Finalmente llegó el día en el que Fren pintó a Becky.

Le pidió que posara, que se quedara quieta y que solo le diera tiempo pues pintar el amor se había vuelto difícil. Rebecca sonreía al verla concentrada, como su lengua salía ligeramente de una esquina de sus labios, su ceño fruncido y los movimientos de su cuerpo. Se veía tan hermosa que no pudo ocultarlo cuando Freen la miró otra vez.

—¿Qué es gracioso? — preguntó sonriendo bobamente

—Nadaeres muy sexy mientras pintas.

Sarocha rio y negó, pero no dijo nada más. En cambio, siguió en lo suyo mas tiempo intentando ignorar la mirada de Becky.

Cuando decidió que era suficiente por ese día, Freen se acercó a besarla. Becky correspondió con gusto sintiendo el sabor jazmín de su boca.

Al separarse la pelinegra siguió mirándola más tiempo. Esos ojos cafés estaban brillando más que cualquier estrella, admirando lo que veían y desbordando cariño. Freen Sarocha se enamoró otra vez ¿qué tan seguido podría ocurrir eso?

—Becbec

—¿Sí?

Con ambas palmas en sus mejillas, Freen la besó otra vez y otra vez. Y hasta que sintió la risa de Becky sobre sus labios, riendo ella se detuvo para imitarla. Sin embargo, algo preocupaba a la inglesa quien se abrazó a su mayor y dejó descansar su mejilla sobre su hombro

—¿Me dirás adiós cuando termines de pintar?

La tailandesa acarició su cabello corto, sentía la fuerza en sus brazos, sentía el corazón eufórico de Rebecca sobre ella. Freen besó su cabeza y habló

—El arte y el amor son difíciles de comprender, Becky, pero no hay nada igual al arte amarte

Rebecca sonrió sobre la tela de su camisa sintiendo las lagrimas querer salir. Nunca había sido amada correctamente, nunca fue apreciada. Aun así, había logrado atrapar el corazón de Freen y logró que el suyo fuera cuidado como oro.

—Te amo Becca

Rebecca dejó caer unas cuantas lágrimas

—Te amo más