[BONENKAI]
Yep, es mejor tarde que nunca.
Change my mind.
__________
Narra Seri.
El año finalmente concluiría en una media hora. Mi mente no estaba muy fija en eso cuando me moleste en ver la hora en mi celular, pero por un lado, me alegraba que este año terminara.
¿Que tan malo puede ser un año? Normalmente es lo que diría de manera escéptica al no creer en cosas como "mala suerte" o "destino". Sin embargo, hasta yo puedo admitir que cayó un mal augurio en la tierra este fatídico inicio de década llamado 2020.
Señales de una posible guerra, bosques enteros en llamas, desastres naturales del "A" a la "Z", cancelación de múltiples eventos a nivel global, caída económica, pandemias, problemas políticos en países clave del mundo, avispas asesinas, y cualquier otra cosa que pudiera nombrar en una película o videojuego de sobrevivencia ocurrió este año.
Pero lo peor de todo, al menos para los estudiantes, fue la inesperada cuarentena mundial y la introducción a las clases en línea.
"Solo serán 2 meses", decían todos. "Pasara rápido", decían todos.
Todos fuimos idiotas esperanzados. Hasta yo.
Al principio me alegré por la noticia, más allá de que podía levantarme 5 minutos antes de la clase y prender mi computadora para entrar directo a la clase, también significaba una razón para que Hanadori no estuviera cerca mío.
Y como la cuarentena fue obligatoria en todo Japón, ni siquiera él pudo con sus poderes de "Dios" para salir de su departamento.
Fueron unas vacaciones bastante buenas... O eso fue lo que pensé en las primeras semanas cuando las clases se volvieron más pesadas y me di cuenta de lo callada que era mi alcoba.
Al principio trate de ignorarlo y poner mi mayor empeño en las clases ya que era lo más primordial que podía hacer encerrado. No obstante, mientras más tiempo estaba pegado a la computadora, más sofocado y vacío me sentía. Incluso por un momento llegué a pensar que no tenía otro propósito más que ser una máquina de realizar tareas.
Los finales de semestre en línea fueron el último golpe que necesitaba para darme cuenta de lo solo y depresivo que estaba.
El deseo de no tener que ver a ninguno de mis "amigos" me estaba cobrando factura. Los extrañaba, extrañaba sus idioteces y positivismo absurdo que me hacían sentir algo acompañado.
Incluso fuí el primero en contactarlos en una videoconferencia cuando me rendí y admití que los echaba de menos. Sobretodo a Hanadori, el cual lloró por más de diez minutos al ver que voluntariamente quería hablar con él.
Fue como quitarme un pequeño peso de encima, pero al final, seguía queriendo volver a verlos.
Ahora, estando a finales de año, dónde la tormentosa pandemia ha perdido fuerzas y podemos salir (obviamente con las medidas previas de seguridad); puedo admitir que quiero volver a la escuela pronto, terminar mi tercer año de preparatoria como es debido, ver a mis desastrosos amigos y sobretodo, pensar que el siguiente año será menos peor que está pesadilla llamada 2020.
— Al menos ya está confirmado que hay una vacuna. – Hablé al aire mirando nuevamente el tiempo de mi celular. Faltaban quince minutos antes de acabar el año.
Cómo ya se podían realizar reuniones (con menos de diez personas), mi madre y mi hermano insistieron en ir a casa de los abuelos para darles compañía ya que estarían solos este año. Obviamente rechacé pensando que no debíamos tentar a la suerte; además, para entrar al metro no se permitían que tres personas o más estuviesen viajando juntas (para evitar los contagios y mantener distancia con la gente).
Así que por las preventivas me encontraba solo recibiendo el año. Aunque no me importaba tanto como debería. Quizás incluso debería pensar en dormir.
O es lo que hubiese hecho si no hubiera escuchado el timbre de mi departamento sonar. ¿Será que mi mamá y hermano no pudieron entrar al metro de todos modos? Pensé en esa posibilidad, pero a la vez la negué.
Caminé a la puerta para luego abrirla y encontrarme a cierto pelinaranja con cubrebocas (dividido en negro y blanco) y abrigo rojo sosteniendo una bolsa de plástico.
— ¿Hanadori? – Pregunté sintiendo que veía un fantasma.
— Tiempo sin vernos, Gestöber. ¿Te importa si me acompañas? – Preguntó con voz calmada extendiendo su mano enguantada frente a mí.
— E-Espera ¿Ahora mismo? ¡Estoy en pillama, además es muy tarde, debiste llamarme antes sí...!
— Solo saldremos para subir al techo, tengo entendido que hay una escalera que lleva al tejado ¿No? Quería darte una sorpresa para empezar el año. – Contestó rápidamente a mis quejas el de parche con voz alegré.
Estoy seguro que debajo de esa máscara debe estar sonriendo...
Suspiré derrotado sabiendo que no podía echarlo así sin más y pensando que recorrió todo el camino hasta mi casa solo para verme.
Apenas vio la oportunidad de salir y lo primero que hizo fue verme. ¿Acaso es tonto?
— Déjame buscar un cubrebocas y enseguida iré. – Acepté su oferta de subir al techo a esperar el siguiente año.
Faltaban diez minutos.
— ¡No será necesario!, Conseguí uno que iba a juego con el mío y pensé que podrías usarlo! – Respondió de inmediato sacando de la bolsa de plástico un cubrebocas envuelto similar al suyo.
Su ojo al descubierto daba entender lo emocionado que estaba con la idea, así que me resigné a usarlo, solo por esa vez.
Al buscar unos zapatos y ponerme el cubrebocas, nos dirigimos de inmediato a las escaleras que daban al techo plano de la zona departamental y concordamos en poner una sábana (traída por mi obviamente) para sentarnos y ver las estrellas.
La bolsa de plástico haciendo ruido llamó mi atención y observé como Hanadori sacaba de ésta una toper. Al abrirlo, el olor del dulce Takoyaki inundaba mis fosas nasales.
— Se que lo tradicional es un bento más elaborado, pero pensé que sería buena idea traer algo más fácil de cargar para este tipo de situaciones. – Me ofreció un palillo para poder degustar una de las pequeñas bolas de Takoyaki, a lo cuál acepté.
— Muchas gracias... – Tomé una bolita preguntando vagamente en el fondo si las había preparado o las había comprado. De igual manera, al bajar mi máscara y comerla, sabía bien.
— Este año fue una locura ¿No es así? – Empezó una conversación. — Siempre había soñado con estar en un suceso histórico para demostrar mi fuerza como un Dios, pero esto no era lo que esperaba.
— Concuerdo con eso, solo me alegra que este año se termine pronto. – Decidí ignorar la parte de su alter ego como pseudo Dios.
— ¿Cuánto falta?
— Dos minutos. – Contesté sacando de mi pantalón el celular.
— Ya veo. En ese caso, quisiera aprovechar para celebrar el tradicional Bonenkai con la persona más cercana que conozco. – Alzó la mano energéticamente al aire Hanadori para luego sacar un par de vasos de plástico y una botella.
— Pero eso solo lo celebran las empresas o grupos grandes, además beben alcohol hasta desmayarse.
— Tranquilo, es jugo de manzana. Por desgracia no te podré invitar alcohol hasta los dieciocho. – Rió apenado el pelinaranja sirviendo con cuidado en los recipientes la bebida.
— No te disculpes por eso, es inevitable.
— En ese caso... Quisiera disculparme por llegar a ser molesto a veces.
Miré confundido a Hanadori y continuo hablando.
— Este tiempo en cuarentena me hizo darme cuenta de varias cosas, entre ellas, que llegué ser algo terco e ingenuo cuando solíamos estar juntos en el salón. Encima siempre te metía en problemas cada vez que quería algo y aún así me acompañabas. Fuiste una de las muy pocas personas que, aún por todo eso, seguiste a mi lado.
— Pero dejé de hablarte los primeros dos meses que empezó la cuarentena... En verdad quería disculparme por eso.
— Eso quedó perdonado en el momento que decidiste hacer una reunión en línea para llamarnos a todos, incluyendo a Hibiki. Sabía que necesitabas espacio para procesar toda la situación; por eso no insistí en llamarte cuando sucedió todo el tema de la pandemia.
Ambos quedamos en silencio unos segundos. El sonido de la bolsa moviéndose era lo único que se escuchaba. Realmente necesitábamos hablar.
— Hanadori, quisiera olvidarme de este año, pero eso significaría olvidar todo el apoyo que me has dado estos meses que hemos estado encerrados. Siempre intentaste subirme el ánimo cuando hablábamos y cada vez que no entendía algo en clases me explicabas para no quedarme atrás.
Me acerqué más para sentarme frente a él, junté mis manos e incline mi cabeza.
— Lo que quiero decir es, espero este año podamos regresar a clases juntos y puedas seguir apoyándome...
— Gestöber... Me quitaste las palabras de la boca, tenía planeado decir algo similar. – Hanadori me tomó de las manos y las apretó suavemente. — No me importa si hay otra pandemia o más catástrofes en el mundo. Prometo seguir a tu lado y pelear contigo. Seguiré siendo tu mejor amigo incluso si no podemos vernos como queremos.
La sensación de las manos de Hanadori se siente única. No sé si sea porque no he interactuado físicamente con nadie más que mi familia o porque en el fondo extrañaba sus formas de afecto. No lo quiero pensar mucho.
— Feliz año nuevo Hanadori.
— Feliz año nuevo Se-Seri... – Hanadori se puso rojo al decir mi nombre y no su usual apodo.
— Hanadori, no tienes porque decir mi nombre sino quieres...
— Aún así, es un momento especial. Y quiero empezarlo con el pie derecho.
Sonreí ante su sinceridad. Sin embargo, seguía prefiriendo aquel apodo de "Gestöber" al cual tanto me acostumbró.
— ¿Quieres entrar a platicar un rato más? Quién sabe si está será la última vez que nos vemos antes de volver a clases presenciales. – Se me ocurrió decir sin pensar.
— ¡Claro, quiero aprovechar todo el tiempo que pueda contigo, Gestöber! – Nuestro inocente agarre de manos paso a ser un cálido abrazo al cual terminé cediendo.
¿Mi excusa? Empezaba a ser más frío y Hanadori era muy confortante.
Obviamente jamás le comenté eso en todo el tiempo que pasamos juntos al volver a mi departamento.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro