[IN THE FESTIVAL]
Advertencia: contenido subido de tono.
Hoy les toca un One-shot largo porque soy benevolente...
Esperen en los siguientes días un extra :'D
______________________
Narra Koyuki.
Nuevamente había llegado el verano y, con ello, el tradicional festival japonés en dónde la gente colocaba locales de comida, juegos, tiendas de regalos, entre muchos otros puestos más para apreciar los fuegos artificiales o simplemente pasar el tiempo con la familia o amigos.
Honestamente, me da igual este tipo de cosas. Y más por lo sucedido la última vez en la cuál Sumiso me quería invitar al festival pero terminé gritándole creyendo que era Hanadori.
Lejanos y desagradables tiempos.
—No iré y punto final.– Hablé firme a Tsukimiya quien se encontraba en el marco de mi puerta.
Como si fuera parte de una tradición; Tsukimiya vino a mi departamento para preguntarme si quería acompañarlo a él, y al resto del grupo, al tan esperado festival.
—¡No seas aguafiestas Seri!, Será más divertido si te unes. Hibiki y Mogami nos están esperando fuera del edificio para que partamos.
—¡Claro que no!, Éstas son las pocas épocas del año dónde puedo tomarme un respiro de la escuela y de ustedes, así que nada me hará moverme de aquí. Además, él estará ahí.– Contesté reafirmando mi decisión.
—En eso tienes razón, pero Hanadori dijo que no se uniría a nosotros esta vez. Me comentó que sólo iría para ver a alguien y de ahí volvería a casa.
—¿Eh?, ¿En serio?– Pregunté confundido. —¿Con quién se va a reunir?
—Vaya, ¿Te preocupa que vea una amante secreta, Seri?– Contestó Tsukimiya con una sonrisa maliciosa.
—Olvidalo. No me importa.– Respondí molesto al no tener respuesta.
—Te soy sincero, tampoco lo sé. Sólo dijo que era alguien con quién debía ajustar cuentas. También tengo algo de curiosidad.
¿Alguien con quién ajustar cuentas? Es extraño viniendo de Hanadori.
Más el hecho de que ni siquiera le dijera a Tsukimiya con quién se vería.
Pero, ¿Porqué me preocupo tanto? Tal vez sólo vea a algún familiar. Debo recordar que ese pseudo Dios siempre saca las cosas fuera de contexto.
—¿Seri?– Me habló Tsukimiya agitando su mano frente a mí.
—Bu-Bueno, supongo que sí él está ocupado, no tengo problema en acompañarlos.
—Eres cruel Seri, pero al menos te convencí de que vinieras, así que eso es algo.– Contestó satisfecho el rubio.
—¡No me convenciste, sólo cambié de opinión!
—Te espero con los demás, ¡Recuerda usar tu yukata!– Se fué Tsukimiya bajando las escaleras del edificio con una voz alegre.
—¿Porqué accedí a esto?– Me pregunté colocando mis manos en mi cara dándome cuenta que dejé ganar al rubio.
Al menos descansaré de Hanadori.
Me cambié rápidamente colocándome la yukata que tenía guardada en mi armario para después recoger mi celular, algo de dinero y las llaves.
Salí del departamento cerrando con llave y me dirigí a la entrada del edificio donde se encontraban Tsukimiya, Hibiki y Mogami. Los tres llevaban sus yukatas, al igual que yo, y el trío me observó de pies a cabeza; sorprendidos al ver que había decidido usar lo mismo.
—Maestro Gestöber, ¡Se ve genial!– Me habló Hibiki de forma energética. Él llevaba una yukata azul pálido con pequeñas flores rosadas.
Noté de inmediato que no llevaba su característica hoz.
—Era de esperarse del amo Koyukichi, joven Hibiki. Él siempre tiene un porte elegante.– Recalcó Mogami, quien llevaba una yukata morada con detalles azules.
Entre sus prendas se encontraba su katana de forma oculta.
Me sigo sin creer que realmente sepa utilizar esa y otras armas.
—Chicos, no se peleen por Seri. Deberíamos aprovechar para irnos temprano.– Finalmente habló Tsukimiya dando media vuelta dispuesto a irse si no dejábamos de hablar.
Ahora que me fijo bien, la yukata de Tsukimiya es amarilla con tonalidades blancas.
Admito que de los cuatro, él se ve mejor en yukata.
Dejamos la zona departamental y nos encaminamos al festival antes de que hubiera mucha gente. En el camino le pregunté a Hibiki que había pasado con su hoz; a lo cual me contestó, con voz amarga, que el año pasado había causado estragos accidentales con ella. Por lo cuál, le dieron una advertencia diciéndole que se le prohibiría la entrada si volvía a aparecer con el arma.
—¡No es mi culpa que sea la muerte!, Con o sin hoz, traigo destrucción y caos a donde vaya.– Lloraba el menor del grupo mientras Mogami le daba palmadas en la espalda para que se sintiera mejor.
He notado que estos últimos meses Hibiki y Mogami se han empezado a llevar mejor. Claro, ambos siguen molestándome por separado, pero cuando no hacen eso; los veo platicar en los pasillos o incluso desayunar juntos.
En el fondo me alegra que se lleven bien.
Por impresionante que suene, me la estaba pasando bien. Jugamos en un par de puestos de disparo; en uno de ellos, Mogami le entregó un conejo de peluche a Hibiki, quien intentó ganarlo y falló en el intento unas 8 veces.
De allí, nos dispusimos a ver una que otra presentación que mostraban para animar el festival hasta que llegara el momento de ver los tan anhelados fuegos artificiales.
—Hay más personas de lo que esperaba.– Admití viendo al tumulto de gente que se amontonaba para ver el espectáculo presente.
—Eso quiere decir que el show es bastante bueno. Normalmente no hay tanto público en este tipo de cosas.– Comentó Tsukimiya intentando alzar la mirada para intentar ver quien estaba en el escenario.
—Tal vez debamos ir a los puestos de comida, al fin y al cabo no podemos ver mucho.– Opinó Mogami dándole igual el show.
—Creo que están presentando un concierto. Puedo oír voces cantando.– Habló Hibiki alejándose del público.
—Oh, era eso.– Murmuró Tsukimiya colocando una mano en su barbilla.
—Miren, creo que es un pequeño restaurante, ¿Quieren ir a ver?– Volvió a insistir Mogami.
—¡Te acompaño!, ¿Ustedes se van a quedar?– Preguntó Hibiki yendo a lado del chico masoquista.
—Iré con ustedes, ¿Que dices Seri?– Preguntó el de yukata amarilla esperando una afirmativa a que fuera con ellos.
—Creo que me quedaré un poco más. Enseguida los alcanzo.– Respondí teniendo curiosidad por el concierto.
—Bien, pero creo que ya está terminando el show, así que apresúrate a ir.– Me aconsejó Tsukimiya mientras se iba con los demás al dichoso restaurante.
—Rayos, tendré suerte si alcanzo a ver.– Me maldije a mí y a la curiosidad que tenía.
Comencé a caminar entre la multitud; mientras más me acercaba al escenario más podía escuchar al grupo que estaba tocando. No podía ver mucho por mi, estúpida, baja estatura; aún así mientras pudiera escuchar las canciones que recitaban me bastaba.
La banda que tocaba era muy buena, se oía sincronizada y el cantante era hipnotizante por su voz.
Apuesto a que es un típico chico guapo que tiene un montón de chicas a su alrededor.
¿Me preguntó cómo se sentirá ser el centro de atención por tener tanto talento?
Admito que no me gustan muchos las multitudes, pero no niego que es interesante la idea de ver muchas personas reuniéndose porque les gusta lo que haces.
Vaya, estoy tan distraído con esa idea que no me dí cuenta de cuando terminó la presentación. El aplauso de la multitud me despertó y comencé a aplaudir también, en parte para no quedar como idiota, pero también porque el concierto fue entretenido.
—Debería reunirme con los chicos.– Pensé comenzando a caminar a la salida.
Pero una voz me detuvo.
—¡Muchas gracias por el apoyo, somos RedBull, y les deseamos buenas noches a todos!– Gritó esa voz que yo conocía bastante bien.
—¿Hanadori?– Pregunté en un murmullo sin creerlo.
Sabía que Hanadori había estado en una banda antes, pero no que seguía dando conciertos. Intenté caminar hasta quedar cerca del escenario, pero la gente empujaba mientras anhelaban una última canción por parte del grupo. Sólo alcancé a ver una cabellera naranja saliendo del escenario tras bambalinas.
No me equivoqué, era él.
Me quedé parado en mi lugar unos segundos, no obstante, recordé que debía regresar con los chicos y me resigné a irme del lugar.
Mientras caminaba me preguntaba una y otra vez porqué Hanadori intentó ocultar que iba a cantar en un concierto y dijo, en cambio, que se reuniría con alguien.
—¿Que necesidad tenía de ocultarlo?– Me pregunté algo confundido y molesto.
Finalmente llegué al local y decidí intentar dejar el tema. Al ver los asientos del pequeño restaurante, en una mesa cercana, observé a Tsukimiya que hacía señas para que me acercara.
—¡Hasta que al fin llegas Seri!, Creí que habías huido.– Bromeó el chico de yukata amarilla.
—¿Estuvo entretenido el concierto, maestro Gestöber?– Preguntó Hibiki con curiosidad.
—A-Ah, sí. Estuvo bien.– Contesté rascando mi nuca algo incómodo.
Me senté a lado de Tsukimiya y comenzamos a pedir algo de comer. Lo que no esperaba es que el rubio pidiera sake para acompañar.
—¿No tendremos problemas si bebemos?– Pregunté inseguro.
—Tranquilo Seri, conozco al gerente, no habrá problema.– Contestó Tsukimiya con su habitual calma. —Ademas, me aseguraré de que no bebamos mucho. Confía en mí.
Conociendo al rubio no debería tomarme sus palabras a la ligera, pero no niego que tal vez pueda distraerme del tema de Hanadori con el sake.
Además, Mogami está aquí, él es sensato y sabrá cuando detenernos por si Tsukimiya intenta pasarse de listo, estaré bien.
¿Cuánto ha pasado? ¿15 minutos? ¿Tal vez veinte? Miro con mis ojos cansados al reloj.
Ha pasado media hora.
—¿Qué tanto miras Koyukichi?– Arrastró las palabras Mogami mientras tenía su rostro pegado en la mesa.
—¿Qué te importa masoquista?– Contesté irritado y bebiendo otro trago del amargo sake.
—Que frío eres.– Se sonrojó el chico de katana. Es eso o también bebió mucho, no sabría diferenciar.
Tsukimiya no paraba de reírse y Hibiki sólo trataba de alejarse de Mogami ya que el samurai intentaba abrazarlo.
Puede que accedieramos a beber, pero en todo momento evitamos que el menor del grupo tomará cualquier cosa con alcohol, a cambio, le dimos jugo de uva.
Me sentía mareado y con mucho calor, mis músculos estaban algo adormecidos, pero de alguna forma, era una sensación agradable; como quedarse anestesiado.
—¡Maldito Tsukimiya!, ¿De que te ríes tarado?
—Jajajaja, ¡Tan sólo haz bebido 3 tragos de sake y apenas puedes ponerte en pie!– Se burló de mí el rubio mientras golpeaba la mesa.
—¿De que hablas? ¡Estoy bien imbécil!– Me levanté de mi asiento tambaleando un poco para mostrar que no me pasó nada. Pero el suelo se movió y casi me tropiezo golpeando mi nariz con la mesa.
—Jajaja ¿Que te dije Seri?
—¡Déjame en paz, sigo molesto!– Volví a mi asiento para seguir bebiendo sake.
—Sigo sin creer que el joven Kabuto realmente haya tenido una banda.– Habló Mogami con los brazos alrededor de Hibiki.
—Creí que era otra de sus invenciones.
En la media hora que decidimos beber, les conté lo sucedido en el concierto y que Hanadori se encontraba en el escenario. También aproveché para desahogar mi enojo por habernos engañado.
—Si hubiera sabido que el maestro Miguel estaría en el escenario, habría intentado verlo...– Comentó Hibiki un poco decaído. Mogami al oír su comentario comenzó a acariciar su cabeza mientras se apegaba más a él.
—No niego que hubiese sido interesante ver al joven Kabuto hacer su presentación, tal vez podamos a la próxima.– Intentó subirle el apoyo a Hibiki.
—Quién sabe... Por algo Hanadori nos mantuvo en secreto que participaría en el concierto.– Comentó Tsukimiya jugando con su bebida.
—¿A quien le importa lo que haga ese loco?– Pensé en voz alta bebiendo nuevamente. —Por cierto, ¿Porqué diablos el sake no te afecta Tsukimiya?
—Tengo un buen autocontrol Seri, cuando aprendas a tenerlo, podrás beber incluso de la bebida más fuerte y no sentir nada.– Presumió el rubio tan sereno como siempre.
—¡Sé controlarme!– Golpeé la mesa molesto para luego dejar caer mi rostro en la mesa.
Gruñí en voz baja cuando Tsukimiya volvió a reír por mi estado. Maldito Tsukimiya, maldito Hanadori, ¡Maldición a todo!, ¡Ojalá todos se mueran!
—Oigan, creo que deberíamos irnos, ya anocheció desde hace un rato.– Opinó Hibiki un tanto inseguro.
—Creo que tienes razón, además, Seri se terminó la botella.– Contestó Tsukimiya.
—No fuí el único que bebió idiota.– Reclamé viéndolo harto.
—Esta bien, dividamos la cuenta y regresemos.– Habló Mogami aún abrazando al menor.
Fue así que terminamos de pagar y nos separamos. Hibiki se fué con Mogami ya que sus casas eran cercanas, y al peliazul le preocupaba el estado del masoquista.
Tsukimiya dijo que debía pasar por un lugar antes de volver a su departamento y se limitó a despedirse de mí.
—Nos vemos Seri, espero no despiertes con resaca mañana.
—Si, adiós.– Vete al demonio Tsukimiya, pensé realmente.
Caminé a paso lento sabiendo que en cualquier momento podría desmayarme por tanto alcohol que bebí; confieso que en el fondo es mi culpa, pero también la tiene Tsukimiya por haber insistido en que bebiera con ellos.
Y también culpo a Hanadori por ser una razón más para intentar olvidar lo que pasó en el concierto.
Mientras buscaba la salida del festival, porque el lugar era endemoniadamente grande, pude divisar en un local a cierto chico de parche quien iba acompañado de un hombre de coleta larga. Ambos iban tomados de la mano; talle mis ojos intentando convencerme de que era un espejismo, pero ahí estaba el desgraciado de Hanadori.
Si mal no recuerdo, el chico de coleta se llamaba Shimiki.
La última vez que lo ví me estaba persiguiendo cuando iba regresando a casa. Ese tipo no me cae bien, pero tengo entendido que es amigo de Hanadori desde secundaria.
¿Será que con él iba a ajustar cuentas?
La curiosidad pudo más que mi sentido común y me colé en el local, que resultó ser un restaurante con posada, para seguirlos.
Si haré esto, mínimo me encargaré de decirle sus verdades al chico de parche antes de que el efecto del alcohol deje de darme coraje.
Noté que se sentaron en un lugar algo apartado, así que me senté cerca de ellos para poder escucharlos en secreto.
—¿Porqué la cara larga mi ángel? El público te amó.– Empezó a hablar Shimiki.
—Lo ví... Gestöber estaba en el show.– Confesó Hanadori haciéndome sudar frío.
—Oh, ¿Te refieres al chico gato?, Tuvo agallas para venir a un lugar tan concurrido.
—No lo entiendo, Tsukimiya me dijo que Gestöber no iría al festival, entonces ¿Que hacía allí?
Ese maldito rubio, pensé en mi lugar. Luego me encargaré de él.
—Disculpe señor, ¿Que va a pedir?– Me preguntó la camarera.
Mierda, no puedo prestar atención a lo que dicen.
Miré rápidamente la carta para no parecer sospechoso y seleccioné la primera bebida que ví.
—Enseguida se lo traigo señor.– Contestó amablemente la chica caminando a Shimiki y Hanadori. —Disculpen caballeros, ¿Que van a pedir?
—Voy a querer este cóctel, ¿Y tú mi ángel?– Preguntó el chico de coleta larga.
—No voy a pedir nada, gracias de todos modos.– Rechazó la oferta el pelinaranja.
—¿Oh?, ¿Tienes prisa Kabuto?
—Algo así, sólo vayamos al grano por favor.– Insistió de forma seria Hanadori.
—De acuerdo.– Shimiki se sentó de forma encorvada mientras posaba sus manos bajo su barbilla. —Respecto a tu pago por ayudarnos al último momento en el concierto; se te dará tu parte dentro de los siguientes días, ¿Estás bien con eso?
—Sí, aunque sigo pensando que es más de lo que debería recibir.
—¿Hablas en serio? ¡Eres Miguel!, ¡El Dios de la destrucción y el caballero de la luz! Sigo insistiendo que si quisieras quedarte en la banda, ganarías el cuádruple de lo que te estoy ofreciendo ahora.
—Mi respuesta sigue siendo la misma, si accedí esta ocasión fue porque creí que Gestöber no iba a venir, además, te debía un favor por lo ocurrido el año pasado en navidad.– Contestó firme el de parche.
—Aquí tiene su bebida señor.– Volvió la camarera a la mesa de Shimiki, entregándole un cóctel.
—Gracias señorita.– Shimiki le guiñó a la chica.
La camarera sonrió algo sonrojada y fue directo a mí con la bebida que pedí.
—Aquí tiene señor.– Colocó en mi mesa un vaso con un líquido amarillo y una piña en el borde.
—Gracias...– Murmuré preguntándome qué rayos había pedido.
Di un pequeño sorbo y noté que era jugo de piña, pero se sentía más amarga de lo que recordaba.
Supongo está bien para bajar el sake que estuve bebiendo horas antes.
Volví a escuchar la conversación a mis espaldas mientras bebía de empinada aquel jugo de piña.
—¿Así serán las cosas?, Debo admitir que tienes una mente muy complicada mi pequeño ángel. –Escuché como se quejaba Shimiki.
—Puede ser, sería muy hipócrita de mi parte negar que no extraño los viejos tiempos, dónde los humanos corrían y casi se inclinaban a mis pies tan sólo para escuchar mi voz. Pero eso cambio; él me cambio.
Casi me ahogó con mi bebida cuando oí su declaración.
—Me estás poniendo bastante celoso mi ángel. Ese chico gato tiene bastante suerte en tenerte, me sorprende que aún con todo lo que has hecho por él, siga sin hacerte caso.
—Si él es felíz, yo también lo soy. Aún si mis sentimientos no son correspondidos de la forma que quiero, me basta solo con estar a su lado. Creo que así funciona el amor.
Me quedé estático unos segundos procesando sus palabras; dejé aquel vaso con jugo de piña, ahora vacío.
Me puse a analizar los últimos meses que estuve viendo al pseudo Dios antes de entrar a vacaciones.
Pensándolo bien, recuerdo que en la época de exámenes, había alguien que dejaba dentro de mi casillero pequeños regalos como chocolates o dulces, acompañados con pequeñas notas dándome apoyo o solamente diciendo lo lindo que era cuando sonreía.
Todo este tiempo creí que era de una chica muy tímida, pero recordé que tengo la mala fama de ser llamado raro por juntarme con Hanadori y los demás chicos, así que descarté de inmediatamente la idea en ese entonces y decidí ignorar el tema.
Entonces era Hanadori el que me daba esos regalos.
Ese idiota siempre se mete en problemas, me arrastra a desastres que intento evitar, y siempre se sale con la suya o termina pagando un precio bastante bajo.
Aunque no niego que un pequeño porcentaje de esos casos es causado porque quiere ayudarme o busca hacerme feliz. Por lo cual hace lo que sea para lograrlo, le sale a medias, pero al final lo consigue.
Hanadori ha hecho y haría lo que fuera por mí si se lo pidiese, y él solo pide seguir a mi lado como recompensa. Realmente es un idiota.
Apreté mis dientes y baje mi mirada al vaso vacío, no me di cuenta de cuando comencé a apretar con mi mano el cristal del recipiente.
¿Así se siente la culpa?
—¿Va a pedir algo más señor?– Volvió aquella camarera dándose cuenta de que terminé mi bebida desde hace un rato.
—Solo la cuenta por favor.– Hablé con la voz algo apagada. La chica lo notó, pero solo se limitó a hacer lo que le pedí.
Pagué sin decir nada más y,en el recibo, pude leer que era la bebida que pedí.
Piña colada. Reí un poco al darme cuenta que había pedido una bebida alcohólica y justamente era lo que intentaba evitar para no sentirme más mareado.
Salí del local y me recosté en la pared de la pequeña posada, mi respiración se sentía más pesada y el calor que, anteriormente se había calmado, se había vuelto más intenso.
Me excedí con el alcohol, no pienso volver a beber lo que me queda de vida.
Observé que Hanadori y Shimiki salieron del local sin percatarse de mi presencia y se estaban despidiendo, luego ví que el chico de coleta le murmuraba algo al oído y, de inmediato, Kabuto se volteó a dónde me encontraba. Shimiki me delató.
Hanadori se acercaba más a mi posición y no pude reaccionar a tiempo. Antes de que me diera cuenta, ya lo tenía frente a mí.
—Gestöber, ¿Qué haces aquí a estás horas?– Empezó a interrogarme con una pregunta difícil.
¿Debo confesar que lo estuve siguiendo o inventar algo?
—Na-Nada en especial, sólo quería quedarme a ver los fuegos artificiales.– Desvíe mi mirada para evitar sentir la culpa de haber escojido la segunda opción.
—¿Te encuentras bien?, Te veo bastante rojo.– Comenzó a acercarse más a mi cara el pseudo Dios.
—No es nada, sólo bebí un poco más de lo que debí.– Pensé, o ¿Acaso lo dije?
Mi mente está hecha un desastre en estos momentos.
—¿Bebiste?, Con razón te veo tan mal. Deberías regresar a casa.– Se preocupó el chico de parche tomando mi mano.
Iba a seguirlo por inercia, pero sentí que todo alrededor daba vueltas y terminé recostandome en el pecho de Hanadori para evitar caerme.
—¿Ge-Gestöber?– Preguntó preocupado, y tal vez asustado, el pelinaranja.
—Perdón... Me siento cansado.– Intenté hablar sin que chocaran las palabras.
Pero fue en vano. Cerré los ojos un segundos y, sin poder evitarlo, me quedé dormido.
Desperté intentando saber en dónde estaba. Froté mis ojos tratando de acostumbrarme al escenario oscuro.
Seguía siendo de noche; me encontraba acostado en un futón y fijé mi mirada a la derecha, dándome cuenta que estaba en una habitación parecida al de una posada.
¿Cómo llegué aquí?
Sentía que los efectos del alcohol seguían dentro mío, así que intenté no esforzarme mucho al tratar de levantarme.
Decidí voltear a la izquierda y me dí cuenta de que había un balcón que dejaba ver la luna en su mejor posición. Y en ese balcón se encontraba una persona de espaldas.
Aquella persona dió media vuelta a mi dirección y noté que era Hanadori.
—Veo que despertase, ¿Cómo te sientes Gestöber?
—Sigo un poco mareado... ¿Dónde estoy?
—Shimiki nos consiguió un cuarto en la posaba dónde nos encontrábamos hace un rato. Te trajimos aquí cuando te desmayaste.
—Ya veo... ¿Cuánto tiempo he dormido?
—Unas dos horas. Creo que son las 11 de la noche.
—Diablos, no le dije a mi mamá dónde estaría. Me matará cuando se entere.– Choque mi mano con mi cara al darme cuenta del problema en el que me había metido.
—Supuse que eso pasaría, por eso le hablé a Tsukimiya para que nos ayudara. Hace un rato dijo que convenció a tu mamá diciendo que estabas en su casa. Así que estarás bien.– Contestó Hanadori acercándose al futón y sentándose frente a mí.
—¿Porque te tomaste la molestia de hacer todo eso?– Pregunté con voz crédula.
—¡Somos mejores amigos, por eso!– Sonrió el pelinaranja mientras exclamaba su respuesta.
Ante eso, sentí un ataque de culpa y algo de molestia recordando todo lo que pasó en el festival.
—¿Gestöber?– Se preocupó Hanadori al ver que no decía nada.
—Si dices que somos amigos, ¿Porqué me lo ocultaste?– Lo tomé de su manga mientras volteaba a cualquier otro lado.
—Oh, ¿Te refieres al concierto?– Respondió algo incómodo.
—Tsukimiya sólo me dijo que estarías en el festival para ver a alguien, pero ninguno de nosotros sabía que realmente estarías en ese concierto. ¿Porqué no me dicen la verdad?– Pregunté molesto y finalmente encarandolo.
El chico de parche suspiró.
—Hay dos razones. – Comenzó a explicar. —La primera, es que si te invitaba no pasaría mucho tiempo contigo. Gestöber, me hubiera gustado mucho estar todo el día contigo, pero mi antigua banda me contactó a último segundo diciendo que me necesitaban, y como le debía a Shimiki un favor, no pude negarme. Sentí que si te invitaba, podía hacerte de lado sin querer, y era lo último que quería.– El pelinaranja comenzó a jugar con sus dedos mientras bajaba su vista al futón.
—¿Y la segunda razón?– Pregunté aún sin sentirme satisfecho.
—No quería que vieras una versión mía tan inestable.– Tomó con timidez mi mano intentando tomar valor para su explicación. —En secundaria, como sabrás, estaba en esa banda para saciar el hambre de atención de Miguel, pero desde el momento que piso el escenario, me vuelvo algo muy distinto a lo que conoces. Tenía miedo de que no te gustará esa parte de mí.– Apretó más mi mano sin saber que más agregar.
—¿Me estás jodiendo?, Fuí al concierto y lo único que alcancé a ver, fue una versión tuya cantando alegremente, ¿Eso es lo que me querías ocultar idiota?
—¡Creí que no te gustaría la presentación!– Respondió avergonzado.
—Hanadori, cantas como un maldito ángel, incluso yo me debo tragar mi orgullo diciendo que tienes una voz jodidamente hermosa, ¿Tienes alguna otra excusa?
Hanadori se quedó callado y pude ver que se sonrojó.
—¿Qué pasa?– Pregunté sin entender.
El pseudo Dios se abalanzó a mi cuerpo y me abrazó, ¿Ahora que le pasa al maníaco?
—Me asfixias i-idiota.
—¡No te merezco Gestöber!– Exclamó separándose y sonriendo como si se hubiese quitado un peso encima.
Verlo sonreír de esa forma hizo que mi corazón se detuviera un segundo. En serio ¿Qué tanto le costaba decirme lo que pensaba?
—T-Te perdonaré si no vuelves a guardarte cosas tan estúpidas como esas, ¿Entendido?– Me hice el molesto, cuando estaba más tranquilo al saber la verdad.
—¡Lo prometo!– Contestó colocando sus manos en mis hombros.
Sentí un cosquilleo ante eso, pero intenté aparentar que no era nada. Mierda, siento mi cuerpo más sensible, ¿Habrá sido por tanto alcohol?
—Cambiando de tema. Debo de suponer que los fuegos artificiales ya pasaron ¿No?– Intenté distraerme.
—Tengo entendido que pasarían hace media hora, pero se retrasaron.
—Ya veo. Supongo que será a la próxima.– Hablé viendo al balcón que estaba cerca mío. —Al menos la luna se ve bien.
—Sí, es una vista hermosa.– Comentó Hanadori aún viéndome con una sonrisa cálida en sus labios.
Hubo unos momentos de silencio cuando entendí a qué se refería.
Ante eso, se me ocurrió algo descabellado.
—Hanadori, te quedarás conmigo el resto de la noche ¿No?– Pregunté juntando mis manos con las suyas lentamente.
—Cla-Claro.– Se sorprendió por mi acción.
—¿Me cuidarás por si llegase a pasarme algo?– Seguí con la ronda de preguntas.
—Siempre lo he hecho.– Respondió riendo algo nervioso.
—Entonces ¿No me enojaras si hago esto?– Me acerqué peligrosamente a los labios de Hanadori, quien no opuso resistencia, pero se veía bastante confundido.
Repose mis brazos alrededor de su cuello y lo besé sin pudor alguno.
El pelinaranja tardó unos segundos en corresponder, pero luego reaccionó y me sostuvo de la cintura para que me acercara más. Gemí accidentalmente por tal acción.
Me separé de Hanadori con una respiración irregular y mi cara roja. El chico de parche se limitó a limpiarse los labios para verme con ojos deseosos.
—¿Porqué fue eso?– Su tono de voz no era de molestia, se oía más que nada confusión en sus palabras.
—Porque te odio.– Hablé con sarcasmo. —Obviamente lo hice porque es mi forma de decir "me gustas."
—Estas muy ebrio, Gestöber.
—Tal vez, pero estoy seguro de lo que hago.– Confirmé con intenciones de volver a besarlo.
—Y de lo que quiero hacer.
Hanadori me separó de él, intentando no ser brusco. Podía ver inseguridad en sus ojos.
—Lo siento Gestöber, no puedo aprovecharme de tí en ese estado.
—¡Te digo que estoy bien!, O ¿Acaso no quieres confrontar que me gustas?, Creí que me corresponderías...
—¡Claro que me gustas! Pero no me perdonaría al día siguiente si despertara escuchandote decir que esto no es lo que querías.
No lo soportaría.– Exclamó él pelinaranja apretando sus puños en señal de frustración.
—Hanadori...– Tomé su rostro entre mis manos y lo obligué a mirarme. —Escucha, tomaré la responsabilidad de no huir mañana y confrontar lo que sea que pase después, ¿No es suficiente para tí?, ¿Por una vez no te gustaría ser egoísta?
El chico de parche pareció meditar mis palabras un segundo para luego contestar.
—Eres muy cruel.
—Lo sé. ¿Aún así me amas?– Tente al pseudo Dios colocando mi frente con la suya.
—Mucho. Por eso, déjame ser egoísta y aceptar tu oferta.– Hanadori aceptó dejar de resistirse, con lo cual, sonreí por haber ganado.
—Juro que no te arrepentirás.– Confirmé volviendo a besar al chico de parche con más suavidad que la vez anterior.
El calor entre nosotros iba aumentando y mi parte baja comenzaba a reaccionar. El pelinaranja pudo notarlo y en medio del beso sonrío.
—Veo que necesitas ayuda ahí abajo.– Bromeó Hanadori, tocando sobre la tela de la yukata mi erección.
—Di-Dijiste que te harías responsable ¿No?– Le seguí el juego, sin saber en qué momento empezamos a competir.
—Tienes razón.– Siguió acariciando mi miembro que crecía por la excitación.
Hanadori no paraba de mirarme; lo cuál hacía que quisiera reprimir, de forma inútil, mis jadeos. En parte para no dejar caer mi orgullo, pero también para evitar que nos escucharan en la posada.
—Será más doloroso si te contienes.– Me leyó la mente el pseudo Dios. —No hay mucha gente en la posada, así que puedes gemir lo que quieras.
Ante esas palabras no pude evitar gemir y ocultar mi rostro sonrojado en la nuca de Hanadori.
—E-En ese caso, deja de jugar y apresúrate.– Hablé mandando al demonio mi orgullo. Realmente necesitaba al pelinaranja dentro mío.
—Tenemos toda la noche Gestöber, no seas impaciente por favor.– Dejó de acariciar a través de la tela para quitar parte de la yukata y mi ropa interior.
Mi miembro estaba al descubierto y se movía un poco por la excitación. Comenzaba a volverse doloroso.
Hanadori se agachó a mi parte baja y comenzó a dar pequeñas lamidas, haciendo que me sorprendiera y diera un jadeo entrecortado. No esperaba a que utilizará su boca.
Aferré mis manos al futón mientras el pseudo Dios seguía con su trabajo; sentía que me vendría en cualquier momento. Hanadori noto mis expresiones y, en vez de dejarme llegar al climax, se separó de mi agitado cuerpo.
Miré confundido y molesto al chico del parche. No pronunció palabra alguna y se limitó a descubrir mi piel sin quitarme del todo la yukata; mis hombros y pecho estaban a su merced; mis ojos estaban algo nublados por la creciente excitación y la oscuridad de la alcoba, pero puedo asegurar que ví al pseudo Dios relamerse los labios.
—Espero lo entiendas, pero me dijiste que fuera egoísta. Y es lo que pienso hacer.– Hanadori me dió media vuelta e hizo que me sentara en su erección. Sentí un escalofrío y tragué saliva al sentir su lengua en mi omóplato.
No podía ver las acciones del pelinaranja por estar de espaldas, sólo podía experimentar las sensaciones que me daban sus movimientos.
Escuché la cremallera del pantalón de Hanadori siendo bajado. Podía sentir su falo ansioso moverse cerca de mi entrada. Por inercia, movía mis caderas de atrás a adelante para que lo introdujera.
—Dime por favor si quieres que me detenga.– Habló a mi oído Hanadori haciéndome suspirar por el placer.
—Lo-Lo que digas, sólo hazlo.– Contesté extasiado sintiendo que explotaría en cualquier momento.
El latente miembro se introdujo dentro mío, a lo cual, dí un pequeño grito por la combinación de dolor y adrenalina.
—¿E-Estás bien Gestöber?– Habló entre jadeos Hanadori.
—Sí... Solo no te detengas.– Intenté hablar con coherencia y no con gemidos.
El pelinaranja, más tranquilo, empezó a dar pequeñas embestidas a mi entrada. Su mano derecha bajó a mi necesitado miembro para empezar a moverlo, mientras que su mano izquierda comenzó a jalar suavemente mis cabellos para que entrara más profundo. Su boca daba lamidas y mordidas leves a mis hombros y cuello descubiertos. Todas sus acciones hacían que mis jadeos se escucharan en toda la habitación y que gritara su nombre sin vergüenza alguna.
Mi voz desesperada por tanto placer y los sonidos lascivos de mi cuerpo chocando con el miembro de Hanadori era en lo único que pensaba. Los minutos que estuvimos disfrutando parecían no terminarse, y rogaba desesperadamente a que fuera así.
—Ge-Gestöber, e-estoy al límite.– Habló extasiado el pseudo Dios dando con más fuerza sus embestidas y tocando algo dentro mío que solo me hacía querer continuar más tiempo con el acto sexual.
Sentí que Hanadori empezaba a sacar su miembro para no correrse dentro. Pero volví a mover mis caderas con fuerza para que no lo hiciera.
—Hazlo dentro... Quiero sentirte.– Reuní valor para expresar lo que quería, sin creerme aún que lo había confesado.
Por mis palabras, noté que el miembro del pelinaranja creció más en mi interior, ya ambos estábamos al borde de nuestra adrenalina. Por el éxtasis, ayudé a Hanadori colocando mi mano sobre su mano derecha, con la cual me masturbaba, y aumenté el ritmo de los movimientos.
Di un gemido ahogado al sentir todo mi cuerpo temblar por las últimas embestidas de Hanadori, quien se corrió dentro mío como se lo pedí. Aproveché que aún estaba descargando aquel líquido en mi entrada para moverme y extenderlo dentro mío. Sentía como me derretía por dentro y por fuera al sentir mis fluidos salir de mi miembro.
El chico de parche y yo dábamos respiraciones pesadas intentando recuperar el aire por nuestros actos pasados. Hanadori retiró su miembro lentamente, no obstante, podía sentir algo de su esperma salir de mi entrada mientras hacía eso. Un último gemido salió de mi garganta por esa sensación y ambos nos acostamos cansados en el futón.
—Madito Hanadori, te corriste mucho.– Murmuré agotado.
—Lo siento, no pensé que sería tanto.– Me abrazó a la vez que se disculpaba apenado.
—Olvídalo, solo quiero dormir.– Me junté más a él, sintiendo como mis ojos pesaban.
—Descansa Gestöber.– Alzó mi cara para darme un último beso.
—Descansa...– Murmuré sintiendo como Hanadori nos cubría con una sábana para dormir igualmente.
Finalmente era de día y el festival había concluido. Mientras Hanadori y yo salíamos de aquella posada; podíamos observar como los locales y puestos de comida eran desmantelados para ser guardados el siguiente año.
A la vez que el pseudo Dios me acompañaba a casa, ambos seguíamos en nuestra discusión.
—¡En verdad lo siento, Gestöber!, Por favor no me ignores.– Lloraba el chico de parche intentado hacer que lo mirara.
—¡Es tu culpa idiota!, ¡Fuiste un bruto anoche!– Le grité a Hanadori con las mejillas aún rojas por recordar lo sucedido en la mañana.
Cuando despertamos estábamos en un ambiente tranquilo, hasta que tuvimos que levantarnos para volver a casa.
Intenté caminar dos pasos fuera del futón y caí al suelo por el dolor punzante en todo mi cuerpo. En especial por mis caderas.
Desde ese momento, comenzamos con nuestra discusión y no hemos parado desde hace 15 minutos.
—¡Mira es Tsukimiya!– Señaló Hanadori detrás de mi.
—No trates de desviar el tema mintiendo. No caeré en eso.– Crucé los brazos negando con la cabeza.
—Pero no está mintiendo.– Escuché al rubio detrás de mí.
—¡Maldición Tsukimiya!– Dí un brinco del susto colocándome detrás de Hanadori. —¿Que haces aquí?
—Primero que nada, buenos días a ti también Seri.– Se burló con fingida molestia. —Segundo, vine a recogerte para llevarte a casa, ¿No crees que sería sospechoso que Hanadori te llevará a casa cuando fuí yo el que te llevó al festival?
—Bueno, estás en lo cierto.– Admití frustrado, quería quedarme con Hanadori un poco más antes de regresar.
Wow.
Jamás creí que usaría las palabras "quedarme" y "Hanadori" en una misma oración.
—Entonces me retiraré, cuídate Gestöber.– Se despidió de manera simple el chico de parche empezando a caminar en la dirección contraria.
Eso fue muy seco de su parte.
Jalé del cuello de la camiseta a Hanadori y lo detuve.
—¿Pa-Pasa algo Gestöber?– Se giró a verme confundido.
—¿No te olvidas de algo?– Pregunté molesto.
Su mirada buscando alguna respuesta para darme me hizo reír en el fondo. Rodeé los ojos al ver que se estaba tardando en contestar y lo atraje más a mí. Me alcé a su mejilla y le di un beso rápido.
Tsukimiya y Hanadori tenían unas caras de asombro que no tenían precio. Ya veo porqué les gusta molestarme, es divertido.
Después de ese pequeño shock en la cara de Hanadori, me sonrió sin poder creerlo.
—A la próxima no seas tan seco al despedirte, idiota.– Me alejé de él para ir a casa a lado de Tsukimiya.
—¡Lo recordaré Gestöber, te amo!– Contestó más alegre despidiéndose con la mano.
Solo me límite a sonreír ante esa linda despedida.
—Admito que por primera vez me tomaste por sorpresa Seri. Pero sabía que tarde o temprano Hanadori saldría contigo.– Empezó a hablar Tsukimiya con su calma habitual.
—Con sólo oír que te sorprendí me basta por ahora. Pero sigo molesto contigo.
—¿Porque estarías molesto con alguien tan pacífico como yo?– Se indignó falsamente el rubio.
—Sabías que Hanadori estaba en el escenario aquel momento que fuimos a ver el concierto ¿No? Sólo tuviste que darme algo de curiosidad para que lo viera todo.
—¿Tienes pruebas de eso, querido Seri?– Cuestionó Tsukimiya deteniéndose en la entrada de la zona departamental.
—Aún si las tuviera, no me serviría de mucho.– Suspiré sabiendo que jamás lo admitiría tan solo para molestarme.
—Fue divertido mientras duró. En fin, nos vemos Seri.– Se despidió el rubio alejándose del edificio.
Caminé en dirección a mi departamento pensando en lo rápido que cambió mi vida al ir al festival con Tsukimiya y los demás...
Espera.
—¡Espera Tsukimiya!, ¿Que pasó con Mogami y Hibiki!– Grité intentando alcanzar al rubio quien se encontraba en la otra esquina.
—Es un se-cre-to.– Bromeó dando una risa maliciosa antes de salir corriendo.
—¡Tsukimiya!– Grité trás de él al haberme dejado la duda.
Sabía que tanta tranquilidad era muy rara.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro