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Una tormenta de pensamientos se agolpaban en la mente de la turista.
Cuando sus miradas se cruzaban, el tiempo parecía detenerse. Mina a menudo se mantenía seria, pero había destellos en sus ojos que la otra mujer no podía ignorar. ¿Era interés? ¿Curiosidad? Cada vez que sus ojos se encontraban, Chaeyoung experimentaba sensaciones en todo el cuerpo.
La vió llevarse lentamente una cuchara de su postre a la boca, disfrutando del momento con una elegancia innata. La forma en que lo hacía era casi provocativa; cada movimiento parecía calculado para atraer la atención. La coreana sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Se preguntó si esos gestos eran intencionados o simplemente parte de su naturaleza coqueta.
"¿Qué estará pensando?", se preguntó mientras notaba cómo giraba ligeramente su cuerpo hacia ella, como si quisiera compartir un secreto con el aire entre las dos. Pero cuando sus ojos se encontraban nuevamente, Mina adoptaba una expresión neutra que desorientaba a la turista. Era como si estuviera jugando un juego del que Chaeyoung no conocía las reglas.
Era un juego extraño y divertido; un tira y afloja visual donde ninguna de las dos quería perder. La atractiva mujer se llevó otra cuchara de mousse a los labios con una elegancia casi felina, disfrutando del postre como si fuera un arte.
La turista tragó saliva al ver ese gesto. Se sintió atrapada entre la admiración y la confusión. ¿Acaso era un juego de seducción? No podía estar segura. Las miradas de Mina parecían tener múltiples capas: ¿indiferencia? ¿superioridad? ¿interés? Cada vez que pensaba que había descifrado lo que había detrás de esos ojos avellana, algo cambiaba y la dejaba aún más perpleja.
Con cada minuto que pasaba sentía cómo crecía su curiosidad. La imagen de aquella mujer elegante y segura de sí misma contrastaba con la propia inseguridad que sentía ahora mismo. Sin embargo, había algo cautivador en esa arrogancia; era como si Mina estuviera envuelta en un aura de misterio que invitaba a ser explorada.
Mientras tanto, la contraria encontraba algo intrigante en la coreana que rompía con su rutina habitual. La despreocupación y autenticidad en ella eran refrescantes; era como un soplo de aire fresco en su mundo lleno de superficialidades.
En un momento dado, Chaeyoung decidió arriesgarse; tomó una bocanada de aire y sonrió tímidamente hacia la otra mujer. Para su sorpresa, ésta respondió con una leve inclinación de cabeza y una sonrisa casi imperceptible.
Sintió como si le hubieran lanzado un balde de agua fría; esa pequeña interacción fue suficiente para hacerla sentir llena de posibilidades. "¿Es una señal?", pensó la turista mientras intentaba contener la risa nerviosa que amenazaba con escapar.
Luego de un respiro hondo, decidió que debía hacer algo antes de llegar al suelo japonés; después de todo, las oportunidades no siempre llegan dos veces. Le hizo una pregunta a su compañera de asientos y en una hoja de su libretita de anotaciones escribió "¿Parlez vous francais?".
—¡Disculpe! —Llamó al aeromozo que pasaba con el carrito otra vez— ¿Puede darle esto a la señorita de allá? —Le pidió amablemente, extendiéndole la hoja.
—¿Se conocen?
—Solo entréguesela por favor. Dígale que es de mi parte.
—Está bien. ¿Se le ofrece algo más?
—¿Tiene helado?
Los minutos fueron pasando y no había respuesta alguna. Chaeyoung hasta pensó que quizás había sido un poco atrevido de su parte enviarle una nota. "Seguro es de otro país" luego pensó, "Claro, a lo mejor es japonesa y está regresando a su país".
Ahí mismo volvió a usar el traductor para escribir "Konichiwa" en otra hoja arrancada y le pidió a la azafata que la entregara por ella.
La coreana se puso a ver su libro otra vez mientras mantenía un ojo en Mina, disfrutando de su helado también. En ese instante, cuando levantó la mirada disimuladamente, vio cómo la susodicha estaba mirando hacia ella con intensidad. El corazón casi se le para cuando la atractiva mujer se quitó el cinturón para ponerse de pie.
En esta situación sólo se podía hacer una cosa; Chaeyoung dejó su helado en el asiento y huyó al baño.
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