7. Interés común
Capítulo 7
Interés común
—Entonces sólo se quedará un tiempo—asentí— ¿Por qué no dijiste que vivía contigo desde hace poco?
La historia más patética y estúpida se me ocurrió. Lionel se quedaba en casa porque no conseguía habitaciones disponibles por la etapa de navidad, nos conocimos en el puerto por coincidencia, al ser una buena chica, decidí alquilarle el otro cuarto de la casa que solía ocuparse cuando venían visitas a quedarse y era muy poco realmente.
—Sabes cómo se iba a poner mamá si se entera—realizaba algo para el almuerzo con lo que Lauren había comprado.
—Es muy guapo, ¿Está soltero?—la miré con incredulidad— ¿Le has preguntado siquiera?
—Está comprometido—usé la historia que me había dicho pero cambiándola a mi manera.
— ¿Y decidió pasar la navidad solo en Alaska?—levantó una de sus cejas poco convencida.
—No, ella quería pasarla con su familia y él prefirió disfrutar la soledad un tiempo—me encogí de hombros—Estás casada, Lauren.
—No lo digo por mí—rodeé los ojos asegurándome de que el espaguetis no se pegara a la olla—No me creo eso de su compromiso, ¿Acaso esa chica está ciega? Está divino.
— ¿Podríamos hablar un poco más bajo?—pedí. Estaba segura de que escuchaba perfectamente la conversación— ¿Por qué no trajiste a Mike?
—Papá iba a llevarlo al puerto un rato—revolvió la salsa de tomate que había hecho para el espaguetis—Mamá saldría con ellos, al menos eso creo. ¿Sabes algo sobre Eric?
—Debe estar bien.
Noté la mirada de mi hermana, era entre dulce y comprensiva.
— ¿Estás usando el collar de la abuela todavía?—se sorprendió—Creí que no te gustaban.
— ¿Puedo ayudar en algo, chicas?—ambas giramos mirándolo. Sonrió con ese encanto que lo caracterizaba, nótese el sarcasmo, por favor. Lauren cayó en la trampa siendo más encantadora aún.
—Bueno, la comida está prácticamente lista, ¿Podrías servir la botella de vino que traje?
—Por supuesto.
Cuando el espagueti estaba en su punto exacto me encargué de servirlo y arreglarlo para que quedara mejor. Lauren reía mucho con Leo, prefería decirle así que Lio, no podía evitar mirarlos, sobretodo a él. Hace segundos era un completo idiota obstinante y arrogante, ¿Ahora era un encanto con las mujeres? De repente me imaginé a la prometida que tenía, ¿Sería más joven o mayor que yo? ¿Y cómo sería? Seguramente tan distinta o parecida a él.
Lionel se percató de mi mirada, su sonrisa se borró unos segundos pero luego me guiñó un ojo. Bufé tomando algo de vino.
Lucy subió a mis piernas queriendo que la acariciara. Sonreí un poco haciéndola ronronear cuando toqué sus orejas, afuera caía la nieve como si se tratara de gotas de lluvia. El almuerzo con Lauren no había sido lo que imaginaba, no me gustaba como los dos disfrutaban de la compañía del otro mientras yo estaba en medio sintiéndome...pequeña.
Suspiré mirando el collar en mi cuello. Levanté la vista cuando dos toques a la puerta llamaron mi atención. Leo tenía puesto unos pantalones y una camisa cómoda para dormir.
— ¿Todo bien?—se acercó sentándose en la orilla. Lucy se erizó un poco bajándose de mis piernas y de la cama.
—Debemos conseguir una forma de deshacernos de esto—le recordé. Suspiró pensativo— ¿Aquella bruja que colocó su magia en el collar no tuvo más descendientes?
—Tuvo hijos, sí, supongo que esos hijos siguieron teniendo más hijos—frunció el ceño mirándome— ¿Por qué?
—Deberíamos conseguir el último de su árbol genealógico—comenté.
—Claro, le hacemos exámenes de ADN a cada persona que vive en Juneau, y sería sólo la capital ya que luego seguiríamos con toda Alaska—golpeé su brazo. Estaba siendo sarcástico— ¿Estás loca? Han pasado muchos años desde eso.
— ¿Y qué? No eres tú quien comienza a sangrar cuando se quita este estúpido collar—acusé.
—No sería sencillo, Omi.
—Te dije que no me dijeras así.
—En fin, es imposible.
— ¿Los demás lobos no sabrían nada sobre el tema?—sus ojos azules se encontraron con los míos. Algo pareció hacer clic en su mente— ¿Él o ella sería humano, cierto?—asintió—Entonces no debe ser tan complicado.
—Recuerda que no puedo regresar.
—No puedes esconderte por siempre, Leo.
—Pero si voy...—frunció el ceño sonriendo divertido— ¿Leo?
—Es mejor que Lio.
Negó con la cabeza dándose por vencido aunque luego regresó a su estado de seriedad.
—Si regreso, implicaría dejar que los hermanos de Dilara me den una paliza—se recostó en la cama quedando boca arriba. Miré sus brazos fuertes que se notaban a pesar de las mangas largas—Mis padres estarían decepcionados y sería difícil concentrarse en el collar.
— ¿A qué te refieres?
Giró su cabeza mirándome fijamente.
—El collar atrae a un lobo, ¿Cierto?—asentí—Mientras esté ese asunto, mi boda deja de tener sentido. Los lobos respetan la leyenda que tiene el collar ya que con los años se ha demostrado ser real.
— ¿Entonces quieres enamorarte de mí?
—No te emociones, niña—sonrió con arrogancia—Sólo digo que podemos usarlo por interés de ambos.
— ¿Qué se supone que gano yo?—me crucé de brazos.
—Estar conmigo. Hasta que llegue tu novio, claro.
—No es mi novio—grité de frustración. Estaba que jalaba mi cabello para hacerle entender—No puedes estar aquí todo el tiempo, los demás pensarán que tenemos algo.
—No te preocupes, puedo desaparecer cuando lo necesites.
—En ese caso...—tomé la libreta de la mesa de noche. Le entregué unas cuatro hojas—Son las reglas de la casa.
—Estás bromeando—se apoyó de su brazo observando lo que tenía en sus manos.
—No, para nada, genio.
Me miró incrédulo sin creerme. Sonreí con diversión queriendo reírme.
—La primera es no sentarse sobre el mesón de la cocina o la mesa.
—Esto es estúpido, Naomi.
—Entonces te deseo suerte con la paliza de tus cuñados y tu boda—le recordé. Gruñó tomando las hojas de nuevo—Será mejor que vayas a tu nueva habitación para leerlas mejor—sonreí ampliamente mirándolo irse. Al estar sola reí sin poder soportarlo más. Lucy me miraba como si estaba loca mientras que podía imaginar lo furioso que estaba Lionel en ese momento.
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