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Había estado nerviosa en ese pequeño cubículo, repasando una y otra vez la breve interacción que había tenido con la atractiva mujer.
Al regresar a su asiento, se encontró con una servilleta doblada con cuidado. Su corazón dio un salto; la curiosidad la invadió. Con manos temblorosas, desdobló el papel y encontró una caligrafía elegante que decía: "¿Decidiste esconderte? Eres más intrigante de lo que pensé."
La coreana sintió cómo sus mejillas se sonrojaban. Miró hacia primera clase, donde la otra mujer estaba sentada con una copa de champán en la mano, sonriendo a la ventana de manera traviesa. Era obvio que había notado su regreso y no pudo evitar sonreír también, sintiéndose atrapada en este juego de seducción sin fin.
Decidió responder con otro mensaje. Tomó su bolígrafo y escribió rápidamente: "No me escondí, solo necesitaba un momento para pensar en ti."
Llamó a la azafata y le pidió que entregara la nota. Mientras esta se alejaba, la turista sintió una mezcla de emoción y nerviosismo a lo que podría pasar a continuación.
Unos minutos después, vio a la empleada regresar con otra servilleta en mano. Esta vez, Mina había tomado la iniciativa de escribir algo más elaborado: "¿Pensar en mí? Me gusta esa idea. ¿Te animas a venir a primera clase por unos minutos?".
La coreana no podía creer lo que estaba leyendo. La invitación era tentadora, pero también aterradora. ¿Qué pasaría si se encontraba cara a cara con esa mujer tan segura y cautivadora? En su lugar decidió redoblar la apuesta: "¿Tú te animas a venir a clase económica".
La nueva nota llegó a las manos de la opuesta pero no pudo alcanzar a ver su reacción ya que justo otra persona se levantó tapándole la vista. Con el corazón latiendo con fuerza, esperó a que la azafata viniera con otra servilleta, sin embargo, quien caminaba por los pasillos ahora no era ella.
La atractiva mujer caminó normalmente por el pasillo hasta llegar a su objetivo. Su cabello cayendo sobre sus hombros con gracia, y su atuendo, una blusa de seda y una falda entallada, hablaban de su estatus.
-Hola. ¿Qué le parece intercambiar lugares? -Le propuso a la persona que ocupaba el asiento que quería. Al darse cuenta que era de primera clase, la señora aceptó sin dudar.
La coreana sonrió por la impredecibilidad de sus actos y luego se levantó para dejarla pasar.
-Estabas segura de que no me atrevería a venir, ¿no? Por cierto, así no se escribe Kon'nichiwa -dijo Mina.
-¿Ah, no? Me disculpo entonces -Formuló apenas, conteniendo un poco la respiración.
Haciendo una pausa, cada una siguió disfrutando de su propio postre lanzándose una que otra mirada entre cuchara y cuchara. Chaeyoung no pudo evitar que sus emociones fluyeran. Quería conocer a esa mujer.
-¿Te gusta el mousse? -preguntó inesperadamente, rompiendo el silencio entre ellas.
Mina levantó una ceja con sorpresa antes de responder.
-Es... aceptable -dijo con una sonrisa casi desafiante-. Pero creo que no es tan bueno como el helado japonés.
La coreana soltó una risita nerviosa ante la respuesta cortante pero juguetona. Había algo en ese tono arrogante que le resultaba atractivo.
-Tal vez deberías probarlo -sugirió-. Podríamos hacer un intercambio: un poco de mousse por helado japonés.
-¿Y si no me gusta tu helado? -preguntó con una sonrisa provocativa-. Tendrás que hacer algo a cambio.
La turista sintió cómo su corazón latía más rápido ante esa insinuación.
-No te preocupes -Le salió un gallo y carraspeó-. Tengo muchas habilidades ocultas... tal vez podría impresionarte.
Sorprendida ante esa respuesta, la atractiva mujer sintió cómo sus mejillas se sonrojaban levemente.
-¿Así que eres turista? -preguntó mientras la examinaba con curiosidad genuina-. Debe ser divertido explorar Japón sin una agenda.
-Sí, quiero perderme por las calles y descubrir cosas nuevas sin presión alguna... aunque me encantaría tener compañía -dijo guiñándole un ojo, aunque estuviera temblando como gelatina por dentro.
-¿Compañía? Eso podría ser interesante -respondió con tono juguetón-. Pero asegúrate de seguirme el ritmo; tengo estándares altos para mis acompañantes.
Chaeyoung rió abiertamente ahora; no había duda: había química entre ambas.
La conversación continuó fluyendo entre ellas mientras los minutos pasaban volando (valga la redundancia). Las miradas se convertían en sonrisas cómplices y los gestos casuales se tornaban cada vez más intencionados. La coreana comenzó a notar cómo Mina jugaba con su cabello mientras hablaban, un gesto sutil pero revelador.
Cuando la mujer rica regresó a su lugar, la otra siguió sonriéndole a la distancia. De repente vió a una empleada entregándole una pequeña botella de crema en la mano.
Chaeyoung contuvo la respiración mientras observaba cómo se aplicaba lentamente la crema en las manos. Cada movimiento era deliberado y sensual; parecía que estaba disfrutando cada segundo del ritual. La forma en que untaba la crema en su cuello hizo que el corazón de la turista latiera más rápido. Era como si cada gesto estuviera diseñado para captar su atención.
Sin poder evitarlo, Chaeyoung se sintió mucho más atraída hacia ella, como si una fuerza invisible las uniera. Pero al mismo tiempo, la presión aumentaba; nunca había sentido algo así por otra mujer, y eso la intimidaba profundamente.
Mientras estaba perdida en sus pensamientos, no se dio cuenta de que había dejado caer lo que quedaba de su helado derretido sobre su blusa. Al intentar limpiarlo apresuradamente, solo logró derramar más. El helado goteó por sus dedos mientras miraba a la otra mujer, quien parecía divertirse con su torpeza silenciosa.
Mina levantó una ceja con picardía al notar el desastre que la coreana había hecho. Esa expresión burlona hizo que la esta última se sonrojara aún más; no podía creer lo ridícula que se veía en ese momento. Para colmo el avión ya estaba descendiendo y las azafatas le dijeron que se mantuviera quieta.
Cuando el avión finalmente aterrizó, pudo recién ponerse a limpiar, cosa que parecía que le llevaría unos minutos. Los pasajeros empezaron a bajar, Mina pasó junto a ella con una sonrisa cautivadora. En un instante fugaz, le apretó suavemente el trasero antes de seguir avanzando por el pasillo.
La coreana respiró hondo ante el contacto inesperado; fue como si un rayo eléctrico hubiera atravesado su cuerpo. Se giró rápidamente para ver a la mujer alejarse, pero lo único que pudo hacer fue observar cómo desaparecía entre la multitud. En ese momento notó algo en el suelo: otra servilleta.
Se apresuró a recogerla antes de que alguien más lo hiciera y leyó lo escrito: "Nos veremos pronto", firmado con su nombre. Su corazón latió intensamente mientras una sonrisa nerviosa se dibujaba en sus labios.
Con una mezcla de ansiedad y emoción desenfrenada, comenzó a caminar hacia la salida del avión. La imagen de esa hermosa mujer seguía presente en su mente: su actitud segura, esa mirada provocativa y cada pequeño gesto que había logrado captar su atención durante el vuelo.
Al pisar tierra japonesa por primera vez, sintió que todo era posible; quizás esta nueva aventura no solo sería sobre explorar un país desconocido sino también sobre descubrir algo nuevo dentro de sí misma.
Con el corazón palpitante y una sonrisa radiante en su rostro, pensaba en lo increíblemente impredecible que podía ser el destino. ¿Qué sorpresas le aguardaban? Sabía que no podría escapar del imán irresistible que era Mina.
The End.
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