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Mina ajustó con elegancia la correa de su bolso Chanel antes de embarcar en el avión con destino a Japón. Su impecable maquillaje resaltaba sus rasgos finos y sus ojos avellana brillaban mientras se acomodaba en su asiento de primera clase. Al otro lado del pasillo, Chaeyoung se deslizó con entusiasmo en su asiento de clase económica, su energía radiante y su sonrisa contagiosa iluminando el pequeño espacio a su alrededor.

El zumbido del avión comenzó a llenar la cabina cuando las dos mujeres cruzaron miradas por primera vez. Los ojos oscuros de Chae chispearon con diversión al encontrarse con los de Mina, que la observaba con una mezcla de intriga y sorpresa. La turista coreana llevaba un atuendo casual; una remera que decía "I'm Sushi lover", con una mochila llena de pegatinas de viaje y un entusiasmo palpable que contrastaba con la serenidad y sofisticación de la opuesta.

A medida que el avión se elevaba en el aire, las dos mujeres se sumergieron en sus propias actividades. La mejor acomodada hojeaba una revista de moda japonesa con la elegancia de una dama, mientras la coreana hojeaba un folleto turístico de Japón con la emoción de una niña en una tienda de dulces. Sin embargo, sus miradas se encontraban de vez en cuando.

Cuando el carrito de bebidas pasó, Mina pidió discretamente una copa de vino blanco, mientras que Chaeyoung se emocionó al ver que también ofrecían sake japonés. Al darse cuenta de que ambas compartían un interés por la bebida, la turista hizo un gesto hacia aquella con una sonrisa juguetona, como si estuviera proponiendo un brindis invisible entre las dos. Creyó que no había nada de malo en ser amistosa, por eso mismo la sorprendió un poco ser completamente ignorada.

"Supongo que es de esas chicas ricas", pensó encogiéndose de hombros.

No le dió importancia y le dió una probada contenta a su sake. Apenas podía contener su emoción. Había ganado el viaje en una rifa organizada por su trabajo, y la idea de visitar el país vecino la llenaba de alegría. Para ella, cada detalle del vuelo era una aventura: desde las instrucciones de seguridad hasta las pequeñas bolsas de snacks que le ofrecían.

Ya vacía su copa, se acomodó en su asiento, aún sintiendo la adrenalina por haber ganado el viaje. Miró por la ventana, maravillándose con las nubes que parecían algodones flotando en un mar azul.

En un momento, mientras una azafata pasaba por el pasillo, la coreana alcanzó a ver que se le había caído un juego de llaves. Por supuesto que no demoró en inclinarse para recogerlas y entregárselas.

—Muchas gracias, señorita pasajera —Agradeció amablemente la empleada del avión.

—No fue nada —dijo Chaeyoung con una sonrisa simpaticona, cerrando los ojos y frotándose la nuca. Pero cuando los volvió a abrir y la azafata ya no estaba, se dió cuenta de que otros ojos la estaban mirando fijamente.

Un poco confundida, volvió a sentarse y veinte minutos después, dentro de los confines del aviones, el aire estaba cargado de una mezcla de nerviosismo y emoción. Trató de entablar una charla con la señora sentada a su lado pero ésta hablaba poco coreano. ¿Qué se supone que hiciera el resto del vuelo? Estaba muy ansiosa como para cerrar los ojos.

Su mente no tardó en divagar entonces hacia la mujer que ocupaba el asiento justo frente al suyo. Esa mirada de segundos antes con las gafas a la altura de la nariz, esa mirada que denotaba indiferencia pero que al mismo tiempo parecía reclamarle algo... ¿Cuál era su significado? La situación le estaba resultando un tanto extraña... y emocionante.

Pasaban los minutos y la imagen de ella, con su cabello oscuro y sedoso, su piel impecable y esa actitud con las otras personas que parecía gritar "soy mejor que tú", no se desvanecía.

"¿De dónde será?", se preguntó. Si bien habían abordado el avión desde el mismo aeropuerto, había tantos extranjeros yendo y viniendo de acá para allá, gente nacionalizada en el extranjero, o podría tratarse solo de una de esas personas ricas a las que les gustaba viajar. Dudaba que fuera coreana, su ropa parecía ser otro país. ¿Francesa? ¿China? ¿Española? ¿Americana? No, no parecía occidental, ¿o sí?

Mina, por su parte, había notado a la otra pasajera desde el primer momento. La forma en que sonreía a los demás pasajeros, su energía contagiosa que contrastaba con el ambiente serio del vuelo. Había algo refrescante en ella; algo que hacía que sintiera una mezcla de curiosidad y desdén. Entonces se le ocurrió una idea.

A veces, cuando la coreana la miraba de reojo, podía ver cómo la mujer rica se acomodaba con gracia, cruzando las piernas de manera que parecía un movimiento coreografiado. La sutileza de esos gestos la dejaba intrigada.

En ocasiones, sus miradas se encontraban brevemente, y aunque Mina intentaba mantener una expresión indiferente, había algo más detrás de sus ojos.

La turista decidió ignorar la situación y sacar su libro de viajes. Sin embargo, sus pensamientos volaban hacia la atractiva mujer. Cada vez que levantaba la vista de las páginas, la encontraba observándola.

"Ay, ¿y ahora qué hago?".

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