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OO2 | REFUGIO DE DESEO

Habían pasado días desde el incidente con Jungkook, y aunque la herida emocional seguía abierta, Celestine había logrado taparla con una fachada de frialdad. El dolor de haber sido estrangulada, humillada y aterrada seguía rondando su cuerpo, pero no podía permitirse mostrar debilidad, no cuando su carrera estaba en juego. Durante la noche, como si nada hubiera sucedido días atrás, debía asistir a una gala benéfica organizada por una de las marcas más prestigiosas con las que estaba colaborando. Era un evento de alto perfil, lleno de celebridades, empresarios y la élite del mundo del entretenimiento. No podía permitirse fallar, no podía mostrar que algo la afectaba.

La mañana de la gala había comenzado con Celestine escondiendo las marcas de su cuello bajo capas de maquillaje, como llevaba haciendo, sabiendo que cualquier rastro de lo ocurrido podría levantar sospechas. Con las maquillistas a su alrededor, su mente estaba en alerta. Sabía que, aunque las profesionales se limitaban a su trabajo, cualquier desliz, cualquier cambio en su rostro, podría ser interpretado por alguien de la industria. Y si alguien notaba las marcas y preguntaba, no podía correr el riesgo de que la verdad llegara a los oídos de Sawyer.

Las maquillistas, preocupadas por cubrir cualquier imperfección, aplicaban el maquillaje con destreza, pero Celestine sentía una sensación incómoda al saber que mentiría nuevamente. Cuando una de ellas le preguntó cómo se hizo las marcas, Celestine apenas titubeó antes de dar una respuesta rápida y convincente, como siempre había hecho cuando alguien intentaba indagar en su vida personal. "Un accidente", dijo, sin darle espacio a preguntas adicionales. No podía arriesgarse a que la verdad saliera a la luz, y mucho menos que Sawyer se enterara. Sabía cómo era él, y cómo sus decisiones podían arruinar carreras, incluso la suya.

El evento fue una mezcla de glamour y tensión, con Celestine moviéndose entre los asistentes con una sonrisa perfecta en su rostro, fingiendo que nada estaba fuera de lugar. Pero dentro de ella, el odio hacia Jungkook crecía. Lo había humillado, y aunque el silencio que guardó sobre lo sucedido le dio una pequeña sensación de victoria, no podía dejar de sentir esa tensión entre ellos. Desde ese día, la relación con él cambió, y no para mejor.

Jungkook evitaba mirarla, evitaba su cercanía como si temiera que su mirada lo traicionara. En lugar de la arrogancia que solía proyectar, ahora se mostraba distante, casi como si él mismo estuviera atrapado en una guerra interna. Cada vez que se cruzaban, parecía haber una barrera invisible entre ellos. Ella, sin embargo, disfrutaba de la sensación de control. Había logrado quebrarlo, al menos un poco.

Existía algo satisfactoriamente delicioso en verlo tan tenso, tan retraído, como si su dignidad hubiera sido destrozada en ese momento en el que ella lo obligó a arrodillarse ante ella. Lo que le había costado tanto, lo que había sido tan humillante para él, ahora lo convertía en una especie de venganza personal, aunque solo fuera a nivel emocional. La humillación era su victoria. Y si Jungkook pensaba que podría salirse con la suya, que ella olvidaría lo que pasó, estaba muy equivocado. No lo olvidaba, pero lo que le daba más satisfacción era saber que él, a pesar de toda su fuerza y control, tuvo que bajar la cabeza ante ella. No importaba que él pareciera indiferente, no importaba que ahora la evitara. Ganó algo mucho más importante que su venganza: control sobre él. Y eso, para Celestine, era lo que más le dolía a Jungkook. Sabía que la humillación había dejado una marca en él, y no podría borrarla fácilmente. No por un tiempo, al menos.

Jungkook estaba allí, como siempre, con esa imponente presencia que no pasaba desapercibida. Su porte, el mismo que había forjado desde joven en el ejército, se reflejaba en cada uno de sus movimientos. Llevaba un traje negro de corte impecable, con detalles satinados que realzaban su figura musculosa. La camisa blanca que llevaba debajo resaltaba su tono de piel bronceada, y su corbata oscura estaba ajustada con precisión. Su cabello, corto y algo despeinado, parecía como si nunca hubiera salido del ambiente militar; aunque ya llevaba más de un año fuera, el corte seguía transmitiendo esa sensación de disciplina y dureza que solo se obtiene en años de servicio. Sus ojos, fríos y calculadores, no dejaban escapar ningún detalle, mientras su postura erguida denotaba la misma autoridad que siempre había tenido, como si su pasado estuviera siempre presente, marcado por su tiempo en el ejército.

Desde que llegaron al evento, Celestine no intercambió ni una palabra con él. El ambiente entre ellos era frío y distante. Aún sentía la mirada de desaprobación de su guardaespaldas desde aquella noche, y aunque le resultaba incómodo, sabía que no podía escapar de su presencia. Lo necesitaba, aunque no quisiera admitirlo.

La gala se celebraba en un lujoso hotel, con una alfombra roja que parecía no tener fin. Los flashes de las cámaras iluminaban el lugar, y las miradas se posaban en la rubia mientras avanzaba, enfundada en un vestido de seda rojo, de corte elegante, que acentuaba cada movimiento. Sin embargo, detrás de esa imagen de perfección, se escondía una mujer quebrada, incapaz de levantar la cabeza con confianza. Jungkook, a pocos pasos detrás de ella, era consciente de su fragilidad, pero su trabajo no permitía que eso se reflejara en su rostro. Permanecía impasible, cuidando cada detalle, cada movimiento, su postura tan rígida como siempre, transmitiendo una calma controlada que ella simplemente no podía sentir.

El evento avanzaba, pero para Celestine cada segundo se alargaba en una incomodidad que no podía soportar. Mientras la gala avanzaba e intentaba mantener la fachada, una de sus "amigas" del mundo del modelaje, Madison, se le acercó con una copa de champaña en mano, con esa falsa amabilidad que ella conocía muy bien.

—¡Celes! —exclamó con entusiasmo, abrazándola ligeramente y alzando su copa—. Qué increíble te ves esta noche, aunque te noto un poco apagada. ¿Todo bien?

Asintió, forzando una sonrisa mientras su mirada seguía esquivando la de Jungkook a lo lejos, quien observaba todo con atención, detestando ver a Madison otra vez, aunque mantenía su distancia.

—Sí, solo un poco cansada.

—Oh, ya me imagino. Todo esto puede ser agotador —hizo un gesto vago hacia la multitud. Luego, de manera casual pero claramente premeditada, dejó caer una bomba que sabía que afectaría—. Por cierto, ¿has visto a Matt últimamente?

El corazón de Celestine se detuvo por un segundo al escuchar el nombre de su exnovio, Matt. No lo había visto desde su ruptura, y el simple hecho de que Madison lo mencionara ya le provocaba una incomodidad que intentaba disimular.

—No, ¿por qué?

Intentó sonar desinteresada, pero observó cómo esbozó una sonrisa maliciosa, casi disfrutando del momento. Sabía lo que estaba a punto de hacer.

—Bueno, me encontré con él en una fiesta hace unos días. ¡Se le veía tan bien! —comentó, remarcando cada palabra con intención—. Y, bueno, por lo que publicaron, parece que lleva tiempo saliendo con Sadie, ya sabes, la nueva sensación en el mundo del modelaje. Es increíble lo feliz que se le ve con ella.

Cada palabra atravesaba a Celestine como una daga. Sadie era la modelo del momento, la joven que aparecía en todas las revistas, y por lo que Madison describía, parecía que Matt siguió adelante y encontrado a alguien "mejor". La sonrisa de su amiga, aunque amigable en apariencia, estaba cargada de veneno.

—Sadie es preciosa, ¿verdad? —continuó, sin esperar respuesta—. Además, es tan dulce. No me extraña que Matt esté tan feliz. Hacen la pareja perfecta.

Sintió cómo su estómago se revolvía y su garganta se cerraba. Todo lo que había estado intentando contener en las últimas semanas, todo el dolor, el caos, el descontrol, ahora amenazaba con salir. La noticia de su exnovio saliendo con alguien como Sadie era como un golpe en el pecho, y Madison lo sabía. Sin embargo, Celestine no iba a darle el placer de verla derrumbarse, no ahí, no en ese momento.

—Me alegro por ellos —aseguró, aunque su voz sonaba más débil de lo que hubiera querido. La mentira se le escapaba de los labios, pero era lo único que podía decir.

Madison sonrió con satisfacción, su objetivo cumplido.

Jungkook se encontraba a unos dos metros de Celestine, observándola mientras conversaba animadamente con su amiga que, sin duda, sabía cómo manipular la situación. Su risa resonaba en el aire, un sonido que debería alegrarlo, pero en cambio, le provocaba un nudo en el estómago. Era un juego de luces y sombras en su mente; por un lado, sabía que debía protegerla, y por el otro, la aborrecía por su vida de excesos. La lucha en su interior era abrumadora, y no podía apartar la vista de ella.

Mientras su amiga hablaba del exnovio de Celestine y la nueva modelo que parecía haberlo conquistado, sintió cómo la rabia comenzaba a burbujear en su interior. No solo era la preocupación por ella, quien siempre terminaba rodeada de personas que la arrastraban a un abismo, sino que también lo llenaba de un desasosiego inexplicable. No soportaba la idea de que su vida se desmoronara, que su futuro se definiera por las decisiones irresponsables que tomaba. Sin embargo, había algo más, una atracción que él mismo no se atrevía a reconocer.

En su mente, se repetía una y otra vez que estaba allí para protegerla, no para convertirse en su confidente o su salvador. Pero cada vez que la veía reír, perderse en la conversación, su corazón se contraía. Era un sentimiento que intentaba reprimir; en lugar de eso, lo envolvía en una niebla de frustración. No podía permitir que eso lo distrajera. Su mirada fija en ella era una mezcla de desaprobación y preocupación, y no podía soportar la idea de que, de alguna manera, estaba fallando en su trabajo.

«¿Realmente estoy aquí para ayudarla?» se preguntaba, sintiendo que el peso de su deber lo oprimía. ¿Era su papel ser el héroe que ella necesitaba o el villano que se interponía en su camino?

A medida que su amiga continuaba hablando de cómo su exnovio estaba feliz con otra, Jungkook sintió un impulso de intervenir, de gritarle que se alejara de esa conversación tan dañina. Pero en lugar de eso, se quedó inmóvil, observando la escena. Su mente giraba en círculos; ¿qué hacía él allí? Su instinto le decía que se alejara, que dejara de intentar salvar a alguien que no quería ser salvada. Pero, cada vez que pensaba en separarse, una parte de él se resistía con fuerza, aún sin comprender del todo por qué. La confusión lo consumía. Cada vez que la veía sonreír o perderse en una conversación trivial, un impulso oscuro y posesivo brotaba en él, un deseo de protegerla de las sombras que la rodeaban. Y aunque se juraba a sí mismo que no soportaba su comportamiento, en el fondo había un miedo visceral a que se perdiera por completo en eso, que lo mantenía atado, sin poder dar el paso que tan desesperadamente sabía que debía dar.

La atmósfera del evento era una mezcla de glamour y tensión. Las luces brillantes de las cámaras parpadeaban como estrellas, y el murmullo de la multitud resonaba en el aire. Celestine, deslumbrante en su vestido de gala, intentaba mantener la compostura mientras una ola de periodistas y fanáticos se agolpaba a su alrededor. Al principio, las sonrisas y las preguntas eran superficiales, pero pronto se volvieron implacables y personales.

—¡Celestine! —gritó un periodista, extendiendo su micrófono hacia ella—. ¿Cómo te sientes al saber que tu exnovio está saliendo con otra modelo?

Las palabras le cayeron como un balde de agua fría. Celestine forzó una sonrisa, pero su mirada traicionaba su angustia. Sintió que la presión la rodeaba, un estrangulador invisible que oprimía su pecho. La ansiedad comenzaba a burbujear dentro de ella, y su amiga, ajena a la tormenta emocional que se avecinaba, hablaba alegremente al recibir también atención. Los recuerdos golpearon su mente como una ola incontrolable. Con Matt habían sido la pareja perfecta, la envidia de muchos. Adorados por el público y retratados en cada evento importante, cada foto mostraba un romance que parecía tan real como inquebrantable. Los periodistas solían decir que "derrochaban amor", y en su momento, realmente lo creyó.

Pero ahora, la realidad era otra. Ese vacío, esa herida que dejó, la impulsaba a buscar cualquier forma de anestesia. Y Jimin se había convertido en su escape, el refugio que la ayudaba a olvidar. En los brazos del actor, entre la pasión y las drogas, podía silenciar su dolor, aunque fuera solo por momentos. Él era su adicción, una distracción peligrosa pero efectiva contra todo lo que llevaba consigo. Pensar en Jimin le traía una especie de alivio, una promesa de desconexión. Y en ese instante, deseó verlo, sentir cómo la despojaba de la tensión que la carcomía.

Pero cada palabra de su amiga resonaba como un eco distante. Solo podía escuchar las voces que la asediaban, la mirada de desprecio y curiosidad de los que la rodeaban. La sensación de ser un pez en un acuario se hizo cada vez más abrumadora, y sus piernas comenzaron a temblar. Sabía que todos los ojos estaban puestos en ella, esperando que dijera algo, cualquier cosa.

—¡Celestine! —llamó una periodista, acercándose aún más—. ¿Qué opinas sobre su relación con Sadie Blake, cuando hace apenas unos meses ustedes terminaron su relación?

—¿Cómo te sientes después de lo que ha pasado en tu vida personal?

Las palabras la atravesaron como cuchillos. Su pecho se contrajo y el aire se volvió insuficiente. La ansiedad se desató en su interior, y de repente, el bullicio del evento se convirtió en un eco lejano. Las luces brillantes la deslumbraban, y cada mirada que la rodeaba se sentía como un ataque. Su corazón comenzaba a acelerarse, y la sensación de claustrofobia se apoderaba de ella.

—N-no puedo... —murmuró, sintiendo que las paredes se cerraban a su alrededor. El pánico comenzaba a apoderarse de ella, y sintió que se le escapaba el control. Su visión se nubló, y el mundo que la rodeaba se difuminó en una neblina angustiante.

A unos metros, Jungkook la observaba, con el ceño fruncido al ver su rostro empalidecer al enfrentar a los periodistas. La presión en su pecho se intensificó cuando notó cómo la expresión de Celestine pasaba de sorpresa a desesperación. Sin perder un segundo, avanzó hacia ella, abriéndose paso con brusquedad. Sus manos apartaron sin miramientos a quienes intentaban interponerse, ignorando las miradas de desconcierto y enojo que provocaba su avance firme y decidido.

—¡Celestine, mira hacia aquí! —gritó, su voz resonando entre el caos.

En pocos segundos llegó hasta ella y, cuando sus rodillas parecían a punto de ceder, la sostuvo con fuerza. Jungkook la rodeó con sus brazos, protegiéndola con su cuerpo alto y musculoso. La cabeza de Celestine quedó apoyada cerca de su abdomen, acurrucada bajo su pecho debido a la diferencia de estatura, mientras él la envolvía, creando un escudo impenetrable.

Sin perder tiempo, comenzó a guiarla hacia la salida. Sus movimientos eran precisos, empujando con suavidad pero firmeza a quienes intentaban acercarse o interrumpir su camino. La mantuvo pegada a él, asegurándose de que su presencia robusta y protectora la aislara del asedio de preguntas y flashes de cámaras. La condujo hacia un pasillo lateral, dejando atrás el bullicio del salón principal, hasta que finalmente se encontraron en una zona más tranquila y despejada, lejos de la presión y el escrutinio de las miradas ajenas.

—Escúchame —ordenó, su mirada intensa y preocupada. La tomó por los hombros, obligándola a mirarlo a los ojos—. Tienes que concentrarte en mi voz. Respira conmigo.

Celestine sentía que el mundo se desmoronaba a su alrededor, pero la determinación en su mirada la ancló en el presente. A medida que la ansiedad la consumía, luchaba por mantener la calma. La conexión que había entre ellos iba creciendo, y aunque Jungkook le provocaba frustración, sabía que en ese momento, era su único refugio.

—Inhala, despacio... uno... dos... tres... —ordenó, guiándola con el ritmo de su respiración—. Uno... dos... tres... — La observó con atención mientras ella intentaba seguir el paso, notando cómo su pecho aún subía y bajaba rápidamente—. Ahora exhala... Despacio... Todo el aire fuera —vio cómo ella luchaba, pero su tono no cambió, siempre firme, casi mecánico, como si se tratara de un ejercicio que conociera de memoria. Sabía que tenía que hacer que se concentrara en algo más que en el pánico—. No pienses en nada más. Solo en mi voz. Nada más.

Repetía las instrucciones, una y otra vez, sin apresurarse, con un ritmo constante, como si estuviera en control de todo. Sabía cómo manejar el miedo, cómo hacer que la respiración dejara de ser un enemigo.

—Inhala... uno... dos... tres... Y ahora exhala, lento —la presión de su mirada se mantuvo en ella, guiándola en cada respiración—. Lo estás haciendo bien, sigue así.

Sintió cómo su cuerpo se iba relajando, aunque aún era evidente el esfuerzo en su rostro. Jungkook no dejó de hablarle, manteniendo el tono firme pero suave.

—Relájate. Confía en el ritmo. Estás bien, solo respira.

Mientras el aire finalmente volvía a fluir de manera más controlada, la mantuvo cerca, aún observando su cada movimiento, hasta que vio la tensión en sus hombros desaparecer poco a poco. Finalmente, el pánico se disipó lo suficiente para que pudiera hablar, aunque las lágrimas aún surcaban su rostro.

—Gracias —susurró, sintiéndose un poco más estable.

—No es nada —sostuvo su mirada con firmeza, el ceño ligeramente fruncido—. Pero tienes que entender que esto no es un camino saludable. Estoy aquí para ayudarte, pero tienes que dejar de hacerte daño así —Le quitó un mechón de cabello del rostro, el gesto corto, casi imperceptible, pero cargado de un toque de suavidad—. No te estoy pidiendo que cambies todo de un día para otro, pero al menos empieza a pensar en las consecuencias.

Ella sintió un nudo en la garganta, una mezcla de vergüenza y gratitud. Sabía que él tenía razón, pero aun así, le costaba aceptarlo. En medio de su vulnerabilidad, se dio cuenta de que había algo más en juego entre ellos, una conexión que iba más allá de sus conflictos.

—No sé qué hacer...

—Lo primero que debes hacer es cuidarte. Promételo —ordenó manteniendo su mirada fija en la de ella—. Y yo estaré aquí para ayudarte, pero tienes que dar el primer paso.

Sintió que sus palabras la atravesaban, una mezcla de desafío y esperanza. Aunque sabía que el camino por delante sería difícil, algo en su determinación la animaba a intentar. Con la respiración aún temblorosa, pero más controlada, miró a Jungkook y asintió lentamente. A pesar de la tormenta que todavía se mantenía dentro de ella, se dio cuenta de que quizás había una luz al final del túnel.

Al salir del evento, se encontraron en el interior de la limusina, la cual avanzaba por las calles iluminadas de la ciudad, el ruido de la ciudad a su alrededor. El ambiente dentro del vehículo era denso, cargado de emociones no expresadas. Celestine estaba sentada junto a la ventana, mirando las luces pasar, todavía temblorosa por el ataque de ansiedad que sufrió. Jungkook, a su lado, la observaba en silencio, su mirada fija y preocupada. Aunque no lo expresara, su instinto protector estaba al frente, luchando contra la frustración que sentía hacia ella, consciente de la vulnerabilidad que todavía llevaba consigo.

De repente, el celular de Celestine vibró insistentemente en su regazo, interrumpiendo el silencio opresivo. Era Sawyer. Con una mezcla de resignación y ansiedad, contestó la llamada.

Celestine, ¿estás bien? —preguntó, su voz grave y autoritaria resonaba al otro lado, dejando claro que no estaba dispuesto a dejar pasar lo ocurrido—. No puedes seguir así. Este último incidente fue una vergüenza.

Sintió que el aire se le escapaba de los pulmones. Cada palabra era un golpe que la dejaba más vulnerable. Su mirada se dirigió hacia Jungkook, que estaba sentado a su lado, buscando algún tipo de apoyo, pero la observaba con una mezcla de desaprobación y preocupación que la hizo sentir aún más pequeña.

—Lo sé, Sawyer, pero... —intentó justificar su comportamiento, pero la voz se le quebró, reviviendo los recuerdos del acoso de la prensa.

Esto no es solo una fase —su tono dejó claro que no estaba dispuesto a aceptar excusas—. Necesitas un tiempo alejada del público. Tal vez deberías considerar la terapia, porque, ahora, solo estás arruinando tu carrera.

Las palabras de su manager la golpearon como una tormenta. Se sintió atrapada en una red de presión y expectativas, y el nudo en su estómago se apretó aún más. No quería admitir que tenía razón, que su vida estaba fuera de control, pero la verdad era innegable.

—Voy a pensarlo.

No es solo pensar. Tienes que actuar antes de que sea demasiado tarde. Hablamos después.

El silencio que siguió fue pesado, aplastante. Miró la pantalla de su celular, sintiendo que se le cerraba el mundo. La presión, la ansiedad, todo se combinaba en una tormenta dentro de ella. Giró la cabeza hacia Jungkook, que la observaba con intensidad.

—¿Estás bien? —preguntó, la voz neutra, pero la preocupación claramente visible en sus ojos oscuros.

Sintió la presión de su mirada, como si él pudiera ver a través de su fachada. Pero en ese momento, todo lo que podía hacer era negar con la cabeza, el peso de las lágrimas amenazando con desbordarse.

—No lo sé.

No apartó la mirada de ella, y un impulso feroz de protegerla lo invadió, aunque sabía que su papel era mantenerse a distancia. Se obligó a recordar que debía ser su guardaespaldas, no su confidente.

—Solo... necesitas enfocarte en ti misma. Este no es el final. Tienes que encontrar un camino.

Celestine asintió lentamente, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. La situación la había dejado más perdida que nunca, y la presión de tener que enfrentarse a su propia fragilidad le resultaba abrumadora. Mientras la limusina se acercaba a su edificio, sintió que el vacío la tragaba. A pesar de la presencia de Jungkook, el camino hacia su recuperación se sentía más lejano que nunca.






















(...)



















Celestine respiró hondo mientras se acomodaba en el sofá que se encontraba en una de las salas de la empresa de Sawyer, un espacio que, además de ser parte de las instalaciones de trabajo, servía como consultorio del terapeuta. La calidez del lugar contrastaba con la inquietud que la consumía. Los suaves tonos azules de las paredes y el aroma a café recién hecho apenas lograban calmar su ansiedad. Había llegado a este punto por insistencia de su manager, y aunque tuvo sus dudas, sabía que no podía seguir así. Sentía que estaba al borde de un precipicio, y no quería caer.

El terapeuta, un hombre de mediana edad con una expresión amable y comprensiva, le sonrió desde el sofá.

—¿Cómo te sientes hoy?

La pregunta la sorprendió. La última vez que tuvo la oportunidad de hablar sobre sus sentimientos había sido mucho tiempo atrás. Se le hizo difícil articular una respuesta.

—No estoy segura.

—Está bien, tómate tu tiempo —se inclinó ligeramente hacia ella, mostrando interés genuino—. Sabes que aquí no hay juicios.

—Es que... ser modelo es más difícil de lo que pensaba. La presión es... abrumadora —confesó, dejando escapar un suspiro—. Cada día hay comentarios sobre mi cuerpo. Lo que debo usar, cómo debo verme. Me siento como un objeto, no como una persona.

—¿Y cómo te hace sentir eso?

—Me hace sentir... insignificante —su voz era apenas un susurro, mientras sus dedos se apretaban nerviosos en el borde de su vestido—. A veces me miro al espejo y no me reconozco. Me siento atrapada en esta imagen que no es realmente yo —hizo una pausa, cerrando los ojos un segundo como si quisiera alejarse de sus propios pensamientos—. Hay días en los que me encuentro contando las calorías que consumo, o me miro y solo veo... imperfecciones —su voz se quebró al final—. Y entonces pienso que nunca seré lo suficientemente buena.

—¿Esos pensamientos han estado presentes desde que empezaste en la industria? —indagó, anotando algo en su cuaderno.

—Sí. Cuando empecé, era solo una adolescente un poco emocionada por la oportunidad —desvió la mirada, incapaz de mantener contacto visual—. Pero pronto me di cuenta de que no era solo modelar ropa, era ser parte de un mundo que a menudo te rechaza —explicó, sintiendo que las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos—. Y luego está Matt.

—Cuéntame sobre él.

—Él... me había hecho sentir viva, pero ahora me recuerda todo lo que he perdido —expresó, limpiándose una lágrima con el dorso de la mano—. Ahora está con otra modelo, y siento que en comparación con ella... no soy nada.

—Intenta contarme más sobre eso.

—Cuando me enteré de que estaba saliendo con otra modelo... No sé, me sentí devastada. Es hermosa, exitosa, genuina. Y yo estoy aquí, luchando con mi propia inseguridad —su voz se quebró al recordar—. Eso me hace querer buscar consuelo, como si necesitará sentirme deseada, como si me reafirmara mi valía.

—Parece que sientes que tu autoestima está muy ligada a la percepción de los demás —comentó, observando cómo su dolor se transformaba en autocrítica.

—No puedo evitar compararme. Matt fue el primero que me hizo sentir así, pero ahora Jimin está siguiendo ese mismo camino, porque me dejé atrapar por la idea de que, si él está conmigo, entonces valdré algo —admitió, sintiendo que el peso de la culpa y la tristeza la ahogaba—. Es como si cada vez que me desilusiona Jimin, pierdo un poco más de mí misma.

—Eso es un patrón doloroso. Y es natural querer sentirte validada, pero hay formas más saludables de hacerlo...

Mientras la conversación continuaba, Celestine comenzó a vislumbrar un futuro diferente. Un futuro en el que no se dejara definir por su cuerpo, sus relaciones o la opinión de los demás. Una vida en la que pudiera abrazar su verdadero yo.

—¿Qué tal si piensas en algo que realmente te haga sentir valiosa, sin importar la opinión de los demás?

Celestine se tomó un momento para reflexionar, sintiendo que una chispa de claridad comenzaba a brillar en su interior.

—Tal vez me gustaría empezar por ser más amable conmigo misma. Recordar que tengo más que ofrecer que solo mi apariencia.

El terapeuta sonrió, animándola a seguir.

—Eso es un gran comienzo —se inclinó ligeramente hacia adelante con una sonrisa alentadora—. La autovaloración es esencial. ¿Cómo podrías hacer eso en tu vida diaria? —preguntó suavemente, sosteniendo su mirada, dándole espacio para reflexionar y responder a su propio ritmo.

—Quizás empiece a practicar la gratitud cada día. Recordar lo que realmente importa, no solo lo que se ve por fuera —negó sintiendo que su resolución se fortalecía—. Y definitivamente necesito soltar a Matt y Jimin, dejar de buscar su validación y enfocarme en mí.

La sesión avanzó, y el terapeuta la guió a través de sus recuerdos más dolorosos, especialmente de su relación con Jimin.

—Hablemos de Jimin. Parece que su presencia es significativa para ti, pero también te afecta en formas dolorosas.

—Con Jimin... era fácil desaparecer —murmuró, pasando la mano nerviosamente por su antebrazo, como si tratara de borrar el recuerdo—. Cada vez que me daba esas drogas y estábamos juntos, todo lo demás dejaba de existir. Ni el dolor, ni el miedo, ni esa presión constante de ser perfecta... nada importaba. —hizo una pausa, mirando al suelo, su voz temblando al continuar—. Para él, solo era una aventura, algo pasajero. Pero para mí... era como una anestesia, un escape que llenaba, aunque fuera por un momento, el vacío que siento aquí dentro —Se llevó una mano al pecho, suspirando pesadamente—. Después de mi ruptura con Matt, me aferré a él porque necesitaba huir de todo, alejarme del dolor... Y esa última noche, casi me pierdo por completo. Si Jungkook, mi guardaespaldas, no hubiera estado allí...

El terapeuta asintió, captando la profundidad del daño que había dejado esa relación.

—Te habías acostumbrado a esa anestesia emocional, pero al costo de ti misma —Observó su reacción, dándole espacio para asimilar sus palabras, mientras ella bajaba la mirada, pensativa—. Reconocerlo es un avance importante, Celestine. Saber que lo que buscas no es olvido, sino curación.

Con cada palabra, sentía que las cadenas que la ataban a su pasado se rompían lentamente. Había un camino por delante que requeriría trabajo, pero al menos ahora sabía que podía enfrentarlo. La terapia no era solo un paso más en su vida, era la oportunidad de descubrir quién realmente era, más allá de la imagen que el mundo la obligaba a mostrar.
















(...)

















Sawyer miraba por la ventana de su oficina, la luz del sol filtrándose a través de las persianas, pero su mente estaba oscura. Su preocupación por Celestine se intensificó en los últimos días. Intentó mostrarse como un buen amigo, a pesar de ser su manager, pero la verdad era que se sentía impotente ante la tormenta emocional que la consumía. Con un suspiro, decidió que era hora de confrontar a Jungkook, el guardaespaldas que se volvió más que un simple protector.

El pelinegro estaba sentado en una silla frente a la mesa de Sawyer, su postura relajada, pero sus ojos reflejaban la tensión interna que sentía. A pesar de que estaba acostumbrado a ser el escudo de Celestine, cada vez se encontraba más perdido en sus emociones. Se preguntaba si estaba haciendo lo correcto al involucrarse más allá de su deber.

—¿De qué se trata, Sawyer?

—He estado observando cómo han estado las cosas con Celestine, y no puedo evitar sentir que no estás haciendo lo suficiente para protegerla —sus palabras eran afiladas como cuchillas—. Te necesito más proactivo. Ella necesita un amigo, no solo un guardaespaldas.

Jungkook frunció el ceño, molesto por la insinuación.

—Yo estoy ahí para ella. La cuido. Pero no puedo ser su salvador —aclaró, cruzando los brazos en señal de defensa.

—No se trata de ser su salvador. Se trata de apoyarla en un momento crítico —insistió, acercándose a él, su mirada seria—. La presión que enfrenta es abrumadora, y la forma en que se está autodestruyendo no es aceptable. También va a destruir todo el esfuerzo que puse en ella, así que debes hacer más.

Jungkook sintió un tirón en su estómago. Era cierto que Celestine estaba luchando, y aunque intentaba ayudar, la línea entre su papel como guardaespaldas y su creciente preocupación se volvió borrosa.

—¿Y qué se supone que haga? —preguntó, la frustración brotando de su voz—. No puedo simplemente obligarla a que salga de ese hoyo.

Sawyer respiró hondo, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.

—La acompañarás a unas vacaciones. Solo unos días. Un lugar tranquilo donde pueda despejar su mente —sugirió, mirándolo fijamente—. Tal vez eso le ayude a ver las cosas desde una nueva perspectiva. Necesita salir de este ciclo.

Jungkook se quedó en silencio, la idea resonando en su mente. La imagen de Celestine, relajándose y sonriendo, sin la carga de la industria que la asediaba, lo atraía. Pero también una parte de él se preocupaba por sus propias emociones.

¿Era correcto dejarse llevar más allá de su deber?

—No sé. No quiero que se malinterprete...

—No se trata de eso. Se trata de ayudarla —recalcó, dando un golpe suave con el puño sobre la mesa, como si tratara de enfatizar la gravedad de la situación. Sus ojos se clavaron en Jungkook con una mezcla de frustración y preocupación—. Estás allí para protegerla, pero también necesitas ser un amigo, alguien en quien ella pueda confiar —hizo una pausa, suspirando profundamente mientras se pasaba una mano por el cabello, como si la tensión lo estuviera agotando—. Si la llevas a un lugar tranquilo, tal vez se sienta más cómoda al abrirse contigo y que puedas ayudarme para que no termine destruyendo todo lo que construimos. Además, estoy dispuesto a pagarte un buen extra por encargarte de esto, porque, soy consciente de que no es parte de tus responsabilidades, pero confío en que puedes hacerlo.

—Está bien. Hablaré con ella sobre la idea —finalmente, asintió, sintiendo la presión de la decisión y una mezcla de responsabilidad y un destello de esperanza. Quizás un cambio de escenario pudiera ayudar a Celestine a salir de este oscuro laberinto—. Pero no prometo que acepte.

—Eso es todo lo que pido. Solo intenta —sonrió satisfecho—. Ella necesita un descanso, y tú puedes ser esa persona que la acompañe. Pero asegúrate de que no se quede atrapada en el pasado.

Mientras se dirigía a la puerta, su mente giraba en torno a lo que se le esperaba. Tenía que actuar, no solo como su guardaespaldas, sino también como el amigo que Celestine necesitaba desesperadamente en ese momento. Las vacaciones podrían ser la clave para ayudarla a encontrar la luz en medio de su tormenta.

Después de la conversación con Sawyer, sintió un peso en sus hombros. Sabía que era hora de actuar, de hacer algo tangible para ayudar a Celestine a salir del oscuro ciclo en el que parecía estar atrapada. Con determinación, se sentó en su escritorio y comenzó a buscar opciones para una escapada de fin de semana. Su mente se llenó de ideas, desde un retiro en la montaña hasta una playa tranquila, donde podrían respirar aire fresco y alejarse del bullicio de la ciudad. Y al final, decidió que un pequeño chalet en las montañas sería el lugar perfecto para relajarse y hablar.

La mañana de la terapia, Jungkook esperaba a Celestine fuera de la sala, su corazón latiendo con anticipación. Cuando ella salió, su expresión era un torbellino de emociones, y él pudo ver la confusión en su mirada. Se acercó, intentando ocultar la inquietud que lo invadía.

—¿Cómo te fue? —preguntó, tratando de mantener un tono casual.

Celestine se detuvo, su mirada fluctuando entre la sorpresa y la desconfianza. No estaba acostumbrada a que se preocupara por ella de esa manera.

—Fue... complicado.

Había una tensión notable entre ellos, más por cómo ella evitaba su mirada, como si el simple acto de preguntarle por su bienestar creara un abismo entre sus mundos. Jungkook sintió que el aire se volvía pesado entre ellos, pero no quería dar marcha atrás. Sabía que ahora necesitaba saber que él estaba allí para apoyarla.

—¿En qué sentido?

—Solo... hay mucho en mi cabeza —se encogió de hombros, como si no quisiera profundizar en sus sentimientos, aunque las palabras salieron de su boca, pero el eco de sus inseguridades quedó en el aire—. A veces me siento atrapada en un ciclo que no puedo romper.

Asintió, comprendiendo que esa era solo una pequeña parte de la tormenta que vivía.

—¿Te gustaría hablar más sobre eso? —sugirió, aunque sabía que su conexión todavía era frágil.

—No estoy lista para eso ahora —negó con la cabeza, un poco incómoda.

Un silencio incómodo se apoderó de ellos, hasta que el guardaespaldas decidió que era el momento adecuado para compartir su plan.

—He estado hablando con Sawyer, y... hemos planeado un pequeño viaje para ti —anunció, observando cómo sus ojos se iluminaban con sorpresa—. Solo tú y yo.

—¿Un viaje?

—Sí. Solo por unos días. Queremos que te alejes de todo esto —explicó algo tenso—. Podría ser bueno para ti, un descanso del caos.

Celestine se quedó en silencio, su mente procesando la idea.

—¿A dónde iríamos?

—A un chalet en las montañas. Lejos del ruido, donde podamos relajarnos.

Lo miró a los ojos, y en ese momento, Jungkook vio una mezcla de temor y esperanza en su mirada.

—No sé, Jungkook —murmuró, insegura de sus intenciones—. ¿Por qué harías eso?

—Porque creo que te vendría bien. —La sinceridad de su tono buscaba hacerla sentir un poco más cómoda, pero también sabía que el camino sería complicado.

Parpadeó, luchando contra la ola de emociones que la inundaba. Era difícil aceptar que alguien estuviera dispuesto a ayudarla, especialmente después de todo lo que había vivido.

—Está bien, tal vez... Tal vez lo intente.

Jungkook sintió un ligero alivio, pero también un destello de esperanza. Este viaje podría ser la oportunidad que necesitaban para hablar más profundamente, llevarse mejor, y, quizás, para explorar lo que había entre ellos.

Podría ser el primer paso hacia algo más significativo.

—Perfecto. Te haré saber los detalles —dejó escapar una pequeña sonrisa que pareció iluminar el ambiente tenso entre ellos. Mientras caminaban juntos por el pasillo, Jungkook se dio cuenta de que este viaje no solo sería un respiro necesario para Celestine, sino también una oportunidad para que él se acercara a ella de una manera que nunca pudo antes.





















(...)














La mañana del viaje amaneció clara y brillante, y la luz del sol se filtraba a través de las cortinas de la habitación de Celestine, iluminando el desorden que reinaba en su armario. Mientras buscaba ansiosamente qué ponerse, Jungkook, con su mirada atenta y serena, se sentó en el borde de la cama, observándola con una mezcla de curiosidad y preocupación.

—¿De verdad necesitas llevar todo eso? —cruzó los brazos con una expresión de incredulidad. Su atuendo, que consistía en una camiseta de algodón ajustada y pantalones oscuros, reflejaba su estilo práctico y militar.

—No se trata solo de un fin de semana —se detuvo, girándose para mirarlo, una ceja levantada en desafío—. Quiero estar preparada para cualquier cosa. Además, nunca se sabe cuándo puedo necesitar un vestido bonito.

—¿Vestido bonito en un chalet? Te encontrarás más cómoda con algo que puedas mojar o ensuciar.

—¿Y qué tal esto? —Con un gesto teatral, sacó una blusa de encaje blanco del armario y la sostuvo frente a ella—. Perfecto para las noches frescas junto a la fogata.

Jungkook hizo una mueca de desaprobación, como si estuviera evaluando un plan de estrategia.

—Está bien, pero asegúrate de llevar también algo práctico. No quiero que estés preocupada por tu atuendo mientras intentamos relajarnos.

—¿Y tú? Te he visto con esos pantalones oscuros y esa camiseta más de una vez —apuntó sonriendo mientras cambiaba la blusa por una camiseta más cómoda—. Necesitas variar un poco tu armario, exmilitar.

—No tengo tiempo para modas. Me gusta lo que me queda bien y es funcional —explicó encogiéndose de hombros—. Además, ¿no crees que estoy bastante bien así?

Celestine soltó una ligera risa, disfrutando del momento de complicidad. La conversación fluyó de manera ligera mientras revisaban sus maletas. Jungkook comenzó a llenar su mochila con artículos esenciales: un botiquín de primeros auxilios, una linterna, y algunos bocadillos saludables.

—Tienes que llevar un poco de diversión —mencionó, viendo cómo llenaba la bolsa de artículos prácticos.

—Eso no es mi estilo. Pero puedo hacer un par de cosas para la fogata —respondió, ya sabiendo que iba a ser el encargado de la comida durante su estadía.

A medida que continuaban preparando sus cosas, la atmósfera se llenó de risas por parte de ella y pequeñas provocaciones. Celestine sacó una bolsa de productos de cuidado personal y comenzó a llenarla de cremas.

—¿De verdad necesitas llevar tantas cosas? —preguntó, observándola con una mezcla de escepticismo y diversión.

—No es solo por vanidad. Puedo necesitar un bálsamo labial o un protector solar. Todo cuenta.

—Está bien, pero recuerda que estaremos en un lugar remoto —recalcó, acercándose para ayudarla—. Las cosas simples son las que realmente importan.

Después de una hora de intercambios y risas por parte de ella, lograron empacar todo lo necesario. Celestine miró a Jungkook, sintiéndose satisfecha con el progreso.

—¿Ves? ¡Lo logramos! Ahora estamos listos para la aventura.

Jungkook asintió, estirándose con un aire triunfante.

—Solo espero que no olvides nada esencial.

El viaje prometía ser una mezcla de risas y momentos de conexión genuina, lo que hacía que ambos se sintieran un poco más emocionados por lo que les esperaba en el chalet.

El sonido del motor del automóvil llenó el aire mientras Jungkook se acomodaba en el asiento del conductor, su figura robusta y bien definida contrastaba con la elegancia del vehículo, dándole un aire de autoridad y control. Con una mano firme en el volante, movió la palanca de cambios mientras su mirada se centraba en la carretera, con la intensidad y concentración de un exmilitar que sabe que debe estar siempre alerta.

Celestine, sentada en el asiento del pasajero, observaba cómo él conducía con confianza. Su mandíbula estaba relajada, pero sus ojos mostraban una determinación inquebrantable. Tenía el cabello oscuro, corto y ligeramente desordenado como siempre, que le daba un aire despreocupado a pesar de la seriedad que irradiaba. Las líneas de su rostro, sutilmente marcadas por el paso del tiempo, dejaban entrever su experiencia y la vida vivida, algo que, a pesar de todo, comenzaba a resultar atractivo para Celestine. A medida que su mirada recorría los rasgos fuertes y masculinos de Jungkook, notaba algo en su presencia que antes no había reconocido, como si su edad le diera una nueva dimensión que antes no le había interesado. Y ella notaba cómo, en ocasiones, la mirada de él se deslizaba hacia ella, como si buscara comprobar que estaba bien.

—¿Lista para dejar atrás la ciudad? —su voz grave cortó el silencio de la mañana.

—Sí, definitivamente —asintió, sintiéndose aliviada—. Necesitaba un cambio de escenario. La ciudad se siente tan... abrumadora a veces.

La carretera se extendía ante ellos, serpenteando entre árboles y campos que parecían bailar con la brisa. El sol brillaba a través de las hojas, creando un patrón de luces y sombras en el tablero del automóvil. Jungkook miraba de reojo a Celestine, notando cómo su expresión se iluminaba a medida que se acercaban a la naturaleza. Su cabello rubio ondeaba suavemente con el aire que entraba por la ventanilla, y por un instante, parecía más relajada.

—¿Qué esperas del viaje? —indagó, manteniendo el tono ligero mientras se sumergían en un paisaje cada vez más verde.

—Solo quiero disfrutar y desconectar de todo, incluso... de él.

—No tienes que pensar en eso. Estaremos lejos de todo por unos días —mantuvo los ojos en la carretera, pero notando cómo ella se encogía ligeramente al mencionar a Jimin. Era un recordatorio de la carga emocional que llevaba.

A medida que avanzaban, Jungkook sintió una extraña mezcla de satisfacción y preocupación. Sabía que Celestine necesitaba este respiro, pero su instinto protector también le decía que debía estar atento a cualquier cambio en su estado de ánimo.

—Este lugar es especial —comentó de repente, rompiendo el silencio—. La última vez que estuve allí, fue... —se detuvo, recordando momentos pasados—. Era más tranquilo. Espero que podamos recrear eso.

Celestine lo miró, sus ojos brillando con curiosidad.

—¿Qué quieres decir?

—A veces, las pequeñas cosas son las que importan —respondió con un tono que insinuaba su deseo de ofrecerle un momento de paz, lejos del caos que era su vida en la ciudad.

El viaje continuó, y el aire fresco entraba por la ventanilla mientras se acercaban a su destino. Celestine comenzó a relajarse, sintiéndose más cómoda en la presencia de Jungkook, cuya mirada seria ahora se complementaba con momentos de ligereza.

El camino finalmente los llevó a un giro que los hizo entrar en un área más boscosa, donde los árboles formaban un dosel sobre ellos, creando un ambiente casi mágico. El sonido del motor se mezclaba con el canto de los pájaros y el susurro del viento, y a medida que se acercaban al chalet, ambos sentían que el peso de sus preocupaciones se desvanecía, aunque sabían que aún quedaba mucho por enfrentar.

El coche de Jungkook se detuvo suave frente a un encantador chalet de madera, rodeado de un paisaje idílico que parecía sacado de una pintura. El sol comenzaba a descender en el horizonte, bañando el entorno en una luz dorada que iluminaba los árboles y las montañas que se alzaban majestuosamente a lo lejos. La frescura del aire de la montaña era un alivio, y Celestine inhaló profundo, sintiéndose revitalizada.

El chalet, de una construcción rústica y acogedora, estaba adornado con grandes ventanales que reflejaban el cielo despejado y la vegetación circundante. La madera oscura de las paredes le daba un toque cálido, mientras que las plantas enmacetadas en el porche delantero añadían un toque de vida al ambiente. El aroma a madera fresca y a hierbas silvestres llenaba el aire, creando una atmósfera de tranquilidad.

—Aquí estamos —anunció, bajando del coche y estirando los músculos. Mientras tanto, Celestine no podía evitar contemplar la belleza del lugar. Se bajó del coche con una mezcla de emoción y asombro, sus ojos recorriendo cada rincón del chalet.

El interior del chalet era aún más cautivador. Al entrar, se sintió envuelta en una atmósfera acogedora; la luz tenue provenía de lámparas de mesa con pantallas de tela que arrojaban un brillo suave sobre los muebles de madera. Un gran sofá de piel marrón ocupaba el centro de la sala, acompañado de almohadas de colores cálidos que invitaban a sentarse y relajarse. La decoración estaba cuidadosamente elegida, con cuadros de paisajes naturales en las paredes y una chimenea de piedra que prometía calidez en las noches frías.

Celestine se acercó a la ventana del salón y contempló las vistas. Desde allí, podía ver cómo el sol se escondía detrás de las montañas, tiñendo el cielo de tonos naranjas y púrpuras. El reflejo del atardecer en el lago cercano era un espectáculo que la dejó sin aliento. Era como si el mundo hubiera sido pintado con los colores de la tranquilidad, un escape perfecto de la agitación de su vida cotidiana.

—Es hermoso...

—Lo sé. Este lugar siempre me ha traído paz —se acercó detrás de ella. Sus ojos seguían el movimiento de los colores en el cielo, pero había una parte de él que también se alegraba de ver a Celestine tan impresionada.

—No sé si podré concentrarme en algo aquí —giró hacia él, sintiendo un calidez en su interior—. Solo quiero quedarme a mirar.

Jungkook sonrió de manera sutil, algo inusual en él.

—Aprovecha ese momento. Puede que lo necesites.

Mientras se instalaban, Celestine sintió que el peso de su vida comenzaba a desvanecerse, aunque sabía que todavía había muchas cuestiones que resolver en su interior. Sin embargo, en ese instante, estaba agradecida por la belleza del lugar, por la tranquilidad que parecía ofrecerle y por la compañía de Jungkook, que, aunque distante, le proporcionaba una sensación de seguridad.



















(...)
















La tarde en el chalet comenzó con un aroma a especias que se deslizaba por el aire, despertando la curiosidad de Celestine mientras se movía por la acogedora cocina. No esperaba que Jungkook se ofreciera a preparar el almuerzo. Siempre lo había visto como un hombre de pocas palabras, más cómodo en el silencio de sus propios pensamientos que en la calidez de una cocina.

—¿Vas a cocinar? —preguntó con una mezcla de sorpresa y diversión al verlo concentrado, cortando verduras con precisión.

—¿Por qué no? —frunció el ceño, sin apartar la vista del cuchillo. —No soy un experto, pero sé lo suficiente para no morirme de hambre.

—No sabía que tenías habilidades culinarias —confesó con una suave risa, disfrutando del espectáculo—. Pensé que solo comías comida rápida y batidos.

—¿Acaso crees que soy un completo desastre? —alzó una ceja, un gesto que era mitad desafío, mitad diversión—. Todos los exmilitares tienen que aprender a sobrevivir de alguna manera. No siempre estoy en modo "guardaespaldas".

Mientras él se movía por la cocina, observó cómo se desenvolvía con confianza. Preparó un plato de pasta que resultó ser más delicioso de lo que ella esperaba. Mientras disfrutaban del almuerzo, contaba anécdotas de su tiempo en el ejército, de cómo había tenido que improvisar en situaciones inesperadas.

—Una vez, en medio de la nada, nos quedamos sin raciones por un error de logística —se encogió de hombros mientras movía la pasta en su plato, como si estuviera recordando—. Tenía que mantener a mi escuadrón alerta, así que improvisé. Encontré un par de latas de comida olvidadas en un vehículo viejo... —hizo una pequeña pausa, observando el plato—. Les enseñé a preparar algo decente con eso y unas hierbas locales que sabía que no eran tóxicas. Fue asqueroso, pero comimos —soltó una ligera risa por lo bajo, como si aún pudiera sentir el sabor de esa comida. Tomó otro bocado, disfrutando de las pastas—. Hace un tiempo me encontró uno de ellos —dijo entre risas, mirándola mientras se limpiaba la boca con la servilleta—. Me dijo que cada vez que abre una lata de conservas se acuerda de mí... No sé si agradecido o traumatizado.

—Así que tienes una historia de supervivencia, ¿eh? —bromeó, antes de saborear un bocado de la pasta.

—No te rías. ¡Mi comida fue un éxito! —aseguró, disfrutando de la complicidad que comenzaba a formarse entre ellos.

Celestine disfrutaba de la comida, pero a medida que pasaba el tiempo, su apetito se desvaneció. Sus ojos se posaron sobre el plato, pero ya no comía. Las pastas y los sabores, antes tan agradables, ahora solo eran una carga. Con el tenedor jugaba con los fideos sin ganas, mientras su mente se llenaba de pensamientos cada vez más pesados. La sensación de ansiedad comenzó a nublar su tranquilidad.

Jungkook, observándola en silencio, no pudo evitar notar el cambio. La forma en que sus manos se movían sin propósito, como si la comida ya no tuviera sentido..

—¿Qué pasa? —su voz era baja, pero cargada de una preocupación sutil—. Pensé que te gustaba. Has dejado de comer.

Levantó la mirada, encontrando sus ojos. Fue como si un peso cayera sobre ella en ese instante. No sabía cómo empezar a explicar lo que estaba pasando por su mente. ¿Cómo le iba a decir lo que sentía sin parecer que estaba exagerando? De alguna manera, algo en él la hacía sentir vulnerable.

Desvió la mirada hacia su plato, dándole vueltas a sus pensamientos, buscando la forma de responder.

—No es que no me guste. Está deliciosa —aclaró, casi en un susurro—. Es solo... que si sigo comiendo así, voy a engordar. No puedo permitirme eso.

La miró sin decir nada por un momento, procesando lo que acababa de escuchar. Sabía quién era Sawyer, conocía las exigencias que él mismo imponía, y sabía lo que significaba para Celestine mantener su imagen perfecta. No era algo nuevo para él, pero escucharla decirlo en voz alta hacía que la realidad de la situación fuera aún más cruda.

—Sé lo que implica todo esto para ti —aseguró, su voz mucho más seria—. Sé lo que espera Sawyer de ti. Sé que no es solo un trabajo, es tu vida. Pero... ¿Realmente crees que todo depende de un número? ¿De una báscula?

Lo miró, sorprendida por la dureza de sus palabras. No era un reproche, no era un juicio. Pero en la forma en que habló, hubo algo que la hizo sentir que, tal vez, él veía algo que ella no podía ver: el peso de todo lo que cargaba y la forma en que se estaba quebrando bajo esa presión.

—Mi carrera... todo mi futuro... Siempre estoy en la cuerda floja —su voz tembló ligeramente, pero logró contenerse—. Si subo un kilo, si me paso de los 50... Si no cumplo con esas expectativas, todo podría irse al traste. Sawyer... él no perdona. No hay margen para errores.

Jungkook asintió, sabiendo que no podía ofrecer una solución fácil. No podía decirle que tan solo ignorara las reglas, ni podía decirle que todo estaría bien. Pero sí podía entender la lucha interna que ella vivía todos los días.

—Sé lo que es vivir con esa presión, pero no puedes dejar que te defina. Si tu único valor está en un número en una báscula, no vas a encontrar paz.

Lo miró sintiendo una mezcla de gratitud y frustración. ¿Cómo podía explicarle que, aunque lo entendiera, las reglas de su mundo eran implacables? ¿Cómo podía explicarle que no había otra opción?

—No es tan fácil, Jungkook. Si no cumplo con eso, ya no seré nada. Nadie me verá de la misma manera.

—No tienes que ser perfecta para ser importante. Tú ya eres suficiente. El problema es que tal vez te has olvidado de eso.

No habló de inmediato. Sus pensamientos seguían dando vueltas, pero por primera vez, en medio de esa conversación, sintió una chispa de algo diferente. No sabía si alguna vez podría liberarse de esa presión, pero escuchar esas palabras, tan sencillas pero profundas, le dio una sensación de alivio, aunque fuera mínima.



















(...)


















La tarde se vestía de tonos cálidos y suaves cuando decidieron salir a dar un paseo por el bosque que rodeaba el chalet. El aire fresco, cargado de aromas a pino y tierra húmeda, les ofrecía una sensación de libertad y calma. A medida que se adentraban en el bosque, Celestine se sintió un poco nerviosa al caminar junto a Jungkook; la proximidad de su presencia era al mismo tiempo reconfortante y electrizante, como una corriente de aire fresco que se colaba en su interior.

Mientras avanzaban, el sonido crujiente de las hojas bajo sus pies marcaba su ritmo. Jungkook, con su porte firme y su mirada atenta, lideraba el camino. Su silueta se recortaba contra el paisaje verde y dorado, y Celestine no pudo evitar notar cómo la luz del sol acariciaba su rostro, dándole un halo casi heroico. Se sintió repentinamente abrumada por la complejidad de sus emociones; aunque él a menudo proyectaba una imagen de dureza, en ese momento, con la naturaleza a su alrededor, parecía más accesible.

—¿Te gusta la naturaleza? —rompió el silencio que los envolvía. Su voz, profunda y resonante, sonaba más suave en medio del murmullo de los árboles.

—Sí, siempre me ha gustado. Hay algo tan... liberador en estar aquí, lejos de la ciudad y del bullicio —dejó escapar un suspiro de satisfacción. Se detuvo un momento, mirando a su alrededor. Los árboles altos se alzaban sobre ellos como guardianes silenciosos, y la luz del sol se filtraba a través de las hojas, creando un juego de sombras en el suelo que parecía un tapiz viviente—. No sabía de la existencia de este lugar.

—A veces necesitamos desconectarnos —comentó, sintiéndose algo más relajado en ese entorno. La serenidad del bosque parecía atenuar su habitual actitud seria—. La ciudad puede ser... agobiante. Por eso solía gustarme venir aquí para pensar, para estar solo. Pero me alegra que estés aquí.

Lo miró de reojo, sorprendida por su sinceridad. Aquella era una faceta de Jungkook que rara vez mostraba, y la vulnerabilidad en su voz la hizo sentir un poco más segura.

—¿Y qué piensas en esos momentos de soledad?

Se detuvo, pensativo, mirando el horizonte donde los árboles se mezclaban con el cielo. Su expresión se tornó seria, como si cada palabra que estaba a punto de pronunciar pesara en su conciencia.

—Pienso en todo lo que ha pasado, en lo que he dejado atrás —admitió, y por un instante, su mirada se oscureció, como si las sombras del pasado regresaran para atormentarlo—. Algunas veces suelo sentirme perdido.

Celestine sintió un impulso de acercarse más a él, de ofrecerle consuelo.

—A veces yo también me siento así. Siempre he tenido la sensación de que estoy persiguiendo algo que no puedo alcanzar —murmuró sintiéndose vulnerable al abrirse de esa manera—. Quizás por eso me enredo con personas como Jimin, que solo me ofrecen una salida temporal.

—Jimin... —frunció el ceño al escuchar el nombre, pero intentó ocultar su desaprobación—. No es la respuesta a tus problemas. La gente que se rodea de drogas y fiestas no te va a ayudar jamás.

—Lo sé. Pero hay momentos en los que me hace sentir viva —se detuvo, mirándolo con intensidad. Sus ojos buscaban el entendimiento en los de él—. La vida puede ser tan monótona y, a veces, esas experiencias intensas me hacen olvidar.

Un silencio denso llenó el espacio entre ellos, cargado de emociones no expresadas. La observó, sus ojos llenos de comprensión y una leve preocupación que brotaba de su interior. No podía evitarlo; la idea de que se estuviera autodestruyendo lo molestaba más de lo que quería admitir, como si su corazón estuviera dividido entre el deber de protegerla y la frustración por su elección de compañía.

—Tienes algo especial, es algo que pienso. No necesitas a esas personas para sentirte viva —aseguró, buscando encontrar las palabras adecuadas para transmitirle su preocupación—. Hay belleza en lo simple, en el momento presente.

Celestine sintió el calor de sus palabras calar en su corazón, llenándola de una mezcla de gratitud y confusión. No era común que hablara de esa manera. Era como si se abriera un pequeño espacio entre ellos, permitiéndole vislumbrar un lado más suave y vulnerable de él.

—Gracias —sonrió tímidamente, sintiendo que su conexión se profundizaba.

—Vamos, tengo una idea —tomó la mano de Celestine, su agarre firme y seguro. Ella se tensó, sorprendida por el contacto, algo que nunca experimentó con él. La diferencia en sus manos fue inmediata: las de él eran mucho más grandes que las suyas, y sus palmas, callosas por años de trabajo duro, rozaban la suave piel de la modelo, causando que un leve estremecimiento la recorriera.

Al comenzar a caminar, la diferencia en sus pasos se hizo aún más evidente. Jungkook avanzaba con largos y decididos pasos, casi como si el suelo cediera bajo su peso, mientras Celestine tenía que apresurarse para mantener el ritmo. El sonido de sus pasos resonaba en la quietud del bosque, los de él fuertes y resonantes, los de ella más ligeros y rápidos, como si tuviera que esforzarse para no quedarse atrás.

El calor de su mano, tan sólida en la suya, la hizo sentir un leve nerviosismo, algo que nunca experimentó. No entendía por qué un gesto tan simple, tan natural para él, la hacía sentirse tan... incómoda. Pero ahí estaba, caminando a su lado, los árboles rodeándolos y el suave susurro del viento entre las hojas.

—Mira esto —señaló donde un pequeño arroyo atravesaba la tierra, reflejando la luz del sol que se filtraba entre las ramas.

No podía dejar de pensar en cómo su mano se mantenía entrelazada con la de él, la diferencia en su tamaño y la forma en que su piel se sentía extraña al tacto, al mismo tiempo familiar y desconocida. Hasta que el sonido del agua corriendo era melodioso y relajante, un contraste perfecto con el murmullo de sus pensamientos.

Al acercarse, ambos se quitaron los zapatos y metieron los pies en el agua fría. Celestine soltó un grito de sorpresa y risa al sentir el frescor en su piel, dejando atrás un poco de su inquietud. La risa fluyó entre ellos, un puente que los unía en ese instante, y Jungkook sintió que, por primera vez en mucho tiempo, el peso de su propia vida se aligeraba.

—Esto es increíble —comentó, disfrutando de la conexión con la naturaleza y la alegría compartida. Jungkook la miró con una leve sonrisa al escucharla, su expresión más relajada, y, por un momento, la seriedad de su carácter pareció desvanecerse ante la ligereza del momento.

—Hay muchas pequeñas cosas que son increíbles si solo nos detenemos a observar —aseguró, dándole un pequeño empujón con el hombro mientras el agua salpicaba alrededor. Era un gesto juguetón, un recordatorio de que, aunque la vida a menudo se sentía pesada, aún había espacio para la alegría.

Mientras la risa de ella resonaba en el aire, Celestine se dio cuenta de que cada palabra compartida, cada broma intercambiada, estaba forjando un lazo más fuerte entre ellos. El silencio que había sido denso y tenso antes, ahora estaba lleno de promesas y la esperanza de un entendimiento más profundo. Juntos estaban construyendo algo, un refugio en medio de sus tormentas personales.

Después de un rato, mientras Jungkook se recargaba en una roca cercana, Celestine se sintió impulsada a romper la atmósfera de complicidad.

—Es raro verte sonreír así —mencionó de repente, sus palabras flotando en el aire entre ellos.

Sorprendido, giró su cabeza hacia ella. Una expresión de leve incomodidad cruzó su rostro, como si la calidez de su sonrisa hubiera sido expuesta de golpe a un viento frío.

—¿Raro? —alzó una ceja, tratando de esconder su vulnerabilidad.

—Sí —asintió, con una chispa de desafío en su voz—. No es que no me guste, simplemente no es algo que esperara de ti. Me gusta verte sonreír.

El comentario lo dejó en un breve silencio, como si sus palabras hubieran hecho eco en su mente. Algo en su interior se agitó, una mezcla de sorpresa y algo que él no podía identificar del todo. La manera en que lo observaba, con esa franqueza y calidez, le provocaba un extraño desasosiego. No estaba acostumbrado a que alguien lo mirara así, con una mezcla de admiración y afecto.

—Tal vez debería sonreír más —murmuró finalmente. Sin embargo, su voz carecía de la seguridad habitual, y Celestine lo notó, sintiendo que dejó una huella en él con sus palabras.

La tarde continuó, pero ahora con una nueva energía en el aire. Jungkook se sintió alterado de una manera que no podía comprender del todo, mientras que ella sonreía en su interior, sintiendo que, aunque era un momento pequeño, abrió una puerta a una conexión más profunda entre ellos.

















(...)




















La noche se instaló en el chalet, cubriendo el lugar con un manto de estrellas brillantes que parpadeaban en el cielo despejado. Jungkook encendió una fogata en el jardín trasero, creando un ambiente acogedor y mágico. Las llamas danzaban en un despliegue de colores cálidos, lanzando destellos que iluminaban sus rostros y llenaban el aire con un suave crepitar. Ambos se acomodaron en reposeras alrededor de la fogata, cada uno con una taza de chocolate caliente en las manos. El aroma dulce y reconfortante llenaba el espacio entre ellos, mientras Celestine miraba las llamas, sintiendo cómo su corazón se abría gradualmente a medida que la calidez del fuego la envolvía. La tranquilidad del lugar, junto con la compañía de su guardaespaldas, le ofrecía un respiro que no había experimentado en mucho tiempo.

—Es bonito aquí —comentó Celestine, tratando de romper el silencio que se volvía más pesado.

—Sí, es un buen escape de la rutina —su voz salió grave y calmada. Se recargó en su silla, observando las llamas danzantes con una expresión pensativa.

Lo miró, sintiendo la tentación de profundizar en una conversación más significativa. Aquella noche era la oportunidad perfecta para abrirse.

—A veces, me siento atrapada en mis propias decisiones —miró hacia abajo, frotándose el pulgar sobre el borde de su dedo anular como si intentara encontrar consuelo en ese pequeño movimiento—. Mirando hacia atrás, no sé cómo llegué aquí. A menudo me pregunto si la relación con Jimin y Matt ha influido en la forma en que me veo a mí misma.

Jungkook giró la cabeza hacia ella, su interés genuino brillando en sus ojos oscuros.

—¿A qué te refieres? —indagó, animándola a seguir.

—Con Jimin siempre busqué la aprobación y la emoción, pero me di cuenta de que era solo una ilusión —confesó, sintiendo el peso de sus palabras—. Y con Matt, las cosas fueron diferentes, pero igualmente confusas. Ahora no sé si realmente lo amé o si simplemente era un refugio de mis inseguridades —mientras hablaba, su mirada bajó al suelo, evitando el contacto visual, como si las palabras pudieran ser más fáciles de decir sin tener que enfrentarse a los ojos de Jungkook—. A veces siento que estoy intentando llenar un vacío que nunca se llena.

La sinceridad en su voz resonó en Jungkook, quien la escuchaba atentamente.

—No siempre buscamos lo que necesitamos, a veces solo lo que creemos que nos va a llenar...—sus ojos la observaban con una intensidad tranquila, mientras la luz de la fogata iluminaba sus rostros, creando sombras que danzaban sobre su piel—, pero el vacío no desaparece porque estés buscando fuera, Celestine —hizo una pausa, el sonido de las llamas crepitando llenando el espacio entre ellos—. Tal vez lo que realmente necesitas no se encuentra en otra persona.

Celestine asintió, sintiendo que sus corazones estaban conectados en aquel momento. La vulnerabilidad que compartían era un hilo que los unía más.

—¿Tú has pasado por algo así?

Jungkook desvió la mirada, como si el fuego le diera respuestas que no quería compartir. En ese instante, la rubia sintió la necesidad de indagar más.

—¿Estás en una relación? —preguntó con cautela, recordando que no había visto ningún anillo en su dedo.

La tensión se hizo intensa. Jungkook se quedó en silencio por un momento, mirando las llamas. Celestine pudo notar un ligero cambio en su postura, como si la pregunta le hubiera causado incomodidad.

—No... —murmuró al fin, sin mirarla a los ojos. La sinceridad de su respuesta no ocultó la tensa carga emocional que había entre ellos, por lo que ella se preguntó si cruzó una línea al hacer esa pregunta, pero su curiosidad seguía presente.

—¿No hay nadie en tu vida?

Visiblemente más tenso, tomó aire y decidió hablar.

—Pasé veinte años en el ejército, Celestine —aclaró con la voz grave y tensa, como si le costara soltar las palabras—. No es fácil mantener una relación cuando todo lo que haces gira en torno a misiones, entrenamientos y seguir órdenes —el sonido de las llamas crepitando llenaba el silencio. Dio un respiro largo antes de continuar—. Y cuando por fin salí, todo estaba tan desordenado que ni siquiera supe por dónde comenzar.

—Está bien, no tienes que compartirlo si no quieres —trató de suavizar la situación. Pero en su interior, la incertidumbre crecía.

La atmósfera se tornó densa, más de lo que él podía soportar en ese momento que tenía la mirada fija en la fogata, como si quisiera que las llamas consumieran el peso de lo que acababa de decir, por lo que decidió que necesitaba un momento a solas.

—Voy al baño —informó, levantándose de su reposera. Evitó mirarla, y su voz sonó más cortante de lo que pretendía.

Mientras se alejaba, ella se quedó sentada junto a la fogata, sintiendo que las llamas no eran lo único que necesitaba airear. La tensión en el aire la envolvía, y se preguntó si había más detrás de la fachada de Jungkook, una profundidad que aún no descubrió.

Observando cómo se alejaba, decidió que era hora de seguir explorando no solo su propia vida, sino también la de Jungkook, el cual se encerró en el baño, sintiendo el eco de la conversación resonar en su mente como un tambor que no podía silenciar. Se acercó al lavabo y, con un gesto brusco, abrió la llave del agua. El sonido del agua cayendo se mezclaba con sus pensamientos confusos. Miró su reflejo en el espejo: el rostro marcado por las experiencias vividas y el peso de los recuerdos que emergían en momentos inesperados. Sus ojos oscuros reflejaban una lucha interna que intentaba entender.

Lentamente, comenzó a lavarse las manos, sintiendo el frío del agua que le ofrecía un pequeño alivio. Después, llevó sus manos al rostro, dejando que el agua lo envolviera en un instante de calma. Cerró los ojos, permitiendo que la frescura le despejara la mente. Recordaba momentos de su pasado: las decisiones difíciles, las pérdidas que habían marcado su vida. Esa conversación con Celestine abrió una puerta a emociones que mantuvo cerradas durante mucho tiempo.

—Respira, Jungkook —se susurró a sí mismo, tratando de encontrar su centro entre la marea de sentimientos que lo invadían. Pero la imagen de Celestine, sentada al lado de la fogata, vulnerable y sincera, no desaparecía de su mente.

Después de un par de minutos, se secó las manos con una toalla, sintiendo que logró calmarse un poco. Pero, al mirar el reloj, notó que transcurrió un tiempo considerable desde que salió de la fogata. Con un suspiro, decidió que era momento de regresar. Abrió la puerta y salió del baño, pero una vez afuera, la atmósfera cambió de inmediato. El aire era más frío, y el crepitar de la fogata había disminuido, convirtiéndose en brasas que apenas iluminaban el patio.

Al acercarse, notó que Celestine estaba dormida en la reposera, con la cabeza apoyada en su brazo y una expresión de paz en el rostro. Su respiración era suave y tranquila, como si la serenidad del lugar la hubiera envuelto en un cálido abrazo. Por un momento, se detuvo a contemplarla, la luz del fuego iluminando suavemente su rostro. Algo en su vulnerabilidad lo atraía; era un recordatorio de que, a pesar de sus propias batallas internas, había momentos de conexión genuina que valían la pena. La imagen de Celestine, sumida en un profundo sueño, lo hizo sentir una mezcla de ternura y responsabilidad.

Decidió que no podía dejarla allí. Se acercó con cuidado, evitando hacer ruido. Con suavidad, se inclinó y la levantó en sus brazos. Celestine se movió ligeramente, pero no despertó, y su peso era ligero, casi delicado. Jungkook sintió una oleada de calidez al sostenerla, como si estuviera protegiéndola de cualquier inquietud que pudiera asaltarla en ese momento.

Mientras la llevaba hacia la cama, su corazón latía con fuerza. La distancia entre ellos, que sintió en la conversación anterior, se desvaneció en ese instante. No era solo una carga que llevaba; era un acto de cuidado, de protección. Cada paso que daba hacia el dormitorio se sentía más seguro, más decidido.

Finalmente, llegó a la habitación. Con delicadeza, la acostó en la cama, asegurándose de que estuviera cómoda. La miró un instante más, deseando que sus sueños fueran tan tranquilos como la expresión de su rostro. Luego, salió de la habitación, cerrando la puerta con suavidad, sintiéndose un poco más ligero, como si al cuidar de ella, también hubiera encontrado un poco de paz para sí mismo.

























(...)



















Celestine estaba sumergida en el jacuzzi, situado en una parte del chalet que contaba con grandes ventanales que ofrecían vistas espectaculares del paisaje circundante. El agua caliente la envolvía, creando un remanso de paz mientras las burbujas masajeaban suavemente su piel. La luz del sol de la tarde se filtraba a través de los ventanales, iluminando la escena con un brillo dorado y añadiendo un toque de calidez al ambiente interior. Con los ojos cerrados, disfrutaba del canto de las aves que se oía a través de los ventanales y del suave murmullo del viento, que entraba en el espacio como una caricia. Era un momento perfecto para desconectar de sus pensamientos y permitir que la tranquilidad del lugar la envolviera. Sin embargo, el sonido de la puerta al abrirse la sacó de su ensueño.

Al abrir un ojo, vio a Jungkook apareciendo en el umbral, su figura esculpida destacándose contra la luz que entraba por las ventanas. Llevaba unas bermudas negras que colgaban justo en la línea de sus caderas, dejando al descubierto unas piernas largas y poderosas, marcadas por algunas cicatrices. Cada paso que daba hacia el jacuzzi parecía calculado, con una confianza casi abrumadora. En una mano sostenía la toalla húmeda, que soltó descuidadamente sobre una silla cercana, dejando al descubierto su torso esculpido.
La luz del sol jugaba con su piel bronceada, delineando cada músculo definido que parecía cincelado a mano. Las cicatrices dispersas sobre su pecho y abdomen contaban un contraste seductor entre vulnerabilidad y fuerza; no eran solo marcas, sino pruebas de un pasado que Celestine apenas podía imaginar. Cuando se inclinó ligeramente para acomodarse, el movimiento dejó al descubierto los músculos de su espalda, tensándose bajo la piel con una precisión casi hipnótica.

Ella sintió cómo su mirada se perdía en los detalles: los hombros anchos, los pectorales firmes, el ligero movimiento de su cuello cuando giró la cabeza. Su sola presencia parecía llenar el espacio, y el calor que emanaba no venía solo del sol ni del agua caliente del jacuzzi, sino de algo mucho más intenso.

—¿Puedo unirme? —preguntó con una ligera sonrisa, mostrando una confianza que solo aumentaba su atractivo.

—Claro... —asintió, intentando mantener la calma. A pesar de su respuesta, sus pensamientos estaban lejos de ser serenos, atrapados en la tensión de la atracción que sentía.

Sin esperar más, se deslizó dentro del jacuzzi, el agua burbujeante cubriéndolo casi por completo. Se acomodó, inclinándose hacia atrás y cerrando los ojos, soltando un suave gruñido de satisfacción al sumergirse. Era un sonido que hacía que el estómago de Celestine se revolviera, resonando en su mente mucho más de lo que debería. La intimidad del momento se intensificaba con cada segundo, mientras Jungkook apoyaba los brazos en el borde del jacuzzi, sus pectorales prominentes elevándose de forma tentadora con cada inhalación pausada. Parecía que la fuerza misma residía en él, pero también una calma magnética que lo hacía aún más atrayente. Ella sintió su corazón acelerarse, incapaz de apartar la mirada de su presencia abrumadoramente fuerte y, al mismo tiempo, peligrosamente relajada.

—Esto es increíble —murmuró, abriendo un ojo para mirarla, su expresión reflejando tranquilidad, aunque había una chispa en su mirada que la intrigaba.

—Sí, es perfecto aquí —su voz salió más suave de lo habitual, sintiendo cómo el calor del jacuzzi aumentaba no solo la temperatura del agua, sino también la conexión entre ellos. Mientras el sol comenzaba a descender en el horizonte, la atmósfera se llenaba de un aire de complicidad, y ella no podía evitar preguntarse qué otros momentos de intimidad les deparaba el viaje.

El vapor del agua la relajaba, pero la conversación de la noche anterior seguía rondando en su mente. Sabía que incomodó a Jungkook con su pregunta, y aunque él no lo mencionó, sentía la necesidad de disculparse.

—Quería disculparme por lo de anoche. No debí incomodarte con esa pregunta sobre si tienes pareja.

Jungkook abrió los ojos lentamente, su mirada profunda y sin rastro de incomodidad. Sin embargo, su silencio prolongado hizo que Celestine sintiera que tocó un tema sensible.

—No fue nada. Solo que... no suelo hablar de eso.

Un destello de vulnerabilidad cruzó su rostro antes de que se inclinara hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas, dejando que las gotas de agua se deslizaran por su espalda. Celestine esperó, sintiendo que él estaba a punto de compartir algo importante.

Después de unos segundos, lo escuchó exhalar.

—Hubo una mujer... Isabelle —comenzó, su voz firme, pero teñida de una melancolía evidente—. La conocí antes de entrar al ejército. Estuvimos juntos durante años, y en ese tiempo pensé que lo nuestro era sólido, que ella estaría ahí mientras yo cumplía. Pero, con los años, entre cada despliegue, las cosas cambiaron —sus dedos se tensaron levemente contra sus piernas, como si las palabras costaran salir—. Cuando estaba fuera, durante una de las misiones más largas, me enteré de que me había engañado.

Celestine sintió una punzada de rabia por la frialdad con la que él lo mencionaba. Quería decir algo, pero sabía que debía dejarlo hablar.

—Lo peor no fue solo eso —continuó alzando una ceja—. Tuvieron un hijo. Isabelle formó una familia mientras yo estaba ausente.

No pudo contenerse más. Una oleada de furia creció en su pecho.

—¿Cómo pudo hacerte eso? —murmuró, apretando los dientes—. ¿Engañarte mientras arriesgabas tu vida? No puedo creer...

—No la juzgues tan rápido, Celestine —interrumpió, pasando una mano por su cabello, su voz baja pero firme—. Sé que desde afuera suena mal, incluso imperdonable, pero... Isabelle estaba sola. Muy sola. Estar conmigo nunca fue fácil —hizo una pausa, como si buscara liberar la tensión—. No cualquiera soporta estar con alguien que vive en la incertidumbre, siempre lejos, rodeado de peligro —murmuró, su mirada cayendo por un instante antes de volver a encontrarla, un destello de vulnerabilidad en sus ojos—. No intento justificar lo que hizo, pero puedo entenderlo. A veces, la soledad nos lleva a cometer errores que ni nosotros mismos sabemos cómo explicar.

Celestine sintió un nudo en el estómago. Aunque comprendía lo que decía, no podía evitar sentir indignación. Pero, su tono la hizo detenerse, y en lugar de insistir, se mordió el labio, el silencio entre ellos volviéndose más denso. Jungkook volvió a apoyarse en el jacuzzi, cerrando los ojos, su cuerpo relajándose de nuevo mientras las burbujas del agua envolvían sus músculos tensos.

—De verdad creo que merecías algo mejor.

No respondió de inmediato. En cambio, permaneció en silencio, como si estuviera absorbiendo sus palabras.

—¿Y tú? —preguntó, abriendo los ojos para mirarla—. ¿Hay algo que quieras compartirme? ¿Qué es lo que te duele, Celestine?

Ella tragó saliva, sabiendo que era su turno de ser honesta. Nunca compartió realmente sus dolores con nadie de la forma en que Jungkook lo hizo, pero ahora sentía que podía hacerlo.

—Mi padre murió cuando era una niña —dijo en voz baja, sus ojos fijos en el agua que borboteaba—. Apenas lo recuerdo, pero siempre sentí su ausencia. Crecer sin él fue duro, pero... lo peor fue mi madre.

La observaba con atención, escuchando en silencio, dándole el espacio que necesitaba para hablar.

—Ella quería ser modelo, y tenía una carrera prometedora antes de quedarse embarazada de mí. Mi nacimiento arruinó sus sueños, y aunque nunca me lo dijo en voz alta, lo sentí en cada mirada, en cada palabra que nunca dijo, pero que me calaba hasta los huesos —hizo una pausa, la voz quebrada—. Me trataba como una carga, como un obstáculo en su vida, algo que nunca debería haber estado allí. Y cuando mi padre falleció, todo cambió. No tenía a nadie más, así que me convirtió en su única razón para seguir adelante, pero no me veía como su hija, sino como una extensión de sus sueños rotos —su respiración se hizo más profunda, y sus ojos se hundieron en el vacío—. Me forzó a seguir sus deseos, me arrastró a un mundo que ni siquiera podía comprender. Dietas extremas, sesiones de fotos interminables, desde que era solo una niña... Para ella, yo era la segunda oportunidad que nunca tuvo, la que ella pensó que le debía por no haber podido ser lo que siempre soñó ser —sus labios temblaron antes de que murmurara, casi en un susurro—: Pero lo que nunca entendió es que, al intentar hacerme cumplir sus sueños, me destruyó por dentro.

Jungkook frunció ligeramente el ceño, pero no dijo nada. Celestine sabía que no lo hacía por lástima, sino porque entender intentaba entender el dolor que ella vivió.

—Fue... difícil. Me convertí en lo que ella quería, pero nunca me sentí yo misma —confesó mirándolo con una sonrisa amarga—. Creo que por eso me duele tanto lo que pasó con mi padre. Porque con él, quizás mi vida hubiera sido diferente. Tal vez él no me hubiera empujado a ser algo que no quería.

Jungkook asintió lentamente, inclinándose hacia adelante, sus ojos serios.

—Es increíble cómo el dolor puede moldear quiénes somos —expresó en voz baja—. Nos obliga a ser fuertes cuando no queremos, a seguir adelante cuando todo se siente roto.

Lo miró y, por primera vez en mucho tiempo, sintió que alguien la comprendía. El dolor que ambos compartían no era idéntico, pero era suficiente para crear un puente entre ellos. Ambos habían sido heridos de maneras profundas y diferentes, pero ahora, en ese momento de vulnerabilidad, podían sentir una conexión más allá de las palabras.

El silencio que siguió ya no era incómodo, sino lleno de comprensión mutua.

Mientras la conversación fluía, la atmósfera en el jacuzzi se tornaba densa, como si el aire mismo cargara un peso adicional. Jungkook, reclinado en el borde, se encontraba sumido en sus pensamientos, pero la presencia de Celestine lo mantenía anclado en el momento. La calidez del agua y la luz del atardecer que se filtraba a través de los ventanales creaban una sensación de intimidad. De repente, la mirada de Jungkook se desvió involuntariamente hacia el bikini que ella llevaba puesto. El diseño ceñido a su figura resaltaba sus curvas, y cada gota de agua que resbalaba por su piel brillaba como si el mismo sol estuviera obsesionado con ella. Un calor comenzó a acumularse en su pecho, su respiración se tornó más pesada, y la tensión sexual entre ellos se hizo intensa. Era un hilo delgado, casi invisible, que parecía unirlos de manera intensa.

Ella sintió el cambio en la atmósfera, notando cómo la observaba con una intensidad que la hacía temblar. El brillo en sus ojos se volvió más voraz, como si estuviera contemplando no solo su cuerpo, sino la vulnerabilidad que compartían en ese momento. El silencio que se instaló entre ellos era denso, cargado de insinuaciones no dichas.

—Esto... es nuevo —Celestine buscó romper el silencio, sintiendo el calor en sus mejillas.

La miró fijamente, su expresión seria, pero sus ojos revelaban una mezcla de deseo y desafío.

—A veces, lo nuevo es lo más... emocionante —su voz grave resonó en el aire, dejando la frase abierta, como una invitación.

—¿Y si decidimos explorar eso? —sugirió, sintiendo cómo la adrenalina la invadía mientras la atracción entre ellos crecía con cada palabra no dicha.

Jungkook se inclinó un poco más hacia ella, un gesto sutil pero cargado de significado. Su brazo se rozó ligeramente con el de Celestine, provocando una chispa entre ellos. Ella sintió un escalofrío recorrer su espalda.

—Explorar... puede llevarnos a lugares inesperados.

Celestine sintió el aire volverse espeso entre ellos, un campo de batalla entre el deseo y la lógica. La energía vibrante que compartían era un llamado a la acción, y Jungkook, con su mirada fija en ella, parecía ser el imán que atraía todo lo que había en su interior. Con un simple roce de sus manos, el mundo exterior desapareció, y solo existieron ellos dos, sumidos en el torbellino de emociones que habían desatado. La distancia entre sus cuerpos se acortó, y el tiempo pareció detenerse mientras se enfrentaban a la verdad de lo que sentían. Incapaz de resistir la atracción, llevó el dedo a su barbilla, obligándola a mirarlo a los ojos. El roce suave fue eléctrico, y ella sintió cómo su piel ardía bajo su toque.

—No puedo evitarlo —susurró, dejando que su mirada recorriera su figura con deseo—. Esto es algo que vale la pena explorar.

Celestine sintió su cuerpo responder a cada palabra, cada toque, como si el agua del jacuzzi palpitara con el mismo deseo que los consumía. El aire se volvió espeso, cargado de posibilidades.
El momento fue perfecto, y ambos sabían que cualquier paso que dieran podría cambiarlo todo. Pero en ese instante, todo lo que querían era dejarse llevar, explorar la conexión que había crecido entre ellos como una llama ansiosa por encenderse.

Jungkook sintió una oleada de deseo recorrerlo mientras la sostenía contra su cuerpo. Con un movimiento firme, la tomó de la cintura y la levantó, colocándola suavemente sobre él. Celestine se encontró sentada a horcajadas sobre sus gruesos muslos, la calidez del agua rodeándolos mientras el pulso de su corazón se aceleraba.

—¿Te das cuenta de lo que esto significa? —su voz temblaba de anticipación mientras sus caderas se rozaban con las de él.

La mirada de él se volvió feroz, sus ojos fijos en los de ella como si fueran el único punto de su mundo. Sus manos se deslizaron hacia la parte baja de su espalda, atrayéndola más hacia él.

—Significa que tengo que tenerte, Celestine —respondió, su voz grave llena de deseo, mientras sentía cómo la energía entre ellos crecía.

—Nunca pensé que podría sentir esto contigo —confesó, su respiración entrecortada. Se inclinó hacia adelante, acercando su rostro al de Jungkook, sintiendo su calor—. Y ahora, no puedo resistirlo.

—No deberías. Pero no puedo alejarme de ti.

—Entonces, ¿por qué no lo exploramos de una vez?

—Porque no sé si puedo controlarme —con un movimiento decidido, deslizó sus manos hacia la curva de su cadera, apretándola suavemente.

Sintió el fuego en su interior y, sin pensarlo, lo atrajo hacia ella, sus labios apenas rozando los de él, una invitación cargada de electricidad. Jungkook, incapaz de contenerse más, cerró la distancia entre ellos, atrapándola en un beso voraz que la dejó sin aliento. Celestine se dejó llevar, sintiendo cómo su cuerpo respondía a cada movimiento, a cada caricia que prometía más.

—Esto es solo el comienzo —susurró, entre besos, la urgencia en su voz—. Vamos a perder el control, Celestine.

Ella asintió, sus manos explorando su torso musculoso, sintiendo cómo la tensión entre ellos alcanzaba un punto de ebullición. El agua del jacuzzi se agitaba a su alrededor, un reflejo del deseo que ardía entre ellos.

—Quiero sentirte —declaró, su voz temblando de emoción.

—Entonces, no esperemos más —sus ojos ardían de deseo mientras la rodeaba con los brazos, acercándola aún más.

La distancia entre sus cuerpos desapareció, y en ese instante, todo lo que querían era dejarse llevar y explorar la conexión que creció entre ellos como una llama ansiosa por encenderse.
El beso se tornó más apasionado, más voraz. Cada caricia se volvió un diálogo silencioso, un intercambio de deseo que desbordaba la atmósfera del jacuzzi. Celestine sentía la dureza de Jungkook contra su cuerpo, y una ola de deseo la envolvió. Con cada roce, su corazón latía más rápido, como si quisiera escapar de su pecho.

—Dios, Jungkook... —gimoteó moviéndose lentamente sobre él, sintiendo la tensión acumulándose entre ellos.

Jungkook se aferró a su cintura, los dedos hundiéndose en su piel mientras sus caderas se movían en un ritmo natural, un baile primal que desataba el fuego entre ellos. El aire estaba cargado de gemidos ahogados, de susurros de placer y anhelo.

—No puedo creer que esté pasando esto —murmuró, su voz ronca. Pero, de repente, un pensamiento oscuro cruzó por su mente—. No traje condones... Mierda.

—No te preocupes. Me cuido con pastillas.

La miró un momento, sus ojos aún llenos de duda. Frunció el ceño y negó lentamente con la cabeza.

—No es solo eso —aclaró, su voz grave y seria—. No quiero arriesgarme. No me importa lo que digas, siempre hay un margen de error.

Su respuesta fue como un golpe, y Celestine no pudo evitar sentir una mezcla de frustración y algo más que no quería reconocer. ¿Por qué insistía tanto? ¿Qué tanto le importaba realmente?

—¿En serio?

—No quiero que pase nada que no estemos listos para manejar —su voz ahora era más suave, como si estuviera intentando explicarse—. Lo siento, Celestine, pero no puedo arriesgarme.

La adrenalina de la situación lo hizo maldecir, su mente en conflicto mientras se sumergía en el abismo de su deseo. Pero antes de que pudiera dejarse llevar por la ansiedad, ella le puso un dedo en los labios, obligándolo a callar.

—Cállate. Solo disfruta de esto entonces —ordenó, desafiando su preocupación mientras sus caderas se movían con más intensidad sobre él.

—Celestine... —intentó contenerse, pero sus palabras se perdieron en un gemido bajo cuando ella lo hizo moverse de nuevo, su calor envolviéndolo completamente.

—No me hagas pensar en eso ahora —pidió, su tono entrelazado con una mezcla de risa y deseo, sintiendo cómo cada movimiento lo volvía más ansioso—. Solo déjate llevar.

—Eres una locura —replicó, la frustración saliendo de su boca en un gemido. La forma en que se movía sobre él lo estaba volviendo loco, y no podía resistirse más.

—Y tú me vuelves loca —deslizó sus manos por su pecho, disfrutando de su dureza, de su fuerza—. Déjame sentirte.

El deseo se transformó en desesperación cuando Jungkook sintió la presión de su cuerpo sobre el suyo, la forma en que se movía, provocando que ambos gimieran de placer. Su respiración se volvió irregular, y Jungkook sintió cómo su autocontrol comenzaba a desvanecerse.

—Si seguimos así, no voy a poder detenerme.

—No quiero que te detengas —se inclinó hacia él, sus labios a solo centímetros de los suyos, el calor entre ellos palpable—. Hazlo, Jungkook.

Jungkook luchó contra el deseo que lo consumía, la necesidad de detenerse a pesar de lo que sentía. Pero el roce de su piel y la manera en que ella se movía provocaban un torrente de emociones en él.

—No puedo, no traje condones... —repitió, la advertencia casi inaudible, como si su razón estuviera perdiendo la batalla.

—Cállate y déjame sentirte —su tono fue desafiante mientras continuaba frotándose contra él, sintiendo su cuerpo arder de deseo.

La intensidad creció entre ellos, cada roce provocando una chispa que encendía el aire a su alrededor. Jungkook la abrazó más fuerte, incapaz de resistir la atracción. Su cuerpo respondía instintivamente, y el deseo lo llevó a olvidar por un momento la advertencia. Celestine se movía sobre él con una necesidad casi desesperada, sus caderas presionándose contra Jungkook mientras su piel se deslizaba sobre la suya. Cada roce, cada contacto hacía que el deseo entre ellos creciera, envolviéndolos en una burbuja de placer que los aislaba del mundo exterior. La calidez del agua del jacuzzi aumentaba la tensión, convirtiendo el ambiente en un refugio ardiente.

Jungkook sintió cómo la fricción provocaba un calor en su interior, intensificando su deseo. Cuando ella se inclinó hacia adelante, la cercanía de sus cuerpos hizo que él atrapara su aliento, su dureza palpitando con cada movimiento que ella hacía. Celestine se perdió en la sensación, disfrutando del poder que tenía sobre él.

Gimió con sus manos aferrándose a sus caderas mientras ella aumentaba la velocidad de sus movimientos. La intensidad de la conexión entre ellos hacía que su respiración se tornara irregular. Lo miró a los ojos, viendo la lucha en su expresión entre el deseo y la razón. La forma en que su cuerpo respondía a cada caricia la llenaba de una confianza audaz.

—¿No quieres esto? —preguntó, casi desafiándolo, sintiendo cómo su cuerpo se aferraba a cada centímetro de él.

—Lo quiero más de lo que imaginas —aseguró, su voz baja y cargada de deseo. Pero la realidad de su situación lo golpeó de nuevo—. Carajo, ¿por qué no cargué los condones?

—Cálmate. No dejes que eso te detenga.

Con cada movimiento, Jungkook podía sentir su control desvanecerse. Lo desafiaba a dejarse llevar, a sumergirse en la profundidad del deseo. Así que, en lugar de detenerse, se entregó a la sensación, sus caderas empujándose hacia arriba mientras ella continuaba su movimiento, frotándose con desesperación.

—Carajo, Celestine...—gimió, cerrando los ojos y disfrutando del momento. Pero la culpa comenzaba a morderlo, cada impulso lo hacía cuestionar la lógica de su deseo.

—No pienses en eso, solo siente.

Ambos se movían en un ritmo frenético, empujándose más cerca del clímax, la desesperación y la necesidad de sentir al otro intensificando cada instante.
Jungkook sintió que se estaba perdiendo, cada impulso haciéndolo desear más, deseando perderse en el placer sin pensar en las consecuencias. Con cada roce, cada gemido, ambos sabían que estaban cruzando una línea que, una vez cruzada, no podría deshacerse. Pero dominado por el deseo y la necesidad que sentía por Celestine, decidió no contenerse más. Con movimientos firmes y decididos, sus manos se deslizaron hacia el bikini de ella, aferrándose al tejido mientras la miraba intensamente.

—Esto tiene que irse —con un tirón, desabrochó la parte superior de su bikini, liberando sus senos. La luz del atardecer brilló sobre su piel desnuda, intensificando la atmósfera que ya estaba cargada de deseo

Celestine se estremeció ante la caricia del aire fresco, sintiendo cómo su cuerpo reaccionaba a su exposición. Jungkook se quedó maravillado por un instante, disfrutando de la vista de su belleza desnuda, su respiración entrecortada reflejando la urgencia de lo que sentía.

—Jungkook... —gimió, sintiendo el calor de su cuerpo mezclarse con el de él. La tensión se disparó mientras se movían al unísono, sus cuerpos se frotaban con fervor, creando una sensación abrumadora de placer.

—No puedo resistir esto...

Sus ojos estaban fijos en ella mientras sus manos se movían con más libertad, acariciando su piel, disfrutando de la forma en que reaccionaba a cada toque.
La atmósfera a su alrededor se volvió densa y electrificada mientras Celestine se movía sobre Jungkook, el roce de sus cuerpos entrelazados intensificando el deseo que ardía en ellos. Sus ropas interiores se convirtieron en un obstáculo menor, apenas notadas entre las sensaciones que los envolvía. Con un impulso lleno de deseo, Jungkook llevó su boca hacia los senos de Celestine, sus labios suaves y cálidos dejando un rastro de sensaciones que la hicieron temblar. La sensación de su boca en su piel provocó que ella soltase un suspiro ahogado, cada caricia llevándola más cerca del límite.

Ella gimió agudo, su cuerpo arqueándose hacia él, deseando más de su toque. La forma en que jugaba con su boca, probando y explorando, solo avivaba las llamas de su deseo.

Las caderas de Celestine  se movían, aumentando la fricción entre ellos. Jungkook sintió cómo la presión dentro de él crecía, su cuerpo al borde del colapso. La conexión entre ellos se sentía inquebrantable, una corriente eléctrica que los unía en el momento. Ambos se acercaban a la cima, el placer construyéndose hasta volverse casi abrumador. Jungkook no podía pensar en nada más que en el ritmo que compartían, el roce de su cuerpo, la forma en que ella lo hacía sentir. La ropa que llevaban parecía casi un recuerdo distante en medio de todo lo que estaban experimentando.

—No puedo aguantar más... —gruñó, su voz un susurro cargado de necesidad. La tensión acumulada era casi dolorosa, y el momento que habían estado esperando estaba a punto de estallar.

Celestine, sintiendo su cuerpo arder de deseo, se entregó por completo al placer, dejando que la ola de sensaciones las arrastrara. Con un último movimiento, sus cuerpos alcanzaron el clímax, un gemido liberador compartido de placer llenó el aire, resonando entre ellos mientras se dejaban llevar por la intensidad del momento.

Aunque llevaban esas prendas, no había nada que pudiera frenar la conexión que forjaron, el éxtasis de ese instante superando cualquier barrera que pudiera haber entre ellos.


















(...)




















El sol se había ocultado, dejando el chalet sumido en una penumbra suave y acogedora. La atmósfera, antes cargada de calor y deseo, ahora se tornaba tensa mientras ellos se alejaban del jacuzzi, todavía sintiendo el eco de su encuentro reciente. Celestine se envolvió en una toalla, su mente zumbando con pensamientos contradictorios. A medida que los momentos de placer se desvanecían, la realidad comenzó a asentarse en su pecho. ¿Qué significaba todo esto? La euforia del momento se desvanecía y la duda comenzaba a acecharla.

«Esto no puede ser real» pensó, cuestionando si la intimidad que habían compartido complicaría su relación profesional. Con cada paso que daba, su ansiedad crecía, como si el suelo bajo sus pies estuviera a punto de ceder.

Jungkook, por su parte, se movía con una fachada de confianza, pero internamente luchaba con una mezcla de emociones. El deseo aún ardía en su interior, pero también una intensa necesidad de proteger a Celestine. La imagen de su risa, de sus ojos brillantes, lo llenaba de calidez, pero la preocupación comenzaba a tomar fuerza. Sabía que habían cruzado una línea que no podía ser borrada, y cada vez que la miraba, se preguntaba si había puesto en riesgo su seguridad.

El silencio entre ellos estaba cargado de tensión no resuelta. Cuando entraron a la sala, la distancia entre sus cuerpos parecía gritar la incomodidad del momento. Se giró hacia él, la incertidumbre en sus ojos.

—Esto... lo que pasó, no puedo simplemente ignorarlo —su voz salió temblorosa, mientras sus dedos jugueteaban nerviosos con su toalla—. No fue algo que planeé, ni algo que quisiera que se sintiera tan real.

Jungkook entrecerró los ojos, inclinándose ligeramente hacia adelante, como si quisiera captar cada matiz en sus palabras. Su expresión era seria, pero su mirada ardía con una intensidad que desafiaba cualquier explicación simple.

—¿Así que ahora vamos a pretender que fue solo un juego? —cuestionó, su tono áspero, cargado de incredulidad, mientras el espacio entre ellos parecía electrizarse con todo lo que ambos no se atrevían a decir en voz alta.

—No fue solo un juego, pero eso no cambia lo que éramos antes, ¿recuerdas? No nos soportábamos.

—Claro que lo recuerdo, pero no puedo simplemente ignorar lo que siento —dio un paso hacia ella, su mirada fija—. No puedo seguir pretendiendo que estoy aquí solo para protegerte cuando hay algo más.

—No sé si deberíamos estar hablando de sentimientos, ni siquiera nos toleramos bien.

—Entonces, ¿qué hacemos? —su voz se volvió desafiante, como si la retara a enfrentar la verdad—. ¿Ignoramos lo que pasó y regresamos a la dinámica de antes?

—No tengo idea —respondió frustrada—. Pero no sé si esto nos ayuda. Tal vez deberíamos volver a ser profesionales.

—¿Profesionales? ¿Después de lo que hicimos? —cuestionó, cruzándose de brazos, sus músculos tensos—. No puedes simplemente darme la espalda, Celestine.

—¿Y tú? ¿Puedes simplemente aceptar que estamos en una situación complicada? —insistió casi histérica—. ¿Cómo vas a protegerme si esto te afecta tanto?

El silencio que siguió fue denso. Dio un paso hacia ella, deseando disipar la tensión que los separaba. Se miraron, sintiendo la presión de sus emociones y la incertidumbre del camino que se avecinaba. La atracción y la conexión que encendieron entre ellos eran innegables, pero también lo eran las repercusiones de sus decisiones.

—Mira, no sé cómo lo vamos a manejar, pero no puedo ignorar lo que hay entre nosotros —se acercó un poco más, la intensidad en su mirada llegando a ser demasiado intensa—. Siento que hemos cruzado una línea, y no quiero ni puedo volver atrás.

Celestine frunció el ceño, sintiendo el nudo en su estómago apretarse más.

—Pero esto podría complicar todo lo que hemos construido.

—¿Y si eso es lo que necesitamos para avanzar? No quiero que lo que hicimos se convierta en algo de una vez.

Ambos sabían que no podían seguir adelante como si nada hubiera cambiado, pero también estaban atrapados en sus propias inseguridades y miedos. Jungkook dio otro paso hacia ella, deseando disipar la tensión que los separaba.

—Lo que compartimos es real, y no puedo fingir que no me importa.

Esa era la verdad, pero también era un riesgo.

—No sé si estoy lista para esto, Jungkook.

—Nadie está listo para lo desconocido, pero eso no significa que no sea importante —expresó por lo bajo—. Tal vez lo que pasó es justo lo que necesitamos para enfrentar lo que viene.

Sintió la presión en su pecho aumentar mientras las palabras de él resonaban en su mente. Su corazón latía con fuerza, atrapada entre el deseo que aún la consumía y el temor a las consecuencias de lo que habían hecho.

—No sé si puedo hacerlo —admitió, su voz temblando ligeramente. Se dio cuenta de que no podía dejar de pensar en lo que significaba para su carrera, su imagen y su futuro.

Jungkook frunció el ceño, sintiendo la frustración crecer en él.

—¿De verdad piensas que un momento de vulnerabilidad va a arruinar todo? —su voz, aunque suave, tenía cierta irritación que no podía ocultar—. Eres más fuerte que eso.

—No es solo eso. No puedo ignorar lo que está en juego —aclaró, cruzándose de brazos, sintiéndose acorralada—. Las cosas son diferentes ahora. No sé si esto es lo que quiero.

El silencio entre ellos se volvió pesado. Jungkook dio un paso atrás, tratando de calmarse, pero la decepción y el desconcierto inundaron su mirada.

—¿Así que después de todo lo que compartimos, solo vas a darme la espalda?

—No estoy dándote la espalda, estoy tratando de entender —replicó, su voz al borde de la angustia—. Esto es complicado, y necesito tiempo para pensar.

—¿Tiempo? —exhaló con frustración, cruzando los brazos en un gesto defensivo. —¿No te das cuenta de que esto es lo que ambos queríamos?

—Sí, pero no puedo seguir así. Necesito estar sola para pensar.

Con eso, dio un paso hacia atrás, dejando que la distancia se interpusiera entre ellos. Jungkook se sintió desconcertado, incapaz de procesar lo que estaba sucediendo. Era como si el suelo se deslizara debajo de sus pies.

—¿Y si tomas la decisión equivocada? ¿Y si esto es lo que realmente necesitamos?

—No lo sé, Jungkook. Solo sé que no puedo...—sus ojos reflejaban la confusión y el conflicto interno que sentía—. No puedo hacerlo ahora.

Con un último vistazo lleno de frustración, Celestine se dio la vuelta y se alejó, dejándolo allí, parado, sintiéndose irritado y herido. Se sintió atrapado entre el deseo y la incapacidad de seguir adelante sin ella, mientras la rubia desaparecía de su vista, dejándolo solo en el silencio que había dejado atrás. Jungkook se quedó en el mismo lugar, con la tensión corriendo por su cuerpo. Irritación y confusión lo abrumaban. La intimidad que compartieron lo dejaba con más preguntas que respuestas, y el eco de sus propias inseguridades retumbaba en su mente.





















(...)



















Celestine se sentó en el borde de su cama, envuelta en su pijama corto de seda, sus pantalones deslizándose suavemente sobre su piel. El eco de lo sucedido con Jungkook en el jacuzzi seguía resonando en su mente. Pensó en las advertencias de él, sobre su pasado, y cómo aquello podría arruinar su carrera. Aunque él no le había contado todo, el simple hecho de saber que su historial como exmilitar estaba manchado la inquietaba. No quería que sus propios errores la arrastraran, pero sentía que cada decisión la ponía más cerca de una línea peligrosa.

El recuerdo de Jungkook la atormentó; a pesar de que había logrado atravesar sus defensas emocionales, sabía que no podía dejar que su conexión con él afectara su vida profesional. Necesitaba tiempo para aclarar sus sentimientos, aunque cada segundo lejos de Jungkook intensificaba su deseo y confusión. En la soledad de su habitación, se sintió perdida, con la mente y el corazón en conflicto. Se obligó a levantarse de la cama, sintiendo un vacío en su estómago que le recordó que no comió nada desde el almuerzo. Decidió que preparar la cena podría distraerla de sus pensamientos turbulentos sobre Jungkook y Jimin. Se dirigió a la cocina y comenzó a reunir los ingredientes que tenía a mano, intentando concentrarse en la rutina diaria.

Mientras picaba las verduras, el sonido de su celular vibrando en la mesada la hizo detenerse. Al ver el nombre de Jimin en la pantalla, una mezcla de emoción y angustia la invadió. Había pasado un tiempo desde que él la llamó, especialmente desde aquella noche en la que la drogó y Jungkook tuvo que cargarla de regreso. Su corazón latía con fuerza, luchando entre el deseo de contestar y el recuerdo de lo sucedido.

—¿Quién te llama? —preguntó, la voz grave sobresaltándola, la celosía en su voz era evidente.

—E-es un amigo.

Jungkook se acercó más y vio el nombre de Jimin en la pantalla, antes de que ella pudiera cubrirlo con la mano. Su expresión se oscureció, y su tono se volvió más hostil.

—¿Jimin? Así que sigues hablando con él, ¿eh? —su mandíbula se tensó mientras su mirada se fijó en ella, como si estuviera analizándola—. El mismo tipo que te dejó inconsciente. Qué patético. Ahora entiendo por qué no me aceptas —su voz volviéndose más cortante, mientras ella sentía cómo la ira comenzaba a intensificarse en su interior—. Estás demasiado ocupada persiguiendo a un actor drogadicto que no sabe lo que tiene frente a él.

—No tienes ni idea de lo que estás hablando, Jungkook —masculló, su voz elevándose.

—¡Claro que sí la tengo! —replicó, la frustración visible en cada palabra, su cuerpo tensándose como si estuviera a punto de estallar—. Lo que pasó entre nosotros en el jacuzzi fue real, Celestine. Y ahora estás aquí, ignorándolo, aferrándote a ese idiota —dio un paso hacia ella, acercándose más, con los ojos ardiendo de ira—. ¿Por qué no puedes simplemente aceptar lo que sentimos?

—¿Sentimientos? —alzó una ceja con incredulidad—. No necesito que me digas lo que siento. Lo que pasó fue una locura, y lo sabes tan bien como yo —cruzó los brazos sobre su pecho, como si intentara alejarse de la intensidad de la conversación—. Jimin me da lo que quiero, una manera de escapar de todo esto. Y tú... Tú solo complicas las cosas, Jungkook.

—¿Escapar? ¿Eso es lo que realmente quieres? —su voz se llenó de incredulidad—. ¿De verdad piensas que ese imbécil te hace feliz? Él solo te usa para su propio placer.

—¡No me hables así! —exclamó dando un paso hacia adelante, desafiando su mirada—. Jimin me hace sentir viva. Me da euforia, placer. No tienes derecho a juzgarme por eso.

—Euforia y placer. Te estás engañando —soltó una risa amarga, sus ojos llenos de frustración—. ¿De verdad crees que eso es lo que necesitas? Estás eligiendo vivir en una ilusión.

—No estoy en una ilusión —aseguró sintiendo cómo la rabia la invadía cada vez más—. Jimin me acepta tal como soy, no como un proyecto en el que tiene que trabajar. Tú no entiendes nada de mí.

—Entiendo más de lo que crees, por eso sé que cada vez que te protejo, te debilitas, pero sigues dejándote atrapar por esa fachada que intentas mantener —su voz era profunda y cargada de una intensidad que parecía recorrerle la piel—. Te ofrezco algo real, algo que ninguno de los hombres que has tenido te ha dado —su mirada se clavó en la suya, casi devorándola, mientras se acercaba un poco más, su presencia envolviéndola como una sombra que la hacía temblar de una manera extraña, deliciosa—. Lo he hecho por ti, te he cuidado sin esperar nada, pero sigues buscando eso en ellos, aunque ya lo tienes aquí, justo frente a ti —Su mano rozó su cuello con una suavidad calculada, dejando que el roce de los dedos incendiara su piel—. Mírame bien —continuó, su voz bajando aún más—. ¿Te das cuenta de lo que he hecho por ti? Las veces que he sido tu muro, las veces que te he salvado sin preguntar, las veces que te he hecho sentir que no hay nada fuera de tu control cuando estoy cerca —levantó su barbilla con un dedo, forzándola a mirarlo directo a los ojos. Su respiración era casi audible, un roce cercano, peligroso, que hacía que su mente y cuerpo se nublaran—. ¿Por qué sigues buscando en otros lo que ya sabes que yo puedo darte? ¿Por qué sigues ignorando lo que ofrezco? ¿Por qué sigues obsesionada con ese idiota?

—¿Obsesionada? —repitió, su voz temblando de furia, apartándolo bruscamente—. No estoy obsesionada, estoy eligiendo lo que quiero. Jimin me da la libertad y el placer que tú no puedes darme.

—¿Es eso lo que buscas, entonces? ¿Solo placer? —su voz baja, cargada de tensión, mientras dio un paso hacia ella—. Porque si es así, elige a quien quieras. Pero recuerda...—levantó una mano y la dejó rozar suavemente su mejilla, sin apartar los ojos de ella—, yo puedo ofrecerte mucho más que eso. No solo lo que te hace sentir bien por un momento, sino lo que te da seguridad, lo que te mantiene a salvo, lo que te controla —su mano se deslizó por su cuello de forma lenta, presionando levemente—. Y sé que lo sientes.

Celestine se quedó en silencio, la incertidumbre y la confusión reflejadas en su rostro. La atmósfera entre ellos se cargó de significado, y el desafío en sus ojos dejó claro que la lucha apenas comenzaba.
Mientras la tensión crecía entre ellos, la atmósfera se volvió electrizante, cada palabra cargada de emociones reprimidas. Jungkook se acercó aún más, su mirada fija en la de ella.

—¿Seguridad?

—Sí. Elige lo que realmente necesitas —dijo con voz firme—. Si es eso lo que buscas, entonces ven conmigo. No tienes que buscarlo en los brazos de un imbécil o de un extraño.

Celestine sintió cómo el aire se volvía pesado entre ellos, su corazón latiendo acelerado por la tensión de la situación. El desafío brillaba en sus ojos, y una mezcla de ira y deseo la consumía. Sin previo aviso, Jungkook se inclinó hacia ella, atrapándola en un beso intenso. Su boca se encontró con la de ella, ardiente y exigente, como si el mundo que los rodeaba se desvaneciera. La presión de su cuerpo contra el de ella la hizo sentir viva, recordándole todo lo que estuvo evitando.

Al principio sorprendida, se dejó llevar por el momento, devolviendo el beso con la misma intensidad. Sus manos buscaron el cabello oscuro de Jungkook, mientras él la apegaba como si intentara protegerla de todo lo que existía fuera de ellos. Pero en el fondo, una voz le advertía que este momento no podía durar. Sin embargo, mientras sus labios se movían juntos, la lucha interna se desvanecía por un instante, y todo lo que parecía importar era esa conexión, ese fuego que los consumía.

Al separarse, ambos respiraban con dificultad, el rostro de Jungkook tan cerca del suyo que podía sentir su calor. La confusión y el deseo competían en sus miradas, y el silencio era un testigo de la batalla que libraban en su interior.

—No tienes que hacer esto sola —susurró, su voz más suave, pero la intensidad de su mirada no disminuyó. Ella podía sentir la protección en sus palabras, como una oferta que la desnudaba de su orgullo.

Lo miró, su corazón acelerado, pero la realidad de su relación y lo que había entre ellos la golpeó de nuevo. A pesar de lo que sintió, su mente seguía buscando respuestas.

—No puedo...

Ambos sabían que la lucha por el control no terminó, pero el beso dejó una huella que no podían ignorar.

Aún aturdida por la intensidad del beso anterior, sintió una oleada de valentía recorrerla. Con una chispa de desafío en sus ojos, se inclinó hacia Jungkook, atrapando su labio inferior entre los dientes antes de lanzarse a su encuentro. Esta vez, fue ella quien tomó la iniciativa, atrapando a Jungkook en un beso ardiente que dejó claro que no iba a rendirse fácilmente.
Sorprendido por la audacia de ella, sintió que un fuego recorriera su cuerpo. La atrajo más cerca, sus manos firmemente sujetas en su cintura, mientras sus labios se movían en un ritmo apasionado. No había vuelta atrás; ambos estaban decididos a dejarse llevar por la corriente de sus emociones.

—Quiero darte lo que necesitas —murmuró entre besos, su voz grave cargada de deseo. Ella podía sentir su aliento cálido, una promesa que encendía su piel.

—Entonces, hazlo —sus palabras salieron con un tono retador y un destello de impaciencia en sus ojos. La euforia de la cercanía la llenaba, y con cada roce de sus labios, sentía que se despojaba de sus inseguridades.

Ambos se dejaron llevar por el momento, el calor entre ellos aumentando a medida que sus cuerpos se presionaban más. Jungkook se inclinó, deslizando sus manos bajo la blusa de Celestine, acariciando su piel con reverencia, sus dedos explorando cada curva que había estado ocultando. La sensación era electrizante, y ella se estremeció al sentirlo tan cerca, sus cuerpos fusionándose en un abrazo cargado de deseo.

Lo necesitaba; su cuerpo ardía de deseo. La intensidad del momento la empujó a buscar más, a querer experimentar la conexión que surgió entre ellos. Jungkook la levantó, y ella se aferró a su cuello, sus piernas enredándose alrededor de su cadera mientras él la llevaba hacia la pared. El roce de su cuerpo contra el de él desató un torrente de sensaciones que hicieron que su cabeza diera vueltas. Podía sentir la dureza de su cuerpo a través de la tela, y eso la excitaba aún más. Se movió contra él, buscando más contacto, deseando experimentar el placer que ambos parecían estar necesitando.

—Voy a darte lo que buscas, lo que te hace sentir viva.

Sin pensarlo, asintió, sus ojos brillando con una mezcla de emoción y anhelo. Lo que había entre ellos no era solo deseo; era una conexión profunda que no podían ignorar.
Jungkook se inclinó, besando su cuello con devoción, dejando una estela de calor en su piel que la hacía suspirar. La euforia la envolvía mientras él se movía con un fervor casi desesperado, como si no pudiera tener suficiente de ella.

—Esto no es un juego —recalcó, su voz baja y cargada de seriedad mientras se separaba brevemente para mirarla a los ojos. Su mirada ardía con la intensidad de su deseo, pero también con una protección que ella podía sentir.

—Lo sé.

Sin perder el compás de la pasión, Jungkook llevó a Celestine hasta la mesada de la cocina, su cuerpo firme contra el de ella mientras la colocaba suavemente sobre la superficie fría. El contraste de la fría superficie contra su cálido cuerpo solo intensificó su deseo.
Jungkook se posicionó entre sus piernas, manteniendo su mirada fija en ella. La urgencia en sus movimientos hablaba de lo que ambos deseaban: dejarse llevar por la intensidad del momento, sin mirar atrás.

—Te necesito —murmuró mientras sus labios encontraban nuevamente los de Celestine. Este beso era más intenso, lleno de una desesperación que ambos compartían. Ella podía sentir cómo su deseo se desbordaba, y cada caricia lo hacía sentir más vivo.

Se aferró a su cuello, buscando acercarlo aún más, como si hubiera un abismo entre ellos que necesitaban cerrar. Jungkook la tomó por la cadera, presionando su cuerpo contra el de ella, sintiendo cómo su calidez le daba vida. Sus manos recorrían su piel, acariciando su espalda y bajando hasta su muslo, donde sus dedos se perdieron bajo la tela de su pijama.

—Tócame —susurró, sus ojos llenos de deseo. Era una invitación a explorar, a perderse en el momento, a dejarse llevar por la corriente de su conexión.

Sin esperar, Jungkook se inclinó y, con su boca, comenzó a recorrer su piel, bajando por su cuello, saboreando cada centímetro. Su lengua danzaba sobre su piel, creando un sendero de placer que la hacía estremecer. Dejó escapar un suspiro, sintiendo cómo la intensidad del momento la envolvía completamente, cómo él con un movimiento hábil, empezó a quitar su blusa, revelando su piel a la luz tenue de la cocina.

Cada toque, cada beso, la llevaban más lejos de su realidad cotidiana, sumergiéndola en un océano de placer. Celestine arqueó la espalda, encontrando el ritmo que necesitaba, mientras Jungkook se perdía en su esencia, en la forma en que se movía bajo su toque. Se detuvo un momento para mirarla, sus ojos oscuros llenos de una mezcla de deseo y devoción.

—Quiero que sientas lo que eres para mí —dijo, antes robarle otro beso profundo que la dejó sin aliento. Era un beso que prometía más, que le ofrecía una experiencia más allá de lo físico.

Celestine correspondió, dejándose llevar. Con una mezcla de urgencia y ternura, al dejar caer la blusa de ella, su boca encontró cada rincón, saboreando la dulzura de su piel mientras la rubia se entregaba a la experiencia. La cocina se llenó de susurros y gemidos, un eco de su intensa conexión. Las manos de Jungkook se movían con destreza, buscando cada reacción de Celestine, que se entregaba a la pasión, porque sabía que estaba listo para ofrecerle el placer que estuvo buscando, dispuesto a explorar cada rincón de su deseo.

Se arqueó hacia adelante, dejando escapar un suspiro de placer al sentir su dureza contra ella, el roce enviando chispas de electricidad a través de su cuerpo.

—Jungkook...

Le respondió con un beso aún más profundo, abriendo sus labios para permitir que su lengua explorara, mientras ella se movía contra él, sintiendo cómo su cuerpo respondía con cada roce. Jungkook presionó suavemente contra la encimera, sus caderas empujando contra las suyas, buscando una fricción que las dos necesitaban desesperadamente. Las manos de Celestine comenzaron a explorar también, deslizándose por sus brazos, sintiendo los músculos tensos bajo la piel. Con un movimiento audaz, ella se inclinó hacia adelante para dejar un suave beso en su piel, sintiendo cómo él temblaba bajo su toque.

—Eres una tentación, Celestine —susurró, su voz cargada de deseo, su aliento cálido en su oído. Celestine sonrió, sintiendo el poder que eso le otorgaba. No era solo un juego, era un desafío, y ella estaba lista para aceptarlo.

Mientras su cuerpo se movía contra el de él, Jungkook, incapaz de contenerse más, deslizó sus manos hacia la parte trasera de su sostén, desabrochándolo con habilidad y dejándolo caer, liberando sus senos. Su mirada se intensificó al ver la piel desnuda de Celestine, como si el simple hecho de verla así le incendiara la sangre. Se inclinó hacia adelante, capturando uno de sus pezones entre sus labios, su lengua jugando y succionando, mientras sus manos recorrían su cuerpo, explorando cada curva, cada centímetro de piel.

Con cada movimiento de su boca, cada roce de sus dedos, ella se sentía más viva, más deseada. Pero lo tomó del rostro, guiándolo hacia sus labios nuevamente, sintiendo la intensidad de la conexión entre ellos. No había tiempo para pensar en lo que sucedería después; solo espacio para lo que estaba pasando en ese instante. Celestine se dejó llevar, sus caderas moviéndose con un ritmo propio, desesperadas por sentir más, por dejar que el placer la consumiera.

Jungkook, sintiendo su urgencia, se movió con ella, ajustándose a cada uno de sus movimientos, buscando ese lugar donde ambos pudieran desvanecerse juntos. Sus manos bajaron nuevamente, acariciando su muslo, sintiendo la suavidad de su piel, y la elevó un poco más, asegurándose de que cada centímetro de su cuerpo estuviera en contacto con el de él. Recorría los muslos de ella, acercándose lentamente a la línea de sus bragas. Con un movimiento decidido, deslizó sus dedos por el encaje, sintiendo la suavidad de su piel al descubierto. Celestine arqueó la espalda, su aliento entrecortado mientras él jugaba con el borde de la prenda, disfrutando de la anticipación.

Con un tirón suave, se deshizo de su short y bragas, dejándolos caer al suelo, donde se amontonaron junto a la blusa, por lo que ella sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al estar completamente desnuda, vulnerable y expuesta ante él, que no perdió tiempo. Lo miró, encontrando sus ojos llenos de deseo. Con un giro de su cadera, hizo que sus piernas rodearan su torso, presionándose más contra él. Jungkook, sintiendo su calor y el roce de su piel contra la suya, se olvidó del resto del mundo. Deslizó sus manos por su espalda, disfrutando de la suavidad de su piel mientras continuaba explorando cada centímetro.

Ambos estaban en un juego de pasión y deseo, una danza frenética donde cada toque se volvía más urgente. La cocina se llenaba de susurros, gemidos y el sonido de su respiración acelerada. Con cada movimiento, la tensión entre ellos crecía. Jungkook comenzó a perderse en el momento, sus dedos acariciando suavemente la piel de su vientre mientras su boca buscaba la calidez de su cuello, dejando un rastro de besos ardientes. Celestine lo atrapó en un abrazo más apretado, deseando sentirlo aún más cerca. Con los ojos llenos de deseo, dejó que sus manos viajaran por el torso de Jungkook, rozando la tela de su camiseta. Aún sentada en la mesada, ya completamente desnuda, decidió igualar la situación. Sus dedos, temblorosos pero decididos, se aferraron al borde de su camiseta, tirando hacia arriba, por lo que él alzó los brazos sin decir una palabra, facilitándole el trabajo. La prenda terminó en el suelo junto a las de ella, y su piel quedó expuesta.

Los ojos de Celestine recorrieron el cuerpo de Jungkook, desde sus hombros musculosos hasta su abdomen marcado. Tomó un segundo para absorber la sensación de su piel desnuda contra la suya antes de seguir deshaciéndose de las siguientes barreras entre ellos. Sus manos descendieron, con los dedos delineando el borde de su bóxer. El pelinegro observaba cada uno de sus movimientos, disfrutando de la sensación de dejarse llevar, hasta que que ella con movimientos ágiles lo bajó jungo a su chándal, tirando suavemente hasta que cayeron al suelo. Ambos quedaron completamente desnudos, expuestos el uno al otro, con la tensión y el deseo a flor de piel.

Se quedó inmóvil por un instante, sus ojos recorriendo lentamente el cuerpo desnudo de Jungkook. La luz suave de la cocina acentuaba cada detalle de su piel tersa, sus músculos definidos y el poder contenido en su postura. El contraste entre la dureza de sus líneas y la suavidad de su mirada la dejó sin aliento. Su pecho, amplio y marcado, se expandía con cada respiración profunda, como si estuviera controlando el deseo que ambos sentían. Su abdomen, tallado con precisión, se tensaba ligeramente con la anticipación del momento. Pero fue cuando sus ojos se encontraron con la delicada línea de vellos nacía bajo su ombligo, descendiendo, que sintió un nudo formarse en su estómago, al bajar hasta su erección, que la visión la hizo arder de deseo.

No solo lo veía como una figura poderosa y físicamente imponente; había una vulnerabilidad en estar así, frente a ella, completamente desnudo. En ese instante, se dio cuenta de que ambos estaban más expuestos, no solo en cuerpo, sino también en alma.

La miró con una intensidad feroz mientras se acercaba nuevamente. Celestine, con la respiración entrecortada, no pudo esperar más. Alzó una mano para agarrar su nuca y lo atrajo hacia ella, sellando sus labios en un beso voraz. Sus bocas se encontraron con urgencia, como si ambos estuvieran desesperados por más, por sentir cada rincón del otro. Jungkook profundizó el beso, pero esta vez había algo más primitivo en sus movimientos. Mientras se restregaban, ambos cuerpos desnudos se deslizaban uno contra el otro, creando una fricción ardiente. Celestine arqueó la espalda, presionándose más contra él, sus piernas tensándose alrededor, lo que permitió que sus caderas se encontraran con aún más fuerza. Él gimió bajo, casi en un gruñido, cuando sintió la humedad de ella contra su piel, tan lista, tan deseosa.

—Te necesito ahora, Jungkook —murmuró entre jadeos, su voz temblorosa, casi suplicante.

—Lo sé... también lo necesito —aseguró con la voz rasposa, sus palabras entrecortadas por la urgencia que lo consumía. Sus manos bajaron para aferrar sus caderas con más firmeza, guiándola mientras se restregaban, ambos perdiéndose en la sensación de sus cuerpos encajando perfectamente.

Celestine soltó un gemido suave, cerrando los ojos cuando lo sintió más cerca, su glande rozando su centro en movimientos lentos pero intensos, provocando un placer electrizante. La humedad entre ellos solo aumentaba, intensificando cada roce. Jungkook, con su aliento pesado y el corazón latiendo con fuerza, podía sentir cómo el cuerpo de ella lo llamaba, preparado para recibirlo.

—¿Lo sientes? —se inclinó cerca de su oído, sin dejar de moverse contra ella, sus respiraciones cada vez más erráticas—. Tu cuerpo... pidiéndome.

Solo pudo responder con otro gemido, aferrándose más fuerte a sus hombros, perdida en el deseo. Sus cuerpos estaban al borde de la rendición total, el roce constante los envolvía en una ola de placer que crecía con cada segundo.

—No puedo esperar más —gimió, sus palabras cargadas de anhelo—. Te quiero... dentro de mí.

La miró a los ojos, sus dedos tensándose sobre su piel mientras la levantaba ligeramente, alineándose con ella, dispuesto a darle lo que ambos necesitaban. Los ojos de ella estaban llenos de deseo y ansiedad, su cuerpo temblando de anticipación. El calor que compartían era insoportable, y el roce de sus cuerpos desnudos solo aumentaba la tensión entre ellos.

Cuando finalmente comenzó a introducirse, ambos soltaron un gemido profundo. La sensación de él llenándola, poco a poco, la hizo arquear la espalda, con un gemido ahogado escapándose de sus labios. Su cuerpo se tensó, envolviéndolo, sintiendo cada pulgada mientras la iba llenando.

—¡Jungkook...! —chilló, sus uñas clavándose en los hombros de él—. Te siento... tan profundo...

Cerró los ojos con fuerza, un suspiro tembloroso escapando de su boca mientras se hundía completamente en ella. La sensación era abrumadora: su calor, su humedad, la forma en que lo apretaba, como si sus cuerpos hubieran sido hechos para encajar de esa manera.

—Celestine... —gimió, su voz ronca mientras comenzaba a moverse lentamente dentro de ella—. No sabes lo que me haces sentir. Estás tan... malditamente perfecta.

Ambos se aferraban el uno al otro, sus cuerpos moviéndose al unísono, desesperados por más. Cada vez que él embestía, sus gemidos se mezclaban con el eco de sus respiraciones agitadas. La sensación de estar unidos era intoxicante, una mezcla de placer y necesidad que parecía consumirlos por completo.

—No pares... Por favor, no pares —suplicó, aferrándose a él con más fuerza, su voz quebrada por la urgencia que sentía en cada fibra de su ser.

—Nunca... —aceleró el ritmo, su boca rozando el cuello de ella, mientras la empujaba una y otra vez contra la mesada—. No puedo detenerme... No quiero.

Los movimientos se volvieron más intensos, más desesperados. Cada embestida los llevaba más cerca del límite, y ambos podían sentir la creciente tensión en sus cuerpos. Celestine gemía sin control, moviéndose al compás de sus caderas, mientras él gruñía, perdido en la sensación de estar dentro de ella. Se inclinó para besarla con desesperación, sus labios aplastándose contra los de ella en un beso cargado de deseo, sus cuerpos conectados en una necesidad urgente que no tenía fin.

Consumido por la desesperación y el deseo, la cargó con facilidad para llevarla rápidamente al sofá, colocándola sobre él con un movimiento firme. Celestine sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al caer sobre su torso, la sensación de ser dominada por su fuerza la excitaba aún más.

Sin esperar, levantó sus caderas y la penetró de nuevo, más brutalmente esta vez, haciéndola soltar un grito, un sonido de puro placer y sorpresa al sentirlo tan adentro de ella, tan poderoso. Su cuerpo se tensó al instante, y su mente se nubló con la intensidad de la experiencia. Sonrió sintiendo el poder de tenerla así. Con una mano en su cintura, la obligó a moverse, empujándola hacia arriba y hacia abajo sobre su cuerpo. Cada embestida era una declaración de dominio, una forma de reclamarla mientras su otra mano se deslizaba sobre sus nalgas, dándole una nalgada contundente.

—Muévete —ordenó, su voz grave llena de urgencia—. ¡Quiero verte así!

Obedeció, perdiéndose en el ritmo que él dictaba. El impacto de la nalgada la hizo gemir, un sonido que resonó en el aire mientras el placer la envolvía. La fuerza de sus embestidas la hacía perder el control, y su cuerpo respondía a cada golpe, llevándola a un torrente de deseo.

—¡Oh, Dios! —gimió, sintiendo cómo la llenaba, cada movimiento intensificando la experiencia. La combinación de su fuerza y la dureza de su agarre la hacían sentir más viva que nunca.

—Así es, así me gusta —apretó los músculos de su abdomen mientras continuaba guiando sus movimientos, disfrutando de cada momento—. Eres toda mía.

La habitación estaba llena de sus gemidos, ecos de placer que reverberaban en las paredes, y el ambiente se tornó casi salvaje. Celestine se entregó por completo, dejándose llevar por la locura del momento, deseando más de él, de esa conexión tan intensa que los unía. Jungkook, sintiéndose cada vez más posesivo, apartó una de las manos y le dio otra nalgada, el sonido resonando en la habitación mientras su piel pálida se teñía de un rojizo ardiente. La intensidad del golpe la hizo gritar, una mezcla de placer y sorpresa que resonó en sus oídos.

Mmm... Así es —rugió, disfrutando del impacto, sintiendo cómo el calor se propagaba en su piel—. Quiero que lo sientas, que sepas quién te tiene así, Celestine.

Perdida en la locura de la situación, sintió cómo su cuerpo reaccionaba a cada golpe. La mezcla de dolor y placer se unía, y el calor que sentía en sus nalgas solo aumentaba su deseo por él. Jungkook continuó, cada nalgada resonando en el aire, dejando su marca en ella, y cada vez que lo hacía, ella respondía con un gemido de placer.

—Eres tan hermosa cuando te entregas así... —expresó, mirando su piel sonrojada, satisfecho por el efecto que tenía sobre ella—. No puedo dejar de admirarte.

Con un movimiento más firme, la obligó a moverse más rápido sobre él, obligándola a seguir el ritmo de sus embestidas. Celestine se sentía llena, pero también deseaba más, deseaba sentirlo golpeando cada rincón de su ser.

—¡Sí, Jungkook! —gritó, disfrutando de cada momento, sintiendo cómo su piel ardía después de cada nalgada—. ¡No pares, por favor!

—Nunca voy a parar... —murmuró, sus ojos brillando con un deseo voraz mientras continuaba dándole nalgadas, su mano dejando marcas rojas en su piel—. Eres mía, y voy a disfrutar de cada segundo.

La intensidad del momento creció aún más, y sin poder resistirse al torrente de deseo que la invadía, se entregó por completo a la experiencia. Sus gemidos llenaron el aire, cada sonido una mezcla de placer y desesperación mientras se movía frenéticamente sobre él, consumida por la pasión que compartían. Jungkook, al ver cómo ella se perdía en la entrega, la sujetó con fuerza, tomando su cuello con una mano, como si no fueran suficientes las nalgadas que le propinaba. Celestine chilló de sorpresa, la presión en su cuello dificultando su respiración, pero la sensación inesperada solo avivó su deseo. Aunque le costaba un poco respirar, le gustaba esa sensación de vulnerabilidad, el control absoluto de él sobre su cuerpo, lo que la hacía sentir aún más intensamente atrapada en su pasión, por lo que el pelinegro no pudo evitar sonreír con una mezcla de satisfacción y deseo. Su mano seguía firme sobre su cuello, sin aflojar en ningún momento, obligándola a mantener la respiración entrecortada.

—Mueve tus caderas más lento... y luego más rápido, cuando te lo diga —ordenó con una mirada feroz, cargada de control—. Quiero ver cómo te derrites por mí.

Casi sin aliento, asintió, su cuerpo temblando por la mezcla de sensaciones al obedecerlo. Inició el movimiento, cada impulso más lento y cargado de deseo, como le dijo. Su respiración se volvía más pesada, su pecho subiendo y bajando con esfuerzo. Jungkook la observaba, disfrutando de cómo ella seguía sus instrucciones con devoción. No dejaba de sostener su cuello, sin aflojar su agarre en lo más mínimo.

—Ahora, más rápido. Quiero que lo sientas en cada parte de ti. No te detengas.

Con la presión constante sobre su cuello, Celestine intentó obedecer, pero el aire le faltaba y las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas. Apenas podía hablar, su voz ahogada por la falta de aire.

—No... puedo... respirar...

Pero a pesar de su dificultad, su cuerpo seguía moviéndose al ritmo que él le dictaba, cada empuje más frenético, más desesperado. El dolor de la falta de aire solo la hacía sentir más vulnerable, más entregada. Las lágrimas caían, pero las sensaciones de placer seguían creciendo, como si todo su ser estuviera completamente a merced de Jungkook, quien no dejaba de observarla con una mezcla de posesividad y satisfacción.
De repente, un chillido de placer escapó de su garganta, sus caderas moviéndose con más fuerza, incapaz de controlarse. Él al ver la intensidad del momento, no dudó en propinarle una nalgada con su otra mano, el sonido resonando en la habitación.

—No pares, Celestine... No hasta que yo lo diga —su voz sonó aún más grave, como un desafío.

A medida que sus caderas seguían moviéndose bajo su control, el sonido húmedo de su piel chocando con la suya se volvía más evidente, un eco de la necesidad y el deseo que se desbordaba entre ellos. Cada empuje y cada movimiento resonaban con humedad, como si sus cuerpos estuvieran completamente entregados a lo que él le pedía. Jungkook aflojó lentamente el agarre en su cuello, permitiéndole respirar con más libertad, aunque su presencia dominante seguía siendo absoluta. Celestine, jadeando y con la piel cubierta de sudor, intentó recuperar el aliento mientras sentía la presión sobre su cuerpo desaparecer, pero la necesidad de seguir lo que él deseaba seguía latente en su pecho, quemándola por dentro, mientras el sonido de su unión se hacía cada vez más intenso y claro en la habitación.

La intensidad de los movimientos de Jungkook aumentó, haciéndola sentir que se acercaba al límite, su cuerpo temblando de anticipación. Cada embestida, cada nalgada, la llevaban más cerca de ese punto culminante. Sus gemidos se hicieron más altos, más urgentes, hasta que, finalmente, un grito desgarrador escapó de sus labios.

—¡Jungkook! ¡Estoy...! —chilló, su cuerpo vibrando en una ola de placer que la envolvió, llevándola al clímax. La sensación era abrumadora, una explosión de euforia que la hizo sentir como si estuviera flotando. Su cuerpo se tensó, y por un momento, todo lo demás desapareció. Pero, justo cuando pensó que podía relajarse, Jungkook no la dejó descansar. Con una fuerza sorprendente, la recostó sobre el sofá, quedando sobre ella, asegurándose de que su cuerpo aún estuviera conectado con el suyo.

—Aún no he terminado contigo.

Aún exhausta y temblorosa, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo ante la mirada intensa de Jungkook. No había compasión en sus ojos, solo un hambre voraz que la excitaba aún más. La tomó de la cintura, posicionándola, incapaz de resistirse a la necesidad de seguir disfrutando de su cuerpo. Y así, sin darle tiempo para descansar, volvió a moverse con fuerza, su cuerpo encontrando el ritmo una vez más. Celestine no podía evitarlo; la mezcla de placer y agotamiento solo avivó su deseo. Cada embestida la hizo gritar de nuevo, y aunque su cuerpo estaba cansado, no podía negar la necesidad de más.

—¡Dame todo! —gimió, sintiendo cómo cada golpe la llevaba a nuevas alturas.

Celestine, sintiendo la oleada de placer inundarla, se aferró a Jungkook, pero el clímax parecía eludirla, danzando justo fuera de su alcance. Cada movimiento de él la llevaba más cerca, pero el éxtasis se extendía, como si el universo quisiera que disfrutara de ese momento un poco más.

—Jungkook... —gimió, sus palabras saliendo entre jadeos. La necesidad se intensificaba, y con cada embestida, su cuerpo se llenaba de una energía vibrante que prometía el clímax, pero aún no llegaba.

—Siente cada instante. No hay prisa. Quiero que lo disfrutes todo.

La desesperación crecía en ella, y aunque su cuerpo temblaba de deseo, se esforzó por mantener el control, disfrutando de cada caricia, cada roce, cada momento que se extendía entre ellos. Jungkook, sintiendo su lucha interna, intensificó el ritmo, llevándola al borde una vez más.

—Te ves tan hermosa así —susurró, sus labios rozando su oído mientras la sujetaba firmemente.

Cuando sintió que la ola de placer la envolvía de nuevo, no pudo contenerse más. Un grito de placer salió de sus labios, y en ese instante, el clímax la arrastró, más intenso que el anterior. Tembló en sus brazos, su cuerpo convulsionando mientras se aferraba a él, sintiendo cada centímetro de su piel, cada latido de su corazón.

—¡Jungkook! —gritó, sintiendo cómo la explosión de placer la desbordaba, llenándola de calor y satisfacción.

Pero no se detuvo. Con un impulso decidido, se dio la vuelta, colocándose de costado mientras la mantenía cerca de él. La nueva posición les permitió continuar su conexión, y él, sintiendo la intensidad del momento, comenzó a moverse de nuevo.

—Así es como quiero sentirte —su voz salió ronca, mientras sus cuerpos se unían nuevamente en un ritmo intenso. La conexión se sentía aún más profunda, y la cercanía entre ellos aumentaba la electricidad en el aire.

Celestine, aún sintiendo las réplicas de su clímax anterior, dejó que el placer la inundara otra vez. La mezcla de sensaciones la hizo gemir una vez más, y en ese vaivén entre el deseo y la satisfacción, Jungkook también se acercaba a su propio clímax.

—No voy a detenerme —su voz salió rasposa, flotando en el aire, mientras sus ojos estaban fijos en los de ella con intensidad—. Estás completamente en mis manos, Celestine.

Así, mientras se movían en perfecta sincronía, ambos alcanzaron ese punto culminante juntos, dejándose llevar por la marea de placer que los arrastraba. El éxtasis los envolvió, uniendo sus cuerpos y almas en un momento de pura conexión y desenfreno.

¡Hola!

¿Qué les pareció esta segunda parte? ¿Les gustó conocer más sobre ellos? ¿Quieren saber más sobre el pasado de Jungkook? ¿Qué creen que pase ahora?

Espero que les haya gustado este nuevo capítulo, si es así no se olviden de votar y comentar

¡Nos leemos pronto!

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