era la prueba de fuego.
En ese lapso de tiempo; el maestro Miguel acaparaba más el tiempo con el maestro Gestöber y pedía, de forma indirecta, que los dejarán solos.
Cómo el superior Mogami y yo nos vimos excluidos de aquella atención, pues de alguna forma el superior Tsukimiya sí podía colarse entre ellos dos, no nos quedó de otra más que convivir.
Al principio apenas nos saludamos y contábamos como nos iba, pero un par de semanas después, ya nos encontrábamos en la cafetería o en la azotea platicando animadamente sobre nuestros gustos o pasatiempos.
Desde luego, a veces íbamos a buscar a los demás para pasar el rato, pero de alguna forma encontramos más confort al hablar solo nosotros.
Después del periodo de exámenes, el superior Mogami comenzó a tratarme con más cariño.
Un par de semanas después; recuerdo aún con claridad cuando le pregunté de manera indirecta si había perdido interés en el maestro Gestöber, y casi se desmaya de la indignación.
Me dijo claramente: "No me malinterpretes. Mi devoción y respeto al señor Koyukichi sigue intacto, y aún pienso dar algo de pelea contra el joven Kabuto, ya que lo asfixia constantemente.
Pero no negaré que he agarrado cierto interés en ti, joven Hibiki."
Con las palabras, "cierto interés", me hizo estremecer por completo durante el resto de ese día.
Sin darme cuenta, me puse en lo zapatos del superior Mogami, pues yo también comencé a tenerle más apego emocional desde ese entonces o incluso antes.
Sólo llegué a la vaga conclusión de que lo veía más allá de un amigo.
Toda la tormenta de pensamientos hacía el samurai se desvanecieron tan rápido como vinieron al sentir los cálidos brazos del anterior mencionado.
El superior Mogami se encontraba abrazándome a la vez que me cubría con una toalla de cuerpo completo. Me extrañó la sutileza con la cual lo hizo y dí un pequeño grito del susto.
—Lo siento, pero como no contestabas, decidí actuar. Tendrás un resfriado si no te cubres.– Habló con seguridad el pelimorado sin apartarse de mí.
En vez de intentar apartarlo, me ví atraído por su calor y junté mis manos con las suyas mientras cerraba los ojos con satisfacción.
Cómo la muerte, recibiré las consecuencias con gusto. Pero a cambio, quiero sentir está tranquilidad y dulzura de este momento sin remordimiento alguno.
Siento la respiración del superior rozar mi nuca, a lo cual, doy un suspiro entrecortado. Siento que murmura unas palabras y, aunque no quiera, debemos separarnos.
—Vamos al cuarto, joven Hibiki.– Dijo con firmeza y cariño al mismo tiempo.
Hubiera anhelado un par de minutos más así, pero como él mismo me afirmó, todas las cosas buenas duran poco.
Después de colocarme un camisón largo que me llegaba a las rodillas, cortesía del samurai, esperé al superior Mogami en el futón que compartíamos. Anteriormente había insistido en dormir en otro lado, pero descartó rotundamente esa idea excusándose de que era su invitado.
Siento que con tanta buena suerte que tengo, algo terrible pasará, pero por el momento intentaré no pensar en eso hasta mañana.
El pelimorado apago las luces y se recostó a lado mío con la mirada puesta en mis ojos. Yo, ansiosamente, abrazaba aquel peluche contra mi pecho al notar que estaba haciendo lo mismo que él.
A pesar de como sonaba; era algo completamente reconfortante saber que el superior se preocupaba por mi bienestar y, por lo tanto, se molestaba en mirarme con aquellos orbes hermosos llenos de ternura y seriedad.
—¿Tampoco puedes dormír?– Finalmente preguntó en voz baja.
Negué con la cabeza.
—Siento sueño, pero mis párpados se niegan a cerrarse. No sé cómo explicarlo mejor...– Me avergoncé por mi respuesta.
—Entiendo, estamos en la misma situación.– Contestó con tranquilidad. —Espero no suene incómodo, pero tengo una idea.
—¿Cuál?– Pregunté curiosamente viendo cómo me envolvía con sus brazos nuevamente.
—Podría intentar arrullarte.– Sus palabras se escuchaban tentadoras y sentía toda la sangre subir a mis mejillas ante el tacto de sus manos.
Si no fuera la muerte, diría algo cómo: moriré de la emoción.
—Ta-Tal vez funcione.– Intenté no sonar nervioso, sin embargo, mi voz tartamudeando no me ayudó en nada. Pude escuchar una pequeña risa por parte del superior.
—En ese caso, acércate más a mí.– Sin rechistar, hice lo que me pidió y mi cabeza quedó pegada a su pecho. No obstante, en ningún momento había soltado el conejo de peluche, así que había un reducido espacio entre Mogami y yo.
El samurai notó el peluche, pero decidió callar y dejarlo pasar. El superior comenzó a acariciar mi espalda de manera pausada y calmada, a la vez, podía escuchar los latidos de su corazón que iban al ritmo de las caricias.
Estuvimos en aquella posición un par de minutos hasta que mis párpados finalmente comenzaron a ceder al sueño.
Pudo ser parte del cansancio, pero mientras me comenzaba a dormir, sentí unos labios sobre los míos de manera sutil y suave.
Ahora tendré la duda eterna de si el superior Mogami realmente me dió ese beso de buenas noches, o fue sólo mi imaginación anhelando que eso pasara.
La luz me cegaba y un ruido extraño me hizo despertar de golpe.
Mientras recordaba en dónde estaba, ví que Mogami no estaba en el futón y me sentí intranquilo.
Observé detrás mío y, sorpresivamente, se encontraba el samurai en modo defensivo contra alguien. Ese alguien era el superior Tsukimiya.
—¿Qué piensas hacer con esa foto?– Preguntó molesto el pelimorado.
¿A qué foto se refiere?
—No haré nada malo, sólo quiero que me hagan un pequeño favor, y juro no decir ni pío a Seri o Hanadori.– Alzó su celular el rubio mostrando una fotografía.
—¿Cuándo tomaste eso?– Grité confuso llamando la atención de ambos superiores.
—Buenos días Hibiki, ¿Dormiste bien entre los brazos de tu Mogami?– Oí con voz burlona al superior Tsukimiya, mostrando una foto del superior y mía dónde nos acurrucabamos cariñosamente mientras dormíamos.
Admito que la foto se ve tan bien que quisiera una copia, pero ese no es el caso.
Sentí que sudaba desesperado al imaginarme lo que haría el rubio con esa foto si la mostraba a alguien en la escuela.
No nos dejarían en paz el resto del semestre.
Sabía que esto me pasaba por intentar ser felíz.
Comencé a llorar silenciosamente mientras me ponía de rodillas ante el superior Tsukimiya.
—¡Ha-Haré lo que sea, sólo danos la foto!– Grité desesperado mientras el superior Mogami corría hacia mi.
—Esto es algo muy bajo, ¿No lo creés?– Cuestionó el samurai mirando con odio al rubio.
—Puede ser, pero sigue siendo divertido.– No se inmutó el superior Tsukimiya con su característica sonrisa.
—¿Qué quieres a cambio de la foto?– Quiso negociar el pelimorado.
—Quiero que tomen mi turno de limpieza del aula cuando volvamos a clases. Me siento de buen humor hoy, así que no pediré más.
Intenté dejar de llorar y miré a Mogami preguntando indirectamente que hacíamos. A lo cual me vió resignado pero intentó sonreírme para calmar mis nervios.
—Aceptamos, con la condición de que elimines la foto aquí mismo.– Contestó seriamente el superior Mogami dándome una mano para levantarme.
—¿Seguro que quieres eso? Porque al parecer el pequeño Hibiki quiere una copia para él.– Me señaló con el celular el rubio mientras intentaba dar una respuesta sin tartamudear ¿Acaso había leído mi mente?
Con razón al maestro Seri le da miedo Tsukimiya.
—¡Y-Yo-Yo Yo no dije eso!– Inútilmente me defendí de lo evidente.
—Estas mintiendo. Pero me da igual, aceptó sus condiciones.– Se acercó el superior Tsukimiya a nosotros mostrándonos como borraba la foto.
Pero en la galería había otra similar.
—Supongo que también vas a borrar eso ¿No?– Preguntó con tono molesto el samurai.
—Lo haré, a su debido tiempo. Cuando termine la semana y vea que cumplieron su parte del trato. No soy ningún tonto.
El superior Mogami tenía un aura asesina, sabía que terminaría mal, así que lo tomé de la mano para calmarlo.
—Te-Ten por seguro que cumpliremos.– Hablé en su lugar.
—Se que no mientes pequeño Hibiki. En fin, iré a visitar a Seri.– Se dió media vuelta asustandonos a ambos. —¿Eh?, No sé preocupen, pasaron muchas cosas ayer después de que se fueron y debo ir a recoger a Seri. Hanadori lo está cuidando mientras hablamos y ya se me hizo tarde.
¿El maestro Miguel se encontró con el maestro Gestöber? ¿Cuando pasó eso?
—Bueno, debo retirarme. Nos vemos, par de tórtolos.– Se despidió el rubio desapareciendo de la habitación.
Suspiré y volví a caer en mis rodillas. Estuvimos a nada de ser la burla total de la escuela por una simple fotografía.
No me gusta desconfiar del superior Tsukimiya, pero puedo asegurar que esa foto no solo la hubiera mostrado a los maestros Miguel y Gestöber, sino a todo al que conociera.
—¿Cómo hizo siquiera para entrar a la casa sin que lo notara? Ese hombre es un misterio.– Comentó el superior Mogami poniéndose a mi lado.
—No puedo creer que debamos tomar su turno de limpieza apenas regresemos.– Bajé la mirada algo molesto.
Considerando como es el rubio, no es un precio tan alto, pero aún así sigue siendo algo muy sucio de su parte.
—Al menos pasaremos tiempo a solas mientras nos encargamos.– Me sonrió dulcemente el superior Mogami tratando de ver lo positivo.
—Es cierto.– Tomé su mano sin pensarlo y recosté mi cabeza en su hombro.
—Es una pena que te haya levantado así, me hubiera gustado darte el desayuno en la cama.– Me sonrojé ante el detalle que tenía planeado el pelimorado.
—N-No era necesario.– Apreté con más fuerza su mano dando a entender mis nervios. —Pero, sigue siendo muy amable de tu parte, Mogami.
El samurai me miró sorprendido de que no le dijera "superior" como siempre hago, no obstante, parecía que le gustó.
—Si no fuera porque debo llevarte a casa, adoraría comerte a besos aquí.– Comenzó a acercarse el superior con intenciones de besarme.
Pero reaccioné a lo que dijo y me separé abruptamente de él.
—¿Q-Qué tienes Hibiki?
—Lo que dijiste hace un momento...
—Oh, lo siento. Cre-Creo que fuí muy rápido.– Ví como me observaba con ojos decaídos.
—Si que lo hiciste.– Me levanté del piso y me acerque al marco de la puerta para comenzar a correr con rapidez.
—¡Hi-Hibiki!– Gritó preocupado.
—¡Apresúrate superior Mogami! ¿Porqué no me recordaste que se estaba haciendo tarde para ir a mi casa?– Exclamé de regreso al samurai que me veía confundido.
—Pe-Pero hace un momento.
—¡Mi mamá me hará añicos cuando me vea! Miré superior Mogami, si puedo salir ileso del regaño que recibiré en casa, le prometo que tendremos una cita dónde usted quiera.– Le propuse al ver que intentaba figurar a que me refería.
—¿En serio?– Preguntó con un pequeño brillo en sus ojos.
—¡Se lo prometo!– Me vestí con la yukata que llevaba puesta ayer, agarré mi conejo de peluche y me dirigí rápidamente a la salida.
—¡Espera, déjame acompañarte!, Déjame explicarle a tu madre que te quedaste conmigo.– Insistió el pelimorado siguiéndome el paso.
—¡En ese caso apresúrate antes de que nos mate!– Grité sin pensar, sintiendo que fuí algo rudo con él.
Pero me voltee y ví su cara roja con algo de emoción.
Cierto, olvidé que el superior Mogami tiene esos gustos...
Aún así me gusta.
Fue así que comenzamos una carrera a mi casa, dónde nos sosteníamos la mano mutuamente y sentíamos el dulce aire mañanero.
Después de tantos años encarnando a la muerte, finalmente puedo decir abiertamente que soy feliz.
Y como la felicidad es corta, la aprovecharé hasta el último segundo a lado de mi superior encarnado en samurai.
¿Les gustó siono? :"v
Con éste par de One-shots tengo la pequeña idea de empezar un fanfic dedicado a la semana de exámenes que tuvieron los personajes y mencionaron en la historia.
Pero no sé, quisiera realmente su opinión, hace un tiempo que no me divertía tanto escribiendo en wattpad y también me alegra saber que si hay un pequeño fandom en Boku no tonari, que sólo necesita un empujón.
Además, sirve para no perder la cabeza en la cuarentena.
Espero sus opiniones con gusto :"D
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