Becky llamó a Freen.

No esperaba tomar esa decisión. Ella pensaba olvidar esa noche y dejarla como el nuevo último recuerdo de un cumplido. Pero ahí estaba, cuatro días después, bajando del autobús en la calle que la pelinegra le dijo

Freen no pareció sorprenderse de su llamado, ni siquiera de que aceptara el pago acordado. En verdad, parecía aliviada. Aliviada como si Becky fuera la cura de un imparable dolor de cabeza

Y es que, tal vez lo era.

Freen tenía dos pinturas hechas, pero ninguna era lo suficientemente especial como para ser la principal de su nueva colección. Ella buscaba algo más, algo que la hiciera sentirse viva y cerca de tocar el cielo con las manos.

Ella quería enamorarse.

Desde que empezó en el arte, Freen nunca había amado a una persona de esa forma tan fuerte, tan única y dolorosa. Buscaba el amor en su arte, buscaba la inspiración en corazones de vidrio roto, pero ¿cómo pintas el dolor si no conoces la cura? Ella solo tenía un vacío tan grande que no podía llenarse ni con todos los botes de pintura que comprase.

Esa noche en el bar, Freen no estaba buscando algo en específico. Ni siquiera pensaba volver a casa tan tarde pero cuando escuchó a esa cantante empezar a contar una historia con su voz supo que ahí era: eso era lo más cercano al amor que había sentido alguna vez

Freen Sarocha se había enamorado tanto de esa voz que no podía dejarla ir

Y ahora, con Becky frente a ella en la puerta de su estudio, Freen se enamoró por segunda vez.

La chica vestía distinto a la primera vez cuando había usado una camisa deportiva y jeans. Ahora usaba un overol y una camiseta blanca. Se veía pequeña, frágil, pero sobre todo se veía indudablemente hermosa

Freen la dejó pasar después de unos segundos donde se quedó quieta pensando en las mil pinturas que podía crear sobre ella.

Sobre su piel.

Freen prestó bastante atención a eso también, a como sus movimientos eran delicados y suaves. A como su piel era tan blanca cual porcelana de alta calidad y como ella parecía no darse cuenta del efecto que tenía en la artista

Antes de comenzar, Freen le pidió charlar un poco para conocerse. Becky accedió

Freen descubrió que la chica de verdad era bastante extrovertida. Cuando se sentía cómoda hablaba mucho, se trababa a veces, pero siempre tenía algo que contar y agregar. Ella reía. Becky reía por Freen quien se enamoró por tercera vez

El tiempo no existía a su lado, eso fue fácil de deducir. Una hora, dos Rebecca tenía mil historias y Sarocha escuchaba cada una con la misma atención que la anterior

Fascinada.

Estaba fascinada por ella, por todo lo que descubría de Becky.

—He hablado mucho hoylo siento, hace tanto que no me sentaba a charlar con alguien— la menor se veía apenada— mis amigas siempre están ocupadas así que no tenía con quien salir

Freen negó.

—Siempre serás oída mientras yo exista, Becky.