La noche más esperada había llegado.

Y ninguna pensó que eso ocurría.

Al levantarse, Soyeon tomó una ducha y dejó en la mesita de luz una nota para su amante. Yuqi leyó que estaría en una reunión urgente con su agente y algo de negocios que le daría dolor de cabeza.

Se preparó un desayuno rápido, aunque no tenía mucha prisa. Se quedó limpiando un poco el departamento y se quedó hablando con la novia de Soojin, Shuhua, con quién logró formar una linda amistad. Todavía escuchaba a Soojin pedirle que tocara en su bar, sin embargo negaba riendo al escuchar que, según las palabras de la mujer, se arrepentiría de eso.

Así que salió a almorzar con Shuhua, quien le dijo que Soojin estaba con Soyeon, siempre se ponía un poco nerviosa con esas reuniones de hombres que sólo pensaban cuánto ganarían.

Hizo unas compras; un vestido para la noche, maquillaje nuevo, y hasta unos aretes que le gustaron en una vidriera.

Su tarde siguió pasando, con Soyeon escribiéndole que la vería en la exposición. Tenía mucho trabajo y preparativos.

Yuqi no quería pensarlo mucho, pero una extraña sensación se apoderó de ella horas antes de el momento esperado.

Miyeon había hablado con ella también. Una chica que trabajaba en el bar también, sólo que estaba en el área de bebidas. Miyeon no era tan conformista como ella, de hecho siempre bromeaba con que dejaría el trabajo pronto porque recibía demasiado poco. Esa noche le confirmó que iría a ver con ella el arte de Soyeon.

Se vistieron juntas, arreglándose mutuamente, diciéndose cuál delineador quedaba mejor, cuál rubor combinaba con su vestido y hasta qué peinado quedaría bien. Soyeon era fanática de su cabello suelto y natural, en especial por los rulos que se le formaban, así que Yuqi siguió ese camino.

El pequeño auto de Miyeon no era el mejor, pero las logró llevar hasta la galería.

Había mucha gente, algunos con ropas caras y admiración falsa. Los cuadros estaban tapados, y Yuqi encontró el principal en un pequeño escenario. Ella sabía que ese era el especial, el suyo.

Con el tiempo corriendo, Soyeon llegó al lugar. Estaba vestida elegante pero todavía conservando su estilo urbano. Sonrió en grande al ver a su novia entre la gente, quería correr a ella pero debía presentar la colección primero. Así que se subió y llamó la atención.

— Muchas gracias por venir esta noche, estoy muy agradecida por su participación e interés. Sobre todo porque he oído que algunos vienen de otras ciudades y eso me alegra.

Yuqi no dejaba de mirarla, impresionada de que esa fuera su novia. De que esa hermosa mujer pintora y dueña de esos cuadros que aún no se habían revelado fuera la que la noche anterior le dijo que la amaba.

— Cuando comencé esta colección, tenía una idea de lo que quería lograr. Pero en definitiva, cuando conocí a mi musa todo cambió. Ella sólo estaba tocando en ese horrible bar y aún así logró tocar una parte de mi alma que jamás nadie había podido.

» Con el paso del tiempo, conociéndola y hablando, entendí que ella era mi destino. Yo buscaba inspiración y encontré amor. Encontré a una mujer que podía amarme y que yo podía amar. Y me enamoré tanto.

» Me enamoré de sus pequeñas partes. Me enamoré de su risa, de sus ojos, de su cabello, de sus manías, de sus gustos, de sus expresiones. Me enamoré de su valentía, me enamoré de sus errores, me enamoré de sus virtudes.

» Me enamoré de su rostro al despertar, me enamoré de su voz cuando me calma, me enamoré de su forma de cocinar, me enamoré de su forma de caminar. Me enamoré tanto que la vida antes de ella no era nada. Y me enamoré tantas veces como la he visto y pensado. Siempre de ella. Porque Song Yuqi me enseñó que amar es el más hermoso de las artes. El arte de amar es único.

» Así que aquí se los presento, "I Love" demuestra el arte de amarla, el arte de enamorarse todos los días.

Las telas fueron quitadas una a una por diferentes asistentes. Y Yuqi, quien tenía tantos deseos de ver las pinturas, se quedó boquiabierta.

La pintura principal era ella, ella sentada en una silla con manchas de pintura por su cuerpo. La pintura la mostraba como sí de una diosa se tratara. Como sí no existiera nada más hermoso que ella.

Y el resto de pinturas seguían siendo ella. Yuqi bailando, Yuqi cantando, Yuqi durmiendo, Yuqi enojada, Yuqi. Sólo Song Yuqi.

Cuando se encontró con su amada, Soyeon recibió el abrazo más sincero y especial que alguna vez le dieron. Y recibió en su boca miles de besitos que la hacían sonreír.

Yuqi quería llorar, quería decirle tantas cosas pero no encontraba la forma adecuada.

— Te amo mucho.— dijo en su lugar, sintiendo como sus ojos picaban cada vez más.— Te amo, te amo.

— Siempre es una alegría escucharlo, ¿debería decirlo también?

— Siempre es una alegría escucharlo.

— Te...

Pero el lugar pareció rebotar, la gente gritó y todos se movían a gran velocidad.

La policía entró corriendo, parecía estar detrás de alguien. Cuando Soyeon miró hacia su costado rápidamente sintió unos brazos fuertes moverla de lugar y usarla como escudo.

Ni siquiera podía respirar o decir algo.

— ¡Suelte a la civil! — gritó un policía con su arma preparada.

Y fue cuando Soyeon lo sintió, un objeto duro y pesado pegarse en su sien.

— ¡Déjeme ir! — respondió el hombre a su espalda.

— ¡Maldita sea, no tienes ninguna escapatoria!

Pronto Yuqi era arrastrada hacia atrás, un círculo de policías estaban rodeando al hombre con Soyeon.

Y luego todo se volvió confuso.

Dos disparos, dos cuerpos cayendo a la vez.

Yuqi recuerda haber gritado, recuerda que pronto quería correr hacia adelante pero Miyeon la sostuvo. Recuerda que los policías se acercaron rápidamente a ambos cuerpos, recuerda que alguien gritó que llamen a una ambulancia.

Recuerda tanto, en especial como Soyeon giró la cabeza a ella, como pensaba decir unas palabras y pronto sus ojos que alguna vez estaban lleno de vida pronto se apagaron.

El amor es trágico, igual que el arte.