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Incluso si el lugar estuviera callado, en silencio, nadie le prestaría verdadera atención a la voz de Becky en aquel bar. Incluso si estuviera repleto de gente a nadie le interesa mucho la tecladista sobre el pequeño escenario
Pero Becky aprendió a brillar en la oscuridad.
Tenía paciencia, mucha en verdad, así que ella esperaba que alguna de esas noches alguien finalmente la notara. Su sueño no era ser famosa ni tampoco romper récords. Rebecca solamente deseaba que alguien compartiera su pasión
Y una noche ella lo logró.
Cuando terminó su presentación, el sonido del aplauso casi la asustó porque no se lo esperaba. Ella siempre recibía silencio, ni un sonido, ni una mirada. Pero desde el principio todo fue mejor de lo que esperó.
La dueña del aplauso apareció entre las mesas y borracho, sonreía tan maravilloso que Becky pensó que su sonrisa podría iluminar mejor que cualquier otra luz. Freen era tan bella que Becky se embriagó de su ser hasta escupir admiración
Freen esperó a que dejara sus cosas, a que todos volvieran a lo suyo y luego se acercó con gran determinación a Becky.
—Tu voz es tan hermosa que odié a tu teclado por interrumpirla
Becky se quedó sin palabras, totalmente atónita bajo la mirada de la pelinegra. Se abrazó a su instrumento y sonrió tímidamente.
—Gracias
—Oh. — exhaló al momento— No te dicen eso a menudo, ¿verdad?
Claro que no, Becky no sabía lo que era un buen cumplido o al menos no lo había oído hace mucho. La última vez que oyó algo así fue por parte de su profesor de teatro hace ya años, algo que se quedó en su memoria por siempre.
Pero en ese entonces, Becky conocía bien al hombre. Él era un apasionado del arte, tanto así que fue quien impulsó a Becky a seguir el camino de la música; su pasión.
Y ahora se lo decía Freen. Rebecca no era tonta ni estaba metida en una cueva, esa mujer era una artista reconocida en la ciudad. Había expuesto su arte muchas veces, había ganado premios y halagos para morir porque no existía algo más hermoso que su amor por lo que hacía. No existía algo más hermoso que las creaciones de Freen Sarocha
—No, de hecho, no.
Se atrevió a contestar sin titubear. Freen parpadeó una, dos, tres veces hasta que finalmente agitó su cabeza.
—Pero lo haces increíble, tu voz tu voz es profunda y tiene más sentimiento que el poema del poeta más roto. Definitivamentedefinitivamente tú eres toda pasión al cantar.
Tal vez era por recibir tanta atención de pronto, tal vez porque era Freen quien se lo decía, pero Becky sintió su corazón volverse loco al escuchar todo eso.
Euforia verdadera.
Becky no había sido feliz últimamente, no obstante, en ese momento sentía que era capaz de todo
—No hago nada que tú no hayas hecho ya— murmuró. — Distinto arte, misma pasión
Pero Freen negó con una sonrisa
—Incluso si pintara por el resto de mi vida jamás podría llegar al corazón de alguien como has hecho con el mío. — y entonces la miró a los ojos. — Necesito que sigas acariciando mi corazón con tu canto
Freen no dejó que Becky respondiera, solo buscó en su bolsillo y sacó una tarjeta que tenía manchas de pintura. Rebecca miró como pareció dudar un segundo hasta que finalmente se la entregó
—Quisiera pintarte alguna vezpuedes contactarme cuando quieras.
—¿Y si no quiero ser pintada?
Se atrevió la menor a preguntar, sus ojos no dejaban de notar como las manos de Freen eran delicadas y con dedos alargados.
—Entonces no podré compartirle al mundo que he visto algo totalmente hermoso
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